LETRAS LACANIANAS

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Actualidad del Pase + Lacan Analizante El Pase de Freud + La función de la escritura + Hacerse con la Escuela

Nº 1 - Octubre / Diciembre 2010

Actualidad del Pase

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fotografía: Daido Moriyama

LETRAS

R EV ISTA DE PSICOA NÁ LISIS DE L A COMU NIDA D DE M A DR ID - ELP



Sumario

Contenidos

—Octubre /Diciembre 2010 Editorial 04  E ditorial Andrés Borderías

Agenda 05 - 06  A genda Octubre / Noviembre 2010 Cultura, Ideas, Política, Novedades

El Pase 08 - 15  Actualidad del Pase Patrick Monribot 16 - 18  L acan Analizante Éric Laurent 19 - 22  El Pase de Freud Vilma Coccoz 23 - 27  L a función de la escritura en la experiencia psicoanalítica Araceli Fuentes 28 - 30  H acerse con la Escuela Esperanza Molleda

Clínica 32 - 34  Un semblante insuficiente Amanda Goya 35 - 38  E strago materno Graciela Sobral 39 - 40  L os puntos sobre las íes Ana Lía Gana 41 - 43  Un hombre en reserva Oscar Caneda 44 - 48  Un corte que marque Josefa Rodríguez

Letras en la Ciudad 50 - 52  L a ideología de la evaluación Beatriz García 53 - 56  U na Biblioteca (que) no es un almacén de libros Luis Seguí 57 - 60  Presentación del libro: La filosofía otra vez, de Alain Badiou Jorge Alemán 61 - 64  Tres ref lexiones sobre el porvenir del inconsciente Joaquín Caretti 65  E l Nacimiento de Letras Rosa López

Varios 66  N ormas de publicación Boletín de subscripción

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Editorial

LETRAS

Editorial

Director Andrés Borderías Asesor Eric Laurent Comité de Redacción Oscar Caneda, Ana Lia Gana, Mirta García, Rosa López Colaboradores Carmen Bermúdez, Eva Fernández, Julia Gutiérrez, Gabriela Medin, Silvia Nieto, Pío Zelaya Equipo Gráfico Gabriela Medin (Responsable) Ana Lía Gana, Silvia Nieto Pío Zelaya Maquetación y Diseño BTO Design Imprime: XXXXXX “Letras” es una revista editada por la Sede de Madrid de la ELP. c/ Gran Vía nº 60, 2º izda. 28013 Madrid Tel: +34 915 591 487 email: redacción@letraslacanianas.com página web: www.elp.sedemadrid.org Letras es una revista sin ánimo de lucro, publicada bajo los auspicios de la ELP, la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis Foto de Portada: Daido Moriyama Depósito Legal: XXXXXXXX ISSN: en trámite

Jacques Lacan propuso en el año 1967 a aquellos que le habían seguido en su formación y en la constitución de su Escuela, una nueva manera de abordar la problemática del final del análisis y su articulación con la sociedad de los analistas. El Pase es desde entonces el dispositivo, el invento y la apuesta mediante la cual, los psicoanalistas orientados por la enseñanza de Jacques Lacan y reunidos en las Escuelas que forman la Asociación Mundial de Psicoanálisis, tratamos de cernir el resultado de una experiencia analítica en lo que tiene de más particular, para hacer avanzar a partir de este trabajo al psicoanálisis mismo. Esta manera de abordar los efectos de la extraordinaria experiencia que supone un análisis llevado hasta su término, y de vincular sus resultados a la investigación, la transmisión y la organización de los psicoanalistas forma parte de la radicalidad subversiva que hace vibrar el psicoanálisis en una época atravesada por corrientes poderosas que abominan de la subjetividad, de lo real y de las paradojas de la verdad y del goce. El debate sobre el Pase trasciende por ello el ámbito de lo privado en una Escuela, al emplazarse en este inicio de siglo como un elemento intratable para la ideología de la evaluación. Por ello hemos elegido encabezar este primer número de Letras con el título Actualidad del Pase, como nuestra

carta de presentación y también como contribución a este debate incesante, con varias aportaciones valiosas que resultan del trabajo de los miembros de la comunidad analítica durante este último año, y que dan cuerpo a la sección monográfica El Pase. Otras tres secciones integran esta edición y articulan la revista. En la Agenda, encontrarán algunas notas breves sobre actividades y acontecimientos de actualidad en nuestra ciudad. En la sección denominada Clínica incluimos viñetas y fragmentos clínicos que dan cuenta de la práctica analítica. Por último, Letras en la ciudad incluye textos que salen al encuentro con otros discursos o que provienen de otros ámbitos de la ciudad. Y bien, aquí tienen pues en sus manos, Letras. No son éstas ni Didot ni Garamond, tan del gusto de Lacan. Entre las palabras escritas, hallarán quizás algunas Letras, las que forman “esa cadena bastarda de destino e inercia, de golpes de dados y estupor, de falsos éxitos y encuentros desconocidos, que constituye el texto corriente de una vida humana”. O quizás, esas otras Letras, las que captan el deseo, “puesto que son las redes de la letra las que determinan su lugar de pájaro celeste”. Ojalá que sea así y que despertemos su deseo de leernos.

Andrés Borderías Director A.M.E., Psicoanalista en Madrid, Miembro de la ELP y la AMP. Docente del Instituto del Campo Freudiano-NUCEP, Madrid. email: aborderias@arrakis.es

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Agenda

Agenda Cultura | Personajes | Política | Ideas

Octubre - Diciembre 2010

Novedades

IX JORNADAS DE ESTUDIO DE LA DIAGONAL HISPANO HABLANTE DE LA NUEVA RED CEREDA.

“LOS SUEÑOS DE LOS NIÑOS” Viernes 19 de Noviembre de 14 a 18,30 hs, Sede de Madrid de la ELP. El título de estas IX Jornadas es un homenaje al retorno a Freud, a su libro La interpretación de los sueños y a Jacques Lacan que en ese retorno reintroduce la dimensión del deseo. A nosotros, analistas, lo que nos interesa del sueño es su relato, y en ese relato se hace presente aquella famosa Otra escena que Freud nombra para dar cuenta del inconsciente. Esa Otra escena la encontramos inmersa en la estructura del significante, en la gramática que se produce en el relato del sueño. Si el sueño procede de esa Otra escena, se presenta para el niño como algo disparatado, que puede producir en el soñante niño sorpresa o angustia. Nos interesan, en tanto que el sueño, siendo una formación del inconsciente, se presenta como un relato que quiere decir algo, como un enigma o un problema para el sujeto. Eso que aparece como disparatado, si aparece como algo enigmático para el sujeto es porque encierra una x a descifrar, es porque algo nos quiere decir, pero ¿qué quiere decir? Los niños que recibimos en consulta arman ficciones, juegan, sueñan y nos dicen cosas del orden de la fabulación. Modo bajo el que nos presentan esa Otra escena a descifrar. Comisión de Organización E.M.P.N., Ana Lía Gana (Responsable) Graciela Kasanetz, Rosa Liguori, Mariam Martin y colabora Gabriela Díaz.

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Agenda

IX JORNADAS - Xº ANIVERSARIO DE LA ELP - MADRID

LOS HOMBRES Y SUS SEMBLANTES Formas contemporáneas de la sexualidad masculina

BOLM La Biblioteca de Orientación Lacaniana de Madrid tiene previstas las siguientes actividades para los meses de octubre, noviembre y diciembre de 20l0. El día 27 de octubre, a las 20:30 hs. se presentará el libro del psicoanalista Eduardo Foulkes, “Diferir y convivir - Identidad, goce y multiculturalidad”. En fechas a determinar se presentarán las obras “Belén Esteban y la fábrica de porcelana”, escrito por el publicista Miguel Roig; la compilación titulada “Triunfo y fracaso del capitalismo - Psicoanálisis y política”, que reúne una docena de textos correspondientes a las intervenciones realizadas en el transcurso del ciclo del mismo nombre, organizado por la Biblioteca en el año 2009, y el libro recientemente editado por nuestro colega Jorge Alemán, “Lacan, la política en cuestión...”. También en fecha a determinar se convocará el 5º de los Encuentros en la Biblioteca, “La demanda de felicidad y la promesa analítica”, dentro del ciclo “El psicoanálisis y los discursos del poder”. Luis Seguí

LITER-A-TULIA La feliz alianza que forman la literatura y el psicoanálisis es algo que está bien presente en nuestra formación como psicoanalistas. Liter-a-tulia es una idea que se concretó en formato de tertulia y que interroga la ficción literaria con la inquietud que los grandes temas causan al sujeto. Comenzó su andadura en Octubre de 2008 e inicia su tercer curso. Las reuniones son de carácter mensual, el segundo viernes de cada mes de Octubre a Junio. La obra propuesta es elegida con antelación suficiente para que pueda discutirse en la reunión, y el formato de tertulia se ha revelado excelente porque favorece el carácter abierto del espacio, en el que las opiniones de unos y otros dotan de un tono muy singular e instructivo a la experiencia, además de aportar gran riqueza, deudora ésta también de la potente herramienta que constituye el psicoanálisis. www.liter-a-tulia.blogspot.com Alberto Estévez

“EL SÉPTIMO”. TERTULIA DE CINE Y PSICOANÁLISIS Comenzamos la novena temporada en Septiembre de 2010 celebrando la 64ª tertulia. Es un coloquio abierto cuya experiencia de encuentro en la ciudad se sostiene desde Febrero del 2003 y que hemos venido celebrando un viernes al mes. Actualmente nos reunimos en su 9ª Temporada: en el Café Isadora, c/ Divino Pastor, nº 14, el tercer viernes de cada mes a las 18 h. Con el deseo de producir una apertura del Psicoanálisis en la ciudad tratamos de aportar en cada tertulia una perspectiva analítica sobre la película.

El cine es una producción que da cuenta de la época y plantea interrogantes de gran interés para la conversación. Además, el encuentro es una oferta lúdica donde hablamos de los malestares y de los bienestares de la cultura y los sujetos. La comisión de cine está formada por Olga Montón (coordinadora), Pilar Berbén, Carmen Cuñat, Mirta García, Mercedes de Francisco, Marta Mora y Graciela Sobral. Para recibir información: elseptimo@egrupos.net Blog del grupo: http://elseptimo.zoomblog.com/cat/0 Olga Montón

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La posición del psicoanálisis, al estudiar la vida amorosa desde la perspectiva del malentendido y la disarmonía originaria del deseo, inaugura un campo de inteligibilidad capaz de dar una razón para la contemporaneidad líquida de las identidades sexuales, afectadas por las profundas transformaciones del discurso y la decadencia de la moral sexual cultural que durante siglos puso música al gran baile de máscaras de los hombres y las mujeres. Asediado por el vertiginoso ascenso de sus nuevas competidoras, el hombre moderno oscila entre la resistencia desesperada (que en ocasiones alcanza el dramatismo de la violencia criminal) y el sometimiento a las imágenes que lo invitan a abdicar de sus tradicionales insignias. Cuestionado en los estereotipos sobre los que se ha apoyado durante siglos para practicar el simulacro de una identidad sin interrogantes, el varón acusa el golpe en el fantasma de su potencia, y tantea a menudo a ciegas en búsqueda de otros semblantes y en la producción de otros síntomas con los que recomponer su maltrecha ilusión de saberse ser.

Imágen página siguente, Old staircase, fotografía de Pawel Kryj, Polonia, 2008

20 y 21 de Noviembre de 2010 Círculo de Bellas Artes Sala de las Columnas


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Testimonios | Enseñanzas | Conversaciones

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Actualidad del pase*

Textos: Patrick Monribot Imágenes: Andrés Borderías / Museo Holon * Conversación desarrollada en Madrid el viernes 26 de marzo de 2010 con la participación de Estela Paskvan Pilar González: Nos encontramos en un momento de revitalización del Pase con propuestas que apuntan a renovar la transmisión y las enseñanzas que podemos extraer del mismo. Esta comisión ha introducido una novedad en el modo de intervención de los Analistas de la Escuela a quienes hemos invitado a participar. Le hemos hecho llegar a Patrick Monribot una serie de preguntas redactadas por los componentes de la comisión organizadora1, tras la lectura de los testimonios y trabajos que nos hizo llegar previamente2. Nos acompaña también Estela Paskvan, actual Más Uno del cártel del pase castellanohablante de la FEEP-ELP. Leeré las preguntas que le hicimos llegar por anticipado a Patrick Monribot y a continuación intervendrá él mismo. La primera serie son preguntas clínicas, la segunda serie aborda la dimensión política del pase: ♦♦ “La extracción del objeto mirada del campo del Otro la describe como una secuencia en la que aparece como momento decisivo cuando usted la aloja en el analista, ¿fue suficiente constatar su goce voyeurista, según sus palabras, bajo una forma invertida y atribuida al analista para desalojarla? ¿fue necesario dar un paso más ?” 10 • Letr as, Octubre-Diciembre 2010

♦♦ “Usted habla de un sueño después de terminar su testimonio en el que el sillón del analista estaba vacío y no había nadie para mirarle. Podemos decir que ahí constata el vacío del objeto, ¿eso significa que antes no era tan evidente ?” ♦♦ “¿Podríamos decir que la mirada y el goce fetichizado con la mujer eran una forma de enmascarar la muerte?” ♦♦ “Cuando usted afirma que hay un cambio en el uso de la mirada, orientada entonces hacia algo que usted construye bordeando lo real y responsabilizándose de eso, ¿podemos decir que esto sería su forma de luchar contra la pulsión de muerte?” ♦♦ “ Tras enunciar que no hay reducción al grado cero del fantasma, usted afirma que ya no busca colmar o completar al Otro. ¿Se puede deducir que la mirada le sigue dividiendo después del final de su análisis?” ♦♦ “Me gustaría que aportase algo más sobre la utilización del nuevo uso de la mirada. Usted dice como bisagra del pasaje de analizante a analista. ¿Cómo se vio afectada su práctica clínica y qué cambió al respecto?” Patrick Monribot: Gracias por vuestra invitación. Ustedes han formulado muchas preguntas respecto a la función de la mirada en mi propia cura, voy a precisar


Pase

Patrick Monribot, fotografía de Andrés Borderías, año 2009

la extracción del objeto en la cura. Es un recorrido en el que hay muchos momentos relevantes que voy a resumir. La extracción de la mirada En un lugar público, el analista me mira sin verme, como a través de un cristal. Yo me enfadé mucho, pero con ese acto, el analista hizo funcionar en la transferencia lo que Lacan llama la schizia -es decir, la fractura- entre visión y mirada. Poco tiempo después, se produce el episodio con un espejo en la sala de espera del analista. Les recuerdo de qué se trata: yo me imagino que detrás del espejo, el analista viene a espiar al analizante. Es un acting out por mi parte, estamos en la clínica de la pulsión. Entonces desmonto el espejo para ver lo que hay detrás. Resultado de mi investigación: me encuentro con una pared y nada más; un alivio y una decepción. En ese acting hay una tentativa de mostrar al analista el objeto a que alimenta, que abastece mi goce pulsional: la mirada. También este acting muestra que, por mi parte, la mirada está bien alojada en el campo del Otro bajo la forma del analista, tal como lo había hecho en mi neurosis infantil con la madre -figura primitiva del Otro. El analista entonces, usaría la mirada según mi fantasma, de forma perversa, es decir voyeurista. En realidad, el desmontar el espejo me interpretó: así muestro que se trataba de mi propio fantasma voyeurista que proyectaba en el analista.

Quería identificar y confirmar la posición del objeto a en el campo del Otro. Esa operación de atribución es una raíz importante de la transferencia: la raíz pulsional. Con esa lógica pulsional, se trataba de “verse verse” como dice Lacan en el Seminario XI respecto a la mirada. Pero, como añade él, es una ilusión, “en la que se elide la mirada”, ya que ella “se especifica como inasible” (Pág. 90). Ese momento de la cura fue una manera de cernir el objeto en la transferencia. La extracción no fue resultado de un único acto, fue la consecuencia de una serie de actos. En efecto, a partir de ese momento, la mirada invade el dispositivo analítico. Por ejemplo, cada vez que la mirada infiltraba mi discurso, el analista se levantaba y se ponía delante de mí, cara a cara, para verme –“sus ojos fijos en los míos”. Tiempo atrás, en el lugar público me había mirado sin verme, ahora me veía sin mirarme. Otro ejemplo: cada vez que quería concluir el análisis él me respondía: “Usted verá, eso no es asunto mío”. “No es asunto mío” en francés, se dice literalmente “eso no me mira”, “ça ne me regarde pas”. Podemos decir que cada interpretación, cada acto excavaron el hueco en el Otro. Lo supe por dos indicios: Primero. Una vez, en la sala de espera, en una revista de arte contemporáneo, vi un sexo de mujer de gran tamaño. Me acordé de la escena en la que, muy joven, no veo nada bajo de las faldas de mi madre sino una mancha negra Letr as, Octubre-Diciembre 2010 •

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Pase que me mira y en ese momento recibí una gran bofetada de ella. Durante la sesión hablé de esa foto no tanto como de una mancha sino como de un agujero. A partir del recuerdo del episodio infantil con mi madre, se presentó una lógica de lo que pasó en la neurosis y en la cura, como si pudiera ver esa lógica desfilar. Pensé que había un hilo lógico a partir del agujero negro en el sexo femenino y no a partir de la mancha negra. No es lo mismo. La mancha que me mira venía a cubrir y a enmascarar el agujero. Se impuso el eje de la neurosis como desmentido frente al agujero de la castración. El vacío Segundo. Después del fin de la cura y después del testimonio con los pasadores, tuve el sueño de una sesión con el sillón vacío detrás de mí. Hice dos interpretaciones: primero, hay un agujero allí donde antes yo suponía la consistencia de una mirada. En efecto, sabemos que tumbar al analizante sustrae al analista del campo visual y hace consistir la mirada tanto más cuanto que él se mantiene silencioso; segundo, el Otro ya no existe en tanto que Otro del goce, su lugar está vacío. Es un sueño que confirmaba y resumía de forma alegórica lo que sabía desde hacía un tiempo. Pero un sueño como ese no podía producirse de manera tan clara sino después del proceso del pase: es un punto de capitón que se hace después, après-coup. La mirada y la muerte Por otro lado, la mirada ciertamente era una forma de enmascarar la muerte. Por ejemplo, cuando sueño el encuentro con un niño muerto -mi propio cadáver cuando yo era joven-, esa misma noche tengo el sueño de la mirada en la televisión de una mujer que goza… Podemos decir que allí donde el significado desarrollado en la cura tiene un efecto mortificante en el cuerpo, allí donde la novela familiar evoca los recuerdos de las “desgracias del ser” de la infancia, con el riesgo de morir de enfermedad, etc., el objeto plus de goce reintroduce un poco de vida, bajo la forma del goce pulsional. Ciertamente. Pero el objeto mirada es sobre todo un desmentido frente a la castración, frente a la inexistencia de La mujer y frente a la no-relación sexual. En esa perspectiva, la mirada es una bisagra entre la posición de analizante y la de analista, pues su extracción abre la puerta a lo real que el plus de goce intentaba enmascarar: la no relación sexual. Eso es una condición que desemboca en el nombramiento del vacío de esa norelación bajo la forma de lo que Lacan llamó el significante de la falta en el Otro -S(A tachado)- si recuerdan las formulas de la sexuación en el Seminario Aún. Eso antes de llamarlo el síntoma, sinthome. Evidentemente, no hay grado cero del fantasma después de una cura, una posición de analizante permanece después del pase. Pero, ¿qué cambió?, ¿qué ha cambiado? El objeto pulsional ya no es una trampa como antes y no es la única causa de la división. El sujeto no se deja engañar por ese tipo de goce. El fantasma ya no funciona como 12 • Letr as, Octubre-Diciembre 2010

una cárcel para el deseo. La división puede producirse, por ejemplo, a partir de o con una mujer. Recordemos que Lacan habla de un hombre que encuentra en su mujer un objeto causa… La Escuela y el psicoanálisis también pueden funcionar como causa… lo vimos en la clínica política de las Escuelas, la Escuela puede dividir a los sujetos. Un nuevo uso Eso permite llegar al “matrimonio a tres”. Después de la extracción del objeto, se plantea la cuestión de saber cómo vamos a trenzar un sinthome. Hay una relación entre la estructura de la feminidad y la de una Escuela en el sentido lacaniano del término. Ambas están organizadas por el no-todo fálico, las dos tienen como centro el vacío de lo real que bordea el significante de la falta en el Otro. Por esa razón, ambas tienen el mismo riesgo de estar fetichizadas por un sujeto: una mujer en tanto que objeto a, fetichizado y una Escuela también, en tanto que objeto a fetichizado, funciona siempre con una lógica masculina en cuanto a la sexuación, ya sea hombre o mujer. El sujeto siempre está del lado izquierdo de la sexuación. Por esa razón el riesgo de estrago existe dentro de una Escuela tal como en el vínculo con una mujer. En los Escritos, Lacan ha evocado la Escuela en tanto que sujeto, un sujeto de pensamiento, dice Lacan. Si la Escuela es como un sujeto, no puede ser sino un sujeto femenino. Eso me planteó la cuestión del lazo con una mujer y con una Escuela. Ese lazo no está dado de entrada, hay que construirlo. En mi seminario de pase había evocado construir una mujer. Lacan habla de “inventar las reglas de juego respecto a un nuevo amor”. No se puede hacer sino uno por uno. No son reglas colectivas. Aquí la lógica del partenaire-sinthome, desarrollada por J.-A. Miller, es muy importante. Que la Escuela pueda ser una partenaire-sinthome, significa que tanto el lazo con una mujer como el lazo con la Escuela pueden funcionar como suplencia, en el lugar del vacío de la no-relación sexual. Esto supone haber deconstruido el desmentido que uno opone en su neurosis a la no-relación sexual –ya sea la fetichización del objeto de amor, ya sea la completud del registro fálico para hacer grupo. En esas condiciones, ¿Qué quiere decir, para un hombre analizado, entrar en la lógica femenina del amor? ¿Qué quiere decir la “feminización” al final de la cura? No se trata de cambiar de sexuación. Personalmente no soy San Juan de la Cruz, para nada. Significa una lógica como podemos encontrar en el lado derecho de las fórmulas de la sexuación de Lacan en el Seminario Aún, capitulo 7. Significa el consentimiento a la posibilidad de un agujero en el conjunto de las significaciones que le otorgaba el fantasma. Significa que una parte de su ser escapa al registro fálico de las significaciones. Significa que esa parte de su ser no tiene sentido, y queda una hiancia en la existencia. Significa que esa parte de su ser lo aísla del vinculo social, lo deja en la soledad. No hay posibilidad de representarlo mediante los semblantes, ya sean los significantes o el objeto a. La única manera de apropiársela consiste en hacerla equivaler con su propio


Pase modo de goce, su goce más singular. J.-A.Miller resumió eso diciendo “yo soy como gozo”, para definir su ser al final de la cura, es la mejor definición posible. Lacan la llama la identificación al sinthome. Fuera de los semblantes de la cadena significante o de la serie de los objetos a, Lacan usa el término de letra para calificar el sinthome. El lazo con una mujer puede estar tejido así, también con una Escuela. Sea cual sea el trabajo de los AE, que lo sepan o no, todos trabajarán para inventar un saber que pueda bordear esa hiancia del goce femenino sin taparla. El porvenir del narcisismo Después del atravesamiento del fantasma, el narcisismo puede mantenerse pues no existe el grado cero del ideal y no existe el grado cero del narcisismo. El imaginario se ha limpiado pero se mantiene después de una cura al menos bajo la forma de cuerpo. Pero la destitución subjetiva permite tener una distancia con la trampa del eje especular y el narcisismo tiene desde ahora un impacto relativo. Pilar González: Abrimos ahora un turno de preguntas. Carmen Cuñat: ¿Por qué dices que el sueño del sillón vacío sólo puede aparecer lógicamente tras el pase? Patrick Monribot: Después del pase y después del análisis de la cura, pero de todas formas el proceso del pase pertenece a la cura, es un ingrediente de la alquimia del fin un análisis. ¿Por qué después? Primero muestra que el inconsciente y la posición analizante permanecen, con o sin el analista, más allá de la cura, más allá del pase. Segundo, ese sueño funcionó como un punto de capitón que advino en el momento de concluir sobre el agujero del sexo femenino en la revista del analista en la sala de espera. Fue la primera vez que no funcionó como una mancha sino como un agujero y es como si a través del agujero hubiera visto desfilar la lógica de mi neurosis. Tras la conclusión de la cura, el proceso del pase es un tiempo para comprender. La nominación fue un momento de concluir y ese sueño termina el proceso como un punto de capitón que esclarece lo que ya sabía. Amanda Goya: Me gustaría que desarrollaras tu afirmación sobre la Escuela como partenaire del sujeto. Patrick Monribot: El problema podría plantearse también con una mujer, el lazo del sujeto con un partenaire en tanto que sinthome, es decir un partenaire organizado alrededor de un agujero, de un vacío. En ambos casos la diferencia estructural primordial es la siguiente: esa hiancia, ¿vamos a taparla o vamos a bordearla? A través del desmentido se trata de tapar todo lo que funciona como un agujero: la castración, la inexistencia de la mujer, la no relación sexual. Y hay modalidades de amor, con un grupo o con una mujer que permiten tapar el agujero de lo real. Eso tiene para un hombre -no sé si para una mujer- el inconveniente de fetichizar la Escuela. Lo vimos cuando Lacan disolvió su Escuela, hay gente que no aceptaba ese acto analítico e intentaron un proceso judicial contra Lacan (Françoise Dolto entre otras) y era imposible conseguir la disolución. ¿Cómo pensarlo sino como un rechazo de lo real respecto del grupo? Fue la imposibilidad de tocar el objeto fetiche.

Lacan demostró que hay otro lazo posible con una Escuela, como con una mujer, que no excluye lo real, lo que implica una relación con un grupo que bordea el agujero, que no cesa de hacerlo y para ello Lacan propone la invención de saber, es el trabajo de los AE finalmente. No se trata de un saber para tapar, para enmascarar, sino de un saber que no totaliza, lo que permitió a Éric Laurent decir que con sus hallazgos, un AE era un pasador de un saber no-todo. Se trata de inventar un saber sin cesar y no cesar de no totalizar el saber, lo que es diferente del saber absoluto de Hegel, que interesa al discurso universitario. ¿Qué forma puede tomar ese saber? Una forma epistémica, y es una de las tres misiones del AE. Con respecto al lazo con una mujer no se trata de hacer un seminario cada noche. Con una mujer tanto como con una Escuela se trata de un saber hacer ahí con, lo que Lacan llamó “inventar las reglas de un nuevo amor” en el Seminario Los no incautos yerran, y para ello no hay consejos, no hay universal, uno por uno, hay que arreglárselas con una mujer y con una Escuela, es decir que no hay que rechazar las crisis. Las crisis tienen una vertiente benéfica, son un momento privilegiado para “saber hacer ahí con”, pero desembocan en estrago si se pretende resolverlas en el registro fálico. Vilma Coccoz: en tu texto Del diván a la Escuela mencionas el momento en que fuiste nombrado pasador, ¿por qué es a posteriori de un sueño? ¿Por qué piensas que tu analista te nombró pasador en ese momento y no en otro? y ¿Cuál fue tu experiencia como pasador? Patrick Monribot: No se trata exactamente del sueño sino de lo que aparece a continuación, que “yo estaba muerto y no lo sabía”. Esa frase ha marcado el fin del imperio del fantasma, “estar o ser un muerto” y eso va a implicar un cambio radical en la vida. Inmediatamente

“HAY OTRO LAZO POSIBLE CON UNA ESCUELA, COMO CON UNA MUJER, QUE NO EXCLUYE LO REAL” después de esa sesión tengo un momento de desrealización del mundo. Por ejemplo, he forzado la puerta de un coche que no era mío; después me perdí en la ciudad, tras 18 años de recorrido con el mismo itinerario. Pienso que a partir de eso, el analista me propuso para el dispositivo del pase en tanto que pasador, tras un efecto de atravesamiento del fantasma y un encuentro con lo real, es decir, de destitución subjetiva con momentos de acefalismo subjetivo y confusión, cuando soy Otro para mí mismo. Mi experiencia de pasador fue un poco particular, pues la primera vez fue con una mujer que inmediatamente fue nombrada AE. Yo no sabía y no quería saber nada de psicoanálisis, me interesó la teoría después, pues pensaba según mi estructura obsesiva que podría usar la teoría para no analizarme. No es una regla universal, yo me conocía un poquito. Letr as, Octubre-Diciembre 2010 •

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Pase Esa mujer fue nombrada y esa nominación me impactó: ¿qué hice?, ¿qué he transmitido? Y quedé muy dividido por la experiencia, incluso la experiencia que desemboca en una nominación ya que el pasador tiene una posición muy especial. En esa época el acto era muy solemne, con Miller y mucha gente que me impresionaba mucho, que me dicen: ¡“le escuchamos, deje sus papeles”, y tuve que hablar sin papeles, todo el mundo serio… finalmente Miller me despidió y un cuarto de hora después no había encontrado la salida de la Escuela! Al final me encontré en el metro y cuando salgo a la calle estaba en el lugar parisino de la pulsión, estaba en Pigalle al otro lado del lugar de mi hotel en París. ¿Qué hago en Pigalle? Hay una explicación que entendí mucho tiempo después. Es la parte pulsional del ser la que se manifestó con los objetos fetichizados que se llaman las mujeres, es un efecto de división por el dispositivo del pase en tanto que pasador. ¡Cuando la pasante me llamó por teléfono para decirme que había sido nombrado yo, que no sabía por qué, quería ir a cada miembro del cártel para preguntarle! Pilar González: ¿El goce en el sinthome deja de ser molesto para el sujeto o siempre hay un efecto de división con la que uno tiene que jugar? Patrick Monribot: Si el partenaire síntoma es una Escuela o una mujer es muy difícil sostener que hay satisfacción todo el tiempo, aunque podamos decir que una crisis pueda ser una satisfacción. Para Lacan “el nuevo amor” no es la beatitud de Espinoza o de Dante frente a Beatriz. Podemos mantener una división a partir del lazo con una mujer o con una Escuela. ¿Qué quiere decir “hacer de una mujer un objeto causa”? Un objeto causa, no un objeto de satisfacción, puede provocar el deseo. Sabemos que el deseo y la angustia tienen una correlación estructural. Podemos oponernos a una decisión de la jerarquía sobre tal o cual punto, discutir y engañarnos, es un modo de lazo con satisfacción, si distinguimos satisfacción y placer. Andrés Borderias: Has utilizado el término “amor crítico” para nombrar este vínculo. Patrick Monribot: Exacto, amor crítico, empleé la palabra crítico pues es el adjetivo que viene de crisis. Estela Paskvan: Cuando hablamos del “deseo del analista”, hay que tener en cuenta lo que Lacan afirma en el Seminario XI, que “no es un deseo puro”. Lo mismo puede afirmarse del deseo en general, es decir, el deseo no es puro, porque el estatuto del objeto y la causa se ponen en juego. A partir de este momento en la enseñanza de Lacan, el deseo se abrocha a objetos impuros, como lo es el “objeto causa”, es decir, lo que empuja no es algo ideal, así será luego “el objeto plus de goce”. Y en esta misma vía, la de un resto de goce ineliminable, es que llegamos al “partenaire síntoma”. En ese sentido la relación a la Escuela es siempre sintomática. La pregunta de Amanda Goya acerca de la variación de la relación del sujeto con su síntoma y con la Escuela antes y después del pase, es clave. Y las respuestas serán siempre singulares. Puedo decir que antes de mi conclusión de análisis, mi relación con la Escuela, era la de ser una militante por la causa 14 • Letr as, Octubre-Diciembre 2010

del padre. Luego, en el dispositivo del pase pude atrapar lo que sostenía esa militancia, algo del “no quiero saber”: la aversión por la satisfacción pulsional. Pasar a un consentimiento, lograr decir “sí”, fue una conclusión de la que ya he testimoniado. Pero no digo siempre “sí”, cosa que por otra parte, es público y notorio. Con la Escuela, si es un partenaire nuevamente elegido después del análisis, uno sigue teniendo una relación sintomática, es decir, hay restos que no se disuelven, y agregaría, ¡por suerte!. Patrick Monribot: Hay que añadir que en tanto que sinthome la Escuela es el lugar del goce incurable, es decir, de una forma de malestar. B) Preguntas políticas “ ¿Cómo se le ocurrió la idea de consultar con un analista experimentado tras terminar el análisis y qué puede decir de esa experiencia para presentarse al dispositivo del pase?” “ ¿Cómo entiende la función política del AE y su relación con las instancias y la jerarquía de las Escuelas?” “ ¿En el ejercicio de la función política se trata de una autorización diferente, un autorizarse como analista del sujeto Escuela? ¿En qué medida la jerarquía hace de obstáculo en esta cuestión?” “ E l hecho de que la función analizante perdure tras el final del análisis, ¿puede realizar una división subjetiva que interfiera en el ejercicio de la función política del AE?” Por último, “¿cómo entiende la refundación del proceso del dispositivo del pase?” Patrick Monribot: Después de la nominación, me ocurrieron dos cosas: fui a buscar a cada uno de los miembros del cártel para pedirles, uno por uno, las razones de mi nominación: ¿Por qué sí? Quedaron un poco sorprendidos pues, por lo general, son los no nombrados los que van a preguntar. Quería saber en realidad si habían deducido elementos clínicos que yo no había percibido. Las cinco personas me respondieron con argumentos totalmente diferentes. Todo ese material me ayudó para construir el testimonio público, para ordenarlo. Después, tenía inquietud en cuanto a la dimensión teórica que tenía que desarrollar durante tres años después del testimonio, tenía miedo. Decidí tener una cita con Miller, pues él no era ajeno al final de mi cura, con el escalofrío. Le pedí un control para hablar de mi pase. Quería encontrar un hilo teórico a partir del material clínico de mi testimonio, un hilo rojo se dice. JacquesAlain Miller no me dio una solución pero me permitió obtenerla en pocas sesiones. Yo sabía que todo se organizaba alrededor de un desmentido pero no tenía la manera de exponerlo. Después fue un asunto de lectura de los últimos seminarios de Lacan para captar elementos que resonaban con mi experiencia. En la conferencia sobre el pase en París reunida por J.-A. Miller en noviembre presenté el texto Desinflar el superyó donde doy cuenta de esto: mi manera de desinflar mi propio superyó.


