Patrimonio Arquitectónico y Escultórico de la

Miguel Posso-Yépez, Miguel Naranjo-Toro, Israel Almeida-Vargas, Gandhy Godoy-Guevara
Edita
Editorial Universidad Técnica del Norte Av, 17 de julio 5-21 y Gral. José María Córdova - Sector El Olivo IBARRA – IMBABURA – REPÚBLICA DEL ECUADOR www.utn.edu.ec editorial@utn.edu.ec
Pares revisores académicos externos
PhD. Jaime Alejandro Iturralde Vallejos Universidad Politécnica Estatal del Carchi (UPEC) / Ecuador jaime.iturralde@upec.edu.ec
PhD. Fabio Andrés Bolaños Alomía Universidad de Nariño / Colombia fabio.bolanos@udenar.edu.co
Revisión de estilo
Dr. Julio César Alarcón Rivadeneira
Fotografías
Bladimir Herrería, Israel Almeida, Gandhy Godoy, Unidad de Relaciones Públicas UTN
Dirección de Arte y diagramación
Israel Almeida V. cialmeida@utn.edu.ec
© de los textos y fotografías: Sus respectivos autores, 2025 © de esta edición: Editorial Universidad Técnica del Norte, 2025
Edición impresa: 2025/ ISBN: 978-9942-572-00-4
Edición digital: 2025/ ISBN: 978-9942-845-99-3
Grupo de Investigación de Ciencias en RED
Universidad Técnica del Norte
Prohibida la reproducción total o parcial sin previa autorización escrita de la Universidad Técnica del Norte
AUTORES:
PhD. Miguel Posso Yepez
Docente Investigador– Facultad de Educación, Ciencia y Tecnología
Grupo de Investigación de Ciencias en Red (e-CIER)
Grupo de Investigación Comunicación Visual e Interculturalidad
Universidad Técnica del Norte, Ecuador
https://orcid.org/0000-0002-6931-3326 maposso@utn.edu.ec
PhD. Miguel Naranjo Toro
Docente Investigador – Facultad de Educación, Ciencia y Tecnología
Grupo de Investigación de Ciencias en Red (e-CIER)
Universidad Técnica del Norte, Ecuador
https://orcid.org/0000-0001-6521-1405 menaranjo@utn.edu.ec
Msc. Carlos Israel Almeida
Docente Investigador – Facultad de Educación, Ciencia y Tecnología
Grupo de Investigación de Ciencias en Red (e-CIER)
Universidad Técnica del Norte, Ecuador
https://orcid.org/0000-0002-0633-5376 cialmeida@utn.edu.ec
Msc. Gandhy Leonardo Godoy
Docente Investigador – Facultad de Educación, Ciencia y Tecnología
Grupo de Investigación Comunicación Visual e Interculturalidad
Universidad Técnica del Norte, Ecuador https://orcid.org/0000-0002-3212-8805 glgodoy@utn.edu.ec
El patrimonio es el lenguaje silencioso con el que el tiempo nos habla. Cada piedra restaurada, cada muro que ha resistido al olvido, cada escultura que se yergue frente a nuestros pasos constituye una forma de diálogo con quienes fuimos y con aquello que aún late bajo la piel del presente. Consciente de esta verdad profunda, la Universidad Técnica del Norte emprende, a través de estas páginas, un gesto de amor hacia su historia y su territorio, integrando la memoria al quehacer académico y al espíritu universitario.
Toda universidad que mira al futuro con responsabilidad debe, primero, aprender a escuchar las voces del pasado. La Universidad Técnica del Norte ha comprendido esta lección con sabiduría y sensibilidad, reconociendo que su labor educativa no se construye únicamente entre aulas y laboratorios, sino también en el diálogo constante con los espacios, las memorias y las huellas materiales que conforman su entorno.
Este libro nace del anhelo de preservar y compartir un legado, un patrimonio cultural, tangible e intangible, que pertenece a todos los ibarreños e imbabureños. Su propósito no es solo registrar la historia de edificios y monumentos, sino resignificarlos como parte esencial de la identidad institucional y de la riqueza cultural del norte del Ecuador. Es un recorrido sensible y reflexivo por espacios que alguna vez fueron testigos del dolor, la fe y la esperanza, y que hoy, gracias a la visión y al esfuerzo colectivo, han renacido como centros de aprendizaje y pensamiento crítico. Tres capítulos entrelazan la historia con el presente, en un gesto de gratitud hacia los cimientos que sostienen nuestra herencia.
El primer capítulo se sumerge en las memorias del antiguo Hospital San Vicente de Paúl, cuyas paredes hablaron durante décadas el lenguaje del sufrimiento y la sanación. Hoy,
restaurado y dignificado, este edificio histórico se ha transformado en un recinto académico donde la vida continúa latiendo, ahora al ritmo del conocimiento, la investigación y de la formación profesional.
El segundo capítulo revela el tránsito del antiguo Convento de Las Carmelitas Descalzas, espacio de recogimiento espiritual, al dinamismo de la vida universitaria. Su meticulosa restauración no solo conservó su valor arquitectónico, sino que abrió sus puertas al pensamiento crítico y a la investigación, fundiendo la quietud del pasado con la vitalidad del presente.
El Hospital San Vicente de Paúl y el Convento de Las Carmelitas Descalzas, hoy restaurados y convertidos en campus universitarios, no han perdido su alma: la han transformado. Lo que fue espacio de alivio y de contemplación se ha convertido en morada del pensamiento, en territorio fértil para las ideas, sin borrar jamás el eco de sus orígenes.
El tercer capítulo es un canto a la memoria colectiva: una biografía de 22 monumentos que honran a personajes históricos ecuatorianos. Esculturas que habitan patios, plazas y corredores de la universidad, y que, con su presencia silenciosa, nos invitan a recordar, a cuestionar y a sentirnos parte de una historia mayor. Estos monumentos evocan a hombres y mujeres que, con su vida, su obra o su legado, contribuyeron a forjar la nación ecuatoriana. No son simples ornamentos: son memoria materializada, vigías silenciosos del conocimiento y del porvenir.
Así, esta publicación no es solo un inventario de bienes patrimoniales, sino un acto de reconocimiento a la belleza que habita en lo que fuimos, en lo que somos y en lo que aspiramos a ser. La Universidad Técnica del Norte reafirma, con estas páginas, su misión de custodiar el legado cultural de la región y del país, y de proyectarlo como un faro que ilumina el camino del saber, con raíces profundas y alas abiertas.
PATRIMONIO ARQUITECTÓNICO Y ESCULTÓRICO
Este libro es testimonio de una visión institucional que trasciende las aulas y los laboratorios. Es también una invitación dirigida a docentes, estudiantes, ciudadanos y visitantes, para mirar con otros ojos los espacios que habitan, descubrir la historia que se esconde en cada rincón, y reconocerse como herederos y constructores de un legado que merece ser vivido, valorado y protegido.
Es, además, reflejo del papel transformador que ejerce la universidad pública en el desarrollo integral de los territorios. Al cuidar y revitalizar su patrimonio, la Universidad Técnica del Norte no solo fortalece su identidad, sino que se proyecta como una institución que honra el pasado, dignifica el presente y construye un futuro con raíces firmes y visión trascendente.
Que estas páginas sirvan para cultivar el asombro, el respeto y la responsabilidad hacia nuestro patrimonio tangible e intangible. Que sirvan, sobre todo, para recordarnos que no hay verdadero progreso sin raíces, ni conocimiento profundo sin memoria.
Se aclara que esta obra, con fines de promoción institucional y de optimización de recursos, es una fusión, en un solo ejemplar, de las dos obras anteriormente publicadas en versión digital: “UTN y su Patrimonio Cultural, Volumen I. Monumentos” y “UTN y su Patrimonio Cultural, Volumen II. Campus Carmelitas y Hospital San Vicente de Paúl”.
Parte de la información y fotografías del Convento de las Carmelitas, se obtuvo gracias a la colaboración y aval del obispo de la diócesis de Ibarra, René Coba, y de la hermana Patricia, priora del Convento de las Carmelitas Descalzas, a quienes agradecemos profundamente por su ayuda.
Los autores
Para hablar de la historia del Campus Carmelitas de la Universidad Técnica del Norte, es necesario relatar cronológicamente la rica y extensa historia de la orden de las Carmelitas Descalzas, desde su fundación en tierras europeas hasta su llegada a la ciudad de Ibarra:
La Orden de las Carmelitas Descalzas, con las siglas O.C.D. y oficialmente conocida como la Orden de los Carmelitas Descalzos de la Santísima Virgen María del Monte Carmelo (en latín: Ordo Fratrum Discalceatorum Beatissimae Mariae Virginis de Monte Carmelo), se divide en tres ramas: las monjas contemplativas (que a su vez se subdividen en dos grupos, “del 90” y “del 91”, según las constituciones que siguen), los frailes y los hermanos terceros o seglares (Orden de los Carmelitas Descalzos Seglares). Además, existen dos desiertos de ermitaños: el Monasterio de San José de Las Batuecas y el Monasterio de San José de Rigada.
Los orígenes de la Orden del Carmen se sitúan en Tierra Santa, entre los siglos XI y XII. Tras el final de la Primera Cruzada, muchos caballeros cruzados optaron por permanecer en Palestina, dedicando sus vidas a la soledad, la penitencia y la devoción plena a Dios. De este modo, se formaron varios eremitorios, que son lugares destinados a la vida eremítica, donde los eremitas (personas que eligen retirarse del mundo para vivir en soledad y oración) residen para dedicarse a
la contemplación y la penitencia. El eremitorio más destacado es el que se estableció en el Monte Carmelo, junto a la fuente de Elías. Según el Antiguo Testamento, este fue el lugar donde residió el profeta Elías, cuya vida se convirtió en modelo y fuente de inspiración para los ermitaños, quienes lo consideraron el “fundador” espiritual de su vida eremítica (“Historia”, s.f.).
Con el paso del tiempo, estos monjes solicitaron al patriarca de Jerusalén, San Alberto, que redactara una norma de vida para ellos, lo que resultó en la Regla de los “Hermanos de Santa María del Monte Carmelo”.
Ante el avance de los musulmanes, los Carmelitas comenzaron a abandonar los eremitorios y emigraron a Europa, regresando a sus países de origen. Debido a diversos factores, la Regla de San Alberto sufrió varias modificaciones para adaptarse a una vida mendicante. De esta manera, la orden pasó de ser una comunidad eremítica a una orden mendicante (orden cuyos miembros, conocidos como mendicantes, se dedicaban a una vida de pobreza, predicación y minis-
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terio a los pobres y necesitados), similar a las de los franciscanos, dominicos y agustinos. Establecidos cerca de las universidades de la época, los Carmelitas experimentaron un florecimiento en toda Europa, fundando también monasterios femeninos, como el Monasterio de la Encarnación de Ávila, fundado en 1479. En este monasterio, en 1536, ingresó como postulante doña Teresa de Ahumada. Allí vivió durante 27 años, llevando una vida religiosa regular.
Así es como Teresa Sánchez de Cepeda y Ahumada, mística y escritora española, más conocida como Santa Teresa de Jesús o, simplemente, Santa Teresa de Ávila, se convirtió en la monja fundadora de la Orden de los Carmelitas Descalzos (rama de la Orden de Nuestra Señora del Monte Carmelo) (Muscaró, 2024).
Tras enfrentar numerosos desafíos y esfuerzos, el 24 de agosto de 1562 se fundó el Monasterio de San José de Ávila, el primer monasterio carmelita reformado. Este monasterio se estableció con el propósito de vivir «en obsequio de Jesucristo», siguiendo fielmente la regla primitiva de San Alberto y enfocándose especialmente en una vida de oración, contemplación y una intensa vida
fraterna. En sus primeros tiempos, no eran más de 13 hermanas (“Historia”, s.f.).
Las fundaciones de esta reforma se expandieron por toda España durante la vida de Santa Teresa, y posteriormente se extendieron por todo el mundo, alcanzando América Latina. Inicialmente, estas fundaciones fueron impulsadas por los frailes Carmelitas Descalzos, y con el tiempo, comenzaron a surgir también los monasterios de las Carmelitas Descalzas.
La llegada de las Carmelitas Descalzas a América fue impulsada por la necesidad de establecer comunidades que vivieran bajo las estrictas reglas de Teresa, lo que les permitió mantener una vida de oración y penitencia en un entorno que a menudo era hostil a tales prácticas (Loreto, 2017). Llegaron a Latinoamérica en el siglo XVII. La primera fundación en el continente americano se realizó en la Ciudad de México, en 1604, en el convento de San José. Este establecimiento fue posible gracias al apoyo de los frailes Carmelitas descalzos que ya se encontraban en la región. En 1643, en Lima, se fundó el Monasterio de Nuestra Señora del Carmen, impulsado por el fervor religioso que predominaba en el Virreinato del Perú.
Dada la complejidad del viaje y las difíciles condiciones de la época, resultaba inusual que un grupo de monjas emprendiera viajes tan largos para fundar nuevos monasterios. Sin embargo, esto no detuvo a las Carmelitas Descalzas del Perú, quienes iniciaron su travesía desde Lima, en octubre de 1652. A lo largo del viaje, pasaron por varios puertos y ciudades, como El Callao, Guayaquil, Riobamba y, finalmente, Quito. El 4 de febrero de 1653,
después de casi cinco meses de recorrido, fundaron el Monasterio de San José y Santa Marianita, hoy conocido como Monasterio del Carmen Alto (Carmelita, 2022)
Este convento jugó un papel clave en la expansión de la espiritualidad carmelitana en Ecuador. Actualmente, en el país existen trece monasterios de Carmelitas Descalzas, y su patrona es Santa Teresa de Jesús, conocida como “La Grande” (Peña, 2024).
Hoy en día, existen más de 700 monasterios de Carmelitas Descalzas en todo el mundo, distribuidos en 98 países. La Orden de las Carmelitas Descalzas es la orden femenina de clausura más importante del mundo católico. Las Carmelitas Descalzas se encuentran hoy presentes en diversos lugares del mundo, manteniendo el mismo carisma en todas ellas, aunque cada convento es autónomo y tiene sus propias particularidades. Dependiendo de la comunidad, estas pueden estar bajo la dirección del superior de la orden o del obispo. Cada comunidad está formada por un grupo de hermanas, cuyo número no suele superar las 21, salvo en aquellos conventos cuya magnitud requiere una mayor cantidad de hermanas (Marquéa, 2015).
Para comprender cómo la Orden de las Carmelitas Descalzas llegó a Ibarra, es necesario remontarse a Popayán, Colombia, de donde proceden las primeras monjas que arribaron, el 14 de octubre de 1729, provenientes de Bogotá. Esta orden religiosa enfrentó una serie de vicisitudes a lo largo de los años, tanto durante la época colonial como en los primeros movimientos insurgentes contra la corona española. En 1820, cuando los españoles fueron expulsados de Colombia, los templos de la ciudad de Popayán fueron saqueados, y el Convento del Carmelo, hogar de las Carmelitas, no fue la excepción.
Para entender la expulsión de las religiosas es necesario mencionar a uno de los períodos presidenciales del general Tomás Cipriano de Mosquera, quien, en 1861, como presidente de la Confederación Granadina (hoy Colombia), promulgó una serie de decretos que afectaron profundamente a la Iglesia. Uno de los más importantes fue el que le otorgaba al presidente el “derecho de tuición” sobre todas las religiones, lo que
implicaba que ningún “alto ministro” (presumiblemente obispos) podría ejercer sus funciones sin el permiso del presidente. Este decreto reforzaba el control estatal sobre la Iglesia y reflejaba una vuelta a las políticas que defendían la separación entre la Iglesia y el Estado (Salcedo, 2004).
Apoyado por el liberalismo popular de la república, Mosquera también expulsó al legado pontificio y a los jesuitas, expropió los bienes eclesiásticos (con la desamortización de los bienes de manos muertas) y disolvió las comunidades religiosas. Además, exigió el reconocimiento por parte de los eclesiásticos de las disposiciones del Gobierno, bajo la amenaza de ser confinados o exiliados del territorio. Esta medida fue ratificada en 1863, y se estableció la pena de destierro para los ministros del culto que no juraran someterse al Gobierno y a la Constitución (Prieto-Martínez, 1995, pág. 136).
En este contexto, Mosquera aprobó la expropiación de la mayoría de los patrimonios que la Iglesia custodiaba, y Popayán fue una
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de las ciudades más afectadas por esta situación, ya que se expulsaron todas las órdenes religiosas que aún permanecían, incluyendo a las Carmelitas Descalzas. Su convento pasó a manos del Estado, y la Iglesia quedó bajo la protección de la Diócesis.
El 28 de julio de 1863, las 18 Carmelitas y su priora, Carmen de Santa Ana (Rojas), fueron exclaustradas y se alojaron en Popayán durante nueve meses en la casa de la señora Vicenta Hurtado Mosquera, pariente cercana del presidente. En esta casa, falleció una de las religiosas a los 89 años (Rosales-Rivadeniera, 2014).
J. Isaías Rosales Rivadeneira (2014), en su obra Fundación del Convento de Ibarra de Las Madres Carmelitas, transcribe el siguiente documento en el que las religiosas, al ser exclaustradas de su convento en Popayán, se despidieron de su patria y de su amado retiro con una emotiva protesta:
Al dejar el país natal, la patria nuestra y el convento en que hemos vivido tantos años de vida religiosa y tranquila y la iglesia en la cual hicimos los votos que nos ligaron a Dios y a la cual íbamos diariamente a derramar nuestras almas en la presencia del señor natural es creer que nos han decidido a
hacerlo motivos bien graves superiores a los motivos humanos porque las tímidas esposas del señor que bienes temporales pueden ir a buscar a país extranjero en las casas de nuestras hermanas en las que seremos admitidas por caridad.
Que hay en el mundo que pudiera darnos valor para emprender un viaje largo, penoso, lleno de peligros a nosotras, ancianas muchas y todas sin la experiencia del mundo y solamente acostumbradas a la vida de retiro y soledad.
Solamente a quien no conoce el corazón humano por dar atribuirnos otro motivo, que el de conservar ileso el voto que hicimos cuando dejamos el hogar y la familia, para vivir como monjas del monasterio de nuestra señora del Carmen.
La ley de 23 de abril sobre policía en materia cultos disolvió las comunidades religiosas y en su cumplimiento fuimos exclaustradas arrojadas de nuestra propia casa privadas aun de muchas cosas necesarias y obligadas a vivir en una casa en la que no podíamos encontrar las disposición material tan necesaria para vivir conforme a nuestra regla y
aun en esta misma casa podemos tener seguridad de que otra ley no nos sacara de ella y nos separara las unas de las otras y acabara la Orden religiosa para nosotras. Que hombre del mundo no busca y quiere tranquilidad para los últimos días de su vida.
Nosotras creemos y así lo confesamos y Dios mediante así lo cumpliremos que los votos que ya hicimos, ningún Gobierno ninguna ley ´puede relajarlos, ni anularlos y que donde quiera que estemos somos Monjas obligadas a cumplirlos. Aceptar pues la exclaustración, vivir sin poder cumplir las prescripciones de nuestra religión, convenir en no tener Novaciano cuando tan graves males podemos evitarlos dejando la patria como ya fuimos obligadas a dejar el convento ese asilo querido más tiernos religiosos afectos seria apostatar y ser infieles a dios nuestro señor y olvidar la vida eterna preferible a toda razón humana. Por esto debimos adiós a nuestra morada de tantos años a nuestra iglesia en la que tantos consuelos nos concedió el señor el señor, alabamos y ensalzábamos su santo nombre y el de su sma. Madre bajo la invocación de Ntra. Será del Carmen y a nuestra patria en la que quedan nuestros padres, nuestros hermanos, nuestras familias, nuestros com-
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patriotas y a nuestro llmo. Prelado el sr Dr. Pedro Antonio torres que en todos tiempos y en particular en estos de aflicción y prueba nos ha hecho tanto dadosas y caritativas que han mitigado la amargura de nuestra aflicción. Si, en presencia de dios declaramos que hemos vivido alejados de todo negocio humano que no hemos tenido participación en ninguno que hemos sido extrañas a todas las cuestiones que han divido el país y que en nuestro viaje solo buscamos lo que ya no se nos concede ni permite en nuestra patria, la libertad de vivir y morir cumpliendo con los votos que hicimos libre y espontánea voluntad.
Antes de darse la ley mencionada la de manos muertas declaro que todos nuestros bienes provenientes de las dotes que llevamos al convento cuando profesamos y los que adquirimos por donaciones o legados que nos fueron hechos válidamente, pertenecían al Gobierno y que seriamos indemnizadas con una pensión vitalicia pegadera del tesoro público y cuando este desde muchos años atrás viene en notable déficit cuando los empleados públicos no reciben sus sueldos ¿podemos confiar en que a nosotros tenidas como seres inútiles por los hombres del mundo se nos hubiera pagado inútiles por
los hombres del mundo se nos hubiera pagado esa renta. Pero bien pudiera haberse hecho el pago puntual.
Nuestro Smo. Padre el papa pio lX y el llmo Sr metropolitana han declarado que no debemos recibir esa renta viajera y nosotras como cristianas sumisas a la voz del Vicario de nuestro señor Jesucristo solo nos toca obedecer no de nuestro señor Jesucristo solo nos toca obedecer no de nuestro señor Jesucristo solo nos toca obedecer no de nuestro señor Jesucristo solo nos toca obedecer no podíamos hacer otra cosa que someternos a esa decisión.
A los que se crean superiores a este motivo podemos decirles también aceptarla seria convertir en el despojo de nuestra legitima propiedad inviolable garantizada por la constitución de la república y es de notarse que cuando se dio el decreto sobre desamortización la iglesia estaba independiente del estado y ante la ley nosotras solamente éramos granadinas del estado y ante la ley nosotras solamente éramos granadinas del estado y ante la ley nosotras solamente éramos granadinas tan legitimas propietarias como cualquier otro granadino. Fue pues un despojo que se hizo que nuestros bienes y
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este despojo se han apresurado a repararlo los gobiernos que lo han hecho en días calamitosos tan luego como la sociedad ha vuelto a su estado normal y la justicia al consejo de los que gobiernan.
La misma reparación se nos hará y no podemos nosotros la misma reparación se nos hará y no podemos nosotras debilitar este derecho perfecto admitiendo una pensión real o imaginaria reprobada por la iglesia y que repuja a nuestra conciencia
De las consideraciones que anteceden se desprenden dos consecuencias lógicas: La ley de 23 de abril solo nos dejó una alternativa apostatar, faltar a nuestros votos y perder nuestras almas o dejar este país para buscar la libertad de conciencia bien superno de que se nos quiere privar. La ley sobre conciencia bien superna de que se nos quiere privar. La ley sobre conciencia bien superna de que se nos quiere privar. La ley sobre desamortización nos ha dejado sin rentas, ni bienes y en la alternativa de morir de miseria o de buscar la caridad de nuestras hermanas en un país más feliz que el nuestro. Hasta hoy para vivir hemos necesitado vender las alhajas de que podríamos disponer. Esta doble alternativa la resolvemos dejan-
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do esta patria en ella quedan los huesos de nuestras hermanas como un monumento de lo que fue la piedad de nuestros padres y la dureza de los tiempos hemos alcanzado. A él le pedimos fortaleza en los trabajos y del esperamos poder cantar sus alabanzas en su santo templo si vivimos o verle en la gloria sin morimos
Y para dar a esta protesta la autenticidad legal firmamos dos ejemplares las Preladas Clavel arias y demás religiosas ante nuestra secretaria y entregamos el uno al Sr. Notario público de esta ciudad y el otro Sr. Notario eclesiástico de este obispado para que lo archiven en sus respectivas oficinas y conste en todo tiempo suplicándoles que así lo certifiquen en seguida. Popayán 1º. De Abril de 1864.- La priora Carmen de Santa Ana la sub-priora y clavaria, María Rosa de San Joaquín, Ana maría de San Agustín, clavaria, Carmen del Corazón de Jesús, Rosalía del Corazón de María, religiosas Carmen de San Eliseo, María Manuela de la Sma. Trinidad, Sebastiano de San Alias, Ana Rosa de San José, Ana María de la encarnación, Mercedes de San Juan de la Cruz, María de Jesús de los Dolores, Carlota del Espíritu Santo, Juana María de San Rafael, Feliz de Jesús y San Miguel, María Ascensión de San
Luis Gonzaga, Gregoria del Smo. Sacramento, clavaria y secretaria.
Por temor a represalias, las religiosas abandonaron Popayán en grupos con destino a Quito. En la noche del 27 de abril de 1864, seis religiosas (Sebastiana de San Elías, Carmen de San Eliseo, Ana Rosa de San José, Ana María de San Agustín, Felisa de Jesús y San Miguel, y Juana María de San Rafael) partieron en secreto, evitando ser vistas por la gente. Al día siguiente, el 28 de abril, salieron cinco religiosas más (Ana María de la Encarnación, Mercedes de San Juan de la Cruz, Carlota del Espíritu Santo, María Manuela de la Sma. Trinidad y Ascensión de San Luis Gonzaga), encabezadas por la madre superiora. El 29 de abril, las últimas cuatro monjas (Carmen de Santa Ana, Gregoria del Smo. Sacramento, María Jesús de los Dolores y la hermana Rosalía del Corazón de María) partieron acompañadas por el capellán Felipe Santiago López.
Ya juntas todo el grupo de monjas, a lomo de mulas y caminando en varios tramos, las 15 religiosas y el capellán atravesaron caminos arduos y peligrosos, marcados por lluvias torrenciales. El 15 de mayo llegaron a la ciudad de Pasto, donde se hospedaron en
la casa del Sr. Blas Bucheli, durante 15 días, para descansar del agotamiento y atender a las enfermas.
El 31 de mayo de 1864, las religiosas salieron de Pasto con rumbo a la frontera colombo-ecuatoriana, y antes de cruzarla, hicieron una parada en el Santuario de Las Lajas. El 5 de junio, cruzaron la frontera y llegaron a Tulcán, donde fueron recibidas con arcos, banderas, música y repiques de campanas. Al enterarse de su llegada a Ecuador, la madre abadesa del Monasterio de Conceptas de Ibarra envió un emisario para encontrarse con ellas, y en Aloburo, ya muy cerca de Ibarra, representantes de diversas congregaciones religiosas se unieron al recibimiento. El 13 de junio de 1864, la ciudad de Ibarra vivió una fiesta de alegría y algarabía, celebrando el paso de estas religiosas por la ciudad. Las hermanas descansaron durante tres días en la ciudad.
El 13 de junio, las religiosas continuaron su viaje hacia Quito, donde fueron recibidas con cariño por las poblaciones a lo largo del trayecto. Finalmente, el 16 de junio de 1864, llegaron a la capital de Ecuador, Quito, donde, además de los religiosos y religiosas locales, una gran cantidad de colombianos
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residentes en la ciudad salió a recibirlas. Al caer la noche, fueron recibidas por la madre priora del convento del Carmen Bajo.
Este relato del viaje de 50 días entre Popayán y Quito es una síntesis del narrado por J. Isaías Rosales Rivadeneira (2014), quien a su vez menciona que se trata de un extracto de una carta escrita por el Sr. Venceslao López, sobrino del Dr. Felipe Santiago López, capellán de las Hermanas Carmelitas, fechada el 8 de julio de 1864 y dirigida a una de las hermanas de la comunidad.
