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El Centro Cívico de Guatemala de la Asunción

de Guatemala de la AsunciOn

Las ciudades, indisolublemente unidas a la vida del hombre en sociedad, son sin duda, entes con una vida propia que les es conferida por sus habitantes. En ellas, el espectador sensible puede vislumbrar las distintas etapas de la historia del lugar, y del pueblo que lo habita.

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Las urbes, en su constante evolución, pasan por distintas fases de desarrollo y en cada una, van dejando preciosos legados en barrios, monumentos, plazas, que van forjando su identidad y hablan de la genealogía cultural de sus artífices. La ciudad de Guatemala de la Asunción, fue fundada en 1776 durante la gestión de Don Martín de Mayorga, gobernador de la Capitanía general de Guatemala, y fue diseñada, bajo supervisión del Arquitecto de la corte española, Francisco Sabatini, por el arquitecto Marcos Ibáñez, quién sustituyó al ingeniero Luís Díez de Navarro que había elaborado el primer proyecto.

La traza fue de damero, con calles orientadas de norte a sur, hoy, llamadas avenidas, y de este a oeste denominadas calles.

Guatemala de la Asunción, la bella y joven, porque 230 años es mucha juventud para una ciudad, capital de Guatemala, no es la excepción. Como nace de una intervención deliberada, sus rasgos de nacimiento son exclusivos de la cultura que la creó y aún hoy, a pesar de los estragos del tiempo y los hombres, en el centro histórico se percibe todavía la señorial, ordenada, predecible Guatemala colonial española. Ya que las leyes de indias se aplicaron en toda su extensión en Guatemala de la Asunción, el resultado fue una ciudad ordenada, de fácil circulación y un poco monótona, que carecía de vegetación.

El estilo de las edificaciones importantes era un intento de neoclásico, con las correspondientes limitaciones telúricas, y en las viviendas, en el inicio, se repite el hermoso estilo antigüeño, que

La ciudad de Guatemala desde el Cerro de El Carmen, 1870, óleo de Augusto de Succa.

Mapa de Guatemala, La Nueva, levantado por el Licenciado Herman Au en mayo de 1868.

permanecerá hasta el gobierno del presidente Reyna Barrios que por decreto cambia su fisonomía.

Fue asentada en el valle de la Ermita o de las Vacas, una gran planicie que se extendía prolijamente hacia el sur, hasta llegar al llano de la culebra, donde se erigió, sobre un montículo prehispánico, el acueducto de Pínula que dotaría de agua a la ciudad. Esta planicie se encuentra a 1500 ms de altura y goza de un clima moderado, con un promedio de 22° de temperatura anual. Esta ventilada por vientos que corren de norte a sur y viceversa, generados por dos cañones; el de Palín y el del Motagua, lo que ha permitido que a pesar del alto grado de contaminantes que se genera en la actual ciudad, no se llegue a extremos peligrosos.

El clima de la ciudad tiene dos grandes períodos; el lluvioso de mayo a octubre y el seco que inicia en octubre con una época fresca que puede llegar a enfriar durante los meses de diciembre a febrero, seguida de una época de calor que alcanza su punto máximo en abril, justo antes del inicio de las lluvias.

Con la capital también se trasladaron 17 pueblos de indios que debían proveer a la ciudad. Estos fueron instalados alrededor de la ciudad y con el paso del tiempo fueron anexados como barrios de la gran urbe en la que se convirtió Guatemala. La ciudad inicial, hoy el centro histórico, estaba limitada al norte por el pueblo de Jocotenango, que a su vez colindaba con un profundo barranco. Al este, Guatemala de la Asunción también es flanqueada por barrancos en cuyo fondo discurre el rio de Las vacas, y al oeste limita con el barranco del Incienso, por lo que era claro que la expansión inicial de la ciudad no tenía más salida que hacia el sur.

Página opuesta, plano de La ciudad de Guatemala levantado por los ingenieros Claudio Urrutia y E. Gómez Flores en 1894. Esta página, Centro Histórico desde el Cerro del Carmen, E. J. Kildare, 1902.

La calle real, hoy, sexta avenida, tenía como tope en el extremo sur, un pequeño montículo llamado del calvario en cuya cima se encontraba una iglesia del mismo nombre, que sirvió como dique de contención de la ciudad durante muchos años.

En 1929 se prolonga la sexta avenida hacia el sur inmediatamente atrás del Calvario y en 1947, como inicio de una nueva era de cambio y modernidad, es demolido totalmente el montículo y se construye una iglesia del mismo nombre en un sitio contiguo, permitiendo así una vía que atraviesa sin estorbos, gran parte de la ciudad.

