El Soldadito de Plomo
Hans Christian Andersen

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©Hans Christian Andersen, 2024
© Editorial Planeta
Calle Corrientes 1234, CP 1670, Buenos Aires
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ISBN-1234567890
Queda hecho el deposito que marca la Ley 11723
Impreso en Argentina
"Te has convertido en el único pensamiento de mi pensamiento, el primer amor de mi corazón: antes no tenía amor. Te amo como ningún amor en la tierra se forjó, te amo ahora y te amo siempre"
Hans Christian AndersenHabía una vez un niño que tenía muchísimos juguetes. Pero, un día, su abuelo le regaló uno muy especial que aún no tenía y que se convirtió en el mejor de todos. Se trataba de una caja de madera muy hermosa, que contenía en su interior todo un conjunto de soldaditos de plomo realizados a mano y, con mucho tiento, a base de fuego y metal.
¡Soldaditos de plomo!
¡Muchas gracias, abuelo!
-Dijo con alegría el niño tras recibir su regalo. Tras esto el pequeño fue sacando cuidadosamente, uno a uno, a todos y cada uno de aquellos soldados de la ca-
ja, y los depositó sobre su mesita de escribir uno detrás de otro en formación.
¡Qué elegantes se veían!
Parecían un ejército, espléndido y completo, uniformados en tonos rojos y azules. Sin embargo, al sacar de la caja al último de los soldaditos, el pequeño pudo observar que
le
de la cual carecía desde nacimiento, ya cuando se encontraban los artesanos fundiendo al último de aquellos soldados el plomo se les agotó.
Lejos de importarle al pequeño que aquel soldado estuviese incompleto, decidió otorgarle un sitio en su habitación más especial que al resto: lo situó frente a uno de sus mejores juguetes, un
realizado en papel, custodiado por una bella princesa vestida con un delicado vestido de tul rosa y los brazos muy altos, pues era una
Aquella bella figura tenía una de sus piernas en posición de ballet, tan alzada, que el soldadito no alcanzaba a verla creyendo así que le faltaba igual que a
El Soldadito de Plomo
y se comunicaban entre ellos divirtiéndose alegremente.
Permaneció desde entonces embelesado frente a la bailarina el soldadito, ajeno a la vida que cobraban el resto de juguetes de la habitación cuando el pequeño se iba a dormir. Aquellos juguetes w v w v w v w v v 11
11Lorem ipsum
Hans Christian AndersenTodos menos el soldadito, que tan solo miraba a la bailarina firme y sin cesar:
– ¡Es tan bella e igual a mí!
-Pensaba el soldadito mientras veía a la bailarina enamorado.
Pero entre el resto de los juguetes se encontraba uno muy singular que apenas se divertía con los demás durante la noche, vigilando siempre al soldadito de plomo. Se trataba de un duende encerrado en una caja sorpresa, desde la que solía saltar para asustar a cualquiera que se atreviese a tocarle con un solo dedo.
El Soldadito de Plomo
Un día, el mal encarado duende, le dijo al soldadito:
– ¿Se puede saber qué miras, ahí plantado?
Pero el soldadito no contestó al duende y permaneció con la mirada fija frente a la bailarina:
-¡Ah! Pues como no me quieres contestar
- Exclamó el duende amenazando al soldadito.
Una tarde, el pequeño decidió cambiar de lugar al soldadito de plomo situándole con el resto de sus compañeros, para que fuesen al fin
Mientras los iba organizando a todos, el pequeño deposito sin mucho pensar al soldadito de plomo en el alfeizar de su ventana. Y misteriosamente, cuando el muchacho levanto la mirada, el soldadito ya no estaba.