Durante dos años, las hermanas de Popayán convivieron con las monjas del convento del Carmen Bajo en Quito, en un ambiente de oración, devoción y confraternidad. Sin embargo, su objetivo seguía siendo la fundación de un nuevo convento en la ciudad de Ibarra, donde querían establecer su claustro de las Carmelitas Descalzas.
De las 15 hermanas que llegaron de Popayán, 13 viajaron desde Quito hacia Ibarra, en 1866, ya que una había fallecido y otra se quedó enferma en Quito. Para la primera fundación del convento, denominado Carmen Antiguo, las religiosas vendieron algunos vasos sagrados y alhajas preciosas que trajeron de Popayán, con el permiso de la Santa Sede (en ese entonces bajo el papado de Pío IX).
Con los recursos obtenidos de esta venta, el 14 de julio de 1866, la priora del Monasterio de Carmelitas Descalzas de Popayán, sor Carmen Rojas de Santa Ana, adquirió una
casa y un solar por 1900 pesos. Esta propiedad estaba ubicada en el barrio de San Blas (cerca del actual Ajaví) y pertenecía al Sr. Amadeo Páez, quien la había comprado recientemente al doctor Víctor Gómez Jurado. De hecho, las escrituras de la compraventa aún no estaban formalizadas, por lo que el doctor Gómez Jurado tuvo que declarar que ya no era propietario de ese bien inmueble. Una vez realizada la compra, la madre priora solicitó la fundación canónica del monasterio al Rvmo. Sr. Dr. Arsenio Andrade, Administrador Apostólico.
Así fue como, el 2 de diciembre de 1866, se estableció en Ibarra el Monasterio del Carmen Antiguo. Las 13 religiosas fundadoras fueron recibidas con entusiasmo y alegría por la comunidad local. Acompañaban a las religiosas cinco criadas, dos muchachas y el capellán, el padre Felipe Santiago López, quien no las abandonó hasta su muerte. En ese día, para formalizar la fundación del monasterio en Ibarra, las reverendas madres hicieron la promesa al administrador apostólico:
En la ciudad de Ibarra, a los dos días del mes de diciembre del año del Señor de mil ochocientos sesenta y seis, se trasladó el señor Administrador Apostólico de este Obispado, Pbro. Dr. Arsenio Andrade, al monasterio de Religiosas Carmelitas Descalzas, que se está fundando, asociado del Capellán de ellas, Pbro. Felipe Santiago López y del infrascrito Secretario; y habiéndose reunido toda la comunidad en el oratorio del convento, se dio principio con el canto de la antífona, preces y oraciones prescritas para estos casos por el ritual de la Orden. En seguida se leyó el decreto de fundación del nuevo Monasterio y Capilla de Ntra. Señora del Carmen en esta ciudad, bajo la protección del Patriarca San José, expedido por el Sr. Administrador Apostólico de esta Diócesis, quien, después de haberle hecho a la Comunidad una exhortación patética relativa a esta santa y piadosa fundación, le exigió la solemne promesa de obediencia a los Prelados de este Obispado, bajo esta fórmula:
“¿Prometéis R.M. Priora y Comunidad de Madres Carmelitas, que os halláis aquí presentes, en nombre de Dios Todopoderoso y de la Bienaventurada Virgen Mario Nuestra Señora del Monte Carmelo, obedecer a Nos y a nuestros legítimos sucesores, conforme a las disposiciones de vuestras reglas y constituciones, y todo lo más que mande y ordene
nuestra Santa Madre iglesia Católica, por medio de nuestra autoridad?- Y todas respondieron unánimemente: “Si prometemos obedeceros.»- A lo cual repuso el Prelado: “Pues si así lo cumplís, Dios os premie, y si no, os lo demandará».
Las religiosas fundadoras del Convento de las Carmelitas en Ibarra fueron: Carmen de Santa Ana (priora), Rosa de San Joaquín (superiora), Gregoria del Santísimo Sacramento (secretaria y clavaria), Ana María de San Agustín, Carmen de San Eliseo, Sebastiana de San Elías, Rosa de San José, María Manuela de la Santísima Trinidad, María Jesús de los Dolores, Feliza de Jesús y María, Juana María de San Rafael, Carmen del Corazón de Jesús, María Josefa de la Concepción y Ascensión de San Luis Gonzaga.
A raíz de la inauguración del convento y gracias a la fe y devoción de los ibarreños, se estableció en la ciudad la Cofradía de la Santísima Virgen del Carmen (Ayala-Mora, 2014). Recordemos que las cofradías son una asociación de fieles que se constituye con el objetivo de promover el culto público, fomentar la devoción entre sus miembros y realizar obras de caridad y asistencia social en un determinado lugar y patrocinadas por
alguna orden religiosa. Esta, como las demás cofradías ya existentes en Ibarra de otras congregaciones religiosas, desempeñaron un papel significativo en la vida de las comunidades católicas, siendo un vehículo para la expresión de la fe y la caridad, al tiempo que contribuyeron a mantener vivas las tradiciones religiosas y culturales.
Tras casi dos años de vida en este monasterio, ocurrió una tragedia: el devastador “Terremoto de Ibarra” del 16 de agosto de 1868. Este sismo destruyó varias poblaciones de las provincias de Imbabura, Carchi y el norte de Pichincha, y es considerado uno de los diez eventos sísmicos de mayor magnitud en la historia del Ecuador. La edificación del monasterio quedó completamente destruida. Entre las trece religiosas de la congregación, cuatro perdieron la vida: la priora, madre Carmen de Santa Ana, y las hermanas Ana de San Agustín, Juana María de San Rafael y Mercedes de San Juan de la Cruz. Tras el desastre, se nombró a la madre Gregoria del Santísimo Sacramento como la nueva priora de la congregación (Las Madres Carmelitas en Ibarra, 2014).
La situación fue aún más trágica para las religiosas del Convento de las Hermanas de la
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Concepción de Ibarra. De las 23 religiosas que residían allí, 14 fallecieron en el derrumbe del convento y la capilla. El edificio quedó completamente destruido, y las pocas sobrevivientes buscaron refugio en Quito. En septiembre del mismo año, tres de ellas regresaron a Ibarra para reconstruir el convento; sin embargo, ante la falta de nuevas postulantes, la congregación terminó por extinguirse en la ciudad (Navas, 2008).
Frente a esta calamidad, las religiosas Carmelitas también se trasladaron a Quito, donde fueron acogidas por sus hermanas de sus homólogas del Convento del Carmen Bajo. Aunque cada comunidad mantenía su obediencia a su respectiva prelada, la hospitalidad y las buenas relaciones no disiparon el deseo de las Carmelitas de regresar a Ibarra. A pesar de las dificultades, soñaban con volver a la ciudad que comenzaba a resurgir de los escombros. Los habitantes de Ibarra anhelaban su regreso y encontraban en ellas y en sus oraciones un consuelo frente a los infortunios.
En 1871, las Carmelitas regresaron a Imbabura. Dado que su convento seguía en ruinas, fueron acogidas en Caranqui, en la casa del señor Joaquín Jaramillo, por disposición del administrador apostólico de la diócesis, el presbítero Arsenio Andrade (Tapia, 2014).
El 13 de mayo de 1873, el obispo de Ibarra, Monseñor Antonio Tomás Iturralde, comisionó al canónigo Mariano Acosta para adquirir un nuevo terreno destinado a las Hermanas Carmelitas Descalzas. En este terreno, ubicado en el barrio San Francisco, se edificó el nuevo monasterio (Tapia, 2014).
La construcción del convento y la capilla comenzó de inmediato, liderada por la madre priora, quien contó con el asesoramiento del obispo y el apoyo del arquitecto y director de la obra, Domingo Albuja. También colaboraron la familia Gómez Jurado, Heliodoro Ayala y Joaquín Carrascal, quien trabajó como sobrestante de forma desinteresada. El convento se terminó en 1876; un año después, en 1877, se concluyó la capilla, bautizada como “Capilla Expiatoria del 68” en memoria del terremoto de 1868. Mientras se desarrollaba la construcción, las religiosas permanecieron en la Casa de Ejercicios de San Francisco.
El 23 de noviembre de 1880, según consta en escritura pública, las Carmelitas, representadas por su priora, madre Gregoria del Santísimo Sacramento, adquirieron un terreno de 15 caras de tierra en el barrio “El Hospital” por 15 pesos al señor Rafael Vacas, con el fin de completar la manzana del monasterio.
Los escombros del convento anterior, destruidos por el terremoto, fueron vendidos en 1884, con los permisos eclesiásticos correspondientes, para contribuir al sostenimiento de la comunidad.
En 1906, debido al deterioro causado por las inclemencias del tiempo, se inició la remodelación del claustro principal, que se completó en 1907. Ese mismo año se finalizó la majestuosa estatua de Santa Teresa de Jesús, elaborada por el célebre escultor sanantonense Daniel Reyes. Esta obra fue un obsequio del notable y filántropo ibarreño Heliodoro Ayala, cuya hija había ingresado como religiosa al convento de las Carmelitas Descalzas de Ibarra. Mientras se terminaban las obras, las religiosas vivieron en la casa del doctor Víctor Gómez Jurado, quien les cedió el espacio de manera desinteresada. Dos hijas y dos nietas de este generoso ibarreño también ingresaron posteriormente a la comunidad Carmelita (Rosales, 2014).
El día tan esperado llegó el 15 de octubre de 1907, cuando la estatua de Santa Teresa de Jesús fue bendecida solemnemente por el Excmo. Pérez Quiñones, en una ceremonia que reunió a numerosos habitantes de Ibarra, incluidos algunos militares. Sin embargo, estos últimos mostraron interés en ocupar el monasterio, lo que generó temores entre las religiosas debido al ambiente de hostil e incertidumbre que reinaba entonces, producto de que en el país estaba gobernado por el general Eloy Alfaro, conocido por su anticlericalismo y su lucha por el laicismo en el Ecuador.
Al enterarse de esta situación, el Excmo. Pérez Quiñones ordenó el traslado inmediato de la comunidad al monasterio. Así, a las 3 de la madrugada del 16 de octubre de 1907, el capellán, el reverendo Pasquel, celebró una misa y consumió las hostias consagradas. A las 4 de la mañana, las religiosas entraron por fin a su convento. La emoción fue indescriptible al contemplar, como primera visión, la hermosa estatua de su Santa Madre, Teresa de Jesús. Tanto fue así que una de las hermanas escribió un agradecimiento que ha quedado registrado por Rosales (2014):
No es para decir las impresiones del alma, cuando nos vimos otra vez en nuestro monasterio completamente transformado. Hermosa arquería y esbeltas pilastras de cal y ladrillo sustituían a las soleras y pilares de madera
carcomidos por la polilla; el techo levantado para que haya más luz y aire; alto terraplén para evitar la humedad; trazados los jardines para plantarlos; en el centro; la hermosa columna que ostenta una estatua de Nuestra
Santa Madre Teresa de Jesús, labrada en piedra, obsequio del Sr. Heliodoro Ayala; estatua cuya mirada elevada hacia el cielo. Nos convida a pensar en lo divino; en suma, el claustro principal estaba terminado y ofrecía a nuestra vista un espectáculo hermosísimo. En ese día pasamos entre emociones de alegría y de lágrimas, bendiciendo a la Divina Providencia por habernos dado una habitación cómoda, y rebosando de gratitud nuestro corazón para con todos nuestros insignes bienhechores, cuyos nombres consignamos en esta página de inolvidables recuerdos”
“Nuestra gratitud imperecedera para el Exmo. Sr. González Suarez, quien inició la obra de la reconstrucción, en vista de que nosotras estábamos incapacitadas para llevarla a cabo. Al ser trasladado a Quito, le sucedió el Exmo. Sr. Pérez Quiñones, el cual con el mismo interés de su ilustre predecesor, secundó los trabajos hasta que se terminaron. Además de esta deuda de gratitud a los beneméritos Prelados, la debemos a los señores que construían el Comité; al Sr. Dn. Elías Monge que nos obsequió gran parte de madera de su hacienda “Quitumbita”; a todos los ibarreños, cuyos nombres sería largo enumerar; y, en
general a todos los habitantes de Imbabura y Carchi, que nos ayudaron, unos con sus limosnas y otros con el trabajo de sus manos. Para todos elevamos una plegaria al cielo, y de corazón les agradecemos con las palabras del pobre y del cristiano: Que Dios le pague en el tiempo y la eternidad”.
Durante los años siguientes, las religiosas tuvieron que soportar los inconvenientes y las molestias inherentes a una construcción que avanzaba lentamente y de manera irregular. Este arduo proceso no se completó hasta siete años después. Para financiar los trabajos, y ante la insuficiencia de las limosnas, se vieron obligadas a vender, con la debida autorización, las alhajas de la Santa Virgen del Carmen. Este sacrificio refleja la determinación de la comunidad por finalizar la obra y garantizar un espacio digno para su vida religiosa.
Por supuesto, una obra de tal magnitud requirió el esfuerzo conjunto de muchas personas e instituciones. En este sentido, el apoyo del Comité Carmelitano, creado específicamente para la reconstrucción del convento, fue fundamental. En el mismo documento citado anteriormente, se transcribe el informe de labores presentado en 1909, que detalla el arduo trabajo realizado y el compromiso de todos los involucrados en devolver a las Carmelitas su lugar de oración y retiro:
PATRIMONIO ARQUITECTÓNICO Y ESCULTÓRICO DE
A los tres años de estar la comunidad en su reconstruido monasterio, el Comité Carmelitano informó al Exmo. Sr. Obispo sobre el curso del trabajo, en el que, con fecha del 1ero de enero de 1909, se le dice, entre otras cosas que las erogaciones ascendieron a siete mil sucres en dinero, el valor de los materiales regalados, a tres mil; de manera que el total llega a 10.000 sucres, y eso sin contar la mano de obra de los jornaleros y artesanos que trabajaron gratuitamente, entre los cuales se hace mención especial de los carpinteros de Ibarra y Caranqui, quienes armaron son cobrar un centavo todas la cubiertas de la casa. El monasterio reconstruido es, por lo tanto, en rigor de justicia, un testimonio del grandísimo aprecio que nuestros pueblos profesan a la Comunidad Carmelitana. El Comité termina manifestando su agradecimiento al Señor que le haya concedido la satisfacción de realizar la comisión para la cual fue fundado y se complace sobre manera en aprovechar la oportunidad que la presentación del informe le proporciona, para ofrecer una vez más las distinguidas consideraciones y respetos a V. Sia. Ilma. Y el apoyo en todo aquello en que pueda secundar en afán paternal, por el bien de la diócesis, y afirman: El Presidente, Nicolás Tobar, El Vicepresidente Víctor Gómez Jurado; el vocal Heliodoro Ayala, el Vocal Gumersindo Dávila, el Secretario Arq. José Domingo Albuja.
Fotografía: Hermanas de la Congregación Carmelitas Descalzas: de pie de izquierda a derecha Hnas. Teresa Benigna del Espíritu Santo, María Martha de la Sagrada Familia, Carmen Teresa de San Juan de la Cruz, Ana Lucia del Corazón inmaculado de María, MaríaTeresa de Jesús, y Rosario de Santo Domingo. Sentadas de izquierda a derecha: Hnas. Teresita del Niño Jesús, Matilde de los Ángeles, Paulina de origen colombiano que regresó a su Patria, Margarita de la Madre de Dios, María del Sagrado Corazón, Sentadas en el piso de izquierda a derecha: Hnas. Ana María de San José, Padre: Benito Carmelita Descalzo español y, Hna. Rosa Isabel de la Trinidad.
Fecha: Década de los 90, siglo XX
Archivo: Hermanas de la Congregación Carmelitas Descalzas.
Las Carmelitas Descalzas son monjas de clausura que viven en monasterios, dedicadas a la oración y a la unión con Dios. Viven en soledad, silencio, y con un espíritu de vigilancia evangélica. Su carisma se basa en la imitación de la Virgen María y en la búsqueda de la intimidad con Cristo. Su carisma es un espíritu que las distingue de otras órdenes religiosas, y que se caracteriza por la contemplación, la comunidad y el servicio.
Las Carmelitas Descalzas buscan a Dios en todo lo que les sucede, y viven en obsequio de Jesucristo. Viven en pequeños colegios de Cristo, donde se preocupan por la comunión fraterna y la mutua corrección. Se dedican al trabajo manual, como hornear hostias, bordar ornamentos litúrgicos, y realizan otras actividades para obtener fondos.
La estrictez de la vida en el convento de las Carmelitas Descalzas ha ido disminuyendo paulatinamente, aunque hasta la década de los 70 del siglo pasado, la estricta clausura, el hábito carmelitano, la desnudez de los pies (luego utilizaban alpargatas), la abstinencia de carnes, la primacía de la oración mental y coral, la fraternidad evangélica, etc., son
normas que han sido establecidas en el Espíritu Carmelitano Descalzo (Declausura, s.f.), que les da la fuerza necesaria para profesar esta Regla y estilo de vida a las llamadas a esta vocación; este espíritu se plasma en:
• Espíritu de continua oración y contemplación: “Todas las que traemos este hábito sagrado del Carmen somos llamadas a la oración y contemplación, porque éste fue nuestro principio.”
• Espíritu ermitaño: “El estilo que pretendemos llevar es no sólo de ser monjas sino ermitañas, y así se desasen de todo lo creado.”
• Imitación de María Santísima, Hermana y Señora.
• Soledad y silencio: “Nunca haya sala de labor porque no sea ocasión de que estando juntas quebranten el silencio.”
• Trabajo en la presencia de Dios: “No se haga labor curiosa que ocupe el pensamiento para no le tener en el Señor”; “Coman su pan trabajando en silencio”; “Ponga mucho en los ejercicios de manos que importa infinitísimo.”
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• Pobreza absoluta: “Siempre tengan delante la pobreza que profesan para dar en todo el buen olor de ella y miren que no es esto lo que las ha de sustentar (el propio interés) sino la fe y perfección y fiar en sólo Dios.”
• Austeridad.
• Penitencia.
• Ayuno: Desde la Exaltación de la Santa Cruz (14 de septiembre) hasta el día de la Resurrección del Señor.
• Abstinencia perpetua: Excepto en caso de enfermedad o debilidad, como en el ayuno.
• Obediencia libre y generosa: “En esto de la obediencia es lo que más había de poner y por parecerme que si no la hay es no ser monja, no digo nada de ello”. “Me dijo el Señor: Hija, la obediencia da fuerzas”.
• Desasimiento de todo lo creado.
• Oración por la Iglesia y los sacerdotes: Santa Teresa quiere que sus hijas merezcan con sus virtudes alcanzar una lluvia de gracias para la Santa Iglesia y para que “a los capitanes de este castillo o ciudad, los haga muy aventajados en el camino del Señor, que son los predicadores y Teólogos”. “Cuando vuestras oraciones y deseos y disciplinas y ayunos no se emplearen en esto que he dicho (en favor de la Iglesia y de la Sagrada Jerarquía) pensad que no hacéis ni cumplís el fin para el que aquí os juntó el Señor”.
• Vida fraterna fundada en la caridad más perfecta: “Todas han de ser amigas, todas se han de amar, todas se han de querer, todas se han de ayudar”. “Si entendieseis lo que nos importa esta virtud no traeríais otro estudio”.
• Rigurosa y voluntaria clausura: “No se creerá el contento que se recibe en estas fundaciones cuando nos vemos ya con clausura adonde no puede entrar persona seglar: que por mucho que las queramos, no basta para dejar de tener este gran consuelo de vernos a solas con Él sólo”.
• Verdadera humildad, sencillez y alegría: “Vida es vivir de manera que no se tema la muerte ni todos los sucesos de la vida, y estar con esta ordinaria alegría que ahora todas traéis”.
• Amor filial a San José: a quien llaman “Ntro. Padre y Señor San José”, confiándole sus necesidades.
• Cielo en la tierra: “Esta casa es un Cielo, si lo puede haber en la tierra. Para quien se contenta sólo de contestar a Dios y no hace caso de contento suyo, tiénese muy buena vida: en queriendo algo más se perderá todo, porque no lo puede tener”
• Número limitado de monjas: Máximo 21.
En los últimos años la rutina diaria de las religiosas en el interior del convento, desde el 7 de abril de 2002, en sus nuevas instalaciones en el barrio Bellavista de San Antonio de Ibarra, ha cambiado sustancialmente en comparación a las que mantuvieron hasta los años 70 del siglo pasado, actividades que pueden resumirse de la siguiente manera (Andade Galindo, 2014):
Las hermanas se levantan muy temprano, a las 4h40.
A las 5h20, tienen que estar ya en el coro para orar, contemplar y rezar los Laudes.
A las 6h20, todas, rezan el Santísimo Rosario.
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A las 6h45 se desarrolla la Hora Litúrgica Menor.
A las 8h00 desayuno.
Desde las 8h45 las hermanas desarrollan los diferentes trabajos asignados para toda la semana, siendo estos, entre otros: cocinar, lavar, realizar tareas de costura y bordados, desarrollar actividades de cuidado del huerto y arreglo de la casa.
12h00, acuden al desarrollo de la Hora Litúrgica Sexta, que básicamente consiste en el rezo de los Salmos, canto de himnos, lecturas breves de la Biblia y el realizar un examen de manera silenciosa y particular.
12h20, se reúnen para el almuerzo, el mismo que lo preparan con los productos cosechados en el huerto y con los que las personas bondadosas le regalan a la comunidad.
13h00, lavado de vajilla, aseo del comedor y cocina y ciertas labores sencillas.
14h00, visita al Santísimo para una profunda meditación, oraciones personales y descansar unos minutos en un silencio total.
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15h00, es la Hora Nona Litúrgica Menor con salmos y breves lecturas.
15h15 hasta las 17h00, se continua con las actividades asignada a cada religiosa.
17h00, realización de lecturas, estudios y comentarios.
17h30, Hora Canónica Menor y meditación y preces por la iglesia, gobernantes, misioneros, bienhechores, enfermos, familiares, amigos, presos, etc.
18h00, es la hora de la oración mental.
18h45, Preces y súplicas a los santos de la orden.
19h00, se sirven una merienda muy austera y ligera.
De 20h00 a 20h30, las hermanas se toman un breve descanso de manera personal.
20h30, el Rezo del Oficio, tres salmos, Biblia y Patrística: Agustín, Thomás, Teresa, Juana de la Cruz, etc.
21h00, se desarrolla una hora de rezo de Salmos y examen de conciencia general.
22h00, se dirigen a sus habitaciones personales a dormir.
Además de dedicar tiempo a la oración, las monjas de clausura se involucran en trabajos manuales que son esenciales para su vida en comunidad. Estas tareas no solo incluyen la fabricación de objetos litúrgicos y la creación de iconos, sino también la elaboración de dulces, vinos y otros productos. Estos productos no solo son una expresión de su dedicación y habilidad, sino que también se venden fuera del monasterio, proporcionando un medio vital de sustento para la comunidad.
En el desarrollo del diario vivir en el convento, las religiosas han experimentado una gran cantidad de acontecimientos que han marcado la vida de la comunidad, para muestra:
• El 24 de agosto de 1928, la comunidad se despidió de la hermana Leonor María del Espíritu Santo, quien falleció a los 31 años. Sus restos fueron los primeros en ser sepultados en el cementerio del monasterio, construido en 1919.
• En el cementerio del convento de Ibarra, por las políticas y normas internas, se han enterrado a más de 50 religiosas de la comunidad.
• Hasta hoy día, como un medio de obtener ingresos para su subsistencia, las monjitas, además de vender productos agrícolas de su huerta, elaboran para comercializar manteles, bordados, mantos, ropa de la virgen, hostias, vino, miel de abeja, etc.
• A inicios del año 2002, mientras las monjitas almorzaban en comunidad, cayó parte de la cubierta en plena mesa, ventajosamente no sufrieron heridas graves; este acontecimiento llevó a apresurar el traslado al nuevo convento en Bellavista.
• En el traslado desde Ibarra al nuevo convento en Bellavista, se perdieron algunas obras de arte de propiedad de la comunidad; bienes que para las monjitas tienen un valor espiritual muy significativo.
• En el actual convento de las Carmelitas en Bellavista, viven 10 religiosas que hacen vida de comunidad de una manera mucho menos rigurosa y bajo la Constitución del 91.
PATRIMONIO ARQUITECTÓNICO Y ESCULTÓRICO
• En el nuevo convento, desde el 2002, han fallecido y han sido enterradas en este lugar las hermanas: Carmen Teresa de San Juan de la Cruz (86 años), María Martha de la Sagrada Familia (83 años), María Teresa de Jesús (103 años), Ana Lucía del Inmaculado Corazón de María (82 años) y Ana María de San José (58 años).
Exactamente 100 años después de que las religiosas Carmelitas emigraron desde Popayán hacia Ecuador, el 27 de julio de 1963, un grupo de nuevas religiosas del Convento de las Carmelitas de Ibarra emprendió el regreso a su ciudad de origen para restablecer el convento en Popayán. Las hermanas que asumieron esta misión fueron: María Isabel de la Santísima Trinidad, Marianita de Jesús Ortiz, Juana María de San José (Carrera), Bernardita de María Inmaculada e Isabel del Santísimo Sacramento, quien se unió al grupo desde el Carmen Alto de Quito.
El presidente de la República de Colombia, en ese entonces, el Dr. Guillermo León Valencia, las recibió con un afecto extraordinario y asumió los costos del avión que transportó tanto a las religiosas como a su comitiva. Entre quienes las acompañaron estaban monseñor Wenceslao Gómez, prefecto apostólico de Sucumbíos; el padre Eduardo Rendueles; el capellán de la comunidad, Arsenio Torres; y varios familiares de las religiosas.
Un detalle curioso de este regreso a Popayán es una leyenda que narra cómo, en 1863, durante el viaje de las religiosas exclaustradas hacia Ecuador, cuando pasaron por Pasto entre el llanto de los pobladores, un sacerdote local exclamó con esperanza: “¡Déjenlas partir, que volverán!”.
Con el tiempo, el convento de Popayán se transformó en un instituto de vida mixta, conocido hoy como las “Misioneras Carmelitas”. En 1976, las religiosas se trasladaron al monasterio actual, ubicado al norte de la ciudad y convertido en el Santuario del Niño Jesús de Praga, donde se rinde un culto ininterrumpido. El 16 de julio de 2004, la Santa Sede decretó la fusión de los monasterios de Popayán y de Buga, marcando un nuevo capítulo en la historia de esta comunidad.
En la provincia de Imbabura y en gran parte del Ecuador y el sur de Colombia, desde principios de la segunda mitad del siglo pasado, ha sido y sigue siendo muy común el famoso juego “El Florón”. Según la tradición, este juego fue creado en alusión a las monjitas Carmelitas de Ibarra, quienes, al llegar a esta ciudad, sin duda extrañaban Popayán, su ciudad de origen. De hecho, cuando se vieron obligadas a migrar hacia Ecuador, trayendo consigo muchos de sus objetos valiosos, especialmente los de oro, plata y aquellos con piedras preciosas, se encontraron con la dificultad de transportar todo lo que deseaban debido a las penurias del viaje. Como resultado, muchos de estos objetos no pudieron ser llevados, por lo que algunos fueron encargados a otras personas, mientras que otros fueron escondidos.