Pase Estela Paskvan: En primer lugar les agradezco poder estar en esta reunión. Es un momento en en la ELP muy interesante porque estamos retomando el interés por el pase. Ya que estoy aquí como integrante del Cártel del Pase, en tanto “más uno”, intentaré responder algunas cuestiones de estas últimas preguntas que acabo de oír. Empezaré por lo que Lacan planteó en un discurso a la antigua Escuela Freudiana de París, poco tiempo después de su Proposición. Allí afirmaba que el pase en el dispositivo que había propuesto hace “emerger” el momento de pase en un análisis al “redoblarlo” en ese dispositivo. Jacques-Alain Miller, ha retomado esta frase hace tiempo, creo que en 1977, y se ocupó así en diferenciar el pase (2), el que ocurre en el dispositivo, del pase (1) , es decir, el acontecimiento en un psicoanálisis o, como también decimos, el pase clínico. Entre ambos hay un tiempo de suspenso. Me parece importante recordar que el pase clínico, pase (1) no se aislaría sin su redoblamiento, el pase (2). Es lo que Patrick Monribot señalaba en el aprés coup de su sueño con el sillón vacío, después de hablar con los pasadores. O también, en lo sucedido en el dispositivo con ese significante amo que es “escalofrío”. Si ubicamos primero en la línea del tiempo el pase (1) -que no coincide necesariamente con la conclusión del análisis- la Escuela ofrece la posibilidad y el riesgo de someter a verificación este pase en lo que llamamos el pase (2). Lo interesante es que este pase (2) hace emerger retroactivamente, por ej., para Patrick, un acontecimiento del cuerpo. Cuando él va a hablar con un pasador en el dispositivo, le sube la fiebre, tiene escalofríos, el pasador tiene que cuidarlo, meterlo en cama, etcétera. Así surge, en este tiempo segundo, un S1 que puede aislar como significante amo, un significante que ya no entra en cadena con otros significantes. Ese S1 estaba ya en sus recuerdos de la más temprana infancia, en esas enfermedades de las que ha hablado, pero ese sentimiento de “ya estaba allí” sólo se adquiere en el tiempo segundo. De allí que el procedimiento del pase es importante y excede al de ser un proceso de selección en la Escuela. Patrick Monribot: Aún más cuando el S1 nombra el significante de la falta en el Otro. Estela Paskvan: También me pareció muy interesante el uso del síntoma en el dispositivo mismo. Los sujetos pueden hacer usos diversos del dispositivo que, en general , son siempre sintomáticos aunque el sujeto lo ignore. Paso a otras cuestiones de las preguntas. El cártel del pase debe tener en cuenta que hay una cierta tensión en el testimonio de un pasante, entre el relato de su experiencia analizante -y por tanto la ficción de todo relato- y la demostración, entre “mostrar” y “demostrar”. Es una tensión que es explícita en la enseñanza de Lacan a partir del seminario XXIII cuando, hablando de la pragmática, dice: “no demuestro sino que muestro”. Esta misma tensión podría ponerse en juego en el dispositivo mismo. En general, las enseñanzas de los cárteles quedaron reducidas a un informe final y punto. El cártel debería tener una tarea de demostración y de enseñanza mayor. Y en ese sentido, se podría

contrabalancear el peso que recae sobre el AE, aquel que tiene que sostener el pase en la Escuela, con su testimonios, ejercer una enseñanza, pasear por un montón de sitios entusiasmando a la gente, y además, debe interpretar a la Escuela, en fin, se convierte en un AE ideal, un modelo, del que no es ajeno una dimensión superyoica! La propuesta de J.-A.Miller en la “Conferencia del Pase”, de empezar a hablar del cártel en el dispositivo como de una pequeña asamblea donde se delibera, y no sólo de un núcleo de 5 personas (4+1), me parece que va en esa dirección, rescatar la función de demostrar y enseñar. Son cuestiones que lanzo por primera vez aquí. Patrick Monribot: Sobre la función política del AE. El AE tiene que analizar la experiencia del “sujeto Escuela”, experiencia clínico-política, como si se tratara de un sujeto y a partir de esa interpretación puede orientar en el Consejo de una Escuela. El gobierno de la Escuela puede entonces inspirarse en ese análisis. Ahora bien no me parece tan evidente que un AE elegido y nombrado a partir de su trabajo de analizante esté en mejor posición para aconsejar la política de la Escuela y sus orientaciones políticas, eso hay que demostrarlo. Pero no estoy seguro que la posición del AE como tal sea suficiente para impactar el gobierno de la Escuela, salvo si el dicho AE tiene una posición jerárquica en las instancias de la dirección de la Escuela, en su gobierno. Hay una dialéctica que mantener entre la “autoridad auténtica”, según la expresión de J.-A. Miller, y la “autoridad jerárquica”. Esa dialéctica implica un conf licto estructural, lógico, entre el discurso del analista que tiene que mantener el AE y, por otro lado, convocar al AE como agente del discurso del amo. Eso es muy interesante. Los AE no representan a ninguna casta de dirigentes ni a ninguna casta de superanalistas. “El analista” no existe.

“HAY UNA CIERTA TENSIÓN EN EL TESTIMONIO DE UN PASANTE... ENTRE MOSTRAR Y DEMOSTRAR” Tienen otra misión que les preocupa mucho y que necesita tiempo: el trabajo epistémico de doctrina. Con la elaboración doctrinal se trata de bordear el agujero del goce femenino real, mediante la invención de saber – S 2. ¿Por qué el fin de la cura daría una capacidad particular en la materia? Por ejemplo, como dije en el texto Desinflar el superyó, ni un solo AE, incluidos los antiguos, supo interpretar la deriva de la Escuela por la expansión de los CPCT frente a las exigencias del discurso del amo. Ni un solo AE, antes de que J.-A. Miller subrayase el riesgo. Ni un solo AE había previsto y tratado la crisis con los Foros del 98, etc. O bien se trata de un fracaso de nosotros los AE, o bien podemos pensar que el AE no es necesariamente pertinente para tratar tal problema quien, sin embargo, participa de la vida del “sujeto Escuela”. Hay un límite a la pertinencia política del AE. Por esa razón, es mi lectura en tanto que antiguo Letr as, Octubre-Diciembre 2010 •

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Pase AE, Miller propuso una disolución del colegio del pase en Francia y finalmente su disolución para ampliar el grupo de discusión más allá de los AE. Pilar González: Me pregunto si realmente se ha esperado de los AE el análisis de los puntos candentes de la Escuela más allá de su testimonio. El año pasado Laure Naveau, a propósito de la deriva con el discurso del amo, dijo que ella nunca se había puesto a pensar con relación a este tema. Hay una inercia en la Escuela en donde hay personas autorizadas con un supuesto saber o con una experiencia a las que se les concede ese lugar de ser los que interpretan y no se espera esto de los AE. Pienso que los AE, si son capaces de haber hecho un recorrido para llegar a orientarse por lo real, en teoría tendrían que ser capaces de pensar e inventar algo en torno a eso, a condición de que se espere de ellos esto o que ellos esperen de sí mismos este papel o esta función. Andrés Borderías: Recuerdo que J.-A. Miller en el momento que planteó la función del AE como analista intérprete de la Escuela presentó la idea de un AE permanente y un colegio permanente de los AE, quizás con vistas a consolidar esta función. Ahora, en una lógica distinta, la cuestión es más bien la de un descompletamiento del cártel. Estas dos propuestas, aparentemente contradictorias, responden quizás a dos modos distintos de considerar el fin de análisis y por tanto del pase. La primera, según la travesía del fantasma, referida a un análisis concluido definitivamente. La segunda, correspondería al momento actual. Patrick Monribot: Un colegio del pase que se reúne cada 6 años quizás no responde a este inicio del Siglo XXI. El cártel de 4 más 1 quizás fue un momento de la Escuela. Hay un instante de ver que corresponde a la autodisolución del colegio del pase en Francia. Ahora estamos en un tiempo para comprender y veremos el momento de concluir con un nuevo dispositivo, que aún ignoramos. No tengo la respuesta. Hay que pensar una tarea del AE que sea compatible con deshinchar el superyó. No hay que fijar reglas obligatorias. Inspirándome de mi propia experiencia, propondría que el AE recién nombrado pueda, si lo desea, formalizar su testimonio con el cártel que le ha nombrado, antes de pasarlo al público. También propondría que él pueda elaborar el hilo doctrinal extraído de su experiencia clínica de analizante con ayuda, bajo la forma de un control, si él lo desea. Podríamos pensar una forma de trabajo más tranquila sin solicitaciones incesantes que impiden el trabajo. Finalmente, hay que dejar la implicación política a aquellos que les gusta. Por otra parte, la duración de tres años podría ser flexible. ¿Por qué la capacidad de invención tendría que durar tres años? Podría ser menos. Podría ser más. La capacidad de elaboración o de transmisión de los AE debe ser pensada bajo la forma de momentos recurrentes y no lineales. De cierta forma, hay sin duda una permanencia del AE, bajo una forma discontinua. Nada que ver con el AE permanente en el sentido de un mandato oficialmente infinito. Por último, el dispositivo del pase puede cambiar 16 • Letr as, Octubre-Diciembre 2010

desde el punto de vista del cártel. En Francia, J.-A. Miller propuso recientemente un grupo único de trabajo con los dos cárteles en un mismo conjunto. Se trata de aumentar el número de personas que deciden una nominación. Según lo que dijo J.-A. Miller, cuantos menos criterios fijos y mecánicos hay para nombrar, más opiniones se necesitan para decidir, con un límite sin embargo, un grupo demasiado grande no puede funcionar con eficacia. Otras modificaciones interesan la elección de los pasadores. El secretario que organiza el pase podría ayudar a los pasadores que lo quieren o que lo necesitan. Para resumir, lo más importante es la posibilidad de introducir una flexibilidad a todos los niveles del pase. Es una manera de desidealizar el pase. Estela Paskvan: Es un momento de refundación del pase, por eso es interesante promover lugares de discusión. Evidentemente la política del pase no es ajena a la doctrina del pase, si hablamos ahora de “sinthome” después de la conclusión de la cura, de una conclusión con restos sintomáticos, la política, e incluso el dispositivo mismo, no pueden ser ajenos a eso. Entre otras cosas, tendremos que discutir el modelo de cártel, que desde 1982 sigue siendo el mismo. Hay que decir que en España tenemos dispositivo del pase desde 1995, y hasta ahora nunca hemos tenido un Colegio del Pase. Son muchas las cosas a revisar, hay que seguir discutiendo, mejor dicho, empezar a debatir. Rosa López: A propósito de los cambios en el dispositivo y aprovechando precisamente que tenemos a Estela aquí en Madrid quería que nos explicaras la cuestión que

“LO MÁS IMPORTANTE ES LA POSIBILIDAD DE INTRODUCIR UNA FLEXIBILIDAD A TODOS LOS NIVELES DEL PASE” lanzaste sobre la pertinencia de que en la ELP tengamos nuestro propio cártel del pase. Estela Paskvan: Hay que recordar cómo han sido las cosas. El debate en la Escuela de la Causa Freudiana sobre el pase comenzó con el Journal que editó J.-A.Miller hacia las Jornadas de la ECF y que aún continúa. Mi texto simplemente decía cual era la situación en la ELP donde el pase era algo que estaba lejos de los miembros. Hace 8 o 9 meses era impensable tener una reunión como ésta, con tanta gente y ¡un viernes víspera de las vaciones de Semana Santa! No sólo en Madrid era impensable, en Barcelona también, aunque allí residen la mayoría de los AE. Ni las nuevas generaciones, ni los miembros, incluso ni las instancias de la Escuela, tenían ni idea, por ejemplo, del reglamento del pase, ni quienes formaban el cártel del pase, etc. En ese sentido recordaba en esa carta el momento fundacional del 90 al 95 en el que toda la Escuela era experta sobre el pase, eran verdaderas asambleas donde se discutía todo. Por supuesto J.-A.Miller animaba la cosa como siempre. Entonces todo el mundo


Pase Museo Holon Tel Aviv, Israel, Ron Arad Architects

discutía sobre la designación del cártel y de los pasadores, las incompatibilidades, etc. Todo eso había desaparecido y así lo expresaba en esa carta que titulé “El dispositivo del pase está lejos”. J.-A. Miller la retituló “Autonomía.” Lo que nos tenemos que interrogar los miembros de la Escuela es si nos escuchamos. Algo que acaba de decir Patrick que me parece importante: los AE ¿interpretan o no interpretan la Escuela? ¿hay alguien que interpreta la Escuela? No, desgraciadamente no lo hay, J.-A.Miller mismo lo siente así, es J.-A. Miller el que interpreta realmente la Escuela y hay que preguntarse por qué nosotros no podemos en momentos determinados decir esto sí, esto no. Reconozco que yo no fui a interpretar la Escuela con mi carta. Pero sí asumo la interpretación que J.-A. Miller hizo de mi carta, y en este momento, siento el compromiso de animar el debate para animar nuevamente el deseo del pase en esta Escuela. Arianne Husson: No entiendo muy bien el movimiento de la Escuela en estos últimos años, cómo se ha pasado de la apertura a la sociedad a este momento de repliegue sobre el pase. Quería saber también si este nuevo debate sobre el pase tiene algo que ver con el debate sobre la evaluación. Estela Paskvan: Una cosa no va sin la otra, aunque hay momentos en los que se insiste más en un aspecto u otro. Retomar la cuestión del pase no es una cuestión que sólo atañe a los pasantes o a la gente que termina su análisis, sino que estamos discutiendo de clínica. Patrick Monribot: Dialectizar la intensión y la extensión supone en la vida de una Escuela, como en la vida de un sujeto, varios momentos con épocas de prioridades, eso pertenece a la vida del sujeto Escuela. No significa una elección de un lado más que otro lado, es una dialectización. Supongo que usted habla de la reciente experiencia de los CPCTs. Arianne Husson: No sólo. Patrick Monribot: En Burdeos 80 personas hacemos un seminario de la Escuela sobre el pase cada 15 días,

estudiamos la Proposición de Octubre, varios textos respecto al fin de la cura y al mismo tiempo tenemos la suerte de mantener nuestro CPCT y también de abrir un segundo, y con discreción, sin vender nuestra orientación al amo, porque las personas que dan dinero no nos piden casi nada en retorno, es así, es una particularidad en Burdeos. La actualidad en la dialectización pone el proyector en el punto de vista epistémico, pero en la práctica de lo cotidiano hacemos funcionar en Burdeos ahora dos CPCT y todo funciona ahora bien, es una experiencia clínica de nuestra Escuela en Burdeos, no puedo hablar de otros lugares. 

EL AUTOR Patrick Monribot. Ex A.E. ( 1999-2002 ). Psicoanalista en Burdeos. Miembro de la ECF, NLS y la AMP. email: monribot@wanadoo.fr

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Comisión del Espacio del Pase :

Responsables : Santiago Castellanos, Carmen Cuñat, Araceli Fuentes, Pilar González, Rosa Navarro. Participantes: Miguel Ángel Alonso, Graciela Amorín, Katya Barbosa de Souza, Beatriz Garavelli, Susana Genta, Amanda Goya, Julia Gutiérrez, Herminia Hernández, Ana Jiménez, Diana Lerner, Ana Lía Gana, María Martorell, Marta Mora, Heleaneth Mora, Silvia Nieto, Obeth Torres, Keyla Toro, Mandy Toro, Mercedes Villén. 2

P.Monribot, “Del Diván a la Escuela”, texto inédito.

Desgrabación y transcripción: Obeth Torres. Edición del texto: Andrés Borderías, Silvia Nieto. Letr as, Octubre-Diciembre 2010 •

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Lacan Analizante*

Textos: Éric Laurent Imágenes: Akis Zarins * A rtículo publicado por el autor en el nº 74 de la Cause freudienne, “La psychanalyse vite”. Traducción por Julia Gutiérrez y Araceli Fuentes. Lacan analizante es el reverso de Freud. Él sí hizo un análisis, así pues, nada de autoanálisis en público, ni de interpretación de los sueños, pues no los hay conocidos, excepto dos sueños de despertar sobre los que se apoyó para analizar brillantemente el sueño del que Freud, a quien fue referido, hizo un gran caso: “Padre, ¿no ves que estoy ardiendo?”. ¿Nos encontramos entonces sin recursos para hablar de Lacan analizante? La pareja analizante-analista Para que haya psicoanálisis y éste no sea “auto”, es necesario un psicoanalista. La elección del psicoanalista era una elección forzada. Rudolph Loewenstein, formado en Zurich y en Berlín, analizado por Hans Sachs, llega a París en 1925 para formar analistas en la modernidad psicoanalítica siguiendo el estilo del Instituto de Berlín. Después del giro de los años veinte, su “técnica” psicoanalítica pasa por el análisis de las resistencias. Cree en el mantenimiento de un “encuadre” estricto del tiempo de las sesiones, de su número, etc. Así pues, a partir del otoño de 1932 Lacan se vio confrontado a un encuadre rígido e idealizante a lo largo de seis años. El final de la cura es correlativo de la reducción a cero de la 18 • Letr as, Octubre-Diciembre 2010

transferencia. En principio, debemos poder interpretar la transferencia sin resto. Un punto común entre el analista y el analizante era su carisma, su encanto, su posición de seductor, su narcisismo, dicen. De hecho, es su carrera de seductor la que aparta a Rudolf de las estrictas reglas que él mismo promueve. Es el amante de la princesa Marie Bonaparte desde el 2 de noviembre de 1926, tras haber analizado a su hijo el año anterior. Su relación no impidió a la princesa querer acabar con su frigidez haciéndose practicar una operación sobre el clítoris el 20 de abril de 1927. Freud, analista de la princesa, no pudo disuadirla. Los que han visto la película de Benoît Jacquot sobre la princesa vieron a Loew, representado de una forma muy simpática. En su práctica lo era menos. La competición entre Loewenstein y Lacan se marca claramente en la transferencia. Lacan habría contado algo dicho en el diván y que yo retomo, pues he tenido otros ecos de la práctica de Lacan como conductor o pasajero de un vehículo, que van en la misma dirección: “Un día que pasaba por un túnel al volante de su pequeño automóvil, vio un camión que se le venía encima. Entonces decidió seguir adelante: el camión cedió el lugar” 1. ¿Quién iba entonces a ceder en la cura? Desafiado por el soñador,


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Máscara, fotografía de Akis Zarins, Latvia, 2006.

Loewenstein reacciona con un forzamiento. Después de seis años de análisis quiere convencer a su analizante para continuar, aunque todo ha terminado entre la pareja. Aunque el análisis de Lacan durará más de lo que solían durar los análisis en esos años, quiere forzarlo a quedarse después de su elección como miembro titular en 1937-1938. Los titulares, en número de una decena, constituían una élite en la época. Ese forzamiento absurdo no tenía sentido. Lacan retendrá de este análisis que la transferencia negativa es un elemento decisivo para la práctica psicoanalítica: “el nudo inaugural del drama analítico”2. Esa transferencia negativa, respecto al analista y al establishment psicoanalítico, se extendía también a la princesa e incluso al rey-fundador. Los esfuerzos del analizante Confrontado al dispositivo normativizante del analista, todo sucede como si Lacan deseara forzar algo de su vida amorosa. Él que ha calificado el deseo del hombre de centrífugo3, comparte sus amores desde 1929 entre María Teresa y Olesia, segunda mujer abandonada de su amigo Pierre Drieu La Rochelle. Es ella la que dactilografiará su tesis, publicada en 1932. Su relación dura hasta 1933. En el otoño de 1933, después de un año de análisis, el analizante se enamora de la hermana de uno de sus compañeros de internado y propone el matrimonio, que tiene lugar el 29 de febrero de de 1934 y durará hasta el enamoramiento con Silvia Bataille, en noviembre de 1938; mientras tanto Lacan había estado a menudo dividido entre dos mujeres. El primer efecto del psicoanálisis

sobre Lacan analizante parecería ser una tentativa de normalizar su relación con las mujeres. No obstante, el matrimonio, que no durará sino cinco años, no parece haber sido una solución más que durante el análisis. El fracaso de la normativización imaginaria durante el análisis se plasma también en las relaciones con el analista. Este último, durante la escisión del 53, está aún completamente poseído por una pasión celosa y por la voluntad de querer estar por encima de su antiguo analizante. El asunto es patente, tanto en las cartas que entonces dirige a la Princesa, como en su patética respuesta teórica al Discurso de Roma de 1953, pronunciado por Lacan, publicada en 1956 con el título Some remarks on the role of speech in psycho-analytic technique4. Loewenstein mezcla a Saussure y a Jakobson con exiguas descripciones de la verbalización por el ego. No cita a Lacan más que como editor del primer número de la revista La psychanalyse. La pretendida trampa que Loewenstein reprochaba a Lacan, es decir, no haber proseguido su análisis por dictado burocrático, resulta ser del lado del analista una verdadera impostura. Se puede leer algo sobre el punto alcanzado por el analizante Lacan a la salida de su análisis en la larga carta que le dirige a Loewenstein después de la escisión del 53. Lacan retoma entonces con detalle el desarrollo de los hechos institucionales que han marcado la escisión, no por afán de exactitud sino para hacer oír la verdad de su posición. Lo que se hace oír en la certeza que lo anima es una verdadera destitución del psicoanalista: “Sueño con la clase de fe que ahora me lleva más allá de todo eso, (…) Letr as, Octubre-Diciembre 2010 •

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Pase que sé cada vez mejor lo que tengo que decir sobre una experiencia que sólo estos últimos años me han permitido reconocer en su naturaleza y solamente así dominarla verdaderamente. Espero verlo en Londres y sea lo que sea lo que ocurra, sepa que encontrará a un hombre cada vez más seguro de sus deberes y de su destino. (…) Estas páginas no han sido escritas para contribuir a ese dossier sino para darle, en el tono libre que nos permite nuestra particular relación, el testimonio vivo sin el cual la historia no podría ser escrita. Ninguna objetividad podría ser alcanzada en materia humana sin ese fundamento subjetivo.”5 La manera en que Lacan describirá el fin del análisis concuerda rigurosamente con su propia experiencia: destitución del sujeto supuesto saber, deseo decidido, trenza del deber y del destino, désêtre. El método clínico y el objeto a En el texto publicado en 1966 con el título De nuestros antecedentes, Lacan refiere su entrada en el psicoanálisis a la puesta a punto de un “método clínico exhaustivo del que su tesis de medicina constituye el ensayo”6. El mecanicismo psiquiátrico de Clérambault asumido como “fidelidad a la envoltura formal del síntoma” revertido en efectos de creación, la lucha contra los prejuicios relativos a la estabilidad del yo, y el método de lógica exhaustiva, constituyen en efecto los elementos de una configuración de entrada en el psicoanálisis de la época, propicia a una confrontación con los prejuicios que ésta arrastraba y a las vías de renovación que Lacan quería abrir allí. Sin embargo esta no era más que una de las vías de entrada en la cuestión. Con la tesis sobre Aimée, de lo que quiere encontrar la llave es de la pasión femenina. Aimée es el misterio, misterio de la pulsión de muerte en las mujeres y su pasaje al acto. Freud había dejado a sus lectores con la pregunta: “¿qué quieren las mujeres?”. Resueltamente, Lacan avanzaba en la zona en la que ellas quieren golpear al hombre y a su objeto de loco enamoramiento. Aimée anuncia la lectura que Lacan hará del caso de las hermanas Papin, de Medea, de madame Gide, del Imperio de los sentidos, de las místicas. Lacan no es un místico del goce femenino, sino un apasionado descifrador de la posición femenina de la sexuación de la que finalmente nos dará el matema. Esto es sin duda lo que Lacan analizante quiso descifrar por encima de todo; eso permite entender porqué la normativización del matrimonio no podía ser más que un trampantojo. De la histérica a la mujer En su transferencia negativa respecto a los prejuicios del psicoanálisis de los años treinta, Lacan llega a aislar el deseo de Freud que -como el deseo de la histérica- no es una referencia psicológica. Lacan analizante reprocha a Freud el haber confundido la mujer y la histérica. “Freud habría sido seguramente un admirable idealista apasionado, si no se hubiera consagrado al otro, bajo la forma de la histérica”7. Lacan no ha sido un idealista apasionado del goce femenino. La idealista apasionada fue 20 • Letr as, Octubre-Diciembre 2010

Aimée, pero la relación de Lacan con la pasión femenina le permitió extraer de ella un matema para responder al goce de la mujer que golpea. ¿Es eso el despertar? En su Seminario XI, Lacan nos hace partícipes de un sueño suyo que le toca y que pone en juego una mujer que golpea su puerta: el está knocked. “El otro día fui despertado de un corto sueño con el que buscaba el reposo por algo que golpeaba mi puerta desde antes que me despertara. Con esos golpes apresurados, yo ya había formado un sueño, un sueño que ponía de manifiesto algo distinto de esos golpes (…) yo sabía que estaba bajo el golpe del despertar, que yo estaba knocked”8. Atrevámonos a aproximar los golpes de Aimée y los del despertar. Lacan analizante es aquel que supo soñar más lejos que Freud y afrontar lo insoportable de la pregunta femenina para un hombre y eso en los términos que renovarían el psicoanálisis de una manera decisiva. Ayudado por el recurso a la estructura -tomado de su amigo Claude Levi-Strauss- que le permitía continuar el sueño spinozista de su adolescencia, el analizante Lacan iba a avanzar pagando con su persona, sin la garantía de los sistemas de parentesco estándar, en el espacio de confrontación con la mujer, y de la feminización implicada en la posición de analista. De Aimée a Encore, la consecuencia es buena. Gracias a la letra terminará por dar el matema, “la razón” no inscribible de la pasión entre los sexos. Podrá apoyarse sobre esta escritura para formular un amor que inscriba la indignidad pulsional, la Cosa, la Ding de cada uno. Es “el amor más digno”9 que Lacan analizante llama de sus deseos, es la percepción que ha abierto para todos nosotros, uno por uno. No nos expulsarán ni de este paraíso ni de este infierno. 