En la segunda mitad del siglo XIX se había abierto la prolongación de la séptima avenida para proveer una salida hacia el cantón exposición, donde se llevaría a cabo la exposición Centroamericana de 1897 , esta vía también sirvió para conectar la ciudad con el boulevard 30 de junio, hoy Avenida de la Reforma, y los pueblos de Ciudad Vieja y la Villa

De Guadalupe, que se convertirían en nuevo lugar de asentamiento de la clase burguesa adinerada de origen extranjero.

Sin embargo, a pesar de los cambios propiciados por los gobiernos liberales, que de acuerdo al gusto del gobernante de turno, imponían a la ciudad estilos ya sea afrancesados o neocoloniales, la ciudad, en su parte central, en suma, mantenía su aspecto colonial, tranquila sin cambios radicales, ni crecimiento.

En 1944 se da la llamada, revolución de octubre, que jugó un papel importante tanto en lo político, como en lo cultural y artístico, ya que permitió dejar atrás las etapas de fachadas por decreto y arquitectura ecléctica y provoca un encuentro con la auténtica identidad guatemalteca, nutrida de su maravillosa interculturalidad, y también con el movimiento moderno, que no había encontrado eco en la Guatemala de los años treinta.

La primera gran manifestación urbana de la nueva visión se concreta en la creación del Centro Cívico, diseñado como un “Gran Corazón de Ciudad”, según palabras de uno de sus creadores el Arq. Jorge Montes.

Surge como un manifiesto del poder civil ante las dictaduras, lo que ya en si, demuestra el influjo del pensamiento moderno, que pretende, a través de la arquitectura, solucionar los problemas sociales. Aflora como un grito de libertad en un tiempo en que las expresiones formales de las arquitecturas pasadas parecen insuficientes para dar respuesta a la idea del mundo nuevo, que ya entonces, comenzaba en forma inadvertida, el proceso de la globalización y deseaba despojarse de lo inútil, anecdótico, para concentrarse en lo esencial de la abstracción. El proyecto pretendía unificar en un conjunto de edificios, la actividad municipal, de servicio social, económica, de justicia y de arte.

Se planifica en un área adyacente al montículo del calvario, en un predio que era atravesado por dos importantes vías: la sexta y séptima avenidas. Este solar estaba dedicado al esparcimiento ya que de un lado se encontraba un laberinto de cipreses al estilo europeo y del otro, el parque navidad que se extendía a los pies del cuartel de San José, que había sido destruido en la revolución del 20 de octubre. Curiosamente junto a estos elementos, se encontraba también la tristemente célebre penitenciaría, uno de los edificios hito en la época de las dictaduras, recientemente derrocadas, por lo que su desaparición para dar lugar a un centro de civismo se consideraba un emblema.

También junto al predio se encontraba la estación del tren y la base del servicio de transporte que conectaba el centro con Ciudad Vieja y la Villa de Guadalupe, el cual era llamado en el argot popular, “el cobil” ya que la máquina era de marca “Decauville”.

El conjunto, se rige en su diseño por las normas dictadas por la carta de Atenas. Segrega las funciones, proveyendo a la ciudad de un espacio, donde se lleva a cabo la vida económica, artística y jurídica y cívica. Alejada, pero no tanto, de los núcleos importantes de vivienda del centro y zonas 10 y 9.

Página opuesta, vista aérea de la Ciudad de Guatemala en 1960.

Crea volumen a través de plataformas que se entrelazan con los objetos arquitectónicos, que se erigen como protagonistas, dispuestos con orden y clara orientación norte sur, pero huyendo de la simetría.

Separa las circulaciones peatonales de las de los automotores, a través de rampas que unen las plataformas de los distintos edificios, permitiendo así que no haya estorbos en ninguna de las dos circulaciones.

El entorno de los edificios se trabaja como grandes manzanas con elementos que hacen agradable el entorno, como espejos de agua. Los edificios también tienen un cuidadoso estudio de iluminación y ventilación, como era indicado por el movimiento moderno.

En la primera etapa, se busca la abstracción de formas geométricas puras, y de allí surgen edificios de líneas sencillas que son colocados en el sitio con esmerado cuidado de crear espacios de encuentro.

En la segunda etapa, el discurso arquitectónico es totalmente diferente. En el centro cultural Miguel Ángel Asturias, y sobre todo el teatro nacional el lenguaje se vuelve abstracto-figurativo. El teatro inspirado en las formas inclinadas de los volcanes a los que hace permanente guardia, sugiere en su silueta

Centro Cultural Miguel Ángel Asturias. los taludes de los grandes templos precolombinos, idea que es reforzada por el hecho de que está colocado sobre un montículo. El conjunto del teatro se extiende hacia abajo, formando otros taludes que se interrumpen en plataformas formadas por plazas abundantes de integración de formas plásticas las cuales emulan las esculturas que adornan los juegos de pelota maya. Aquí la Arquitectura abandona la abstracción de la geometría simple y se convierte en expresionismo mágico.

