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díatreinta Año: XVIII / Número: 92 / 2020

R e v i s t a d e l a Fa c u l t a d d e C o m u n i c a c i o n e s d e l a Universidad Privada del Norte

TIEMPO DE CAMBIOS

Pandemia sin precedentes en toda la historia del Perú exige la adaptación de todos los sectores de la sociedad 1


LO QUE NECESITAMOS ES CAMBIAR

Patricia Sánchez Urrego Decana de la Facultad de Comunicaciones.

Revista de la Facultad de Comunicaciones de la Universidad Privada del Norte. Decana: Patricia Sánchez Urrego Director: Luis Eduardo García Editor general: Paco Moreno Diseño y diagramación: Vilma Espinoza Consejo editorial: Diana Rossana Romano, Adolfo Flores, Néstor Rivera, Ronald Enrique Silva, Jhonnattan Arriola. 2

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Edición n°92

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Podría iniciar señalando que de todo lo que pasa en la vida, siempre se aprende. Señalar que, a todo mal momento, hay que ponerle buena cara. Que en toda crisis hay una oportunidad. Podría llenar estas líneas de frases cliché a las que estamos acostumbrados cuando algo va mal. Pero no es momento de estas frases. Lo que estamos viviendo a raíz de esta pandemia en nuestro país es el resultado de una serie de factores que nos demuestran que como sociedad no hemos avanzado y lo que necesitamos es cambiar, ir hacia adelante dejando todo el lastre atrás. Atrás de las ilusiones económicas, de indicadores numéricos, hemos fallado al mirar el indicador más importante: el de las personas. Nos ha faltado como país trabajar en los valores que, como sociedad, permiten que la misma se consolide. Como comunicadores nuestra misión busca que generemos entendimiento, propongamos acciones que sumen fuerzas, que permitan oportunidades. Es momento de preguntarnos si lo hemos logrado. Por ello, en medio de este panorama, la fuerza de la convicción y la vocación del comunicador Desde este espacio, es puesta a prueba. Más allá de los objetivos de empresas y los propios, debemos reflexionar lo que buscamos es en nuestra misión como un valor intrínseco. Es coherente exaltar lo negativo que nos corroe o es mejor pensar en cómo los hechos se desencadenan y llegar a la solución. Es ético el provocar un ánimo de morbo de la tragedia. Es humano editar una y otra vez el clamor de una madre o es mejor aliento en la juventud unir esfuerzos para que ese clamor sea escuchado. peruana a fin de poder Desde este espacio, lo que buscamos es provocar un ánimo de aliento en la juventud peruana comprender la magnitud a fin de poder comprender la magnitud del hecho, pero también la responsabilidad del presente y el futuro, con una visión crítica de quien ya vivió la experiencia y de quien la del hecho, pero también atraviesa. Desde este espacio, buscamos que nuestros jóvenes se sobrepongan y piensen la responsabilidad del más allá de las dificultades, piensen en las oportunidades. Pero no en oportunidades falsas, presente y el futuro, sino en oportunidades sembradas en su propio trabajo, en oportunidades éticas, con con una visión crítica valores. Desde este espacio queremos proponer una visión del profesional que siembre el futuro de quien ya vivió la con base en el análisis, la investigación y la prospectiva, como herramientas de su actividad experiencia y de quien profesional. Sin ayer no hay hoy y sin hoy no habrá mañana. Un profesional que conoce la atraviesa. su realidad y la entiende no por haberla leído o estudiando sino por haberla sentido, por haber sido parte de ella, por haber conocido a sus protagonistas, por saber quiénes son, qué son, qué quieren ser. Un profesional que sepa de sus barreras y las enfrente. Un profesional que critique pero que construya. Un profesional que conozca y comprenda la naturaleza del hombre, la valore y la comprenda. EL futuro no solo se forma con indicadores, bancos de datos, estadísticas y tendencias; se forma con personas que valoran a las personas, con personas que se comprenden, con personas que son personas. Hoy más que nunca comprendernos urge. Hoy tenemos una única oportunidad para que esto no vuelva a ocurrir. Hoy tenemos una oportunidad de oro. Tenemos que estar a la altura.


LA PANDEMIA TAMBIÉN ENSEÑA

Luis Eduardo García L. Director de la Facultad de Comunicaciones

Durante estos largos meses de confinamiento hay tres cosas que he aprendido o he descubierto, cosas aparentemente inadvertidas, pero que me han ayudado a entender la condición humana. 1. El sentido de la palabra coronavirus Los seres humanos hemos nombrado todo lo que existe y casi no hay nada a nuestro alrededor y en el universo visible que no lleve un nombre. Cuando los científicos descubren un nuevo planeta, una nueva galaxia o un virus le colocan, a falta de un nombre, un código (“Ross 128 b”) o un apelativo (“coronavirus”). Del significado del coronavirus, pese al tiempo transcurrido, sabemos muy poco todavía. Existe el concepto de pandemia, pero no el de coronavirus, tal vez porque así es como procede la mente humana para asumir los males que padece: conocerlos para después enfrentarlos. Los miembros de la Real Academia de la Lengua aún no se han puesto de acuerdo para definirlo. Como no conocemos el verdadero alcance de la enfermedad, es probable que, por esta razón, no hayamos podido todavía consagrar su concepto y nos hayamos desestructurado mentalmente. ¿Cómo ordenamos nuestras vidas sino podemos encontrarle sentido a la causa que las desordena? El vacío lo llenan la incertidumbre, la duda y el miedo. Encontrarle sentido a las cosas es, por lo tanto, lo que permite que estructuremos el mundo en el que vivimos. A esto seguramente se refería Viktor Frankl cuando hablaba de la búsqueda de la voluntad de sentido; es decir, a la capacidad para encontrarle una lógica, un rumbo a un estado adverso. Lo primero aprendí 2. El regreso de la naturaleza fue ejercitarme Cuando era niño y mi madre me mandaba a comprar al mercado, recuerdo que me taponeaba los oídos con algodones para no escuchar el ruido de la ciudad. Luego de unos minutos, me en el manejo de sacaba los tapones con la esperanza de que el ruido hubiera desaparecido, pero no, allí estaba las herramientas firme, continuo y horrendo, un ruido, por lo demás, con el que los seres humanos estábamos tecnológicas para el acostumbrados a vivir. Por las noches me preguntaba cómo se oiría el mundo sin él. ¿Existía teletrabajo, lo segundo acaso algún lugar así, sin el ruido de “la civilización”? Al comienzo de la cuarentena, gracias organizar mi tiempo al refugio obligado en nuestras casas, el ruido que me obsesionaba en la infancia casi había desaparecido por completo. No tenía que taparme los oídos para escuchar el sonido cósmico de para poder leer y fondo (como la radiación cósmica de fondo que descubrieron de manera casual Arno Penzias y escribir; y lo tercero: Robert Wilson). Lo podía oír: el aire golpeaba a los árboles, las ramas chocan entre sí, los pájaros aprender a cocinar. levantan vuelo y silbando. En otras palabras, el sonido de la naturaleza. Gracias a la emergencia distópica, pude saber, después de mucho tiempo, cómo era una ciudad sin automóviles y cómo era vivir sin aglomeraciones y sin la violencia cotidiana. Una situación límite nos había llevado a redescubrir que alguna vez fuimos otros. Durante esos días, además, nuestros cerebros y nuestros sentidos tuvieron una tregua con el alocado y autodestructivo mundo en el que vivimos. Pero esto, con la nueva normalidad, ha desaparecido y hemos vuelto al estado de antes. 3. Cocinar Antes de la cuarentena, mi vida estuvo organizada según los parámetros de quien vive solo, de lunes a viernes y con su hija fines de semana. Cuando llegó el momento del aislamiento social pensé que mis costumbres no iban a cambiar mucho. ¡Pero vaya si han cambiado! Lo primero que aprendí fue ejercitarme en el manejo de las herramientas tecnológicas para el teletrabajo, lo segundo fue organizar mi tiempo para poder leer y escribir; y lo tercero: aprender a cocinar. Prepararme el desayuno ha sido cosa de todos los días y nunca me ha representado un mayor esfuerzo. Pero cocinar a diario para no morirme de hambre, eso sí que es otra cosa. ¿Cómo enfrentar la cuarentena si apenas sabía hervir agua y freír un huevo? Forzando mi memoria conseguí rehacer ―aunque con resultados muy lejanos del original― un lomito saltado, un olluquito con carne de res y una sopa de pollo, comidas que repito cada dos o tres días en la semana para no verme en problemas obsesivos― aunque a veces me atrevía a innovar y con esto desoía el consejo de los especialistas en salud mental: “tener una vida lo más normal posible dentro de esta situación anormal”. El otro recurso fue llamar por teléfono a una de mis hermanas, la que mejor cocina, y preguntarle cómo se hace un plato más sofisticado. Anotaba la receta y luego me ponía manos a la obra, hasta que me daba cuenta que debía comprar más ingredientes y eso suponía salir otra vez a comprar y exponerme al contagio. Entonces optaba por lo más simple: postergar el plato e innovar con lo que tenía. Los resultados nunca los sabrán. 3


Mercado negro

REINVENTARSE O MORIR 4

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Muchas empresas están transformándose para hacerle frente a la pandemia ESCRIBE: DEYNA CORNEJO ZÁRATE

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a emergencia exige adaptación porque la economía no puede detenerse. Los que tienen los pies en la tierra y la cabeza en el cielo lo saben. Saben que esperar que todo vuelva a la normalidad es un mal negocio, y emprenden los caminos más arriesgados. Tal es el caso de la reconocida pastelería miraflorina San Antonio fundada en 1959, este lugar se caracterizada por la variedad de postres que ofrecía a sus visitantes y de generar un ambiente en el que los clientes puedan compartir un café y conversar. Más allá de productos, esta pastelería vendía recuerdos. Ante la crisis sanitaria, San Antonio ha cambiado radicalmente y se ha convertido en San Antonio Bodega, un minimarket abastecido de alimentos de primera necesidad, no solo pensando en sobrevivir como negocio, sino también en la economía de sus trabajadores y la mano de obra que lo hace funcionar. En el 2019, el gerente general de la pastelería, Rubén Sánchez, mencionó que la empresa estaba consciente de las posibles crisis que se avecinaban y ya diseñaban un plan para contrarrestar estas situaciones extraordinarias, sin precedentes en el país. Otra de las empresas que se transformaron es la reconocida marca de calzados y carteras Platanitos, que se reinventó y ahora ofrece una diversidad de productos de cocina, centrados en la gastronomía china a través de su plataforma online: Platanitos Food. El director de Platanitos, Pedro Mont, señaló que en estos tiempos de crisis en los que las personas están incursionando en actividades como cocinar, se ha encontrado una gran oportunidad de negocio : la venta de insumos de cocina oriental. La cocina se ha convertido en uno de los