EL AUTOR Éric Laurent. A.M.E. Psicoanalista en París, Miembro de la ECF y la AMP. Docente de la Section clínica de Paris-Saint-Denis, doctorado de 3er ciclo de psicoanálisis, Paris 8. email: ericlaurent@lacanian.net

Referencias 1  Rapporté par Roudinesco É., Jacques Lacan. Esquisse d´une vie, histoire d´un system de pensée. París, Fayard, 1993, p.108. 2  Lacan J., “L´agresivité en psychanalyse”, Écrits, París, Seuil, 1996, p.107. 3  Lacan J., “La signification du fallus”, Écrits, op. cit., p.695. 4  Loewenstein R.M., “Some remarks on the role of speech in psychoanalytic technique”, International Journal of psychoanalysis, 1956, vol.37, p.460-468. 5  Lacan J., Carta a Rudolph Loewenstein del 14 de julio de 1953, en “La escisión de 1953” suplemento a Ornicar? Nº 7, 1976, p.65 a 66 [6]. 6  Lacan J., Seminario XI Los cuatro conceptos fundamentales de psicoanálisis, p 30 -31. 7  Ibid p. 55-56. 8  Lacan J., “Nota Italiana”, Otros Escritos, París. Traducido por Araceli Fuentes y Julia Gutierrez.


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El Pase de Freud*

Textos: Vilma Coccoz Imágenes: Robert Parzychowski * Texto original de la autora El saber clínico del psicoanálisis de orientación lacaniana se funda y se nutre en el estudio y la revisión crítica de la clínica freudiana, de sus casos, tan interesantes como aleccionadores. En ellos vemos construirse, en un laborioso conjunto de aciertos y errores, los surcos fecundos de una original vía de realización del ser hablante como sujeto del inconsciente, en el marco simbólico de un original dispositivo. En palabras de Lacan, la invención del psicoanálisis constituye un hecho de caridad increíble, por haber ofrecido un lugar en el que las miserias humanas pudieran decirse. En vez de desparramarse en la errancia de goces tan ignorados como estúpidos, el acceso al inconsciente, a un saber que no sabemos que tenemos, otorga la posibilidad de acciones más provechosas, de relaciones más dignas a los despistados por el lenguaje. Y ello, gracias a un ejercicio nuevo de la función simbólica, a un nuevo uso de las palabras que nos enferman, nos envenenan, nos parasitan. Freud inventó un artificio en el cual la palabra revela abrigar, también, el placer, la invención, y un trozo sustancial de nuestra verdad subjetiva, indispensable para avanzar en este complicado mundo. Pero la obra de Freud, psicoanalista, no hubiera sido posible sin el trabajo de Freud como analizante, el pasaje indispensable para

convertirse en analista. En distintos momentos de su recorrido Freud comunica al Otro, al público, pedazos de este laborioso camino en los que suministra preciosas piezas del caso inaugural, el caso princeps, el suyo. Aunque también tenemos la suerte de disponer de un material único, sus cartas al excéntrico amigo Fliess, “el cosquilleador de narices” 1 según le bautiza irónicamente Lacan. Fruto de dos hombres osados, sin ningún prejuicio para formular hipótesis novedosas, esta amistad le ofrece a Freud un destinatario al que enviará, en forma de epístolas, los avatares de su “autoanálisis, el más difícil de los análisis”: un trabajo subjetivo construido en el ardor del descubrimiento (“Ay, qué contento estoy de que nadie, nadie lo sepa!..”2), el desaliento ante las dificultades “(...) tuve la sensación de estar íntimamente trabado (...) y me sentí desolado”3), el entusiasmo de sus hallazgos (“estoy solo con mi mente en la cual tanto germina”4). 1) El mapa del inconsciente5 Jacques-Alain Miller distingue dos versiones del psicoanálisis, dos interpretaciones, la freudiana y la lacaniana, vinculada, cada una, a las raíces más singulares de la subjetividad, con sus distintos estilos, que mantienen una “relación natal con el goce”6. Es notable la manera Letr as, Octubre-Diciembre 2010 •

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Pase en que cada uno de ellos formula sus propósitos y su posición en la forma tajante de una enunciación personal, asumida y consentida, situada en las antípodas del narcisismo. La enunciación, la voz propia, surge de la relación con la causa analítica, no de un ideal, y Freud la bautiza como “su tirano”. Lacan, por su parte, se refiere a su lugar como el determinado por el “discurso al cual sirvo”. En ambos es posible seguir las huellas de franqueamientos que dibujan los caminos que llevan la marca de sus nombres propios y han dado lugar a sus contribuciones al saber analítico. Freud consideraba que La interpretación de los sueños contiene la pieza más importante de sus descubrimientos7: propone el sueño como la vía regia hacia el inconsciente y en la solución del enigma del fenómeno onírico cifró la necesaria labor preliminar para resolver “los más intrincados problemas de la psicología de la neurosis”8. Ese trayecto doctrinal refleja su experiencia personal: él deseaba que la fecha de su descubrimiento quedara vinculada al análisis del sueño de Irma. En el desciframiento de este sueño, Freud, es posible localizar un momento de pase: En él se ve confrontado a la garganta de su paciente, a un real sin ninguna mediación que trae consigo una “descomposición espectral del fantasma: (…) ya no hay Freud, ya no hay nadie que pueda decir yo (je). En medio de la mayor cacofonía se hace oír el discurso de los colegas que versa sobre la responsabilidad (y la justificación) en los actos erróneos -pero- la objeción que le interesa a Freud es la que se deriva de su propia culpabilidad (…)”9. Su deseo de saber va más allá de la opinión de sus colegas, del discurso del Otro, y atraviesa esa pantalla para mirar de frente su responsabilidad, para escuchar la voz del superyó, que hunde sus raíces en el Ello, en el goce. La garganta de Irma nombra el agujero del Otro, y aproxima esa voz del superyó a lo incógnito del goce femenino: El ombligo del sueño, el nudo donde el sueño linda con lo desconocido, con lo real. Allí verá surgir la fórmula trimetilamina, como un borde de semblante, fuera del sentido, como una nominación de lo real del sexo, una escritura de lo imposible de escribir. Ese momento es casi delirante y efectivamente lo sería, dice Lacan, si el sujeto Freud solo, analizando su sueño, intentara encontrar la solución esotérica del misterio del secreto del sujeto y el mundo. Pero el análisis que realiza Freud instaura el Otro, se dirige a nosotros, a la comunidad, inaugurando el discurso analítico, como un lazo social inédito. Psicopatología de la vida cotidiana. La deducción de la estructura del inconsciente le permite atrapar las consecuencias de la acción parasitaria del lenguaje en nuestra existencia: olvidos, tropiezos, equivocaciones, lapsus, actos fallidos, entregan su misterio al desciframiento freudiano: “El apoyo del material lingüístico es lo que hace posible la determinación de la falla al mismo tiempo que le señala un límite” 10. En el fascinante capítulo dedicado a las torpezas y accidentes afronta “los enigmas del autocastigo” lo que demuestra hasta qué punto Freud se dejaba guiar por el superyó cuya acción había descubierto en su autoanálisis. ¿Por qué la falla, la división 22 • Letr as, Octubre-Diciembre 2010

subjetiva, ocasionada por la condición de ser hablante se convierte en una condena, como si de una expiación sin fin se tratara? En las pérdidas, roturas, automutilaciones, en el maltrato que el sujeto se inflige a sí mismo, Freud encuentra la acción de una tendencia a la autodestrucción que, años más tarde, llamará pulsión de muerte. Imantado por la interpretación de los “rendimientos fallidos del inconsciente” busca una prueba de su determinismo a través de la distinción de su pensamiento de aquél del paranoico y del supersticioso, para quienes, tampoco, nada es casual. Ellos también interpretan, pero yerran en el lugar que le confieren a la verdad. Este lugar está determinado por la satisfacción que aporta la interpretación al interpretante: la particularidad de la interpretación analítica es que anuda el goce del desciframiento a un efecto de agujero (Lacan). El chiste y su relación con el inconsciente. Un fenómeno en el que el goce de la interpretación se evidencia son los chistes culpables (de contenido obsceno u hostil) o los cínicos: aquéllos que apuntan a lo real, a la destitución de los semblantes. Su formidable estudio revela que la finalidad del aparato psíquico es el goce: “La rima, la aliteración, el estribillo y otras formas de repetición de sonidos verbales análogos, en la poesía utilizan la misma fuente de placer” 11. Aunque, a diferencia del sueño y el lapsus, el Witz se distingue por ser netamente social, incluso es lo social por excelencia, modelo del pase lacaniano: “...a la elaboración del chiste se halla indisolublemente ligado el impulso a comunicarlo” 12 . 2) El pase no es la Autobiografía El saber de la estructura que Freud extrae de su posición analizante es fragmentario e incompleto, no forma un sistema, es preciso reconstruirlo a partir de los pedazos dispersos o de la deducción de sus trabajos. Y este saber se distingue muy precisamente del que presenta desde la posición del autor de la Autobiografía y la Historia del movimiento analítico, en los que se funde “lo biográfico con lo histórico”. El hilo conductor de la Autobiografía es, por un lado, la narración de su heroica resistencia, de su

“LA OBRA DE FREUD, PSICOANALISTA, NO HUBIERA SIDO POSIBLE SIN EL TRABAJO DE FREUD COMO ANALIZANTE” firme convicción acerca de la existencia del inconsciente, sin ceder a las dificultades, a pesar de todos los pesares. En este texto Freud explora la índole singular de su relación con el saber de la Naturaleza (de la estructura): “... la peculiaridad y la limitación de mis aptitudes me vedaban todo progreso en algunas disciplinas científicas cuyo estudio había emprendido con juvenil impetuosidad” 13. También pone orden en las escansiones producidas por los encuentros cruciales que favorecieron o entorpecieron sus progresos (Goethe, Charcot, Breuer y otros).


Pase Sólo si situamos este texto como escrito desde el discurso universitario podemos comprender que se le pasara por alto a Freud una denegación tan flagrante como la que afecta al relato de cierto suceso: “Mi mujer (…) me hizo perder una ocasión que me privó de conquistar la fama en mis años juveniles (…) pero no le guardo rencor alguno por la ocasión perdida”. Pasajes muy sustanciosos respecto a la transferencia no pueden dejar de vincularse al doloroso aprendizaje que trajeron consigo las tumultuosas disensiones de “personas que habían desempeñado un papel considerable en la recién aparecida ciencia” 14 , y que abandonaban la causa analítica para entregarse a tentativas delirantes de interpretación, eximiéndoles de la incomodidad a la que se expone el analítico, siempre en riesgo y por lo tanto, advertido, de derrapar hacia otros discursos. Una vez experimentada la virulencia que adquiere la transferencia negativa en su fase resistencial, cuando surge en el seno de la propia comunidad analítica, las resistencias externas dejaron de preocuparle: cualquier objeción era válida para desacreditar el saber analítico. En la Autobiografía Freud también deja constancia de los usos del psicoanálisis, clínico y aplicado, y de las limitaciones del discurso, motivadas, en gran parte, por el sentimiento inconsciente de culpabilidad “tan importante entre los motivos de la neurosis y asimismo en mis tentativas de enlazar más estrictamente la psicología social y la individual”. Freud dedicaría sus últimos años a intentar deducir la lógica por la cual la disposición sacrificial ejerce un atractivo pasional, hipnótico en los seres humanos. Y éste es el enigma que aún no ha entregado su secreto: cada día, de mil formas, aparecen sutiles y escandalosas manifestaciones de aquello que Lacan definió, en su ultimísima enseñanza, un real sin ley. A la luz del estado actual de la elucidación, dicha enseñanza, gracias al trabajo de Jacques-Alain Miller, una pieza del pase de Freud adquiere un valor especial, la encontramos en las cartas a Fliess. En la número 65 menciona una particular experiencia subjetiva, con “curiosos estados de ánimo, inaccesibles a la conciencia: pensamientos crepusculares, dudas veladas, apenas aquí y allí un rayo de luz (...) ” al final confiesa sentirse estúpido, encerrado en un capullo, “sabe Dios”, dice, “qué clase de bestia saldrá de él”15 . En la 66 admite no saber qué le ha pasado: “algo surgido del más profundo abismo de mi propia neurosis se opone a todo progreso mío en la comprensión de las neurosis, y de alguna manera tú estás envuelto en ello” 16 . Poco a poco sale de las tinieblas con una conquista fundamental: la importancia de los fantasmas, la deducción de “las reglas que gobiernan la formación de estas estructuras, y las razones por las cuales llegan a ser más importantes que los recuerdos mismos”. Helo ahí a Freud confrontado a la distinción entre lo real y la ficción, sumergido en su autoanálisis, que considera una etapa tan difícil como inevitable de su labor. Un anticipo de lo fructífera que va a llegar a ser se anuncia en la carta 69 en la forma triunfante de un gran secreto: “ya no creo en mis neuróticos”. Y desgrana los cuatro motivos de dicha

Agujero en el pequeño puente, fotografía de Robert Parzychowski, Polonia, 2006

incredulidad: en primer lugar, los desengaños ocasionados por las deserciones de pacientes. En segundo lugar, la asombrosa circunstancia de que todos los casos obligaban a atribuir actos perversos al padre. Tercero, la innegable comprobación de que en el inconsciente no existe “signo de realidad”, y es por ello imposible distinguir la verdad de la ficción. Y cuarto, “el secreto de las vivencias infantiles no se traduce ni en el más confuso estado delirante”. Allí Freud tropieza con lo real de la estructura, “el gran secreto del psicoanálisis”, que Lacan formuló como la ausencia de escritura de la relación sexual. Y el hallazgo de este imposible lógico explica que “tenga más bien la sensación de un triunfo que de una derrota” 17. Es un momento de autorización a la práctica de un saber nuevo. Producto de su experiencia analizante cuyos frutos resume en la carta 70, donde expone la cifra de su neurosis, sorprendente, por parte de quien promulgaría la validez del Edipo universal: “el viejo no desempeñó un papel activo en mi caso, si bien es cierto que proyecté sobre él una analogía de mí mismo18, que mi “autora” (de mi neurosis) fue una mujer vieja y fea, pero sabia, que me contó muchas cosas de Dios y el infierno y me inculcó una alta opinión de mis propias capacidades; que más tarde (entre los dos años y los dos y medio) se despertó mi libido hacia matrem (...) teniendo la ocasión de verla nudam (…). Por fin, recibí los peores augurios y con reales celos infantiles a mi hermanito (un año menor que yo y muerto a los pocos meses), y que su muerte dejó en mí el germen de la culpabilidad”. Luego menciona al cómplice de sus crímenes infantiles, un sobrino un año y medio mayor. “Este sobrino y aquel hermano determinaron no sólo la faz neurótica de sus amistades, sino también su intensidad”. La carta 7119 se ocupa de un sueño en el que aparecían “las más humillantes alusiones a su incapacidad Letr as, Octubre-Diciembre 2010 •

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Pase terapéutica”. En el análisis de este sueño alcanza la significación culpable de su impotencia al analizar el lazo con la autora de su neurosis, “que recibía dinero de mí por el maltrato que me infligía, así yo recibo dinero hoy por el mal tratamiento de mis pacientes”. La raíz de su castración imaginaria vinculada al Superyó femenino, a la supermoitié, como una parte de sí mismo que ha tomado la forma del Otro en la mujer sabia cuya castración hace posible el análisis de este sueño. En la carta siguiente menciona su expectativa de llegar al final de su autoanálisis. El cual parece advenir con la conclusión de “una idea de valor general”, el Complejo de Edipo, que Lacan no duda en calificar como el sueño de Freud. Esta idea de valor general viene a opacar lo que, sin embargo, ha descubierto: que el padre edípico es una proyección de sí mismo, una invención, para explicar el sentido del goce cuya pista Freud sigue incansablemente con la linterna del superyó. 3) La sutileza de un acto fallido. Jacques-Alain Miller retoma esta perla freudiana de 1933: Este fragmento del análisis de Freud constituye una pieza sobre el saber del objeto a, obtenido a partir de la falla en la intención de hacer un regalo, el de una joya, a una mujer. Con su ejemplo Freud nos demuestra que “ser analista no es analizar a los demás, es, primeramente, continuar analizándose, es continuar siendo analizante, es una lección de humildad. La otra vía sería la infatuación del analista, si se pensara en regla con su inconsciente. Uno jamás lo está”20. 4) Un trastorno de memoria en la Acrópolis. La última pieza de su análisis que Freud nos concede es, sencillamente, extraordinaria. En este texto analiza un

fenómeno acaecido, nada menos, que treinta y dos años antes!, en 1904, y que había vuelto insistentemente a su memoria conservando durante todo ese tiempo su aspecto enigmático, resistente al análisis. En su curso Silet, Miller lleva a cabo una lectura original de este texto al que considera un capítulo de la Fenomenología de la percepción. La duda respecto a la existencia del “significante percibido” del templo griego se desplaza a la del significante de la Acrópolis en el discurso del Otro y, en esa operación, se descubre la irrupción de la mirada de un padre severo que perturba su satisfacción escópica: el sentimiento de culpabilidad por haber llegado “tan lejos”. La culpa por el éxito, el suyo, el de haber avanzado en el saber de la Naturaleza con su invención del Psicoanálisis. El enigma del autocastigo se esclarece en “la proyección de sí mismo” en el padre, tal como lo hubo captado en la carta 70 a Fliess. Lo asombroso es que la sucesión de las distintas etapas del análisis de esta sutileza se regulan con la satisfacción: Freud va consignando las interpretaciones que aportan un trozo de sentido, por un lado, pero, por otro, le dejan insatisfecho, hasta que consigue llegar a una conclusión que le satisface. Con ello muestra el método de su autoanálisis, que no dista mucho del que hoy en día, teniendo en cuenta la ultimísima enseñanza de Lacan, da lugar, al final de la experiencia, a la versión del pasesinthoma: se concluye sobre la satisfacción, en el goce sobre el que no se formulan más preguntas. Cuando se atrapa una fórmula suficientemente satisfactoria sobre la relación natal de la voz propia con el goce autoerótico del cual el sujeto ha conseguido extraerse hasta alojarse en un discurso, se tienen ganas de contarlo en el pase, como el chiste! Para compartir ese goce con otros, en el marco de la Escuela. 

LA AUTORA Vilma Coccoz. A.M.E. Psicoanalista en Madrid, Miembro de la ELP y la AMP. Docente del Instituto del Campo Freudiano-NUCEP, Madrid. email: vilmacoccoz@gmail.com

Alusión a la teoría delirante sobre la conexión entre la nariz y los períodos sexuales. 2   S. Freud. Los orígenes del psicoanálisis. Carta nº 62 a Fliess, según una nota del esta frase se encuentra en Sueño de una noche de verano de Shakespeare. Obras Completas. Tomo III. Biblioteca Nueva. Madrid. 1973. Pág. 3569. 3   Idem. Carta nº 71. Pág. 3582. 4   Idem. Carta nº 29. Pág.35. 5   …seré yo quien trace el primer mapa grosero de ese terreno. [el psíquico] Carta nº 83. Idem. Pág. 3597. 6   J.A. Miller: curso 2007/2008: Tout le monde délire. 7   S Freud. La interpretación. Obras Completas. RBA, 2006. Pág 348. 8   Pág. 411. 9   J.Lacan, Seminario II: El yo en la teoría de Freud y en la técnica psicoanalítica. Paidós. Barcelona. Buenos Aires. 1983. p. 249-251. 1

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S. Freud. O.C. RBA, 2006. Tomo II Pág. 895.   Idem. pág.1097. 12   S.Freud: El chiste y su relación con el inconsciente. Obras Completas. Tomo I. Biblioteca Nueva. Madrid 1973. Pág. 1109. 13   En este punto Freud cita una sabia frase de Mefistófeles goethiano: En vano vagáis por los dominios de la ciencia; nadie aprende sino aquello que le está dado aprender. 14   Idem. Pag.2787 15   S Freud. Los orígenes del psicoanálisis. Obras Completas. Tomo III. . Biblioteca Nueva. Madrid. 1973. Pág. 3576 16   Idem. Pág.3576 17   Idem. Pág 3580 18   Los subrayados son nuestros. 19   Idem. Pág 3583. 20   J.A.MIller: “Cosas de Finura…” 19/11/2008. 10 11


La función de la escritura en la experiencia psicoanalítica*

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Textos: Araceli Fuentes Imágenes: Taiso Yoshitoshi * Texto original de la autora El interés de Jacques Lacan, tanto por la letra como por la escritura, atraviesa toda su enseñanza, comienza con su seminario sobre La Carta Robada de 1957, basado en el famoso cuento de Edgar Alan Poe, sigue con su escrito de ese mismo año titulado La instancia de la letra en el inconsciente, continua con Lituraterrre, un artículo que forma parte del Seminario XVIII en el que nos da un apólogo de lo que es para él la escritura y llega hasta el final de su enseñanza, cuando introduce una nueva escritura, el nudo borromeo, construido con redondeles de cuerda. Lacan presenta su nudo por primera vez en el Seminario XX, Encore (1972-73), dedicándole un capítulo a la función de lo escrito. En este recorrido la escritura es abordada a partir de la lingüística, la lógica y finalmente la topología. La necesidad de la escritura en el psicoanálisis. Dado que el psicoanálisis es una experiencia de palabra, la pregunta de para qué necesita el psicoanálisis la escritura, parece pertinente. A pesar de que el psicoanálisis es una experiencia que no tiene otro medio que la palabra y de que no puede hacerse por escrito, sin embargo el psicoanálisis necesita el escrito porque la palabra es inasible, porque la verdad que la palabra porta siempre se escabulle,

la verdad sólo puede decirse a medias, y porque es imposible decir toda la verdad. Esta imposibilidad para aprehender toda la verdad impide construir un saber sobre la verdad, razón por la cual no hay saber sobre la verdad en psicoanálisis, lo que es inaceptable para la ciencia. Por otra parte, la verdad sufre una progresiva desvalorización en el curso de la enseñanza de Jacques Lacan, en beneficio de lo real, que se convierte en el polo que orienta la experiencia analítica. Real y escritura, ambos son necesarios para poder pensar un principio de conclusión de dicha experiencia, sin los cuales un psicoanálisis no tendría fin. Para poder concluir un análisis hace falta que no todo sea inasible, es preciso que algo se pueda cernir, y eso se logra gracias a la escritura. La concepción que tiene Lacan de la palabra implica que la palabra misma tiene efectos de escritura, así vemos como lo que se descifra en la palabra bajo transferencia tiene efectos de escrito, efectos que permiten poder asegurar a un real de la experiencia. De este modo se escribe una secuencia que va de la palabra al escrito, y del escrito a lo real. ¿Cómo concibe Lacan lo real? En un primer tiempo lo que hace función de real para Lacan se sitúa en el saber como un imposible, lo real es Letr as, Octubre-Diciembre 2010 •

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Pase lo imposible de saber1. En este momento, es real todo aquello que la estructura del lenguaje no puede aprehender, por ejemplo: el deseo, por ser incompatible con la palabra, la causa del deseo, por ser irrepresentable, o lo real que comanda a la verdad, porque ésta es impotente para decir lo real. No obstante, como la verdad insiste, esta insistencia abre la posibilidad de cierto apercibimiento sobre la causa real e innombrable que anima y comanda a la verdad. Dicho apercibimiento que se alcanza en el instante de un relámpago no llega sin embargo a transformarse en un saber sobre lo imposible. Es decir que ese instante de apercibimiento no se convierte en un saber, así lo afirma Lacan en La carta a los italianos, cuando dice que se trata de “un saber vano sobre un ser que se escapa”, o lo que es lo mismo: que no hay saber sobre el objeto innombrable a, aunque éste pueda ser inducido, o vislumbrado, a partir de lo que se constata de la insistencia del deseo. En esta época su concepción del pase y del final del análisis se corresponde con la idea de que hay una travesía del fantasma que en el instante de un relámpago iluminaría la relación del sujeto con la causa de su deseo. Cuatro años más tarde, en el Seminario De un discurso que no fuera del semblante, Lacan da un paso más al buscar “lo que hace función de real en el saber”, no a partir de la inducción, como había hecho antes, sino a través de la escritura lógica y sus impases. En este Seminario produce la diferencia entre la letra, que sitúa del lado de lo real, y el significante, que pertenece al semblante. De la escritura lógica lo que más le interesa es su límite, es decir lo imposible de escribir. También se interesa por la escritura china, a la que toma como modelo de escritura porque en la caligrafía china la letra tiene al trazo por fundamento. Palabra y escritura Lacan dedica el capítulo V del Seminario XVIII a mostrar que hay una articulación necesaria entre la palabra y la escritura, articulación sin la cual hablar de escritura en psicoanálisis no tendría ningún sentido. En dicha articulación la palabra goza de anterioridad con respecto al escrito. En psicoanálisis palabra y escritura no están separadas como se podría creer, lo que se escribe fue primero palabra y lo que contingentemente deja de no escribirse y se escribe, se escribe sirviéndose de la palabra. La palabra es primera respecto de la escritura y lo que la escritura escribe no es otra cosa que lo que del goce se fija. Dicho en otros términos el goce se fija al escribirse. Tomaré un ejemplo de esta articulación entre palabra y escritura del artículo de Éric Laurent titulado La lettre volée et le vol sur la lettre2. Nos lo proporciona el escritor francés Michel Leiris quien lo menciona en sus escritos como el primer recuerdo de su infancia. Siendo niño, Michel Leiris estaba jugando con unos soldaditos que le gustaban mucho, en un momento dado su soldadito preferido está 26 • Letr as, Octubre-Diciembre 2010

a punto de caerse y romperse, pero, por suerte, él logra agarrarlo al vuelo al mismo tiempo que exclama “¡reusement!”. El niño quiso decir “felizmente”, quiso decir que por suerte el soldadito no se había caído, pero no dijo la palabra correctamente, se comió una parte de la palabra (heu) y la madre, que estaba presente, en lugar de hacer una broma con el invento de su hijo, le corrigió diciéndole: “se dice heureusement.” A partir de entonces el niño, cuya alegría reusement la madre no supo acoger, se transformó en un ser triste y reusement, en lugar de ser el signo de su alegría escribió el goce perdido cómo la letra de su tristeza pues la intervención de su madre le hizo perder l´heureux, atándolo a la desgracia para siempre. Lo que sucede no está ligado al efecto de significación sino al afecto de goce, en el mismo contexto, las cosas hubieran sido diferentes, si él hubiera tenido una madre más alegre, menos depresiva, que en lugar de fastidiarlo con ese purismo, hubiera hecho un chiste del que los dos se hubieran reído. La felicidad de este niño quedó perdida para siempre, la intervención de su madre hizo que su posición subjetiva quedara ligada a la compañía del malheur, de la desgracia, desgracia que siempre se le hacía presente a través de todas las significaciones, y de todos los efectos de sentido, convirtiéndose en compañera del sujeto. Michel Leiris hizo un largo análisis después de un intento de suicidio grave. Como escritor fue un escritor que ya nunca más le consentiría a nadie decirle cómo se dicen las palabras, pues él mismo se erigió en el amo de las deformaciones que introdujo en su escritura. Así vemos cómo lo que primero fue jaculatoria dicha por el niño, terminó escribiéndose como letra de goce. La escritura-en-Lituraterre. En este escrito Lacan nos presenta un apólogo de la escritura, al que J.A. Miller, con ironía, califica de apólogo meteorológico. Allí cuenta que al volver de un viaje a Japón por una nueva ruta que atraviesa Siberia, una ruta que hasta entonces había estado cerrada, le sucede algo que podríamos calificar como un acontecimiento de goce producido en condiciones especiales de espacio y tiempo3: desde la ventanilla de su avión, ve los surcos dejados por la lluvia sobre la desierta planicie siberiana y lo que ve le hace pensar en una escritura, todo sucede en el transcurso de un instante. En esta topología del espacio vacío y del tiempo como instante de ver, “la única condición decisiva es la del litoral”. Las huellas producidas por la lluvia al caer constituyen con sus líneas una orografía que tiene relieve. Según M.H. Roch, Lacan, no sólo da valor de escritura a lo que está viendo sino que, aunque él no lo diga, el relieve de esa orografía le evoca la escritura china, y más precisamente el trazo del calígrafo4, no el de cualquiera sino el de Shitao, el pintor calígrafo del siglo XVII al que había conocido gracias a François Cheng5, el calígrafo que habló del “único trazo del pincel”. “Así fue como irresistiblemente se me presentó (…) entre las nubes, el aluvión, que es la única huella que aparece para producir, más que para indicar, el relieve (…) en la


Sugawara no Michizane, Taiso, Yoshitoshi, 1839-1892, artist. From the series: Tsuki hyaku shi : 100 aspects of the moon. (Library of Congress)

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Pase llanura siberiana, planicie verdaderamente desolada (…) sin ninguna vegetación más que reflejos de este aluvión que empujan a la sombra lo que no resplandece”6 . Esta escritura no está hecha para indicarle nada a nadie, pues no hay nadie, la estepa está desierta. ¿Qué es lo que escribe la escritura? Lo que esta escritura escribe no es otra cosa que el goce y el lugar donde se escribe no es otro que el cuerpo, el cuerpo como sede del goce, como lo definirá Lacan más adelante 7. “Lo que se evoca de goce cuando se rompe un semblante es lo que en lo real se presenta como erosión. De ahí que la escritura pueda considerarse en lo real la erosión del significado, es decir, lo que llovió del semblante en la medida en que eso es lo que constituye el significado (…) La escritura, la letra está en lo real y el significante en lo simbólico” 8. La nube como semblante, -significante que se ve-, y la naturaleza está llena de esos semblantes, según Lacan; la lluvia que cae de la nube-semblante como significado de goce que llueve del semblante “cuando éste se rompe” liberando las materias en suspensión. Este significado de goce que cae erosiona la tierra, deja huellas, escribe. ¿Qué es lo que en la experiencia analítica podría dar cuenta de esta imagen?, ¿con qué se correspondería la expresión “cuando se rompe un semblante” cuando estamos en el discurso analítico? Lo que en la experiencia analítica nos puede evocar la ruptura de un semblante es la caída de los significantes amos en el análisis, caída que pone de relieve cuál era la economía de goce que ese significante ordenaba. En el caso de Michel Leiris el análisis tendría que haber producido el S1 al cuál él se identificó: “el niño desgraciado” al que se identificó cuando su bonheur, su reusement, no fue bien acogido por su madre, una madre con problemas depresivos graves. Lo que se escribe en el cuerpo, dice Lacan, reproduce la mitad de goce del sujeto (a). Además de haber diferenciado la letra del significante, Lacan distingue también9, el rasgo unario, de la letra, situando al rasgo unario del lado del sujeto y a la letra del lado del objeto. Ya había dicho que el sujeto surge a partir del borramiento del rasgo unario, razón por la cual decimos que el sujeto es en esencia defensa. Del borramiento del rasgo unario surge el sujeto, es decir surge una mitad del sujeto, la mitad susceptible de ser representada por el significante amo S1. La otra mitad del sujeto, la que no es susceptible de ser representada, puede sin embargo escribirse, estamos hablando de la letra a; la letra de goce que se escribe como un acontecimiento del cuerpo. La caligrafía china como arte del trazo único. A Lacan le interesa la caligrafía china como arte del trazo único, un trazo que siendo único se puede sin embargo reproducir. En la caligrafía china la grafía del trazo inscribe la singularidad de un gesto, gesto irreductible aunque constante que se distingue de la universalidad del 28 • Letr as, Octubre-Diciembre 2010

significante. La caligrafía apuesta por juntar la universalidad del significante y la materialidad singular que alcanza al ser y su goce. Ese único trazo del pincel es equivalente a la letra, letra producida por el aluvión que erosiona y hace de la letra litoral, un litoral que separa dos dominios heterogéneos: el goce y el sentido. Esta concepción de la letra como litoral es a su vez una versión de lo que el pensamiento chino llama “el vacío mediano” y la respuesta de Lacan a la imposibilidad de escribir la relación sexual10. “En la cursiva el singular de la mano aplasta el universal, o sea lo que yo les enseño que vale como significante”.11 Producir lo singular como hace el pintor calígrafo es lo que puede hacer el psicoanálisis. El psicoanálisis puede producir el trazo del Uno absoluto, o si se prefiere, producir la letra de goce del síntoma, lo más singular de un sujeto. La culminación de este recorrido en el que Lacan se sirve de la escritura lógica y sus impases, y de la caligrafía china para producir la letra como litoral, dará lugar a una concepción del pase y del final del análisis a partir de la demostración lógica de lo imposible de escribir. En esta lógica lo que no cesa de no escribirse, lo imposible de escribir, tiene función de real. ¿Qué es, entonces, lo que deja de no escribirse y se escribe en el flujo de la verdad siempre medio dicha en un análisis? Al reformular la definición clásica de las modalidades lógicas e incluir en ellas el tiempo, Lacan puede llegar a articular que es a partir de lo que “contingentemente se escribe” en un análisis como se puede demostrar lo que es imposible de escribir. Al mismo tiempo, el hecho de que contingentemente algo pueda dejar de no escribirse y se escriba, permite concebir el psicoanálisis, no sólo como una exploración de lo que está ya escrito y se repite, sino también como una

“A LACAN LE INTERESA LA CALIGRAFÍA CHINA COMO ARTE DEL TRAZO ÚNICO” exploración de lo nuevo que se puede llegar a escribir. Lo nuevo, en psicoanálisis, tiene relación con los beneficios terapéuticos que en esta experiencia se pueden obtener. El decir del análisis permite poner en su lugar la función Ф(x), la que sitúa el goce como castrado y ello implica que la castración deja de no escribirse y se escribe. Lacan dice lo mismo de distintas maneras: “el análisis hace de la castración sujeto, o la histérica no se percibe como castrada más que a partir del análisis”12. A partir de 1970 Lacan acentúa su “Hay lo Uno y nada más” 13. Ese Uno que se escribe, que cesa de no escribirse, demuestra lo que no se puede escribir, a saber, el Dos que permitiría escribir la relación, entre el Uno y el Otro sexo. Lo imposible de escribir queda demostrado a lo largo del análisis por la escritura repetida del Uno y este imposible constituye el real propio al psicoanálisis, un real diferente del de la ciencia.


