Irún a fines de la Edad Media

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Irún a fines de la Edad Media. Documentos para su estudio Pleito entre la Villa de Fuenterrabía y su aldea de Irún (1328-1500) M.ª Soledad Tena García


CIP. Biblioteca Universitaria Tena García, M.ª Soledad Irún a fines de la Edad Media : documentos para su estudio : pleito entre la Villa de Fuenterrabía y su aldea de Irún (1328-1500) / M.ª Soledad Tena García. — Bilbao : Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea. Argitalpen Zerbitzua = Servicio Editorial, D.L. 2011. — 83 p. ; 14 cm. + 1 CD-Rom — (Inéditos de Historia ; 5) El CD-Rom contiene el Catálogo y la Colección Documental D.L.: BI-2910-2011 ISBN: 978-84-9860-573-0 1. Gipuzkoa – Historia – 0500-1500 (Edad Media) 2. Gipuzkoa – Historia – Fuentes 3. Irun (Gipuzkoa) 4. Hondarribia (Gipuzkoa) 946.015.4 "05/15" 946.015.4 (093) Este libro se ha escrito como parte de un proyecto de investigación de la UPV-EHU (Código del proyecto: 9/UPV 0014.130-16009/2004) y de la convocatoria de Ayudas para Apoyar las Actividades de los Grupos de Investigación del sistema universitario vasco (Gobierno Vasco, 2007).

Foto de portada/Azalaren argazkia: Plano de 1719 de Fuenterrabía. Javier Gómez Piñeiro, José Luis Orella Unzúe, Juan Antonio Sáez García, José M.ª Roldán Gual y José M.ª Aramburu, Documentos cartográficos históricos de Guipúzcoa I. Cartoteca histórica del Servicio Geográfico del Ejército, publicado por la Diputación Foral de Guipúzcoa, Departamento de Urbanismo y Arquitectura, San Sebastián, 1994, pág. 249 (241. Les environs de Fontararabie. Signatura: Servicio geográfico del ejército, Cartoteca histórica, atlas 65, Arm. 1.) ©

Servicio Editorial de la Universidad del País Vasco Euskal Herriko Unibertsitateko Argitalpen Zerbitzua ISBN: 978-84-9860-573-0 Depósito legal/Lege gordailua: BI - 2.910-2011 Fotocomposición/Fotokonposizioa: Ipar, S. Coop. Zurbaran, 2-4 - 48007 Bilbao Impresión/Inprimatzea: Sarbide, S.A. P.A.E. Asuaran - Edificio Asua - 48950 Erandio (Bizkaia)


Índice

Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Introducción histórica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . La Tierra de Guipúzcoa. Las villas y la Hermandad de Guipúzcoa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Fuenterrabía e Irún. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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Edición en CD: Catálogo documental . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3 Colección documental . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 71 Índice de personas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 631 Índice de lugares . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 671

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Introducción1

El texto que aquí se transcribe se corresponde con un pleito acaecido a finales del siglo XV entre la villa de Fuenterrabía y su aldea de Irún. Este pleito se encuentra en el Archivo Municipal de Fuenterrabía2 y, aunque fechado en 1560, se retrotrae en el tiempo más de 200 años, hasta 1328. Son 350 documentos que presentan una vívida imagen de una rica e importante aldea a finales del siglo XV. A través de ellos se puede ir conociendo a los habitantes de este núcleo y a los de la cercana villa, sus relaciones, intereses, bienes, dedicaciones económicas, fórmulas de actuación, tanto a nivel personal como de aldea. La riqueza documental es muy amplia y muchos son los temas de estudio que ofrece, de los que aquí apuntamos algunos.

1 Este trabajo se inscribe dentro del Proyecto de Investigación Culturas urbanas y percepciones sociales en los concejos castellanos medievales durante los siglos XIII-XV. HAR2010-14826. 2 El mismo se encuentra en el Archivo Municipal de Fuenterrabía y su signatura es C/5/I/1/1.