La innovación no hace distinción de rubros ni popularidad cuando se trata de ser solidarios, creativos y pensar en el bien común.

pasatiempos más comunes para quienes nos encontramos en confinamiento. Es una forma de buscar nuevas oportunidades en una realidad adversa. Pese a que se levante la cuarentena en el país, los ciudadanos no estarán pensando en comprar el calzado de moda, pero sí responderán a los llamados del estómago. Rustica, una cadena de restaurantes dedicada a karaokes y discotecas, ya no es la misma. Ha dado un giro significativo en su rubro y ante la situación actual, también se convertirá en minimarket. Según sus directivos, el principal objetivo es mantener los puestos de empleo de sus trabajadores ante las crisis que viene afectando drásticamente la economía peruana. A estos nuevos emprendimientos se suma también la empresa Alida S.A, especializada en la fabricación de muebles tanto para hogares, tiendas, negocios, entre otros. Pero frente la emergencia sanitaria de estos últimos tiempos, Alida ha comenzado a incursionar en la elaboración de ataúdes que son requeridos ahora que el virus está cobrando la vida de muchos compatriotas. Los negocios son negocios, dicen algunos. ¿Y ahora qué hacemos?, se han preguntado muchos empresarios peruanos desde el inicio de la cuarentena y la aparición

del nuevo coronavirus. Giancarlo Camara, dueño del hospedaje Albergue Verde reinventó su idea de negocio. De ser un lugar acogedor para los vecinos miraflorinos, ahora resulta indispensable y hasta necesario, pues se dedican a la venta de alimentos básicos como frutas y verduras. La esencia del hospedaje no pretende cambiar; es más, hay planes en camino para Albergue Verde, pero la solidaridad del peruano destaca en momentos como en el que vivimos y los colaboradores de este hospedaje han priorizado mantener su personal y capacitarlos para este nuevo reto. Las empresas nombradas son apenas ejemplos de lo que está ocurriendo en la economía nacional. Están también los que ahora venden botellas de alcohol y lejía cuando antes vendían zapatillas; los que venden vinos cuando antes vendían prendas de vestir en una galería de Comas; los que venden menús mediante la

Los emprendedores, los empresarios, los trabajadores independientes no se quedan de brazos cruzados ante el avance del virus. Buscan soluciones en un país donde la informalidad es enorme, donde el Estado va lento. entrega a domicilio cuando antes vendían periódicos en un quiosco. Los emprendedores, los empresarios, los trabajadores independientes no se quedan de brazos cruzados ante el avance del virus. Buscan soluciones en un país donde la informalidad es enorme, donde el Estado va lento. No cabe duda de que el ingenio y emprendimiento peruano son admirables y que es propio del ser humano adaptarse a los cambios del mundo si es que queremos sobrevivir. 5


“NO TENÍAMOS NI PARA VESTIRNOS Y AHORA VESTIMOS A MUCHAS PERSONAS” Rubí Aguilar

PIENSA EN LA GENTE.

Ruby dice que les han recomendado cobrar más, total, sus mascarillas tienen triple capa protectora, pero ella y sus padres prefieren ser conscientes, pues todos estamos pasando por una situación crítica. 6

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La pandemia amenazó con frenar a un taller textil familiar, pero la creatividad de los que la manejan pudo más

de lana sin parar, que después viajaban a Huaraz para ser vendidas a comerciantes. Wilfredo cuenta que, en el 90, cuando se anunció el shock económico, tuvieron que detener toda su producción y, por supuesto, las ventas a provincia. El dinero que tenían cada vez valía menos, la incertidumbre se convirtió en el pan de cada día. «Que Dios nos ayude, porque habrá que cambiar de negocio». No había opción, empezaron a vender abarrotes en la avenida, furtivamente.

Una mano amiga aparece en muchas partes de su historia: el compadre Julio, un amable cajamarquino que les ayudó en momentos cruciales, como cuando buscaban volver a la confección de ropa.

ESCRIBE: ADRIÁN AYALA

EL COMPADRE JULIO “Nosotros empezamos desde abajo, con una mano delante y otra atrás”, confiesa con cierta nostalgia Wilfredo Aguilar. Su voz tiene la seguridad de un contador de historias experimentado; y así, con una metáfora de pobreza, de desnudez, inicia el relato de un taller familiar de confección de ropa, como diciendo: “No teníamos ni para vestirnos y ahora vestimos a muchas personas”. Hoy su taller textil, ubicado en el distrito limeño de Caraballo, produce mascarillas de tela, efectivas para frenar el contagio de la COVID-19. La pandemia amenazó con pararlos, pero su creatividad pudo más. Wilfredo Aguilar perdió la mano derecha en un accidente con dinamita, en su pueblo huaralino. Tenía entonces veintitrés años y decidió ir a Lima en busca de oportunidades laborales. En los años 80, le llegó una “chambita” de cobrador, gracias a la que conoció a su compañera de vida, Celmira Villegas. Con la voz humedecida por un llanto de gratitud, relata que ella siempre lo alentó y creyó en él, en el momento en que había perdido la fe en sí mismo. Celmira había estudiado corte y confección en el colegio, y le enseñó a Wilfredo todo lo que sabía. Al principio fue difícil, pero con paciencia y determinación, Wilfredo dominó la técnica y estuvo listo para empezar la aventura del taller propio. Cuando ambos empezaron a trabajar juntos, hace unos 36 años, solo tenían una maquinita a pedal que alquilaban a diez soles semanales, luego compraron una semiindustrial, en la que se turnaban para producir camisas

Una mano amiga aparece en muchas partes de su historia: el compadre Julio, un amable cajamarquino que les ayudó en momentos cruciales, como cuando buscaban volver a la confección de ropa, y él les ayudó procurándoles una máquina, con la que, en buenos tiempos, llegaron a hacer hasta doscientas faldas diarias. El compadre Julio también les abrió las puertas de los servicios a Gamarra, pues, desde que él decidió comprar un puesto, el taller familiar empezó a elaborar prendas para él; y al ver sus trabajos, muchos otros comerciantes los contactaron para que confeccionen también para ellos, así fueron haciéndose un campo en ese emporio enorme y floreciente. En campaña escolar, Ruby, la única hija de la pareja, de chiquita, solía ayudar a sus padres en el taller, colocando los botones de las prendas a máquina. Entre los tres lograron salir a flote, trabajando de diez a doce horas diarias, metidos en el taller desde temprano, sacrificando tiempo y fuerzas, pero juntos. Más adelante, Ruby estudió la especialidad de técnico en confección de prendas de vestir y trabajó durante años en áreas de modelado, corte, estampado y hasta ventas, gracias a ello, adquirió mucha experiencia, que hoy usa en el taller familiar, tan querido y cuidado por sus padres. Todo iba viento en popa, hasta la llegada del SARS-CoV-2 al Perú, virus que ha hecho trizas la normalidad que conocíamos, y ha ocasionado más de 50 mil muertos y que, por supuesto, ha paralizado toda la industria textil, debido a una cuarentena sin precedentes.

Wilfredo, a veces, siente que le duele la dicha, Dice que reza todas las mañanas, y le agradece a Dios, todo lo que, junto a su familia, ha podido construir, agradece también por la creatividad de su hija, quien tuvo la idea de iniciar la confección de mascarillas con las telas que habían conseguido antes del inicio de la cuarentena.

AL VUELO Vieron, en el caos, una oportunidad, y la tomaron al vuelo. El 29 de marzo, el gobierno estandarizó la producción de mascarillas, con las especificaciones para la adecuada confección de estas; sin embargo, una semana antes de la publicación de dicha resolución ministerial, el taller familiar ya vendía por docenas sus mascarillas, y cumplía con todas las recomendaciones del gobierno. El modelo escogido tiene tres pliegues y cubre nariz y boca, con doble tela (polypima) y adhesivo en el centro, con eso, el virus tiene prohibida la entrada; además, hay de distintos colores, básicamente porque las hicieron con la tela que iba a ser para ropa de bebé; llevan elásticos para las orejas o tiras para amarrar, depende del gusto del comprador, claro; todo eso, a solo dos soles. Te aseguras no contagiarte, apoyas la pequeña empresa, y no te quedas “misio”. Ruby dice que les han recomendado cobrar más, total, sus mascarillas tienen triple capa protectora, pero ella y sus padres prefieren ser conscientes, pues todos estamos pasando por una situación crítica, «podemos ganar poco, pero al menos los pedidos llegan, y nos alegra saber que podemos ayudar a quienes lo necesitan». 7


NINGUNA INDUSTRIA SALDRÁ SIN CICATRICES La publicidad como herramienta de comunicación eficaz para acercar a las personas a los productos que necesitan seguirá brillando como un sol de verano ESCRIBE: JHONNATTAN ARRIOLA ROJAS

Las marcas que no están abiertas a la cocreación terminarán por desaparecer por más millones que inviertan. No puedes venderle un abrigo a alguien que necesita zapatos, y el ego de que todo