Pase A partir de estos desarrollos, el fantasma, aparece como una suplencia imaginaria de lo real, es decir, de la imposibilidad de escribir la relación entre el Uno y el Otro. El pase se reformula entonces como demostración de este imposible, demostración que no se hace sobre el papel sino en la cura, en el caso por caso, a través del cuestionamiento de la vida amorosa de los sujetos, hasta que la insistencia del Uno en el análisis vale para demostrar la imposibilidad del Dos, lo que haría del pase un “pase al Uno” y también “un pase a la imposibilidad del Dos”. El síntoma como goce de una letra del inconsciente. Esta propuesta hecha en 1975 se fundamenta en la diferencia ya realizada en el S. XVIII entre semblante y letra. En RSI14 sitúa el síntoma como un desbordamiento de lo simbólico sobre lo real en el nudo borromeo, el síntoma como un efecto de las palabras que escribe un goce que es fálico. Esta nueva tesis está avalada por el paso franqueado en Encore donde Lacan había situado el significante al nivel del goce, lo que quiere decir que entre significante y goce hay coalescencia y no diferencia, a partir de ahí la noción de la letra como litoral que separa dos dominios heterogéneos, se vuelve obsoleta. La letra del inconsciente de la que se goza en el síntoma es idéntica a sí misma, no llama a ningún complemento, ni pide nada. La mejor ilustración de esta concepción de la letra la encontramos en Finnegans Wake15, donde Joyce realiza una escritura que no está hecha para ser leída y donde hace un uso de la letra que es el mismo que constituye el nudo del goce autista de su síntoma. El final del análisis y el pase son concebidos ahora por identificación al síntoma. La identificación al síntoma al final del análisis implica un cambio, implica cambiar el síntoma de transferencia por el síntoma fundamental, y pasar de la indeterminación a la consistencia, de lo evasivo a la aserción y de la falta en ser, al ser de goce. El beneficio de la identificación al síntoma es un efecto de separación que da una solución al lazo transferencial sin que se produzca un retorno a la alienación al Otro con mayúscula. Además, la identificación al síntoma es lo que permite concluir un análisis. Por otra parte, haber encontrado un final para la experiencia psicoanalítica a través de la identificación a la letra del síntoma, no debe hacernos olvidar que hay una opacidad del goce que no se deja atrapar por el saber, lo que explicaría el retorno de algunos AE al análisis después de su nominación. Si es verdad que los efectos de lalangue16 sobrepasan con mucho todo lo que el sujeto puede atrapar y que el Uno encarnado que constituye la letra del síntoma, permanece indeciso, entre el fonema, la palabra, la frase o incluso todo el pensamiento17, poder localizar la letra del síntoma con certeza se torna problemático, sólo se podría hacer de forma hipotética. De hecho, podemos haber tomado la dimensión de nuestras inercias de goce, sin que por ello sepamos decir cual es el Uno que las fija, más que de un modo hipotético.

Todo este desarrollo último de Lacan nos lleva a desidealizar el pase y a terminar con la idea de que una transmisión sin resto sería posible. Para concluir podemos decir que, si bien el psicoanálisis conduce a una identidad final asumida, no está de más recordar que asumir una identidad no es lo mismo que saberla. 

LA AUTORA Araceli Fuentes García-Romero. A.P. Psicoanalista en Madrid, Miembro de la ELP y la AMP Docente del Instituto del Campo Freudiano-NUCEP, Madrid. email: araceli.f@arrakis.es

Referencias 1   C.Soler, L´inconsciente réinventé. Ed.Puf, París 2009. P. 18. 2   E.Laurent, “La lettre volée et le vol sur la lettre”, Revue de L´école de la cause freudienne, nº43. 3   M.-H. Roch, “Du litoral en psychanalyse. Une lecture de Lituraterre”. Curso del 7 de diciembre de 2009. Web ECF. 4   F. Cheng, Vacío y plenitud. Ed Siruela, 2008.P. 199. 5   Ibid. 6   J. Lacan, “Lituraterre” en De un discurso que no fuera del semblante. Ed. Paidós, 2009. P. 105. 7   J. Lacan, Seminario XX Encore. Ed Paidós, 1981.P. 32. 8   J. Lacan, De un discurso que no fuera del semblante. P. 113. 9   J Lacan, Ibid. P.112. 10   M-.Roch, ibid. 11   J. Lacan, Seminario XVIII, De un discurso que no fuera del semblante, Ed. Pidós, 2009, P. 111 12   J.Lacan, Compte rendu du Séminaire La logique du fantasme. Autres écrits. Ed. Seuil, París 2001.P. 323. 13   C. Soler, L´inconscient qu´est-ce que cést?, Curso 2007-2008, pg.142. 14   J. Lacan, RSI, seminario inédito. Clase del 21-1-1975. 15   J.-A. Miller, Choses de finesse en psychanalyse, Curso 2008-2009 16   J. Lacan, Seminario XX Encore, Ed.Paidós, 1981. P..165. 17   Ib., pg.168. Letr as, Octubre-Diciembre 2010 •

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Hacerse con la Escuela* Textos: Esperanza Molleda * Texto original de la autora “(I)nstituir una Escuela, constituir las soledades en comunidad de Escuela, no es otra cosa que subjetivarla” 1. Miller en Teoría de Torino acerca del sujeto de la Escuela señala dos elementos en relación con la Escuela: la soledad de cada sujeto que forma parte de ella y la comunidad que llega a tener lugar. Entre ambos, nombra un proceso, la subjetivación. En paralelo con la autorización de uno mismo como analista va surgiendo el deseo de ser-con otros analistas, de pertenecer a la comunidad de analistas. De esta manera, las cosas no se quedan en el paso solitario de analizante a analista, sino que hay que hacer también un tránsito obligado desde la soledad de una elección a la comunidad de un espacio y un tiempo compartidos en nombre de un ideal común. Desde la experiencia concreta se trata de un recorrido lleno de avatares: autorizarse como practicante, solicitar y ser admitido como parte de la comunidad, pasar de alumno a colega, ir conociendo la Escuela, hacerse un lugar en ella y mantener la transferencia de trabajo dentro de la comunidad, son caminos arduos, largos en el tiempo y sostenidos únicamente gracias al deseo. ¿Por qué no analizar estas dificultades? Al fin y al cabo son las dificultades del sujeto en relación con los otros y con su deseo, la matriz del ser. Es a través de este camino como el sujeto podrá hacerse con la Escuela en un doble sentido: hacerse con la Escuela como modo de poder habitarla, pero, también, hacer-se uno mismo con la Escuela en la medida en que la experiencia de irse adentrando en la comunidad supone una revisión sobre aspectos claves de la propia subjetividad en tanto que “las funciones y fenómenos puestos en evidencia a nivel del colectivo son las mismas funciones que se manifiestan y los mismos fenómenos que se despliegan en la cura”2. Estos dos movimientos se implican dialécticamente: sólo en el atrevimiento de habitar la Escuela uno se enfrenta a sus dificultades singulares en la vida colectiva que le llevan a 30 • Letr as, Octubre-Diciembre 2010

ir re-haciéndose, y sólo en tanto que uno se recoloca ante estas dificultades puede seguir habitando la Escuela. Para ello, se tendrá que afrontar una de las tres tareas que implican subjetivar la Escuela, según Miller, aquella que se refiere a “ser miembro de la Escuela en la soledad de la propia relación con la Escuela”3, es decir, en la soledad de la relación con el propio inconsciente. Y ya que del sujeto y de su deseo se trata, recurriremos para ordenar las vicisitudes de este aspecto de la subjetivación de la Escuela al grafo del deseo del que Lacan dijo: “(n)os serviría para presentar dónde se sitúa el deseo en relación con un sujeto definido a través de su articulación con el significante”4. 1. El ideal del yo y su deriva superyoica. En la versión elemental del grafo, se representa la relación del sujeto con la cadena significante a través de la cual el sujeto queda constituido como sujeto dividido por el lenguaje. En la precariedad de la relación del sujeto con la palabra, existe un significante del otro, “insignia de su omnipotencia”5, dice Lacan, al que el sujeto se aliena dando lugar al Ideal del yo. Freud nos enseña en Psicología de las masas cómo el Ideal del yo toma cuerpo para el sujeto en una persona ajena facilitando el lazo social y la creación de grupos cuando varios individuos colocan en la misma persona este ideal. En la Escuela no es el Ideal del yo común el que nos une, pero el hecho de que el vínculo entre sus miembros se establezca prioritariamente a través de la transferencia, a través de la suposición de saber de determinados sujetos, hace que uno se vea abocado a enfrentarse con la propia relación con el Ideal del yo. En la Escuela, es fácil dejarse llevar por el espejismo de que éste o aquél sí que sabe, no falla o que su respuesta o su reconocimiento nos permitirían por fin encontrar nuestro lugar como analistas. El Ideal del yo tiene funciones de sostén para el sujeto al


Pase menos en tres aspectos en tanto que facilita la ilusión de que la falta en ser puede ser colmada: 1. A l reducir al otro a las “insignias de su omnipotencia” se alimenta la ilusión de una completud posible en el horizonte, aunque sea el otro el que la detente como Ideal del yo. 2. A l suponer el saber del lado del Ideal del yo, existe la esperanza de poder encontrar la respuesta correcta. 3. A l constituirse el Ideal del yo como una mirada sobre el sujeto, le permite orientar sus acciones, saber lo que está bien y lo que está mal en la medida en que se acerca o se aleja de ese ideal. Sin embargo, esta función sostenedora del Ideal del yo pronto se complica, puesto que conlleva el imperativo superyoico de acercarse a ese Ideal. En Psicología de las masas, Freud analiza los efectos de este imperativo en sus formas más extremas6. Por un lado, la melancolía cuando el sujeto ve que se aleja del Ideal del yo: tendencia a desarrollar una particular severidad con uno mismo, empequeñecimiento, sometimiento a la palabra que viene del otro, el sujeto bajo el fantasma de omnipotencia del otro que produce inhibición, parálisis, desvanecimiento del deseo. Por otro lado, la manía cuando el sujeto cree confundirse con el Ideal del yo y, como consecuencia, disminuye la capacidad crítica, aparece la desinhibición y se cae en la ceguera narcisista, en cierta adicción a ser objeto de la transferencia y en la resistencia a ser desalojado del lugar de supuesto saber. Ante esta encrucijada, el camino del propio análisis permite asumir la inconsistencia del otro, renunciar a los tramposos beneficios de la creencia en su consistencia e inventar otra relación con los significantes del otro, en tanto que otro barrado. 2. El yo y la relación con el semejante. En el grafo del deseo encontramos también el vector que relaciona el yo con el yo ideal, con la imagen ideal del yo, y que nos remite a la problemática relación con el semejante. En la teorización que Lacan hace de esta relación7 aparecen tres elementos (el cuerpo, el yo y los semejantes) y dos momentos (la constitución del yo y la relación con los semejantes). A partir de la vivencia siempre fragmentaria del cuerpo, por medio de la imagen especular propia o del prójimo, el sujeto puede crearse una consistencia imaginaria de sí mismo que llamamos yo. La fragilidad de este yo se tambalea tanto en la relación con las pulsiones que habitan el cuerpo como en la relación con los otros. El sujeto también se ve en este punto conmovido en su relación con la comunidad de analistas. En primer lugar, en la Escuela hay que poner el cuerpo y el sujeto se ve oscilar entre la fascinación ilusoria de una imagen que le permite unificar la percepción de sí mismo y la incomodidad del real del cuerpo que desborda ese espejismo de unidad. En segundo lugar, a pesar de saber acerca de nuestra condición de sujetos divididos, gran parte del trabajo en la Escuela pasa por intercambios desde el yo. Para poder mantener cierta consistencia, el

sujeto se enajena en su imagen totalizante y como efecto de esta enajenación, esa cierta consistencia siempre va acompañada de una perturbadora extrañeza que deja al yo en cierta precariedad ante la comunidad. Por otro lado, la Escuela conlleva el encuentro con los otros. Tan similares, pero también tan radicalmente diferentes que, de una manera o de otra, representan una amenaza para el inestable yo que en ocasiones entiende que su existencia queda en entredicho: o el otro o yo y como consecuencia de ello la necesidad de librar con envidias, antagonismos, inseguridades. Y, por último, el peligro de recurrir a la identificación con los demás para poder salvaguardar a la vez la coherencia del yo y sortear los peligros de la rivalidad entre iguales, que acaba llevando a la desvitalización de la comunidad por sus efectos masificantes. Ante las dificultades que el sujeto encuentra en este aspecto tendrá que indagar, en el análisis, otros acomodos posibles: el semblante como alternativa a la imagen ideal del cuerpo, el síntoma como alternativa a la función del yo y la búsqueda de un buen lugar junto a los otros dentro de una serie (a, a’, a’’, …, an) frente a la oposición especular y mortífera entre a y a’. 3. Del silencio y del ruido. La palabra tanto escrita como hablada está íntimamente unida a la experiencia de la comunidad. A través de ella la comunidad inscribe su realidad, transmite los avatares comunes, sus producciones, sus reflexiones, sus avances y sus retrocesos. Esta palabra compartida tiene un carácter performativo dentro de la comunidad, la palabra construye la comunidad, produce efectos. De aquí el compromiso de los integrantes de la comunidad con exponer y exponerse a la palabra en la Escuela. Pero la relación con la palabra no es fácil, tan pronto hay un exceso como un defecto. Por momentos todo es ruido, enmarañamiento y repetición, y luego silencio, secreto, ocultación. El exceso aburre, irrita, inhibe, degrada la palabra. El silencio inquieta, produce desconfianza, incertidumbre. Pero ambos también tienen

“EL DESEO DE PERTENECER A LA ESCUELA, COMO CUALQUIER DESEO, SE SOSTIENE EN EL FANTASMA” una función. El exceso y la repetición son necesarios para reafirmar el discurso común y su transmisión; el silencio es necesario para poder leer, escuchar, producir. La palabra requiere de la escucha, de la lectura, de la interpretación para que pueda producir un efecto. En el grafo del deseo, se establece un circuito de doble sentido entre los dos puntos de cruzamiento entre la cadena significante y la enunciación del sujeto: s(A) y A. Nuestro discurso con sus significaciones, s(A), se dirige al Otro del lenguaje, A, en busca de un sentido que sólo se encontrará en la medida en que el receptor cierre el significado del mensaje con su interpretación. Dice Lacan que A es un lugar, “el lugar del tesoro del significante” 8. Cada cual Letr as, Octubre-Diciembre 2010 •

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5. Sostener un semblante propio. En el último nivel del grafo del deseo aparecen algunos ejes en torno a los cuales Lacan concentrará su enseñanza más tardía: el goce, el S de A tachado, el cuerpo y la pulsión. Lacan recurre en este momento de su enseñanza a la castración y al falo para articularlos. Malengreau14 localiza aquí un primer abordaje del semblante a partir de la 32 • Letr as, Octubre-Diciembre 2010

falta. En él, el semblante vendría a sustituir a –φ, vendría a ser velo que cubre la falta. Posteriormente identifica dos concepciones más del semblante en Lacan: el semblante vinculado a la positividad de lo real como Nombre-delPadre, falo (Φ) y objeto a; donde el semblante vendría en el lugar de un goce imposible de decir. Por último, a partir del abordaje de lo real desde la no relación, donde el semblante estaría en la disyunción entre el goce y la verdad. La Escuela pide a sus miembros compromiso desde lo más singular de cada uno. Este compromiso desde la singularidad implica sostener un semblante en la comunidad. ¿Puede hablarse de un semblante propio del sujeto? Malengreau a partir de esta última concepción realiza cinco observaciones que permiten orientarnos en qué sentido un semblante puede llegar a ser llamado propio15: 1. Estaría ligado no a la falta inherente al lenguaje, sino a la marca singular de la palabra en el sujeto. 2. Estaría ligado a los puntos de cristalización que valen para cada uno como anclaje de lo real. 3. Estaría ligado a “la verdad verdadera” del sujeto, la que se capta a través de sus fracasos, que tiene también una cara mentirosa en tanto que es una verdad separada del goce. 4. Sería el modo en el que la dimensión de lo verídico se liga al punto de goce singular sobre el que cada uno no cede y que deja abierta la hiancia de la no relación. 5. Sería un semblante no dado sino que necesita del análisis para situar sus coordenadas. Este semblante propio es el que le permitiría a uno “volverse responsable del progreso de la Escuela” 16 .  LA AUTORA Esperanza Molleda. A.P. Psicoanalista en Madrid, Socia de la Sede de Madrid-ELP. email: molledafme@gmail.com Referencias 1   J. A. Miller, “Teoría de Torino acerca del sujeto de la Escuela”, El psicoanálisis nº 1, ELP, Madrid, 2000, pg. 71. 2   Ibíd., pg. 66. 3   Ibíd., pg. 71. 4   J. Lacan, “Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano”, en Escritos II, Siglo XXI editores, México, 2003, pg. 784. 5   Ibíd., pg. 787. 6   S. Freud, “Psicología de las masas y análisis del yo”, Obras Completas, volumen IX, Santiago Rueda editor, Buenos Aires, 1953, pg. 78- 9. 7   J. Lacan, “El estadio del espejo como formador de la función del yo”, Escritos I, Siglo XXI editores, México, 1984, pg. 86- 93. 8   J. Lacan, “Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano”, op. cit., pg. 785. 9   Ibíd., pg. 785. 10   J. Lacan, “Seminario 1: Los escritos técnicos de Freud”, Ediciones Paidós, Buenos Aires, 1995, pg. 168. 11   J. A. Miller, “Teoría de Torino acerca del sujeto de la Escuela”, op. cit., pg. 70. 12   Ibíd., pg. 71. 13   J. Lacan - “Proposición del 9 de octubre sobre el psicoanalista de la Escuela”, Momentos cruciales de la experiencia analítica; Manantial, Buenos Aires, 1987, pg. 18. 14   P. Malengreau, “Borde de semblante”, Cuadernos de Psicoanálisis, nº 32, Ediciones Eolia, Madrid, 2009, pg. 12. 15   Ibíd., pg. 15-18. 16   J. Lacan - “Proposición del 9 de octubre sobre el psicoanalista de la Escuela”, op. cit., pg. 8.

Imágen página siguente, Boys and Girs Painting with fingers, fotografía de Flavio Takemoto, Brasil, 2007.

en la Escuela, verá qué palabra quiere lanzar a ese lugar común a todos. De s(A) dirá Lacan que es un momento, “la puntuación donde la significación se constituye como producto terminado”9. Cada miembro de la comunidad de analistas tendrá que tomarse el trabajo de encontrar ese momento en el que, entre el silencio y el ruido, se capta la palabra plena, esa palabra que sorprende, que apunta a la verdad y que funda una nueva manera de entender algo: esa palabra tras la cual uno “ya no es lo que era antes”10. 4. Deseo y fantasma. En un nuevo nivel del grafo aparece la relación del fantasma con el deseo. La inclusión en la Escuela es producto del deseo de colectivizar el deseo singular de ser analista. En su Teoría de Torino Miller habla de tres deseos. En primer lugar, está el deseo de Freud del cual se derivó la Sociedad analítica fundada en la lógica edípica, en la creencia en el padre en lugar de excepción. En segundo lugar, está el deseo de Lacan interpretando a Freud del cual se deriva la Escuela. En ella se sigue la lógica del más allá del Edipo, se apuesta por una comunidad hecha de “una serie de excepciones, de soledades no parangonables las unas a las otras (…) estructuradas como sujetos barrados”11 y que constituye un conjunto inconsistente asociado a la lógica del no- todo. Por último, está el deseo de cada uno de los miembros de la comunidad, respecto a él, Miller hace la invitación de realizar la interpretación de Lacan sobre el psicoanálisis sin imitarla, para así medir “la diferencia entre la causa particular del propio deseo y la causa freudiana como ideal”12. A través del propio análisis se indaga la causa del propio deseo y a través de la involucración en la comunidad se ciñe cuál es la causa ideal común. El deseo de pertenecer a la Escuela, como cualquier deseo, se sostiene en el fantasma, en ese marco imaginario con el que el sujeto dividido puebla de respuestas el vacío de la castración propia y del Otro. El fantasma en bruto del neurótico está en sintonía con la lógica edípica; conocer las peculiaridades del propio fantasma, traspasarlo y llevarlo a la lógica del no- todo es parte del trabajo que le espera al analizante. En la interacción entre deseo y fantasma surge la transferencia. La Escuela esta hecha de transferencia, pero en la Proposición del 9 de octubre, Lacan plantea la caída del sujeto supuesto saber en el paso de psicoanalizante a psicoanalista y dice: “el sujeto ve zozobrar la seguridad que le daba ese fantasma (…) se percibe que el asidero del deseo no es más que el de un deser”13. ¿En qué se sostiene entonces el deseo cuando el propio fantasma es visto con distancia, cuando el sujeto supuesto saber deja de estar encarnado en un otro? Los testimonios del pase nos dan pistas de una respuesta que tendrá que ser urdida en la soledad del propio análisis.


Clínica

Casos | Viñetas | Investigación

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Clínica

Un semblante insuficiente*

Textos: Amanda Goya *Caso presentado en el Grupo de Investigación de la Psicosis (14/10/2009) y el Seminario del Campo Freudiano (13/02/2010) NUCEP-Madrid. El paciente al que llamaremos Pedro, ha decidido acudir a un psicoanalista después de habérselo pensado durante mucho tiempo, porque tiene “problemas de relación con la gente”. Tiene treinta y tres años, es el más pequeño de cuatro hermanos y vive aún con sus padres. Es economista de profesión y trabaja en la banca. Pedro plantea su hipótesis sobre lo que le ocurre apenas empieza a hablar. Sus problemas provienen de las marcas que en él dejó una época tremenda de su vida, entre los trece y los dieciséis años, época signada por el aislamiento y la marginación, y que le lleva a pensar que él “no tiene una buena base”. “En esa edad cogí unos malos hábitos, por ejemplo: comer solo”, añade. Por entonces vivía en Madrid con su familia e iba a un colegio “muy pijo”, con gente de mucho poder adquisitivo. Pero ocurrió que su padre tuvo 34 • Letr as, Octubre-Diciembre 2010

una crisis económica y tuvieron que vender el piso, trasladándose todos a vivir a una casa en la sierra. Ante la disyuntiva de permanecer en el mismo colegio o cambiarse a uno de la sierra, optó por la primera alternativa, de suerte que durante tres años hubo de viajar todos los días desde la sierra hasta el centro. Se levantaba a las seis de la mañana, al mediodía comía solo en un restaurante, y luego regresaba a su casa a las nueve de la noche. Pedro reconoce que todo ello le supuso “un enorme desgaste”. ¿Por qué tomó esta opción? Porque no quería bajo ningún concepto que sus compañeros tuvieran conocimiento de la pérdida de status social de su familia, así que aún a costa de enormes sacrificios, se dedicó a sostener la ficción de que su vida no había cambiado y que seguía en Madrid. Le fascinaba tanto el dinero y el modo de vida de la gente

rica, que simulaba su pertenencia a esa clase. Pero como vivía tan lejos poco a poco se fue alejando de sus amigos, encerrándose cada vez más en sí mismo. Sus mentiras lo condenaban a estar solo. Desesperado, un día fue al campo y se puso a gritar “soy un mentiroso, soy un mentiroso…” porque necesitaba sacar eso afuera. ¿Cómo combatía el aislamiento este sujeto? Refugiándose en el estudio de la física, para la cual disponía de unas prodigiosas habilidades, hasta el punto que se comparaba con el personaje de la película Rainman, al que definía como “un esquizofrénico que recordaba todos los números”. Pedro no puede perdonar a su padre haberse resignado a esta situación, gracias a la posibilidad que le daba el dinero de su mujer, la madre de Pedro. En este punto el sujeto admite la interpretación de que fue


Clínica por salvaguardar la imagen del padre ante sus amigos que llegó al extremo de llevar durante años esa mortificante doble vida. Cuando regresaron a Madrid ya era tarde, el daño estaba hecho y era irreversible. Sostener ese semblante, esa “mentira”, como él la llama, supuso un esfuerzo tan grande, que poco a poco lo fue apartando por completo del camino de la normalidad, haciéndole perder un “tiempo precioso”. Esta conclusión le produce hoy, una rabia indescriptible. En el capítulo de la sexualidad las cosas no han sido menos difíciles, las relaciones con las chicas han sido siempre poco duraderas, porque temía que pudieran enterarse de su verdadera situación. Pedro se pregunta por su inclinación sexual “¿Seré gay?” Y se lo pregunta porque le ocurre que puede besar a las chicas sin problemas, pero cuando se plantea la posibilidad de ir a la cama su cuerpo le dice que no, surge un rechazo, un temor, una angustia, que le llevan a alejarse. Como al pasar y sin detenerse en ello, dice que solamente ha podido ir con prostitutas. Éstas no lo confrontan con el deseo del Otro, ni con el goce femenino, gracias al intercambio mediatizado por el dinero, un elemento que se puede objetivar y cuantificar. ¿Cómo significa el sujeto ese rechazo al cuerpo femenino? Como una duda sobre su identidad sexual. Pero si Pedro no puede penetrar a las mujeres, es seguramente porque no puede meterse en ese agujero, a falta de esos semblantes mayores que son: el Nombre del Padre y el Falo. Habla de las mujeres de su familia como “fuera del sexo”, la madre, la hermana y la abuela, que siempre iba de negro. De pronto se da cuenta que esas versiones femeninas no lo han ayudado a aproximarse a las chicas. Al salir de esa misma sesión tiene un encuentro en la calle con la mirada de una mujer y en lugar de sentir miedo como siempre, sintió que la deseaba y a punto estuvo de invitarla a sexo. No lo hizo, pero pensó que algo había cambiado respecto de las mujeres, que su cuerpo le decía que las mujeres le gustan.

