Plan Colombia y hoja de coca en el Catatumbo, inicios del 2000. Breve aproximación.

Plan Colombia y hoja de coca en el Catatumbo, inicios del 2000 Breve aproximaciรณn

Valeria Tafurt Beatriz Ramos Torres Sara Daniela Ortiz Emilio Gallรณn Escobar Imagen de VICE Colombia

Plan Colombia 2000's Militarización Militarización Militarización Resistencia(s) Resistencia(s) Resistencia(s)

Ni el narcotráfico nace con el conflicto armado, ni el conflicto armado con el narcotráfico; ambas realidades están imbricadas de manera dialéctica y hay una relación multicausal entre ellas. Estos dos fenómenos han influido como pocos otros en la realidad social, económica y política de Colombia; configuran nuevas formas de violencia propias de la expansión de la esfera paraestatal en América del sur y del centro.En el caso de Colombia hay algunas regiones que se han visto significativamente afectadas, como es el caso del Catatumbo que en 1999 producía el 10% de la coca del país (Suescún, 2009). Reconociendo la complejidad del asunto y la importancia de la región en el marco del conflicto armado, nos interesa acercarnos brevemente a la relación entre la hoja de coca y el territorio y las repercusiones que ésta ha tenido en el tejido social.Limitaremos nuestro análisis al efecto del Plan Colombia en el Catatumbo en los inicios del 2000, lo anterior porque la militarización y la erradicación de cultivos por medio de aspersiones han sido la forma predilecta de la política antidrogas para contrarrestar problemáticas en torno a los cultivos de la hoja de coca.

Erradicación forzada.

Sardinata, Norte de Santander 18 de abril de 2020.

Foto: Ascamcat

Sin embargo, estas estrategias de erradicación, contempladas en el Plan Colombia, no han llevado a una disminución de los cultivos ilegalizados,1 sino por el contrario, a una expansión de las fronteras cocaleras y una mayor vulneración de los derechos humanos y la calidad de vida de les pobladores. Nos parece importante recalcar la advertencia de la lideresa de la Red de Mujeres Rurales del Catatumbo Alba Luz Trigos a no seguir narcotizando los problemas e intentar entender y saldar sus causas estructurales (Colombia 2020).

1. Utilizamos esta palabra con la intención de desnaturalizar el carácter ilegal que se le da a los cultivos, pues no son intrínsecamente ilícitos. Asimismo, pues, facilita imaginar la posibilidad de que sean legalizados.

Geografía La región del Catatumbo, al nororiente de Colombia, está conformada por nueve municipios en la parte norte del departamento de Norte de Santander (Ver Mapa 1) y cuenta con una topografía y clima propio de la cordillera Oriental (El Carmen, Convención, Teorama, San Calixto, Hacarí, La Playa y Ocaña), otra zona con características topográficas y climáticas de cordillera y de planicie (El Tarra) y finalmente una zona baja con una superficie plana y con características selváticas (Tibú) (Ordóñez, 2007). Esta diversidad se debe a la variada altura de la región que va de los 200 a los 2000 m.s.n.m., lo que la hace apta para una agricultura diversificada y permite el desarrollo de una abundante flora y fauna en sus diversos componentes climáticos y fisiográficos (Quintana, 2008). En la región del Catatumbo se ubica la Zona de Reserva Forestal Serranía los Motilones, el Parque Nacional Natural Catatumbo Barí y territorios étnicos como el resguardo Motilón - Barí y Catalalaura (ver mapa 2).

Mapa 1:

(Quintana, 2008, p. 224).

Mapa 2:

(Quintana, 2008, p. 239).

De acuerdo con algunos autores, Ordoñez (2012); Suescún (2009), esta región es de gran importancia geopolítica y geoeconómica por sus recursos naturales, forestales, faunísticos, hídricos y minerales (principalmente petróleo y carbón), su condición de frontera (esto ha llevado a considerar a la región como “transfronteriza”) y su dinámica capital, Cúcuta. Además, es un punto de interconexión de toda la infraestructura energética, de transporte, ambiental, social e industrial que requiere el comercio transnacional. La extracción y deseos del control del territorio se han traducido en violencia en la zona. Como lo dice un campesino de la región: “La violencia en el Catatumbo se ha generado por este tema de explotar al Catatumbo; en petróleo, en carbón, la palma. Por eso se ha venido generando este tipo de violencia en el Catatumbo. Por eso nos matan... hay muchos campesinos en la cárcel inocentes.” (Ojeda, 2014).

