Introducción a la Lingüística

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Programa de Licenciatura para Profesores sin Título Pedagógico en Lengua Extranjera

Dado que los conocimientos obtenidos estaban garantizados por un método riguroso, se puede decir que en el siglo XIX surgió la auténtica ciencia del lenguaje: la lingüística histórica y comparada. En 1808, Friedrich Schlegel acuñó el término Vergleichende Grammatik (gramática comparada) para referirse a la necesidad de dedicarse al estudio de la estructura interna de las lenguas con el fin de descubrir las relaciones genéticas, esto es, el parentesco entre las lenguas. Sobre la base de las indagaciones del danés Rasmus Rask, Jacob Grimm publica en 1822 un tratado en el que enuncia la famosa ley de Grimm: un cambio que se produce en las consonantes de las lenguas germánicas (el gótico, el escandinavo, el frisón, el inglés y el alemán). Entre 1833 y 1852, Franz Bopp da a conocer su trabajo sobre la evolución de las formas flexivas del sánscrito, del griego, del latín y de las lenguas germánicas. Bopp es importante porque, de manera novedosa, logró incluir al lituano, el armenio, el albanés y la familia de las lenguas celtas y eslavas dentro de la gran familia indoeuropea. La lingüística histórico comparativa postula que las diferencias en las lenguas se deben a los cambios producidos a partir de una lengua ancestral común. Las lenguas con diferencias más pronunciadas revelaban un distanciamiento temporal mayor. El método comparativo consiste en establecer la relación entre lenguas por medio de la comparación, lo que conduce a reconstruir la protolengua, esto es, la lengua ancestral común. Según el método comparativo, cuando dos lenguas (L1 y L2) presentan un cierto número de semejanzas (no explicables en virtud de préstamos), se puede postular la existencia de una lengua común anterior. El vínculo entre las lenguas se explicita gracias a reglas diacrónicas (leyes del cambio) que permiten postular un origen común como explicación de sus similitudes y dan cuenta de sus diferencias en virtud de su separación en el tiempo. Al analizar lenguas emparentadas como el galés, el inglés y el alemán, se constata que el galés y el alemán resultan más diferentes, razón por la cual se concluye que el galés está más próximo al inglés que al alemán. En el último cuarto del siglo XIX, el escenario de la ciencia del lenguaje fue dominado por un grupo de lingüistas llamados los Junggrammatiker o neogramáticos. Estudiosos como Hermann Osthoff y Friedrich Karl Brugmann apuntalaron la teoría neogramática, cuya idea principal era que los cambios fonológicos estaban gobernados por leyes estrictas que afectan a toda variante, sin excepción. En función de un contexto determinado, un sonido evolucionará siempre de la misma forma. En este escenario, fue un triunfo impresionante para los neogramáticos el trabajo de Karl Verner (1877) sobre una aparente excepción a la ley de Grimm. La primera parte del siglo XX está marcada por el trabajo de Ferdinand de Saussure quien, inicialmente, fue un neogramático (sus primeros trabajos revelan el influjo del modelo de los Junggrammatiker). Sin embargo, Saussure, en sus célebres cursos de lingüística general (1907-1911), se aleja de los neogramáticos y trata de establecer los fundamentos de la ciencia lingüística sobre la base de presupuestos muy diferentes. Mientras que los neogramáticos son atomistas (dado que analizan un segmento, una

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