El período adolescente entre los trece y los dieciséis años señala en su vida un antes y un después. La caída económica del padre parece adquirir para este sujeto en esta coyuntura la dimensión de un agujero forclusivo. El agujero del padre se convierte pues en el agujero del hijo, que éste se dedica a tapar con un semblante, es decir, actuando “como si nada hubiera cambiado”. Pero se trata de un semblante insuficiente para alcanzar la dignidad de la categoría de un sinthoma, por todo el sufrimiento que comporta, y por el alto precio subjetivo que debe pagar por él: su atormentada soledad. El simulacro que fabrica el sujeto en su desesperado intento de suplir la falla paterna, no toma el estatuto propio del semblante que Lacan señala en el Seminario XVIII: el de la “función primaria de la verdad, cuando el semblante se hace pasar por lo que es”,1 y de allí su fracaso. La carencia de los semblantes del NP y el falo, impide que su pantomima se inserte en un discurso que le permitiera “hacer de hombre”, porque, vuelvo a citar a Lacan, “este semblante se vehicula en un discurso y en este nivel del discurso, y sólo en éste, es llevado hacia, permítanme, algún efecto que no fuera del semblante”.2 ¿Cómo interpretar ese “efecto que no fuera del semblante”? Un efecto que no fuera de semblante comporta una incidencia sobre lo real del goce, lo que no es el caso para Pedro, porque a él este semblante no le permite acceder sexualmente a una mujer, pues “uno de los correlatos esenciales de este hacer de hombre es dar signos a la muchacha de que se lo es”3, añade Lacan. En eso consiste, en efecto, la

“UN EFECTO QUE NO FUERA DE SEMBLANTE COMPORTA UNA INCIDENCIA SOBRE LO REAL DEL GOCE”

virilidad. Y continúa unos párrafos más abajo: “En los límites del discurso, por cuanto este se esfuerza en sostener el semblante mismo, hay de tiempo en tiempo, real”. Este período se salda con una construcción que le produce un gran alivio, porque las piezas del puzzle parecen encajar. Como el Otro familiar lo colocaba siempre en la posición de “el pequeño”, su época adolescente, en la que cifra la causa de todos sus males, fue su intento de salirse de ese lugar, como un “héroe solitario”. Siendo por otra parte, la época del despertar de la sexualidad, Pedro cree que se le hizo un lío en la cabeza. A la vuelta de vacaciones y cuando han transcurrido tres meses de tratamiento, Pedro manifiesta una gran satisfacción por haberse ido de la casa de sus padres, y también porque su hermano mayor, al que llama “mi sombra”, va a tener un hijo. La inminente paternidad de su hermano, que vive en otra ciudad, le proporciona un gran alivio, ya que tal vez así sea posible librarse por completo de él. Pedro supone que su hermano se ocupará de su hijo y le dejará a él más tranquilo. Es tan fuerte el peso que esta figura ejerce sobre sí, que si su hermano se trasladara a Madrid, algo que puede ocurrir en los próximos meses, él estaría dispuesto a cambiar su ciudad de residencia con tal de evitar su proximidad, su pernicioso influjo. Empieza así a despuntar tímidamente un delirio de inf luencia en torno a su hermano mayor, su principal perseguidor. Éste ejerció siempre una aplastante autoridad sobre él, fue socorrista de una piscina cuando él era pequeño y logró dominar a toda su pandilla. El sujeto lo describe como alguien que sólo establece relaciones en las que puede dominar, que es incapaz de tener amigos que sean sus pares. A veces Pedro se percata de que hace cosas que imagina que le gustarían a su hermano, y el problema es que su sola presencia amenaza con su desaparición, por eso debe tomar distancia. La encrucijada que atrapa al sujeto en esta relación fraterna no es otra que la lógica imaginaria que se despliega Letr as, Octubre-Diciembre 2010 •

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Clínica en la alternativa “o él o yo”, y que no parece dejarle otra salida que la huída de la escena. A pesar de ello, dice sentirse cada vez mejor, ya casi no acude a casa de sus padres, lo que le proporciona un sentimiento de liberación. No obstante, últimamente ha erigido una serie de medidas defensivas para contrarrestar la “inf luencia”. Por ejemplo, su nueva casa queda cerca del Retiro, pero evita pasar por allí porque lo asocia con el campo, con su época mala. Los lugares se le cargan, parecen imantados por las experiencias que allí ha vivido, hay sitios en Madrid por los que no puede pasar porque lo retrotraen al período del colegio en el que tanto sufrió. Hace poco se encontró casualmente con un ex-compañero de colegio y eso le trajo recuerdos de aquellos tiempos, sintió que retrocedía, que iba para atrás, por eso a veces le gustaría irse de Madrid y empezar una nueva vida, para no toparse con las personas o los lugares que lo remiten a aquel período tan malo de su adolescencia. Cuando esto le ocurre siente una rabia espantosa, que esto le haya sucedido precisamente en una época donde “la persona se está formando”. Poco a poco las sesiones se han ido connotando como el lugar en el que Pedro va revelando sus secretos. Cada tanto cuenta alguna anécdota de algún compañero del colegio y se esfuerza en decir, no sin dificultad, su nombre y apellido, porque experimenta la sensación de que eso lo libera, poder decir cosas que ha ocultado siempre y que le pesan. Entonces relata un episodio que le da muchísima vergüenza, que nunca imaginó que pudiera contárselo a alguien. Cuando regresaron a Madrid sus padres compraron un piso y le hicieron una reforma que dejaron a medias, Pedro ignora porqué, tal vez por una cuestión de dinero. Lo cierto es que no había armarios y la ropa se colgaba en unas perchas que quedaban a la vista. En este punto me pregunta si yo creo que los colores influyen en los estados de ánimo, le respondo que no lo sé, que es posible. Venciendo 36 • Letr as, Octubre-Diciembre 2010

“SU ESTATUTO DE EXCEPCIÓN HA QUEDADO CONMOVIDO” una poderosa resistencia, palpable en sus gestos, en su tono de voz, Pedro cuenta que por aquel entonces no podía soportar que el baño fuera blanco, que eso lo sumía en un fuerte desánimo, de manera que decidió dejar de ir al baño y hacer sus necesidades en una botella y en una bolsa. Alguna vez su madre encontró una botella entre sus enseres, y en otra ocasión dejó una bolsa en la ventana que se cayó al piso de abajo. Cuando se dio cuenta fue a buscarla y puso la excusa de que era de un perro, el vecino le entregó la bolsa con los excrementos. Añade que es la cosa más fuerte que le ha pasado, “algo de psiquiatra”, añade. Cuando recuerda este período de su vida siente que está loco. Por lo que Pedro relata, su regreso a Madrid no fue menos traumático que su estancia en la sierra, al encontrarse con la casa rota, agujereada. Es como si hubiera habido un desencadenamiento en dos tiempos, en la partida y en el regreso. En ese punto se produce una suerte de regresión escatológica (el pis en una botella, la caca en una bolsa), en la que el sujeto parece no consentir en separarse de sus productos. Poco a poco Pedro comienza a experimentar una inquietud en el trabajo porque sabe que al salir vendrá a sesión, donde debe “hablar de verdad”. No quiere que allí sepan que acude a una psicoanalista, pero al mismo tiempo le incomoda sentir que les miente, como antaño le ocurría con sus compañeros de colegio. Esta significación inaugura un período de la cura en el que el sujeto maniobra todo el tiempo con el día y la hora de sus sesiones. Estas no deben coincidir con la jornada laboral, por eso me pide venir el sábado, incluso el domingo. Bajo este modo

repite en la transferencia su posición de “estar en la sombra”, con la diferencia que ahora manifiesta un deseo de que algún día pueda decir a sus compañeros que acude al psicoanálisis, deseo que queda proyectado en una asíntota hacia un futuro. Las sesiones van espaciándose porque se siente cada vez mejor, ya apenas va a ver a sus padres. También ha cesado su pregunta por su orientación sexual, ahora sabe que le gustan las chicas. A veces entabla relaciones a través de Internet, pero no aclara más, su sexualidad sigue permaneciendo en una zona velada. No pregunto nada al respecto porque en presencia de un agujero forclusivo, la prudencia aconseja no tocar los velos. Su carrera, las matemáticas, su trabajo, parecen ser el hilo que lo mantiene en el mundo. Al ausentarse durante un mes le escribo un SMS preguntándole cómo van sus cosas. Me responde: “Bien, doctora, con los agobios que tiene todo el mundo”. Desde entonces no he vuelto a saber más de él. Esta respuesta me induce a pensar que su estatuto de excepción ha quedado conmovido, y que su psicosis quizás se ha vuelto, por la mediación del análisis, una psicosis ordinaria, algo que la interrupción del análisis no nos permite comprobar. Pero parece legítima y plausible la aspiración a que una psicosis trabajada por la experiencia analítica, pueda tornarse, en el mejor de los casos, en una psicosis ordinaria. 

LA AUTORA Amanda Goya. A.M.E., Psicoanalista en Madrid, Miembro de la ELP y la AMP.Docente del Instituto del Campo Freudiano-NUCEP en Madrid.   email: agoyapinto@correo.cop.es

Referencias 1   J.Lacan. De un discurso que no fuera del semblante. Paidós, Buenos Aires, 2009, pg.24. 2   Ibíd., pg 31. 3   Ibíd., pg 31.


Clínica

Estrago Materno*

Textos: Graciela Sobral * Texto original de la autora. “Todas las mujeres se vuelven como sus madres. Esa es su tragedia”. Oscar Wilde, La importancia de llamarse Ernesto. En la clínica actual, especialmente en los llamados síntomas contemporáneos, encontramos con mucha frecuencia la figura del estrago. Desde el punto de vista fenomenológico el estrago se manifiesta como una relación particularmente intensa, ambivalente, donde se ponen en juego de distinta manera el amor, el odio, la envidia, la rivalidad y las demandas imposibles de satisfacer. El sujeto afectado por el estrago queda en una posición subjetiva en la que la vía del deseo se encuentra particularmente obstaculizada. De hecho, en los casos más graves, muchas veces resulta difícil establecer el diagnóstico clínico porque las dificultades con la palabra y el deseo sugieren la posibilidad de que esté en juego la estructura psicótica. Podemos considerar la relación estragante entre la madre y la hija

como aquella en la que la madre, en lugar de transmitir la falta y dar lugar a la vía del deseo, fija a la hija en una posición de goce. ¿Por qué la hija, en particular? Para responder a esta pregunta debemos retrotraernos al Edipo de la madre y a su posición en relación a la castración. El hijo viene a colmar el anhelo fálico de la madre y el hijo varón, provisto de pene, encarna mejor dicho anhelo. Además, la hija, en tanto que mujer evoca en la madre la relación con su propia madre y suscita aquellas cuestiones inherentes al hecho de ser mujer y la feminidad. Es decir que cuando hablamos de estrago materno nos estamos refiriendo a algo que pasa fundamentalmente entre dos mujeres, madre e hija, pero no lo nombramos usando las palabras mujer o femenino, sino madre. Una de las cuestiones que quisiera poner de manifiesto a lo

largo de este artículo es que dicho estrago materno funciona como un velo que cubre la cuestión hombremujer y/o la cuestión femenina. Freud En relación a Freud interesa tener en cuenta dos aspectos: 1.- Es en sus artículos más tardíos, a partir de los años 30, cuando descubre la gran importancia que tiene la relación primera entre la niña y la madre. Hasta ese momento consideraba que el Edipo de la niña comenzaba en relación al padre, en una suerte de equivalencia inversa con el masculino. Interrogándose a lo largo de toda su investigación por el misterio de lo femenino, encuentra algunas respuestas cuando descubre el lazo amoroso primigenio entre la niña y la madre. Freud descubre que hay una disimetría fundamental. El niño sale del Letr as, Octubre-Diciembre 2010 •

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Clínica Edipo por el complejo de castración. Frente al descubrimiento de las diferencias sexuales anatómicas, es decir, que el pene puede faltar, el niño hace una elección de tipo narcisista, en beneficio de su integridad amenazada. La niña, en cambio, se encuentra de entrada castrada y hace responsable a la madre de esa falta (fálica) que padece, con lo cual la relación se torna hostil y llena de reproches. Esto la lleva a dirigirse en segundo término al padre, entrando en el Edipo. Sin embargo, la relación primera y fundamental, tanto del niño como de la niña, es con la madre. 2.- En su último artículo, Análisis terminable e interminable, Freud plantea que la experiencia del análisis topa con un obstáculo insalvable que llama “roca de la castración” y que constituye tanto en el varón como en la mujer un rechazo de la feminidad. En el caso de la mujer se manifiesta como penisneid, envidia del pene y determina en la niña una posición de envidia y reivindicación frente a lo que el otro tiene y ella, no. Freud habla del penisneid como un destino de la niña, que nunca va a dejar de demandar o exigir. Penisneid Para indagar algunas cuestiones en torno al penisneid, tema fundamental para pensar el estrago materno desde el punto de vista edípico freudiano, podemos tomar dos artículos: Algunas consecuencias psíquicas de las diferencias sexuales anatómicas, de 1925 y La sexualidad femenina, de 1931. En Algunas consecuencias, Freud plantea que la niña, frente al descubrimiento de la diferencia sexual, cae presa de la envidia fálica. Dice: “lo ha visto, sabe que no lo tiene y quiere tenerlo”1. Hasta ese momento la niña tenía una actividad fálica de tipo masculino que tomaba a la madre como objeto. Frente al descubrimiento de las diferencias sexuales, la niña se aparta de la madre por todo lo que no le dio, con una gran hostilidad. El penisneid constituye un operador que puede funcionar como una báscula entre la posición activa de la niña en relación a la madre y el camino a la feminidad freudiana. 38 • Letr as, Octubre-Diciembre 2010

“EL PENISNEID CONSTITUYE UN OPERADOR QUE PUEDE FUNCIONAR COMO UNA BÁSCULA...” Freud dice “a partir de este punto arranca el complejo de masculinidad de la mujer… que debe superar”, luego dice “la envidia fálica debe ser absorbida por la formación reactiva del complejo de masculinidad”2. El penisneid, entonces, puede ser el operador que permita pasar de la orientación a la madre a la demanda al padre, es decir, puede funcionar como una vía para que la falta, simbolizada, permita a la niña orientar su deseo o, por el contrario, puede ser el lugar donde se fije una posición reivindicativa o de renegación en relación a la falta fálica. Unos años más tarde, en 1931, Freud mostrará tres caminos posibles para la niña a partir del complejo de castración, éstos son: el apartamiento general de la sexualidad, el segundo supone una “tenaz autoafirmación de la masculinidad amenazada” y “sólo una tercera evolución…conduce a la actitud femenina normal, en la que toma al padre como objeto y alcanza la forma femenina del Complejo de Edipo”3. Podríamos decir que la niña, según su constelación subjetiva, puede utilizar el penisneid como un operador, un instrumento; o puede quedar más fijada en la reivindicación al Otro por lo que no le dio. ¿Podemos pensar la “tenaz autoafirmación de la masculinidad”, la segunda salida freudiana, en relación a la posición de la niña que ha quedado atrapada en las redes del penisneid? Freud dice al respecto que “el complejo de masculinidad… puede desembocar en una elección de objeto manifiestamente homosexual”4, sin embargo creo que también es posible interpretar la

“autoafirmación de la masculinidad” como la dificultad para aceptar la separación del Otro materno, para abandonar la posición fálica activa y masculina. En este caso, la hostilidad hacia la madre, en lugar de ser un motivo para la separación (según el pensamiento de Freud), puede ser una forma de alienación al deseo del Otro bajo una forma hostil. Así la niña permanece vinculada a la madre por una demanda que no encuentra su objeto y que se traduce en un fuerte vínculo de envidia, celos, rivalidad y la exigencia, bajo múltiples formas, de un absoluto imposible. Debemos distinguir, entonces, entre separación de la madre y hostilidad porque la niña puede estar fuertemente ligada a la madre bajo la forma de la hostilidad. Amor y goce Lacan en el Seminario V realiza una importante relectura del Edipo freudiano y el penisneid y, a partir del Seminario XVII, abrirá una vía en la roca de la castración planteando un más allá del Edipo. En sus últimos seminarios se consagra a dilucidar la cuestión de un goce no fálico que sitúa del lado de la posición femenina, que resultará fundamental para intentar esclarecer el complicado tema de la subjetividad y el goce de la mujer. Dentro de las consideraciones edípicas, para la niña, el amor es lo que mejor compensa la falta fálica (porque el Otro que la ama le puede dar lo que le falta) y por amor puede renunciar a la satisfacción pulsional (para garantizarse el amor del Otro). En términos de Lacan, la relación sexual no se puede escribir porque falta el significante de la mujer (La Mujer no existe). El significante fálico no inscribe totalmente a la mujer ni nombra su goce, o no todo su goce, por lo que Lacan dice que la mujer es no-toda o está no-toda bajo el significante fálico. El amor, por lo tanto, constituirá tanto la vía para la compensación fálica, como la vía para que la niñamujer encuentre las palabras que la nombren en su ser (ya que no hay un significante que lo nombre) y


Clínica consecuentemente pueda ser acogida en el lugar que le de el Otro de la palabra de amor. De esta manera, el amor permite una conexión con algo que es del orden del ser, de la falta en ser, ya que, como hemos dicho, esta es una cuestión que en la mujer el falo no termina de resolver ni del lado del significante ni del lado del goce. Como señala J-A. Miller en El partenaire-síntoma, frente al carácter contable del goce masculino, “para la mujer, el carácter en cierto modo ilimitado se encuentra a nivel del significante bajo la forma de la demanda de amor.” “…el carácter no circunscrito del goce (de la mujer) presenta la misma estructura que encontramos en la demanda de amor como absoluta, como infinita… puesto que ella se dirige al ser. La demanda de amor deja al desnudo la forma erotómana: “que el otro me ame”. 5 La relación madre-hija Lacan, en el Seminario XVII, dice que el deseo de la madre siempre produce estragos. ¿Por qué la madre resulta estragante, especialmente para la hija mujer? Decíamos al comienzo que la hija satisface menos el anhelo fálico de la madre. Puede haber decepción del lado de la madre frente a la niña que no cumple totalmente con su expectativa fálica, que no es todo lo que ella quería. Pero, ¿es solamente la decepción fálica la que se pone en juego? En el estrago materno se trata del goce fálico y de un goce no regulado por el falo, un goce vinculado a la falta del significante de la mujer (S (A) tachado). Hablamos del estrago que produce la madre, que es una mujer; es decir que se trata de algo que tiene relación con la madre y con la mujer, algo que no queda subsumido por la maternidad, por la salida edípica femenina. La madre en tanto mujer, estructuralmente, no puede transmitir qué es ser mujer porque no existe la escritura de La Mujer. En la mujer hay una vinculación con ese vacío que puede tomar su aspecto más mortífero como exceso, capricho, sinsentido, locura, demanda insaciable de responder a

aquello que no tiene respuesta. Algo de esto se pone en juego entre la madre y la niña en el estrago. Porque la exigencia imposible de satisfacer no se refiere sólo a la falta fálica sino a la falta en ser. Si la falta en ser es consustancial al ser humano, en la mujer es una cuestión que se complejiza por su relación con el falo, que no regula todo su goce ni nombra su ser. Ya Freud tiene la intuición de que no todo lo que ocurre entre la madre y la niña se puede explicar en relación al falo cuando dice, en La sexualidad femenina, “los motivos (dados) para el desprendimiento de la madre… nos parecen insuficientes para justificar la hostilidad resultante”6. Del lado de la niña, como hemos visto en los primeros apartados, ella también puede quedar capturada por la decepción frente a la castración del Otro materno y perseverar en el reclamo de que el Otro no esté castrado por medio de la reivindicación de lo que no le fue dado (penisneid). En cuanto a ese goce no regulado, ¿de qué manera incide en la niña? Ese goce mortífero, vinculado a algo fallido o insoportable de la feminidad, marca a la niña en su cuerpo y en su subjetividad. Algo de esto se puede ver en un fragmento clínico: Ángela vive sola con su madre desde que nació, su padre murió durante su gestación. Consulta a los 15 años porque tiene muchas dificultades con las compañeras de colegio (celos, rivalidad) y no tiene amigas. Aunque comienza desgranando esas dificultades, el diálogo analítico la lleva a explorar la inseguridad y el deseo de dominio que se ocultan tras la envidia y los celos y a continuación habla de

“LA MADRE EN TANTO MUJER... NO PUEDE TRANSMITIR QUÉ ES SER UNA MUJER...”

la relación con su madre como un tormento: se controlan mutuamente pero no se aguantan, no conversan y, en su lugar, pelean a diario con mucha violencia. Surgen una serie de contradicciones en relación a su madre: no la soporta pero tampoco soportaría que tuviera amigas o novio, la quiere sólo para ella; sin darse cuenta todavía de que eso la condena a que tampoco haya nadie para ella. Hablar primero del odio y luego de la vergüenza que siente en relación a su madre (“mi madre no me gusta, no soportaría parecerme a ella”) permite que el lazo pasional entre ellas comience a pacificarse. Simultáneamente y con dificultad, logra hacer algunas amistades y actualmente se pregunta por el temor que le suscitan los chicos. ¿Cómo estar con un chico y soportar que ocurra algo que implique al cuerpo? Esta pregunta inaugura un momento diferente. En las peleas cotidianas y violentas entre madre e hija podemos ver una escena de rivalidad imaginaria, destructiva, sin mediación simbólica, donde reina un exceso que no tiene regulación y que ella va a encontrar por la vía del diálogo analítico. Ángela ha pasado de la relación de exclusividad mortificante con su madre a poder comenzar a interrogarse sobre su interés por los chicos y por lo que la concierne en su cuerpo de joven mujer. Podemos ver en este fragmento algo de la idea expresada al comienzo del artículo: el estrago funciona como un velo en relación a la dificultad para el encuentro con el Otro sexo. Lo que muestra la clínica En el caso que voy a comentar la función del velo tomó tal potencia que constituyó una verdadera dificultad en la dirección de la cura: la paciente era incapaz de considerarse a sí misma como sujeto. Paloma consulta porque su hija de 18 años, la menor de dos hermanos, está deprimida y eso le suscita una angustia insoportable. Una de las dificultades de este caso consiste en el interés exclusivo de la paciente por su hija: sólo puede hablar de ella. Esto muestra, a su vez, lo arduo que Letr as, Octubre-Diciembre 2010 •

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Clínica le resulta encarar su propia subjetividad. Después de tres años de tratamiento se pudo establecer un diagnóstico de neurosis. Es un caso donde se ve la implicación de tres generaciones en la transmisión del estrago. La madre de Paloma prefería claramente a sus hijos varones y maltrataba a Paloma desvalorizándola, no teniéndola en cuenta o utilizando para referirse a ella epítetos poco cariñosos (fea, gorda, tonta). Paloma vive atormentada entre las exigencias desmedidas de su madre, de las que no puede sustraerse y el malestar de su hija, de la que no puede apartar la mirada. Hasta la irrupción de este problema, ella no tenía síntomas sino un despliegue fantasmático con tono depresivo y leves irrupciones de angustia, pero la depresión de su hija se transforma en su síntoma y pone al descubierto el lugar que ésta ocupa. Paloma es una madre de imperativos silenciosos, de dolor y sacrificio, a quien su propia vida no le importa y, a partir de esto, en contra de lo que ella misma imagina, ofrece a su hija un legado de muerte. Quisiera señalar dos momentos de esta cura. El primero le permite situarse de manera distinta frente a su hija y el segundo, plantearse una interrogación que la concierne como mujer, no como madre. Su hija está peor y Paloma quiere que consulte con un especialista. Siempre le habló desde los imperativos y nunca logró acercarse a ella, esta vez encuentra otra manera: le habla a partir de su propio sufrimiento y desde las reflexiones que ha podido hacer en este tiempo de tratamiento. Esta manera de hacer contrasta con la posición superyoica anterior y muestra alguno de los cambios que conlleva para ella cierta admisión de la falta. Finalmente, al cabo de un tiempo, consigue que su hija consulte con un psicoanalista. En el segundo momento entra en escena el marido de Paloma. Éste se enfada con frecuencia con su hija y deja de hablarle. Paloma se incluye en el enfado y le pregunta “¿Por qué no nos hablas?”. Frente a la pregunta de la analista por el plural “nos”, que 40 • Letr as, Octubre-Diciembre 2010

“LA DEPRESIÓN DE SU HIJA SE TRANSFORMA EN SU SÍNTOMA” la sorprende, se da cuenta de la dificultad para pensar la relación con su marido por fuera de su hija. Dice: “cuando él se enfada con mi hija, siento que se enfada conmigo, mi hija me necesita, tengo que protegerla… ella está siempre presente para mí. ¡En quien no pienso hace mucho tiempo es en mi marido!”. Ahora ha podido empezar a desplegar algo de la dificultad para situarse frente al partenaire, mostrando que en la relación con el hombre ha tomado la misma posición que frente al Otro materno

estragante, si bien esto estaba oculto por la relación con la hija-tapón. Tanto en este caso como en el de Ángela vemos que el estrago anuda de la peor manera a la madre y la hija. En el caso de Paloma, ella se muestra como hija y como madre, dejando de lado su posición sexuada femenina y su deseo en los términos más generales (trabajo, amigos, aficiones, etc.). Estos casos muestran, además, las dificultades en la dirección de la cura ya que la entrada en análisis requiere la admisión de la división subjetiva que las características propias del estrago obstaculizan. El sujeto se presenta en una posición de goce, generalmente como víctima de un maltrato, que es muy difícil dialectizar porque ese goce le da su ser. En cualquier caso, aunque la cura llegue a su término, habrá algo estructural del estrago que permanecerá como un resto. 

LA AUTORA Graciela Sobral. A.P., Psicoanalista en Madrid, Miembro de la ELP y la AMP. Docente del Instituto del Campo Freudiano-NUCEP, Madrid. email: gsobral@telefonica.net

Referencias 1  S. Freud, Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia sexual anatómica (1925), Obras Completas, Tomo III, Ed Biblioteca Nueva, Madrid, 1968, pag. 486 2  Ibid., pag 486, 487 3  -S. Freud, Sobre la sexualidad femenina (1931), Obras Completas, Tomo III, Ed. Biblioteca Nueva, Madrid, 1968, pag. 522 4  Ibid. 5  J-A. Miller, El partenaire-síntoma, Ed. Paidós, Bs.As., 2008, pag. 415 6  S. Freud, Sobre la sexualidad femenina, ibid., pag 526 Bibliografía M-H. Brousse, Una dificultad en el análisis de las mujeres: el estrago de la relación a la madre, Cuadernos de Psicoanálisis Nº 28, Ediciones Eolia, Bilbao, 2003 M. Goldenberg, De astucias y estragos femeninos, en De astucias y estragos femeninos, Grama Ediciones, Bs.As., 2008 R. Goldman, De la lógica del todo al no-todo, en De astucias y estragos femeninos, ibid. Editado y corregido por Gabriela Medin y Julia Gutiérrez Arconada


Los puntos sobre las íes*

Clínica

Textos: Ana Lía Gana * Caso presentado en las II Jornadas del Centro Psicoanalítico de Consultas y Tratamiento de Madrid, CPCT-Madrid: “De qué padecen los jovenes de hoy”, 21 de Junio de 2008. En primer lugar quisiera comentarles cuál es el origen de este dicho. Durante el transcurso del siglo XVI, fueron introducidos los caracteres góticos en la escritura común. Entonces, los copistas -importantísima profesión en esa época- adoptaron la práctica de poner un pequeño tilde sobre la i minúscula, para evitar que la presencia de dos de estas letras seguidas fuese confundida con una “u”. Con el correr del tiempo, este concepto fue desplazado por el que tiene la frase en la actualidad, es decir, el de ejecutar todo muy detalladamente, sobre todo lo que normalmente se hacía de manera imprecisa, aunque entre nosotros suele aplicarse a la persona que siente la necesidad de aclarar determinada situación porque prefiere las cosas transparentes. Es decir que antiguamente se escribían dos íes y luego se las reemplazó por una i con tilde para que no se

confundiera con una u. Podríamos decir desde el psicoanálisis que fue un intento de reducir el malentendido. Y para entrar más en tema diré que es así como se presenta esta paciente: con un malentendido. El caso que presento es el de una joven madre que consulta en el CPCT 1 demandando tener “más seguridad para poner los puntos sobre las íes a su hija de 16 años”. Estas Jornadas versan sobre los jóvenes, y entonces se preguntarán ustedes por qué presento este caso. Veremos su pertinencia y la operación que realiza el CPCT. Llamaré a esta mujer I mayúscula no sólo porque es la vocal con que comienza su nombre sino porque la cuestión de su nombre tiene su peso y se revelará a lo largo de la cura. Tenemos a I y a su hija, tenemos entonces I mayúscula e i minúscula, pero en definitiva tenemos dos íes.

Remarco esto porque I mayúscula se presenta en la misma posición que i, su hija. Y esto tiene efectos sobre la joven, por cierto bastantes catastróficos. Todo se desencadena a partir de un acto en el que la hija, empuja y tira del pelo a la madre. Entonces llegados a esta situación, la madre, decide ante la impotencia para ejercer una autoridad, recurrir a un tercero superior, y para ello denuncia a su hija y luego se dirige a salud mental para ser atendidas ambas. Esto transcurre en el mes de octubre. A partir de aquí la relación se va tranquilizando y es en el mes de febrero cuando llega la vista en los juzgados, se presentan las dos y a la hija le aplican una medida cautelar: una orden de alejamiento, razón por la cual pasará a vivir con los abuelos maternos. Al poco tiempo, los abuelos se dirigen al juzgado para decir que Letr as, Octubre-Diciembre 2010 •

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Clínica ellos no se pueden hacer cargo y la joven deberá ingresar en un centro. Entonces la madre se hace presente y ambas se dirigen al centro en cuestión, y les dicen que éste es un centro para jóvenes sin hogar y las mandan a casa. Luego de este periplo la hija retornará a la casa materna. Después de esta situación la madre se dirige al CPCT. Las dos viven solas desde que I se separó de su marido cuando la hija tenía dos años. El padre dejó de ver a la hija progresivamente, y desde hace dos años que no lo ve, sólo se ocupa de mandarle la pensión. Relatando esto la madre dice “me siento una niña desde que me he separado”. “Dos niñas pegadas”, señala la analista. La madre se queja de que su hija no hace nada, no se mueve, no estudia ni trabaja. Ella, dirá: “debe hacer algo, aunque sea que trabaje de puta”. Esta es la intervención del analista: “Usted manda a su hija a lo peor”. Ella contesta “que es un decir”. La analista dirá: “Lo que usted dice tiene consecuencias para su hija”. En otra sesión comenta que dejó a la hija sola durante un fin de semana y que ésta se fumó algo que le ofrecieron y que al beber alcohol se sintió mal y pidió a sus amigos, compañeros de botellón, que llamaran al Samur. La madre había expresado un mensaje extraño: “Cuando bebáis, si os sube la temperatura, id al hospital que allí atienden muy bien a los jóvenes”. Vemos que esta madre tiene dificultades para hacerse cargo de su hija y para trasmitirle ciertos límites. En esta línea afirma que su hija ha perdido sus papeles, el DNI, el pasaporte y la tarjeta del paro. Le respondo que su hija está en una situación muy delicada y que debe acompañarla a hacer los trámites, me dirá que ella trabaja y que a su hija no la va a encontrar. Me pongo firme y le digo que tiene que ocuparse de esta hija. Basta de pretextos. A partir de esta intervención, I que ha empezado a cuidar de su hija, viene con otro semblante, más tranquila y serena en su decir. Se ha dado cuenta que esta joven depende 42 • Letr as, Octubre-Diciembre 2010

“ES LA POSICIÓN DEL OTRO LA QUE VA A PERMITIR AL JOVEN ORIENTARSE O DESORIENTARSE” de ella y ha comenzado a actuar más responsablemente. Al final, dirá que ella se había salido del camino y que ahora ha vuelto a él gracias al CPCT, que a ella no la atendieron en el Centro de Salud y que estaba perdida. Ahora, sabe la paciente que la I lleva un punto y que hay que ponérselo. “Bueno”, dirá, “la I mayúscula no lleva punto, pero de todos modos la i lleva punto y hay que ponérselo”. A I mayúscula le faltaba un punto, que la llevaba a una deriva sin rumbo. Se produce una rectificación, ella que venía pidiendo más seguridad para poner los puntos sobre las ideas a su hija, se da cuenta que era ella la que estaba en falta. Así concluimos, no sin antes brindarle para más adelante una entrevista de seguimiento para ver cómo van las cosas.