Según la leyenda de las religiosas de la comunidad de las Carmelitas Descalzas, la madre Patricia de la Virgen del Carmen (2023), superiora de la comunidad, cuenta que en el precario viaje de Popayán a Quito, a lomo de mulas, la Florón, una custodia hermosa de oro y de gran tamaño, se perdió en las
cercanías de un arrayán. Otra de las versiones, es que las monjitas Carmelitas, al salir de Popayán, enterraron algunos de sus preciados bienes, entre ellos un florón (la custodia), junto a un arrayán. La comunidad, ya asentada en Ibarra, siempre deseaban algún día volver a Popayán a “buscar lo que han perdido”. Se entiende que, en alusión al florón perdido o escondido junto a un arrayán, las monjitas crearon el juego de El Florón, el que rápidamente se convirtió en uno de las más populares entre los niños, jóvenes e incluso adultos.
El juego del Florón es una actividad tradicional que fomenta el ingenio, la observación y la camaradería entre los niños. Para jugar, se reúne un grupo de entre 8 y 10 participantes, creando un ambiente de entusiasmo y expectación. La dinámica gira en torno a una moneda u otro objeto pequeño, conocida como “Florón”, que simboliza el eje central del juego.
El “Florón” es sostenido inicialmente por uno de los niños, quien lo oculta entre sus manos en forma de rezo, dando un aire de
ARQUITECTÓNICO
misterio al juego. Mientras este niño canta la canción del Florón va pasando discretamente de mano en mano, intentando que los demás no detecten cuándo ni en que participante del juego se deja el florón (la moneda o algún otro objeto pequeño). Los demás participantes, generalmente sentados, con las manos también en forma de rezo, esperan a que el que canta, deposite el florón en sus manos, sin que nadie se dé cuenta en qué momento y a quien lo entrega; los niños detienen sus movimientos y la atención se centra en la persona en donde terminó la canción, la que termina con la pregunta ¿Dónde está el florón? Este niño deberá adivinar en las manos de que compañero está. La habilidad para mantener el secreto y el suspense es clave en esta etapa.
Si logra identificar correctamente al portador del florón, el adivinador gana, lo que suele generar aplausos y emoción. Por otro lado, si falla, asume el rol de repartir nuevamente el florón entre los jugadores, devolviendo la responsabilidad al perdedor y reiniciando el juego con risas y entusiasmo; en ciertos lugares, como variante del juego, quien falla tiene que entregar una prenda de vestir que será entregada luego de cumplir una penitencia impuesta por el grupo.
Este juego no solo pone a prueba la astucia y la atención de los participantes, sino que también fortalece el sentido de grupo y la diversión compartida, convirtiéndolo en una experiencia memorable para quienes lo practican.
La letra de la canción de este juego es la siguiente:
“El florón está en mis manos, de mis manos ya paso;
las monjitas Carmelitas se fueron a Popayán
a buscar lo que han perdido debajo del Arrayan.
¿Dónde está el florón”
Lamentablemente, el convento de las Carmelitas fue deteriorándose progresivamente hasta convertirse en un verdadero peligro para las monjas que lo habitaban. Por esta razón, luego de muchas generaciones de religiosas que dejaron un legado de humildad y entrega a una causa divina, siendo obispo de Ibarra monseñor Arregi, el 7 abril de 2002, las monjitas tomaron la decisión de abandonarlo y trasladarse a un nuevo convento construido, en una propiedad de 2,5 hectáreas, adquiridas por la comunidad en 1999, en el sector de Bellavista, en la parroquia rural de San Antonio de Ibarra (Guzmán, 2014). Monseñor Arregui Yarza, entregó como permuta el nuevo monasterio en Bellavista a cambio de la casona antigua (Andrade Galindo, 2014).
El convento abandonado en el centro de Ibarra, al tratarse de un bien patrimonial, en el 2012, el Ministerio de Cultura y Patrimonio, con recursos provenientes de la Diócesis de Ibarra, realizó una intervención en la que se
refaccionaron la cubierta y ciertos elementos estructurales del edificio. Sin embargo, estos trabajos resultaron insuficientes, y las edificaciones continuaron en franco deterioro.
Ante esta situación, en el 2017, la Universidad Técnica del Norte, comprometida con la educación y la cultura de la provincia y la región, inició conversaciones para buscar un destino apropiado a este convento a través de sus autoridades, particularmente su rector, el Dr. Marcelo Cevallos, y su vicerrector administrativo, el Dr. Miguel Naranjo Toro. Los acercamientos con el obispo Walter Maggi tenían como objetivo expresar el interés de la universidad en adquirir el inmueble, rehabilitarlo completamente y desarrollar en estas instalaciones proyectos institucionales alineados con la misión y visión de la UTN.
Tras varias reuniones se llegó a un acuerdo de compraventa, para lo cual la diócesis solicitó a la Santa Sede la autorización correspondiente, conforme al canon 277 del
Derecho Canónico, que regula los actos de administración extraordinaria. La autorización fue otorgada el 8 de febrero de 2018.
La compraventa del inmueble patrimonial se concretó el 17 de julio de 2018, por un valor de 1´700000 dólares. El bien comprende 7872 metros cuadrados, de los cuales 4000 corresponden al área construida, mientras que el resto está conformado por espacios verdes, patios y otras áreas.
Una vez adquirido por la UTN, las autoridades decidieron realizar significativas inversiones económicas para intervenir técnicamente la propiedad. El proceso de restauración se llevó a cabo en varias etapas, respetando las normas de intervención en patrimonios culturales establecidas por el Estado ecuatoriano.
El 20 de enero de 2023, la Universidad Técnica del Norte inauguró el denominado Campus Monasterio “Las Carmelitas”, una edificación de carácter patrimonial. Este espacio fue objeto de un proyecto integral de restructuración y ahora está destinado a actividades académicas, científicas, tecnológicas, así como a los servicios ofrecidos por U Emprende, esta última, una empresa pública de la UTN.
PATRIMONIO ARQUITECTÓNICO Y ESCULTÓRICO DE LA UTN
La ceremonia inaugural contó con la participación de autoridades universitarias, personal administrativo y docentes, junto con invitados especiales civiles, militares y eclesiásticos como Monseñor René Coba, obispo de la Diócesis de Ibarra, y representantes de la congregación de las Hermanas Carmelitas Descalzas.
Durante el evento, el rector de la UTN, Miguel Naranjo Toro, expresó: “entregamos un bien patrimonial a la ciudad y provincia. Y ahora es recuperado para hacer ciencia, tecnología y vinculación para la sociedad. En estos espacios se crearán capacitaciones y talleres. También, tenemos laboratorios y aulas para las diferentes áreas científicas. Agradezco el interés de la Diócesis de Ibarra, con quienes llegamos a este acuerdo para beneficio de la ciudadanía”.
Por su parte, Luis Alberto Acosta, gerente de la empresa pública de la UTN la “U Emprende”, destacó: “El campus conserva las características arquitectónicas de su época, adaptándose al mismo tiempo a las nuevas demandas educativas, especialmente en beneficio de los estudiantes”. La zona inaugurada dispone de 17 aulas, 4 patios, un auditorio general, oficinas administrativas y un área de parqueo.
El proyecto de rehabilitación del Campus
“Las Carmelitas” se desarrolló en dos fases. En 2018, se intervino en el 60% de la infraestructura, y para 2023 se completó el porcentaje restante. Según el arquitecto Luis Muñoz, responsable de la obra, se restauraron patios, cocinas, áreas verdes, espacios recreativos y la gruta de la Virgen, un elemento patrimonial del antiguo convento.
La rehabilitación incluyó el uso de materiales tradicionales, como tapiales y columnas exteriores, reforzados con madera para preservar la estructura original; además, se dejó varios testigos arquitectónicos como evidencia de un pasado constructivo importante. Se incorporaron tecnologías modernas como puntos de acceso a internet, sistemas de audio y video, circuitos cerrados de cámaras de seguridad y un sistema fotovoltaico con paneles solares, integrando así elementos contemporáneos con el valor histórico del espacio.
Es meritorio resaltarse una emotiva y solemne ceremonia organizada por las autoridades de la UTN y la diócesis de Ibarra, desarrollada el 25 de octubre del 2019, en la que se resaltó el valor histórico y el legado del canónigo Mariano Acosta, un personaje
significativo en la memoria colectiva de los ibarreños. En este acto, las autoridades de la UTN hicieron entrega de la urna que contiene los restos del canónigo Mariano Acosta a la diócesis, institución que ha dispuesto que la urna sea ubicada en el camposanto de la Iglesia Catedral, donde reposan los restos de destacados personajes de la ciudad y la provincia.
Mariano Acosta fue un ilustre ciudadano ibarreño, falleció el 2 de febrero de 1893 y sus restos fueron enterrados cementerio católico de San Francisco de esta ciudad, en el mausoleo de la familia Acosta. Sin embargo, el 27 de junio de1906, siendo obispo de Ibarra monseñor Federico González Suárez, ordenó la exhumación y el traslado de sus restos hacia el Monasterio de las Carmelitas, donde permanecieron hasta el 24 de octubre de 2019; dentro de la urna que contenía sus restos mortales, se halló una botella que conservaba cuidadosamente el acta de exhumación.
Este acto contó con la presencia de varios testigos, entre ellos, familiares directos del canónigo: Amado Abel Acosta, Telmo Acosta, Humberto Acosta, Isaac Acosta y Ga-
briel Acosta. También estuvieron presentes el presbítero Rafael Valencia Alemán, en representación de la autoridad eclesiástica; Enrique Villota, vicepresidente del Concejo Municipal de Ibarra; Elías Almeida, vicerrector del Colegio Nacional San Alfonso; Daniel Andrade Oña, delegado del Comité 28 de Junio; y Joaquín Sandoval, presidente de la Sociedad Mariano Acosta.
Para finalizar la narrativa de este hermoso campus, se explica que, por alguna razón, en varios de los conventos de claustro de las Carmelitas, en el interior de ellos se construía túneles secretos. En el caso del Convento del Carmen Bajo, en la ciudad de Quito, existe un tramado de túneles de cerca de 3 kilómetros que atraviesa las entrañas del monasterio del Carmen Bajo; según los libros esta galería fue abierta en 1745 y que al parecer servían para ingresar los alimento que los traían desde el exterior. Seguramente, también servían como lugar de escondite en los albores de la independencia del Ecuador o en el caso de alguna amenaza de las que fueran presas las religiosas. (“Los túneles que conducen a los secretos del Carmen bajo”, 2019). En el caso del Convento de las Carmelitas de la ciudad de Ibarra, no es la excepción, se han descubierto túneles que encierran un sin número de preguntas y
misterios, aunque no se ha logrado todavía comprender totalmente el para qué fueron construidos, solo son elucubraciones que deberán ser motivos de un estudio más prolijo sobre este tema.
Estos túneles han servido para que el imaginario de los ibarreños cree una serie de historias que van desde que servían para escapadas fortuitas al exterior de las monjas del convento, hasta que servían para esconder tesoros y reliquias de propiedad de la comunidad religiosa.
Fotografías antes de la intervención de la UTN
Fotografías, después de la intervención de la UTN
Como una breve introducción a la historia del Hospital San Vicente de Paúl se mencionará que, en 1541, el rey de España solicitaba sus virreyes, audiencias y gobernadores, que se preste especial cuidado y se provea de hospitales a los pueblos de españoles y de nativos, para de esta manera curar a los enfermos y ejercitar la caridad cristiana.
En 1573, en las Leyes de Indias ya se explicitaba la necesidad de dotar de fondos económicos para la construcción de hospitales en las jurisdicciones del imperio español: “Ordenamos y mandamos que de los Diezmos de cada Iglesia Catedral se saque las dos partes de cuatro para el Prelado y Cabildo… y de las otras dos se haga nueve partes, las dos novenas de ellas sea para Nos, y de las otras siete las tres sea para la fábrica de la Iglesia Catedral y Hospital…”
Bajo estos preceptos, el primer hospital para indios instalado en la ciudad de Quito, fundado por el Ilmo. Pedro de la Peña funcionó hasta 1565, año en la que el presidente de la
Real Audiencia de Quito, don Hernando de Santillán, fundó el Hospital de la Misericordia de Nuestro Señor Jesucristo, al parecer junto a la Iglesia Catedral.
Casi a la par del hospital fundado en Quito, se fundó el hospital del corregimiento de Otavalo, que, aunque no se ha encontrado la fecha de su construcción, si existe la evidencia de que su existencia en 1582, cuando don Sancho Paz Ponce de León, corregidor de Otavalo escribió: En pueblo de Sarance que por otro nombre se llama Otavalo, que es el pueblo más principal de mi corregimiento hay un hospital...; no hay indio que caiga que quiera irse a curar en él, porque tienen por abusión, que si entran a curarse allí, se morirán luego; y donde está ahora fundado el dicho hospital, lo fundaron y sirvió de mucho tiempo de casa de los corregidores…” (Navas, 2008).
El 10 de diciembre de 1608, el virrey de Lima comisionó a la Real Audiencia de Quito el reparto de solares, cuyo presidente, Juan Fernández de Recalde lo aprobó, en oc-
tubre de 1611, el nuevo reparto de solares en el que se asignaba los lotes 339 y 340 para la construcción del hospital de la Villa de Ibarra. Así se sentaba los cimientes para el primer hospital en la Villa de Ibarra.
Este hospital parece ser que fue construido y ya funcionó en 1680, que incluso pudo haber funcionado desde algunos años antes, con el nombre de Hospital de San Nicolás de Mira, al parecer con una capellanía básica. A este hospital se le dotó de una capilla en 1699, siendo el padre Diego Almeida el primer capellán; también donó, para la manutención del hospital, 1500 pesos de la hacienda Natabuela de su propiedad (Navas, 2008).
Hay evidencia escrita de que el hospital de la Villa de Ibarra, al que nos hemos referido, estuvo situado en las afueras de la ciudad, como en esos tiempos los higienistas lo aconsejaban. También existe pruebas de que este hospital, por impases entre el clero y las autoridades civiles, tuvo un funcionamiento con altibajos y en ciertas ocasiones muy precario desde 1694 hasta 1868, año del conocido terremoto de Ibarra, donde el edificio del hospital fue totalmente destruido.
La casa donde funcionaba el hospital, hasta antes del terremoto, su pequeña capilla y un espacio de terreno estaban situados en al extremo sur de la carrera Salinas; a este sector se lo conocía con el nombre de Barrio San Felipe (Madera, 1954); si se toma en cuenta el año de la referencia, donde la ciudad era muy pequeña, se entiende que el hospital debió haber estado en lo que actualmente es la calle Salinas, entre Colón y Madera. Otra interpretación de la localización del hospital de Ibarra, que se deduce de documentos de la época, es que estuvo localizado en junto al edificio del cabildo, por lo que es probable que los solares donados para el hospital hayan estado en el lado sur de la actual Flores, entre Bolívar y Olmedo (Rosero, Un solar para el Hospital de Ibarra, 2022).
Es de aclarar que este terremoto, en la madrugada del 16 de agosto de 1868, azotó a toda la provincia de Imbabura y con mayor fuerza las poblaciones de Otavalo y Atuntaqui, pero por densidad demográfica, el mayor número de fallecidos estuvo en Ibarra; extintos que, según Gabriel García Moreno, jefe civil y militar de la provincia, oscilaban entre 15 000 y 20 000 personas.
Alos pocos días del terremoto, García Moreno formó dos hospitales provisionales en Santa María de la Esperanza, que hasta poco tiempo antes de este suceso se denominaba Llanos de Monjas (en alusión a sus dueñas, las Monjas Conceptas), lugar al sur de la ciudad de Ibarra a donde la mayoría de los habitantes se habían trasladado por temor a nuevas réplicas de la actividad telúrica. A estos hospitales acudieron profesionales de la salud que prestaron sus servicios gratuitamente y según un comunicado, del 2 de septiembre de 1868, daban fe de su accionar de la siguiente manera: El doctor Francisco Vélez pasa visita en calidad de médico; el doctor Agustín Zambrano desempeña el cargo de cirujano; el señor Gabriel Córdova hace las veces de inspector de todas las salas y con los señores Rodolfo Vivanco y Napoleón Dillón se ocupan en la aplicación de remedios y en la curación tópica de los heridos y contusos; el señor Miguel Abelardo Egas prepara los medicamentes y despecha recetarios (Madera, 1954). A más de estos hospitales, se establecieron otros en
Otavalo (en la zona de Calpaquí), en Cotacachi y un pequeño con la denominación de ambulancia, para curar a los heridos del poblado de Atuntaqui.
Como ayuda para curar a los damnificados de esta catástrofe, desde el Gobierno central, el 17 de agosto de 1868, el ministro del Interior, Camilo Ponce Otriz, dio la disposición de que cuatro médicos: Miguel Egas, Antonio Rivadeneira, Roberto Sierra y Manuel Orozco, y dos sacerdotes Jesuitas se trasladen a la provincia de Imbabura a socorrer a los heridos (Rosero, 2024).
Una vez que inicio la reconstrucción de Ibarra, sus habitantes, luego de dos años de residir en La Esperanza, regresaron a su ciudad original, el 28 de abril de 1868. Así como las casas, templos y todos sus edificios públicos fueron reconstruidos y la mayoría construidos partiendo de la nada. No fue la excepción el hospital de Ibarra. En junio de 1872, para la construcción del hospital se
expropió el terreno al comandante Mariano Rodríguez, por un valor de 1410 pesos, ubicado ente las actuales calles Juan Montalvo, Velasco y Colón. Los planos del edificio fueron de autoría del hermano cristiano Benito Aulín, de nacionalidad francesa; la dirección de la obra estuvo a cargo del doctor José Benigno Cevallos. Con estos antecedentes, el 3 de septiembre de 1872, se inició la construcción del anhelado hospital (Madera, 1954).
Mientras duró la construcción del edificio, a más de las ayudas del municipio y de ciudadanos filántropos de la localidad, se contó con fondos del Monte de Piedad que, por decreto legislativo, del 15 de septiembre de 1875, se asignó para tal causa. También existió un impuesto creado por la Asamblea Nacional, del 2 de mayo de 1878, mediante el cual se cobraba en las Aduanas de la República 4 pesos por la exportación de cada 46 kilogramos de quina, de los cuales, la mitad de lo recaudado se aplicará, por iguales partes, al establecimiento o fomento de hospitales.
Cinco años duró la moderna y elegante construcción de un piso del denominado ya como Hospital de Caridad San Vicente de Paúl de Ibarra, con capilla incluida. Fue en 1880
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que se terminó la obra civil; pero no había recursos económicos para iniciar su funcionamiento, es así como el Congreso de la República del Ecuador, el 8 de octubre de 1880, decreta (Legislación_Ecuatoriana, 1880):
Considerando que se ha construido en la ciudad de Ibarra, por orden del Gobierno, un magnífico edificio para Hospital de Caridad, con fondos de beneficencia propios de la provincia de Imbabura;
Que tal establecimiento carece de la congrua necesaria para poner en servicio público;
Que existe aún en el Tesoro nacional fondos de la beneficencia de Imbabura;
Que por reales cédulas, y desde los tiempos del gobierno español las rentas decimales han contribuido para el sostenimiento de las casas de beneficencia. Decreta:
Art.1. A más de los fondos creados por la ley del 2 de mayo de 1878 sobre exportación de quinas, se declara rentas del Hospital San Vicente de Paúl de Ibarra: 1°. Los productos de los llanos denominados La Esperanza, cuya propiedad se adjudica al Hospital que los
ha poseído hasta hoy; 2°. El capital íntegro del Monte de Piedad establecido en Ibarra y cuyos rendimientos estaban adjudicados al Hospital por Decreto Legislativo del 15 de septiembre de 1875; 3°. Todos los sobrantes que exista en el Erario de la Beneficencia Inglesa; y 4°. Mil doscientos pesos que contribuirá el Gobierno anualmente.
Art. 2. El Gobierno mandará liquidar la cuenta de los caudales de beneficencia depositados en el tesoro público y entregará al tesorero del Monte de Piedad todo el saldo que existiere.
Art. 3. Estos fondos se colocarán a interés mediante remate público …
Art. 4. El Poder Ejecutivo expedirá el reglamento para la organización del Hospital San Vicente de Paúl.
El decreto en mención fue objetado, pero a insistencia de las fuerzas vivas de Ibarra, este entró en vigor el 14 de enero de 1881. Los impulsores de esta causa fueron: el director del hospital, el coronel Teodoro Gómez de la Torre; el miembro del Consejo de Administración, padre Manuel Páez; el tesorero del
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Monte de Piedad, señor Leopoldo Páez; y el secretario provisional, José Nicolás Vacas.
La ayuda y trabajo tesonero que la comunidad de las Hermanas de la Caridad ha tenido en el hospital fue fundamental y decisivo. El 30 de agosto de 1869 existía un decreto legislativo en el que se mencionaba que el poder ejecutivo pondrá los hospitales de la República, que cuenten con fondos suficientes, a cargo de las Hermanas de la Caridad, para lo cual se debía celebrar los correspondientes contratos. Pasaron muchos años, pero al fin, el 7 de julio de 1885, se celebró un convenio generado en París, entre el presidente de Ecuador, José María Plácido Camaño; la Junta de Administración del Hospital; la visitadora de la Hijas de la Caridad en Ecuador, sor María Dardignac; y el director provincial de la comunidad, Juan Claverie. En este convenio, básicamente establecía que, con una renta anual de 100 pesos por religiosa, estas prestarán sus servicios en el hospital.
Las primeras religiosas en llegar al hospital de Ibarra fueron las madres: Luisa Schumacher, Vicenta Valencia, Filomena Velasco y Teresa Ruilova, quienes a su vez fueron las que iniciaron con las obras sociales como la
Casa Hospital, el Orfanato y el Instituto Inmaculada Concepción. Luego, en los siguientes años, se sumaron, entre otras, las siguientes religiosas de esta congragación: Gabriela Mahiles, Magdalena Justamond, Elena Díaz, Juana Gabriela Delalleau.
No cabe duda de que existieron una gran cantidad de benefactores del Hospital San Vicente de Paúl. Una familia que se destacó por su generosidad hasta entrado el inicio del siglo pasado fue los Gómez de la Torre, existió evidencia de lo dicho en una lápida de mármol, en alto relieve, elaborada en noviembre 1918 por el famoso artista imbabureño Luis E. Mideros, en la que la junta administrativa del hospital dejaba constancia de su agradecimiento a los benefactores: Dolores Gómez de la Torre de Salvador,
Teodoro Gómez de la Torre, Dolores Gómez de la Torre de Gómez de la Torre, Rosa Gómez de la Torre, Josefina Bueno y a las Hermanas de la Caridad. Parece un hecho que la escultura tallada en piedra de San Vicente de Paúl, que se encuentra en el centro de los jardines del edificio del hospital, también fue elaborada por Luis Mideros.
En el marco de esta labor de religiosos, el primer capellán que tuvo el hospital construido en la calle Juan Montalvo, al parecer desde 1880, fue el presbítero doctor Ángel Reyes, luego pasaron a esta función los Padres Capuchinos hasta su expulsión en marzo de 1886 (Madera, 1954); luego vendría como capellanes una gran cantidad de sacerdotes de diferentes comunidades.
Fotografía: Intervención quirúrgica, entre otros,doctores: Luis Proaño, Luis del Hierro, Alfonso Gómez Jurado, N. Santillana.
Autor: Desconocido
Fecha: Finales de los años 30
Archivo:Histórico Municipio de Ibarra
Fecha:
Archivo
Con el pasar de los años y los desgastes por las lluvias, el edificio del hospital fue deteriorándose hasta llegar un punto en que el doctor Luis F. Grijalva, subdirector de asistencia pública de Imbabura, inició la reconstrucción y ampliación total del edificio; para dicho cometido vino el arquitecto sanitario Roberto L. King, quien presentó, ante la Junta de Asistencia Pública de Imbabura, la propuesta de un segundo piso. Luego, sobre la base de la propuesta anterior, trabajó en los planos el doctor J. H. Grimmer.
Ante la arremetida que varios personajes hicieran en el sentido de que se estaba destruyendo un monumento histórico construido en el gobierno de García Moreno, se acudió al ingeniero ecuatoriano Alfonso Calderón Moreno, para que replantee los planos anteriores y conserve la fachada y la planta baja.
Se consiguió el presupuesto necesario desde diferentes instancias del gobierno, de tal manera que en 1948 se inició la magnífica obra, la misma que concluyó, en sus dos
plantas, en enero de 1953, con una inversión de 921973 sucres (Madera, 1954).
Como datos curiosos, relacionados al hospital, Luis F. Madera en 1954, en su obra “El Hospital de Ibarra” se menciona:
Desde 1881, el doctor Juan José Páez, fue primer médico cirujano que contó con este título.
En 1882, el coronel Teodoro Gómez de la Torre, como administrador de hospital, informaba al directorio de la existencia de 5 enfermos y que es difícil atenderlos con la escasa asignación de un real y medio por persona.
En julio de 1886 se nombró a un empleado, con un sueldo de 12 reales al mes, para que conduzca al cementerio y sepulte los cadáveres de los fallecidos en el hospital.
Habiendo solo la sala para hombres, el 10 de julio de 1884, gracias a una subvención del
Archivo:UTN
fisco, de 50 pesos mensuales, se instaló una sala de mujeres.
Las primeras enfermeras del hospital fueron: Josefa Endara, Dolores Félix y Asunción Angulo.
El 18 de marzo de 1919 se instaló la sala de cirugía.
Mediante una colecta pública se recolectó 2236 sucres que sirvieron como para la construcción de la Sala de Niños; sala que fue inaugurad el 15 de abril de 1928. Año en que también, la filántropa Lola Yépez Alvear, radicada en Chile, donó un microscopio.
En 1949, se estableció, bajo la administración del hospital, el núcleo de la Liga Ecuatoriana Antituberculosa (LEA). Esta institución dejó de funcionar en el hospital en 1973, integrándose su personal al ministerio de Salud.
En 1952, el técnico alemán Kurt Schoeneck estaba a cargo de una panadería en el hospital, lugar donde a más de elaborar todo lo referente a la panadería para los enfermos, su horno servía también para dotar de agua caliente a las salas de este centro médico.
PATRIMONIO ARQUITECTÓNICO Y ESCULTÓRICO DE LA UTN
En 1954, el doctor Luis Aguinaga se desempeñaba como Jefe del Departamento Quirúrgico, año en el cual la Caja de Seguro adaptó dos salas para atención de sus afiliados. Para este año ya se contaba con 178 camas para enfermos.
