Para perfilar un tanto la identidad de la bio-ética contemporánea es conveniente distinguir entre lo que pretende ser ella misma como disciplina, por un lado; y por otro, como corriente de pensamiento con la vigorosa dinámica de un movimiento social. En el primer sentido, ella se está constituyendo como meta disciplina crítica, "deconstructiva" de las diferentes morales culturales, para intentar, en seguida, ser fundamentadora de principios últimos para cualquier juicio y prescripción moral particular. En tanto que movimiento social, está tomando el ímpetu de una gran convocatoria a la conciencia humana para reflexionar y asumir nuestras responsabilidades respecto de la totalidad de la vida en todos sus niveles y manifestaciones, comenzando, por su puesto, por preguntarnos acerca del significado y deberes inherentes a nuestra propia condición humana.