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Las normas de trascripción utilizadas han sido recomendadas por la Comisión Internacional de Diplomática y Sigilografía3, adecuándolas a las exigencias de este tipo de documentación. Cada documento va precedido de un número arábigo en negrita que indica el orden cronológico real que le corresponde. A continuación de él van las fechas crónica y tópica, separadas por comas, que dan idea de la fecha y lugar de expedición del documento. Cuando alguno de los datos no aparece expresamente reflejado en el texto hemos optado por introducirlo entre paréntesis «( )». Le sigue una breve regesta, en cursiva, del documento y la localización del mismo, con los folios correspondientes dentro del pleito. Igualmente, hacemos constar si el documento tiene otros en su interior y el número que ocupan en nuestra Colección Documental. Tras estos datos viene la trascripción en sí del documento, en el que siempre constan los folios del original en el que se encuentra, diferenciando entre caras rectas «r.» y vueltas «v.». En la trascripción hemos optado por respetar la grafía original utilizada por el escribano. Por ello hemos respetado la «ç»; hemos trascrito la sigma griega por «s» o «z» según corresponda; la «R» la hemos trascrito como «r» salvo que el escribano haya escrito «rr», respetando, en este caso, la grafía original aunque hoy en día no la utilicemos; hemos respetado las «s», «t» y «l» dobladas como tales; la «X» griega la hemos trascrito por «ch»; la abreviatura sobre la «n» por «ñ»; y, finalmente, la «u» 3 En Commision Internationale de Diplomatique et Commision Internationale de Sigillographie, Folia Caesaraugustuna, 1, Diplomatica et Sigillographica, Zaragoza, 1984.

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con valor consonántico la hemos trascrito por «v»; igualmente, hemos respetado la grafía original en el caso de las «v» y «b», transcribiendo la «v» con astil izquierdo alto por «v» y dejando la «b» solamente para aquellos casos en los que la letra se traza claramente. También hemos desarrollado las abreviaturas del texto, pero hemos respetado las contracciones, separando sus palabras por medio de una apóstrofe «’» a fin de hacer más comprensiva la lectura. Igualmente, hemos tratado, en la medida de lo posible, de aclarar, mediante notas a pie de página, los errores que los sucesivos escribanos que trazaron las copias y traslados del documento cometieron. Los más corrientes son errores en la escritura de los nombres y apellidos de los aldeanos de Irún, así como algunas fechas erróneas. Por último, hacemos constar los añadidos al texto, por omisión o rotura del documento, entre corchetes «[ ]», que nos han servido, igualmente, para introducir las palabras necesarias para comprender, en ocasiones, el texto. Las palabras de ortografía dudosa o incorrecta las resaltamos mediante un «sic» escrito entre paréntesis «(sic)». Estos servirán también para expresar las particularidades del texto (cruces † fundamentalmente). Las tachaduras, correcciones y anomalías van resaltadas en nota al pie. Hemos acentuado y puntuado siguiendo, en la medida de lo posible, nuestras normas ortográficas, con el fin de facilitar la lectura de los textos al lector. Por último, destacamos que, para facilitar el manejo del documento, en la última trascripción llevada a cabo, la de 1560, el escribano Diego de Valera realizó numerosas acotaciones en la zona izquierda de todos los folios, destacando los aspectos que más podían interesar a aquel que, interesado en defender los intereses hondarrabitarras, consultara el documento. No siempre 11


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son legibles, pero, en la medida de lo posible, los hemos trascrito, situándolos en notas al pie de página. Ello explica el gran número de éstas. Igualmente, rubricó todas las caras del pleito, algo que no hemos hecho constar en cada uno de los cambios de folio para evitar incrementar aún más (en 208) las notas a pie de página. Lo que si hemos destacado son las correcciones realizadas por el escribano y destacadas en algunos folios.