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stoy seguro de que ninguna empresa puso en su FODA la COVID-19. Por más preparada que pueda estar, apuesto a que ni siquiera en sus más tenebrosas pesadillas se imaginó una realidad tan complicada para el comercio como esta. Definitivamente estamos ante una situación que nos invita a reinventarnos ya no solo como eje estratégico, sino por instintito de supervivencia. Y en toda esa maraña de aprendizaje similar a los manotazos de ahogado, nos preguntamos sobre el presente de la publicidad, porque hablar de un futuro sería un mañana muy lejano que no llegará si el cambio no empieza inmediatamente. Si nos ponemos a explorar un poco en la historia, quizá no sea tan positivo el pronóstico, considerando que le tomó años a la publicidad recuperarse de las últimas crisis financieras. Y posiblemente, siguiendo en esa línea el destino podría ser dantesco si no entendemos que la industria, nos guste o no, ha cambiado para siempre y sin mirar atrás. ¿Debería ello asustarnos? La verdad, no, si estás dispuesto a tomar medidas inmediatas. La economía tardará, pero se recuperará, los negocios irán abriendo y tomando fuerza, pero ojo, no de la forma en la que los conocíamos. Las empresas tienen hoy más que nunca el deber de cuestionarse todo, incluso cosas como, ¿de qué nos serviría ahora invertir más de 5 mil dólares por 30 segundos en televisión nacional, cuando podemos sacarle muchísimo más provecho a esa inversión en formatos digitales? Ojo, con esto no quiero decir que no se invierta en televisión, sino que,

de alguna u otra forma, los formatos y costos van a tener que adaptarse al presente, que muy aparte de la inversión, la precisión y segmentación será el aliado principal para sacar a flote el barco. Es de vital importancia centrarnos sobre todo en la forma en la que una marca se comunica en la actualidad. Tomando en cuenta los estudios realizados por Kantar, el consumidor no considera que las marcas deban dejar de hacer publicidad (92%), pero sugieren que repiensen sus mensajes en tono y forma, y que se comuniquen en torno a valores, a contenido relevante para sus vidas, pero considerando su nueva forma de vivir. Es claro que las decisiones de comunicación que las marcas tomen ahora son más que cruciales. Como se ha venido exponiendo, todo depende de la estrategia, medio y contenido para poder sacarle el jugo a una acción publicitaria. Ok, siempre ha sido así, pero cuál sería el agregado entonces. Que, como consumidores, necesitamos una publicidad que genere valor, ya no solo en contenido, sino también en forma, que priorice la cercanía por el alcance masivo, que más allá de alzar las mano para una acción de branding, piense en un brandformance, que promueva los pilares de su marca acercando su contenido a personas que los requieran. No es momento de contar una historia sin sentido, pero divertida para obtener más likes, sino de poner al consumidor en el centro narrativo, hacerlo protagonista de todo lo que se hace. Hoy más que nunca tenemos que pasar del storytelling al storydoing, de recordar que estamos frente a prosumidores que, para fomentar su participación, es necesario


generar vínculos latentes, involucrarlos. Las marcas que no están abiertas a la cocreación, terminarán por desaparecer por más millones que inviertan. No puedes venderle un abrigo a alguien que necesita zapatos, y el ego de que todo se puede lograr con un contenido titilante, se debe guardar en un baúl bajo siete llaves, y no, no hasta que todo pase, sino para siempre, pero mantenerlo como un recuerdo latente de lo que ya no se deberá hacer más. Los cambios exigen re-

acciones rápidas. La publicidad sobrevivirá, pero desde su forma más pura, natural. La publicidad como objetivo comercial, fue ese jedi que se fue al lado oscuro, y ya es tiempo de que regrese a casa. La publicidad como herramienta de comunicación eficaz para acercar a las personas a los productos que necesitan, seguirá brillando como un sol de verano. El cambio no es para todos, exige tomar decisiones y descartar acciones bastante confortables.

Ninguna industria saldrá sin cicatrices de esta. Y, sobre todo, es más importante aún, que los futuros publicistas comprendan que su carrera no se está apagando, sino todo lo contrario, está siendo purgada para volver a ser lo que aprendían en las aulas, pero que no siempre veían en la cancha. Hoy más que nunca, se necesita hacer publicidad, pero de verdad, la que tiene bases en la psicología y sociología. Pero, sobre todo, la que es empática, la que da el ejemplo de ponerse, realmente, en el lado del consumidor.

Nadie, ni siquiera en sus peores pesadillas, se imaginó una realidad tan complicada para el comercio como esta

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TANTOS AÑOS INTERACTUANDO FACE TO FACE Y AHORA TENÍA QUE HABLARLE A UN LENTE

RETOS

En estos 20 años de idas y venidas por las aulas, la docente ahora tuvo que aprender cómo usar el Blackboard, Collaborate, grabar videos asincrónicos, podcasts.

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La historia de una docente que se ha adecuado a los tiempos del trabajo remoto ESCRIBE: ROSA GARCÍA LARA

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a no nos veremos la cara en un buen tiempo”, me dijo un amigo epidemiólogo, cuando nuestro presidente declaró el inicio de la cuarentena a mediados de marzo. Y mientras rumiaba ideas, en cuarentena, sobre un futuro incierto, los días iban pasando, así como los interminables correos de adaptación a un nuevo sistema: las clases presenciales serían reemplazadas por las virtuales. En estos 20 años de idas y venidas por las aulas, ahora tenía que aprender cómo usar el Blackboard, Collaborate, grabar videos asincrónicos, podcasts. Yo que soy una profesora presencial, que me encanta elegir un outfit diferente para cada clase, como dice mi hija, y, sobre todo, llegar a la universidad, ingresar a mi aula favorita B-302, esa donde se quedó mi alma y las risas interminables de los alumnos; ahora, había que adaptarse. Después de zambullirme en las capacitaciones y hacer preguntas por WhatsApp a Ángela, quien siempre está dispuesta a ayudar, pude comprender toda la plataforma y hasta publiqué en Facebook mi expertise en el uso de esta tecnología. Llegó el primer día de clases. Tantos años interactuando face to face y ahora tenía que hablarle a un lente. “La cámara te quiere”, me había dicho Romeen, un docente de Comunicaciones, como para tratar de motivarme, en una de esas conversaciones por chat, mientras le contaba con entusiasmo, que por fin comprendí cómo grabar un podcast. Ingresé por primera vez y escuchaba a los alumnos conversar, reír, escuchar música. Los saludé con expectativa, mientras trataba de imaginarme sus rostros al mismo tiempo que abría Skitch para capturar la pantalla del inicio de clase como evidencia de mi asistencia y compartir el archivo de mi clase. Ya han pasado diez semanas. De cuando en cuando, algún estudiante abre, de

casualidad, su micrófono y se escuchan ladridos, lloriqueos de niños, silbidos de teteras, vendedores ambulantes que vociferan con sus megáfonos, llamadas de atención de una madre. Alguna vez, también se han oído los maullidos de mi gata y las preguntas espontáneas de Diana, mi hija de nueve años, cuando el link de su clase, en Zoom, no funciona. Lo cierto es que ya me está gustando no solo comunicarme con los alumnos, sino ver videos juntos, más cerca que

Lo cierto es que ya me está gustando no solo comunicarme con los alumnos, sino ver videos juntos, más cerca que antes, comentarlos, susurrar reflexiones de la carrera y sentir que cada uno está conectado al 100%.

antes, comentarlos, susurrar reflexiones de la carrera y sentir que cada uno está conectado al 100%. Las exposiciones han sido fenomenales y nos seguimos adaptando, aunque a veces falle internet, pero nos reconectamos y continuamos. Aprendí que para compartir mi pantalla no hay que minimizar la pestaña, a no olvidar grabar la clase, a formar grupos, a motivar a los jóvenes a participar, a concentrarme cuando alguien, en casa, recibe una llamada del trabajo, cuando llega el delivery de la tienda y toca el estruendoso timbre o cuando la joven que nos ayuda en casa necesita ayuda. Las clases virtuales tienen muchas ventajas, sobre todo porque ya no tengo que conducir en el caótico tráfico limeño ni planchar pantalones. 11


Una enfermera relata parte de su trabajo en la primera línea de defensa contra la COVID-19 ESCRIBE: PAOLO MATÍAS LINO

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“ESTAMOS ATENDIENDO A PACIENTES INFECTADOS EN EL PISO” 12

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odavía hay quienes siguen luchando contra este virus que aún no está controlado. Hay quienes siguen sacando fuerzas para que, de aquí a un tiempo, digamos todos que hemos podido vencerlo. La COVID-19 es una enfermedad que ha puesto en jaque a más de una nación y el Perú no es la excepción. Este mal continúa arrasando con todo lo que se le atraviesa, no le importa la edad, el tamaño, el color de piel, ni mucho menos, la condición social. En el campo de la salud y en una lucha constante, se encuentran equipos médicos que se juegan la vida para poder contener a este virus que aqueja fuertemente al pueblo peruano. Nora Matías Hinostroza, enfermera asistencial en el Servicio de Emergencia del Hospital Nacional Arzobispo Loayza, cumple una labor fundamental en esta crisis sanitaria. A sus 54 años sigue manteniendo vivo el amor que tiene por su carrera, y es que a pesar de todas las falencias que pueda existir en el sistema de salud del Perú, cumple guardias de 24 horas que la deja con muchos sentimientos encontrados, entre ellos, y el que predomina, el miedo. “Todo esto me deja fatal y no solo sucede conmigo, mis colegas también se


Como no hay más espacio, el hospital tuvo que instalar carpas los pacientes. encuentran en el mismo estado. No somos de piedra y duele ver morir a un ser humano, mucho más cuando está en tus brazos y te pide que lo salves. Las cosas no tienen que ser así, no deben suceder de esta manera, porque no es agradable ver a tanta gente desesperada al no encontrar una solución a lo que les pasa”. Cada día la afluencia de personas infectadas va aumentando considerablemente, y las 2 carpas instauradas dentro del hospital con capacidad para 21 pacientes, no son suficientes para recibir a todos. Los enfermos de los pabellones 1, 2 y 5 fueron desalojados y enviados a otros para poder recibir a los contrajeron la COVID-19. “En estas últimas semanas tuvimos que atender a muchos en el piso, debido a que ya no hay espacio, intentamos no dejarlos a la deriva, porque no queremos tener ese sentimiento de culpa por no poder hacer nada”, manifestó Matías con lágrimas en los ojos, y es que ella también tiene miedo a morir, ya que en todo su servicio en plena pandemia le ha tocado vivir el deceso de más 80. Un grupo limitado de doctores y enfermeros, batallan día a día con una enfermedad al pie de las camas y sillas de ruedas, arriesgando su integridad. Y lo único que piden a cambio, es que se queden en casa.

Todo esto me deja fatal y no solo sucede conmigo, mis colegas también se encuentran en el mismo estado. No somos de piedra y duele ver morir a un ser humano, mucho más cuando está en tus brazos y te pide que lo salves¨.

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ESTA CRISIS NOS HARÁ VALORAR CADA INSTANTE DE NUESTRA VIDA Esta situación nos servirá para reflexionar sobre nuestra vida y sobre la sociedad ESCRIBE: PILAR GÓMEZ MAMANI.