Aspectos clave de su ubicación geográfica para Suescún (2009) son el corredor que viene del Urabá Antioqueño hacia el norte del país (ver mapa 3), la presencia del Oleducto Caño Limón-Coveñas (ver mapa 4) y la proximidad al lago Maracaibo que resultan clave en lo que se ha denominado la “geografía de la guerra” (p. 293).

Mapa 3:

(SuescĂşn, 2009, p. 297).

Mapa 4:

(SuescĂşn, 2009, p. 293).

Ocupación del territorio La zona cuenta con 124.228 habitantes, oscilando entre el municipio menos poblado (La Playa) que cuenta con 5.806 habitantes y el más poblado que cuenta con 30.059 (Tibú) (Quintana, 2008). La población es mayoritariamente rural en todos los municipios, pues los porcentajes de urbanidad oscilan entre el 10 y el 40% y la densidad de la población es notoriamente baja (Quintana, 2008).

Alrededor de tres mil de los habitantes son indígenas que se distribuyen en 23 comunidades a lo largo de la región (Suescún, 2009). Debido a la superposición de competencias institucionales, Quintana (2008) afirma que la Jurisdicción en la zona es compleja. La zona le compete según el autor a: el Ministerio del Interior, el Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial, el Sistema Nacional de Áreas Protegidas, la Unidad Administrativa Especial de Parques Nacionales Naturales, las autoridades de comunidades étnicas y entidades territoriales municipales y departamentales.

De acuerdo con Quintana (2008), por lo anterior no se incorporan aspectos de los planes de vida en los ordenamientos territoriales y las zonas de reserva forestal han sido afectadas por procesos de colonización (p. 240). Se considera que esta zona es ocupada bajo la lógica de un modelo débil de economía campesina, se le puede atribuir dicho calificativo a las condiciones de relieve del territorio pues no favorecen la inversión para agricultura comercial (Alba, 2018). La Asociación Campesina del Catatumbo (ASCAMCAT) se refiere a la falta de inversión estatal afirmando que: A la violencia vivida en la región se suma la falta de inversión estatal que permita generar condiciones de desarrollo para el campesinado en lo que refiere a producción agrícola, vías, educación, salud y vivienda, entre otros. La inversión estatal está encaminada en primer lugar a intensificar el pie de fuerza, y en segundo lugar a asegurar la producción de monocultivos como la palma aceitera y el cacao, lo que no da garantías reales de seguridad alimentaria y genera dependencia a mercados externos (ASCAMCAT, 2006, párrafo 4).

Así en palabras de un campesino de la región: “Las vías de acceso a las regiones donde nosotros vivimos desaparecieron porque el mantenimiento a la zona donde nosotros vivimos, las carreteritas, las mantenemos nosotros a pico y pala; con la fuerza de nosotros” (Ojeda, 2014).

Despojo

Dominio

Despojo Despojo Despojo

Dominio Dominio Dominio

Aspectos ecológicos del cultivo de coca Según Mateucci y Morello (s.f) la hoja de la coca necesita de una topografía montañosa y disectada, por lo que generalmente se cultiva en los bosques húmedos y muy húmedos subtropicales.

La altitud óptima para esta hoja es de 1000 a 2000 m.s.n.m. con una precipitación media anual de 2000 mm, debido a que el contenido de cocaína es mayor, pero generalmente se cultiva entre los 700 y 2000 m.s.n.m. con una precipitación media anual de 1000 a 4200 mm (p. 2).

El cultivo de la hoja de coca puede realizarse mediante las técnicas asociadas al cultivo tradicional o al cultivo industrial.

Por un lado, el cultivo tradicional de la coca se realiza con el propósito de consumo local, en microparcelas y no implica un gran impacto de deforestación (Mateucci y Morello, s.f).

Para este se debe preparar la tierra, recolectar y tratar las semillas, sembrar a campo o por trasplante, cuidar las plántulas, cosechar, secar, empacar, distribuir y comercializar la hoja seca (Mateucci y Morello, s.f).