No se puede dejar de mencionar y reconocer a aquellos grandes personajes, de Ibarra, la provincia y país, que, de una manera constante y sacrificada, desde 1881 hasta 1926, se desempañaron como directores de esta casa asistencial que tanta ayuda a prestado a los más necesitados del norte del país; entre otros son: Teodoro Gómez de la Torre, Juan Manuel España, Ramón Cartagena, Luis F. Lara, Mariano Regalado, Rafael Peñaherrera, Modesto Andrade, Rafael R. Rosales, Ricardo A. Sandoval, José Elías Monge, Pablo de la Torre, Segundo V. Pérez, Miguel Aristizábal, Alejandro Durán, David Andrade González, José Manuel Terán, Rodrigo Zaldumbide, Juan Manuel Merlo, Sergio Enrique Ayala y Rafael Miranda. El mismo reconocimiento a aquellos que se desempeñaron como presidentes de la Junta Administrativa, desde 1921 a 1926: Cristóbal Tobar Subía, Virgilio Tamayo, Luis F. Madera y Joaquín Sandoval. A quienes les sucedieron, igual homenaje de reconocimiento.
PATRIMONIO ARQUITECTÓNICO Y ESCULTÓRICO
Al estar descuidado el mantenimiento del edificio del hospital desde abril de 1971, año en que pasó a funcionar el nuevo Hospital San Vicente en el lugar que actualmente existe, en la avenida Luis Vargas Torres, al noroccidente de la ciudad de Ibarra, y al requerir la UTN más espacios físicos para el desarrollo de su actividad académica e investigativa, sus autoridades consideraron oportuno realizar las gestiones necesarias para que este edificio pase a ser administrado por este centro de educación superior; para este cometido, a continuación se presenta una cronología de las fechas y firmas de convenios:
Mediante contrato de comodato, el 8 de enero de 1992, el ministro de Salud Pública, da en comodato o préstamo de uso a título gratuito a la Universidad Técnica del Norte representada por su Rector, el doctor Antonio Posso Salgado, las áreas del ex hospital San Vicente de Paúl de Ibarra, en donde funcionaban consulta externa, estadística, farmacia, consultorios de especialidades, cocina, comedor, antiguas salas de cirugía y de clínica de mujeres y la lavandería, además de dos patios internos contiguos a estas dependencias, con una superficie total de mil setecientos metros cuadrados, mismas que se encuentran ubicadas en la planta baja del edificio situado en
las calles Juan Montalvo y Juan de Velasco y siendo el plazo de duración del comodato diez años.
Según el reformatorio del contrato de comodato celebrado el 13 de octubre de 1994,el Ministerio de Salud Pública, otorga a la Universidad Técnica del Norte, representada por su rector, el doctor Antonio Posso Salgado, el uso gratuito del resto del inmueble, esto es la planta baja cuya área física es de seiscientos metros cuadrados y los espacios verdes, quedando desde esta fecha bajo la custodia y responsabilidad de la Universidad la totalidad del inmueble indicado y el plazo queda fijado en 20 años.
Mediante contrato de Donación celebrado el 19 de enero de 2011, comparecen el Dr. David Eduardo Chiriboga Allnut, representando legalmente al Ministerio de Salud Pública y por otra la Universidad Técnica del Norte, representada por el Dr. Antonio Posso Salgado, en su calidad de rector, para llevar a cabo la donación otorgada por el Ministerio de Salud Pública en forma gratuita, irrevocable, a perpetuidad, en forma real y efectiva a favor de la UTN, el inmueble compuesto de terreno y construcción con una superficie de once mil quinientos noventa y nueve metros cuadrados con ochenta y dos
decímetros cuadrados, el valor del inmueble que se dona es de 916764 dólares.
Una vez que el bien patrimonial pasó a propiedad de la UTN, con una visión de desarrollo y conservación del patrimonio cultural de la ciudad y provincia, el hospital fue totalmente intervenido con importes sumas de dinero, para lograr una joya arquitectónica digna de apreciarse en la que se invirtió un contingente económico muy importante.
La fachada de adobe y piedra fue reforzada y ahora luce completamente renovada tras los trabajos de mejora que duraron tres años. La estructura, ahora blanca y resplandeciente, alberga una veintena de laboratorios y ha visto la recuperación de técnicas de construcción vernáculas para preservar su esencia patrimonial. La madera de los entrepisos fue cuidadosamente sellada y lacada, manteniendo las características originales como las anchas paredes de adobe, los entrepisos de madera y los techos de teja.
El llamado “hospital viejo” ocupa una hectárea en un bloque del casco antiguo de la ‘Ciudad Blanca’, conservando incluso la teja original. Se repararon tanto el interior como el exterior, retirando revocos dañados y cielorrasos desgastados, además de reemplazar pisos, puertas, ventanas, y sistemas sanitarios, eléctricos y electrónicos, con el fin de adaptar el edificio para su nuevo uso académico y cultural.
PATRIMONIO ARQUITECTÓNICO Y ESCULTÓRICO DE LA UTN
Desde un pasillo en el segundo piso se puede admirar el jardín central, donde se erige un monumento al patrono del lugar, San Vicente de Paúl. Los jardines, llenos de plantas y flores coloridas, rodeados por corredores que aún conservan la piedra original, junto con las baldosas antiguas y la madera de los entrepisos, añaden un encanto especial al lugar. El diseño arquitectónico se complementa con corredores adornados con arcos y columnas, siguiendo las tendencias de las primeras épocas republicanas.
La ceremonia oficial celebrada el lunes 22 de mayo de 2017, en las instalaciones situadas en la Av. Juan Montalvo, entre Juan de Velasco y Cristóbal Colón, el doctor Miguel Naranjo Toro, rector de la UTN, entregó un patrimonio funcional y tecnológicamente avanzado a la comunidad, edificio e instalaciones destinadas a la formación de profesionales en la zona norte del país.
Es de aclarar que si bien es cierto la última intervención de este bien patrimonial fue la más importante y decisiva, pero desde 1992, año del primer convenio de comodato, la intervención de la UTN fue constante. Es más, la universidad, en su afán de apoyar a la educación del país, prestó las instalaciones, por un par de años, para que, en el 2005, el Pensionado Mixto Atahualpa, funcione allí mientras construía sus propias instalaciones.
En 1979, se iniciaron las discusiones sobre la construcción del nuevo edificio del Hospital San Vicente de Paúl entre los legisladores y autoridades de la época. Para la construcción del hospital fueron expropiados los terrenos a la señora Rosa Gómez de la Torres, en la actual avenida Luis Vargas Torres; es así como el inicio de la construcción se dio el acto de colocación de la primera piedra, el 23 de enero de 1981. Se encargó los estudios para la construcción y equipamiento a una empresa italiana.
El 27 de abril de 1991 se inauguró la nueva edificación del hospital, dotada de modernos equipos tecnológicos adecuados para la época. La ceremonia contó con la presencia del presidente Rodrigo Borja, su ministro de Salud Plutarco Naranjo, y otras autoridades importantes como el doctor Ramiro Silva, director Provincial de Salud, y el doctor José Albuja Chaves, director del hospital mencionado.
Para cerrar, no se puede dejar de comentar leyendas que se han creado alrededor de este edificio con muchos años de historia. A continuación, algunas de estas leyendas:
La mujer del tejado. El conserje del Pensionado Atahualpa, una tarde que caminaba por los jardines, pudo mirar a una mujer que caminaba por el tejado, que vestía un saco viejo y una falda de color verde, quien al ser vista se cubrió el rostro y continuó su camino. Este funcionario de la institución, en muchas ocasiones más, pudo observarla silueta de otras personas que caminaban por la cubierta de teja del edificio.
Esta es una historia que circuló mucho entre alumnos y docentes a inicios del presente siglo; Claro, existen muchas variantes de esta historia que no hacen más que recordar el misterio y antigüedad que envuelven al lugar.
Gritos en la morgue. El lugar donde funcionaba la morgue del hospital, en la parte sur oriental del edificio, en muchas ocasiones, según estudiantes, se reportaron voces y gritos de personas que hicieron estremecer a más de un transeúnte del lugar. Supuestamente voces y gritos son de aquellas personas que murieron trágicamente para luego ser llevadas a la morgue del hospital hasta
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que lleguen los familiares a retirar los cadáveres de este sitio.
La Caja Ronca (“La Caja Ronca, s.f.). De entre las varias versiones que existen de la Caja Ronca, una de ellas cuenta que salía una procesión misteriosa y con antorchas desde el antiguo hospital de San Vicente de Paúl. Esta recorría la calle Maldonado hasta llegar a la Colón, desde donde se dirigían al cementerio de San Francisco para entrar a la fosa común. La procesión continuaba hasta el lugar donde ahora se encuentra la Cruz Verde, que fue colocada para cesar los tormentosos ruidos que allí se producían. Las personas que presenciaban la escena empezaban a expulsar espuma por la boca. La cruz fue posteriormente remodelada y, desde entonces, no se han vuelto a escuchar tales ruidos.
La Lavandera de Ibarra (Cobos, 2018). En 1946, la señora Rosario se buscaba el sustento diario lavando ropa en el Hospital San Vicente de Paúl. Un día luego del lavado de ropa, la puso a secar, y se retiró al su humilde hogar a cumplir con sus labores de cocina, ya que su marido, don Miguel, pronto regresaría a su casa. Por tantos quehaceres desarrollados, se olvidó de recoger la ropa, por lo que, en compañía de su marido, ya avanzada
la noche, fue a buscar dichas prendas por el borde del río Tahuando que se encuentra tras del hospital. Al divisar una prenda de vestir, un vestido lleno de parches, en un matorral trató de recogerlo con un palo, pero este se cayó. La sorpresa fue tanta para estos cónyuges, que al recoger del suelo el vestido vieron que de uno de los parches sobresalía un fajo de billetes; al abrir los demás parches encontraron una verdadera fortuna.
Celebrando este hallazgo y la compra de una casa, al salir de una cantina junto a la Cruz Verde, comenzó a llover copiosamente; ingresaron a una choza muy humilde a escampar y vieron una piedra laja que les pareció apropiada para azar tortillas. Al levantar la piedra observaron un profundo hueco donde alguien había escondido la ropa robada del hospital, por lo que la dicha les había favorecido, no solo con la fortuna encontrada anteriormente sino con la devolución de la ropa que la creían perdida.
Fotografías antes de la intervención de la UTN
Fotografías después de la intervención de la UTN
Los edificios coloniales y republicanos fueron diseñados con una visión arquitectónica que combinaba elementos europeos con materiales y técnicas locales, lo que dio lugar a un patrimonio arquitectónico único en el mundo. Las casas de adobe y tapia, los conventos de piedra y los palacios con balcones de madera reflejan la adaptación de los constructores a los distintos entornos geográficos de la región. Además, estos edificios han sido testigos de acontecimientos históricos cruciales, desde la administración virreinal hasta la consolidación de las repúblicas latinoamericanas. Preservar esta arquitectura es, por tanto, conservar un testimonio físico de la evolución social y política de los países de la región.
A pesar de su importancia histórica y estética, muchos edificios coloniales y republicanos han sido abandonados o demolidos debido a la expansión urbana y la falta de políticas de conservación adecuadas. La negligencia, el deterioro natural y las intervenciones arqui-
tectónicas inadecuadas han puesto en peligro estas estructuras. Además, la falta de inversión en restauración ha limitado su potencial para ser utilizados con nuevos propósitos.
La recuperación de estos espacios requiere la participación activa de gobiernos, instituciones académicas y comunidades locales. La legislación de patrimonio debe fortalecerse para garantizar la protección de estos edificios y fomentar incentivos económicos para su restauración y adaptación a nuevos usos.
Los edificios coloniales y republicanos pueden convertirse en centros de educación, cultura e investigación. En muchas ciudades latinoamericanas, antiguos monasterios han sido transformados en universidades, museos y bibliotecas. Este tipo de iniciativas no solo garantizan la conservación de los inmuebles, sino que también permiten que el conocimiento y la cultura se sigan transmitiendo en espacios con un profundo valor histórico.
ARQUITECTÓNICO
El uso de estos edificios como sedes de actividades académicas y culturales fortalece el vínculo entre el pasado y el presente. Al conservar la estructura original y adaptarla a necesidades modernas, se crea una interacción entre la historia y la innovación. La organización de exposiciones, conferencias y programas educativos en estos espacios revitaliza el entorno y promueve un sentido de identidad y pertenencia en la comunidad.
La arquitectura colonial en América Latina es una de las manifestaciones más representativas de la fusión entre las tradiciones constructivas europeas y las técnicas y materiales locales. En los nuevos campus de la UTN, se observa un conjunto arquitectónico con patios centrales ajardinados, característico de los conventos y edificaciones de la época colonial y de inicios de la vida republicana.
Características arquitectónicas
Los nuevos campus de la UTN responden a una tipología de edificios fundados por órdenes religiosas durante la colonización e inicios de la vida republicana. Su estructura se compone de galerías cubiertas que rodean un patio central, sostenidas por columnas y
arcos de medio punto. La presencia de una capilla en los edificios confirma la función y fe religiosa de la época.
Los materiales empleados refuerzan su identidad colonial y republicana: paredes encaladas o con estuco, techos cubiertos de tejas de barro y columnas de piedra o madera. Las cubiertas inclinadas con tejas de barro en disposición tradicional evocan un pasado lleno de historia. Esta elección de materiales no solo responde a una estética clásica de la arquitectura hispana, sino también a las condiciones climáticas de las regiones andinas, donde la arcilla y la piedra son materiales abundantes y adecuados para la construcción.
El patio central, elemento vertebrador del conjunto, no solo cumple una función de distribución espacial, sino que también tiene una connotación simbólica. En la tradición monacal, el patio representa un microcosmos de armonía y meditación, un espacio de recogimiento que permite la contemplación y el aislamiento del mundo exterior. Su jardinería organizada geométricamente refuerza esta idea, evocando los jardines renacentistas europeos que buscaban el equilibrio y la perfección del entorno construido.
En el centro del patio se ubican monumentos conmemorativos, que añade una capa de significación histórica al espacio. La combinación de senderos pavimentados y vegetación frondosa, compuesta por árboles como palmeras y coníferas, indica una adaptación al clima andino y una intención de integración con la naturaleza.
El paisaje visible del entorno de los edificios, dominado por montañas en el horizonte, confirman el carácter andino de estos sitios. La arquitectura colonial en estos contextos responde a desafíos específicos, como las variaciones climáticas y la disponibilidad de materiales locales. La orientación de los edificios, con corredores abiertos y techos inclinados, están diseñados para permitir la ventilación natural y el drenaje eficiente de las lluvias típicas de zonas montañosas.
El cambio de función en estas edificaciones también es un aspecto relevante.
Estas edificaciones de inicios de la república han sido adaptadas para fines educativos, culturales o administrativos, preservando su valor histórico mientras cumplen nuevas
funciones. Los nuevos campus de la UTN buscan revalorizar su patrimonio arquitectónico.
El valor de estas construcciones viene dada en varias dimensiones: poseen un valor educativo, ya que su conservación favorece la sensibilización y comprensión acerca de la cultura e historia; su relevancia social se origina en las actividades socioculturales que allí se desarrollan, fundamentales para la formación de la identidad colectiva y, por ende, de interés comunitario; además, tienen valor histórico al estar vinculadas con acontecimientos importantes de la evolución local (Naranjo_Toro & Cruz, 2019).
PATRIMONIO ARQUITECTÓNICO Y ESCULTÓRICO DE
La escultura representa a los protagonistas de la famosa obra literaria Don Quijote de la Mancha, escrita por Miguel de Cervantes Saavedra y publicada en dos volúmenes. Esta obra literaria cuenta las peripecias de un hidalgo de La Mancha, España, que pierde la cordura por leer excesivos libros sobre caballería. Decidido a revivir los ideales caballerescos, se autodenomina Don Quijote y emprende, montado en su caballo Rocinante, una serie de aventuras acompañado de su leal escudero, Sancho Panza, quien monta un burro al que nunca lo nombra y solo hace referencia a este animal como el rucio, por el color de su pelo.
NOMBRE DEL MONUMENTO: Los Sueños de Cervantes
UBICACIÓN
UTN. Parque FECYT.
COORDENADAS INTERACCIÓN CON ENTORNO
LN: 0°21´27´´
LO: 78°6´40´´O
DIMENSIONES
La escultura se compone de Don Quijote y Sancho Panza que se encuentran sobre dos libros en un jardín. A su alrededor existen otros tres monumentos: José Martí, Pedro Moncayo y Alfredo Pérez Guerrero.
MATERIALES COLOR
BASE O PEDESTAL BUSTO BASE BUSTO BASE BUSTO
Largo Ancho Altura Altura Cemento Cemento Gris Bronce
El libro está estructurado en dos partes: la inicial publicada en 1605 y la continuación en 1615. En la primera, Don Quijote se arma con una vieja armadura y monta a su delgado caballo Rocinante, confundiendo la realidad debido a su locura: imagina molinos de viento como gigantes y ve posadas como castillos. Sancho, su vecino campesino convertido en escudero, se une a él motivado por la promesa de gobernar una ínsula. La segunda parte del libro profundiza en la relación entre Don Quijote y Sancho Panza, quien empieza a aceptar algunas de las fantasías de su señor. En esta etapa, Don Quijote es consciente de las historias escritas sobre él y sigue sus aventuras conociendo su propia fama literaria.
La narrativa sirve como una meditación sobre los límites entre la realidad y la ficción, y entre la cordura y la locura. Utilizando elementos de humor, ironía y sátira, Cervantes examina críticamente los valores sociales de su época y los anticuados ideales caballerescos, mientras indaga en la dignidad humana y la realidad de la existencia humana. Don Quijote es visto de diversas formas: como un trágico lunático, un idealista imperecedero, y una figura cómica, representando el eterno desafío del ser humano ante sus propias imperfecciones y las restricciones del mundo que lo rodea.
Don Quijote de la Mancha es considerada un pilar fundamental de la literatura mundial. Esta obra es reconocida como la precursora de la novela moderna, gracias a su revolucionaria estructura narrativa que mezcla lo real con lo ficticio, así como la complejidad psicológica de sus figuras centrales.
Cervantes empleó a Don Quijote y su entorno imaginario para cuestionar las normas sociales y literarias vigentes en su era. Según Anthony Close (1978), Cervantes confrontó las convenciones de su tiempo con una sutil ironía, utilizando a Don Quijote como herramienta para interrogar los valores de la España del siglo XVI, criticando también a las narrativas de caballerías que prevalecían antes de su tiempo.
Los protagonistas de la novela, Don Quijote y Sancho Panza, destacan por su temprana representación de la complejidad y el conflicto interno, características que después definirían a los personajes en la narrativa moderna. Don Quijote ha dejado su huella más allá de las fronteras de España, influenciando a autores y pensadores alrededor del mundo, y llegando a ser calificada por Dostoyevski, en 1880, como “la última y más grande de todas las novelas”. Su impacto se extiende a través de múltiples géneros y eras, consolidando su lugar como una obra de relevancia universal y eterna.
Además, Don Quijote ha aportado al patrimonio cultural colectivo arquetipos duraderos como el del “Hidalgo Caballero” y el “Escudero Fiel”, enriqueciendo el simbolismo en la literatura. La importancia de la novela reside en su capacidad de innovación narrativa, su temática rica y su continua capacidad de inspirar interpretaciones y resonancias en una variedad de culturas y épocas.
Don Quijote es un personaje que se aferra a sus ideales, a menudo a expensas de la realidad. Su locura, que lo lleva a confundir molinos de viento con gigantes, es una manifestación de su deseo de vivir en un mundo de caballería y honor, donde la justicia prevalece (Jocelyn-Holt, 2021). Este idealismo puede interpretarse como una crítica a la sociedad de su época, que Cervantes veía como decadente y alejada de los valores que él consideraba fundamentales. Por otro lado, Sancho Panza, con su carácter terrenal y su pragmatismo, actúa como un contrapeso a las fantasías de Don Quijote. A través de sus refranes y su sabiduría popular, Sancho representa la voz de la razón y la experiencia, lo que permite a Cervantes ofrecer una crítica más matizada de la realidad social (Villafranca & Martínez, 2005). La interacción entre Don Quijote y Sancho Panza también puede ser vista como una exploración de la ética y la moralidad.
La novela “Don Quijote de la Mancha” proporciona una amplia gama de lecciones en el ámbito educativo, enseña a los estudiantes a examinar y desafiar la realidad y las convenciones sociales, impulsando el desarrollo del pensamiento crítico. La manera única en que Don Quijote percibe el mundo, aunque distorsionada, estimula a los estudiantes a evaluar críticamente la información que reciben, una habilidad esencial en la educación crítica. A pesar de enfrentar constantes adversidades, Don Quijote mantiene firmeza en sus convicciones y continúa con su misión. Su tenacidad es un modelo de resiliencia y perseverancia para los estudiantes, destacando la importancia de mantener principios y continuar adelante pese a los obstáculos.
Don Quijote y Sancho Panza resumen el conflicto eterno entre la aspiración y la aceptación, la utopía y la mundanidad. A través de estos personajes, “Don Quijote de la Mancha” no solo critica las normas de la sociedad española del siglo XVII, sino que también ofrece una visión perdurable sobre la condición humana, la cual continúa resonando en lectores contemporáneos, demostrando así su universalidad. y atemporalidad.
PATRIMONIO ARQUITECTÓNICO Y ESCULTÓRICO DE LA UTN
José Martí, nacido el 28 de enero de 1853 en La Habana, Cuba, es una figura emblemática no solo en la historia de Cuba sino también en la literatura y política de América Latina. Conocido cariñosamente como el Apóstol de la Independencia Cubana, Martí fue poeta, ensayista, periodista, traductor, profesor, y diplomático, cuya vida estuvo dedicada a la lucha por la independencia y la dignidad humana.
Desde muy joven, Martí mostró una precoz inclinación hacia la escritura y el pensamien-
NOMBRE DEL MONUMENTO: JOSÉ MARTÍ
UBICACIÓN
UTN. Plaza-parque FECYT.
COORDENADAS INTERACCIÓN CON ENTORNO
LN: 0°21´27´´
LO: 78°6´39´´O
DIMENSIONES
A su alrededor, en el mismo parque, existen otros tres monumentos: Los Sueños de Cervantes, Pedro Moncayo y Alfredo Pérez Guerrero.
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to político. A los diecisiete años, fue arrestado por sus críticas al gobierno colonial español en Cuba. Esta experiencia temprana de encarcelamiento y posterior deportación a España marcó el comienzo de su vida en el exilio, una condición que lo acompañaría casi hasta su muerte. Durante su tiempo en España, Martí continuó sus estudios y publicó escritos que detallaban las injusticias del colonialismo español, consolidando su ideología anticolonialista.
Martí no solo fue un activista, sino también un literato consumado. Su obra abarca una variedad de géneros, incluyendo poesía, ensayo y periodismo. En sus escritos, abogó por la justicia social, la educación y los derechos de los trabajadores, y criticó la intervención extranjera en los asuntos latinoamericanos. Su estilo se caracteriza por su riqueza metafórica y su profundo humanismo, elementos que lo convierten en uno de los grandes escritores de su tiempo.
La contribución más significativa de Martí a la historia de Cuba fue su incansable lucha por la independencia de su país natal. Fundador del Partido Revolucionario Cubano en 1892, Martí trabajó para unir a los diferentes sectores de la sociedad cubana en la causa común contra el colonialismo español. En-
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tendió la importancia de la integración racial y abogó por una república “con todos y para el bien de todos”, destacando su visión adelantada a su tiempo en temas de inclusión y equidad social.
Martí murió en batalla el 19 de mayo de 1895, en uno de los primeros enfrentamientos de la Guerra de Independencia que él ayudó a iniciar. Aunque no vivió para ver la independencia de Cuba, su legado perdura. Martí no solo es recordado como un héroe nacional en Cuba, sino también como un símbolo de la lucha por la libertad y la justicia en toda América Latina. Su vida y obra inspiraron a generaciones de líderes y movimientos sociales en el continente, incluyendo a figuras como Fidel Castro y el Che Guevara durante la Revolución Cubana de 1959.
José Martí dejó un legado de frases célebres que reflejan su visión sobre la libertad, la educación y la identidad cultural. Entre sus frases más memorables se encuentra “Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedra”. Esta afirmación resuena con su enfoque en la importancia de la educación y la formación de una conciencia crítica en la sociedad, aspectos que son fundamentales en su obra (Fallas, 2012). Otra de las frases inmortales es “El amor es la fuerza más
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poderosa del mundo” que también se alinea con su visión de un mundo donde la empatía y la solidaridad son esenciales para el progreso humano.
José Martí fue más que un revolucionario; fue un visionario que vio más allá de las luchas inmediatas de su tiempo hacia un futuro de inclusión y respeto mutuo entre los pueblos. Su dedicación a causas como la democracia, los derechos humanos y la autodeterminación resuenan hoy en día, haciendo de su vida y obra elementos esenciales en el estudio de la historia y la literatura latinoamericanas.
El legado de José Martí sigue siendo una fuente de inspiración y un recurso para las nuevas generaciones que buscan comprender mejor cómo se pueden abordar los desafíos sociales, políticos y culturales de su tiempo. Martí no solo es una figura histórica, sino también un símbolo perdurable de la resistencia y la integridad en la búsqueda de un mundo más justo y libre.
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Pedro Moncayo es una figura emblemática en la historia de Ecuador, reconocido no solo por su papel como escritor, sino también como abogado, periodista, legislador, orador, diplomático e internacionalista, historiador, filántropo y un político visionario cuyo legado ha dejado una huella indeleble en el desarrollo educativo y político del país. Nació en Ibarra, el 29 de junio de 1807, hijo del Dr. Tomás Moncayo Navarrete y de la Sra. María Esparza Páez; su vida y obra se entrelazan con un período crucial de formación nacional y luchas ideológicas que definieron el rumbo de Ecuador en el siglo XIX.
NOMBRE DEL MONUMENTO: PEDRO MONCAYO
UBICACIÓN
COORDENADAS INTERACCIÓN CON ENTORNO UTN. Plaza-parque FECYT.
LN: 0°21´27´´ LO: 78°6´39´´O
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A su alrededor, en el mismo parque, existen otros tres monumentos: Los Sueños de Cervantes, Pedro Moncayo y Alfredo Pérez Guerrero.
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Criado en un Ecuador recién independizado, Moncayo se sumergió en un ambiente de fervor patriótico y búsqueda de identidad nacional. Su educación inicial fue influenciada por los ideales libertarios y el fervor reformista de la época, lo que lo llevó a adoptar una perspectiva crítica y comprometida con la transformación de su sociedad. Estudió en Quito, donde profundizó en las letras y las ciencias, obtuvo con máximas calificaciones el título de Doctor en Jurisprudencia Civil y Canónica, emergiendo como un pensador astuto y un defensor de la educación como pilar del progreso. Establecido permanentemente en la capital de la recién creada República del Ecuador, se dedicó con notable éxito a su profesión y desde 1832 comenzó a participar en la arena política como parte del grupo que se oponía al gobierno del General Juan José Flores.
En abril de 1833, se convirtió en uno de los fundadores de la sociedad “El Quiteño Libre”, y mediante el periódico que dicha sociedad editaba —cuya edición inaugural se publicó el 12 de mayo de ese mismo año— inició una audaz campaña contra el régimen de Flores, criticando abiertamente los abusos y las arbitrariedades del gobierno, sin miedo a enfrentar prisión o exilio.