Se trata entonces de una madre y una hija que se encontraban en una relación especular, es decir de igual a igual, de tú a tú. Vemos que esta mujer no se encontraba en posición de madre y el acto de la hija viene a mostrar la rivalidad entre ellas. El punto de partida es el de una madre desorientada que se dirige a un tercero superior, la justicia para que ponga orden, lo cual complica más las cosas. Recurrir a la justicia no siempre es suficiente. Lo que falta es un tercero simbólico que medie entre las dos, el CPCT fue ese tercero que acomodó las cosas de otra manera. El interés de esta viñeta es el de mostrarnos que los jóvenes, ésta joven, no son sin el Otro que los precede y que es la posición del Otro la que va a permitir al joven orientarse o desorientarse. En los actos de los jóvenes hay un llamado al Otro para que intervenga, hay un pedido de legitimación de los lugares. Y es responsabilidad del adulto jugar este papel. Vemos en este caso que hay una trasmisión fallida, el padre no cuenta y la madre estaba en la posición de otra joven mujer. No podía poner los puntos sobre las íes a su hija, porque le faltaban a ella misma. Como dice Lacan los llamados adultos no siempre son personas mayores, como en este caso se trataba de dos jóvenes en disputa. 

LA AUTORA Ana Lía Gana. A.P., Psicoanalista en Madrid, Miembro de la ELP y la AMP. Responsable del Grupo de Investigación Clínica de lo Femenino -Nucep, Madrid. email: ganacoanli@gmail.com

CPCT, son las iniciales que corresponden al Centro Psicoanalítico de Consultas y Tratamiento, dispositivo de atención público y gratuito, puesto en marcha por la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis en Madrid, que desarrolló su labor entre los años 2006 y 2009. Nota del Editor.

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Un hombre en reserva*

Clínica

Textos: Oscar Caneda Imágenes: Fabio Cabrera *Caso presentado en las Jornadas PIPOL IV: “Clínica y pragmática de la desinserción en psicoanálisis”, Barcelona 2009. Una y otra vez constatamos lo importante que es para cada ser hablante pertenecer a un grupo, a una familia, a una asociación. Pero cuando el sujeto pierde su pertenencia, sufre las consecuencias de lo que entendemos como “desinserción social”, con la privación de los vínculos y de los recursos simbólicos que le asistían. Intentaré mostrar cómo un sujeto hace la demanda al CPCT-Madrid en unas condiciones que dan cuenta de una importante desconexión con el medio, en una posición de objeto, que se desencadena en su ciudad de origen, y continúa con una migración a España. Se trata de un hombre de 60 años, inmigrante desde hace 3, que llega al CPCT a partir de una investigación y rastreo en internet que le permiten localizar el centro, al que demanda atención porque tiene “mucha ansiedad”.

Cuando le pido que me explique de qué se trata, manifiesta que siente una gran soledad y ansiedad y dice “soy una esponja que absorbe todo, y estoy en paro desde hace un año”. Le cuesta enumerar los motivos. Su discurso es barroco, confuso, metonímico, lo cual, sumado a una mala pronunciación y bajo tono de voz, hacen difícil comprender lo que dice. Sin embargo aclara: “no hago lo suficiente para estar mejor”, y trata de explicar qué cosas son motivadas por él y cuáles por el Otro. A raíz de esto, comenta que la situación de crisis económica y social

en su país de origen desencadenó en él un estado de “deriva”: sentía que su madre enfermaba y envejecía, que su hija se “perdía”, todo ello sumado a la separación de su compañera, madre de su única hija, ya mayor. Por ello, él vivía una sensación de “contracturas y precariedad”. Su referencia en Madrid es una mujer, M, que conoció tiempo atrás en su país y con la que mantuvo un romance, situación que continúa aún hoy en un débil y frágil lazo. D llegó a Madrid con una visa en calidad de investigador, se instaló con escasos recursos, trabajando malamente en

“LA SITUACIÓNDE CRISIS ECONÓMICA Y SOCIAL EN SU PAÍS DE ORIGEN DESENCADENÓ EN ÉL UN ESTADO DE “DERIVA”

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“LA CLÍNICA DE LA DESINSERCIÓN NOS MUESTRA LAS CONSECUENCIAS QUE TIENE PARA UN SUJETO LA RUPTURA DE LOS LAZOS SIMBÓLICOS CON EL OTRO SOCIAL COMO EFECTO DE SU PRECARIEDAD SUBJETIVA” su medio durante dos años; cuando acude al CPCT-Madrid hace un año que está en paro. En este contexto se produce un gran deterioro: le estafan al vender su casa y le despiden de su trabajo. Dice: “he sido expulsado por la crisis”, pues, aunque siempre había tenido la “idea de salir”, junto a esta idea aparecía la posibilidad de “realizar un proyecto familiar en España”. Me explica que guarda desde su llegada a España la “expectativa de ganar dinero, hacerse una posición y armar nuevamente una familia con su madre, su ex mujer y su hija”. Se trata de un proyecto familiar donde el sujeto intenta anudar tres generaciones, en un familiarismo delirante. Su ex mujer y él han llegado a ser “como hermanos del alma”; son amigos, cómplices, se sostienen mutuamente en varios aspectos, sobre todo en relación a la hija. Los efectos de esta crisis empujan ahora a D a salir del país 3 años después, no sin haber dejado antes bien colocada a su hija. Cree que debe irse de allí, a pesar de que siempre se sintió exiliado en su propio país. A ello se suma su gran dificultad para “cortar las relaciones”, como, por ejemplo, la que mantiene con su familia, a la que llama a diario. En las primeras entrevistas aparecen algunos datos de sus antecedentes familiares: a sus 5 años emigran, su padre “sale despavorido” a otro país y comienza allí una secuencia de encuentros y desencuentros familiares, donde vive alternativamente con sus padres y con unos tíos maternos, que le envían de nuevo a su país. Esto deja en el sujeto una sensación de abandono, acompañada simultáneamente de una idealización del padre, quien “de la nada levantaba 44 • Letr as, Octubre-Diciembre 2010

un imperio”, aunque también “así como lo levantaba, lo destruía o no lo podía sostener”. Siente que nunca pudo juzgar a sus padres, ni hablar de esas ausencias, de las razones por las que “lo apartaban” de la familia. El padre del paciente viajó “de un día para otro” a Centroeuropa y él nunca supo el motivo de este viaje repentino. Las historias familiares son confusas, él cree que el padre huía por problemas económicos al no poder sostener la caída de algún negocio. A los 6 meses el padre les reclama a él y a su madre; se encuentran en un tercer país, donde viven varios meses, hasta que se trasladan definitivamente a Centroeuropa. Allí pasa un año más con ellos, hasta que “un soplo al corazón”, agravado por la situación geográfica de altura del lugar, y la precaria situación de los padres, obliga que a los 7 años lo envíen a vivir con unos tíos maternos, en el momento de su comienzo escolar. A los 8 años regresa con sus padres y al año lo vuelven a enviar a su país, esta vez desconociendo el motivo. Años después cuando D interrogó a su madre, ella había olvidado los hechos. La tercera época y más larga que va de los 13 a los 19 años vive nuevamente con sus padres. Es la etapa más feliz que el sujeto recuerda, hizo amigos, había una buena situación económica en la familia, los padres tenían un gran grupo de amigos con los que se veían y visitaban. Cuando a los 19 años ingresó en la Universidad, su padre enfermó gravemente, y decidieron volver al país de origen. Regresan con un padre enfermo, deteriorado y que ocasiona grandes gastos por su atención médica, “usamos todo el dinero que habíamos logrado llevar

de Centroeuropa”, recuerda, hasta su fallecimiento. Más adelante D hace referencia a un libro que escribió en su país y que trajo bajo el brazo, aún no sabía qué hacer con él. Me intereso por ello. D relata que lo redactó en una época muy productiva de trabajo, durante la convivencia con la madre de su hija; es un libro que trata sobre docencia y arte. Le hago notar que ese libro es importante en su vida. Se sorprende y se alegra. En la siguiente entrevista me dice que lo ha presentado en una entidad oficial, el libro gusta y se le propone un proyecto. No faltan las alusiones a cómo extraña a su hija, y a lo que debe hacer por ella. Le señalo que a su hija ya le transmitió todo lo necesario para que fuese una mujer, hay suficientes muestras de ello. Ahora debe ocuparse de él, continuar armando la red en la ciudad donde quiere vivir. Al poco aparece preocupado, ya que la entidad que se interesa por el libro no se pone en contacto con él. Es Navidad, él sabe que todo se retrasa en esa época, pero duda, aparecen los sentimientos de abandono y de olvido del Otro. Intervengo para decirle que debe llamar, insistir, que lo conversado con la entidad y su proyecto revisten importancia. El paciente acaba llamando, este movimiento relanza el proyecto, que está en curso. D relata una pesadilla, donde aparece M. Ella dice “ven”, pero él no puede moverse, está paralizado y no le responde. En esa relación las cosas no cambian, él siente que está de “reserva”, “no me suelta, pero no me tiene”. La fórmula de la estructura familiar se repite, el Otro no lo suelta, pero no lo toma del todo, el estar de “reserva” se significa así para el sujeto. Las referencias que da D de su relación tanto con su ex pareja como con M me inclinan a no intervenir en lo concerniente a su posición con su partenaire, quedando privilegiada entonces la vía del síntoma, es decir, el intento del sujeto de tener al Otro, de insertarse en el Otro, en este caso por la vía de la escritura.


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Bomberos de San Pablo, fotografía de Fabio Cabrera, San Pablo, Brasil, año 2007

En otra oportunidad aparece el relato de una semana de “vivencia de la precariedad”: vence el visado, no tiene dinero, ni seguro médico. Todo ello lo “desmorona”. Le digo que él es un superviviente, que se las va a arreglar, ya ha salido de situaciones peores y encontrará una solución a todo ello. Esta intervención, se comprobó a posteriori, que tuvo un efecto de nominación, reforzando la vertiente fálica. Podríamos caracterizar al sujeto como afectado por una “precariedad simbólica”, es decir, que está débilmente protegido por lo simbólico, y esto provoca en ciertos pasajes de su historia una cierta “precariedad social”, como efecto de sus rupturas, y la sensación de caos, alrededor de diversas experiencias traumáticas que carecen de sentido y que irrumpen de la peor manera. Por otro lado, hay marcas de ello en el cuerpo: el soplo, la contractura, son síntomas como acontecimientos del cuerpo, aunque son síntomas que

no le interrogan, el sujeto los siente como “algo ocurrido”. La clínica de la desinserción nos muestra las consecuencias que tiene para un sujeto la ruptura de los lazos simbólicos con el Otro social como efecto de su precariedad subjetiva, tal y como le ha sucedido a D, con la pérdida de sus referentes, su familia, su hija, el trabajo, la estafa, la crisis social, su propia crisis y el exilio. En otra sesión viene a decirme con entusiasmo que se cerró el trato con la entidad oficial para comenzar el nuevo libro, tiene un mes para hacerlo, cree que puede, sobre todo está el aliciente de que ganará dinero. En la misma cita le proponen un nuevo proyecto: hacer otro libro con otra temática que él compilaría. Este proyecto es a largo plazo, ahora tiene que buscar otro trabajo para pagar sus cuentas actuales, pero no quiere dejar pasar más tiempo para decir que le hace muy bien venir al CPCT, que parece que las cosas se mueven. El tratamiento sigue en curso.

En conclusión, es interesante resaltar que el sujeto, aunque sufre una situación de precariedad subjetiva y social, ha conseguido una visa como investigador para entrar en España. Es decir, que cuenta también con vías sintomáticas en las que apoyarse: su relación con la escritura y con el saber, bajo la nominación de “investigador” y de “superviviente”. Y aunque el sujeto se presentó inicialmente bajo el signo de la precariedad subjetiva, más bien del lado del objeto, identificado a un objeto degradado, el encuentro con un analista le ha permitido recuperar cierto uso del síntoma. 

EL AUTOR Oscar Caneda.A.P., Psicoanalista en Madrid, Miembro de la ELP y la AMP. email: oscarcaneda@gmail.com Letr as, Octubre-Diciembre 2010 •

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Un corte que marque*

Textos: Josefa Rodríguez Imágenes: Joana Croft *Caso presentado en el Seminario del Campo Freudiano de Madrid en enero de 2009. Se trata de un sujeto anoréxico que se presenta con enormes dificultades para entrar en el discurso, dominado por una satisfacción que no le remite a un Otro. Atracones, vómitos, anorexia, cortes en el cuerpo y, sobre todo, dificultades en el decir, constituirán el principal escollo en el trabajo analítico con una joven adolescente que atiendo en el marco de una unidad de Salud Mental. El caso muestra cómo el discurso analítico permite operar a pesar de estas dificultades, abriendo la dimensión de la palabra, recortando un goce mortífero y peligroso, al mismo tiempo que algo se va anudando en el sujeto, como indica la propia evolución del caso. Presentación del Sujeto M es una adolescente, de tez pálida, rasgos dulces y melancólicos a quién le cuesta tomar la palabra. Presenta 46 • Letr as, Octubre-Diciembre 2010

un cuadro de anorexia-bulimia y una problemática importante alrededor del cuerpo desde hace cuatro años. Viene derivada a nuestro dispositivo, por su pediatra, a propuesta de una asociación privada para el tratamiento de la anorexia y la bulimia donde estuvo tratada los últimos tres años, que plantea su ingreso en un Centro privado de Cataluña, al no satisfacerse los objetivos terapéuticos ambulatorios. Mientras espera plaza para ser ingresada, la asociación demanda a salud mental el seguimiento de la paciente, porque ya no saben que hacer. En este intervalo de espera, me encuentro con M y con unos padres angustiados, que no partidarios del ingreso, esperan que me pronuncie al respecto. Lo que ofrezco, en cambio, es un espacio semanal al sujeto para que pueda ir desplegando y tratando su malestar,

mientras vamos valorando la oferta más conveniente para ella. En la unidad, el psiquiatra que realiza la primera entrevista piensa que la paciente sufre un trastorno de la personalidad, en el que “más que los criterios físicos claros de anorexia, preocupan la inestabilidad emocional, desajustes impulsivos y perniciosos de la conducta alimentaria”. Los métodos purgativos, vómitos y laxantes, la han obligado a acudir a urgencias, por alteraciones hidrolíticas de considerable gravedad. Sin embargo, más preocupante todavía, es, a mi parecer, la posición melancólica en la que este sujeto se presenta, su inhibición silenciosa, sus recurrentes autolesiones y sobre todo, la evidencia de que algo no se mueve, no se significantiza en el sentido de la metáfora, ni se reduce en relación al goce.


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Fuentes, fotografía de Joana Croft, Porto, Portugal, año 2007

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“FRENTE A LA ANGUSTIA, NO PUEDE ENCONTRAR UN LÍMITE, UNA RESPUESTA QUE PERMITA UNA PERDIDA DE GOCE” M se provoca cortes en el cuerpo, son heridas que no da a ver al otro, las cubre con la ropa y con una muñequera. Duerme mal y poco desde los 13 años, siendo este, otro síntoma que se menciona en su informe de derivación, junto al retraimiento social, sentimientos de inutilidad y de culpa excesivos, algo que también voy verificando en las sesiones con ella. No hay transferencia en el sentido de la pregunta, de la interrogación, sino cansancio, vacío y ese afecto melancólico.

sensible a las críticas y a la mirada del Otro de quién teme “ser evaluada”. Su manera de ser le produce mucha rabia.”Soy un poco parada. Me cuesta entrar en una tienda de ropa y pedir una talla de más”. M pone en primer plano, un conflicto con el ideal, diciendo: “Me gustaría ser más comunicativa y habladora. Me quedo parada, invisible y observando”. A esta imagen negativa de sí misma, añade despistes continuos y torpeza con las manos, rasgos que comparte con el padre y que irritan a la madre.

Primeras entrevistas La historia reciente de M viene marcada por un “rechazo al cuerpo”. A los 13 años comenzó a padecer una anorexia restrictiva, tras iniciar un régimen de adelgazamiento en el que se acostumbró a “comer por gramos”, pesaba cada alimento que ingería. Desde entonces, alternan en ella, episodios anoréxicos y bulímicos, vomita a diario, toma laxantes, oscilando su peso entre 50 y 70 kilos, según el pico predominante del momento en que se encuentre y sin que este margen sea claro y preciso. Se presenta con un significante que invita a la interrogación: “parada”. La entrevista con ella no es fácil, le cuesta tomar la palabra, no sabe que decir. En una ocasión, toma el estribillo de una canción de Ismael Serrano, su cantautor preferido, para expresar lo que quiere transmitir en sesión: “Puede que todo siga igual, puede que todo no sea así”. “Me identifico con esa canción: principio de incertidumbre”. Desconoce la razón de su malestar, refiere estar cansada y desanimada frente a los tratamientos “Psi”.”Me han dicho demasiadas teorías acerca de mi problema. Llevo tres años de tratamiento, sin ver resultados”. Es

Historia y Desencadenamiento Sintomático De su infancia no dice mucho. Aplicada en los estudios, encarnó el papel de “la niña buena”. Nunca protestó, ni se reveló, se mantuvo siempre callada. No pone en relación su malestar con algún acontecimiento subjetivo o familiar. La separación de sus padres afectó más a la madre que a ella, que “tenía 5 años”. Recuerda ver a la madre mal, deprimida, incluso, mucho tiempo después. En la vida del padre, hubo otra mujer, pero ella y la hermana lo tuvieron siempre cerca. Esta situación de separación se mantuvo hasta que M cumplió los 12 años, momento en que los padres reanudan la relación, según dirá, “por nosotras”. La anorexia se desata en el momento en que el padre regresa a la casa familiar, ella tiene la regla y comienza con el régimen. Son acontecimientos que parecen sucederse, casi a la vez, siendo muy difícil establecer la secuencia. ¿Qué ocurrió en ese momento? Por un lado, emerge lo real de la pulsión, por otro, la relación madre-hija se modifica. Que el padre viniera, ¿es un duelo para ella? ¿Qué lugar ocupaba M para la

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madre?, son preguntas que me hago en ese momento. Se resiste a hablar, diciendo: “eso pasó hace mucho tiempo, sólo sé que era gorda”. No hay comentario alguno cuando trato de indagar lo que ella interpretó de ese momento, cuando el síntoma se desencadena. Tampoco se desprende de su discurso alguna queja referida a los padres, ni a la hermana; la menarquia, fue bien recibida, según su decir. Nada parece hacer enigma para ella, y la infancia, como un tiempo lejano para el sujeto, parece haber quedado borrada, recordando sólo ese: “era gorda y buena”. La madre se reconoce como una mujer muy exigente. “Con M, lo fui mucho”. “Era fácil obligarla, fue dócil”. “Peleábamos mucho en la época en la que el padre no estaba y esto fue lo que motivó al padre a venir”. Cuando nació su hermana, tenía dos años y medio. Los padres se definen como personas muy protectoras, añadiendo el padre: “Y además, sofocábamos cualquier atisbo de revolución”. La metamorfosis Llegan las navidades, la llaman de Barcelona, y dice que no al ingreso. No está nada convencida, sus padres tampoco, lo aplazan de nuevo. Se despide, por las vacaciones, con una queja: “Esta época es muy difícil para mí, por la comida”. A su regreso, me dice que hizo cosas buenas, y otras, no tan buenas. Pregunto por las buenas. “Lo mejor, leer la metamorfosis de Kaf ka. Me gustó la perspectiva del protagonista, Gregorio, convertirse en observador. Me sentí identificada con él en la frustración. Tenía una forma que no era la esperada, un aspecto desagradable para los otros. Al final, la familia pasa de él y acaba suicidándose”. A veces cree que está loca porque no encuentra normal lo que le pasa, que se haga esos cortes en el cuerpo, que tenga sueños repetitivos en los que come mucho, se atiborra y terminan no reconociéndola. Es como si no supieran quién soy yo. Si tuviera


Clínica que hacerme, dice en otro momento, me cambiaría, pero no sé qué”. Interrogada por su venida al mundo, sabe que vino esperada “varón”. “Sin la forma esperada”, señalo. Más adelante, la madre dirá, que vivió con cierta decepción esta noticia a los 5 meses de embarazo, mientras, el marido decidió esperar hasta el alumbramiento, “muy probablemente, dice la madre, también, la llegada de un varón”. Entre el vacío y el lleno M usa dos pantalones con los que vigila la oscilación de su peso, uno de la talla 44 y el otro de la 36. Cuando alcanza el límite superior 44, comienza a bajar hasta alcanzar la 36, cifra en la que cree sentirse mejor con ella misma y con los chicos. Una 36, le puede ayudar, según sus palabras, a expresar mejor lo que siente: no ser insociable.”Soy tímida, no hablo cuando conozco a gente nueva, me quedo parada”. No quiere el cuerpo modelo, su cuerpo lo usa como un “método de descarga”. Comer lo utiliza para compensar una frustración. La calma sólo la obtiene con el lleno de la comida y con los cortes. La frustración la silencia, “no digo nada, lo que hago en ese momento es comer más de la cuenta o cortarme”. El laxante lo utiliza como limpieza. “Cuando como, siento que me ensucio, por eso, prefiero las épocas en que no como. Pero vuelvo a comer cuando algo no me gusta”. “¿Qué no te gusta?”, pregunto. Trae un escena en la que discute con la madre. “Estoy acostumbrada. Me tapo los oídos, porque ella sigue y sigue. Me encierro, hasta que se le pasa y salgo después”. “En el fondo, da igual que pese 50 o 70, no estoy tranquila de ninguna manera, no tengo calma. Lo que quiero es escaparme de mí misma. No me gusta como soy. Me gustaría mirarme frente al espejo y no darme asco”. En algún momento, da a oler el cuerpo a su madre porque a veces le entra la paranoia de que huele mal: “no es mi colonia”. Es un olor que no

alcanza a transmitir, parece hablar de un cuerpo sobrexcitado. Hay un exceso de suciedad. Primera escansión Cuando le pregunto acerca de esos cortes que se hace en el abdomen, muñecas y muslos, me dice que le producen un gran alivio. “Siempre y cuando vea fluir la sangre”. Un día viene a sesión con dos iniciales rojas dibujadas sobre su mano: T.Q. (Te quiero). Su mejor amiga, se lo escribió, sugiriéndole, marcas en lugar del corte. “He buscado muchas alternativas al corte: ponerme hielo, hacerme dibujos, pegarle a un cojín, nada me vale. Tiene que haber sangre, una herida, sólo así creo que he recibido mi castigo, sólo así, me alivio y me tranquilizo”. Si no tiene cuchillas, busca cualquier objeto con el que pueda hacerse una incisión que permita ver fluir la sangre. Todas las intervenciones con las que he tratado de apuntar a lo inconsciente, cortes de sesión también, no tienen en ella ninguna resonancia. Sin embargo, a partir de un momento en que le digo firmemente, “los cortes tienen que parar, llámame en ese momento”, lo que cede es el insomnio. “¿Te llamo?, ¿aunque sea de madrugada?”, vuelve a preguntar para asegurarse. “Aunque sea de madrugada”, respondo. M nunca me llamó, pero a partir de ahí, durmió tranquila. Sin embargo, los cortes continuarán. Frente a la angustia, no puede encontrar un límite, una respuesta que permita una pérdida de goce. Intenta perder algo, pero fracasa en el propio automatismo de repetición. En cierto momento, le pregunto directamente por los cortes. Estuvo tres días sin hacerlo porque su mejor amiga se lo hizo prometer: “Te acompaño a ver a X, el chico que te gusta, si dejas de cortarte”. Lo

logré, durante tres días. Al cuarto, volví a cortarme para hacerme daño. Esta vez, lo dice un poco sorprendida, no había motivos pero comprobé que ver f luir la sangre me hace ver que estoy viva. Al terminar esta sesión, la madre, me aborda en la sala de espera para decirme que M quiere hacer el viaje de fin de curso y que eso, a ella, le produce un gran temor. Me pide opinión. No digo nada inmediatamente. “Antes de entrar en su consulta, me dijo que había nacido para viajar”. Respondo dirigiéndome a M: “Viajar, me parece una buena razón para vivir”. Segunda Escansión Regresa contenta del viaje. Tuvo la oportunidad de encontrarse por segunda vez con el chico que le gusta. “Fue algo especial, nos abrazamos, aunque yo lo quiero más a él”. Le pregunto, qué le hace pensar eso, cómo lo puede medir. Se queda sorprendida, y sonríe diciendo:”No puedo saberlo”. Ella que es una especialista de la medida, reconoce por primera vez que hay cosas que no se pueden medir, ni saber, especialmente con los chicos, primera constitución del sujeto supuesto saber. Cuando vuelve dice: “El otro día, me dijiste, cuando te hablaba de ese chico, que eso tiene que ver con la vida. Entonces pensé, que estar en la vida implica tensión y sin embargo, eso es lo que yo voy tratando de evitar. Desde ese día no me he vuelto a cortar. No sé cuánto voy a durar así pero últimamente me gustan más cosas de mí”. El significante “tensión” evoca una escena con sus compañeras de clase. “En un debate, fui la única que se mantuvo en contra del aborto. Me quedé sola defendiendo el derecho que ese ser tiene a la vida”. Repito esta misma frase y corto la sesión.

“ELLA QUE ES UNA ESPECIALISTA DE LA MEDIDA, RECONOCE POR PRIMERA VEZ QUE HAY COSAS QUE NO SE PUEDEN MEDIR, NI SABER” Letr as, Octubre-Diciembre 2010 •

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“ESTE CASO MUESTRA CLARAMENTE LA IMPORTANCIA QUE EN LA ESCUCHA ANALÍTICA TIENE NO CONFUNDIR EL SÍNTOMA CON LA ESTRUCTURA.”

A lo largo de los últimos meses, se han producido importantes cambios en ella. Ha comenzado a hacer teatro y participa como monitora en un grupo de niños. También cumplirá con los proyectos que se había marcado para el verano, excepto uno, viajar a Madrid. Le hubiera gustado hacer ese viaje para encontrarse con el chico que le gusta. El padre se opuso. “Opina que es demasiado mayor para mí. Me da miedo fallar a mi padre otra vez”. “¿Otra vez?”, le digo. “Mi padre se preguntaría: ¿qué hace mi hija con un chico de 21 años?”. “¿Puedes responder tú?”. “Estar a gusto”, contesta. Interrumpo la sesión. M puede pensarse faltando al padre. M emprenderá un viaje. “Me encanta la isla, lo peor es mi abuela. En casa de mi abuela te lo tienes que comer todo, todo es excesivo. Nadie le dice que no, ni mi padre. Te obliga a comer tanto…”. “Cómo para vomitar después”, digo. M no ha vuelto a vomitar, desde el mes de junio. Su semblante es ahora más alegre y vital. Recurre al atracón bulímico de forma muy aislada En julio, viajó sola a Galicia como monitora, experiencia formidable que repetirá el próximo año. Los viajes le permitirán no estar parada y situarse más allá del Otro materno. Ahora es la madre quien se ha 50 • Letr as, Octubre-Diciembre 2010

deprimido. “Le dije que tiene que buscar ayuda como yo, pero me da mucha rabia que entienda, ahora, lo que he sufrido”. Algo de la castración simbólica comienza a hacerse presente para ella. M, no ha vuelto a vomitar, ni a hacerse cortes. A día de hoy es una joven estudiante de 1º de Psicología. Conclusión El psicoanálisis opone el diagnóstico de estructura al de trastorno. A veces, hay que maniobrar, dejar pasar el tiempo para que se revele la posición del sujeto. En el caso que muestro, el giro fue sorprendente. Al comienzo, había elementos que hacían pensar en un desencadenamiento psicótico durante la adolescencia, especialmente por los cortes, la ausencia de transferencia, la sensación de vacío y la cuestión del olor. Lo que se despliega mediante el trabajo analítico, tiene como desenlace una estructura neurótica que permite localizar la significación sexual. Pero en tanto no aparece el enigma de la sexualidad femenina, ni la Otra mujer, la posición que el sujeto ocupa aquí no es la de la histeria, sino la de la obsesión, de manera que la pregunta fundamental para ella es “estar viva o muerta”, significada en el afecto melancólico, en el comer, en el dormir y en los cortes. El significante incertidumbre, que elige para expresar su malestar, puede pensarse en términos de duda obsesiva, de vacilación. Este caso muestra claramente la importancia que en la escucha analítica tiene no confundir el síntoma con la estructura. Aquí aparece una neurosis obsesiva y un síntoma de anorexia-bulimia aparece ligado a la analidad, (suciedad, olor, purgación) más que al objeto oral. 

Imágen página siguente, Classical spectacle on eye chart, fotografía de Brybs, Dinamarca, 2009.