La primera cosecha se hace después de un año del cultivo, pero es mejor esperar hasta los dos años para obtener mejor calidad de la hoja (Mateucci y Morello, s.f). La cosecha puede durar aproximadamente 40 años, y las labores que se realizan durante este periodo de tiempo incluyen el volteo del suelo, el desmalezado, la poda y reemplazo de plantas muertas por yuca o café (Mateucci y Morello, s.f.). Adicionalmente, en el cultivo tradicional se da una asociación entre naturaleza y sociedad, pues la calidad de las hojas de coca refleja la calidad de la familia que la cultiva (Mateucci y Morello s.f).

Por otro lado, el cultivo industrial de la hoja de coca inicia con el auge del uso de la coca como psicotrópico en Estados Unidos y con la producción de cocaína (Mateucci y Morello, s.f).

La siembra en este tipo de cultivo se hace directamente en pequeños huecos, y el manejo del cultivo se reduce al volteo y desmalezado; además, se hace uso de plaguicidas y fertilizantes, que pueden aparecer en la cocaína. A diferencia del cultivo tradicional, entre los 10 y 15 años el rendimiento del cultivo disminuye, por lo que este se abandona (Mateucci y Morello, s.f).

Este tipo de cultivo requiere de una amplia superficie deforestada, porque las plantaciones de coca ocupan más de 200.000 ha, se construyen las parcelas de los cultivos de abastecimiento para los productores de coca, campamentos y laboratorios (Mateucci y Morello, s.f).

El cultivo de hoja de coca ha sido central en algunas regiones del país como el Catatumbo desde finales del siglo XX. Desde la década de los noventa, los pobladores de esta zona, especialmente del municipio de Tibú, se dedican a la producción de la hoja de coca como una forma de subsistencia que les ofrecen ventajas frente a los cultivos de plátano, yuca y maíz:

“Nos vemos obligados a sembrar la coca como salida desesperada a nuestra caótica situación; estos cultivos mejoraron un poco el nivel de vida de las gentes, pero los problemas sociales permanecieron intactos” (Ordoñez, 2007, p. 156).

Además, estas dinámicas de producción de la hoja de coca en el Catatumbo están insertas en ejes de acumulación capitalistas mafiosos, que encuentran formas de articularse a otros ejes de acumulación legales como el negocio de las armas (Martínez, 2012).

Estas formas de uso del territorio conllevan las gobernanzas paraestatales mencionadas en la introducción.

Plan Colombia Las estrategias llevadas a cabo contra el cultivo de hoja de coca en Colombia han estado impulsadas por presiones políticas externas. A partir de 1999, Estados Unidos ha proporcionado a Colombia más de 4,000 millones de dólares con el fin de combatir la producción de hoja de coca, para disminuir la producción de cocaína, ya que el gobierno estadounidense considera la industria de las drogas ilegalizadas como una amenaza para el bienestar de la nación (Dion y Russler, 2008). Así, lanzado en el 2000, el Plan Colombia se implementó como un proyecto que tenía como propósito reducir el cultivo de coca a través de la fumigación aérea (Dion y Russler, 2008).

El Plan Colombia estuvo estructurado por tres piezas: el componente A es interno, y tiene como objetivo fortalecer la presencia estatal en el territorio nacional; el componente B se trata de la ayuda de Estados Unidos, por lo que “La lógica subyacente es que sólo más poder de fuego y más despliegue espacial de las fuerzas armadas pueden equilibrar el creciente poderío territorial de la guerrilla y la enorme influencia regional del narcotráfico” (Tokatlian, 2001, p. 210); por último, el componente C es el aporte europeo a la paz con el fin de mejorar las condiciones sociales en las regiones en las que el Estado ha estado menos presente (Tokatlian, 2001).

El Plan Colombia busca luchar en contra de la “guerra contra las drogas” sobre todo, por medio del fortalecimiento bélico (tres nuevos batallones para operar en el sur del país; 16 helicópteros Blackhawk y 30 helicópteros UH-1H Huey; y mejores instrumentos de combate y comunicación) para que efectivamente asuman una postura más ofensiva en la guerra y de mejorar la capacidad de la policía en el combate contra las drogas (2 helicópteros Blackhawk y 12 helicópteros UH-1H Huey; entrenamiento para labores de fumigación, etc.). (Tokatlian, 2001, p. 211)

Teniendo como categorías no primerias la inversión en el desarrollo alternativo, la ayuda a los desplazados, los derechos humanos, la reforma judicial, la aplicación de la ley y la paz (Tokatlian, 2001).