La tercera etapa, consta de edificios levantados en los años setenta que hacen lo posible por conjugar con la plaza de los bancos , pero no lo logran en su totalidad, por lo que se les percibe como elementos aislados.

Uno de los más importantes aspectos de la creación del centro cívico radica precisamente en que sus creadores fueron fieles al planteamiento del predicado moderno pero también, de forma intuitiva, son fieles a esa maravillosa llamada remota de su origen guatemalteco.

La penitenciaría junto al Banco de Guatemala, y el predio después de su demolición para levantar la Corte Suprema de Justicia.

A pesar de que la organización espacial del Centro Cívico se basa en una lógica racional propia del

modernismo, curiosamente, también repite la secuencia y disposición de los grandes centros ceremoniales mayas. El sitio se lo permite y es cómplice de esta semejanza.

Al poniente, se alza un gran montículo coronado por lo que pareciera ser un gran templo, pero que, en realidad es el edificio del Gran Teatro Nacional, que como se mencionó con anterioridad, replica , en palabras de su creador el Maestro Efraín Recinos, las formas de “la geometría de la naturaleza”, generando su propio talud que, al igual que las construcciones mayas, se recubre, en este caso, no con el tradicional estuco, si no que con mosaico en degradé cuyo color , en ciertas épocas del año, se confunde con el azul del cielo. Los volúmenes que forman los balcones y miradores podrían parecer grandes mascarones de una deidad abstracta que, sin duda, tiene sus raíces en la tierra del quetzal. La naturaleza que lo rodea, como un oasis en el desierto del asfalto, termina de poner la escenografía necesaria para que el conjunto se perfile, según lo denomina el mismo maestro, como “ Pirámides de amor” “Arquitectura Maya de nuestro tiempo”.

Al poner pie en la plataforma de la municipalidad, se advierte de golpe el respeto del conjunto a la clara orientación norte- sur, que seguramente está muy grabada en el subconsciente de los planificadores guatemaltecos por haber coincidido en nuestras dos culturas primarias.

Dos montículos de menor dimensión sostienen dos edificios emblemáticos de la época revolucionaria; el de el Instituto de Seguridad Social surgido de las demandas populares, proyectado por los Arquitectos Jorge Montes y Roberto Aycinena, y el de la Municipalidad de la ciudad, diseñado por los Arquitectos Roberto Aycinena y Pelayo Llarena, que escenifica la nueva autonomía municipal, la cual marca un nuevo derrotero para la ciudad. Los dos edificios, con un módulo de forma similar pero en distinta dirección, forman una tensión espacial, reforzada por los murales que los conecta e identifica como parte de un conjunto, continuación del recorrido de la gran escalinata.

Al seguir el periplo, se llega a la plaza del Banco de Guatemala y el Crédito Hipotecario, que se puede identificar como la gran plaza, centro medular del conjunto. Ambos edificios fueron proyectados por los Arq. Jorge Montes, Raúl Minondo y Carlos Haeussler.

Allí se puede advertir una clara semejanza con las plazas mayas, en las cuales los edificios se agrupaban en derredor al espacio abierto en una jerarquía de importancia, donde el templo de la deidad más importante ocupaba el lugar principal. De igual forma, en la plaza de los bancos, el dios del estado moderno, el capital, representado por el Banco de Guatemala ocupa la posición destacada.

La relación de los volúmenes masivos, de alturas que sobrepasan la escala del hombre, en combinación con espacios abiertos crean, al igual que en la ciudad maya, un ambiente externo que genera la impresión de espacio cerrado, un espacio exterior que se vuelve interior y genera una sensación de seguridad.

Todos los edificios del Centro Cívico responden al claro influjo de la modernidad, y dado que el

movimiento moderno, por su racionalismo, puede parecer frío y sin identidad local, los arquitectos recurren a la integración de las artes, para imprimir en sus obras esa voz que nos hable de su origen. Sin embargo la integración no se plantea como un agregado o un adorno, si no como una parte integral de la estructura estética del edificio y el proyecto urbano, sin la cual estos dejarían de tener coherencia. Ese mismo espíritu se observa en los grandes centros urbanos mayas, en los que las esculturas, murales y mascarones son esencia de los edificios como la escalinata de los jeroglíficos de Copán.