Tercera Escansión: Una apertura al Otro M se define como una persona crítica con ella misma, exigente y perfeccionista. “Frente a una situación de inseguridad, me paro”. Entonces le pregunto: “Quedarse parada, ¿qué es?”. ”Ser insegura, pensar mucho las cosas antes de actuar, detenerme a pensar lo que voy a decir. Soy insociable, pero creo que puedo llegar a cambiar eso”.

LA AUTORA Josefa Rodríguez. A.P., Psicoanalista en Las Palmas de Gran Canaria, Miembro de la ELP y la AMP.   email: josefa.rodriguez@teleline.es


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La ideología de la evaluación*

Textos: Beatriz García Imágenes: David Hartman * Texto original de la autora Par a h abl ar de l a evaluación, en primer lugar es pertinente situar la cuestión, como hace Milner 1, en el contexto del paradigma problema-solución. Es decir, se entiende que se evalúa algo porque alguien considera, primero, que hay un problema, y entonces hay que preguntarse ¿quién define cuál es el problema? y ¿por qué eso es un problema? y, segundo, que ese problema tiene solución. En la época actual, donde la ciencia ocupa el lugar del gran Otro garante, frecuentemente se evalúa desde la perspectiva de que todo tiene solución, lo cual, tratándose de la subjetividad humana, es demasiado suponer. La pretensión de la mejora permanente, con toda probabilidad, es ir hacia lo peor como el psicoanálisis puede constatar. El goce no es erradicable ni educable, y por tanto la idea de que si algo no 52 • Letr as, Octubre-Diciembre 2010

funciona se cambia, se puede aplicar a algunos procesos humanos, pero no a todos. El segundo punto fundamental es el cuestionamiento de la cientificidad de la evaluación por el hecho de que se haga en cifras y haya cálculo. Hay una parte del sujeto que no es cifrable, y todo intento de hacer mediciones en esa dirección cae en la falacia. Evaluar es inevitable. Siempre que se toma una decisión viene precedida por una evaluación del que la toma, se trate del campo de que se trate. Pero no necesariamente tenemos que aceptar que evaluar sea igual a medir, ni que se trate de un proceso objetivo, porque no hay objetividad en los procesos en los que interviene la subjetividad humana. Lo que queda en evidencia es que detrás del cálculo hay una ideología, la de quién decide qué evaluar y qué indicadores usar para ello. Lejos de

la pretensión de objetividad, de lo que se trata es del ejercicio de un poder disfrazado de cientificismo. Y puesto que lo que encontramos detrás de la mayoría de las evaluaciones es la idea de eficacia, constatamos que el poder del que se trata es el de la ley del mercado. Tras estas consideraciones generales podemos tomar y enfocar el tema de la evaluación en algunos campos concretos. En la empresa privada podemos pensar que, hasta cierto punto, es lícito que el empresario pretenda que los trabajadores hagan suyos los objetivos de la empresa para la que trabajan. En la actualidad, en el mejor de los casos, en las empresas se implementa un modelo de management por valores, donde más allá de indicar al empleado las tareas u objetivos comerciales que ha de alcanzar en su trabajo, se trata de


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Scanning test, fotografía de David Hartman, año 2006

enfatizar ciertos valores que supuestamente benefician al trabajador y dan sostenibilidad a las empresas (perspectiva win-win). Por ejemplo, aunque a corto plazo podría ser rentable explotar a los trabajadores o engañar a los consumidores, a largo plazo tendría más costes que beneficios para la empresa. Desafortunadamente el modelo se cortocircuita con frecuencia, y el cortoplacismo sigue imperando por doquier debido al mecanismo de la cotización en bolsa de las empresas, que hoy por hoy sostiene la estructura del mercado, y que no atiende al largo sino al cortísimo plazo (si los resultados no son los que los inversores esperan y estos retiran el dinero de una empresa, se acabó el management por valores). Por otra parte, no hay que olvidar que todo proceso de evaluación se basa en una intimidación: hay uno que manda y evalúa la adecuación de otro a unos objetivos que el primero ha marcado. Visto así tiene su lógica, en este caso, la lógica del mercado. Lo que parece un tanto perverso es tratar de convencer al trabajador de que todo se hace por su bien y que debe estar feliz de ser evaluado. Este lavado de cerebro del que participa el management

actual es cuestionable, porque trata de hacer pasar lo que no son más que intereses económicos por un lavado emocional donde el trabajador se sienta íntimamente implicado. La relación empresa-trabajador, antes en manos de los sindicatos, pasa a estar en manos de los managers. C. Salmon en su libro Storytelling2, muestra la introducción de técnicas narrativas en el management para incluir al asalariado en una leyenda de la empresa en la que pueda incluirse con orgullo o bien para inducir cambios empresariales, a partir de la identificación con una historia edificante que moviliza emociones. Finalmente, el silencio del trabajador dedicado a su tarea, que se había considerado una prueba de obediencia y disciplina, se convierte en un peligro: se busca desatar las lenguas de los empleados, la empresa necesita conocer lo que se dice por los pasillos, los rumores, los chismes, la construcción de relatos compartidos, cómo funcionan

los flujos de información, etc. Todo eso puede ser objeto de evaluación y por tanto de control. Se sale de la perspectiva cuantitativa para entrar en la cualitativa de la peor manera. La evaluación cualitativa, que escucha lo que los implicados en sacar adelante una tarea tienen que decir sobre el tema para tomar en cuenta su saber, es una cosa muy diferente de esta pretensión de evaluar hasta los últimos dichos y comportamientos irracionales en la empresa, con el fin de formatearlos a conveniencia de ésta, tomando a los trabajadores como seres unidimensionales que no desearían nada más allá del bien de la organización. En el campo de la sanidad y la educación, evaluar la tarea de los profesionales como si su objetivo fuera el de vender bienes de consumo, tiene como trasunto la ideología de lo útil por encima de todo. Una ideología que ignora la existencia de lo inútil en la experiencia humana, del hecho de que los seres hablantes se aferran a sus síntomas, inhibiciones y angustias porque en ellos se cifra algo fundamental que no se puede hacer desaparecer sin causar daños irreparables. En la educación, esta ideología pretende ignorar que “la excelencia” no puede ser el único criterio en la escuela. Así, desde los años 90 se habla de una crisis en el sistema educativo en términos de eficacia y productividad, se dice en los más altos foros que es una crisis de calidad debida a la falta de regulación por los principios de competencia y meritocracia. Educar para el mercado es el objetivo final desde las perspectivas neoliberales que hacen hincapié en los valores tradicionales de esfuerzo y sumisión. Pero el mismo objetivo, aunque camuflado, se encuentra detrás de las políticas educativas teñidas de humanismo y constructivismo, que se inician en

“DE LO QUE SE TRATA ES DEL EJERCICIO DE UN PODER DISFRAZADO DE CIENTIFICISMO” Letr as, Octubre-Diciembre 2010 •

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“CONSIDERAR LA SALUD MENTAL COMO UN ARTÍCULO DE CONSUMO... ES UNA IDEA FÁCIL DE VENDER A LA OPINIÓN PÚBLICA” la llamada “pedagogía por objetivos” y en las llamadas “competencias básicas”, donde se trata de medir los resultados para que el sistema sea competente. Aquí está la evaluación desde la perspectiva cientificista, donde las posiciones subjetivas de los alumnos no se toman como tales, sino que son objeto de estudio científico y de técnicas reeducativas o incluso de medicación (véase el síndrome de hiperactividad con déficit de atención, por ejemplo). El objetivo legítimo de la evaluación en la escuela, que debiera ser un análisis reflexivo de los procesos de crecimiento de los niños y adolescentes, se desplaza hacia la docilidad, tanto de los alumnos como de los profesores, al curriculum dominante (véase la prueba de 6º de Educación Primaria que hace la Comunidad Autónoma de Madrid, que más que para evaluar, se usa para reconducir todo el sistema escolar: los centros educativos terminan orientando su práctica para salir favorecidos en la evaluación). En la práctica médica, la evaluación en el marco del paradigma de la llamada medicina basada en la evidencia, apunta a encontrar certezas donde no hay más que probabilidades estadísticas. La evidencia, como explica el profesor Germán E. Berrios3, solo se podría obtener con un ensayo clínico que comparase dos tratamientos diferentes en ausencia de la influencia de la subjetividad del médico y del paciente. Lo que podría tener una utilidad en el tratamiento del cáncer, llega al absurdo en el campo de la salud mental, donde este paradigma conduce a la anulación del conocimiento y la experiencia personal del clínico en relación con su paciente, sustituyéndola por protocolos estandarizados de medicación. Dado que la ciencia no ha 54 • Letr as, Octubre-Diciembre 2010

podido probar prácticamente nada referente a las causas de la enfermedad mental utilizando el método estadístico, la idea de que se puede usar un sistema de evaluación y tratamiento basado en éste, no es más que una especulación falta de ética y altamente desaconsejable. Considerar la salud mental como un artículo de consumo, donde se puede exigir que los productos vengan avalados por estrictas regulaciones, que garanticen su idoneidad y eficacia, es una idea fácil de vender a la opinión pública. Denunciar esta falacia, se hace tanto más necesario en tanto que destruye los fundamentos de la relación clínico-paciente, la única en la que algo de lo que le ocurre al sujeto en su singularidad podrá ser acogido. Finalmente, volvemos al cuestionamiento de la creencia de que lo que se mide es verdadero: no es lo mismo cientificismo que racionalismo. La estadística no viene en primer lugar de las matemáticas. La palabra estadista viene de estado, de hombre de estado: el que se interesa, no por la razón sino por cómo gobernar. En el centro de la estadística está el ideal del hombre medio, aquel que sería absolutamente predecible, una vez eliminados la contingencia y el riesgo propios de la experiencia humana. La evaluación en esta dimensión donde se evalúa, no desde una ley simbólica, sino desde una ley superyoica, es la consecuencia lógica de la muerte de la política. Son los agentes evaluadores (generalmente en manos privadas) quienes dictaminan qué políticas hay que implementar. Es la alianza del discurso capitalista y la tecnociencia, donde sólo lo que se mide, vale y lo inconmensurable de la subjetividad es desechado. La forma personal de estar en el mundo

no se puede medir. El sínthoma no entra en ese discurso. Ante la pregunta de por qué los sujetos no sólo aceptan sino que incluso piden ser evaluados por una instancia externa, tenemos que referirnos a la carencia simbólica propia de nuestro mundo contemporáneo, donde el sujeto, ante la falta de un saber hacer con los semblantes para enfrentarse a la existencia, le pide a un gran Otro sin rostro que le acredite y le diga si vale o no vale. Es la orfandad subjetiva de la falta de ideales lo que conduce a la religión de la acreditación, donde finalmente lo que sucede es que los agentes evaluadores no evalúan la realidad, sino que la generan. 

LA AUTORA Beatriz García. A.P., Psicoanalista en Madrid, Socia de la Sede de Madrid-ELP.  email: beatrizgarcim@hotmail.com

Referencias 1 Miller, Jacques-Alain y Milner, JeanClaude, ¿Desea usted ser evaluado?, Miguel Gómez Ediciones, Málaga, 2004. 2 Christian Salmon, Storytelling, Península, Barcelona, 2008. 3 Germán E. Berrios, editorial sobre la medicina basada en la evidencia en www.psicoevidencias.es (*) El 9 de junio de 2010 tuvo lugar en la Biblioteca de la orientación Lacaniana de Madrid (BOLM) un encuentro con el título “La evaluación: ¿una ideología? que tuvo la forma de foro. Participaron Julio Rogero, maestro y miembro del Movimiento de Renovación Pedagógica Escuela Abierta; Ariane Husson, psicoanalista y lingüista, miembro del equipo de la BOLM y Joaquín Caretti, psicoanalista, y miembro del equipo de la BOLM. Fueron coordinados por Luis Seguí, abogado y director de la BOLM. En este artículo se recogen algunas de las ideas que allí expresaron, tanto los participantes antes citados como el público asistente.


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Una Biblioteca (que) no es un almacén de libros

Textos: Luis Seguí “Ordenar una biblioteca es una manera silenciosa de ejercer el arte de la crítica.” Jorge Luis Borges En nuestra Biblioteca el significante “ordenar” es un concepto que va mucho más allá del registro, clasificación, organización de las referencias -temas, títulos, autor o autores-, índices y palabras clave para la rápida localización de los textos. Con ser todo esto imprescindible para prestar un servicio eficaz a los usuarios, lo que distingue a la Biblioteca de Orientación Lacaniana de Madrid de otras bibliotecas es la circunstancia de que constituye un instrumento fundamental de la sede de nuestra comunidad de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis, y como tal su función se integra en una “política de Escuela” cuyos dos brazos operativos abarcan tanto la intensión como la extensión. En el ámbito de la primera, es obvio que la actividad de la Biblioteca debe servir como instrumento complementario de la formación y la enseñanza del

“SER VISIBLE... IMPLICA NO SÓLO DISPONER DE UN DISCURSO COHERENTE, SINO DE HACERLO COMPRENSIBLE PARA AQUELLOS A QUIENES SE DIRIGE” psicoanálisis, para lo que dispone de un fondo de textos psicoanalíticos que es probablemente el más completo que existe en Madrid, además de numerosas obras de disciplinas afines directa o indirectamente relacionadas con el psicoanálisis. Todo el material está catalogado de forma manual –fichas- y registrado en una base de datos que se actualiza desde su creación, en el año 200l. Actualmente contamos con 3.489 publicaciones (entre libros, monografías y revistas) todas ellas incorporadas a la base de datos, y

tenemos registrados 220 títulos de revistas igualmente incorporados a la base de datos para facilitar su rápida localización. A través del servicio bibliográfico, con el que los usuarios pueden comunicarse por correo electrónico, teléfono o consulta presencial, y con el auxilio de las palabras clave, los interesados pueden obtener información sobre cualquier obra de la que se disponga, y acceder a aquella/s que necesiten para temas específicos de consulta o investigación. La Biblioteca está suscrita a las publicaciones “Lettre Letr as, Octubre-Diciembre 2010 •

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mensuelle”, “Mental”, “Quarto” y “La cause freudienne”, que se editan en francés. Hemos incrementado la cantidad de préstamos, la solicitud de fotocopias y pedidos de búsqueda bibliográfica, y han aumentado también las consultas por correo electrónico. En aquellos casos en que por razones diversas los interesados no pueden acudir a la Biblioteca dentro del horario de apertura, se les deja el material solicitado en un sobre a su nombre en la secretaría de la Escuela, lo que agiliza notablemente tanto los préstamos como las devoluciones. Tenemos actualmente 352 socios, de los cuales l6 se han incorporado recientemente. El solipsismo de una escuela cerrada sobre sí misma sería tan patético y frustrante como una 56 • Letr as, Octubre-Diciembre 2010

biblioteca desierta, que no funcionara más que como un mero almacén de libros visitado de vez en cuando por algún despistado. De ahí que concibamos la tarea en extensión como intrínsecamente ligada al trabajo en intensión, en una relación de complementariedad, ya que estamos convencidos de que se trata precisamente de un rasgo identitario esencial de nuestro trabajo como Biblioteca, cuyo nombre, “de Orientación Lacaniana”, no es -no puede ser- sin consecuencias. En efecto, no debemos perder nunca de vista que Lacan advirtió en su momento que “no puede haber clínica del sujeto sin clínica de la civilización”, lo que equivale a una exhortación a quienes siguen en la senda que inauguró Freud y continuó el mismo Lacan,

para estar muy atentos a los malestares -a los antiguos y a los nuevos, o a los de siempre que se presentan bajo nuevas formas- que padecen los sujetos hablantes en el ámbito de su vida cotidiana, condicionada en estos tiempos globalizados por la hegemonía planetaria del discurso capitalista. En un contexto sociocultural como el que caracteriza a la España de hoy, en el que se ha impuesto una modalidad de “gestión del goce” confiada por el amo a las técnicas cognitivo-conductuales -cuya influencia en todos los niveles educativos se dirige a perfeccionar los recursos de control social-, el psicoanálisis se ve confrontado a una situación en la que está en juego su propia existencia como discurso del envés, y ello exige que la Biblioteca


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Kansas City Public Library (Missouri, United States), fotografía Nobbiwan’s Gallery, 2009

-organizando actividades que resulten atractivas para la opinión ilustrada y de acceso público y gratuitofuncione como una ventana abierta a la ciudad partiendo del axioma de que “si no te ven (y oyen) no existes”. Ser visible, a su vez, implica no sólo disponer de un discurso coherente, sino de hacerlo comprensible para aquellos a quienes se dirige, lo que supone un auténtico desafío en tanto se trata de divulgar sin vulgarizar: eludir en la medida de lo posible la jerga incomprensible para aquellos que no pertenecen al ámbito psicoanalítico, sin hacer concesiones en cuanto al contenido (Freud lo expresó claramente en “Psicología de las masas y análisis del yo”, cuando escribió –rechazando las críticas que le acusaban de ser demasiado

audaz en los términos, que “nunca se sabe a dónde se irá a parar por ese camino; primero uno cede en las palabras y después, poco a poco, en la cosa misma”). La Biblioteca desarrolla dos actividades complementarias en las que se trata de que estén presentes tanto la intensión como la extensión, aunque no siempre en la misma proporción dada la característica de cada una de las convocatorias. De un lado, la presentación de libros, en la que tienen siempre prioridad las obras editadas por nuestros colegas psicoanalistas -de nuestra sede y de las otras sedes de la ELP, y también de otras escuelas de la AMP-, pero también textos de autores de disciplinas afines y/o relacionadas con el psicoanálisis, lo que nos permite invitar a participar

en las presentaciones como ponentes o comentadores a quienes cultivan aquellas disciplinas, dentro o fuera del ámbito académico. Con este ánimo integrador hemos podido contar durante este curso con la visita de los profesores de Filosofía Fernando Ojea, María Victoria Gimbel, Alberto Sucasas, Germán Cano, Ignacio Castro, Francisco Martínez y Juan Tabares, además de los colegas de la sedes de Madrid, Barcelona y Valladolid, y también de la Escuela de Orientación Lacaniana de Argentina invitados, y de los miembros del equipo de la Biblioteca que actuaron como moderadores en las presentaciones. Todos los actos se celebraron en la sede de la ELP, con la excepción del que tuvo lugar en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, con motivo Letr as, Octubre-Diciembre 2010 •

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“PARECE EVIDENTE, PUES, QUE AÚN NO HEMOS ENCONTRADO LA VÍA ADECUADA...PARA HACERNOS OÍR” de la presentación del libro de Jorge Alemán, Para una izquierda lacaniana... Intervenciones y textos. En total, se han presentado nueve libros en los últimos dieciocho meses. De otro lado, con el reclamo genérico de “Encuentros en la Biblioteca ”se realizaron siete convocatorias durante el año 2009 con el enunciado “Política y psicoanálisis: triunfo y fracaso del capitalismo”, y otras cuatro este año con el título de “El psicoanálisis y los discursos del poder”. Estos encuentros están concebidos -dadas sus características y la amplitud de sus contenidos- aún más que las presentaciones de libros, como claramente dirigidos a la política de extensión. Entre ambos ciclos han intervenido como invitados profesores y catedráticos de Filosofía, Filosofía del Derecho, un doctor en Teología y Filosofía, una ejecutiva de empresa especializada en tareas de evaluación, educadores, el director creativo de una de las más importantes empresas de publicidad, y un investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Es pertinente interrogarse acerca de la repercusión que puede llegar a tener en la ciudad -y la que aspira a conseguir- el trabajo que hacemos en y desde la Biblioteca. Si se midiera por el eco que de nuestras actividades recogen los medios, la respuesta sería: ninguna. En efecto, parece existir una barrera invisible que -hasta ahora, y salvo en muy contadas ocasiones en el pasado- no hemos sabido cómo sortear para que, al menos a través de los actos que convocamos, el psicoanálisis tenga una presencia mediática. Esta invisibilidad mediática, que afecta al conjunto de la Escuela en Madrid, resulta particularmente lamentable por lo que respecta a la Biblioteca, en la medida en que nuestras actividades están pensadas 58 • Letr as, Octubre-Diciembre 2010

como extensión y apertura a la ciudad, abordando una temática –por los libros seleccionados para las presentaciones como por los enunciados y contenido de los ciclos- orientada a la opinión ilustrada, de cuya existencia en Madrid da cuenta la extensa oferta cultural y el interés con la que es acogida. No es dable sostener o sospechar que pueda haber una suerte de conspiración de silencio dirigida al psicoanálisis; puntualmente se publican -en las agendas o secciones de convocatorias de diversos medios de circulación nacional- anuncios de actos, conferencias, seminarios y presentaciones de libros de psicoanálisis, y en las secciones de cultura y sociedad de esos mismos medios los nombres de Freud o Lacan no son desconocidos. Sí se puede constatar que el peso institucional cuenta a la hora de encontrar repercusión en los medios, como puede comprobarse observando la frecuencia con la que entidades señeras como el Ateneo de Madrid o el Círculo de Bellas Artes, e incluso otras más recientes, encuentran eco para sus convocatorias, incluidas aquellas que tratan del psicoanálisis. Parece evidente, pues, que aún no hemos encontrado la vía adecuada -que sin duda atraviesa también las relaciones personales, las afinidades intelectuales y los compromisos institucionales- para hacernos oír. En suma, tenemos pendiente hacernos con el know how. Sin ocultar las carencias que aún padecemos, la Biblioteca de Orientación Lacaniana de Madrid se ha convertido en uno de los espacios de interlocución cultural más importantes de la ciudad, un escenario por el que circulan las diversas corrientes del pensamiento en diálogo con nuestros colegas. Es claro que este efecto se debe al esfuerzo –al deseo

decidido de trabajar por la Escuelade los miembros del equipo de trabajo de la Biblioteca, que a su vez han recogido el testigo de quienes les han precedido. Con unas pocas excepciones, la mayoría de los integrantes del actual equipo son socios incorporados a la Escuela en fechas relativamente recientes, lo que responde a la política definida por la Junta Directiva desde el mismo día del anuncio de su candidatura: dar un lugar de reconocimiento y ofrecer la posibilidad de desplegar sus capacidades a una nueva generación de psicoanalistas. 

EL AUTOR Luis Seguí. Abogado, Miembro de la ELP y la AMP. Director de la BOLM.  email: lexsegui@yahoo.es


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Presentación del libro: La filosofía otra vez, de Alain Badiou* Textos: Jorge Alemán Imágenes: Ove Tøpfer

*Transcripción de la intervención de Jorge Alemán en el acto de presentación del libro que tuvo lugar en la BOLM, el 10 de Junio de 2010, realizada por Julia Gutiérrez. Agradezco a la Biblioteca y a Luís Seguí la posibilidad de discutir este libro tan importante y también a mis tres compañeros de mesa que ya han dicho cosas muy sustanciales con respecto al texto que aquí estamos debatiendo. Si ustedes me permiten, algunos sabrán que soy psicoanalista, voy a presentarles una hipótesis que tengo con respecto a la lectura de este libro que me concierne en el más alto grado porque toca una serie de temas en los que estoy sumamente involucrado. En primer lugar la expresión “el deseo de filosofía”. Conocíamos desde hace ya muchos años el Manifiesto por la filosofía: nada de entregarse a la experiencia del final de la filosofía, sino de mantener con ella una relación de afirmación. Pero ahora aparece en escena el deseo como soporte del acto del filósofo,

lo que tiene una clarísima raíz lacaniana, pues no fue Freud, sino Lacan, como ustedes saben, quien habló del “deseo del analista” y ahora se trata del “deseo del filósofo”. El deseo interviene siempre para reactivar algo que ha quedado sedimentado. El deseo sólo puede aparecer en escena en la medida que en la escena el deseo no tiene lugar; es siempre un intruso y esta intrusión me parece muy importante destacarla. Así que ahora el filósofo habla del deseo. Por supuesto si se habla del deseo -como el deseo tiene siempre obstáculos, al deseo no le va bien con el mundo, nunca puede relacionarse con el mundo de una manera, vamos a decir, connatural; el deseo no vino para acompañar al mundo, es antinómico al mundo- así que “el deseo de la filosofía” no se lleva bien con el mundo y el mundo va, en cierto

sentido, contrario “al deseo de la filosofía”. Esto me parece que es muy importante y que tiene resonancias muy cercanas en nuestra experiencia. Por eso invito a los psicoanalistas a que lean este libro porque hay algo del destino mismo del psicoanálisis que se puede leer en él. El deseo del filósofo es “cuaterno”, es tetradimensional. Lacan está enamorado del número cuatro y Badiou también. No voy a hablar ahora de los cuatro procedimientos ni de los cuatro objetos a, ni del nudo del cuatro, pero el cuatro es nuestro número, un número de tres más uno o de cuatro, es un número que guarda entre sí elementos heterogéneos. El deseo del filósofo es tetradimensional. En primer lugar es un deseo de revuelta. Aquí está esta expresión de Rimbaud, “el deseo de revuelta”, “la revuelta lógica” -que da la casualidad que elegí para un libro mío de poemas Letr as, Octubre-Diciembre 2010 •

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“EL FILÓSOFO VA A MOSTRAR SU DESEO SI DICE ALGO SOBRE EL SUJETO... QUE NO HA DICHO LACAN” cuando tenía 18 años... La primera de las cuatro condiciones del deseo del filósofo es la revuelta y por supuesto el mundo se opone, porque el mundo cree que no es necesaria ninguna revuelta, porque ya está en la libertad, en la libertad codificada de la circulación, vamos a decir infinita, de mercancías. Así que, ya de entrada, el mundo presiona en un sentido contrario a la revuelta. El otro aspecto del deseo del filósofo es el de la lógica. Y de nuevo el mundo está en una posición antinómica a la lógica y el nombre de esa antinomia, el nombre privilegiado de la antinomia de la lógica es la comunicación. La comunicación sigue más bien los parámetros, en el sentido lacaniano, de la debilidad mental. Constantemente se dan informaciones contradictorias, a toda velocidad, fragmentarias, superpuestas, incoherentes… Así que entre la libertad infinita de la mercancía que presiona contra la revuelta y la comunicación que presiona contra la lógica, vemos por qué el mundo es antinómico al deseo del filósofo. No hablemos de la universalidad que es otra condición del deseo del filósofo. En este mundo proliferan los expertos, los especialistas, los expertos de los expertos, los especialistas evaluadores que evalúan lo que hay que evaluar. Por lo tanto, la ramificación, la bifurcación, la fragmentación y todo el campo horrible y siniestro de los expertos se constituye en una verdadera batalla del mundo con respecto al carácter universal de la filosofía que, entendido en su sentido noble, quiere decir que lo que se puede pensar lo puede pensar todo el mundo. Como cuando alguien genera una obra de arte y siempre piensa que esa obra de arte es para todo el mundo. Así que, al deseo del filósofo de la revuelta se opone la circulación 60 • Letr as, Octubre-Diciembre 2010

infinita de la mercancía, al deseo del filósofo de la lógica se le opone el mundo de la comunicación y al deseo de universalidad del filósofo se le opone, vamos a decir, el mundo de los expertos. Por último, el amor es otra condición del deseo del filósofo, y aquí viene Mallarmé en lugar de Rimbaud: el pensamiento es una tirada de dados. El azar, la contingencia, están en el deseo del filósofo y el mundo presiona del lado de la seguridad. Badiou ha sido capaz de poner al amor como uno de los cuatro procedimientos de la filosofía. El amor, no como lo entienden algunos lacanianos -como tapón de la imposibilidad de la relación sexual, como mera pintura imaginaria de la imposibilidad de la relación sexual-, sino el amor como algo a inventar que va al lugar de la imposibilidad de la relación sexual, que no es lo mismo que un tapón o algo que obtura. Badiou habla de cómo el mundo de la seguridad, de la autoayuda, de los entrenadores personales, de los expertos etc., está tratando de vaciar de riesgo el orden de la experiencia amorosa que es siempre un orden de encuentro, de contingencia y también de duración por supuesto, pero totalmente antinómico a la lógica de la seguridad. Así que hay un deseo de filósofo que para Badiou no es de tal o cual autor, no es un deseo ligado a la historia de la filosofía, no es un deseo que se inspire en este o en aquel otro autor, y por eso es un auténtico deseo. Para que sea un auténtico deseo no puede tener relación más que con una causa ausente. Es un deseo de sustracción y como es “un deseo de filósofo”, analiza tres corrientes en la filosofía: la hermenéutica alemana –discrepo de cómo trata a Heidegger, colocándolo en esta corriente, cuando desborda este cuadro, así como el romántico o el

fenomenológico-, la analítica anglosajona y el mundo posmoderno, en el que incluye –de manera injusta, a mi parecer a Derrida. Me acuerdo de la irritación que nos produjo Lacan cuando en su seminario del 64 dijo: “las tres lenguas de la cultura: el inglés, el alemán y el francés...”. Como habrán visto aquí de la lengua española nada, y esto sigue igual. Nuestro querido amigo Badiou, como lo ha manifestado en muchas conferencias, sueña con una alianza francoalemana, no, desde luego, desde el punto de vista de los estados, pero sí desde las herencias intelectuales. También ahora en un libro que se llama La Explicación -un debate entre él y Alain Finkielkraut1 - dice que él es un viejo patriota francés que piensa que Francia está muerta- es un diagnóstico, ¿no?aboga porque se unan de nuevo el mundo alemán y el mundo francés. Esto es muy interesante, no habría que entenderlo desde un punto de vista ni nostálgico ni quejoso. Estar afuera de la trilogía de estas lenguas podría ser una gran oportunidad si se acepta que el mundo del filósofo es la verdadera universalidad, pero es sorprendente, ya no la ausencia de autores, sino que las tres lenguas de la filosofía sean el alemán, el inglés y el francés. Por suerte el psicoanálisis no privilegia lengua alguna, esto quiero decirlo porque es, me parece, una de las grandes diferencias entre el deseo del analista y el deseo del filósofo. Para “el deseo del filósofo” todavía hay tres lenguas que son “las que mejor hablan filosofía”, pero para el deseo del analista es suficiente con que el sujeto hable, sea en la lengua que sea. Este deseo del filósofo encuentra en el mundo cuatro formas de presionar contra sus cuatro condiciones. Y Badiou inmediatamente genera su ejercicio de sustracción porque como está, y eso es lo que me gusta de su posición, de verdad comprometido con su deseo, piensa que para este combate entre las condiciones del deseo -la revuelta, la lógica, la universalidad y el riesgo- las tradiciones