El Plan Colombia fue una de las estrategias de la implementación de la política antidrogas en el país como ya se mencionó. Esta estuvo basada en mecanismos estrictos de la ley y el orden y en la fumigación por agresión de la tierra. Su lógica fue que con estas estrategias disminuirá la disponibilidad de la cocaína, se elevará el precio de esta en las calles, y así, se reducirá la demanda y el consumo de esta. Así se disminuiría la cantidad de tierra dedicada a la coca y los futuros intentos de cultivo, consiguiendo que los cultivadores abandonen el terreno y busquen iniciativas económicas alternativas (Dion y Russler, 2008). Sin embargo, la oferta se ha mantenido abundante (Dion y Russler, 2008). Asimismo se ha mantenido la producción (ver gráfica 1).

Gráfica 1. Cultivo de coca en el Norte de Santander (Total hectáreas) 2001 - 2007:

Suescún (2009, p.299)

Fumigaciones en el Catatumbo Las fumigaciones en la región del Catatumbo iniciaron con la Operación Motilón en mayo del 2000, con el fin de erradicar 10.000 hectáreas de cultivos de coca. Posteriormente, la Policía Antinarcóticos reportó que se asperjaron 9.582 hectáreas de coca (Moreno, 2008).

Estas fumigaciones se realizaron sin precisar previamente propuestas alternativas para la inversión social en la zona, y sin avisar a las autoridades y a las comunidades de la región (Defensoría del pueblo, 2006).

Tan sólo 15 metros separaban del suelo al helicóptero Black Hawk de la Policía Nacional. Las copas de los árboles parecían rozar la aeronave que volaba paralela a las cinco avionetas Turbo Truch que, a 220 kilómetros por hora, fumigaban los cultivos de coca localizados entre las poblaciones de Tibú y La Gabarra, en Norte de Santander. De un momento a otro un ruido fuerte y seco sacudió violentamente el helicóptero. Eran las 8:23 de la mañana del miércoles pasado. “Nos impactaron”, fue la única frase que uno de los tripulantes logró decir en medio del desconcierto inicial. Nadie determinó con certeza en ese momento si lo que acababa de golpear la aeronave había sido un disparo de fusil, una granada o un rocket. Lo único claro era que desde la espesa y colorida selva del Catatumbo el helicóptero, al igual que los aviones de fumigación, estaban siendo atacados desde tierra. La respuesta, sin embargo, fue contundente.(Semana, 2000)

Los cinco helicópteros UH1-H que volaban un poco más alto, acompañando la misión, comenzaron a repeler el ataque. Al superar la sacudida el Black Hawk se elevó varios metros y tras girar a la derecha se unió al contraataque con incesantes ráfagas de sus dos poderosas ametralladoras calibre .50 y 7.62. La reacción salvó la vida de los pilotos de los aviones y cubrió su retirada tras recibir varios impactos, que los obligaron a regresar a la base antinarcóticos de la Policía en Cúcuta. A las 9:50 de la mañana la segunda misión, de las tres programadas para ese día, terminó con un saldo de 700 hectáreas fumigadas y cuatro de los cinco aviones que participaron en el operativo con varios disparos de fusil en su estructura.

Lo que ocurrió ese miércoles en las selvas del Catatumbo deja ver la magnitud y la intensidad de los combates que la Policía Antinarcóticos libra desde el 7 de mayo como parte de la que se ha convertido en una de las más ambiciosas y exitosas operaciones de fumigación de cultivos y destrucción de laboratorios de coca de los últimos años: la Operación Motilón. En los tres primeros días de operativos se destruyeron más de 85 laboratorios de procesamiento de coca, fueron incautados más de 1.000 kilos de base de coca y se fumigaron cerca de 1.400 hectáreas de cultivos, lo que constituye un récord en este tipo de operaciones.

(Semana, 2000)

Estas fumigaciones ocasionaron daños a los cultivos de pancoger de maíz, yuca, plátano, arroz, frutales, caña y a los pastos, como también problemas de salud (Defensoría del pueblo, 2006).

Asimismo, las fumigaciones afectaron negativamente el Plan de Desarrollo y Paz del Catatumbo, así como el proceso que entidades estatales como la Red de Solidaridad Social, Parques Nacionales, Ecopetrol y Corponor, junto con las comunidades indígenas adelantaban para la formulación del Plan de Vida Motilón Barí; planes que habían sido formulados como resultado de los acuerdos de las marchas cocaleras de los años 1996 y 1998 (Defensoría del pueblo, 2006).