Moncayo fue un prolífico escritor y un apasionado educador. Sus escritos abarcaron una variedad de géneros, incluyendo ensayos, poesía y tratados políticos. Como educador, su enfoque estaba en reformar el sistema educativo del país, promoviendo un modelo que valoraba tanto la formación académica rigurosa como el desarrollo moral y cívico de los estudiantes. Fue uno de los primeros en abogar por la educación pública gratuita y obligatoria, una idea revolucionaria en su tiempo que sentó las bases para las futuras reformas educativas en Ecuador.
Su visión política estaba profundamente arraigada en el liberalismo, abogando por reformas que promovieran la libertad individual, el estado de derecho y la soberanía nacional. Fue un crítico feroz de las políticas conservadoras que limitaban el desarrollo social y económico, y sus discursos y escritos políticos a menudo enfatizaban la importancia de un gobierno inclusivo y representativo.
Desarrolló una importante labor diplomática como ministro ante el gobierno del Perú y como Encargado de Negocios del Ecuador en Francia. Entre 1835 y el 1845 vivió en Piura dedicado a su profesión de abogado y con el honroso cometido de servir de Cónsul
ad-honorem del Ecuador. En 1841 fue electo diputado, pero no pudo concurrir por quebrantos económicos. Entre 1943 y 1945, a raíz de la Carta de Esclavitud impuesta por Flores a los ecuatorianos, publicó el periódico “La Linterna Mágica”, que hizo circular subrepticiamente por todo el país. Luego sacaría “El Viejo Chiguagua” donde escribió bajo el seudónimo de “El Proscrito” (Historia de la Comunicaión Social, 2011). En 1858 formó parte de la Cámara de Senadores, donde fue uno de los principales opositores del presidente Francisco Robles. Fue nuevamente desterrado fijando su residencia en el Perú.
En 1862 se trasladó a Chile, donde ejerció la profesión de abogado. En 1870 publicó un folleto político titulado “El 1º de agosto y el ciudadano Vicente Rocafuerte”, en el cual habría expuesto sus ideas liberales. También publicó, entre otros, un trabajo titulado Carta de Imbabura. Ocupó la presidencia de la sociedad “La Unión Americana” y fue miembro honorario de la Sociedad de Bellas Letras de Santiago y de la Facultad de Leyes y Ciencias Sociales de la Universidad de Chile; desde allí envió volúmenes de su biblioteca personal para ayudar a fundar la Biblioteca Pública de Ibarra; en el camino el envío fue interceptado por la Curia, y de él
se censuraron todos los libros considerados contrarios a la religión para luego quemarlos (Moncayo y Esparza, s.f.). Falleció en Valparaíso, Chile, el 3 de febrero de 1888. Luego de declarar su heredero universal al Municipio de Ibarra, dejando su fortuna para que se proceda a establecer una escuela de niñas en la capital de la provincia.
El legado de Pedro Moncayo es vasto. Como educador, dejó una marca imborrable en el sistema educativo ecuatoriano, inspirando generaciones futuras a valorar y luchar por la educación como un derecho fundamental. Como político, sus ideas y reformas contribuyeron a moldear una estructura estatal más democrática y equitativa en Ecuador.
Fue también un ferviente defensor de los derechos indígenas, abogando por la integración y reconocimiento de los pueblos indígenas dentro del estado nacional. Su compromiso con la justicia social y la equidad lo destacó como uno de los precursores del pensamiento progresista en Ecuador.
PATRIMONIO ARQUITECTÓNICO Y ESCULTÓRICO DE
Educador y jurista nacido en la ciudad de Ibarra el 7 de mayo de 1901, hijo del Sr. Sergio Pérez Torres y de la Sra. Isabel Guerrero. Durante su infancia y adolescencia experimentó severas privaciones debido a la extrema pobreza que su familia enfrentaba, situación que empeoró cuando fueron abandonados por su padre. Incapaz de hallar empleo en Ibarra para sustentar a su familia, su madre se mudó a Quito. Inició sus estudios primarios en Quito en la Escuela de los Hermanos Cristianos de El Cebollar. Continuó la secundaria en
NOMBRE DEL MONUMENTO: ALFREDO PÉREZ GUERRERO
UBICACIÓN COORDENADAS INTERACCIÓN CON ENTORNO
UTN. Plaza-parque FECYT.
LN: 0°21´27´´
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A su alrededor, en el mismo parque, existen otros tres monumentos: Los Sueños de Cervantes, Pedro Moncayo y José Martí.
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el Instituto Nacional Mejía donde se graduó de Bachiller en Humanidades Modernas, y finalmente ingresó a la Universidad Central donde en mayo de 1925 obtuvo el título de Doctor en Jurisprudencia y Ciencias Sociales (Guerrero, s.f.).
Se unió en matrimonio con Laura Patiño Donoso, quien lamentablemente falleció joven. Tras su muerte, se dedicó a escribir la obra “Sucesión por causa de su muerte”, una obra que dedicó en memoria de su difunta esposa. Años después, se casó con Raquel Crespo Mena.
Los principales cargos y funciones que desempeñó fueron: diputado y senador de la República, procurador general del Estado, ministro de Prevención Social y Trabajo, perteneció a la Sociedad Jurídica Literaria, miembro de la Academia de la Lengua y de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, representante en el Municipio de Quito, profesor del Instituto Nacional Mejía, profesor y decano de la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad Central del Ecuador y rector de este centro de estudios por tres periodos, durante los cuales promovió y dirigió la construcción de la ciudadela universitaria.
PATRIMONIO ARQUITECTÓNICO Y ESCULTÓRICO
Desde joven hasta su fallecimiento, adoptó una ideología socialista, dedicándose a la lucha por los derechos de indígenas, trabajadores y empleados públicos, siempre preocupado por los más humildes y explotados. Sin embargo, su fervor político inicial se moderó ante ciertos eventos históricos, lo que le llevó a cuestionar a los gobiernos autodenominados de izquierda, que, a pesar de sus proclamas por la justicia y la igualdad social, terminaron oprimiendo a su gente.
Como jurista, fue considerado una enciclopedia en materia legal, particularmente en temas laborales y de empleo. Como abogado íntegro y erudito, dejó una marca indeleble en sus estudiantes; fue un verdadero innovador de las corrientes filosóficas en el vasto ámbito del Derecho, siempre encontrando maneras sencillas de aplicar las leyes. Sus trabajos jurídicos se destacaron por ser amenos, lógicos y con un enfoque literario.
A causa de un aneurisma en la aorta, el 19 de noviembre de 1966, falleció en la ciudad de Quito. Cuarenta años después de su muerte, por decreto 1368 del 5 de mayo de 2006, publicado en el Registro Oficial 272 del 17 del mismo mes y año, el presidente de la repú-
blica, Dr. Alfredo Palacio, lo declaró Símbolo del Maestro Ecuatoriano.
Sus obras fueron un verdadero aporte a la cultura, educación y jurisprudencia: Morfología de la lengua castellana, Aventura del espíritu, Educación y libertad, Universidad ultrajada, La universidad y la Patria, Semillas a las leyes, Ecuador, Fonética y morfología, Etimología, Prontuario de afijos y Raíces griegas y latinas, Moral individual, El Seguro Social y el Código del Trabajo, Fundamentos del derecho civil ecuatoriano (dos tomos), Jurisprudencia civil ecuatoriana (dos tomos), La sucesión por causa de muerte (dos tomos), Temas jurídicos (cinco tomos), Esquicios de la universidad y la patria, Educación y libertad, Semillas al viento, La Universidad ultrajada, La cobardía, Fonética y Viento,
El estilo con el que dotó a sus obras refleja destreza en el uso del lenguaje, claridad en las expresiones y precisión en las ideas, envueltas todas en una estética de forma que raramente se halla en autores de lengua española. Se trata de uno de los grandes hombres de la nación, un abanderado del secularismo; en resumen, una persona cuya esencia fue purificada por los más claros
manantiales del saber, permaneciendo fiel a sus convicciones que también representan —y continúan representando— las de la mayoría del pueblo ecuatoriano... Su obsesión fue la libertad y el propósito de su existencia; por esto, en varias ocasiones, dictadores intentaron debilitar su postura humana y él, constantemente, emergió inmaculado y más honorable (Barriga, 1980).
PATRIMONIO ARQUITECTÓNICO Y ESCULTÓRICO DE LA UTN
Nació el 6 de octubre de 1865 en Ibarra, en la amplia casa de un solo piso que poseían sus padres en el centro de la ciudad. Era hijo legítimo de Dr. Rafael Peñaherrera Castelo, abogado de Cotacachi, Procurador Síndico de la Municipalidad de Ibarra y profesor del Seminario de San Diego, y de Mariana Espinel Cornejo, su segunda esposa y cuñada, oriunda de Ibarra, con quien se casó tras enviudar de Ana Espinel Cornejo.
NOMBRE DEL MONUMENTO: VÍCTOR MANUEL PEÑAHERRERA
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UTN. Plaza-parque FECYT.
LN: 0°21´25´´
LO: 78°6´41´´O
Se encuentra ubicado en la Plaza Cívica UTN junto a 15 esculturas más.
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Recibió su educación inicial de una hermana mayor y comenzó sus estudios primarios en el colegio de su tierra natal dirigido por el canónigo Mariano Acosta, donde completó su bachillerato. Posteriormente, se trasladó a Quito para ingresar a la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad Central, donde en 1887 obtuvo el título de Doctor en Jurisprudencia y Abogado de los Tribunales de la República. Al año siguiente fue nombrado profesor de Economía Política, y de Derecho Práctico Civil y Penal de la misma universidad. Se caracterizó por su pasión e incansable dedicación a la lectura y el estudio.
Desempeñó varias veces los cargos de subdecano y decano en la Facultad de Jurisprudencia y fue elegido vicerrector de la Universidad Central. Asimismo, fue el primer presidente tanto del Colegio de Abogados como de la Academia de Abogados, ocupando ambas presidencias simultáneamente. Entre 1911 y 1912, sirvió como senador de la República. En 1913, durante el segundo mandato del general Leónidas Plaza Gutiérrez, fue consejero de Estado. En 1915, fue nombrado embajador de Ecuador en el Congreso Científico Panamericano en Washington, fue nombrado profesor honorario de la Universidad de Yale (Biografia de Victor Manuel Peñaherrera, s.f.).
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En 1916 actuó como asesor y miembro de la Junta Consultiva del ministerio de Relaciones Exteriores e informo favorablemente acerca del tratado internacional suscrito después con Colombia y que se conoce con el nombre de Muñoz Vernaza-Suárez. En 1924 sirvió al canciller, Dr. Nicolás Clemente Ponce, durante las discusiones previas a la suscripción del tratado Ponce-Castro Oyanguren.
Hombre católico, profesó la caridad con profunda convicción sin llegar al fanatismo, defendió la dignidad del hombre, de la mujer, del indio y del pobre. Víctima de una grave enfermedad se trasladó a la ciudad de Guayaquil en busca de alivio y curación, pero su noble corazón y su maravilloso cerebro, cansados de trabajar y dar luz a la ley y la justicia de la Patria, prefirieron descansar para siempre y se apagaron en la madrugada del 14 de abril de 1930 (Biografía de Víctor Manuel Peñaherrera, s.f.).
Al igual que Juan Montalvo, Federico González Suárez, Luis Felipe Borja, el Dr. Pío Jaramillo Alvarado y el santo Hermano Miguel; fue consagrado «Símbolo del Maestro Ecuatoriano», por Decreto Oficial expedido el 10 de abril de 1967 por el presidente de la República, Dr. Otto Arosemena Gómez.
Uno de sus trabajos más relevantes fue el de 1918, cuando presentó al Congreso Nacional informe como presidente de la Academia de Abogados de Quito, para terminar con el oprobioso concertaje, que al ser aprobado fue conocido como “Ley de jornaleros” y sirvió para tratar de abolir, aunque fuera en parte, la esclavitud económica que aun imperaba sobre los trabajadores agrícolas del campo y los industriales de las ciudades, aunque principalmente incidió en la condición del trabajador serrano (Pérez-Pimentel, s.f.).
Innumerables son sus textos y artículos publicados, de entre los que podemos citar: Lecciones de derecho practico civil y penal, Reivindicación de documentos al portador, Alegato ante la corte suprema, Programa del curso de derecho penal, Informe al poder legislativo sobre la posesión efectiva, Manifiesto acerca del efecto jurídico de la omisión o falsedad de los certificados del actuario, Informe sobre la acción posesoria y pensiones conductivas, Autorización judicial al fisco y municipalidades, Ley de jornaleros, Jurisdicción en los asuntos de divorcios, Cuerpo del delito, La mujer casada ante el derecho, Confesión de parte, Derecho internacional privado, Arrendamiento de
predios rústicos, Cosa juzgada en incidentes exhibitorios, La petición convencional, Estado de la legislación ecuatoriana actual, La sucesión por causa de muerte, Temas jurídicos (cinco volúmenes), La universidad y la patria, La universidad ultrajada y Semillas al viento.
Víctor Manuel Peñaherrera amó la justicia; aborreció el vicio; generoso y tolerante tendió la mano al caído y atrajo al sendero del bien al descarriado; incapaz de odios, nunca se ensañó con el adversario: Caballero «sin miedo y sin tacha», noble y valientemente supo luchar para que se implante en el país el reinado del amor y de la justicia, quienesquiera que fuesen las personas constituidas en autoridad, y cualesquiera los credos por ellas profesados.
PATRIMONIO ARQUITECTÓNICO Y ESCULTÓRICO DE LA UTN
Monseñor Leónidas Proaño, conocido afectuosamente como el “Obispo de los Indios”, es una figura emblemática en la historia ecuatoriana y latinoamericana por su incansable lucha a favor de los derechos humanos y la justicia social. Nacido el 29 de noviembre de 1910 en San Antonio de Ibarra; sus padres, Agustín Proaño y Zoila Villalba, eran tejedores de sombreros de paja toquilla, en San Antonio de Ibarra (Imbabura). En 1917 comenzó la primaria en la Escuela Fiscal Juan Montalvo de su pueblo natal.
En octubre de 1925 ingresó al Seminario de San Diego en Ibarra como alumno externo. En 1929 se
NOMBRE DEL MONUMENTO: MONSEÑOR LEONIDAS PROAÑO
UBICACIÓN COORDENADAS INTERACCIÓN CON ENTORNO
UTN. Plaza Cívica
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LN: 0°21´25´´
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Se encuentra ubicado en la Plaza Cívica UTN junto a 15 esculturas más.
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graduó de bachiller y pasó al Seminario Mayor de Quito donde continuó sus estudios de filosofía y teología para ser sacerdote, y más tarde en la Universidad Gregoriana de Roma, donde se ordenó sacerdote en 1936. Su educación en Europa le proporcionó una perspectiva amplia sobre los desafíos sociales y espirituales de su tiempo, preparándolo para su futuro rol como líder religioso y social.
Inició su trabajo con la iglesia como capellán de la Escuela de los Hermanos Cristianos de Ibarra, luego sería profesor del Seminario Menor San Diego y del Colegio Sánchez y Cifuentes de esta ciudad (Bellini, 2009). En octubre de 1941 funda la Librería Cardijn, luego, el 14 de mayo de 1944, fundó el bisemanario La Verdad que posteriormente se convirtió en el principal diario de la provincia de Imbabura; Proaño sería su primer editor. El 2 de agosto de 1947 fue nombrado canónigo de Ibarra; luego formaría la Juventud Obrera Católica (JOC).
En 1954, Leónidas Proaño fue nombrado obispo de Riobamba, una región con una significativa población indígena que sufría de marginación y pobreza extrema. Desde el comienzo de su ministerio en Riobamba, Proaño mostró un profundo compromiso con los derechos y la dignidad de los pueblos indígenas, abogando por su acceso a la educación, la tierra y la participación política.
PATRIMONIO ARQUITECTÓNICO Y ESCULTÓRICO DE LA UTN
Monseñor Proaño fue un pionero en la implementación de la Teología de la Liberación en América Latina. Esta corriente teológica, que enfatiza la liberación de la opresión social, económica y política como preludio a la salvación espiritual, resonó profundamente en sus esfuerzos por transformar las estructuras sociales que mantenían a los indígenas en la pobreza y la exclusión.
Bajo su liderazgo, la diócesis de Riobamba se convirtió en un centro de actividad social y educativa. Proaño fundó numerosas escuelas, promovió la formación de cooperativas agrícolas y apoyó la creación de radios comunitarias para fortalecer la voz de los indígenas. Su enfoque no solo buscaba aliviar el sufrimiento material, sino también restaurar la autoestima y la identidad cultural de las comunidades indígenas. Con el apoyo de Adolfo Pérez Esquivel, fundó la filial ecuatoriana de la organización latinoamericana de derechos humanos Servicio Paz y Justicia (SERPAJ).
No obstante, la vida y obra de Monseñor Proaño no estuvieron exentas de controversias. Su enfoque progresista y su crítica abierta a las estructuras de poder lo pusieron en conflicto con sectores conservadores de la Iglesia y la sociedad. A pesar de las críticas, nunca dejó de luchar por lo que consideraba justo, basan-
PATRIMONIO ARQUITECTÓNICO Y ESCULTÓRICO DE LA UTN
do su acción en una profunda fe cristiana y un compromiso con los principios del Evangelio.
Autor de Creo en el hombre y en la comunidad, Acuérdate de Zarumilla, Rupito, Perspectivas de la iglesia latinoamericana desde la teología de la liberación, Problemas ecuatorianos: respuestas y urgencias para la Iglesia, Tres imágenes de Iglesia, Problemas de identidad del cristiano, Teología de la solidaridad, Los derechos humanos y su difusión en las zonas marginales, El desafió de esta hora, Aspectos de la filosofía del indio, Evangelio subversivo, Conscientización evangelio y política, Creo en el hombre y en la comunidad, etc.
Su legado incluye la creación de espacios de diálogo y la promoción de la organización popular, lo que permitió a las comunidades indígenas articular sus demandas y luchar por sus derechos (Arranz & Bravo-Mancero, 2019).
En autobiografía escribió una frase que seguramente dice lo que fue este pensador y luchador: “Cuanto he vivido y he aprendido no ha sido extraído de las aulas universitarias de mi país o de algún otro país del mundo, sino de la cantera del pueblo, porque mi universidad ha sido el pueblo y mis mejores maestros han sido los pobres en general y, particularmente, los indígenas del Ecuador y de América Latina, considerados en Puebla como “los más pobres entre los pobres”.
El 29 de agosto de 2008, el pensamiento y obra de Proaño fue declarado Patrimonio Cultural Inmaterial del Ecuador, recibió varios doctorados honoris causa, numerosos premios y reconocimientos nacionales e internacionales y fue el primer ecuatoriano candidatizado en 1986 al Premio Nóbel de la Paz. Monseñor Leónidas Proaño falleció el 31 de agosto de 1988, fue enterrado en la comunidad de Pucahuaico (Imbabura).
Su vida es un testimonio de cómo la fe puede ser un motor para el cambio social y cómo la Iglesia puede jugar un rol activo en la promoción de la justicia y la paz. Proaño no solo fue un líder religioso, sino también un visionario social cuyo ejemplo sigue inspirando a nuevas generaciones en Ecuador y más allá, recordándonos que la verdadera espiritualidad abarca la lucha por un mundo más justo y fraterno.
Su vida es un testimonio de cómo la fe puede ser un motor de cambio social y un llamado a la acción en favor de los más necesitados. Su obra continúa siendo estudiada y celebrada, y su mensaje de esperanza y justicia sigue inspirando a nuevas generaciones en Ecuador y más allá. (Monseñor Leónidas Proaño, 2021).
PATRIMONIO ARQUITECTÓNICO Y ESCULTÓRICO DE LA UTN
Descendiente de una familia de origen vasco que se hallaba establecida en Venezuela desde fines del siglo XVI, Simón Bolívar nació en la ciudad de Caracas el 24 de julio de 1783. Sus padres fueron el coronel don Juan Vicente Bolívar y Ponte, y doña Concepción Palacios Blanco.
En enero de 1797, ingresó como cadete en el Batallón de Milicias de Blancos de los Valles de Aragua. En 1799, viajó a España y se entregó con pasión al estudio de historia, literatura clásica y moderna, matemáticas, francés y aprendió también la esgrima (Pé-
NOMBRE DEL MONUMENTO: SIMÓN BOLÍVAR
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UTN. Plaza Cívica
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rez Vila, s.f.). A fines de 1806, conocedor de los intentos realizados por el Precursor Miranda en Venezuela, Bolívar considera que ha llegado el momento de volver a su patria.
Una de sus luchas emprendidas es por libertar a la Nueva Granada; tras los cruentos combates, en julio de 1819 obtiene un triunfo decisivo en la batalla de Boyacá, el 7 de agosto. Días después Bolívar entra en Bogotá dejando organizadas las provincias de la Nueva Granada bajo el mando del General Santander. El Libertador regresa a Angostura, donde el Congreso, a propuesta suya, expide la Ley Fundamental de la República de Colombia en diciembre de 1819. Este gran Estado, creación del Libertador, comprendía las actuales repúblicas de Venezuela, Colombia, Ecuador y Panamá.
El 24 de junio de 1821, Bolívar da una batalla que decide definitivamente la independencia de Venezuela. Vuelve la mirada hacia el Ecuador, dominado todavía por los españoles. En 1822 dos ejércitos patriotas tratan de libertar a Quito: Bolívar conduce el del Norte, y el General Antonio José de Sucre, el del Sur partiendo de Guayaquil. La acción de Bomboná, dada por Bolívar en abril, quebranta la resistencia de los pastusos, mientras que la batalla de Pichincha, ganada por
PATRIMONIO ARQUITECTÓNICO Y ESCULTÓRICO DE LA UTN
Sucre el 24 de mayo, liberta definitivamente al Ecuador, que queda integrado a la gran República de Colombia.
No puede dejarse de mencionar a la Batalla de Ibarra, desarrollada el 17 de julio de 1823, un evento histórico de gran relieve, no solamente porque fue el único hecho bélico que dirigió personalmente el Libertador
Simón Bolívar en el actual territorio ecuatoriano, sino porque fue la última acción de armas de la independencia que se llevó a cabo en el suelo patrio (Gangotena y Jijón, 2023).
No había pasado un año del triunfo patriota en la Batalla del Pichincha, cuando las fuerzas españolas del coronel Agustín Agualongo, acantonadas en Pasto, se sublevaron e intentaron marchar hacia Quito. El entonces coronel Juan José Flores, Jefe Militar de Pasto a órdenes del Gral. Sucre, al saber de dicho levantamiento inició las acciones necesarias para sofocarlo, y en un exceso de autoridad ordenó el fusilamiento de 23 prisioneros capturados. Ante esta actitud, la reacción de los pastusos no se hizo esperar, y agrupados bajo las órdenes de Agualongo se prepararon para la guerra.
El 12 de junio de 1823, en Catambuco se libró una sangrienta batalla en la que Flores
PATRIMONIO ARQUITECTÓNICO Y ESCULTÓRICO DE LA UTN
fue derrotado y obligado a retirarse. Luego de apoderarse de Pasto, los realistas de Agualongo prosiguieron hacia Quito con un ejército bien organizado que llegaba a los 1500 hombres. Al conocer que los realistas marchaban hacia Quito, el Libertador Simón Bolívar, al mando de una columna militar, marchó presurosamente hacia el norte para conjurar la amenaza.
Cuando Bolívar llegó a Ibarra, ya las tropas del coronel Agualongo se habían tomado la ciudad atrincherándose y haciéndose fuertes en sus calles y en los valles que la rodean, y fue justamente allí donde, el 17 de julio de 1823, se libró la última gran batalla por la libertad, en la que los patriotas, hábilmente conducidos por el propio Bolívar, derrotaron a las fuerzas realistas a las que causaron ochocientas bajas de los mil quinientos hombres que la conformaban. Del lado de los patriotas, pese a ser una fuerza mucho menor, sólo murieron trece hombres. Héroes de esta histórica batalla fueron el general Salom, el coronel Ibarra, el general O’Leary y otros valerosos oficiales que persiguieron a los invasores (“Piedra Chapetona”, 2023).
El 4 de junio de 1830, la noticia del asesinato de Sucre, hombre de confianza en el gran proyecto de Bolívar, que recibe en Cartage-
na, le afecta profundamente. Piensa marchar a Europa, pero la muerte le sorprende en San Pedro Alejandrino, una hacienda situada en las cercanías de Santa Marta, el 17 de diciembre de 1830.
Simón Bolívar, conocido como “El Libertador”, es una figura central en la historia de América Latina, y su legado tiene un impacto duradero en Ecuador y sus nuevas generaciones. Bolívar no solo liberó a Ecuador del dominio colonial español, sino que también sentó las bases para la construcción de una identidad nacional basada en los principios de libertad, justicia y unidad latinoamericana. La influencia de Bolívar en las nuevas generaciones ecuatorianas se manifiesta en varios aspectos fundamentales: el sentido de identidad, la inspiración política y el compromiso social.
A través de su legado de lucha por la libertad, la justicia y la unidad, Bolívar continúa moldeando la identidad nacional, inspirando ideales políticos y promoviendo el compromiso social en los jóvenes de Ecuador. Su influencia trasciende el pasado y sigue siendo un faro de inspiración para la construcción de un futuro más equitativo y democrático.
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Nacido en Cumaná, Venezuela, el 3 de febrero de 1795, Antonio José de Sucre provino de una familia de la aristocracia criolla. Aunque inicialmente se educó para seguir una carrera eclesiástica, la guerra de independencia de Venezuela capturó su atención y devoción. A la temprana edad de 15 años se unió a la causa patriota; a la edad de quince años, se incorporó al ejército patriota como alférez de ingenieros y tomó parte en la campaña liderada por Francisco de Miranda en 1812 contra las fuerzas realistas venezolanas, durante la cual fue promovido a teniente. Después del fracaso
NOMBRE DEL MONUMENTO: ANTONIO JOSÉ DE SUCRE
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LN: 0°21´26´´ LO: 78°6´40´´O
Se encuentra ubicado en la Plaza Cívica UTN junto a 15 esculturas más.
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de este primer esfuerzo por la independencia, buscó refugio en la isla de Trinidad.
En la batalla de Angostura (1817), Antonio José de Sucre se estableció como uno de los lugartenientes más destacados de Bolívar, ganándose la amistad y el respeto del Libertador, quien constantemente elogiaba sus habilidades militares y su profundo sentido moral. A partir de entonces, su lealtad hacia Bolívar y su dedicación a la Gran Colombia se mantendrían firmes e inquebrantables.
Desde el inicio de sus operaciones militares, Sucre experimentó el éxito, logrando una significativa victoria en Yaguachi en mayo de 1821. A pesar de enfrentar un contratiempo en Huachi, la campaña del Sur culminó triunfalmente con la batalla de Pichincha el 24 de mayo de 1822, donde el ejército realista fue decisivamente derrotado. Pocas horas después de esta batalla, Melchor de Aymerich, presidente de la Real Audiencia de Quito, firmó la rendición. Esta victoria fue crucial para consolidar la independencia de la Gran Colombia y asegurar la de Ecuador, integrándolo a la Gran Colombia. Además, allanó el camino para la liberación final de Perú, especialmente tras la retirada de José de San Martín.