Introducción histórica La Tierra de Guipúzcoa. Las villas y la Hermandad de Guipúzcoa La base de la organización territorial guipuzcoana en la Edad Media son las villas, principal agente articulador del territorio. El paso al dominio castellano en 12004 supuso el mantenimiento de esta Tierra dentro de la administración realenga. En esto debe afirmarse un principio de continuidad. Tampoco fueron sobresalientes los cambios operados en las relaciones sociales del área. Los representantes regios en la zona, merinos, alcaldes mayores y corregidores5, no tuvieron un peso específico importante durante el período medieval. Lo que si resultó 4 Vid. Para su conquista vid. J.A. FERNÁNDEZ DE LARREA: «La conquista castellana de Álava, Guipúzcoa y el Duranguesado (1199-1200)» y L.F. PÉREZ DE CIRIZA: «La quiebra de la soberanía navarra en Álava, Guipúzcoa y el Duranguesado (1199-1200)», Revista Internacional de Estudios Vascos. 800 Aniversario de la Conquista de Álava, Guipúzcoa y el Duranguesado, 45, 2, (2000), pp. 425-438 y 439-494 respectivamente. 5 Vid. M.ªS. TENA GARCÍA: La sociedad urbana en la Guipúzcoa costera medieval. San Sebastián, Rentería y Fuenterrabía (1200-1500), San Sebastián, 1997, pp. 199-204

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fundamental fue la aparición y extensión de pequeñas villas que cubrieron prácticamente todo el territorio guipuzcoano a gran velocidad. La cronología de la fundación de las villas comenzó en torno a 1180 y terminó en 14536. Las razones para explicar tan gran número de fundaciones, 27 durante el período medieval, atienden a argumentos de diversa índole. Argumentos de carácter económico, convirtiéndolas en el centro de intercambios comerciales y de diversificación de las actividades económicas existentes hasta el momento en Guipúzcoa, además del beneficio y la potenciación del comercio internacional atlántico. Argumentos de carácter político, para asegurar la posesión y colonización de Guipúzcoa con respecto a posibles intereses navarros. A ellos se unen los de carácter militar y defensivo. Razonamientos jurídicos, para imponer así sobre las divisiones eclesiásticas un continuum del realengo castellano y como una forma de frenar el avance de intereses ajenos a los monarcas, principalmente al crecimiento de los señoríos laicos. Y también el desarrollo demográfico de la zona hasta 13487. La fundación de Fuenterrabía, villa a la que pertenecía la aldea de Irún que aquí estudiamos, se encuadraría dentro de una 6 San Sebastián fue fundada hacia 1180; Fuenterrabía, en 1203; Guetaria y Motrico, en 1209; Zarauz, en 1237; Tolosa, Segura y Villafranca, en 1256; Mondragón, en 1260; Vergara, en 1268; Azpeitia, en 1310; Villanueva de Oyarzun, en 1320; Azcoitia, en 1324; Salinas de Léniz, en 1331; Elgueta, en 1335; Deva y Placencia, en 1343; Eibar y Elgoibar, en 1346; Zumaya, en 1347; Usúrbil, en 1371; Orio, en 1379; Hernani, antes de 1380; Cestona y Villarreal de Urrechua, en 1383; por último, el Valle de Oyarzun recibió el villazgo en 1453. 7 Realizamos un análisis de los motivos de las fundaciones y de las interpretaciones de diferentes autores sobre éstas en M.ªS. TENA GARCÍA: La sociedad urbana en la Guipúzcoa costera medieval, op. cit, pp. 148-155.