Los más grandes nombres de la plástica guatemalteca se unen al equipo de arquitectos para llevar a cabo esta obra maestra.

Los escultores Dagoberto Vásquez y Guillermo Grajeda Mena autores de los murales de las fachadas de la Municipalidad y oeste del Crédito Hipotecario, el Maestro Roberto González Goyri creador de los relieves del Instituto de Seguridad Social y el Crédito Hipotecario Nacional, donde muestra un estilo figurativo y de la Fachada oeste del Banco de Guatemala donde desarrolla el estilo abstracto puro que lo caracteriza , el recientemente nombrado Doctor Efraín Recinos autor del mural de la fachada este del Crédito Hipotecario, muestran con fuerza en su obra , a pesar de usar un lenguaje formal de su tiempo, la clara esencia de nuestra guatemalidad.

Pero el elemento que verdaderamente da cohesión al conjunto son los murales de uno de los más grandes artistas latinoamericanos, el guatemalteco Carlos Mérida, ya que llenos de magia nos trasladan las formas y colores de la patria. Los murales recorren el Centro Cívico, emulando el movimiento de una serpiente mágica, un gran Gucumatz, dice el Arquitecto Jorge Montes, que inicia su recorrido desde la Municipalidad , donde circula sobre sí misma en el vestíbulo , para desdoblarse junto al agua en el mural exterior del IGSS y girar de nuevo a su interior, donde por un túnel invisible, aparece en el Crédito Hipotecario en el que serpentea por todo el edificio, para deleite de los visitantes, y se desliza suavemente hacia el Banco de Guatemala donde se encuentra su cabeza enorme en el mural del los Sacerdotes Danzantes Mayas.

Así renace el otro lado, olvidado por mucho tiempo, de nuestra raza acrisolada de dos grandes culturas y emerge, de entre las sombras, el gran Gucumatz en busca de un nuevo día, kin, donde se reconozca como el más grande de nuestros valores, nuestra pluriculturalidad.

El desarrollo del Centro Cívico se puede valorar como una experiencia que inicia a Guatemala en el contexto mundial del movimiento moderno y produce algunas de las obras maestras de la Arquitectura en Guatemala y un ambiente agradable donde circular en los días hábiles. Sin embargo, la total segregación de funciones, hace que lo que debió ser un gran “Corazón de Ciudad” no llegara a cumplir completamente su función, ya que las plazas y plataformas tan llenas de vida durante las horas laborales, a partir de las seis de la tarde, cuando los burócratas y los usuarios se retiran, se convierten en escenarios vacíos donde pocos se atreven a circular. Mientras tanto, las paradas de transporte público de las cercanías, se abarrotan de gente intentando tomar un automotor que

los lleve a su domicilio, cosa que lograrán en no menos de una hora, y los más afortunados se dirigen a los caros predios de aparcamiento, a abordar su automóvil, creando un caos vial que se sufre a diario.

Bibliografía

Ordeig Corsini, José María, Diseño Urbano y pensamiento contemporáneo, Instituto Monsa de ediciones, S.A., Barcelona

Valladares Vielman, Luis Rafael, El crecimiento de la Ciudad de Guatemala 1944–2005, Centro de estudios urbanos CEUR, Guatemala 2005

Smith, Carol, El desarrollo de la primacía urbana, la dependencia en la exportación y la formación de clases en Guatemala, Plumsock mesoamerican studies #8 pags. 195, 278 1984. Contraportada La Ciudad de Guatemala en la actualidad.

Centro Cívico de la Ciudad de Guatemala

1 Centro Cultural Miguel Ángel Asturias a Escuela Nacional de Artes Plásticas b Teatro Nacional c Teatro al Aire Libre d Museo de Armas, antiguo Fuerte de San José 2 Avenida Bolívar, zona 1 3 6a. avenida, zona 1 4 Municipalidad de Guatemala 5 22 calle, zona 1 6 Instituto Guatemalteco de Seguridad Social 7 Puente de la Penitenciaría sobre el cual pasa la línea del ferrocarril 8 Palacio de los Deportes, zona 5 9 Instituto Guatemalteco de Turismo 10 Instituto Técnico de Capacitación y Productividad 11 Crédito Hipotecario Nacional 12 Banco de Guatemala 13 Estadio Nacional Mateo Flores 14 10a. avenida, zona 1 15 Corte Suprema de Justicia 16 7a. avenida, zona 1 17 20 calle, zona 1 18 Ministerio de Finanzas Públicas 19 9a. avenida, zona 1 20 Museo del Ferrocarril 21 24 calle, zona 1

Gucumatz

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