SEÑORES Y ESCLAVOS BARCO A LA DERIVA 09102013

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SEﾃ前RES Y ESCLAVOS BARCO A LA DERIVA

Greenhow, Rose O'Neal (1817-1864) Fecha de creaciﾃｳn 23 de agosto de 1861 d. C.

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Una gran nación, un gran estado, está compuesto de la savia de familias nacionales, y sobre nuestras familias españolas se haya constituido el estado de nuestra nación.

Los elementos que han avocado a nuestro pueblo, al actual declive y a la desesperación, deben ser extirpados del árbol nacional como las ramas enfermas de un milenario árbol.

Dichos elementos han corrompido irreversiblemente la economía doméstica de nuestras familias, convirtiendo a sus miembros en esclavos de aquellos que un día eligieron como representantes de nuestro gran pueblo.

Se hace necesario, para poder tomar conciencia de la razón de las cosas, someter al examen de la conciencia individualizada de cada hombre, de cada mujer, de cada familia. Los hechos históricos, los cambios y nuestra pertenencia al Imperio económico del euro, que nunca dejará de ser una moneda con intereses imperialistas que se posicionan por encima de los intereses de los pueblos nacionales de cada país democrático. Y que como Imperio es la Unión Europea que congrega a tantos países hoy desencantados y en los que sus pueblos

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sufren las gemelas consecuencias que el nuestro. Efectos que gangrenan cada vez con más fiebre, los cimientos nacionales de nuestra gran nación española.

Debemos estudiar antes de presentarnos al examen. Y este no es un examen en donde nuestros deberes se depositan en las urnas de las grandes mentiras. ¡En los que se eligen a los traidores y bucaneros que azotan sus espuelas de cuatreros y sus látigos de siete colas, mientras devoran como las langostas, las pocas riquezas que les queda a nuestra nación.

Nuestro examen de conciencia y de nuestra historia, debemos presentarlo frente a todos los poderes del estado, en las calles, en cada esquina, en cada rambla, en cada centro oficial, en cada templo, en cada homilía. Frente a todos ellos a los que debemos exigirles libertad para un pueblo que quiebra por hambre ¡y libertad de poderes para una Corona que resiste memorablemente frente a los hilos de la felonía y la traición! Todos orquestados en los escenarios de los más bajos teatros de la nueva España negra del siglo XXI. Vivimos en una época en la que los señores son los políticos – todos sin excepción- y los esclavos son los españoles que resignada y equivocadamente intentan en vano esfuerzo no pensar, no creer que la

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democracia Española haya sido reventada por una manada de hienas hambrientas de señoríos y riquezas.

Sí España, hoy, aún ha resistido a las miserias políticas, al ninguneo y a la enajenamiento del señorío político, que sigue galopando en la mediocridad política de sus caballos de burbujas, con la que tanto daño han hecho a los más sagrados de los cimientos de toda gran nación, la familia. Y si nuestro pueblo se sigue sosteniendo, es porque la conciencia de postguerra de nuestros abuelos y padres, que vivieron una verdadera postguerra. Dejó huella en nuestros comportamientos sociales y cultura. Algunas son de las de ahorrar bajo el colchón, otras, las de almacenar alimentos no perecederos y otras no hacerles asco a cualquier clase de alimento que impida la desnutrición o bien la muerte por inanición. Y otras familias, pasan de haber comido las tres comidas religiosas del día, a comer una sola comida al día, y acudir a los comedores sociales, desbordados en su capacidad, en todo el territorio nacional. ¡Esto está pasando en España!

Pero esto, lejos de entristecer a los señores de la política nacional, lejos de hacerlos llorar de desesperación, ¡enajenadamente les enorgullece y sonrién! Somos el orgullo para esos señores de la política

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española, para ellos que ríen y brindan como sinvergüenzas y ladrones que son, frente a sus opíparas fiestas y sobre las mesas soberbias de los mejores restaurantes, en las que brindan con el mejor vino de nuestra tierra. ¡La sangre de España! Noble y sufridora como el mejor de todos los pueblos de la tierra, toda.

Otros, por lo contrario, pretenden salvar a las familias españolas del poder intolerante y devastador de los actuales señores. Pero todo político en esta tierra ya deshecha, ha perdido su tiempo de espera.

Hoy la democracia, nuestra democracia detonada desde los mandos de todos los poderes del estado, reventada hasta su seno se ha convertido en contra naturaleza para el pueblo, de toda libertad y garantía constitucional. Porque entre las páginas de nuestra historia democrática se esconden los peores políticos, las peores fieras, los peores ladrones de un país al que antes con orgullo se le podía llamar La Gran Nación Española. Y hoy, su pueblo, ya se cansó de suplicar, de llorar, de exigir sus libertades constitucionales, esas que el señorío con tanta arrogancia juran respetar, y que con la frialdad de los más despiadados de los asesinos, traicionan mientras ofrendan.

Es preciso ver ahora, que lo único natural de nuestra España, lo único perdurable en el tiempo, es ¡nuestra Corona Española! La

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Monarquía, que ofreció a nuestro pueblo, al que siempre puso por encima de todo interés de poder, una democracia, y una Constitución.

La razón y los hechos que fácilmente pueden ser demostrados, poniendo la luz en el candelero. Son que la Corona, –Monarquía- La Constitución, –pueblo- y la Democracia, –estado- han sido traicionados, ninguneados, y negados al pueblo español, durante muchos, muchos años. Tantos como llevan esquilmando nuestra nación.

Finalmente, en cuanto a decidir entre las vidas de las familias españolas, de los hombres y mujeres, ancianos y niños que conforman una familia. El decidir quien es justo y quienes son los injustos, para poder elegir quienes de entre ellos deben gobernar nuestro maltrecho país.

Este pueblo sólo se halla en condiciones de juzgar- como yo lo hagorectamente y del siguiente modo. ¡Que la Corona nos salve del hundimiento inmediato!

Que el Rey de España, Don Juan Carlos de Borbón, el anciano y sabio Rey, ya libre de la demagogia y los paralelismos que los medios de comunicación se han dedicado a hilar durante los últimos años. Y Don

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Felipe de Borbón, el Príncipe, nutrido de la sabiduría del padre y de la ciencia y la sabia de su gran madre, la Reina de España, Doña Sofia de Grecia. Tomen el mando, el timón de esta gran nave, que un buen día ofrecieron noblemente a este gran pueblo, hoy descolorido, hambriento y melancólico. Y sin rumbo, perdido en un gran océano de mentiras y engaños, en el que navegan impávidos, piratas y corsarios de otros reinos.

Fernando de Monreal Clavijo H2OX7 En España a 09 de octubre de 2013