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Sucre también tuvo un papel importante en la diplomacia y en la construcción de alianzas entre las diferentes facciones patriotas. Su capacidad para unir a diversos grupos en torno a la causa de la independencia fue fundamental para el éxito de los movimientos independentistas en Ecuador y en el resto de la Gran Colombia (Soares, 2023).
Durante la crucial campaña en Perú, el último bastión significativo del dominio español, Sucre estuvo junto a Bolívar en la batalla de Junín. Posteriormente, debido a la ausencia de Bolívar, lideró las fuerzas en la batalla de Ayacucho en 1824, esta victoria no solo aseguró la independencia del Perú, sino que también vendió el destino de la dominación española en América del Sur (Fisher, 2000), esta victoria le otorgó el título de Gran Mariscal de Ayacucho.
En 1825, Sucre se dirigió a lo que entonces era el Alto Perú, actual Bolivia, donde se fundó la república de Bolivia y fue su presidente desde 1826 hasta 1828; redactó la primera constitución del país y trabajó incansablemente para establecer las bases de un gobierno estable y funcional. Sucre también enfrentó desafíos significativos, incluyendo la oposición de facciones internas y la des-
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confianza de algunos sectores que lo veían como un invasor en el contexto peruano (Plaacencia, 2023). En 1829, Sucre se casó con Mariana Carcelén y tuvieron un hijo, Pedro.
En el contexto de su liderazgo, Sucre enfatizaba la importancia de la disciplina y la moral en las tropas. Se le atribuye la frase que refleja su compromiso con estos valores: “La victoria es de los que saben esperar y de los que saben sufrir” (Ardila, 2024), esta cita resalta su creencia en la perseverancia y la ética en la lucha por la independencia, principios que guiarían a sus soldados en momentos de adversidad. Sucre también fue un defensor de la educación y el progreso social.
A pesar de su éxito, Sucre enfrentó numerosos desafíos, incluyendo resistencia política y falta de apoyo. Su vida terminó trágicamente cuando fue asesinado el 4 de junio de 1830 en la selva de Berruecos, en lo que hoy es Colombia. Su muerte prematura fue un golpe para muchos de sus contemporáneos, incluido Bolívar, quien lamentó profundamente la pérdida de quien consideraba su más fiel compañero.
Antonio José de Sucre, conocido también como el Gran Mariscal de Ayacucho, es una de las figuras más emblemáticas y respetadas en la historia de América Latina. Su vida estuvo marcada por el idealismo, el compromiso con la libertad y un notable sentido de justicia y ética.
El legado de Sucre trasciende las victorias militares y la política. Es un legado de principios, integridad y un compromiso incansable por la libertad y la justicia. Hoy en día, Sucre es recordado no solo como un gran líder militar y político, sino también como un modelo a seguir, cuya vida encarna los ideales de la lucha por la independencia y la construcción de naciones.
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Nació el 1 de mayo de 1783. Provenía de una de las familias más distinguidas de Guayaquil, siendo hijo de Juan Antonio Rocafuerte y Antoli y María Josefa Rodríguez de Bejarano. Sus ancestros por ambas ramas habían desempeñado puestos de alta jerarquía en la ciudad. Además, su familia poseía la hacienda Naranjito, dedicada al cultivo y exportación de cacao, una significativa fuente de ingresos en aquel tiempo. Desde los diez años recibió una educación refinada y elitista, estudiando inicialmente en el Colegio de Nobles de Granada en España, y más adelante, completando
NOMBRE DEL MONUMENTO: VICENTE ROCAFUERTE
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su educación en Francia, en el Colegio de Saint-Germain-en-Laye.
En esta última institución, se empapó de los clásicos y de las corrientes de pensamiento ilustrado y liberal del momento. En esta institución estudió lenguas clásicas y modernas, condición que le permitió leer varios autores clásicos en su idioma original. En Francia alternó con la nobleza napoleónica y con intelectuales y políticos de la época, como Simón Bolívar, Carlos Montúfar, Alejandro Humboldt y Amado Bonpland, entre otros (Fernández & Tamaro, 2004).
En 1807 regresó a su ciudad natal de Guayaquil, donde pronto fue designado alcalde ordinario. En 1813 fue elegido Diputado representando a Guayaquil en las Cortes de Cádiz. Al rehusar participar en la ceremonia de besamanos al rey Fernando VII, se emitió una orden de arresto en su contra, de la cual logró evadirse refugiándose en Francia. Durante este periodo, aprovechó la oportunidad para viajar por toda Europa, incluyendo Rusia.
Ya imbuido de ideas independentistas, estuvo en contacto con Eugenio Espejo y el insurgente Juan de Dios Morales. Además, se relacionó estrechamente con el grupo desta-
cado de líderes que encabezaron el levantamiento del 10 de agosto de 1809 en Quito.
Durante su estancia en Colombia, tuvo un encuentro tenso con Simón Bolívar, quien en ese momento era considerado un “usurpador”. Este incidente llevó al Libertador a escribir al presidente de Ecuador, Juan José Flores, advirtiéndole sobre Rocafuerte por sus posturas antimilitaristas. El 10 de septiembre de 1834, el pueblo de Guayaquil proclamó a Rocafuerte como presidente de la República. A pesar de esto, colocó bajo el mando de Flores el ejército que había organizado, y juntos lograron una victoria decisiva en la batalla de Miñarica, cerca de Cuenca. El 31 de enero de ese año, fue nombrado Jefe Supremo del Estado en Quito y el 1 de febrero en Cuenca, afianzando así la unidad nacional en torno a su liderazgo. En febrero, convocó a la Convención Nacional en Ambato, excluyendo al clero de esta convención, lo que provocó su excomunión por parte de la jerarquía eclesiástica. Rocafuerte respondió a esta censura eclesiástica con el destierro al Perú del vicario y otros sacerdotes que se oponían a su gobierno (Fernández & Tamaro, 2004). En agosto de 1835, fue elegido presidente constitucional de Ecuador, iniciando un mandato de cuatro años que resultó ser uno de los más produc-
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tivos en la historia del país. Su agenda gubernamental reflejó no solo los intereses de los latifundistas de la Costa involucrados en el comercio internacional, sino también las necesidades de otras regiones del país. En el ámbito educativo, estableció varios centros de enseñanza, incluyendo el primer colegio para mujeres, y reformó los programas y estructuras de las universidades.
Al finalizar su presidencia, asumió nuevamente la Gobernación de Guayas, donde continuó su destacada labor administrativa. En 1843, participó en la Convención de Quito que reformó la Constitución para permitir la reelección de Flores por seis años adicionales. Rocafuerte se opuso vehementemente a esta medida, que él llamó “Carta de Esclavitud”, y decidió exiliarse en Lima. Desde Perú, criticó fuertemente al gobierno de Flores a través de sus influyentes “Cartas al Ecuador”, que jugaron un papel crucial en la caída del régimen de Flores dos años después. El nuevo gobierno, instaurado en 1845, lo designó diplomático en Perú. Posteriormente, regresó para servir como diputado en la Convención de Cuenca y como presidente del Senado en 1846.
Entre sus principales obras escritas están: Ensayo sobre la tolerancia religiosa, Curso
de filosofía moral, Serie de manifiestos a la nación y ensayo político, Ideas necesarias a todo pueblo independiente que quiera ser libre; El bosquejo ligerísimo de la revolución de México, desde el grito de Iguala hasta la proclamación imperial; El sistema colombiano popular electivo y representativo es el que más conviene a la América independiente.
No se casó hasta avanzada edad, uniendo su vida a la de su prima Baltasara Calderón y Garaicoa en 1842, cuando tenía cincuenta y siete años. No tuvieron hijos. Murió el 6 de mayo de 1847 siendo plenipotenciario del Ecuador en Lima.
Vicente Rocafuerte fue una figura clave en el desarrollo político, social y educativo del Ecuador durante el siglo XIX. Su influencia se extiende a diversas áreas, incluyendo la modernización del país, la promoción de la educación pública y la defensa de los principios liberales.
Además de su enfoque en la educación, Rocafuerte fue un defensor de los ideales liberales y de la modernización del Ecuador. Se le considera un “modernizador” que buscó romper con las estructuras tradicionales y promover un estado más secular y democrático (Martínez & Garciarecio, 1990).
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Su nombre completo fue José Eloy Alfaro Delgado. Nació el 25 de junio de 18 Alfaro; era hijo de Manuel Alfaro y González, un español que llegó a Ecuador como exiliado político, y de María Natividad Delgado López. José Eloy Alfaro, durante su juventud, se alineó con el liberalismo anticlerical, que más tarde sería conocido como el liberalismo radical ecuatoriano. Alfaro se enfrentó a varios presidentes, incluidos García Moreno, Borrero, Veintimilla y Caamaño, lo que le valió apodos como el “Viejo Luchador”.
NOMBRE DEL MONUMENTO: GENERAL ELOY ALFARO
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Alfaro ocupó la presidencia de la República del Ecuador en dos periodos distintos, desde 1897 hasta 1901 y de 1906 hasta 1911. En ambas ocasiones, no accedió al cargo mediante elecciones populares, sino a través de golpes de estado realizados por grupos revolucionarios. Tras estos golpes, se convocaba a una asamblea constituyente para legitimar su gobierno. La Revolución Liberal fue en esencia un proyecto renovador y progresista, las constituciones de 1897 y 1906 consagraron y garantizaron los derechos de carácter civil y político; al tiempo que permitieron la transformación de las estructuras caducas del viejo estado, separándolo de la iglesia para, de este modo permitir la consolidación de la libertad de consciencia, opinión y cultos (Solis, 2012).
En sus mandatos se establecieron diversos centros educativos durante este periodo, incluyendo el primer colegio laico, Bolívar de Tulcán, así como el Instituto Nacional Mejía en Quito, la Escuela de Bellas Artes de Quito, el Colegio Normal Juan Montalvo, el Colegio Vicente Rocafuerte en Guayaquil, el Colegio Militar “Eloy Alfaro”, y el Colegio Manuela Cañizares para mujeres. También se fundó el Conservatorio Nacional de Música y se otorgaron numerosas becas para que jóvenes estudiaran ciencias y técnicas en el extranjero.
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Se impuso un respeto absoluto por los Derechos Humanos, eliminando la pena de muerte y fomentando proyectos como la continuación del ferrocarril que conectaría la Costa con la Sierra. Se estableció el Registro Civil para garantizar la identidad personal independientemente de las creencias religiosas, se introdujo el divorcio y se creó el Banco Central.
Durante la construcción del Canal de Panamá, se fomentó el comercio, incluyendo la exportación del Sombrero de Paja Toquilla, además de promover la libertad de culto, el matrimonio civil, la abolición de la cárcel por deudas, y la implementación del suministro de agua potable en Quito. Se fundaron escuelas nocturnas para trabajadores, se eliminó completamente la tributación indígena, se instaló la primera red telegráfica, y se reemplazó la moneda extranjera por una nueva unidad monetaria, el Sucre (Bustamante, 2024).
Una de las medidas más radicales del alfarismo fue la eliminación del diezmo, un tributo que enriquecía considerablemente a la Iglesia Católica. Este tributo obligaba a todos los productores a contribuir con el diez por ciento de sus productos anuales a la Iglesia.
El “Decálogo Liberal”, publicado bajo el seudónimo “Somatén” en el periódico “El Pichin-
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cha”, definió el programa revolucionario, que incluyó el decreto de manos muertas, la supresión de conventos y monasterios, la enseñanza laica y obligatoria, la libertad de los indios, la abolición del concordato, la secularización eclesiástica, la expulsión del clero extranjero, la creación de un ejército fuerte y bien remunerado, y la construcción de ferrocarriles hacia el Pacífico.
Contrajo matrimonio con Ana Paredes y Arosemena, panameña. Tuvieron nueve hijos: Bolívar, Esmeralda, Colombia, Colón, Bolívar II, Ana María, América, Olmedo y Colón Eloy. Además, fue padre de Rafael, nacido fuera del matrimonio.
Eloy Alfaro, marcado por el espíritu de “libertad, igualdad y fraternidad” de la Revolución Francesa, nació y creció influenciado por estas ideas que resonaban en el siglo XIX. Dedicó su vida a combatir el abuso, la corrupción, el fanatismo y las injusticias perpetuadas por los gobiernos conservadores que controlaban Ecuador en su tiempo. Desde los 22 años, Alfaro se alzó en rebelión y lideró un movimiento contra estos regímenes, lo que le granjeó el apoyo, especialmente de los campesinos. Su justa lucha atrajo a diversos sectores sociales, incluidos grandes terratenientes, pequeños y medianos agricultores y comerciantes, así como a amplios segmentos rurales, incluidas personas con creencias católicas. Su campaña, fundamentalmente basada en las provincias de
Manabí y Esmeraldas, logró convocar a una amplia gama de seguidores, especialmente aquellos comprometidos con la honestidad y el cambio.
La resistencia de Alfaro no fue tolerada por aquellos que manipulaban los intereses del país, y fue vilmente asesinado, el 28 de enero de 1912, junto con su hermano Medardo y tres de sus más cercanos colaboradores. Los arrastraron desde la cárcel García Moreno hasta el parque “El Ejido” en Quito, donde una multitud enfurecida y sobornada quemó sus cuerpos. Este acto constituye uno de los episodios más oscuros en la historia de Ecuador (Biografía de Eloy Alfaro, 2012).
Como auténtico estadista, Alfaro tenía ambiciosas visiones y planes para el avance nacional. Su principal iniciativa fue el desarrollo de un sistema de ferrocarriles y carreteras, diseñado para superar los prejuicios regionales y fomentar el crecimiento interno del país. Su segundo gran proyecto fue impulsar el progreso industrial: estableció leyes que respaldaban y fomentaban la industria y agricultura locales. El tercer gran objetivo de Alfaro fue una reforma social que desmantelara el antiguo régimen clerical y terrateniente, en pro de una sociedad más libre, justa y democrática. Parte de este esfuerzo incluyó su lucha por liberar a las mujeres de las restricciones de la vida doméstica, la ignorancia y el excesivo fervor religioso.
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Nació el 13 de abril de 1832 en Ambato, Tungurahua. Hijo de Josefa Fiallos y José Santos Montalvo, comerciante. Se crio en la cercana quinta de Ficoa. Tuvo el rostro marcado a causa de las viruelas que padeció en 1836.
Inicia su educación primaria en la Escuela del Maestro Romero; termina sus estudios de Latinidad y pasa al Seminario de San Luis para estudiar Filosofía. 1851 se gradúa con honores de Maestro en Filosofía. Pasa a la Universidad Central de Quito para estudiar Jurisprudencia. En 1857, el presidente
NOMBRE DEL MONUMENTO: JUAN MONTALVO
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Urbina pide para Montalvo el nombramiento de Agregado de Legación en Francia. Viaja a París, luego a Italia; cuando en 1859 visita España, renuncia a su cargo y regresa al país.
Con el ascenso al poder de Veintimilla, a quien Montalvo dedicó su obra Las catilinarias y con quien tuvo importantes diferencias, regresó a su refugio en Ipiales. No mucho después, con el apoyo de su amigo Eloy Alfaro, viajó hacia Panamá y posteriormente a Europa, llegando el 25 de septiembre de 1881. Este viaje marcaría su partida final y definitiva. En París, su prolongada soledad se alivió gracias a la compañía y afecto de una campesina francesa, Augustine Catherine Conoux. Esta relación, que comenzó en 1882, se extendió por más de seis años (Segobia, 2023).
Montalvo siempre fue demasiado duro con sus palabras, de entre las frases que evidencia su crudeza y estilo están: “Pueblo, si los que te gobiernan dejan de ser gobernantes, y se convierten en verdugos, y te chupan la sangre, y te ofenden y mancillan; la revolución es un derecho de los tuyos, ejércelo”; “No soy enemigo de individuos ni de clases sociales; donde está la corrupción, allí está mi enemigo; donde está el reinado de las tinieblas, allá me tiro sin miedo.”
Juan Montalvo murió de tuberculosis en París, el 17 de enero de 1889, debido a una pleuritis. En ese mismo año, sus restos fueron trasladados a Ambato, donde fue embalsamado y sepultado.
Según la Casa de Montalvo ( (NN, 2024), las obras más importantes son:
El cosmopolita, es su primera obra. Constituye un enfoque político, periodístico y ensayístico compuesto por nueve formatos. Es una obra universal que abarca diversos ámbitos. El propósito moralizador de la obra, demuestran la primera magnitud de Montalvo.
Las catilinarias, son doce escritos contra la tiranía de Ignacio de Veintimilla y José María Urbina. Hablan de la libertad, la esclavitud, los malos gobiernos, los vicios, las virtudes, la educación, el patriotismo y la tiranía.
El regenerador, contiene una temática muy variada que va desde evocaciones familiares hasta descripciones de viajes y narraciones históricas. Contiene páginas de ataque póstumo al Dr. Gabriel García Moreno y analiza la Constitución Garciana.
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El libro de las pasiones, obra de teatro compuesta por “Jara” y “Granja” como tragedias y, “La leprosa”, “El descomulgado” y “El dictador” como dramas. Son pasiones escénicas en las que la venganza, el odio y los celos, superan al razonamiento, dejando entrever la naturaleza humana.
Geometría moral, hay quienes afirman que este “Catálogo del amor” revela la vida afectiva de don Juan Montalvo. María Guzmán, Pastora Hernández, Esmeralda Cervantes, Lida von Krelin, Emilia Pardo Bazán y Augustine Contoux, mujeres con las que se ha vinculado sentimentalmente al escritor, parecen aparecer bajo seudónimo en las narraciones de esta obra.
Mercurial eclesiástica, constituye la respuesta a la condena que el arzobispo José Ignacio Ordóñez hiciera a la obra “Siete Tratados”. Escrita en 1884, proclama un clero moral y virtuoso, alejado del fanatismo religioso y de la explotación a los desposeídos.
Siete tratados, constituye la obra más importante de don Juan Montalvo. En ella predominan la literatura, la moral y la filosofía, se cultivan las virtudes y se aclama a la libertad, a la democracia y a la justicia como
las máximas expresiones del hombre. Siete escritos componen la obra.
Montalvo no solo se limitó a criticar la corrupción política, sino que también abogó por una educación que fomentara el pensamiento crítico y la responsabilidad social, lo que se ha convertido en un legado perdurable en la literatura ecuatoriana (Giler-Medina, 2013). Su vida estuvo marcada por el exilio y la persecución política, lo que le permitió observar desde una distancia crítica los acontecimientos de su país. Montalvo se convirtió en un símbolo de resistencia intelectual, y su obra ha sido objeto de estudio y análisis en diversas disciplinas, incluyendo la filosofía y la crítica literaria (Souza, 2019)
La crítica literaria ha considerado a Juan Montalvo como el mejor prosista ecuatoriano del siglo XIX; escritor polémico, dueño de una extraordinaria capacidad para escarnecer, poseedor de una singular cultura clásica, hábil artesano de la lengua; en fin, Montalvo se erige no como un escritor cualquiera, sino complicado y raro, el autor más destacado e inaudito de su época.
PATRIMONIO ARQUITECTÓNICO Y ESCULTÓRICO DE LA UTN
Paccha Duchicela, princesa de los puruhás—pueblos que habitaban lo que hoy son las provincias ecuatorianas de Chimborazo, Bolívar, Tungurahua y parte de Cotopaxi—, nació aproximadamente en 1485. Hija de Cacha Duchicela, Shyri XV del Reino de Quito, su nacimiento tuvo lugar en el Palacio de Capac Cocha (hoy el sitio arqueológico de Pucará Quinchi) de la capital de Cacha. Su nombre se interpreta como “la escogida” o “hermosa como la luna y majestuosa como el sol”.
NOMBRE DEL MONUMENTO: PRICESA PACHA
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Uno de los aspectos que respalda la quiteñidad de Atahualpa es la incursión de Huayna Cápac en Atuntaqui para combatir a rebeldes vencidos. Acompañado por los generales
Auqui Toma y Huanca Auqui, Huayna Cápac cercó el pucará y al amanecer intentaron un asalto, que resultó en un rechazo inicial y la dispersión de uno de los flancos. Aunque Auqui Toma no logró reorganizar sus fuerzas, Huanca Auqui mantuvo una resistencia feroz. En medio del combate, Huayna Cápac, quien estaba ganando terreno, fue sorprendido por un ataque liderado por Píntag y estuvo cerca de morir si no fuera por la intervención de cuatro capitanes que sacrificaron sus vidas para salvarlo. Esto obligó al Inca a retirarse hasta Tomepampa, desde donde lanzó un nuevo asalto con refuerzos.
Tras diez días de intensos combates, Auqui Toma y sus tropas, posicionados en secreto en laderas cercanas, atacaron sorpresivamente flanqueando al enemigo. Durante estos enfrentamientos, un noble cusqueño mató a Cacha con una jabalina, marcando el fin de la rebelión. Posteriormente, Huayna Cápac se casó con Paccha, aunque aún quedaban focos rebeldes por someter. Esta guerra culminó finalmente en Yahuarcocha.
PATRIMONIO ARQUITECTÓNICO Y ESCULTÓRICO DE LA UTN
Con la muerte de su padre, Paccha se convirtió en la heredera legítima y ascendió al trono como Shyri XVI. Durante su reinado, enfrentó varios años de conflicto con el Tahuantinsuyo hasta que Nazacota Puento fue derrotado por el inca Huayna Cápac. Este último se casó con ella como parte de una estrategia política para unificar los pueblos del Reino de Quito con el Tahuantinsuyo, haciéndola una Ñusta reconocida por las nacionalidades de Quito (GENY, 2022).
El cronista de la conquista, Oviedo y Valdéz, menciona que Huayna Cápac tuvo motivos suficientes para casarse y vivir con ella durante unos treinta años en las casas de placer en Quito, donde tuvieron varios hijos. Paccha falleció en 1525 en la ciudad de Quito, probablemente en uno de los palacios de esta segunda capital inca.
Los historiadores peruanos y ecuatorianos no se han puesto de acuerdo sobre su condición de Paccha como madre de Atahualpa. Inclusive un ejemplo de la corriente que se sostiene que Paccha fue la madre de Atahualpa es el peruano Zúñiga (1945), quien dice Atahaulapa nace en Quit en 1497, cuyos padres fueron Huayna Capac y la reina Paccha; además expone que la historia nuestra debe-
ría aceptar -sin lugar a polémica alguna- definitivamente la quiteñidad de Atahualpa, no por razón sentimental de los ecuatorianos, sino en mérito al gran número de documentos comprobatorios que han exhibido tanto los diligentes cronistas de Castilla como los modernos historiógrafos.
Su vida y legado son un reflejo de la compleja interacción entre las culturas indígenas y la llegada de los conquistadores españoles, un tema que ha sido objeto de estudio en diversas disciplinas, incluyendo la historia, la antropología y la literatura. Paccha es reconocida por su papel en la historia incaica, donde su influencia se extiende más allá de su posición como consorte del Inca. Su linaje y su maternidad son fundamentales para entender la sucesión del poder en el Imperio Inca, especialmente en el contexto de la guerra civil que se desató entre sus hijos, Atahualpa y Huáscar, tras la muerte de Huayna Cápac. Este conflicto no solo marcó el destino de la dinastía inca, sino que también facilitó la conquista española, un fenómeno que ha sido analizado desde múltiples perspectivas históricas y culturales (Cendán, 2022).
La figura de Paccha también ha sido interpretada a través de la lente de la antropología de género, donde se examinan los roles
de las mujeres en las sociedades indígenas y su representación en la historia. Este enfoque permite visibilizar cómo las mujeres, a pesar de su relegación en muchas narrativas históricas, jugaron un papel crucial en la política y la cultura de sus tiempos. Además, la representación de Paccha en la cultura popular y la literatura ecuatoriana ha evolucionado, reflejando tanto la resistencia cultural como la búsqueda de identidad en un contexto poscolonial.
Las narrativas que giran en torno a su figura no solo celebran su legado, sino que también cuestionan las estructuras de poder que han intentado silenciar las voces de las mujeres indígenas a lo largo de la historia.
PATRIMONIO ARQUITECTÓNICO Y ESCULTÓRICO DE LA UTN
El nombre de Atahualpa, el último emperador inca, aparece registrado de varias formas en documentos del siglo XVI, tales como Atabalipa, Atapallipa, Atabalpa, Atagualpa, Ataguallpa, Atahualpa, Atahuallpa, Atabalica, y Tavalipa, según Cerrón-Palomino (2017). La fecha exacta de su nacimiento es incierta y objeto de debate entre historiadores. Se calcula que pudo haber nacido alrededor de 1502, basándose en la secuencia de eventos históricos y relatos de cronistas que estudiaron su vida y gobierno. Aunque no hay consenso, la mayoría de los estudios modernos sugieren que nació
NOMBRE DEL MONUMENTO: ATAHUALPA
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en Caranqui (Imbabura), apoyados en diversas fuentes históricas, aunque hay discrepancias, pues algunos sostienen que fue en Quito y otros en Cusco (Perú), según Haro (2023) y otros investigadores.
La vida de Atahualpa se caracteriza por su riqueza de detalles y la variabilidad de las fuentes coloniales, que a menudo presentan narrativas contradictorias acerca de su papel durante la resistencia contra los conquistadores españoles. En cuanto a sus progenitores, Juan de Velasco indica que su padre fue Huayna Cápac, el undécimo Sapa Inca, quien expandió significativamente el imperio hacia el norte, abarcando partes de lo que hoy es Ecuador. Su madre, según Velasco, fue Paccha Duchicela, perteneciente a una influyente familia del reino de Quito. Esto le confería a Atahualpa una posición de gran relevancia en los Andes, tanto por su ascendencia cultural como política. No obstante, hay otras versiones, como la de Pedro Cieza de León, que argumentan que Atahualpa nació en el Cusco y que su madre fue Tuto Palla o Túpac Palla.
La relevancia del contexto histórico en el que Atahualpa creció es indiscutible, formándose en un periodo de ampliación y consolida-
PATRIMONIO
ción del Imperio Inca bajo el mandato de su padre, Huayna Cápac. Este ambiente moldeó su liderazgo y eventual acceso al trono, marcado por conflictos como la guerra civil con su medio hermano Huáscar, la cual culminó con su victoria en 1532 cerca del Cuzco.
Atahualpa simboliza el último emperador del Imperio Inca, cuyo reinado marcó el final de una era antes de la conquista española. Su captura y eventual ejecución por parte de los conquistadores en 1533 son eventos cruciales que representan la resistencia y la tragedia de los pueblos indígenas ante la invasión y el dominio extranjero. Atahualpa es visto como un símbolo de resistencia indígena y de la soberanía perdida del Imperio Inca, que en su momento fue el más grande de América del Sur.
En Ecuador, la figura de Atahualpa también es relevante, particularmente porque parte del Imperio Inca se extendió sobre lo que hoy es el territorio ecuatoriano. Su linaje está conectado con los nobles de la región de los Andes del norte del país. Su figura se asocia con el legado cultural y político precolombino, y representa un vínculo directo con la historia incaica, que es parte integral de la identidad nacional y cultural ecuatoriana.