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primera etapa de fundaciones que llegarían hasta Alfonso X y que comenzó con la fundación navarra de San Sebastián. En esta etapa son motivaciones comerciales el principal motor de las fundaciones. Gascones y autóctonos mostraron una coincidencia de intereses que se aunaban a los de los reyes navarros y castellanos: la actividad marítima, tanto en el mar como en tierra a través de los astilleros y las rutas de intermediación y las necesidades de abastecimiento de los comerciantes y marineros, pusieron en contacto a los gascones con los linajes de la tierra, quiénes les surtirían de los productos necesarios. Este interés era fomentado por las nacientes relaciones que al amparo de los nuevos lazos comerciales se estaban estableciendo de norte a sur y que, a su vez, se veían potenciadas por las monarquías. Parece seguro que el estímulo a las villas no vendría sólo del lado regio, sino que los dirigentes de la tierra serían los primeros interesados en este fomento. En efecto, los cabezas de linaje vieron aquí una posibilidad más de expansión y se sumaron a las nuevas actividades, incluyendo en ellas a un numeroso grupo de emparentados, aprovechando la misma coyuntura alcista que fomentó el crecimiento demográfico y económico, y que les permitió multiplicar las fuentes de origen de sus rentas. Además, comprendieron muy pronto, ya durante el siglo XIII, las ventajas de bajar a poblar los nuevos núcleos recién fundados. Prueba de ello es que pidieron a los monarcas la creación de otras villas, situadas en lugares estratégicos, beneficiándose de su situación fronteriza con el reino de Navarra y del cierre en sí mismo que sufría el vecino Señorío de Vizcaya. Por ello, la coyuntura alcista de los siglos XII y XIII que provocó un desarrollo paralelo y sin igual de la marina del área cántabra, los intereses repobladores de los monarcas, la aporta14


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ción del Ducado de Gascuña como dote por Leonor de Inglaterra, la constitución de Burgos como principal centro redistribuidor de la lana castellana, son factores que apuntan, junto con el cambio de eje comercial del Mediterráneo al Atlántico, a una primera unión de intereses entre el monarca y los linajes habitantes de la Tierra guipuzcoana que perdurará durante siglos. Todas las villas guipuzcoanas están enclavadas en la encrucijada de tres reinos: Castilla, Navarra e Inglaterra/Francia, sirviendo de enlace y punto de encuentro de los intereses castellanos en el comercio internacional. Estas villas articularon entre sí una red viaria recorrida por recuas de bestias de carga, favorecida por las cortas distancias entre ellas, organizándolas en una tupida red de relaciones y marcando entre ellas una especialización en los tipos de transporte y dedicaciones integradoras de todo el territorio. Ya en el siglo XIII era necesario, vital, para estas villas guipuzcoanas recién fundadas el tráfico internacional de mercancías, sin el cual no podrían sobrevivir8. A estas fundaciones siguieron otras, ya desde mediados del siglo XIII y hasta mediados del XV, que respondían a intereses de otra índole. 8 En un ciclo de larga duración apreciamos como al ser Guipúzcoa y Vizcaya unas zonas pobres en cereales se desarrollaron más fuertemente los sectores secundario y terciario, creciendo la dependencia con el exterior, lo que provocó un aumento del número de vecinos no agricultores, y con ello un paralelo aumento de la necesidad de grano importado, equilibrado en la balanza comercial mediante exportaciones siderometalúrgicas. Ello llevó a la zona a convertirse en un lugar de acarreo incapaz de abastecerse. L.M. BILBAO y E. FERNÁNDEZ DE PINEDO: «En torno al problema del poblamiento y la población del País Vasco en la Edad Media», Homenaje a Julio Caro Baroja, Madrid, 1978, p. 143. Una carta real expedida en 1327 expresa claramente esta dependencia: «E otrosí me enviaron a mostrar en cómo la mi tierra de Guipúzcoa que es muy fuerte e muy menguada de pan e de las otras viandas en guisa que se mantiene de acarreo del Andalucía», G. MARTÍNEZ DÍEZ, E. GONZÁLEZ DÍEZ y F.J. MARTÍNEZ LLORENTE: Colección de Documentos Medievales de las Villas Guipúzcoanas. (1200-1369), San Sebastián, 1991, p. 153.