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a propagación de la COVID-19 ha paralizado parte del mundo. Gran porcentaje de la población alrededor de todo el orbe se encuentra todavía en aislamiento, muchas de las cosas que antes denominábamos como normales, probablemente ya no lo vuelvan a ser; apuntando así, todas las interrogantes al futuro: ¿cómo será la vida después de que el coronavirus desaparezca? ¿Volveremos a ser los mismos? Las cifras de muertes siguen creciendo al igual que las de contagios. La situación no parece cambiar puesto que muchas personas no toman conciencia; siguen retando al virus, ignorando las recomendaciones y restricciones de sus autoridades. Es como si no se dieran cuenta que esto es real, en países como Italia y los Estados Unidos definitivamente 14

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no la están pasando nada bien, en una primera instancia no se tomaron las medidas más correctas; nosotros deberíamos sentimos bendecidos por el Gobierno que tenemos, sin duda alguna toma decisiones bastante acertadas. En esta instancia la economía del país peligra, gran parte del sector comercial se encuentra tratando de reactivarse, teniendo como consecuencia la vulnerabilidad de muchos en especial los sectores C y D, cuyos ingresos dependen del día a día, en respuesta a ello se les otorgó un subsidio por parte del Estado, que a la fecha promete llegar a más familias. Dicho dinero tendrá que ser repuesto por el país progresivamente, para que de tal manera impedir una crisis económica futura. Con ello, el Perú pasa a ser uno de los países de la región que realiza la mayor transferencia monetaria a las familias. El Bono Familiar Universal es mayor en comparación a lo que han otorgado otros países como Argentina, Brasil, Chile, entre otros. Dicha medida busca la permanencia de la población es sus hogares para ponerle fin al aislamiento lo más pronto posible y que el sector salud no se vea saturado. Pasada toda esta fase es muy probable que la economía se vuelva en una más equitativa. “Hay esperanza de que podamos comenzar a ver el mundo de

manera diferente. Tal vez podamos ver nuestros problemas como compartidos, y la sociedad como algo más que una masa de individuos que compiten entre sí por la riqueza y la posición social. Quizá, en el corto plazo, podamos entender que la lógica del mercado no debería dominar tantas esferas de la existencia humana como lo permitimos actualmente”, escribió Peter C. Baker para “The Guardian”. Esto se puede dar si la población efectivamente discernió lo que hoy en día tenemos como realidad. Definitivamente las industrias de trabajo y sus modelos van a cambiar. Cada vez habrá más personas trabajando desde casa, los viajes de negocios ya no serán necesario, los aviones tendrán menos pasajeros y los hoteles menos huéspedes. El hecho de realizar diligencias desde sus hogares será cada vez más común, ello dificultará el resurgimiento de la industria de servicio. Una medida que contrarreste este declive y a la postura de muchas personas por no volver a tener contacto con otras, puede ser, que a las personas que ingresen a un establecimiento le midan la temperatura y las mesas guarden una distancia prudente, como lo hicieron en China. Los eventos como conciertos o festivales no se darán a cabo en mucho tiempo, para evitar la aglomeración, invitando a


los artistas del entretenimiento a utilizar otros medios para compartir su trabajo, ya queda en nosotros apoyar su arte. Por otro lado, es muy probable que los colegios reduzcan la cantidad de alumnos por aula para el distanciamiento social, de igual manera, el uso de mascarillas y guantes permanecerá por mucho tiempo o por lo menos hasta que esté disponible algún medicamento o vacuna efectiva y accesible. El sector salud tendrá que recibir más apoyo por parte del Estado. Definitivamente esta situación nos servirá para darle la importancia que se merece el hecho de tener un

Pasando toda esta situación, valoremos la compañía de nuestros seres queridos, abracemos y riamos mucho, no sabemos cuándo se nos puede ver arrebatado. No olvidemos que vendrán tiempos mejores y que todo pasa.

servicio de salud de calidad, de igual modo, la población aprenderá a valorar y respetar la labor que este grupo humano realiza y a ser más cuidadosos con nuestros hábitos de higiene y alimentación. En síntesis, esta crisis cambiará la vida de muchos, pero, sobre todo, nos hará valorar cada instante de nuestra vida, cada detalle, cada acto realizado. Pasando toda esta situación, valoremos la compañía de nuestros seres queridos, abracemos y riamos mucho, no sabemos cuándo se nos puede ver arrebatado. No olvidemos que vendrán tiempos mejores y que todo pasa. 15


ESTA ES MUCHO MÁS QUE UNA CRISIS DE SALUD El virus tomó de sorpresa a todo el mundo y nos ha obligado a tomar medidas adaptarnos para el cambio

YESENIA HUAMÁN CRUZ

ESCRIBE: YESENIA HUAMÁN CRUZ

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a sociedad humana va a cambiar. Lo normal nunca va a vol ver. Está claro que el virus no va a hacer que la humanidad sea tan distinta, pero hay ciertas cosas que sin duda se vuelven completamente dife rentes. Este año no empezó de la mejor manera, el virus del tomó de sorpresa a completamente a todo el mundo, y nos ha obligado a tomar medidas desesperantes en base a su propagación. El mundo que conocemos se ha detenido, la vida de todos nosotros también. Combatir este virus letal que hace que nuestras vidas tienda de un hilo es responsabilidad de todos. Hemos perdido a miles de personas y seguimos perdiendo. Lo que estamos viviendo en estos tiempos quedará grabado en la historia, la humanidad necesita que todos pongamos de nuestra parte, para así llegar al final de esta pesadilla. Esta lucha se trata de hacer sacrificios, todos debemos perder algo, pero es por un bien mayor. Los países se encuentran en una carrera contra la propagación del virus, haciendo pruebas y dando tratamiento a los 16

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RETOS

En estos 20 años de idas y venidas por las aulas, la docente ahora tuvo que aprender cómo usar el Blackboard, Collaborate, grabar videos asincrónicos, podcasts”.

pacientes, rastreando los que tuvieron contacto, limitando los viajes, poniendo en cuarentena a los ciudadanos y cancelando grandes reuniones como los eventos deportivos, los conciertos y las escuelas. La pandemia se está moviendo como una ola que aún puede romper sobre los sistemas y las personas menos capaces de hacerle frente.

El coronavirus se detectó por primera vez en la ciudad china de Wuhan. Al principio el país asiático creyó que podría controlar este brote si ponía en cuarentena dicha cuidad, pero la situación se salió de control y se expandió al resto del país y así de manera muy rápida al resto del mundo. Muchos creen que es una enfermedad originada por el consumo de murciéla-


gos en ese país, pero hasta el momento no está confirmada dicha información. Los primeros indicios apuntan a que el virus causante de la COVID-19 supone un mayor riesgo directo para la salud de los hombres, en particular de los hombres mayores. Pero la pandemia está exponiendo y explotando desigualdades

RTVE

de todo tipo, incluida la desigualdad de género. A largo plazo, sus consecuencias sobre la salud, los derechos y las libertades de las mujeres podrían perjudicarnos a todos. Este es un problema mundial que ha afectado la salud, integridad y trabajos de todas las personas. Hemos entrado en un estado de alerta frente a esta situación. Y no solo afectó nuestra manera

de llevar nuestra vida sino también al país en el que vivimos, la economía de los países Latinoamérica no es muy buena, no solo por los problemas de corrupción sino porque simplemente no hay dinero, y si, si no hubiera corrupción muy probablemente nuestros países serían capaces de distribuir dinero a su población de tal manera que no teman por no trabajar, porque ese es el verdadero problema, la gente sale afuera por una pandemia porque tiene que comer para vivir, las personas que viven del día a día probablemente sean las más afectadas por todo lo que está pasando. El mundo del trabajo se ve profundamente afectado por la pandemia mundial del virus. Además de ser una amenaza para la salud pública, los problemas a nivel económico y social ponen en peligro los medios de vida a largo plazo y el bienestar de millones de personas. Las medidas dispuestas por el Presidente de la República Martín Vizcarra están siendo aplaudidas por peruanos y extranjeros, siendo esta vez un medio chileno el que resaltó las acciones del Gobierno durante la pandemia que afronta el mundo por el coronavirus, dejando en claro que la prioridad en Perú son las personas que habitan en el país. Se trata de La Tercera de Chile, uno de los diarios más leídos del país el cual realizó una columna donde elogia las medidas que ha tomado el Gobierno y el trabajo de las Policía Nacional del Perú que, en conjunto con las Fuerzas Armadas, han logrado mantener el control y velan por la seguridad de las personas durante el aislamiento social obligatorio. “El Perú simplemente privilegió a su gente” y dejó de lado el impacto económico que generaría el estado de emergencia y el aislamiento social obligatorio, medidas dispuestas por la expansión del coronavirus en Perú. Si bien es cierto, la cuarentena obligatoria anunciada por el presidente Vizcarra “fue considerada bastante extrema, hoy casi el 90 % de peruanos está de acuerdo en que el estado de emergencia ayuda a controlar el contagio de la maligna cepa vírica. Comparada con otros

Si no hubiera corrupción muy probablemente nuestros países serían capaces de distribuir dinero a su población de tal manera que no teman por no trabajar.

países la cuarentena de otros países que son sugerencias donde las pueden salir con normalidad y la policía no está activamente disuadiendo a las personas de seguir allá afuera. La caída constante de las horas de trabajo a nivel mundial a causa del brote de COVID-19 significa que 1.600 millones de trabajadores de la economía informal, esto es, casi la mitad de la población activa mundial, corre peligro inminente de ver desaparecer sus fuentes de sustento, advierte la Organización Internacional del Trabajo. Si no cuentan con una fuente de ingresos alternativa, estos trabajadores y sus familias no tendrán medios de supervivencia. Este virus nos está dejando claro que si nos apoyamos mutuamente acaba con todos nosotros, tomemos conciencia sobre las acciones que realizamos y como eso está repercutiendo en el mundo. Esta es mucho más que una crisis de salud. Al poner a prueba a cada uno de los países que toca, tiene el potencial de crear crisis sociales, económicas y políticas devastadoras que dejarán profundas cicatrices. Tenemos que respetar las medidas sanitarias y de protección que nos esta ordenando el Estado, sé que no todos tienen esa posibilidad de quedarse en casa por las diferentes circunstancias en las que viven, y eso escapa de las manos de todos nosotros, pero los que tienen esa facilidad, ayuden al mundo, no salgan, solo así podremos vencer, ponernos de pie y continuar con nuestras vidas. 17


En pandemia, los ciudadanos de a pie se esfuerzan, trabajan con optimismo y esperanza.

LA FOTOGRAFÍA PERENNIZA EL TIEMPO EDIN OMAR SILVA HUACCHA

Sale a vender, con sus muletas, para llevar dinero a su hogar.

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Una señora, que debería estar en casa, vende fruta en las calles para conseguir algo de dinero.


Para muchos, quedarse en casa no es la soluciĂłn y se ven obligados a salir a trabajar.

Muchas quieren trabajar; pero, en las calles hay miedo, nadie estĂĄ seguro.

La PolicĂ­a no solo brinda seguridad, sino ayuda, orienta, instruye.

La higiene es fundamental en todos los niveles.

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“ES CIERTO PORQUE LO VI EN LA TELE”, SUELEN DECIR ALGUNOS ESCRIBE: ROSA GARCÍA LARA

Aplicar la educomunicación es una buena estrategia para mejorar la recepción activa

Si juntos, como sociedad, no consumimos más “basura”, entonces la oferta tendría que adaptarse a una demanda cada vez más inclinada hacia el desarrollo social.

