A Estrada

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-8desagrado con Filotro, Legado del Emperador lfomano, no quería consentir el enterramiento en sus posesiones, que se extendían a 11110 y otro lado del Sar," más tarde obsen•ando que los toros, apesar de su bravura se dejaban uncir tranquilamente para conducir en carro el arca pétrea en Ja que los restos del Sant() estaban de· positados, dió el consentimiento y se convirtió al cristianismo. Nuestros paisanos conservan el dicho de: boy bra<JO vente o carro que o ma1lda o Apóstol Sa n!iago . . Aún hoy cuenta el n1lgo que en las entrañas del l\fonte Sagro, que Jos Sue\'OS prohibieron herir con el arado por consagrarlo a sus dioses, está el palacio de la Reina Lupa. Cuéntase también, y se ha escrito, que los discípulos de Santiago deribaron el ídolo dedicado a la Serpiente que había en el l\fonte llicino. (Tradición compostelana del Sif!;lo IX de que se hace cmgo la epístola de San L eón). El pico fué habitado, según algunos historiadores por los Suevos, 10s Romanos y los Arabes, y allí prestaban juramento a sus reyes . El Obispo de Iria, Sisnando 1 fundó en 1. 0 de Septiembre del 904 el Monasterio de San Sebastián del Pico Sagro. (Lópcz Ferrciro, Historia de la iglesia Compostcla11a -Apé11dice XX VI). El mismo Obispo, por escritura de 914, hizo copiosa donación a ese Monasterio, figurando en ella Lámis (Lamas) y Codesión (Codeseda). El propio Monasterio obtuvo en 1090 un privilegio ~special del l~ey Alfonso VI, con motivo ele las quejas que le presentara el Paure Velasco contra varios señores feudales que no dejaban en paz a los monjes. Por orden del célebre Arzobispo D. Diego Gelmírez, fué edificado un castillo en las crestas del Pico Sagro, para tener con sus tropas en jaque a las de la Reina D.ª Urraca, establecidas en Santiago y en Cira. Hubo por fin un arreglo, quedando la Reina poseyendo definitivamente Ja fortaleza de este último punto, que ostentara algún tiempo el Prelado. Desaparecido el primitivo Castillo del Pico, edificó otro en 1473, Juan Rodríguez del Campo, de acuerdo con el Arzobispo Don Alonso Ill y para mantener en continua alarma a Jos de la fortaleza de Cira, que ocupaba el Conde de Altamira. Para realizar esta segunda obra fueron derribados, una capilla dedicada a Santiago, y el Monasterio de San Sebastián de fines del siglo IX que en la cumbre había. El nuevo Castillo debió tomarlo el de Al-


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