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Habría que preguntarse por las causas de tan formidable expansión del fenómeno de fundación de villas que se dio en la Edad Media guipuzcoana. Creemos que en buena medida se debió a que los reyes de Castilla pudieron aplicar en esta zona con eficacia lo que las circunstancias impedían hacer en otras, sobre todo de la Meseta. Los monarcas, interesados, ya desde la época de Alfonso VIII, en las actividades comerciales con el exterior con un nuevo sentido, sobre todo desde la reforma impositiva de Alfonso X9, y que se veían apremiados por la necesidad de organizar sobre bases más coherentes y homogéneas sus dominios y necesitados de organizar el realengo mediante la intervención de poderes intermedios o sistemas concejiles, encontraron un terreno fértil para esta organización en la Tierra de Guipúzcoa y consideraron que podría ser una clara y positiva salida al nuevo orden que se estaba estableciendo en el otorgamiento de estas fundaciones. La falta de obstáculos serios, dada la débil señorialización de la zona, y la existencia de factores estimulantes derivados de la potencialidad comercial y el dinamismo de sus bases sociales, facilitó la estrategia regia. Guipúzcoa pudo así quedar articulada en ese nivel territorial mediante las villas gracias al concurso de varios elementos que el poder regio supo canalizar de acuerdo a sus parámetros de concesión de villazgo y privilegios. Por un lado, la adecuación del marco jurisdiccional a las demandas y capacidad de desarrollo de la población de inmigrantes gascones y comerciantes burgueses. Por otro, la permeabilidad hacia esos nuevos marcos por parte de los linajes autóctonos que intuyeron las ventajas y que op9 L.M. DÍEZ DE SALAZAR: «El Diezmo viejo y seco o diezmo de la mar de Castilla (siglos XIII-XVI). Aportación al estudio de la fiscalidad guipuzcoana», Boletín de Estudios Históricos de San Sebastián, 15 (1981), pp. 187-314.

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taron por una integración, y hasta simbiosis de tipo social con el grupo anterior dentro de las nuevas realidades. También fue fundamental el atraso histórico de la zona respecto de las evoluciones características de otras partes en cuanto a la existencia —que no se daba en Guipúzcoa— de inmunidades señoriales, lo que posibilitó que, mientras en otras partes del reino gran parte del territorio ya no era controlado por el rey, en la zona guipuzcoana los reyes se encontraron con un realengo prácticamente intacto y, por tanto, con enormes posibilidades de reorganización. Y, por supuesto, la constatación previa de la viabilidad de las fórmulas de fundación de villas nuevas de otras partes del reino o de los reinos vecinos, lo que permitió aplicar todo un equipamiento jurídico e institucional ya conocido que había demostrado su eficacia10. Por ello las villas guipuzcoanas gozaron de unas características comunes en cuanto a estatuto jurídico. Todas ellas estaban aforadas a San Sebastián o a Vitoria11, difundiendo de este modo el derecho de francos, con adiciones de carácter comercial en sus fueros y cubiertas jurídicamente con el Fuero Real. Los reyes organizaron todo el realengo gracias a estas villas. Sus concejos representaron una especie de poder intermedio que sustituyó a la administración del señorío del rey característica de tiempos anteriores12. 10 M.ªS. TENA GARCÍA: La sociedad urbana en la Guipúzcoa costera medieval, op. cit., pp. 156-157. 11 En cuanto a las familias de fueros, VV.AA.: El Fuero de San Sebastián y su época, San Sebastián, 1981, y J.L. ORELLA UNZÚE: «El modelo riojano-alavés de Vitoria de fueros de francos y su difusión en Guipúzcoa», Vitoria en la Edad Media. I Congreso de Estudios Históricos, Vitoria, 1982, pp. 711-723. 12 Es evidente que este cambio está estrechamente conectado con la propia evolución histórica de los dominios del rey, concretamente a través de las fases de