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a UNESCO, desde los años ochenta, ya había alertado sobre el problema de la alfabetización de los contenidos mediáticos. Y claro, se refería a la falta de criticidad del público hacia los programas de TV, como son las telenovelas, los noticieros, la publicidad y los programas de radio, principalmente. Esto ha devenido en serios problemas para la sociedad, porque, al no saber elegir los mensajes de los medios, menos van a analizarlos. “Es cierto porque lo vi en la tele”, suelen decir algunos. Esto demuestra la alta credibilidad que tienen los “mass media” frente a la sociedad. Es por eso que se propuso difundir y aplicar la educomunicación como estrategia para mejorar la recepción activa. El proyecto consistía, primero, en formar a los comunicadores en general en esa corriente, ya que los profesionales de los medios son los líderes y encargados del tratamiento de los mensajes. En segundo lugar, la propuesta se proyecta hacia la sociedad en general, a la masa que digiere día a día mensajes cargados de antivalores, estereotipos, violencia, etc. Muy poco se ha hecho al respecto, ya que los dueños de los medios tradicionales, llámese TV, radio, prensa, ya no enfocan el quehacer mediático como un servicio, sino que el negocio es su prioridad. Ryszard Kapuscinski ya lo había comentado en su libro Los cinco

sentidos del periodista, en 2003, cuando señaló que los dueños y, por ende, los jefes de información, de los noticieros y diarios, ya no le preguntan al reportero si es que la noticia que ha conseguido es veraz, sino que su prioridad es lograr vencer a la competencia y vender más a través del rating. Este proyecto tuvo otro enemigo, cuando se subvencionó, en los años noventa, la aparición de los diarios chicha, los cuales inundaron los hogares, en su mayoría, del sector socioeconómico C y D. La finalidad se supo cuando se descubrieron los videos en los que algunos broadcasters recibían dinero para modificar los contenidos de sus medios de comunicación en favor del gobierno de turno. Todo ello, sumado a la crisis económica por la que pasó el Perú, hizo que el compromiso que realizó nuestro país en la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer en Beijing, en 1995, para promover la recepción crítica de los contenidos y, de alguna manera “monitorear” a los medios, quedara en el olvido. La mayoría de los colegios y algunas universidades no han hecho nada por coadyuvar con este gran proyecto de responsabilidad social. El sistema arbitrario y la enseñanza tradicional no han permitido que los alumnos se formen hacia una educación para la


La televisión distrae, distorsiona la realidad.

vida. El docente de los colegios, muchas veces, pierde la oportunidad de hablar de los medios con sus alumnos, porque el sistema educativo considera que ello sería una pérdida de tiempo. “Hay que ceñirse al programa”, parece ser una constante. ¿Por qué no sacrificar un tema, muchas veces inaplicable para el alumno y pasar a analizar los noticieros y su tratamiento, por ejemplo? ¿No es importante o los docentes no están preparados para guiar esas plenarias? Alguien podría decir que no es significativo, pero acaso ¿los medios no constituyen un importante agente de socialización? Recordemos que

los responsables de la formación de personalidad de un individuo son la familia, la iglesia, los pares, la escuela y los medios de comunicación. En todo caso, los cursos de tutoría deberían contemplar el mejoramiento del aprendizaje de los contenidos de los medios de comunicación, como son los realities “Esto es Guerra” y “Combate”, telenovelas mexicanas, pseudoprogramas periodísticos como Magaly o Nunca más. En la universidad, no solo las asignaturas como semiótica, análisis del mensaje, sociología, procesos educativos y medios de comunicación, etc., deberían ser tomados en cuenta

para ayudar a los futuros comunicadores a mejorar su criticidad, nno solo con respecto a los contenidos mediáticos, sino para que contribuyan, como futuros profesionales comunicadores, al desarrollo social. Las ONG como Calandria han hecho su parte en el rubro de Comunicación para el Desarrollo. Hay innumerables informes sobre su loable labor en la comunidad, sobre todo la más necesitada. Hay testimonios de madres de familia que han participado en talleres de superación personal. Incluso, muchas han sido capaces de producir, dirigir y crear programas de radio que las han ayudado a elevar su autoestima, a comprender el sexismo, los estereotipos y, sobre todo, a comprender que no todo es como los medios lo muestran. En 2007, emprendí una investigación experimental como pretexto para hacer mi tesis de maestría en Educación. Tomé un módulo que la UNESCO publicó en los ochenta. No encontré otro manual más actualizado. Enseguida, me propuse mejorar el aprendizaje de los contenidos mediáticos de mis alumnos que ingresaron a primer ciclo en la carrera de Ciencias de la Comunicación en una universidad privada. Los resultados fueron satisfactorios. Les tomé una prueba de entrada y la nota que obtuvieron con respecto a la criticidad mediática fue 07. Después de aplicar el módulo, en 16 semanas y a través de dinámicas inductivas, juegos y trabajo en equipo, lograron obtener un promedio de 17. Los participantes analizaron telenovelas, publicidad, programas de radio, dibujos animados y, sobre todo, descubrieron por sí mismos que los medios no reflejan la realidad, la reacomodan de acuerdo con los intereses económicos, políticos y hasta religiosos. Si juntos, como sociedad, no consumimos más “basura”, entonces la oferta tendría que adaptarse a una demanda cada vez más inclinada hacia el desarrollo social. 21


HISTORIA DE UN ENTRENADOR DE FÚTBOL PARA CIEGOS Giuseppe Herrera Chamorro siempre tenía claro que uno de sus objetivos era ayudar a las personas con discapacidad visual

ESCRIBE: VICTORIA DE LOS ÁNGELES BEATRIZ

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l entrenador de Fútbol 5 Giuseppe Herrera Chamorro usa la creatividad para que sus pupilos puedan lograr sus objetivos y representen al país en los juegos Parapanamericanos del 2021. Salvo los arqueros, Giuseppe sabe que sus pupilos no lo ven, pero esto no impide que puedan practicar el Fútbol 5 con gran maestría, dedicación y esfuerzo. Todavía no ha vuelto a los entrenamientos por la pandemia, pero espera con tranquilidad que lleguen tiempos mejores. Giuseppe creció en el distrito de Lince, en una casa donde vivía con sus padres y con sus abuelos. Desde pequeño él veía que tan importante era ver y, muchas veces, solía vendarse los ojos y caminar con ellos puestos. Para Herrera era una bendición que él no tendría ningún obstáculo para mirar, ya que, cada miembro de su familia tenía 22

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alguna enfermedad a la vista. Siempre se le venían ideas sobre cómo se puede ayudar a las personas que tiene dificultad para ver y por años repetía ese juego de vendarse los ojos. Tenía claro que uno de objetivos centrales era ayudar a las personas que padecían discapacidad visual, ya que el juego que practicaba hacía entender que no era nada fácil vivir sin ver. Estudió en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos la carrera de Educación Física y Personal Training Fitness en ENDA, Escuela Nacional de Aeróbicos en el año 2005. Cierto día, Giuseppe recibió la llamada del equipo de sus amores: el cuerpo técnico de Alianza Lima y no dudó en presentarse, porque era lo que más anhelaba. En este club entrenó en las divisiones menores y le sirvió mucho para trabajar con chicos que no pueden ver. Después, Giuseppe fue invitado a participar en la Asociación Nacional Paralímpica del Perú como entrenador. Este llamado fue el punto importante de su carrera. Tan solo pensar que podría dirigir a un grupo de personas ciegas, en un equipo de fútbol, se le erizó su piel. Actualmente tiene el reto de llevar a su equipo a los juegos Para Panamericanos que se realizará el 2021. Fútbol para ciegos, Fútbol 5 o Fútbol Sonoro es una práctica deportiva que constituye una modalidad de fútbol adaptado para personas ambliopes y no videntes. Es considerado deporte paralímpico

desde 1996, se utiliza una pelota sonora y cada equipo se integra con cuatro jugadores ciegos o con disminución visual severa, que deben jugar con cubre ojos y un arquero vidente, que debe orientar a los jugadores no videntes, completándose con un llamador ubicado detrás del arco contrario y las indicaciones orientativas del director técnico. La Asociación Nacional Paralímpica del Perú tiene por finalidad promover el deporte para las personas con discapacidad teniendo el firme compromiso de brindarles la oportunidad de participar en los diferentes eventos del circuito paralímpica. El Fútbol 5, reservado para deportistas con discapacidad visual, es uno de los deportes que estará en los juegos Para Panamericanos y el equipo peruano se viene preparando con mucha responsabilidad. Herrera realizaba trabajos con todo el equipo, como: Gimnasio, para el desarrollo de sus fuerzas y trabajo de losa, para el dominio técnico. También, se planificaba algunos partidos para mejorar los trabajos tácticos. Esto sirve para el desarrollo íntegro del equipo tanto práctico, táctico y psicológico. Para Giuseppe no ha sido sencillo llegar hasta donde está. Aduce, que su motivación, como del plantel, es representar al Perú. Además, dice, es importante estar al nivel del otro equipo así sea por años que tengan, el reto es grande y deben estar 100 % listos y preparados ante cualquier rival que se


El entrenador de Fútbol 5 juega con la creatividad para que sus pupilos puedan lograr sus objetivos.

El entrenador de Fútbol 5 Giuseppe Herrera Chamorro tiene el alma de campeón.

Giuseppe Herrera ganó mucha experiencia entrenando a equipo de menores de Alianza Lima.

Salvo los arqueros, Giuseppe sabe que sus pupilos no lo ven, pero esto no impide que puedan practicar el Fútbol 5 con gran maestría, dedicación y esfuerzo. Todavía no ha vuelto a los entrenamientos por la pandemia, pero espera con tranquilidad que lleguen tiempos mejores. pueda presentar y llevar el nombre del país hasta lo más alto. El propósito de los jugadores también es desarrollar destrezas y actitudes necesarias para aprender y llevar a su vida cotidiana. Ellos tienen dibujado el campo en su mente y su único objetivo es sacar cara por el Perú. El fútbol peruano no puede estar mejor representado por un grupo de jóvenes que su único sueño es cumplir con su compromiso y llevado de la mano con un grande de corazón como el entrenador Giuseppe. Giuseppe nos comparte este mensaje: “Se puede fallar irrepetiblemente en la vida, y exigir a los demás, pero si primero no sientes la necesidad de los otros no podrás sentir la tuya”. 23


RETOS

Kimberly GarcĂ­a es una marchista ejemplo. Es una deportista de primer nivel.