ARQUITECTÓNICO
La ejecución de Atahualpa fue el resultado de una serie de eventos que comenzaron con su captura en Cajamarca el 16 de noviembre de 1532. A pesar de ofrecer un rescate significativo en oro y plata, los españoles decidieron llevar a cabo su ejecución, lo que no solo significó el fin de su reinado, sino también un cambio drástico en la estructura política y social del Tahuantinsuyu (Camere, 2019). Tras recibir el rescate los españoles acusaron a Atahualpa de traición, de conspiración contra la corona española, y del asesinato de Huáscar. Le sometieron a juicio, le sentenciaron a muerte, y fue condenado a la hoguera, pero, tras su bautismo, donde recibió el nombre de Francisco, su sentencia fue cambiada a la de muerte por estrangulamiento. Pese a que Atahualpa no llegó a ser reconocido por la nobleza del Cuzco, popularmente se le considera como el último gobernante del Tahuantinsuyo.
La ejecución de Atahualpa, el 26 de julio de 1533, se produjo en un contexto de conflicto y tensión entre los conquistadores españoles, liderados por Francisco Pizarro, y el imperio incaico, que estaba en medio de una guerra civil entre Atahualpa y su medio hermano Huáscar.
La muerte de Atahualpa, ejecutada por los españoles, simboliza no solo el fin de su reinado, sino también el colapso del imperio incaico. Su legado ha perdurado a través de los siglos, siendo recordado tanto como un líder valiente como una víctima de la ambición colonial.
Tanto en Perú como en Ecuador, Atahualpa se ha convertido en un símbolo de la identidad indígena y una figura emblemática en la narrativa de la resistencia contra la colonización y la lucha por la preservación de las culturas originarias frente a las fuerzas de cambio y dominación extranjera. Su historia es recordada y enseñada como parte de la herencia histórica que todavía influye en la cultura y la política en la región andina.
PATRIMONIO ARQUITECTÓNICO Y ESCULTÓRICO DE LA UTN
Rumiñahui nació en Quito alrededor de 1490, en el seno de una distinguida familia de la aristocracia inca, que emergió tras el establecimiento de la corte del Inca Huayna Cápac en esa ciudad. Recibió una formación militar desde joven y se destacó como uno de los más talentosos generales que apoyaron a Atahualpa en su conflicto contra su medio hermano Huascar. Era hijo del Inca Huayna Cápac, quien tuvo como concubina a Nary Ati, una princesa de Píllaro (Velazco, 1981).
NOMBRE DEL MONUMENTO: RUMIÑAHUI
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Se encuentra ubicado en la Plaza Cívica UTN junto a 15 esculturas más.
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Designado gobernador de Quito, Rumiñahui quedó a cargo del norte del Tahuantinsuyu mientras Atahualpa, junto a los generales Quizquiz y Calcuchimác, avanzaba hacia el sur en dirección a Cuzco. En noviembre de 1532 se encontraba con Atahualpa en Cajamarca, en el momento en que el Inca se dirigía al encuentro con Pizarro. Rumiñahui fue encargado de liderar seis mil hombres para bloquear cualquier posible escape de los españoles por el sur de la ciudad. Sin embargo, al enterarse del arresto de Atahualpa, regresó a su territorio en Quito e intentó reorganizar el ejército inca (Vega, 1992).
Algunos historiadores sugieren que Rumiñahui tenía la ambición de dominar la región que hoy conocemos como Ecuador y coronarse como Inca de las tierras aún no conquistadas por los españoles. Cuando finalmente envió batallones a Cajamarca, estos solo pudieron confirmar la muerte de Atahualpa y recuperar su cuerpo. Mientras tanto, los españoles celebraban ya la captura de Cuzco. Más tarde, durante los funerales en Quito, Rumiñahui violó el sepulcro de Atahualpa y ordenó el asesinato de Quilliscacha, regente y tutor de los hijos del difunto Inca.
PATRIMONIO ARQUITECTÓNICO Y ESCULTÓRICO DE LA UTN
Existen numerosas incertidumbres acerca de la integridad y lealtad de Rumiñahui hacia Atahualpa. Comandaba el ejército más formidable entre los generales indígenas, y si hubiera atacado al pequeño grupo de españoles refugiados en Cajamarca, podría haber liberado a Atahualpa y expulsado a los invasores. En Quito, sin embargo, actuó como un auténtico soberano, proclamándose Scyri, líder supremo de la Confederación Quiteña, bajo el nombre de Ati II Pillahuaso.
Rumiñahui no luchaba solo. Junto a él combatían los ejércitos de Zope-Zopahua, Zopozopangui, Razo-razo, y Pintag II, hijo de Pintag, además de contar con refuerzos provenientes del ejército de Quizquiz, que se encontraba en Cuzco. La organización separada de estos tres ejércitos indígenas proporcionó una ventaja estratégica a los españoles, quienes pudieron enfrentarlos uno a uno. Un elemento crucial que marcó la derrota de las fuerzas de Quito fue la alianza de los Cañaris, antiguos enemigos de los pueblos de Quito, con los españoles. Esta alianza no solo facilitó la labor militar de los invasores, sino que también aseguró su abastecimiento (“Rumiñahi”, s.f.).
En su territorio norteño, Rumiñahui ofreció una resistencia férrea contra los españoles. Rechazó reconocer la autoridad de Manco Inca Yupanqui, impuesto por Pizarro y miembro de la nobleza cuzqueña, sus rivales en la reciente guerra civil. Durante dieciocho meses soportó el asedio de las tropas españolas. Inicialmente, Belalcázar lo forzó a ceder territorios tras una dura batalla en Tiocajas a mediados de 1534. Eventualmente, sus fuerzas cayeron ante doscientos españoles liderados por Sebastián de Benalcázar, quien contó con el apoyo de casi once mil indígenas cañaris, quienes rechazaban el dominio quiteño y, especialmente, el de Rumiñahui.
Posteriormente, enfrentó a las recién llegadas tropas de Diego de Almagro y Pedro de Alvarado. La presión militar lo empujó a retirarse a un terreno más seguro en las montañas, no sin antes quemar y devastar Quito. Refugiado en los montes, esperó en vano la llegada de las dispersas fuerzas de Quizquiz. Con su ejército diezmado y cercado, se negó a rendirse y mantuvo la resistencia hasta la primavera de 1535.
Tras fundar la ciudad española de Quito, en diciembre de 1534, Benalcázar lanzó el ataque final contra Rumiñahui en el pucará
de Sigchos, en Cotopaxi. Herido y solo, Rumiñahui fue capturado. Luego fue llevado a Quito donde sufrió brutales torturas para que revelara la ubicación de los tesoros de la destruida ciudad.
Dio numerosas pistas falsas para ganar tiempo y salvar la vida, hasta que Belalcázar ordenó su quema pública en una pira en la plaza principal. En cuanto a su cruel ajusticiamiento, los datos concuerdan totalmente con lo asentado en el Acta de Cabildos de Quito del 25 de junio de 1535, esto significa que Rumiñahui murió, junto a sus generales, en ese año y que su verdugo intelectual fue Sebastián de Benalcázar.
Rumiñahui era conocido como el Rostro de Piedra entre los incas de Quito y como el Ojo de Piedra para los de Cuzco, además de ser llamado el Gran Señor y Caudillo por sus tropas. Este general de los ejércitos incas se distinguió en varias campañas militares, muchas de las cuales compartió con Atahualpa. Tras el fallecimiento de Huayna Cápac, era lógico que Rumiñahui se alineara con Atahualpa, dado los lazos y experiencias compartidos y su mutua antipatía hacia los cuzqueños.
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San Miguel de Quera es una acogedora comunidad en Cacha, en este lugar, en el año 1848, nació un líder indígena de la etnia Puruhá llamado Kera Ayllu, más conocido como Fernando Daquilema.
Los habitantes de Cacha, agobiados por impuestos exorbitantes y constantes abusos, reaccionaron asesinando a un diezmero en un acto de desesperación. Este incidente desencadenó un enorme descontento que estalló en la actual ciudad de Riobamba; la tarde del 18 de diciembre de 1871, cuando tres comisarios, que reclutaban a indígenas para trabajos forzados
NOMBRE DEL MONUMENTO: FERNANDO DAQUILEMA
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Se encuentra ubicado en la Plaza Cívica UTN junto a 15 esculturas más.
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en construcciones de vías, fueron asesinados. En los sucesos siguientes, diez personas más perdieron la vida, incluidos los diezmeros Rudecindo Rivera y David Castillo, marcando el inicio de una guerra civil (Yolaiza, 2022).
Ante esta situación, el gobernador de Chimborazo, Rafael Larrea Checa, buscó apoyo en Ambato y Quito. La respuesta fue una implacable represión que desató una ola de violencia. El 19 de diciembre, el gobernador envió 50 hombres hacia Riobamba, quienes se retiraron intimidados por la magnitud de la rebelión. El 21 de diciembre, con los pueblos de Licto y Cicalpa sumándose a la causa rebelde, el gobernador se vio obligado a decretar estado de sitio en Chimborazo, que se mantuvo hasta el 13 de marzo de 1872.
Fernando Daquilema Ruiz lideró el levantamiento en Cacha, desafiando la autoridad del presidente García Moreno, a quien veían como un líder supremacista y explotador. Junto al lago Kápak-kucha, en el patio de la Capilla El Rosario, los habitantes locales convocaron una asamblea para elegir un líder para la insurrección. Fernando Daquilema, a los 23 años, fue elegido unánimemente debido a su valentía, determinación y fortaleza. Con el sonar de las campanas y los churus, la multitud proclamó alegremente: “Ñucanchi Jatun
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Apu”, que significa “Nuestro Gran Señor” en español (Yolaiza, 2022).
Se dedicó de inmediato a organizar un ejército, reuniendo a más de 500 jinetes y miles de hombres y mujeres en la infantería, preparados para desafiar a los gobernantes y enfrentarse a las fuerzas militares. Su primer objetivo fue Cajabamba, donde 10 mil indígenas armados con piedras, maderos, huaracas (hondas) y tupus (prendedores) lanzaron un valiente asalto. Sin embargo, enfrentados a una lucha desigual, muchos de ellos acabaron encarcelados o fueron brutalmente asesinados.
Bajo el liderazgo de Manuela León, los rebeldes se dirigieron a Punín, donde cientos de hombres y mujeres valientemente confrontaron a las tropas desplegadas por el gobernador. Durante los intensos enfrentamientos se incendiaron 14 casas. En el fragor de la batalla, Manuela León se enfrentó directamente y eliminó personalmente al teniente Miguel Vallejo, el comandante de las milicias oficiales.
El enfrentamiento entre Manuela León y el capitán Vallejo es especialmente recordado por su brutalidad. Tras una intensa lucha, León derrotó al líder de las milicias oficiales y, en un acto de venganza personal, le extrajo los ojos con su tupu, un prendedor ornamental típico de
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la indumentaria indígena. Guardó los ojos en la faja de su anaco, un vestido ancestral, como un sombrío trofeo de su venganza por el ultraje que había sufrido a manos de Vallejo. Este acto marcó el rápido triunfo de los rebeldes sobre la ciudad, la liberación de los prisioneros y su eventual huida ante la llegada de refuerzos militares. La respuesta del gobernador fue enviar más de 150 soldados en una feroz persecución. Algunos líderes rebeldes, enfrentando la captura, buscaron clemencia a través de la rendición. Esta decisión, divulgada el 25 de diciembre, desmoralizó a Daquilema y sus seguidores. Traicionado, Daquilema optó por entregarse al ejército, siendo detenido y encarcelado en Riobamba, junto a otros dirigentes.
El juicio a Fernando Daquilema Ruiz comenzó el 23 de marzo en Yaruquíes, acusándolo de amotinamiento, homicidio, robo e incendio. Tras 17 días de juicio, fue sentenciado a muerte. La mañana del 8 de abril, la solemnidad marcó su ejecución. Vestido de blanco y acompañado por dos sacerdotes, Daquilema fue llevado a la Plaza de Yaruquíes, donde fue fusilado a las 11 de la mañana. En el lugar de su muerte se colocó un letrero que proclamaba su ejecución por haber sido coronado como rey y líder de la sedición de 1871.
Su ejecución en 1872 bajo el régimen de García Moreno marcó un punto de inflexión en la historia indígena del país, evidenciando la brutalidad del estado hacia aquellos que se oponían a su autoridad; evento ha sido interpretado como un reflejo de las tensiones entre el poder estatal y las comunidades indígenas, donde la militarización y la represión jugaron un papel crucial en la dinámica de control social (Chiriboga, 2013).
El legado de Fernando Daquilema se extiende más allá de su vida y muerte, ya que su figura ha sido utilizada en la educación y la cultura popular para ilustrar la resistencia indígena y la búsqueda de justicia social. En la actualidad, su nombre es asociado con instituciones educativas, sociales e inclusive cooperativas comunitarias (Estupiñán, 2023).
Fernando Daquilema representa no solo la resistencia indígena en el siglo XIX, sino también un símbolo de la lucha continua por los derechos y la dignidad de los pueblos indígenas en Ecuador. Su historia es un recordatorio de las complejas relaciones entre el estado y las comunidades indígenas.
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NOMBRE DEL MONUMENTO:
Eugenio Espejo nació en Quito, hijo de Luis Espejo, un mestizo acriollado originario de Cajamarca, Perú, y Catalina Aldaz, una criolla de una familia que había conocido tiempos mejores. Su padre trabajaba como cirujano en el Hospital de San Juan de Dios en Quito, y fue en este ambiente donde Espejo desarrolló su pasión por la ciencia y comenzó a analizar los problemas sociales del Reino de Quito.
Desde pequeño, Eugenio se educó inicialmente con los frailes dominicos, para luego continuar sus estudios en el Colegio de San
EUGENIO ESPEJO
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Luis de la Compañía de Jesús. Este colegio, aunque limitado por ser parte de una colonia secundaria y económicamente pobre, se esforzaba por mantener un nivel educativo que aspiraba a los estándares de las ciencias europeas. Este esfuerzo reflejaba el sorprendente interés por la cultura de sus habitantes. En San Luis, Eugenio obtuvo su título de licenciado en Filosofía en 1762 (Espejo, s.f.).
Posteriormente, ingresó a la Universidad de Santo Tomás, donde se doctoró en Medicina en 1767. Allí también completó estudios avanzados en teología y derecho, recibiendo la licenciatura en esta última disciplina en 1770. Su formación académica y su contexto familiar fueron fundamentales en la configuración de su perspectiva crítica y su compromiso con el avance intelectual y social de su región.
Uno de los aspectos más destacados de la vida de Espejo es su contribución a la medicina. En un período donde la medicina se encontraba aún en sus etapas más rudimentarias, Espejo introdujo prácticas y conocimientos que desafiaban las concepciones tradicionales. Su enfrentamiento a la epidemia de viruela en la Real Audiencia de Quito es un ejemplo claro de su compromiso con la salud pública. A través de su obra promovió
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la vacunación y la investigación científica, lo que lo convirtió en un referente en la lucha contra enfermedades en su tiempo (Paladines, 2019).
Eugenio Espejo fue arrestado en 1787, acusado de ser el autor de “El retrato de Golilla”, un manuscrito considerado “sangriento” y “sedicioso”. A pesar de esta grave acusación, fue liberado poco tiempo después debido a la falta de pruebas contundentes. Tras su liberación, Espejo emprendió un viaje a Bogotá, instigado por sus adversarios que esperaban desacreditarlo. Sin embargo, este viaje resultó ser beneficioso para él, ya que no solo amplió su círculo de influencia, sino que también favoreció el desarrollo de nuevos proyectos (Fernández T. y Tamaro E., 2004).
En Bogotá, Espejo entabló amistad con Antonio Nariño y Francisco Antonio Zea, dos jóvenes intelectuales colombianos, y estableció contacto con Juan Pío Montúfar. Bajo la protección de Montúfar, Espejo concibió la idea de formar una Sociedad Patriótica en Quito. Este grupo tendría como objetivo promover el progreso y mejoramiento de la ciudad, demostrando cómo los contratiempos iniciales de su encarcelamiento se transformaron en una oportunidad para fortalecer sus redes y apoyar su causa.
Espejo fue un destacado intelectual que utilizó la escritura como herramienta de cambio social. Fundó el periódico “Primicias de la Cultura de Quito”, donde abordó temas de interés público y promovió el pensamiento crítico entre sus contemporáneos. Este periódico no solo fue un medio de difusión de ideas ilustradas, sino que también sirvió como plataforma para discutir cuestiones sociales y políticas que afectaban a la población (Paladines, 2019).
A través de sus escritos, Espejo defendió la importancia de la educación y el conocimiento como pilares fundamentales para el desarrollo de la sociedad ecuatoriana. La influencia de Espejo se extiende más allá de su tiempo, ya que su legado ha perdurado en la historia de Ecuador. Su nombre ha sido utilizado para designar instituciones educativas y hospitales, como el Hospital Eugenio Espejo en Quito, que simboliza su contribución a la medicina y la salud pública en el país. Este hospital, que lleva su nombre, continúa siendo un centro importante para la atención médica en Ecuador, reflejando el impacto duradero de su trabajo en la salud pública y la educación.
Definitivamente, Francisco Javier Eugenio de Santacruz y Espejo representa un hito
en la historia de Ecuador, no solo por sus aportes a la medicina y la salud pública, sino también por su papel como defensor de la educación y el pensamiento crítico. Su vida y obra son un testimonio de la importancia de la ciencia y la cultura en la construcción de una sociedad más justa y equitativa. Su legado sigue vivo en la actualidad, inspirando a nuevas generaciones a valorar el conocimiento y la salud como derechos fundamentales.
La actividad intelectual de Eugenio Espejo se desarrolló en una versatilidad de facetas: aunque sobre todo se lo conoce como literato y médico, fue periodista, educador, reformador social y económico y pensador político. Hay quien afirma que el conjunto de su obra y su pensamiento está dirigido por una frustración existencial: ser conocido como “bello espíritu”. Repudiado por su origen social, Espejo buscó el reconocimiento a través del ejercicio de las letras; pero éstas, comprendidas al igual que la medicina como una forma de servicio y de compromiso social, lo llevaron al combate por la reforma de la sociedad. Ser “bello espíritu” significó entonces un juego constante entre esconderse y mostrarse, entre usar el anonimato panfletario y firmar sus escritos (Fernández T. y Tamaro, E., 2004).
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El 23 de septiembre de 1937, en Licto, provincia de Chimborazo, nació Milton Reyes, siendo el quinto hijo de Matilde Nicolasa Reyes Vallejo y un padre no registrado oficialmente. Contrario a lo que algunos textos y publicaciones sugieren, Milton no vino al mundo en Riobamba, sino en Licto. Entre sus hermanos se encuentran Gustavo Alfonso, Inés Velasco, Cumandá Velasco, Carlos Vicente, y Holger Raúl Reyes. Milton cursó sus estudios primarios en la Escuela Simón Bolívar en Riobamba, destacándose académicamente según consta en los registros escolares, posteriormente, prosiguió sus estudios secundarios en el Colegio Pedro Vicente Maldonado.
NOMBRE DEL MONUMENTO: MILTON REYES
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En 1957, Milton Reyes se unió a la Juventud Comunista del Ecuador y comenzó a desempeñar un papel activo en la organización de actividades. Durante ese año, el gobierno de Camilo Ponce, que representaba a la burguesía y a los terratenientes al servicio de intereses norteamericanos, impuso una tarifa de 0.50 centavos por examen a los estudiantes. Esta medida provocó la paralización del Colegio Maldonado y otros establecimientos educativos en la provincia de Chimborazo. Milton se convirtió en uno de los líderes de estas movilizaciones.
La protesta estudiantil, iniciada por el Colegio Maldonado, rápidamente ganó apoyo de otros sectores laborales de la provincia y se extendió a otros colegios a nivel nacional. Debido a su destacada participación como líder de estas protestas, Milton fue expulsado temporalmente del colegio. Este acto no solo evidenció su compromiso con la lucha estudiantil, sino que también marcó el comienzo de su perfil como líder en movimientos de mayor envergadura (Kaosenlared, 2014). Se tituló de bachiller en 1959.
La firmeza, claridad y el profundo estudio del Marxismo-Leninismo y el Pensamiento Mao Tse Tung (ahora conocido como marxismo-leninismo-maoísmo) llevaron a Milton Reyes a
PATRIMONIO ARQUITECTÓNICO Y ESCULTÓRICO
oponerse a las tesis revisionistas defendidas por aquellos en el viejo Partido Comunista (Kaosenlared, 2014).
Milton Reyes ingresó a la Universidad Central del Ecuador (UCE), comenzando en la Facultad de Jurisprudencia. Allí, Reyes tomó un papel activo en la organización de grupos de estudio enfocados tanto en temas académicos como sociales, lo cual fortaleció su vínculo con sectores sociales y populares. Este enfoque le permitió promover iniciativas tanto dentro como fuera del ambiente universitario, siempre con un enfoque en la lucha por la igualdad social (Paucar, 2023). En 1969, Milton Reyes fue elegido presidente de la Federación de Estudiantes Universitarios del Ecuador (FEUE) de la Universidad Central del Ecuador. Durante su gestión, la FEUE jugó un papel crucial en varias acciones de protesta social, como huelgas obreras y tomas de tierras.
En 1970, durante el quinto mandato de José María Velasco Ibarra, el ambiente político y social en Ecuador era tenso y volátil, especialmente en el ámbito universitario. Velasco Ibarra, conocido por su estilo autoritario, había implementado una serie de medidas represivas que afectaban directamente a la Universidad Central del Ecuador. Estas medidas incluían
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amenazas de clausura de la universidad y políticas económicas que afectaban a la población general.
Este contexto represivo provocó una reacción fuerte por parte del movimiento estudiantil, liderado en gran parte por la Federación de Estudiantes Universitarios del Ecuador. En abril de 1970, la intensidad de las movilizaciones estudiantiles aumentó significativamente. Además, un incidente que escalo aun mas las tensiones, fue el que la oficina del periódico universitario “Orientación”, conocido por su postura crítica hacia el velasquismo, fue dinamitado (Velásquez, 2015).
El 9 de abril de 1970, la FEUE organizó una movilización hacia el centro de Quito. La marcha enfrentó una fuerte reacción de la policía. Ante la represión, los estudiantes decidieron seguir hacia el centro de la ciudad. Su objetivo principal era llegar al Palacio del Gobierno, pero no lo lograron debido a que la policía bloqueó todos los accesos al centro y persiguió a los manifestantes.
El 10 de abril, en la Universidad Central, los rumores sobre la detención del presidente de la FEUE, Milton Reyes, tras la movilización del día anterior, resultaron ser ciertos. El 12 de abril de 1970, el cuerpo de Milton Reyes fue
encontrado en la quebrada La Chilena, en el barrio de San Juan. Según informes de la época, quienes lo secuestraron lo torturaron y luego arrojaron su cuerpo a la quebrada, intentando hacer parecer su muerte como un accidente (Velásquez, 2015).
El 12 de abril de 1970, tras el trágico fallecimiento de Milton Reyes, su cuerpo fue llevado a la morgue de la Policía Nacional. Las autoridades inicialmente se negaron a entregar su cuerpo, pero un grupo de estudiantes y amigos cercanos a Milton lograron ingresar a la morgue y rescatarlo. El cuerpo de Milton fue entonces llevado al Teatro Universitario, donde se le rindió homenaje durante un velorio. Posteriormente, en una tarde lluviosa de abril, fue enterrado en el patio de la Facultad de Jurisprudencia, acompañado por una marcha multitudinaria que mostró el profundo impacto de su vida y muerte en la comunidad universitaria y más allá.
La vida y la muerte prematura de Milton Reyes se convirtieron en emblemáticas de la lucha más amplia por la justicia social y la reforma en Ecuador, dejando un legado de activismo que resuena en la memoria colectiva de la nación. Su historia es un recordatorio conmovedor de los costos del compromiso político en tiempos de represión y el espíritu de resistencia perdurable entre estudiantes y activistas.
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Rosita Paredes Jumbo nació el 2 de mayo de 1952 en Guayaquil, hija de Fausto Paredes Meza, quien trabajaba como conserje en el conservatorio, y de María Jumbo. Fue bautizada en la catedral de Guayaquil, y entre sus padrinos se contaban destacados músicos como José Barniol y Jorge Raiky, junto con sus esposas. La infancia de Rosa estuvo marcada por dificultades económicas, que eventualmente llevaron a su madre a abandonar el hogar. Rosita permaneció con su padre, quien en un momento crucial impidió que una pareja de jóvenes esposos suizos, los Raiky, la adoptaran. Este contexto familiar y las circunstancias
NOMBRE DEL MONUMENTO: ROSITA PAREDES
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de su crianza jugaron un papel importante en la formación de su carácter y sus convicciones.
Rosita Paredes recibió su educación primaria desde primero hasta cuarto grado en el Colegio Santa Marianita de Jesús. Posteriormente, continuó sus estudios en la Escuela Gabriela Mistral, marcando así las etapas iniciales de su formación académica. Estos centros educativos jugaron un rol crucial en su desarrollo y formación, proporcionándole una base sólida para su futuro activismo y liderazgo.
Emergió como una figura destacada en el movimiento popular y dedicó su vida a luchar contra la dictadura de Guillermo Rodríguez Lara en Ecuador. Criada en un entorno de escasos recursos, enfrentó numerosas dificultades materiales durante su formación académica, gracias a su tenacidad y dedicación sobresalió como una excelente estudiante. Se destacó especialmente en áreas como sociología, didáctica y legislación escolar, y era conocida por su carácter dulce, sencillo y tranquilo, pero también por su firmeza y valentía al exigir justicia.
Desde muy joven, Rosita se involucró activamente en el movimiento estudiantil de izquierda y se unió a la Federación de Estudiantes Secundarios del Ecuador (FESE), donde demostró sus habilidades de liderazgo y su com-
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promiso con las causas sociales. Junto con sus compañeras de sexto año, participó en proyectos de alfabetización en barrios populares. Su activismo y defensa de sus compañeros en una manifestación llevaron a su arresto, evento que fortaleció su conciencia social y su espíritu de lucha. Estas experiencias la llevaron a convertirse en una militante revolucionaria firme del Partido Comunista Marxista-Leninista de Ecuador (PCMLE), destacándose por su capacidad de organización y liderazgo en el ámbito popular (Vinueza, 2024).
En 1971, Rosita Paredes impulsada por su pasión por la justicia, se integró al Partido Comunista Marxista Leninista del Ecuador (PCMLE). Desde esta plataforma, comenzó a liderar diversas movilizaciones en defensa de los derechos de estudiantes y trabajadores. Uno de sus primeros actos significativos de resistencia tuvo lugar en el Colegio Leónidas García, donde lideró una huelga que culminó con la destitución de la rectora. Este evento fue una muestra temprana de su determinación y su capacidad para influir en cambios significativos en su entorno (Rosita Paredes: Ejemplo de maestra luchadora, s.f.).
En febrero de 1973, Rosita Paredes obtuvo su título de Bachiller en Ciencias de la Educación en el Normal Rita Lecumberry, y simultánea-
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mente había completado sus estudios de música en el Conservatorio Antonio Neumane, graduándose como profesora de música el 17 de junio de 1970. El 15 de julio de 1973, Rosa recibió un nombramiento oficial como Profesora Especial de Música y Canto, comenzando a trabajar en cuatro escuelas, aunque su carrera docente duraría solamente 42 días.