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Todas las villas contaban con un territorio, más o menos extenso, organizado a través de las llamadas collaciones, que eran aldeas dependientes del núcleo capitalino. Algunas de estas collaciones eran anteriores a la fundación de las villas y otras fueron el resultado de las necesidades repobladoras de las nuevas fundaciones13. Las villas organizaron la vida de estas collaciones, dejándoles libertad de actuación en aquellas cuestiones que no suponían iniciativas lesivas a los intereses villanos. La intromisión, fundamentalmente económica, de las oligarquías villanas en las aldeas pertenecientes al concejo les otorgaba un poder nada desdeñable en éstas14. Las materias económicas y financieras van a ser, en cambio, fuertemente centralizadas y controladas desde las villas, sin ofrecer opciones en cuanto al proceso de toma de decisiones a los vecinos de las collaciones,

propiedad dominical, dominio señorial y señorío jurisdiccional, que tienen lugar en estos siglos y que servirán también para definir la trayectoria del señorío del rey. Vid. C. ESTEPA: «El realengo y el señorío jurisdiccional concejil en Castilla y León (siglos XII-XV)», Concejos y ciudades en la Edad Media hispánica (II Congreso de Estudios Medievales), León, 1990, pp. 467-506. 13 Por ejemplo, en el caso de la fundación de San Sebastián, Usúrbil, Orio y Hernani, más tarde desgajadas, eran lugares poblados previamente a la fundación de la villa. Fuenterrabía fundó, ex novo, Lezo y el Pasaje de Allende, mientras que Irún existiría previamente, aunque la propia villa fue también una fundación ex novo a costa del territorio donostiarra. También Villanueva de Oyarzun y el Valle de Oyarzun, este último previo a la fundación de la villa, surgieron del término donostiarra. Vid. para estas fundaciones, M.ªS. TENA GARCÍA: La sociedad urbana en la Guipúzcoa costera medieval, op. cit., pp. 257-278 y 364-365. 14 Es de sobra conocido el proceso mediante el cual las oligarquías de las villas, como propietarias de los bienes en las aldeas, bien conseguidos mediante herencia —aquellas familias que basaron su predominio en la villa como algo derivado de la anterior situación privilegiada en las aldeas—, bien mediante compras e inversiones, bien por usurpaciones, conseguirán el derecho, como herederos, al uso de los bienes comunales de las aldeas, además de los de la propia villa y de los correspondientes a ambos espacios, como vecinos del núcleo villano.

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pese a los intentos de éstos de hacer necesaria y obligatoria su presencia en las reuniones concejiles donde se efectuaran derramas o se tratasen temas directamente relacionados con ellos15. Durante el siglo XIV se aprecia un doble proceso donde los intereses de los linajes de la tierra y de las villas coinciden, produciéndose una fusión entre ambos16. Las primeras fundaciones guipuzcoanas atendían, fundamentalmente, a una división de sus habitantes en función de su lugar de origen, distinguiendo entre habitantes autóctonos y los foráneos, privilegiando a los segundos sobre los primeros. Esta división pronto fue abandonada, de derecho que no de hecho, y la división se establecía entre los que vivían en la propia villa y los habitantes de las collaciones pertenecientes a éstas. El resto de las villas, las fundadas desde 1204 en adelante, ya no atienden al origen autóctono o foráneo17. Las capas dirigentes de las villas ya habían logrado una homogeneidad alta en el siglo XIV. Sus intereses y puntos de mira eran coincidentes: ampliación de las dedicaciones económicas de unos y otros hacia nuevos sectores de la producción, bien sea el comercio, bien la adquisición de bienes raíces o el común interés por la producción ferrona y su exportación; la existencia 15 Vid. infra los intentos fallidos de la aldea de Irún por encontrarse presente, a través de sus jurados, en las reuniones concejiles cuando se realizaban derramas de pechos que afectaban a villa y tierra. 16 Las oligarquías urbanas controlan progresivamente el mundo rural circundante a la vez que los linajes de la tierra consiguen introducirse en las redes comerciales a través de la producción y venta de hierro y de las labores de intermediación, representación y administración que pueden conseguir. El caso donostiarra y hondarrabitarra fue estudiado en Ibídem, pp. 382-464. 17 Los gascones, procedentes de Bayona, solamente estaban asentados en el extremo este guipuzcoano, en las villas de San Sebastián y Fuenterrabía.

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