Revista Universo Holístico UH51

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salud natural

cuestión, esto es un tema absolutamente personalizado. En animales muy sensibles se puede requerir incluso Mustard si se les ve deprimidos o Aspen y Star of Bethlehem si son animales adoptados que previamente han experimentado abandono, porque la incertidumbre de no saber si volverán a por ellos, cuando se les deja en una residencia por muy buena que sea, les puede hacer enfermar. En general ya les supone cambiar de compañeros, de su entorno seguro, de sus horarios, de sus olores familiares, de sus mimos. Es cierto que muchos animales se adaptan bien, comen con el mismo apetito, mantienen sus ganas de jugar, etc., pero en otros se puede dar eso que ahora se etiqueta como “ansiedad por separación” tras volver a casa de nuevo todos juntos. La terapia floral ayuda a prevenir esos estados descentrados del temperamento natural del animal, de la especie que sea. Y apunto esto porque tanto perros como canarios conocen y añoran a sus familiares humanos, llegando a enfermar o a morir de pena. Si bien Rescue Remedy es el primer recurso, varias esencias entre las 38 del sistema de Bach son de inestimable ayuda: Honeysuckle si están muy apegados a su casa, Chicory si el apego es hacia sus familiares, Rock Water si sus rutinas eran muy marcadas, etc. Del mismo modo que las esencias ayudan a la familia humana si no paran de preocuparse por el animal: obsesivamente (White Chestnut), con culpabilidad (Pine), con temor de que les pase algo malo (Red Chestnut), etc. Pero quiero dejar claro que no hay remedios estándar, ni nada que sustituya para la elección de las esencias la escucha y comunicación con el animal, tomarse tiempo para conocer sus reacciones y permitir que la intuición nos guíe para lograr la sintonía hacia las necesidades reales de la criatura. En cualquier caso, comenzar el tratamiento días antes de separase de su familia y continuarlo alguna semana tras el regreso hasta normalizar el ritmo familiar.

Los menos afortunados

También están aquellos que se separan de su familia definitivamente por las vacaciones, en el mejor de los casos colocados en protectoras, en el peor abandonados a su suerte… Y ante esto, el problema más grave es el de la falta de conciencia (espiritual, insisto) de quienes premeditadamente se desprenden del animal, tan solo ya por ser capaces de sacar de su vida esa inestimable oportunidad para aprender a ser humano, a vibrar acorde al universo, a amar… Ahí lo dejo. Es decir, los menos afortunados son una vez más 34

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quienes se dejan gobernar por su sombra, ciertos monos desnudos. Las criaturas abandonadas, en un porcentaje que deseamos aumente, viven después una nueva experiencia basada en el afecto junto a una familia que se deja adoptar por ellos. Otras veces retornan a lugar donde anidan las almas, cumplido su papel en este sueño que apuntaba al principio. Precisamente en estas fechas, y si por mi parte fuera indistintamente de lo que marque el calendario, animo a plantearse la posibilidad de adoptar un animal. O de dedicar el tiempo libre a colaborar de manera voluntaria cuidando de ellos. No nos engañemos, pocos privilegiados pasan todo el verano fuera de casa. La mayoría disponemos de alguna semana de vacaciones sin otro destino que el propio domicilio y cuando no se tienen animales en casa de manera habitual es un sano ejercicio acoger a uno que lo necesite temporalmente, sea a través de una protectora o sencillamente con el perro, gato, pájaro, roedor o reptil (da igual el envase del alma) de un familiar o amigo que sale fuera y no puede llevarlo consigo. En especial si se debe a que el viaje del humano es solo con billete de ida, o según se mire, de vuelta, es decir, al morir o más exactamente cambiar de estado. El otro día en la sala de espera de una clínica veterinaria (zona de tertulia animalista donde las haya), me contaba un chico su caso. Falleció la madre de un amigo dejándole “en herencia” varios perros y gatos, pero él no podía hacerse cargo de todos. Los amigos (amigos de verdad) decidieron quedarse cada uno con un animal y ahora, aquello que pareció una decisión solidaria hacia su amigo y hacia esos animales, se dan cuenta de que es un favor que se hicieron cada uno a ellos mismos, están encantados con sus nuevos familiares peludos y no conciben sus vidas sin ellos. Estas historias sobre cómo los Sanadores y Maestros entran en nuestras vidas cada vez me conmueven más. Sin duda este viaje que llamamos vida, gracias a los animales es el viaje de retorno al centro de nuestros corazones. María del Pilar Zamarra San Joaquín Autora del libro Flores de Bach en Animales. Camino de Sanación y Conciencia en el Amor a Nuestros Amigos del Alma. http://sanadoresymaestros.blogspot.com


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