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AL COMPÁS DE UNA MARCHA ESCRIBE: ANGELLI GOMEZ

Kimberly García, nuestra deportista olímpica, no deja de entrenar, a pesar de no poder salir de casa

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s cierto que se ha levantado la cuarentena general, pero esto no quiere decir que hemos vencido ya al nuevo coronavirus y el número de muertos es alto y es alto el número de contagios. El Perú se ha convertido en uno de los países más peligrosos, porque aquí nadie está seguro. Cualquiera puede contagiarse y, además, la informalidad cunde, el desorden crece, las aglomeraciones continúan. En este contexto nuestra marchista, nuestra deportista olímpica Kimberly García sigue entrenando, por mayor, seguridad en casa. Luego de superar el tiempo estimado de 1 hora y 31 minutos que exigía la Federación Internacional de Atletismo en la marcha femenina, Kimberly García, logró completar los 20 kilómetros en 1 hora, 29 minutos y 24 segundos, llevándose la medalla de oro en la Copa Panamericana de Marcha Atlética realizada en México, en abril del año pasado. Y con esta marca logró su clasificación a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. No se imaginó, sin embargo, que la espera sería larga. La pandemia obligó a guardar la llama

olímpica. El Comité Olímpico Internacional aceptó la propuesta de reprogramar los Juegos Olímpicos que comenzaría el 23 de julio del 2021 al 8 de agosto, un año después de la fecha prevista inicialmente. El último pronunciamiento de Thomas Bach, presidente del comité, no es claro, pero indica que el evento deportivo se realizará a puertas cerradas o se cancelará del todo, al no haber una vacuna, por el bien de los organizadores y de los atletas. Tokio 2020 sigue a la espera, pero Kimberly García continúa entrenando para su regreso a la pista. Con una cinta de correr, ella trata de adaptarse, en casa, a su rutina, como lo era antes de la cuarentena, aunque en su alimentación no ha variado, come sano. En las mañanas, a un ritmo moderado, marcha 15 kilómetros en aproximadamente 1 hora y 30 minutos. En las tardes hace fortalecimiento con algunas pesas y barras a su alcance. “Bueno, esto me está ayudando”, señala Kimberly. Entre muchas cosas que extraña nuestra marchista es el Estadio Mariscal Castilla, de su natal Huancayo. En ese lugar, Kimberly realizaba sus entrenamientos diarios de dos turnos, uno por las mañanas de 6:30 a 9:30 y otra por las tardes de 3 a 5. Por las noches, tres veces por semana, realizaba natación. “La cuarentena modificó toda mi rutina”, dice. Para Kimberly el confinamiento no le ha interrumpido totalmente, pues estos días de cuarentena ha vuelto a tomar algunas actividades como dibujar, hacer manualidades, cocinar y hacer postres en su casa de Castilla, con su mamá Gabriela León.

No se detiene, se alista para la competencia.

Con la medalla de oro ganada en México.

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LAS NUEVAS FORMAS DE DISFRUTAR EL CINE El autocine continuará siendo una propuesta de entretenimiento alternativa pero temporal mientras nos reincorporamos de nuevo al mundo ESCRIBE: NÉSTOR RIVERA

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onfieso que no me impresionó la propuesta del autocine como alternativa a las salas tradicionales luego del periodo de aislamiento obligatorio. Pero la considero un paliativo, una medida temporal. Entiendo perfectamente que, al levantarse las restricciones propias de una larga cuarentena, poco a poco nos iremos reintegrando a nuestras actividades laborales y de ocio, y también comprendo que el distanciamiento social tendrá que mantenerse por algún tiempo. Pero de ahí a creer que la experiencia de una sala cinematográfica pueda ser reemplazada por el autocine, hay mucha distancia. En primer lugar, habría que decir que el autocine sería un servicio

ESPAÑA

totalmente nuevo para los jóvenes, ya que como alternativa de esparcimiento desapareció hace décadas, y que, de regresar, debería por lo menos estar a la altura de los requerimientos tecnológicos de nuestra era. Y esto no es algo tan simple de lograr. El cine es una experiencia que necesita ser vivida con la mejor calidad de imagen y sonido posible. Vivimos en una época en la que las películas en alta definición pueden verse en casa a través de programas de streaming y utilizando televisores ultra HD, 4K y sistemas de sonido Home Theater. Sin embargo, no se compara con la experiencia en una sala de cine. Hacer cola para adquirir una entrada, comprar

El diario “El País” publicó esta elocuente imagen del estacionamiento de Cinemacar Alicante

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pop corn y ubicar la butaca con la sala a oscuras tiene magia y encanto con la que no puede competir el streaming. De otro lado, los meses de encierro harán que el público una vez levantada la cuarentena, desee asistir en lo posible, a eventos masivos. Ese es el único punto fuerte, lógico y razonable del retorno del autocine. UNA HISTORIA NOSTÁLGICA Muchos creen que el autocine (o drive-in theater) surgió en los años cincuenta en los Estados Unidos, debido a la gran difusión que tuvo a través de las películas de Hollywood. Sin embargo, este servicio surgió mucho antes en Nuevo México antes de 1920. Era la época en la cual la venta de automóviles crecía con gran rapidez y sin embargo, el autocine demandaba demasiados recursos técnicos. El cine todavía era mudo, pero la logística de instalar inmensas pantallas al aire libre hacían poco rentable el negocio. En los años 30 los empresarios vuelven a la carga, y ya con la proyección de películas sonoras, el servicio se posicionó en el mercado como más barato para el consumidor que una sala de cine convencional. Este es un punto muy importante a considerar, porque es claro que desde el principio, había una diferencia tecnológica notable entre un cine proyectado al aire libre y otro proyectado en una sala cerrada. Como bien lo muestran las películas de Hollywood, la era dorada de los autocines se dio en los años cincuenta, convirtiéndose en parte del estilo de vida americano, especialmente de los jóvenes. En las décadas siguientes, el servicio desapareció por las mismas razones que se dieron en otros países: El ruido de las grandes ciudades, la baja calidad del sonido (En algunos casos se utilizaban frecuencias de radio para que los autos sintonicen el audio de las películas), problemas climáticos (Viento, lluvias) y por el auge de los multicines y su variada oferta de películas en un mismo lugar. EL AUTOCINE EN EL PERÚ En plena cuarentena, algunos diarios mencionaron que de abrirse un autocine en la Costa Verde, sería el primero de este tipo en el Perú. Al parecer no recuerdan

Es curioso, estamos volviendo a las formas antiguas de ver películas.

que mucho antes, en los años cincuenta, hubo un autocine, que realmente fue el primero y único del país. Estaba situado en el distrito de San Isidro, llamado “Drivein”. Según el portal “El Comercio”, el lugar ofrecía dos funciones: a las siete y a las nueve y treinta de la noche. La entrada costaba cerca de cinco soles de la época más dos soles por derecho de estacionamiento. El local cerró en 1975. En España, país que está mpas adelantado en el levantamiento de restricciones, se planea abrir gran cantidad de autocines que proyecten películas, conciertos y según el portal “El Nuevo Siglo”, hasta misas. Pero ¿Qué pasará cuando se reabran las salas de cine? ¿Continuará la oferta de los Drive-in? La subsistencia de este servicio dependerá de lo que ofrezca al público, algún plus que no brinden las salas convencionales, y aquí habría que considerar, por ejemplo, el precio. Para el consumidor actual, el autocine será un nuevo servicio y deberá posicionarse en el mercado como tal. La nostalgia de los autocines de los cincuenta y sesenta, el regreso al pasado no significará mucho para un público joven. Por otra parte, hará falta un espacio muy grande, y la propuesta del local en la Costa Verde frente al mar puede ser muy romántica pero no contaría con el sustento de un proyecto serio y seguro con todas las garantías que debería exigir Defensa

Muchos creen que el autocine (o drive-in theater) surgió en los años cincuenta en los Estados Unidos, debido a la gran difusión que tuvo a través de las películas de Hollywood. Sin embargo, este servicio surgió mucho antes en Nuevo México antes de 1920 Civil. Además, este servicio requeriría de una fuerte inversión en infraestructura (Pantalla gigante y sistemas de sonido) que sería muy costosa frente al precio de la entrada. Por último, la oferta de las plataformas de cine en casa, que se han consolidado durante la prolongada cuarentena, seguirá manteniéndose fuerte debido a que muchas personas por más que se levante la cuarentena seguirán prefiriendo quedarse en casa por precaución. El autocine entonces continuará siendo una propuesta de entretenimiento alternativa pero temporal mientras nos reincorporamos de nuevo al mundo. 27


TÚ AYUDAS, ELLOS SON EL PUENTE Compartir el pan de cada día es una regla religiosa, espiritual y existencial que nos conduce a ser mejores personas y humanos ESCRIBE: JORGE CLAVIJO CORREA

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a medicina contra todo mal es el amor. Un virus ha cambiado la vida y el estilo de vida de millones de personas: miedo, desesperación y la incertidumbre de no saber qué pasará mañana parecer ser el común denominador en quienes sienten perder la fe. Sin embargo, en medio de la crisis, hay esperanza: varios han renovado su espíritu, valoran la vida, a quienes los rodean y dan un sentido profundo a cada acción que realizan. Compartir el pan de cada día es una regla religiosa, espiritual y existencial que nos conduce a ser mejores personas y humanos. Somos soldados en una guerra no declarada, pero intensa. Nos defendemos con balas de caridad y nos protegemos con chalecos de amor al necesitado: somos puentes entre los que tienen y los que necesitan. Nos contagiamos de amor. Es sábado por la madrugada y Elizabeth repasa en su cuaderno y en su corazón la agenda venidera del día: la preparación de 300 desayunos (avena, espesa como el buen amor, y dos panes con generoso 28