Posteriormente, a finales de mayo de 2001, la Policía Antinarcóticos inició la segunda etapa de fumigación sobre los cultivos de coca. Según la Dirección de Antinarcóticos, para realizar estas fumigaciones se cumplió con los requisitos exigidos por el Consejo Nacional de Estupefacientes (Defensoría del pueblo, 2006).

Sin embargo, a raíz de esta segunda etapa de aspersión, las autoridades regionales denunciaron el incremento del desplazamiento hacia las cabeceras municipales, hacia la ciudad de Cúcuta y hacia Venezuela, en especial de los raspachines; migración de cultivos hacia algunas zonas del Parque Nacional Natural Catatumbo-Barí (lo que incrementa la deforestación y la disminución de fauna y flora); y contaminación en los cuerpos de agua por las fumigaciones aéreas (Defensoría del pueblo, 2006). También, se observaron daños en los cultivos de maíz y de yuca con una longevidad de tres meses, a pesar de no existir cultivos de coca a menos de 800 metros de distancia (Defensoría del pueblo, 2006).

Igualmente, a medida que las fumigaciones con glifosato se extendieron a lo largo de los cultivos de coca en la región del Catatumbo, se afectó la posición territorial del conjunto de actores armados ilegales, sobre todo de las FARC y las AUC (Defensoría del pueblo, 2006).

Violencia y ocupación del territorio Los habitantes de estos municipios hemos vivido desde el año de 1999 la intensificación de la guerra, con la llegada de diferentes estructuras paramilitares de las AUC, las cuales bajo las órdenes de los principales comandantes de esta organización (Carlos Castaño, Salvatore Mancuso y Rodrigo Tovar ‘Jorge 40’) fueron responsables del asesinato de más de cinco mil personas, generaron el desplazamiento de cerca de 50 mil habitantes originarios de la zona y la desarticulación del tejido social. (ASCAMCAT, 2006, párrafo 2)

Además de lo que afirma la ASCAMCAT, desde 1999 hasta la actualidad en el Catatumbo se han implementado estrategias ineficaces para conseguir la erradicación del cultivo de hoja de coca, pero efectivas para propiciar procesos de proletarización del campesinado y destrucción del medio ambiente: erradicación por aspersión y programas estatales con cooperación internacional (1999-actualidad)” (Martínez, 2012, p. 139). En este último periodo el Catatumbo fue protagonista en la producción de coca nacional y se convirtió en blanco importante de las políticas de lucha contra las drogas en el marco del plan Colombia. Asimismo, se disputa el control del Oleoducto y la frontera con Venezuela (Martínez, 2012; Suescún, 2009).

Esta política de lucha contra las drogas en el área del Catatumbo ha tenido que ver también con la lucha con/contra los grupos armados que han hecho presencia en la región (Suescún, 2009).

Estos actores para los años de nuestro interés son: grupos paramilitares, el ELN, el EPL, las FARC-EP y el ejército nacional.

El fortalecimiento paramilitar aumentó los homicidios en la región hasta el punto en que para el 2002 la tasa de homicidios registrada fue de 236 por cada cien mil habitantes (Alba, 2018) (Ver tabla 1). En cuanto al ejército nacional, Suescún reporta la complicidad en operativos paramilitares y las denuncias de ejecuciones extraoficiales (2009). La presencia de estos grupos armados ha incrementado también otras formas de violencia en la región, aumentando el número de secuestros, desplazamientos forzados y desapariciones (Suescún, 2009).

Tabla 1. Evolución de Catatumbo: 2003-2008.

los

homicidios

en

el

(Suescún, 2009, p.304)

Conclusión

A partir de la erradicación del cultivo de la hoja de coca por medio de la aplicación aérea de herbicidas defoliantes, muere parte de la vegetación que bordea al cultivo que pueden no tener hoja de coca (Matteucci y Morello, s.f).

Además, esto genera que se den desplazamientos localizados, que a su vez pueden contribuir a la proliferación de la coca hacia nuevas áreas, causando más deforestación (Dion y Russler, 2008). Asimismo, la sustitución de cultivos de coca por palma de aceite o cacao tampoco mejora el problema, puesto que los cultivos sustitutos no se ubican en las parcelas en las que estaba la coca, por lo que se debe generar más deforestación para instalarlos; y de igual forma, estos planes no eliminan la coca, sino que esta se traslada a otros sitios del bosque que no estaban deforestados antes (Matteucci y Morello, sf.).