El 10 de agosto de 1973, Rosita participó en una marcha organizada por la Unión Nacional de Educadores (UNE) de Guayas. La protesta buscaba la destitución del General Durán Arcentales del Ministerio de Educación y la reinstauración de maestros que habían sido despedidos injustamente. Durante esta manifestación, la respuesta del gobierno fue violenta; la policía disparó gases lacrimógenos contra los manifestantes, y trágicamente, Rosita fue golpeada en la frente por una de estas bombas lacrimógenas. A pesar de los esfuerzos de sus compañeros para salvarla, Rosita falleció, el 11 de agosto, a las 2 de la tarde en la Clínica Guayaquil, donde no pudo recibir atención médica adecuada debido a la falta de recursos económicos (Rosita Paredes: Ejemplo de maestra luchadora, s.f.).
El día después de la trágica muerte de Rosita Paredes, la ciudad de Guayaquil se sumió en una profunda conmoción y rabia. Más de 30000 personas se unieron al cortejo fúnebre, expresando su rechazo y condena al brutal
asesinato de Rosita. La indignación desencadenó movilizaciones masivas que duraron más de treinta días, donde no solo participaron maestros, sino también obreros, estudiantes, residentes de barrios populares y amas de casa. Estos eventos transformaron a Rosita en un símbolo de la lucha y el coraje de la mujer ecuatoriana y de la comunidad educativa en su conjunto (Vinueza, 2024).
Rosita Paredes se convirtió en una figura emblemática de resistencia, simbolizando el espíritu combativo de quienes luchan por el cambio social y la justicia. Su legado inspiró a una amplia gama de sectores sociales a continuar la lucha por una sociedad más justa, recordando que mientras persistan los gobiernos opresores, surgirán nuevas generaciones dispuestas a seguir el ejemplo de lucha de figuras como Rosita. Su historia resalta la importancia de la educación no solo en las aulas, sino también en las calles, enseñando a las futuras generaciones sobre la resistencia y la defensa de los derechos civiles.
En la actualidad, muchas personas consideran que pude ser que el personaje de Rosita Paredes haya sido sobreidealizado, ya que se ha creado una imagen más “perfecta” o “heroica” que puede afectar la comprensión profunda y crítica de su vida y legado; pero es necesario entender el momento y contexto histórico de su vida.
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Ernesto “Che” Guevara, cuyo nacimiento tuvo lugar en Rosario, Argentina, el 14 de junio de 1928, se convirtió en una figura emblemática tanto en la historia latinoamericana como mundial. Criado en una familia con raíces irlandesas y vascas; desde joven, Guevara demostró una inteligencia excepcional y una profunda sensibilidad hacia las desigualdades y las injusticias sociales.
Su pasión por aliviar el sufrimiento humano lo llevó a estudiar medicina, graduándose de la Universidad de Buenos Aires en 1953. Sin embargo, fue un viaje revelador por América Latina durante sus años universitarios, parti-
NOMBRE DEL MONUMENTO: CHE GUEVARA
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Se encuentra ubicado en la Plaza Cívica UTN junto a 15 esculturas más.
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Cemento Cemento Blanco Bronce 3,00 3,00 2,40 1,20
cularmente un recorrido en motocicleta con su amigo Alberto Granado, el que transformó su perspectiva y su vida. Este viaje le permitió ver de primera mano las duras condiciones de vida y la explotación que enfrentaban las comunidades indígenas y campesinas, encendiendo en él una fuerte convicción revolucionaria y un deseo ardiente de luchar contra el imperialismo y la opresión.
La experiencia de Guevara en Guatemala, donde presenció el derrocamiento del gobierno progresista de Jacobo Árbenz por un golpe de estado apoyado por la CIA, profundizó su desilusión con las políticas intervencionistas de los Estados Unidos en América Latina. Esto lo llevó a México, donde su encuentro con Fidel Castro marcó el comienzo de su compromiso con la revolución cubana, un movimiento que no solo cambiaría su vida, sino también el curso de la historia en la región.
Ernesto “Che” Guevara fue una figura esencial en la revolución cubana, contribuyendo decisivamente tanto en la estrategia militar como en la victoria final de 1959. Tras el triunfo revolucionario, el Che asumió roles cruciales en el nuevo gobierno cubano, desempeñándose como comandante de La Cabaña, presidente del Banco Nacional y ministro de Industrias. En estas posiciones, fue instrumental en la implementación de políticas progresistas de reforma agra-
PATRIMONIO ARQUITECTÓNICO Y ESCULTÓRICO DE
ria, así como en la expansión de la educación y los servicios de salud, buscando transformar radicalmente la sociedad cubana.
Sin embargo, su liderazgo no estuvo exento de controversias. Su enfoque en ocasiones autoritario y su participación en ejecuciones sumarias durante los primeros años de la revolución han generado un debate significativo sobre su legado. Estas acciones, que reflejan la intensidad y los desafíos de un período de profundos cambios sociales, continúan siendo objeto de análisis y discusión, destacando las complejidades de su contribución a la historia cubana y mundial.
El idealismo internacionalista de Ernesto “Che” Guevara lo impulsó a dejar Cuba, con la aspiración de extender la llama revolucionaria a otros rincones del mundo. Su primer destino fue el Congo, y más tarde Bolivia, donde intentó sembrar las semillas de un cambio similar al que había ayudado a fomentar en Cuba. Sin embargo, su misión en Bolivia enfrentó obstáculos significativos que iban desde la falta de apoyo local hasta desafíos logísticos, así como la fuerte oposición del gobierno boliviano y sus aliados estadounidenses.
Su captura y la posterior ejecución, el 9 de octubre de 1967, en la remota aldea de La Higuera, cerraron de manera abrupta y trágica
PATRIMONIO ARQUITECTÓNICO Y ESCULTÓRICO DE LA UTN
su capítulo revolucionario. Este episodio no solo marcó el fin de sus días, sino que también selló su figura como un símbolo de la lucha por la justicia y la libertad a nivel global. Su legado continúa inspirando a generaciones en todo el mundo, a pesar de las controversias que lo rodean, demostrando la complejidad de su vida como guerrillero y su inquebrantable compromiso con sus ideales.
Su papel en la Revolución Cubana y su posterior activismo en África y Bolivia han sido fundamentales para entender no solo su figura, sino también el contexto político y social de su tiempo. Guevara se destacó por su enfoque en la teoría y práctica de la guerra de guerrillas, lo que lo convirtió en un símbolo de la lucha revolucionaria en América Latina y más allá (Beswick, 2023). Su pensamiento se basa en una crítica profunda al imperialismo y una búsqueda de justicia social, que se manifiesta en su obra y en su vida personal (Al-Kassimi, 2022).
La imagen de Guevara ha sido objeto de un intenso debate. Su representación visual, especialmente la famosa fotografía de Alberto Korda, ha sido utilizada tanto en contextos políticos como comerciales, lo que ha llevado a cuestionar la autenticidad y el significado de su figura en la cultura contemporánea (Fatalski, 2014).
Ernesto “Che” Guevara trascendió su propia existencia para convertirse en un ícono mundial de la rebeldía y el cambio revolucionario. Su rostro, a menudo estampado en murales y camisetas, se ha convertido en un símbolo universal de desafío y lucha contra la opresión. La vida de Guevara es testimonio de su profundo compromiso con la transformación social y su esfuerzo incansable por combatir la injusticia. Aunque su legado es complejo y suscita opiniones encontradas, continúa siendo una figura de enorme influencia en la cultura contemporánea. Inspirador para algunos y controvertido para otros, Che Guevara sigue siendo relevante en las discusiones sobre justicia social y equidad, motivando a generaciones a reflexionar sobre la importancia de la lucha por un mundo más justo.
No se puede negar que el Che Guevara también ha tenido y tiene detractores que se enfocan principalmente en su uso de la violencia, la ausencia de un pensamiento filosófico profundo, la forma simplificada en que presentó la lucha por la justicia social, la persecución y eliminación a aquellos que no compartían su visión, y la idealización de su imagen como un ícono. Según sus acusadores, estos aspectos restan fuerza al verdadero legado de su lucha revolucionaria.
PATRIMONIO ARQUITECTÓNICO Y ESCULTÓRICO DE LA UTN
Benjamín Carrión nació en Loja el 20 de abril de 1897, en el seno de una familia donde la literatura y la educación eran altamente valoradas. Su padre, Manuel Carrión Riofrío, fue un reconocido profesor de literatura y poeta, y su madre, Filomena Mora Bermeo, fue quien le enseñó a leer y escribir. Carrión continuó su educación en el prestigioso Colegio Bernardo Valdivieso. En 1916 se trasladó a Quito para estudiar Jurisprudencia en la Universidad Central, carrera que completó con éxito antes de regresar a su ciudad natal, Loja. Allí trabajó como docente y se sumergió en el vibrante entorno cultural local (Ministerio de Cultura y Patrimonio, s.f.).
NOMBRE DEL MONUMENTO: BENJAMÍN CARRIÓN
UBICACIÓN COORDENADAS INTERACCIÓN CON ENTORNO
UTN. Plaza Cívica
DIMENSIONES
LN: 0°21´25´´ LO: 78°6´41´´O
Se encuentra ubicado en la Plaza Cívica UTN junto a 15 esculturas más.
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Cemento Cemento Blanco Bronce 3,00 3,00 2,40 1,20
Después de varios años, Carrión regresó a Quito, donde se desempeñó como docente universitario y de educación secundaria. Durante este tiempo, también tuvo una participación destacada en organizaciones políticas de izquierda y ocupó importantes cargos públicos y diplomáticos.
Entre sus principales obras escritas están: Los creadores de la Nueva América, crítica literaria publicada el año 1928; El desencanto de Miguel García, novela publicada en 1929; Mapa de América, crítica literaria publicada el año 1930; Atahuallpa, novela publicada en 1934; Índice de la poesía ecuatoriana contemporánea, crítica literaria publicada en 1935; Cartas al Ecuador, ensayos publicados en 1943; El nuevo relato ecuatoriano, crítica literaria publicada en 1958; San Miguel de Unamuno, ensayos publicados en el año 1954; Santa Gabriela Mistral, ensayos publicados en 1956; García Moreno, el santo del patíbulo I, sátira publicada en 1959; García Moreno, el santo del patíbulo II, sátira publicada en 1959; García Moreno, el santo del patíbulo III, sátira publicada en 1959; Nuevas cartas al Ecuador, ensayos publicados en 1959; El pensamiento vivo de Montalvo / Mariátegui, ensayos de 1961; Por qué Jesús no vuelve, novela publicada en 1963; Raíz y camino de nuestra cultura, publicado en 1970; Trece años de cultura ecuatoriana, ensa-
yos publicados en 1957; El cuento de la patria, ensayos publicados en 1967; Plan del Ecuador, ensayos publicados en 1977; América dada al diablo, ensayos publicados en 198125.
La pasión de Benjamín Carrión por la cultura y la educación fue el motor que lo llevó a ser el principal impulsor y el primer presidente de la Casa de la Cultura Ecuatoriana en 1944. Esta institución se convirtió en un pilar fundamental para la promoción cultural en Ecuador. Carrión tenía una visión particular sobre la identidad cultural ecuatoriana, que exploró a través de sus numerosos ensayos y críticas. Se esforzó por definir y cultivar una literatura genuinamente ecuatoriana, que se distanciara de las influencias extranjeras que él veía como una amenaza para la esencia nacional.
Benjamín Carrión abogó por la modernización de la literatura en Ecuador, promoviendo la integración de nuevas corrientes literarias y estéticas. Su interacción con escritores y pensadores de todo el mundo enriqueció su perspectiva y le permitió promover una literatura que no solo reflejara la realidad ecuatoriana, sino que también entablara un diálogo con tendencias globales. Esta apertura se tradujo en su apoyo a los jóvenes escritores y en la creación de espacios para discutir y difundir la literatura contemporánea.
Carrión también vio en la educación y la cultura poderosas herramientas de transformación social. Creía firmemente que la cultura era un medio esencial para el desarrollo humano y social, lo que se reflejaba en sus esfuerzos por establecer instituciones culturales y educativas que promovieran el pensamiento crítico y la creatividad. Bajo su liderazgo, la Casa de la Cultura Ecuatoriana se transformó en un epicentro vital para la promoción de las artes y la educación, organizando una variedad de eventos, exposiciones y actividades que invitaban a la comunidad a participar activamente en el enriquecimiento cultural del país.
Benjamín Carrión ocupó importantes cargos públicos; así, fue ministro de Educación Pública, ministro plenipotenciario en México, senador por las instituciones culturales del país, Representante del Ecuador ante la UNESCO, diputado por Pichincha, asesor de asuntos internacionales de la Cancillería y presidente del Tribunal Supremo Electoral (Carrión, s.f.).
A lo largo de su destacada carrera como diplomático, Benjamín Carrión también exploró el terreno político. En 1960 se presentó como candidato a vicepresidente de Ecuador, acompañando en la fórmula al Dr. Antonio Parra Velasco, exrector de la Universidad de Guayaquil. Su candidatura, que resonó especialmente
entre los estudiantes, llevaba el enérgico lema “Parra, Carrión, por la revolución”. A pesar del entusiasmo y el apoyo recibido, la dupla no logró el resultado esperado en las urnas, enfrentándose a una elección que finalmente no les fue favorable.
Carrión falleció el 9 de marzo de 1979, no sin antes recibir dos de sus reconocimientos más notables: el Premio Benito Juárez, del gobierno mexicano (1968) y el Premio Eugenio espejo del gobierno ecuatoriano (1975).
Su obra literaria y ensayística no solo abordó cuestiones de identidad nacional, sino que también exploró profundamente la historia y cultura latinoamericana, posicionándolo como una de las voces líderes en el diálogo intelectual de la región. Su compromiso con estos temas se reflejó en sus numerosas contribuciones que buscaban fomentar una conciencia cultural enriquecida y crítica entre sus contemporáneos.
Benjamín Carrión es una figura fundamental en la historia cultural de Ecuador, cuyo legado perdura a través de su compromiso con la literatura, la identidad nacional y la educación. Su obra y su vida reflejan un profundo amor por la cultura y un deseo de ver a Ecuador reconocido en el ámbito literario internacional.
PATRIMONIO ARQUITECTÓNICO Y ESCULTÓRICO DE LA UTN
El Pensador es una famosa escultura de bronce creada por el artista francés Auguste Rodin, inicialmente concebida en 1880 como parte de un grupo escultórico más grande llamado “La Puerta del Infierno”. Esta obra se inspiró en “La Divina Comedia”, de Dante Alighieri, y originalmente representaba a Dante mismo, contemplando el infierno mientras medita sobre su poema. Esta obra representa a un hombre sumido en profunda reflexión, sentado con la cabeza apoyada en una mano, capturando la esencia del sufrimiento y la contemplación humana.
NOMBRE DEL MONUMENTO: EL PENSADOR
UBICACIÓN
UTN. Edificio Central
COORDENADAS INTERACCIÓN CON ENTORNO
LN: 0°21´28´´
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Se encuentra ubicado en el hall de ingreso al edificio central, de tal manera que todo quien se dirige a una de las oficinas administrativas de la UTN lo aprecian completamente.
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La intensidad de su expresión puede interpretarse como un reflejo de la angustia humana frente a la incertidumbre y la búsqueda de significado en un mundo complejo; así, “El Pensador” se convierte en un símbolo del dilema humano, donde el pensamiento profundo es tanto un refugio como una carga (Gélis, 2001). La expresión facial de El Pensador, que denota una mezcla de sufrimiento y concentración, refuerza la idea de que el acto de pensar puede ser tanto un ejercicio de creación como de agonía. Esta dualidad se refleja en la forma en que Rodin modeló la escultura, donde cada detalle del rostro y la musculatura del cuerpo comunica la tensión emocional del personaje.
Diversos autores han interpretado la obra de Rodin desde varias perspectivas. Salazar (2023) y Femenia (2018) la asocian con la búsqueda del conocimiento y las grandes preguntas existenciales. Martínez (2021), destaca cómo “El Pensador” refleja la angustia y el esfuerzo mental que acompañan la reflexión filosófica. Su influencia se ha extendido más allá del arte, siendo adoptada en literatura, cine y otros contextos culturales como símbolo de la lucha intelectual y la búsqueda de la verdad, demostrando su impacto generacional y su relevancia en diversas manifestaciones culturales.
PATRIMONIO ARQUITECTÓNICO Y ESCULTÓRICO DE
“El Pensador” se ha consolidado como un referente en la historia de la escultura y un emblema del arte moderno, gracias a su capacidad para resonar con distintas generaciones y contextos. En definitiva, la obra de Rodin no solo es una pieza de arte; es un ícono que invita a la reflexión sobre la naturaleza del pensamiento y la existencia humana, manteniendo un mensaje universal y atemporal sobre la condición humana. La figura de “El Pensador” ha trascendido el mundo del arte para insertarse en la cultura popular, apareciendo en todo, desde películas y literatura hasta memes en internet. Su imagen es instantáneamente reconocible y a menudo utilizada para representar o parodiar actitudes de profundidad o contemplación.
Auguste Rodin, nacido el 12 de noviembre de 1840 en París, Francia, es reconocido como uno de los precursores de la escultura moderna. La trayectoria de Rodin rompió con las convenciones académicas de su tiempo y estableció un nuevo canon en la escultura que enfatizaba el realismo y la expresión emocional.
Desde joven, Rodin mostró un interés pronunciado por el arte, comenzando su educación formal a los 14 años en la Petite École, una institución especializada en arte y ma-
PATRIMONIO ARQUITECTÓNICO Y ESCULTÓRICO DE LA UTN
temáticas. A pesar de sus esfuerzos, Rodin fue rechazado en múltiples ocasiones por la École des Beaux-Arts, lo que lo llevó a adquirir experiencia en diversos talleres de artesanía y decoración (Grange, 2021).
En 1877, Rodin logró el reconocimiento crítico con “El hombre de la nariz rota”, y poco después, en 1880, con “La edad de bronce”, una obra que generó controversia debido a su realismo, hasta el punto de que fue acusado de moldurar directamente sobre un cuerpo humano (Butler, 2019). Rodin también es conocido por su relación tanto profesional como romántica con la escultora Camille Claudel. Claudel, quien fue su asistente y amante, tuvo una influencia significativa en su trabajo, aunque su relación tuvo un trágico deterioro que afectó la vida de ambos artistas; hacia el final de su vida, Rodin se estableció como un escultor renombrado, obteniendo encargos internacionales y comparaciones con figuras históricas como Miguel Ángel. Al morir el 17 de noviembre de 1917 en Meudon, Francia, Rodin legó su estudio y todas sus obras al Estado francés, lo que eventualmente llevó a la creación del Museo Rodin en París, un santuario dedicado a su legado (Athanassoglou-Kallmyer, 2019).
A lo largo de los años, “El Pensador” ha sido adoptado por diversos movimientos culturales y políticos como un emblema de resistencia y pensamiento crítico. Durante protestas y movimientos sociales, imágenes de “El Pensador” han sido utilizadas para simbolizar la lucha contra la opresión y la importancia del pensamiento crítico en la resistencia.
Rodin decidió apartarse de las tradicionales y refinadas normas escultóricas de su época, abrazando un estilo mucho más realista y cargado de emociones intensas. “El Pensador” es un claro ejemplo de esta audaz transición. La escultura sobresale por su meticuloso detalle y una textura que parece casi palpable, capturando cada tensión muscular de la figura sumida en un momento de profunda meditación. Esta obra no solo marcó un cambio decisivo hacia una nueva era en la escultura, sino que también inspiró y moldeó el trabajo de muchas generaciones de artistas que vinieron después.
PATRIMONIO ARQUITECTÓNICO Y ESCULTÓRICO DE LA UTN
Nikola Tesla vino al mundo el 10 de julio de 1856 en Smiljan, una pequeña localidad que hoy forma parte de Croacia, pero que en aquella época pertenecía al Imperio Austrohúngaro. Su entorno familiar estuvo marcado por la influencia de su padre, Milutin Tesla, un sacerdote ortodoxo serbio, y su madre, Georgina Đuka Mandić, quien, a pesar de no tener una formación académica formal, destacó por su ingenio al crear herramientas y dispositivos caseros, un talento que, sin duda, dejó huella en su hijo (Seifer, 1998).
Desde niño, Nikola mostró una memoria prodigiosa y una capacidad excepcional para las
NOMBRE DEL MONUMENTO: NIKOLA TESLA
UBICACIÓN
UTN. Edificio Central
COORDENADAS INTERACCIÓN CON ENTORNO
LN: 0°21´29´´
LO: 78°6´43´´O
DIMENSIONES
Se encuentra ubicado entre el taller de mecánica de la FICA y el parqueadero de vehículos. Su base es de cristal y dentro de esta existe una bobina tesla.
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Cristal Cemento Blanco Negro 1,00 1,00 1,00 0,80
matemáticas y la ingeniería, habilidades que más tarde serían cruciales en sus logros científicos.
Su formación académica comenzó en el Instituto Politécnico de Graz, Austria, donde surgió su fascinación por la electricidad. Posteriormente, continuó sus estudios en la Universidad Carolina de Praga, aunque no llegó a completar formalmente su título (Cheney, 2001). Tesla poseía una habilidad única que lo distinguía de otros inventores: podía visualizar con asombrosa precisión sus creaciones en su mente antes de construirlas. Esta técnica le permitió idear prototipos complejos sin necesidad de bocetos previos, convirtiéndose en una de sus mayores fortalezas a lo largo de su carrera.
El legado de Nikola Tesla abarca una asombrosa variedad de inventos, pero su mayor hazaña fue la promoción de la corriente alterna (CA) frente a la corriente continua (CC), esta última defendida por Thomas Edison. Este enfrentamiento, conocido como la “Guerra de las Corrientes”, marcó un hito en la historia de la electricidad. Tesla, en alianza con el empresario George Westinghouse, demostró la superioridad de la CA, que permitía transportar electricidad a largas distancias con menor pérdida de energía. La
PATRIMONIO ARQUITECTÓNICO Y ESCULTÓRICO DE
Exposición Mundial de Chicago de 1893 fue el escenario clave donde la CA se presentó al mundo como el futuro de la energía eléctrica, marcando una victoria definitiva en esta rivalidad (Seifer, 1998).
Entre sus invenciones más icónicas se encuentra la bobina de Tesla, una pieza esencial en los sistemas de radio y en la resonancia de alta frecuencia. Este invento se convirtió en un componente crucial en la tecnología de comunicaciones y en experimentos de energía de alta tensión. Tesla también fue pionero en la idea de la comunicación inalámbrica a través de su propuesta del “Sistema Mundial de Comunicación”, que pretendía transmitir señales de teléfono y datos sin cables, anticipándose a las tecnologías de la radio y, siglos más tarde, al Wi-Fi (Carlson, 2013).
Uno de sus proyectos más ambiciosos fue la construcción de la Torre Wardenclyffe, un sueño que simbolizó su visión de un mundo interconectado de forma inalámbrica. Con el respaldo inicial de J.P. Morgan, Tesla planeaba utilizar la torre para enviar energía eléctrica de forma inalámbrica a cualquier parte del mundo. Sin embargo, la falta de confianza de los inversionistas en la viabilidad del proyecto y el retiro del apoyo financiero por parte de Morgan provocaron el abandono de
ARQUITECTÓNICO
esta utopía tecnológica (Cheney, 2001). La Torre Wardenclyffe se convirtió en un símbolo de la incomprensión que sufrió Tesla por parte de la comunidad empresarial, así como de su visión revolucionaria para el futuro de la humanidad.
Los últimos años de vida de Tesla estuvieron marcados por la soledad y la pobreza. Se hospedó en el Hotel New Yorker, donde acumuló deudas que no pudo saldar. A pesar de sus dificultades económicas, nunca dejó de soñar e idear. En esta etapa final, exploró conceptos visionarios sobre la energía libre, la comunicación inalámbrica e incluso la creación de un sistema defensivo conocido como los “rayos de la muerte”, basado en tecnología de partículas cargadas (Seifer, 1998).
Nikola Tesla falleció el 7 de enero de 1943 en Nueva York, y su muerte pasó prácticamente desapercibida para el público de la época. Sin embargo, con el paso del tiempo, su figura resurgió y se consolidó como uno de los inventores más admirados de la historia.
Su legado ha sido reconocido mundialmente, y en su honor, la unidad de densidad de
flujo magnético en el Sistema Internacional de Unidades lleva su nombre: “tesla”. Hoy, Tesla es recordado como una mente visionaria cuyas ideas sobre la energía, la electricidad y la comunicación adelantaron el futuro de la tecnología moderna.
Nikola Tesla fue un genio incomprendido cuyas ideas y avances tecnológicos han dado forma al mundo moderno. Desde la corriente alterna hasta la transmisión inalámbrica de energía, su legado es innegable. Su vida estuvo plagada de retos económicos y personales, pero su influencia se siente en cada rincón de la tecnología moderna. La visión de Tesla no solo fue una revolución en el campo de la electricidad, sino también un llamado a la humanidad para utilizar el conocimiento científico en beneficio de todos.
El patrimonio no es un punto final, sino un puente tendido entre lo que fuimos y lo que estamos llamados a ser. A lo largo de estas páginas, el lector ha recorrido senderos donde el pasado cobra nueva vida; donde el silencio de los muros restaurados y la quietud de los monumentos se transforman en voces que nos relatan historias compartidas. La Universidad Técnica del Norte, al recoger y revitalizar este legado, no solo ha conservado estructuras: ha renovado compromisos, ha sembrado memoria y ha fortalecido su identidad.
La lectura de este libro no busca clausurar una conversación, sino abrir múltiples caminos hacia el reconocimiento, la reflexión y la acción. En cada edificio recuperado, en cada escultura que nos acompaña en los patios y corredores, hay preguntas aún abiertas, sentidos por descubrir y emociones que nos conectan con nuestra historia más íntima.
El patrimonio, lejos de ser algo estático, se transforma con la mirada de quienes lo habitan, lo cuidan y lo valoran. Se enriquece con el paso de estudiantes, docentes, visitantes y ciudadanos que lo hacen suyo, que se detienen a contemplar y que permiten que el pasado ilumine su presente.
Hoy, más que nunca, necesitamos universidades que enseñen a mirar con profundidad, que inspiren respeto por lo heredado y que cultiven el vínculo entre el conocimiento y la pertenencia. Ese es el espíritu que anima esta obra: una invitación a reconocer que el saber no florece en el vacío, sino en la tierra fértil de la memoria.
Que este libro no se convierta solo en un registro, sino en una semilla. Que despierte vocaciones, motive nuevas investigaciones, inspire el arte y fortalezca los lazos con nuestra cultura. Que quienes lo lean comprendan que en Ibarra, en el norte del Ecuador, una universidad camina con paso firme, guiada por la historia, sostenida por su comunidad y proyectada hacia un futuro con identidad.
Porque cuidar el patrimonio no es mirar hacia atrás, sino caminar hacia adelante con los ojos abiertos y el corazón enraizado.
PATRIMONIO ARQUITECTÓNICO Y ESCULTÓRICO
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