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Estudio nº3, fotografía de Ove Tøpfer, Noruega, año 2008

hermenéutica, analítica anglosajona y posmoderna francesa no están en condiciones de dar esta batalla, probablemente entonces el que esté en condiciones de dar la batalla sea él mismo. Él, que ha hablado del deseo de filosofía, es el que puede dar la batalla porque es el que ha pensado cómo debe ser la filosofía, si el mundo es lo que es. Así que organiza a partir de ahí una gran crítica a la corriente hermenéutica de raíz alemana, a la corriente anglosajona de la lógica analítica y a la corriente posmoderna. Las tres, según Badiou, han relativizado el campo de la verdad. Yo no coincido en que, por ejemplo, Heidegger haya relativizado la verdad, pero no es lo que estamos discutiendo aquí. Y, sobre todo, las tres están extraviadas porque piensan que el lenguaje es el sitio crucial del pensamiento. Pero ahí se extravía él mismo, en dos páginas donde tropieza al proponer que la filosofía tiene que ir a las cosas y no al lenguaje, en una concepción del lenguaje diferente a la corriente

hermenéutica, la corriente analítica anglosajona y la corriente posmoderna, aunque posteriormente reconoce que no hay otro lugar para el pensamiento que el lenguaje. No cae en el idealismo de creer que hay pensamiento previo al lenguaje, así que afirma que es en el lenguaje en donde el pensamiento está en su elemento natural. Él, que ha dicho que los cuatro procedimientos de la filosofía son el matema, el poema, la invención política y la invención amorosa, no puede venir a decirnos ahora, como lo hace, que la filosofía tiene que ir a las cosas y no al lenguaje. Quien va a las cosas es el mercado. Así que, en todo caso, será otro modo de concebir el lenguaje. Y ahí sí, él mismo tambalea. Pero a lo que voy es que dice que este deseo del filósofo se tiene que

trasuntar en lo siguiente, y aquí para mí se proyecta con mucha fuerza el nombre de Lacan, el filósofo va a mostrar su deseo si dice algo sobre el sujeto y tiene que ser algo distinto de lo que han dicho Descartes, Kant y Hegel. Para mí el que ha dicho algo distinto sobre el sujeto que no habían dicho ni Descartes, ni Kant, ni Hegel, es Lacan. Él tendría que demostrar que puede decir algo sobre el sujeto que no ha dicho Lacan y como es un tipo realmente muy honesto, va a por esto. Si tomamos el capítulo del pensamiento francés, magnífico capítulo porque elabora una cartografía perfecta, comienza diciendo lo más obvio: que el pensamiento francés no fue otra cosa que una reapropiación del pensamiento alemán, que está el Nietzsche de Deleuze,

“AHÍ SE EXTRAVÍA ÉL MISMO... AL PROPONER QUE LA FILOSOFÍA TIENE QUE IR A LAS COSAS Y NO AL LENGUAJE” Letr as, Octubre-Diciembre 2010 •

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Letras en la Ciudad el Hegel de Kojève, el Freud de Lacan. Badiou afirma que la filosofía francesa tuvo un gran momento de aventura que fue la reformulación de manera radical de todo el pensamiento alemán. Una reformulación que llevó a conectar definitivamente algo que no era evidente en el pensamiento alemán, que era precisamente la relación entre el concepto y el sujeto. El hilo común de todos los pensadores franceses fue finalmente apostar en el sentido pascaliano, por intentar una articulación entre el concepto y el sujeto. Y aquí Badiou sí reconoce que el elemento más definitorio del itinerario intelectual francés, que va desde la Segunda Guerra con Sartre hasta a él mismo, porque él mismo tiene el valor de inscribirse en la serie y lo merece, una serie que comenzó con El Ser y la nada y que termina con Badiou, ha sido una permanente tensión, una permanente batalla con el psicoanálisis, la verdad que celebro que Badiou reconozca esto. Él mismo empieza a enumerar las cuestiones: Bachelard terminó escribiendo Psicoanálisis del fuego,

El ser y la nada terminó desembocando en un proyecto de fundar un psicoanálisis existencial, por supuesto Deleuze y Guatari con el Esquizoanálisis y el Antiedipo2. Podríamos inscribirlo a él en la serie, siendo ésta mi hipótesis de lectura del libro. Pienso que esta reformulación de la filosofía, este acto a través del cual irrumpe Badiou en la escena filosófica, con un deseo que tiene que sustraerse de las tres corrientes modernas de toda la geografía de la filosofía, porque él muestra la secuencia geográfica y una vez que ha hecho la operación con la corriente hermenéutica, con la corriente analítica y con la posmoderna, hace esa misma operación con todas las tradiciones francesas, entonces, podríamos preguntarnos: ¿dónde está el locus nuevo de la filosofía? Después de leer a Badiou, y deseo que esto no se considere como una crítica, pienso que el lugar que ve para la filosofía, aunque él explícitamente no lo formule así, es tal como lo dice, “hacer lo mismo que el psicoanálisis pero mejor que el psicoanálisis”. Lo dice de la siguiente

manera “cuando uno rivaliza con un discurso porque tiene muchas afinidades, las cosas se ponen muy complicadas”. Me gusta su gran honestidad, quizás si hubiese conocido la experiencia analítica, alguno de los temas que trata los hubiera captado con otro alcance. ¿Desde dónde se renueva, para mi, según Badiou la filosofía?: tratando de obtener una especie de psicoanálisis sin psicoanálisis. Es decir, es el intento último de realizar una gran operación con Lacan sin realizar la experiencia analítica, y al no tener el problema de la experiencia analítica, incluso el obstáculo de la experiencia analítica, al no tener el impasse al que la propia experiencia analítica lleva, hay una gran capacidad para construir con Lacan conceptualmente muchas cosas. Si es cierto que la filosofía no ha culminado, como dice Badiou, y que no se puede rendir a ser mera historia de las ideas, pienso, con todo el respeto que le tengo a la filosofía de Badiou en su complejidad, que su intento es un nuevo lugar en donde se realiza una suerte de psicoanálisis sin psicoanálisis. 

EL AUTOR Jorge Alemán. A.M.E., Psicoanalista en Madrid, Miembro de la ELP y la AMP. Docente del Instituto del Campo Freudiano-NUCEP, Madrid.   email: alemanteam@correo.cop.es:

Referencias 1  L’Explication, conversation avec Aude Lancelin, avec Alain Finkielkraut, Nouvelles Éditions Lignes, 2010. 2  Deleuze, G. y Guattari, F., El Anti-Edipo, Barcelona, Paidós, 1985.

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Tres reflexiones sobre el porvenir del inconsciente* Textos: Joaquín Caretti

“La verdad se olvida. Luego todo depende de que lo real insista. Para ello el psicoanálisis tiene que fracasar.” Jacques Lacan, “La Tercera”. Intervención en el “El siglo XXI en el Colegio Mayor Argentino”, el 23 de junio de 2005 El pensar sobre el porvenir del inconsciente muestra de entrada la dificultad del terreno que queremos explorar. Lo primero que queda claro es que ese porvenir no está garantizado y que en todo caso habrá que trabajar por él. Sabemos que nuestra preocupación fue la de Freud y también la de Lacan, quienes pensaron, con la singularidad de su época, las líneas que podrían mantener viva la presencia del inconsciente en el mundo. Cómo será el futuro de ese saber que no se sabe y que nos determina, me parece difícil de avizorar, pero quizás pensar en el futuro nos lleve a valorar que en realidad ese futuro que nos cuesta imaginar, lo estamos construyendo en el momento actual. Si queremos que el inconsciente tenga porvenir deberíamos analizar qué es lo que hoy ya está determinando las vías que lo puedan conducir a su

desaparición o descubrir y sostener, por el contrario, aquellas que permitan que el psicoanálisis pueda seguir haciéndole la contra a lo real. Para ello quiero proponer tres reflexiones. El porvenir del inconsciente está en su pasado Es lícito afirmar que el inconsciente existe desde que el hombre fue afectado por el lenguaje, desde que hubo un hombre. A partir de que se habla hay inconsciente; sin embargo, el inconsciente emerge a la luz como tal, gracias al talento de Freud, desde hace poco más de 100 años. Es decir que ese saber estaba ahí, producía sus efectos, pero éstos no eran registrados como procediendo de la relación entre el cuerpo y la palabra, relación que quedaba oculta a la consciencia. Fue preciso que alguien escuchara entre líneas e interpretara lo que el sufrimiento humano implica de

sexualidad para que ya nada fuera igual para los hombres. La primera hipótesis es entonces que el porvenir del inconsciente está en relación con su pasado, que el inconsciente es deudor de una escucha, de la formulación de una teoría y del ejercicio de una terapéutica que no es como las demás. Desde ese momento inaugural hasta hoy, podemos sostener que el psicoanálisis ha triunfado en la cultura. Así lo esperaba Freud cuando dice que: “Las más grandes verdades terminarán por ser escuchadas y admitidas después que se desfoguen los intereses que ellas lastiman y los afectos que despiertan. Siempre ha sido así hasta ahora, y las indeseadas verdades que los analistas tenemos para decirle al mundo hallarán el mismo destino. Sólo que no ha de acontecer muy rápido; tenemos que saber esperar”.1 Letr as, Octubre-Diciembre 2010 •

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“ESE FUTURO QUE NOS CUESTA IMAGINAR, LO ESTAMOS CONSTRUYENDO EN EL MOMENTO ACTUAL” Se escuchan sus inf luencias en la literatura, la política, el cine, la pintura, la filosofía, las relaciones personales, la medicina, la psicología, la educación… El psicoanálisis ha tenido un importante éxito. ¡Quizá demasiado! Pues lo que fue su propuesta original, la de escuchar el sufrimiento de los sujetos y a ese dolor darle un destino más lúcido, se ha generalizado de tal forma que hoy lo que se estila es escuchar al otro. ¿Escucharlo para qué? Se propone -como función noblea todos los que tienen relación con el dolor, que escuchen, ya que se sabe que el solo hecho de escuchar a alguien que sufre tiene efectos benéficos -algo que ya conoce bien la religión con su ejercicio de confesión como forma de alivio y exculpación. Pero ¿se trata sólo de eso, de aliviar el dolor o, más bien, de acallarlo mediante el ejercicio de la sugestión? Como consecuencia de esto, se ha instalado en la cultura una demanda de atención psíquica urgente ante la presencia de lo real. ¿No vemos en un accidente que, junto con los médicos, los primeros en llegar son los equipos de psicólogos y cómo, desde los medios de comunicación, se jerarquiza esta atención? La ideología de esta posición es la que sostiene que todo sufrimiento psíquico debe ser eliminado o reducido lo más rápidamente posible. Se trata al dolor psíquico y a la palabra que lo relata desde una concepción médica: eliminar el síntoma lo más rápidamente posible. El dolor psíquico se ha transformado en una urgencia Es la propia cultura la que le pide a quien sufre que demande los servicios psicológicos urgentes, a pie de accidente, con la sangre aún caliente, sin pensar en la posibilidad más razonable de que del duelo o la angustia se ocupen, si fuera preciso, aquellos que ya tienen con el que sufre una relación 64 • Letr as, Octubre-Diciembre 2010

de respeto o de amor que favorezca que la palabra pueda ser acogida. La atención de lo traumático se ha vuelto urgente, sostenido esto en la premisa que dice que el sujeto no tiene su propia capacidad de elaboración sino que precisa ¡ya! de otro que lo asista pues sino caería en un marasmo: el sujeto queda así infantilizado a límites inimaginables. ¡Qué mejor ejemplo de la caída del Otro en nuestra cultura! Así se ve a los familiares angustiados -respondiendo a la demanda- clamando en televisión por la presencia “del equipo de psicólogos, expertos en catástrofes”. Es a esto a lo que se refería Foucault con su teoría del biopoder, “aquello que [...] caracteriza un poder cuya más alta función no es ya matar sino invadir la vida enteramente [...] explosión, pues, de técnicas diversas y numerosas para obtener la sujeción de los cuerpos y el control de las poblaciones”. 2 ¿Llegaremos a lo que plantea la película de Michael Winterbottom titulada Código 46 con sus aparatos que borran la memoria de aquello que no anda para el sistema y los psicólogos llegarán a hacer eso en el lugar del accidente? Entiendo que lo que se propone es escuchar desde una posición de amo de un saber, donde el texto del que sufre deberá, por un lado, encajar en las categorías que su disciplina maneja y, por el otro, este sufrimiento subjetivo deberá ser abortado y suprimido con celeridad en aras de un Bien que se dice universal, es decir para todos. Escuchar para dejar de escuchar. Pero ¿no es el sufrimiento una producción del sujeto y como tal habría que acogerlo y no intentar suprimirlo? Si éste es el éxito del psicoanálisis -si ésta es la forma psicoterapéutica en la cual se impondrá en el pensamiento contemporáneo- entonces

será su final, tal como Lacan lo plantea, en una intuición anticipatoria, en la tercera conferencia que dio en Roma, cuando dice que la condición de existencia del psicoanálisis es que fracase. ¿Fracasar en qué? En taponar lo real. Es más, si las psicoterapias varias consiguen liberarnos de lo real y del síntoma, lo que advendrá será la religión verdadera, con un retorno del Padre como rector de las existencias. Interesante formulación ésta donde el porvenir depende de un fracaso, del fracaso del Amo en conseguir que las cosas anden sin obstáculos y de que ese fracaso insista en ser simbolizado: si fracasa el Amo triunfa el sujeto, en esta tensión se mantiene la subjetividad: alienación-separación. Está claro que este futuro donde el objetivo es taponar lo real no es el que soñaba Freud ni el que encierra la verdad del inconsciente. Quizá el porvenir del inconsciente esté entre otras cosas en mantener la tensión de lo que planteó Lacan cuando propuso un retorno a Freud: un retorno a la originalidad del planteamiento psicoanalítico que implica la pérdida de toda esperanza de dominio sobre la pulsión. El porvenir del inconsciente depende del porvenir de lo real El descubrimiento freudiano muestra que en la estructura de los hombres opera una instancia que él llamó “el inconsciente”, que determina las conductas, los lazos sociales, más allá de lo que se pueda saber o conocer. Este ataque al narcisismo pareciera haber sido digerido por nuestra civilización la cual, como decimos, ha incluido al inconsciente, quitándole a este la radicalidad de su presencia y tratando de curar a la cultura de sus efectos. Así lo planteó Gustavo Dessal en la Casa de América en el año 2005: “El siglo XXI, en lo que respecta al psicoanálisis, será conocido como el siglo en el que ya nadie se asombrará de oír hablar del inconsciente, ni de la sexualidad infantil, ni del complejo de Edipo, ni de la decadencia de la imago paterna, ni de la pulsión de muerte. El siglo XXI será seguramente el siglo en el


Letras en la Ciudad que todo saber podrá admitirse, por la sencilla razón de que a nadie le importará lo más mínimo”. ¿Es posible pensar un mundo donde los efectos de lo real sobre los hombres hayan desaparecido, es decir donde el sufrimiento sintomático haya sido arrancado de cuajo y nos hayamos curado de la encrucijada inaugural entre la palabra y el cuerpo? ¿Podremos curarnos de la no relación sexual? ¿Podremos hacer no sintomáticos los lazos sociales? ¿Desaparecerá el goce y el deseo? ¿No será necesaria la invención? ¿Haremos que las marcas singulares de una historia se incluyan en el universal de las marcas del mercado? ¿Se realizará aquello que plantea Lyotard que “lo esencial a la cosa intratable es que hay que deshacerse de ella a toda costa?”. 3 Entiendo que nos encontramos con algo de lo incurable del ser humano, un real que siguiendo con Lyotard “no está presente más que fuera de la representación: muerte, nacimiento, dependencia absoluta, singular, que a toda instancia prohibe disponer de sí como unidad y totalidad. Diría más: la diferencia sexual en el sentido más radical de una heteronomía que no pertenece al espacio-tiempo de la representación”4. De cómo abordemos este real, es decir sus efectos, el síntoma, dependerá el porvenir del inconsciente. Foucault va a sostener que la vida escapa al control de la biopolítica. Aunque ésta invade la vida en un intento de dominio, las pulsiones no resisten orden ni control: es lo más íntimo que escapa. Pero sabemos que estamos en un momento civilizatorio donde las formas de control han virado. Ya no se pretende normativizar al sujeto ni reprimirlo en su sexualidad, sino todo lo contrario, ahora se lo estimula a que lleve adelante su goce, a que lo reivindique, a que lo muestre en forma obscena. La propuesta es que el sujeto se haga amo de su propio destino y la paradoja es que se queda sin destino. Sabemos de los peligros para la subjetividad que entraña este empuje al goce, sostenido en la teoría de que el goce esperado es alcanzable

y suprimiendo ilusoriamente cualquier límite. La culpa por la falta de goce, los síntomas en el mejor de los casos o la soledad de un goce que se aleja de los riesgos de un encuentro con la diferencia sexual son la consecuencia de esta llamada al superyó. Nueva forma de control que bajo un semblante de permisividad -Dios ha muerto- va a sumergir al sujeto en una enorme dificultad para hacerse un lugar digno en el mundo. ¿No se verifica esta propuesta a nivel planetario con el caos en la periferia y el imperio de la seguridad en el centro? Pan y circo contemporáneos. La paradoja que plantea Lacan es que lo real no dependerá del psicoanalista, es decir que no será efecto de lo que el psicoanalista haga, diga o muestre, que no dependerá la emergencia de lo real del trabajo del psicoanalista sino que será justamente al contrario. Será el psicoanalista el que se encontrará dependiente de la emergencia de lo real y que enfrentado a él, su misión deberá ser hacerle la contra. Se entiende así que el porvenir del inconsciente estará en directa relación con la manera en

forma de pensar que el psicoanálisis es una terapéutica que no es como las demás. El porvenir del inconsciente es el porvenir del síntoma Lo real en tanto lo imposible, forma de nombrar la castración, origen del deseo, tiene como respuesta del sujeto el síntoma. El síntoma es lo que demuestra la existencia del inconsciente. Es decir que el síntoma sería la creación como respuesta del hablanteser al enigma que le suscita la herida que instauran la sexualidad, la muerte y lalengua. El síntoma sería la respuesta subjetiva a la herida que sobre el viviente imprime la operación de entrada en la comunidad de los hombres. Este síntoma, singular, personal será la tarjeta de presentación del sujeto que lo acompañará en la vida y organizará sus relaciones. Será la modalidad de goce que se jugará en los actos de la existencia. Será aquello que se repite sin descanso mostrando al sujeto la sujeción en la que se encuentra y al mismo tiempo remarcando la originalidad de su posición en el mundo.

“EL PORVENIR DEL INCONSCIENTE ESTARÁ EN DIRECTA RELACIÓN CON LA MANERA EN QUE EL PSICOANALISTA ABORDE LO REAL” que el psicoanalista aborde a lo real. Interesante fórmula esta de hacerle la contra al goce: ¿podrá ser incluida en el pensamiento contemporáneo sin que lleve la ilusión de una felicidad sin fallas o la creencia de que lo imposible desaparezca? ¿Llevará al adormecimiento o al despertar? Freud sostenía -quizá con un exceso de optimismo- que había un efecto universal del trabajo del psicoanalista en el cual depositó sus esperanzas afirmando que “el éxito que la terapia es capaz de alcanzar en el individuo tiene que producirse también en la masa”5 lo cual implica que este hacerle la contra a lo real tiene consecuencias políticas, otra

“A cada sujeto su síntoma” es la verdad que dice el inconsciente, no existiendo hablanteser sin síntoma, ya que esta es la condición de todo ser que es atravesado por la palabra, pues es la solución singular que cada hombre encuentra ante el enigma que el cuerpo y la palabra ponen sobre su mesa. Es el poema que el sujeto escribe para responder al enigma de la diferencia de los sexos, es la pintura que dibuja para arreglárselas con la muerte. El síntoma es lo más cercano a lo real que los sujetos tienen, es lo que permite que los registros de la subjetividad humana se anuden, aún al precio de hacer que las cosas de la Letr as, Octubre-Diciembre 2010 •

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Letras en la Ciudad vida no anden de manera satisfactoria para aquel que anhela que los hombres marchemos en fila. Es verdad que el síntoma se presenta como lo inútil, aquello que en apariencia no sirve para nada, como aquello que -en el mejor de los casosgenera sufrimiento, que se sitúa en el orden del despilfarro y que condiciona la supuesta armonía de las relaciones humanas tanto sexuales como sociales. Es la presencia de un goce que se impone a la subjetividad pero que al mismo tiempo es lo más subjetivo que la habita. Si no se trata de acallar el síntoma con maniobras que lo alimenten de palabras para darle un sentido como proponen las psicoterapias, ni de suprimirlo con estrategias de modificación de conducta, ni –como se proponen las neurociencias- de administrar drogas legales que lo silencien, ¿qué propone el psicoanálisis? Propone que -mediante la construcción de un nuevo lazo social- la modalidad de goce que el síntoma producía pueda ser reinventada poniendo lo inútil del goce al servicio del deseo. Podría decirse que llegado ese momento el sujeto se alegra de la tragedia de lo imposible y sexualidad, lengua y muerte son las condiciones de acceso a una existencia de la cual el hablanteser se hace responsable. El psicoanálisis reenvía al sujeto a su singularidad. Para que esto suceda es preciso que algo del orden del acontecimiento, en relación a una verdad, se produzca. Alain Badiou lo dice de la siguiente manera: “Mientras no sucede nada, sino lo que es conforme a las reglas de un estado de cosas puede haber conocimientos, enunciados correctos, saber acumulado, pero no puede haber verdad.

Lo paradójico de una verdad estriba en que es al mismo tiempo una novedad.”6 Este acontecimiento –“lo que nombra el vacío en tanto nombra lo no sabido de la situación” 7- trae una verdad que le es precisa al psicoanálisis para tocar algo de lo real mediante el lenguaje. Sabemos que la verdad se olvida. Todo depende de que lo real insista. Cuando Lacan propone que “el inconsciente es la política” nos está señalando que depende del inconsciente la modalidad de lazo social que cada sujeto lleva adelante y que este lazo está en relación con la modalidad de goce singular, es decir con el síntoma de cada uno. Esto sitúa la particular especificidad de la operación analítica ya que al modificar el goce sintomático se modificarán los lazos sociales, con lo cual cambiará la política de cada sujeto. Obviamente queda algo incurable: la castración. Como se perfila, el porvenir del inconsciente se sitúa en los terrenos del síntoma: de cómo sea tratado o abordado lo sintomático por la civilización dependerá que el inconsciente no sea una verdad olvidada o un juego del pensamiento sin el filo cortante del descubrimiento freudiano. Esto es responsabilidad de los psicoanalistas, los que saben que se enfrentan a una propuesta de desresponsabilización generalizada promovida por el discurso dominante. De ellos dependerá que la singularidad del hombre, el dolor de existir, encuentre un lugar de acogida no normativizante y colabore a que la política recupere su dignidad. ¿Podrán estar a la altura o serán arrasados por la ideología del Bien? Podríamos afirmar, finalmente, que si el inconsciente es la máquina original que pone en escena al sujeto entonces el porvenir del

“EL PORVENIR DEL INCONSCIENTE PASARÍA POR QUE PARA CADA SUJETO EL INCONSCIENTE FUERA SU PORVENIR”

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inconsciente pasaría por que para cada sujeto el inconsciente fuera su porvenir, una forma de pensar la fórmula freudiana “Donde el ello era, el sujeto debe advenir”. Que se instale un deseo de verdad. 

EL AUTOR Joaquin Caretti. A.P., Psicoanalista en Madrid, Miembro de la ELP y la AMP.   email: jcaretti777@hotmail.com

Referencias 1  Sigmund Freud, “Las perspectivas futuras de la terapia psicoanalítica”, Tomo XI, Amorrrortu, Buenos Aires, 2001, pg. 139. 2  Michel Foucault, “Historia de la sexualidad. 1. La voluntad de saber, Siglo Veintiuno, Madrid, 1980, pg.169. 3  Jean-François Lyotard, “Moralidades postmodernas”, Tecnos, Madrid, 1996, pg. 131. 4  Ibíd., pg.131 5  Sigmund Freud, “Las perspectivas futuras de la terapia psicoanalítica”, op. cit., pg. 140. 6  Alain Badiou, “Manifiesto por la filosofía”, Cátedra, Madrid, 1989, pg. 18-19 7  Alain Badiou, “Batallas Éticas”, La Ética, Nueva Visión, Buenos Aires, 1995, pg. 143. Presentado el 23 de junio de 2005 en el Colegio Mayor Argentino de Madrid. “El porvenir del inconsciente en el pensamiento contemporáneo” estaba inscripta en las actividades del “El siglo XXI en el Colegio Mayor Argentino”


Letras en la Ciudad

El nacimiento de Letras Hace casi una década que la comunidad de psicoanalistas de la ELP de Madrid dejó de editar una revista propia. Durante los ocho años anteriores, mantuvimos una publicación llamada Pliegos en la que se realizó un importante trabajo tanto de intensión como de extensión del discurso psicoanalítico. En el tiempo transcurrido desde la edición del último número de Pliegos hasta el momento actual, el panorama ha cambiado notablemente. Se dice que ya no tiene sentido publicar nada en papel y que pronto los periódicos se editarán fundamentalmente en formato digital. Paradójicamente, las estadísticas indican que en algunos países aumenta la venta de prensa en papel. Estamos por tanto abocados a un futuro inmediato de cambios, pero determinados por un pasado que no es fácilmente reducible. Cuando Andrés Borderías transmitió a la Junta Directiva su deseo de hacerse cargo de una publicación, tuvimos claro que la respuesta sería afirmativa, pues la idea formaba parte de nuestros proyectos, pero le dimos muchas vueltas a la modalidad con la que íbamos a realizarla. Dos opciones parecían obligar a una elección: editarla en papel o en formato digital. Hemos optado por sostener una doble apuesta: mantener la edición clásica en papel, otorgando un valor al objeto y utilizar los nuevos modos de transmisión que nos ofrece internet. Los que están leyendo estas líneas tienen, seguramente, el objeto Letras en las manos y podrán colocarlo en su estantería como el inicio de una serie por venir. Después de un tiempo, aquellos cuyo gusto no pase por la materialidad del objeto dispondrán de esta revista a través de Internet. En cuanto al título, fue idea de su director, quien comenzó usando dos significantes, Letras Lacanianas, para reducirlo más tarde a uno solo: Letras.

El término “letras” tiene un uso absolutamente amplio en el lenguaje común, y forma parte esencial de nuestras vidas, desde la más tierna infancia en que nos enfrentamos al aprendizaje de las primeras letras, hasta el final de nuestros días en el que solo queda un epitafio. No obstante, si enfocamos este significante mediante una lupa psicoanalítica y, más precisamente, lacaniana, “la letra” (en singular) se convierte en un concepto crucial tanto de nuestra teoría como de la práctica clínica a la que responde. La letra, a diferencia del significante que pertenece al campo simbólico, está emparentada con lo real, es decir, con aquello que no puede representarse mediante una imagen, y que escapa a toda significación posible. Como la tierra de un litoral, la letra establece un borde entre dos entidades heterogéneas, de un lado el saber, del otro el goce. Pero es precisamente esta letra que no se deja traducir la que anida en el corazón del síntoma, y produce su eterna repetición. Por esta razón un psicoanálisis se orienta hacia lo real, y no puede detenerse en el desciframiento de los significantes inconscientes con los que el ser hablante construye sus ficciones, sino que tiene que apuntar a hacer algo con ese goce opaco que habita en el síntoma. El dispositivo del Pase fue concebido para ofrecer una enseñanza en la que se transmite cómo se produce el final de una experiencia de psicoanálisis y, por ende, cómo se adviene psicoanalista. Esto explica que hayamos dedicado al Pase un lugar importante en este primer número. Pero hay muchos otros aspectos que quedan recogidos en el plural Letras, y que hacen que esta revista no esté dirigida únicamente a los psicoanalistas, sino también a quienes se interesen en aquellos discursos con los que el psicoanálisis ha establecido tradicionalmente sus puentes.

Rosa López Directora de la Comunidad de Madrid de la ELP. A.P., Psicoanalista en Madrid, Miembro de la ELP y la AMP. Docente del Instituto del Campo Freudiano-NUCEP en Madrid.   email: rosamarialopezs@telefonica.net

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Normas de publicación en la revista Letras. Estimados colegas, con el ánimo de facilitar el trabajo de publicación de los textos en la revista Letras hemos preparado este índice de normas para la redacción y publicación. Los trabajos deben enviarse para su publicación a la dirección de la revista: redacción@letraslacanianas.com 1.   E xtensión. Los textos no deben sobrepasar los 16.000 caracteres con espacios incluídos y no deben haber sido publicados anteriormente ni en formato papel ni en formato digital (Webs, Blogs, etc.) 2.  Formato. En el siguiente orden debe figurar: Nombre del autor (minúsculas). Título (minúsculas). Texto (sin faltas de ortografía ni erratas). Notas (usar superíndice y ubicar las notas al final del texto) 3.  Normas específicas de formato: Tamaño de página A4. Tipo Letra: Times New Roman, 12 pt. Justificación del texto: Izquierda, sin sangrías. Numeración de páginas: NO. Subtítulos: En cursiva y minúsculas, sin guión. Se puede usar numeración o letras para su ordenamiento. No se debe usar doble espacio en el texto, ni incluir doble espacio antes de un signo de puntuación (ejemplo, está mal: “escribo , corrijo” cuando debe figurar “escribo, corrijo”). Citas, neologismos, palabras extranjeras: Entre comillas Formato de las referencias: Nombre (siglas) y apellidos del autor en letra normal. Título del artículo o capítulo en letra normal y entre comillas. Título del libro o revista en cursiva. Editorial, ciudad, año de edición y página citada en letra normal. Ejemplos: J.Lacan, “El seminario sobre La carta robada”, Obras Escogidas, RBA, Barcelona, 2006, pg.5. Ibíd., pg 35. (Si la referencia es inmediatamente seguida al mismo texto: Ibíd. en cursiva) J.Lacan, “El seminario sobre La carta robada”, op.cit., pg.7 ( si la referencia no es inmediatamente seguida de la primera, pero es el mismo texto: op.cit. en cursiva ).

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