El Estado ha utilizado la presencia militar y policial fuerte en el Catatumbo sin implementar políticas sociales o económicas direccionadas al mejoramiento de la vida de les pobladores de la región,

las vías continúan siendo precarias, la educación significativamente escasa y los servicios de salud limitados. Dion y Russler (2008) afirman que, con base en los hallazgos, los esfuerzos para reducir el cultivo de coca deben enfatizar el desarrollo de la infraestructura pública local y el acceso al mercado junto con los esfuerzos de reducción de la pobreza y la inversión en desarrollo alternativo. Creemos, con Alba (2019), que “el aumento desmesurado de pie de fuerza ha ocasionado que se frenen o entorpezcan los procesos entorno a la construcción del territorio que buscan salidas a las problemáticas locales” (p. 135). Consideramos que las soluciones deben surgir desde las formas locales de uso de la tierra, encaminadas a empezar a saldar la deuda histórica que tanto el Estado, como las transnacionales, poseen con les pobladores de la región.

“Y que esto sea para que se haiga mucha realidad la Reserva campesina” Campesino hijo de campesinos en el Catatumbo, citado en Ojeda (2014). "Los hijos del Catatumbo" registra heridas de balas disparadas por el ESDMAD.

·Que vivan los planes de desarrollo elaborados por lxs campesinxs· Por una articulación Popular

Referencias: Asociación Campesina del Catatumbo ASCAMCAT. (2006, 26 de septiembre). En medio de la violencia reflorece el Catatumbo. Recuperado de: https://www.prensarural.org/spip/spip.php? article63 Alba, JM. (2018) Catatumbo: estrategia militar por encima de desarrollo rural. Estudio de caso: Víctor Ramón Navarro Sennaro, alias Megateo.

Reflexión política año 20, 40, 124-135.

Colombia 2020 (2020, 15 de octubre). “En el Catatumbo no podemos seguir narcotizando los problemas”. [Video] Youtube. Recuperado de: https://youtu.be/C3C1QRHGiIs Dion, M. y Russler, C. (2008). Eradication efforts, the State, displacement and poverty: explaining coca cultivation in Colombia during Plan Colombia. Cambridge University Press, 40, 399-421.

Martínez, P. (2012). Tendencias por acumulación, violencia y desposesión en la región del Catatumbo. Revista de Ciencia Política de la Universidad Nacional de Colombia, (13), 113-149.

Matteucci, S. y Morello, J. “Aspectos ecológicos del cultivo de la coca”. Carrera Interdisciplinaria de Especialización de Postgrado en la Problemática del Uso Indebido de Drogas. Módulo “Aspectos históricos, antropológicos, socioeconómicos, culturales y ecológicos”.

Moreno, I. (2008). El impacto causado al medio ambiente por los químicos utilizados en la erradicación de cultivos ilícitos en el Catatumbo nortesantandereano y el cumplimiento a la normatividad ambiental colombiana [tesis de grado]. Universidad Libre de Colombia.

Operación Motilón. (12 de junio del 2000).

Semana. https://www.semana.com/operacionmotilon/42238-3/ Ordoñez, F. (2007). Notas para una aproximación a la dinámica del conflicto armado en El Catatumbo. Seguridad democrática y las transformaciones de la guerra. Revista de Ciencia Política de la Universidad Nacional de Colombia, (4), 151-186.

Quintana Machado, G. H. (2008). Modelos de ocupación y zonificaciones territoriales en Norte de Santander, Colombia (Región del Catatumbo). Arquitectura, Ciudad y Entorno, III(7), 221-242.

Resolución defensorial no. 46 situación social y ambiental de la región del Catatumbo – Norte de Santander (11 de diciembre de 2006). https://www.defensoria.gov.co/attachment/187/def ensorial46.pdf Suescún, J. I. S. (2009). Desplazamiento Interno en Colombia. La situación de los desplazados en El Catatumbo. (Tesis doctoral) Universidad de Granada, Granada, España.

Tokatlian, J. (2001). El plan Colombia: ¿un modelo de intervención?. Revista CIDOB d'Afers Internacionals, 54-55, p. 203-219.

P