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corte de jamón). Mira a su alrededor y observa las canastas, “bien taypá” para 20 ollas comunes, que por estos días parecen rebeldes invadiendo la vía pública en los arenales del centro poblado Alto Trujillo. Y aunque cada bolsa contiene tres kilos de arroz, tres kilos de azúcar, una botella de aceite, un kilo de avena, cinco latas de conserva de pescado, un kilo de sémola y un kilo de menestra, su corazón se aflige: sabe que es insuficiente y que a su retorno a casa observará a madres desesperadas corriendo tras la camioneta que la moviliza, pidiéndole alimentos: “háganlo por los niños” es la frase hiriente, pero motivadora, al final de la jornada. El buen amor también lastima y arranca lágrimas. Son las seis de la mañana y los tres voluntarios se han reunido en su cubil solidario, que por estos días opera en un modesto y cálido departamento, de un multifamiliar de la urbanización El Recreo. Es la casa de Elizabeth, en donde se arman las canastas, se corta el pan, se prepara la avena y todos se abrazan pensando en las decenas de sonrisas que arrancarán de los labios de indigentes, mendigos y de cuanto necesitado observen por la calle pidiendo comida, o en los parques, en donde el juego hace que los niños olviden el hambre que carcome sus estómagos y desgasta sus energías, pero no sus sueños. Es una especie de constante en los días de pandemia, en donde, para los vulnerables”, alimentarse es una especie de milagro que llega en forma de caridad. No todos ayudan y muy pocos comparten. La marcha empieza lenta y los ocupantes de la camioneta, piloteada por Víctor, otro de los voluntarios, miran a todos lados en busca, como en una película de guerra - porque estamos en guerra, de algún sobreviviente: debajo de los árboles, en las

bermas, entre los cúmulos de basura, en los semáforos y recostados sobre las bancas de algún parque solitario distinguen a niños, adultos y adultos mayores que han pasado la noche con el estómago vacío. Entonces, el agobio se convierte en alegría: “esta comida ha caído del cielo” alguna vez dijo un adulto mayor quien, bajo los puentes del baypass del óvalo Grau, recorre las miradas de conductores y peatones para pedir su apoyo y compartir su necesidad. El desayuno se ha terminado. Es medio día y el día que empezó triste color panza de burro empieza a sonreír. El sol ha salido, señal de buen augurio. El almuerzo para repartir es arroz blanco con menestra verde y guiso de pollo (bastante jugo para darle sabor a cada bocado). A lista de beneficiarios ocasionales se suman diez militares, quienes, pese a sostener un rifle y hablar con voz imperativa – más por disposición y formación que por esencia – devoran el menú con pasión y rapidez. “En

Somos soldados en una guerra no declarada, pero intensa. Nos defendemos con balas de caridad y nos protegemos con chalecos de amor al necesitado: somos puentes entre los que tienen y los que necesitan. Nos contagiamos de amor.


todo el día no hemos comido”, dicen casi en coro, mientras se alimentan tras hacer una pausa en su apoyo a la Policía en un operativo de control. Al necesitado no se le distingue por su vestimenta y hambre da todos los días y tres veces al día. La tarde se subraya por el andar apresurado de los peatones. Son más de las cinco y se aproxima la inmovilización social obligatoria y lo que menos desea un buen ciudadano es caer en manos de la Policía, terminar en un calabozo y pagar una multa significativa: la pandemia ha golpeado los bolsillos, pero no la moral. La camioneta piloteada por Víctor, flaco de aspecto, pero rechoncho de generosidad, ha llegado al barrio 6 de Alto Trujillo. Mujeres y niños corren tras el vehículo, como todos los días y a cualquier hora tras cualquier vehículo para pedir alimentos. Las collas comunes parecen fortines flanqueados por carteles en donde se lee con amargura y nostalgia: “tenemos hambre”, “hace días que apenas desayunamos”, “no existimos para el Estado”, “Somos los abandonados”. Como dice la canción de Los Prisioneros “Los que sobran”, pero no para Elizabeth, madre de una adolescente maravillosa, inteligente y con don para el canto. A sus 33 años, estatura media, ojos marrones, aroma a vainilla y piel blanca como la leche, carga muchas experiencias que moldearon su

espíritu caritativo: entre las negativas, el haber pasado hambre y haber dormido en las peligrosas calles de la capital – “Lima, la horrible”. Su corazón sabe de tristezas, de necesidad y también de milagros. En el día menos pensado alguien fue generoso con ella y el acto sublime de llevar ayuda a los demás es para ella un tributo a las experiencias positivas de la vida, esas que le dieron significado a su existencia. Entrega las canastas con la misma pasión con que entrega su amor a su hija de 13 años y a un muchacho de piel canela, quien por estos días ha encadenado su corazón: un amor que nació en la pandemia, un amor de abrazos y besos apasionados que un día de labor social tuvieron como contexto inverosímil los humeantes cúmulos de basura del relleno sanitario: fue un día en que llevaron desayunos a las mujeres y niños, quienes día a día buscan entre los desperdicios algo para comer, aun sabiendo que podría ser el último bocado por la contaminación y la toxicidad. El amor de Elizabeth es el tercer voluntario. Ayudar, para ellos, es un amor cómplice fruto de la colaboración de decenas de hombres y mujeres de buen corazón que dan su granito de arena para paliar las heridas de esta guerra para la que nunca nos hemos preparado. Tú ayudas, ellos son el puente. 29


DIARIO DE UNA PANDEMIA 30

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Es extraño. Cuando bajo del edificio siento como si todos los días fueran primero de enero: todo está en silencio y desolado, como si la gente aún durmiera vencida por alguna resaca larga e intensa.


El relato y reflexión de un periodista y escritor desde la cotidianidad de una de las ciudades más golpeadas por el coronavirus en el Perú. OMAR ALIAGA LOJE

SEMANA 1 Yo también lo he notado: el canto de los pájaros se oye más que nunca en las mañanas, como una melodía madrugadora, gracias a que la calles suenan muchos menos, los vehículos del transporte público escasean y no hay voces saliendo de ellos. Es extraño. Cuando bajo del edificio siento como si todos los días fueran primero de enero: todo está en silencio y desolado, como si la gente aún durmiera vencida por alguna resaca larga e intensa. No hay movimiento, voces y pasos apresurados. Pienso, supongo que se debe a que ahora duermen muy tarde y se levantan también muy tarde. No hay trabajo ni clases, lo mismo da. Pero todo cambia con el transcurrir de las horas. Las voces se multiplican, vienen de todos lados cuando bajo el edificio y camino los pasillos. Hay vida dentro de todos esos departamentos, y hasta la pequeña perrita cockapoo que vive junto a mí parece asustarse, sobresaltarse al oír tanta vida alrededor. Y huele mucho a comida. Todos cocinan: frituras, tallarines, hongos y laurel, guisos y sopas. La comida casera. Afuera la vida se reduce a algunos pocos autos que van y vienen, a algún que otro policía o soldado que patrulla. Quienes trabajamos en estos días de emergencia nacional sabemos lo que es caminar por las calles de Trujillo en esta situación inédita. Es una sensación contradictoria porque la ciudad está limpia y apacible, libre y briosa; y, sin embargo, también hay desolación, una soledad apocalíptica, es como una ciudad fantasma a la que solo le faltan algunos zombies merodeando por el ámbito peliculero de la decadencia. Es muy extraño. A veces uno se encuentra con alguna persona por la calle solitaria y ocurre lo que ya no ocurría: nos miramos, nos reconocemos y, curiosamente, nos saludamos. Sí, nos saludamos: – Buenas tardes. – Buenas tardes. Y así.

SEMANA 2 Hoy por la mañana acudí al supermercado Tottus, en el Open Plaza, a unas cuadras de casa. Y había cola, mucha gente. Me detuve, no sabía si dar la media vuelta y regresar, o esperar. Así estuve un par de minutos, irresoluto y con la mascarilla puesta. Vi que había otra entrada para ingresar a la parte de los bancos; recordé que debía retirar dinero del cajero y opté por ir, pues además no había cola. En la puerta el hombre de seguridad me detuvo, puso un aparato que parecía un sensor a la altura de mi frente, hizo clic, y me dijo: "Adelante". Pero adentro había cola para ingresar a la zona de los cajeros, y dividida por cada entidad bancaria correspondiente. Esperé. Caballero. Un metro de distancia. Fueron pasando uno por uno hasta que me tocó el turno. Los carritos de compras estaban colocados de un modo que concretaban un límite entre la zona de cajeros y el resto del súper. Después de retirar el dinero salí por el lado del estacionamiento de autos ("por aquí es la salida"). Afuera, me percaté que la cola para ingresar al mismo Tottus había bajado en cantidad de personas. Ahora sí fui hacia allá. Todos a un metro de distancia, parados en las líneas personales divisorias. Así esperé. Así esperamos. Todos con mascarillas. Y cuando me tocó el turno de ingresar, otra vez el adminículo a la altura de mi frente, el clic y pase usted. No acababan allí las medidas. Leí en un letrero: "Suba a lavarse las manos a los SS. HH.". No era solo una sugerencia, había personas de seguridad o empleados instándonos a subir primero a los baños. Después del lavado de manos, al bajar, otra vez: un hombre te esperaba con alcohol en gel y te ponía un poco en las manos. Más valía prevenir... Era una situación alucinante. Como en esas películas en las que los sobrevivientes de un holocausto tratan de moverse entre los linderos de vida que quedan. Y era aún más alucinante porque mientras tanto escuchaba a través de los audífonos la voz grave y apocalíptica de Nick Cave cantando desde la desolación. Caminé con cautela, temiendo cualquier roce, calculando más de un metro por cada distancia, lamentándome tocar los productos, coger las monedas, sentir una picazón en la nariz o en cualquier parte de la cara por culpa de esa mascarilla. Es una locura verdadera. Y todavía estamos a mitad de esa locura. O quizás solo en el comienzo de ella. (Pasa a la siguiente página)

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LOS NÚMEROS SERÁN FRÍOS, PERO LA ANGUSTIA TRÉMULA Y VIVA (Viene de la página anterior)

El Facebook me reporta a amigos y conocidos llorando la pena de una partida inesperada, lamentando el último adiós sin adiós de algún familiar y ser querido. SEMANA CUATRO La noche será muy larga. No es por alarmar, pero estos días que vienen son los cruciales, y los más duros para todos. Los números probablemente se sinceren debido a que se procesarán más pruebas de COVID-19, y la curva temida llegará a su pico. Serán días dolorosos, tenemos que decirlo, aunque quiebre nuestra alma. Los números serán fríos, pero la angustia trémula y viva. Y todos deberíamos tomar por ello estas semanas con la épica trascendental que el caso requiere, como si nos jugáramos la final de una copa del mundo. Solo que esto no es juego. No es un juego de divertimento, pero están en juego las vidas de nuestros compatriotas, la salud de todos nosotros. Las medidas están dadas, las normas y los llamados, las invocaciones y las sanciones, los llamados de atención. Si es que fallamos no habrá sido una derrota cualquiera. No habremos perdido un partido cualquiera. Habrá sido una derrota trágica e irreversible. Porque le habremos fallado a todos, a los nuestros, a las personas que amamos, a nuestra historia, al futuro y a las generaciones que esperamos lleguen en el futuro. Habremos hecho que el esfuerzo de tantos héroes que hoy se arriesgan en los hospitales y en las calles y en las plazas y los rincones donde nadie quiere ahora meterse, sean vanos, inservibles, inútiles. Habremos traicionado a la vida y a la alegría de la vida.

