10 Abril, 2011

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DE

A

Caso: Asesinato

El hijo menor del ex gobernador del es 1990. Se señaló como autor al entonces co

“Jefe” Gaytán

S

iempre se dijo que en la época del que fuera gobernador del estado de Sinaloa Leopoldo Sánchez Duarte (1963- 1969) el narcotráfico entró de lleno en aquel lugar del interior de la República mexicana. Pero fue el día 22 de noviembre de 1990 cuando la sociedad se estremeció al ser encontrados tres cadáveres en la Ciudad de México entre los que se encontraba el hijo más chico del ex gobernador Rodolfo Sánchez Duarte. El escándalo fue mayúsculo, pues durante las investigaciones del terrible caso se mencionó como responsable al entonces comandante de la Policía Judicial Federal Mario Alberto González Treviño, quien gozaba de un

buen “cartel” como policía y quien había logrado dar certeros y mortales golpes a la delincuencia organizada al decomisar importantes cargamentos de droga. El alto jefe policiaco fue atorado y llevado a proceso penal, pero durante las audiencias se escenificaron bochornosos actos protagonizados por agentes federales y de la Interpol en las oficinas del Juzgado 30, al plagiar al taxista Óscar García González, principal testigo del secuestro de Rodolfo Sánchez Duarte y otros dos jóvenes, las víctimas de los polizontes fueron dos abogados y dos periodistas, hechos lamentables que se protagonizaron en las mismas oficinas del citado juzgado, lo que con-

El taxista Manuel Sierra Pérez, que fue plagiado con las tres víctimas, negó la participación del jefe federal.

firmó las “patadas de ahogado” de Federico Ponce Rojas en esos momentos alto funcionario de la PGR y varios de sus más estrechos colaboradores que se empeñaban en hundir al comandante González Treviño. En un momento dado les tocó comparecer ante la juez Margarita Guerra y Tejeda, a los jefes de grupo de la PJF David López Palacios y Hugo Cureño Tapia, quienes al plantarse ante la titular del juzgado, coincidieron en señalar que la labor dentro de la policía de Mario Alberto González Treviño como primer comandante de la PJF era buena y que además ocupaba el primer lugar en decomiso de droga, lo cual también fue afirmado por otros elementos de la mencionada corporación policiaca que comparecieron anteriormente. A pregunta de la juez en el sentido de que si González Treviño los obligaba a falsear o distorsionar la verdad sobre los hechos que se investigaban, ambos dijeron que el comandante era una persona recta y que jamás les había pedido que mintieran, señalando también que ellos estaban al tanto que González Treviño iba a ser operado de una hernia el día 20 de noviembre de 1990, mismo día que secuestraron a

Otro de los testigos, policía federal, declaró a favor de Mario Alberto González Treviño. Él es Salazar Carrillo.

Sánchez Duarte y acompañantes, incluso Cureño Tapia afirmó haber hablado por teléfono con el comandante y posteriormente haberlo visitado en Nuevo Laredo, donde fue operado. El mismo declarante se quejó ante la titular del citado juzgado de haber sido arrestado durante 8 días acusado de una violación ocurrida en el estado de Oaxaca, que él no cometió, pero que las autoridades le querían cargar para presionarlo antes que se presentara a declarar en torno del caso del comandante. Esto también se le vino abajo a la PGR ya que los comandantes Carlos Pérez Díaz y Carlos Leyva investigaron los hechos y pudieron comprobar que Cureño Tapia era inocente de la falsa imputación, ya que el día de los hechos él se encontraba en otro lugar, lo que demostró en ese entonces que la PGR era una fábrica de delitos y delincuentes. Preguntando que ¿Cuántos inocentes estarían en la cárcel por la ineficacia de las corporaciones policiacas? Posteriormente otros testigos como el que era comandante de la PJF en el estado de Durango, Miguel Silva Caballero “El Chicochangote” , el taxista, Manuel Sierra Pérez, su hijo José Manuel Sierra García y Ana María Pérez Fernández, carnala de Luis Manuel Pérez Fernández, uno de los tres jóvenes secuestrados y asesinados, manifestaron la inocencia de González Treviño, además el comandante Silva caballero exculpó al procesado (González Treviño) de esas ejecuciones, ya que afirmó que el jefe policiaco y él habían participado en la investigación del asesinato de Norma Corona de los Derechos Humanos (pero ésta es otra historia), agregando que no se explicaba por qué lo querían culpar de las muertes de Sánchez Duarte y sus acompañantes. El taxista Manuel Sierra Pérez también negó haber visto el día del mencionado triple secuestro a González Treviño y al mismo Silva Caballero, sin embargo, sí acusó al ya ex subprocurador de Averiguaciones Previas Federico Ponce Rojas, a Marcelo Vega y marco Antonio Vázquez de cohecho, porque con regalos, autos, placas para taxis y dinero los obligaron a firmar a él y a Óscar García, puras mentiras que perju-


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10 Abril, 2011 by unomásuno - Issuu