El pequeño buscó y buscó por todos los rincones de su habitación pero no daba con el soldado, y pensó que tal vez podría haberse caído a la calle con una ráfaga de viento. Sin embargo, el pequeño no pudo continuar su búsqueda debido al mal tiempo y la lluvia que azotaba con fuerza la fachada de su casa, y mamá le obligó a esperar:
– Cuando cese la lluvia lo buscarás
- Dijo su madre preocupada. Pero unos niños, que sí se encontraban en la calle jugando bajo la lluvia, se adelantaron al pequeño y encontraron al soldadito bajo la ventana. Entusiasmados, decidieron jugar con él:
– ¡Le haremos navegar en un barco de papel!
- Exclamó uno de los niños.
De este modo, cogieron un periódico viejo, hicieron un barquito y, aprovechando que la lluvia había formado pequeños riachuelos en las aceras, pusieron al soldadito a navegar por ellos sobre el barco de papel, y los pequeños riachuelos condujeron al soldadito hasta una alcantarilla:
¿Qué
será de mí?
El Soldadito de Plomo
¿Habrá
Nada de esto me importaría si estuviera conmigo ella,
Y el barquito, al ser de papel,
hundiendo y deshaciendo cada vez más, se fue poco a poco
o o o oo o.
. .
. . . . .
o o
mientras el soldadito era arrastrado con fuerza por el agua. Así continuó navegando sin poder parar, hasta que el riachuelo le condujo hasta el mismísimo mar. Pero, de pronto, el barquito ya no podía sostener al soldadito de tan mojado como estaba, hundiéndose finalmente. Poco antes de llegar al fondo un pez muy grande se lo trago. Todo era silencio:
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¿dónde estoy? - Qué oscuro está. Pero,
-Dijo aturdido el soldadito de plomo.
Y, cansado de cuestionarse su destino, el soldadito se durmió en la boca oscura del gran pez. Pero duro, sin embargo, la tranquilidad del pobre soldadito de plomo, que despertó de su siesta asustado por unos repentinos temblores y tambaleos que le sacudían en el interior de aquella garganta. Pero,
¿qué estaba ocurriendo?
O .
El pez había sido pescado y caminaba rumbo al mercado de la ciudad, con tan buena suerte que, la madre del pequeño que había recibido a los soldaditos de plomo como regalo, había acudido también en busca de pescado fresco para poder cocinar.
Y así fue como finalmente el soldadito fue liberado y devuelto a su lugar.
Muy contento el pequeño por tener de nuevo al soldadito de plomo, tras colocarlos en la mesa de trabajo de su cuarto, justo frente a la ventana, acudió a la llamada de su madre y bajó a cenar. Y en un momento, una fuerte
á f a g a d e v i e n t o r
casi inexplicable, abrió con fuerza la misma que se encontraba esta vez cerrada, despidiendo al soldadito de plomo directo a la chimenea encendida del cuarto.
El Soldadito de Plomo
El pobre soldadito, que se derretía lentamente bajo las llamas,
imaginaba
sin cesar a la
bAiLaRiNa
y aquellos pensamientos cariñosos y alegres le mitigaban el dolor. De pronto, una nueva
empujó a la
á f a g a d e v i e n t o r
de papel hacia el fuego, en un singular revoloteo que parecía una magnífica función de ballet.
. .. .
A la mañana siguiente, apagado el fuego, el pequeño encontró bajo las ascuas un pedazo de
que parecía lanzar dEsTeLlOs dE
Y tElAs dE TuL Y SeDa...
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Este libro se terminó de imprimir el día 10 de junio de 2024, en los talleres de Planeta S.A, Buenos Aires, Argentina.
Hans Christian Andersen nació el 2 de abril de 1805 en Odense, Dinamarca, en una familia humilde.
En 1835, publicó su primer éxito, la novela "El Improvisador", y sus primeros cuentos de hadas, entre los que destacan "La princesa y el guisante" y “La pequeña cerillera". A lo largo de su vida, escribió más de 150 cuentos, incluyendo "La sirenita", “El patito feo" y “El traje nuevo del emperador", conocidos por sus elementos oscuros y profundos.