SEMANA SEIS Les tengo una no muy buena noticia. Cuando se termine el riguroso estado de emergencia no podremos volver a nuestras actividades normales cotidianas. El virus que hoy nos tiene confinados no habrá desaparecido y, aunque hayamos podido controlar en parte la curva ascendente de contagios (es lo que se espera, por supuesto), la posibilidad de infectarse no se habrá ido. No podremos volver a hacer las cosas que hasta hace poco hacíamos sin reparo. Le diremos adiós, y por tiempo indefinido, a los conciertos y a los eventos masivos como el fútbol. Los locales de diversión volverán a abrir –si es que abren –pero con restricciones, con aforos mucho más limitados. Los viajes interprovinciales deberán también disminuir en frecuencia y en número de pasajeros. Los vuelos internacionales, ni qué se diga. Por ende, habrá una reducción dramática en los ingresos por el turismo. Las clases en los colegios y universidades no serán las mismas. Las aulas de aprendizaje no serán las mismas. Los docentes, en su gran mayoría poco duchos en los asuntos del teletrabajo y la enseñanza virtual, tendrán que aprender a la mala y sobre la marcha. Seguramente el uso de la mascarilla continuará. Y los hábitos de limpieza también entre todos nosotros. Nos miraremos siempre con desconfianza, miraremos el cuerpo del otro y su cercanía con recelo. Ay de ti si estornudas o toses. Mejor esconde la cabeza o aléjate como un apestado. Los nuevos besos quizá se hagan esperar; lo pensaremos mucho antes de ponerle las manos encima a una nueva conquista. Ni siquiera estaremos del todo confiados ante las personas que conocemos bien (llámese pareja, novia o saliente). Claro que habrá a quien no le importe nada y haga su vida normal, como si la pandemia nunca hubiese llegado por aquí. Y esa persona, esas personas, serán las que pongan otra vez en riesgo a todos. Será todo muy distinto. Y habrá que acostumbrarse.


SEMANA DIEZ

SEMANA ONCE

El Perú es un país desigual y eso lo está pagando. Decían muchos que estábamos ante una enfermedad democrática, y sí, es cierto, todos estamos expuestos a ella. Pero ataca de manera especial a los que peor viven, a los últimos de la fila, quienes no pueden darse el lujo de hacer cuarentena durante dos meses o seguir trabajando desde su casa, con una laptop o una Mac; quienes viven sin servicios básicos y hacinados en cuartuchos. Y ese quizá haya sido el mayor error del gobierno: no mirar esas diferencias, ese abismo, esos dos países que conviven en uno de manera irreconciliable. Ese país que aún no logra ser nación, como tan bien lo describiera Arguedas. Por eso las autoridades y otros se rascaban la cabeza -como quien no entiende nada- cuando veían las colas para el cobro de los bonos, las aglomeraciones clamorosas en los mercados populares, el lleno total de los micros, la gente en las calles desesperadas por llevar el pan a su casa. Es difícil dar respuestas satisfactorias para un país que lleva décadas desestructurado, partido y sumido en la informalidad. Esa característica tan alabada y celebrada, el perfil del emprendedor todo terreno, el emprendedor mil oficios, el que vende por aquí y por allá lo que haga falta, el recurseo y el ingenio al margen de la formalidad. Digámoslo claro, todo esto ha sido también nuestra ruina a la hora de enfrentar la pandemia. Millones cuyas economías no están bancarizadas, cuyos registros de su actividad con su nombre no existen, ¿cómo podían honrar el quédate en casa? Así, el bono del Estado con ese nombre terminó siendo una cruel ironía. Si a todo esto le sumamos el déficit en salud y educación, de los peores de todo el continente, pese al tan cacareado crecimiento económico, tenemos una explicación a lo que nos está pasando.

Oxígeno con sobreprecio mientras gente se muere porque no puede acceder a este vital elemento. Medicinas encarecidas y clínicas miserables poniéndole sobreprecio a la esperanza. Pastillas bamba hechas en laboratorios improvisados. A veces este país se asemeja a una cruel pesadilla.

SEMANA DOCE

Mi amigo Jorge Tume es un tipo de humor afilado, dispuesto a inventarse bromas incluso en medio del pesar. Quienes lo conocen en su faceta de docente, escritor y promotor cultural lo saben. Sin embargo, en estos últimos días las circunstancias lo han obligado a compartir, casi a diario, las noticias más tristes. El coronavirus se ha ido llevando las vidas de personas queridas de su tierra entrañable: Bernal. Entre ellos, justamente, el exalcalde de ese distrito sechurano, su gran amigo Froilán Ayala; y ahora recientemente su adorada tía Emilia Quiroga. El sábado, además, el buen Jorge Tume tuvo que publicar otro texto de lamento por la partida del pintor Demetrio Saldaña. Este vivía a metros de su oficina y era un vecino cercano, y lo admiraba por su trabajo que refleja la ciudad de Trujillo con sus calles, balcones y casonas coloniales. Saldaña murió sin oxígeno, y ni siquiera el pedido que hicimos muchos a través de las redes pudo ayudarlo. Otro amigo nuestro, con quien hemos compartido comidas, bebidas y conversas varias, el cronista Eloy Jáuregui, libra por estas horas su lucha contra el coronavirus. Se contagió trabajando, recorriendo hospitales y conversando con enfermos para poder reconstruir esas historias con el talento y el genio que le conocemos. Todos esperamos que salga victorioso y nos regale la dicha de leer su libro. Y es que así está ahora el virus, tocando nuestras puertas, llevándose a los nuestros, poniendo a prueba nuestra fe y esperanza. Todos estos

Decían muchos que estábamos ante una enfermedad democrática, y sí, es cierto, todos estamos expuestos a ella. Pero ataca de manera especial a los que peor viven, a los últimos de la fila, quienes no pueden darse el lujo de hacer cuarentena durante dos meses o seguir trabajando desde su casa, con una laptop o una Mac; quienes viven sin servicios básicos y hacinados en cuartuchos.

días, cuando después de despertar le doy una mirada al celular, temo por las malas noticias que podría encontrar ahí. Y así está ocurriendo. El Facebook me reporta a amigos y conocidos llorando la pena de una partida inesperada, lamentando el último adiós sin adiós de algún familiar y ser querido. Y ayer domingo, las noticias llegaron desde un grupo de WhatsApp. Es el grupo de mi promoción del colegio San Juan, de la “B”. Uno del grupo, que radica en España, vive la angustia de tener al papá enfermo de Covid-19 en Trujillo, y se duerme temiendo que la trágica llamada lo despierte al otro lado del mundo. Y otro amigo de la promo, aquí en Trujillo, tiene a la madre en la misma situación, enferma por el coronavirus, necesitada de oxígeno. Ayer domingo todos en ese grupo de WhatsApp sentimos la desesperación de un hijo cuando ve la vida de su madre en vilo. Pero también vimos la rápida reacción de todos para ayudar a cubrir ese gasto oneroso que hoy significan los balones de oxígeno para salvar una vida. Hasta los que sufren económicamente por la crisis pusieron de la suya. Al final, se reunió el dinero y sobró incluso algo. -Que quede para un fondo de emergencia Covid-19 -dijo uno del grupo. Y es que en estos días terribles solo nos queda aferrarnos a esa esperanza, a la solidaridad como arma de resistencia. No habrá otra forma. 33


AVE DE MAL AGÜERO Catalina lloró cuando el médico le dijo que había perdido a aquel hijo que había llevado en su cuerpo durante tres meses ESCRIBE: MARISOL SAAVEDRA

Mientras que le ponía agua y un poco de arroz que había sobrado en la despensa, la frase de su madre perturbaba sus pensamientos y se repetía sin cesar: Si un ave enferma visita tu hogar trae miseria, destrucción e infortunio.

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díatreinta

A

quella mañana, Catalina se despertó con el sonido de una paloma golpeando la pequeña ventana del baño. Se levantó y enfundando sus pies en sus cálidas pantuflas, se dirigió a ahuyentar al animal que perturbaba su descanso. Conforme caminaba, el ruido disminuía y el silencio iba penetrando su modesto hogar. Su mirada se quedó clavada en aquella ave que parecía herida y que escondía la cabeza entre sus plumas. El instinto maternal de Catalina hizo que tomara al animal con mucho cuidado y lo introdujera en una pequeña jaula que había desempolvado rápidamente. Mientras que le ponía agua y un poco de arroz que había sobrado en la despensa, la frase de su madre perturbaba sus pensamientos y se repetía sin cesar: Si un ave enferma visita tu hogar trae miseria, destrucción e infortunio. Catalina era una joven amable, de sonrisa perfecta y alma solidaria. A sus treinta años regocijaba en el vientre a su único heredero, quien habría de acompañarla en su soledad y a quien esperaba con profundo afecto. Su alegría contagiante parecía disfrazar el dolor de haber perdido a su madre unos meses atrás. Esa madre de la que había heredado su gusto por la moda, pero que nunca había compartido las supersticiones y creencias que predicaba, y que siempre atribuía a un hecho futuro. Imaginaba que, si su madre estuviese viva, le diría que debía deshacerse de esa ave lo más antes posible si quería evitar una tragedia. Pero ella ya no

estaba, solo estaba su recuerdo. Se cambió el pijama decidida a enrumbar al veterinario para salvar la vida de aquella ave, aunque esto le costara faltar a su trabajo. Cuando estuvo lista con aquel vestido negro que acentuaba su pequeño vientre, se dirigió a recoger la jaula y el animal no estaba. Buscó a los alrededores y no la encontró. Un miedo extraño invadió su cuerpo. Sabía que había cerrado la jaula, pero alegó que no lo había hecho para explicar una fuga del animal por la ventana. El miedo quedó relegado cuando se acordó que llegaría tarde al trabajo. Cogió las llaves y salió presurosa. Mientras caminaba no pudo explicarse la extraña huida del animal. Le tomó unos segundos darse cuenta de que un líquido descendía por una de sus piernas y que un dolor en su vientre se iba agudizando cada vez más. Se detuvo y pudo observar que lo que se deslizaba y caía, finalmente a la acera, era sangre. Se despertó a la mañana siguiente en la cama de un hospital, con un catéter en el pecho y un olor a medicina que comenzaba a detestar. Catalina solo recordaba que había perdido la conciencia luego de ese incidente. Lloró cuando el médico le dijo que había perdido a aquel hijo que había llevado en su cuerpo durante tres meses. Llevó su mano al vientre como negando la noticia, pero esa caricia le pudo transmitir un vacío y un quebranto en su corazón. Una parte de ella se había ido. Ahí, con más fuerza recordó la frase de su madre.


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dĂ­atreinta R e v i s t a d e l a Fa c u l t a d d e C o m u n i c a c i o n e s de la Universidad Privada del Norte


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