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Anton Capitel, Moneo, historia y modernidad

Moneo, historia y modernidaD

En 1966, el Arq. Rafael Moneo presentó sus primeros escritos sobre temas que versan de arquitectura moderna. Uno de sus primeros artículos en la revista de Arquitectura n. 87 se llamó “A la conquista de lo irracional”. Esta publicación permitió a otro connotado arquitecto -Antonio González Capitel- mejor conocido bajo el mismo nombre de su padre Anton Capitel, hacer una crítica sobre el texto. La contribución que hago en el presente artículo consiste en aportar sobre como se pueden desmontar algunos aspectos de la crítica hecha por Antón Capitel a lo escrito por Moneo, valiéndome para ello de algunas imágenes que ayudan a solventar la crítica. Este trabajo forma parte de un conjunto de actividades solicitadas en los estudios de doctorado por parte de la Universidad de Navarra España.

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La ilustración corresponde a El gran Kursaal de San Sebastián: en España, un hito de la arquitectura actual.

El proyecto es del arquitecto español Rafael Moneo. El lema fue “Dos rocas varadas”, y ahí es donde apunta la idea: una plataforma sobre la que se apoyan dos grandes cubos de dimensiones diferentes. Uno de los puntos que gustó al jurado en el concurso de proyectos fue el de liberar espacios públicos como plataformas abiertas al mar.

El edificio cuenta con un auditorio con capacidad para 1.800 personas que es apto para la realización de óperas, una sala de cámara con capacidad de 600 espectadores, salas polivalentes y salas de exposiciones.

Anton Capitel Moneo, historia y modernidad Respetadísimo como profesor y como intelectual mucho antes de que alcanzara verdadera fama como arquitecto, Rafael Moneo no ha sido un escritor demasiado prolífico. al menos si lo comparamos con dicho respeto. Prestigio, pues. más formado en las aulas y en las conferencias que en las páginas de los artículos de las revistas, pero que cuenta, no obstante, con un nutrido grupo de ensayos de alto interés.

Con respecto al período que abarca esta antología, ha parecido oportuno reproducir dos textos y no sólo uno, como se ha decidido en algunos otros casos. Y ello tanto por la valía y significación de los mismos como por el altísimo relieve que alcanza hoy la personalidad de su autor.

Es el primero el articulo titulado “A la conquista de lo irracional” (1), interpretación crítica de lo que estaba ocurriendo a la mitad de los años 60 en el panorama europeo y americano de la llamada “tercera generación”. Es de destacar, en un principio, que, en aquellos años y en el entorno cultural madrileño, la crítica de la situación internacional era muy escasa. En la revista Arquitectura, tan solo Luis Moya -desde una lejana mirada, mas allá de cierta frontera- escribía muy ocasionalmente Aparte esta revista, la mas difundida. estaba también lo que hacía Carlos Flores en Hogar y Arquitectura, algo lejos entonces de la intensidad informativa que tendría en los años inmediatos. Faltaba algún tiempo -poco-para el Nueva Forma de Fullaondo y para las crónicas de 30 d.a. (30 días de arquitectura) de Mariano Bayón en la revista colegial. Otro arquitecto ensayista bien conocido era Fernández Alba, pero más dirigido, en general, a las cuestiones nacionales.

En 1966 la voz de Moneo era, pues, tanto poco prolífica como algo solitaria. Cuando escribió el atractivo texto que presentamos tenia sólo 29 años, edad que no se adivina desde la profundidad -desde la madurez- que destila éste, y que nos trasmite la condición de “senador” -diríamos- que Moneo alcanzó ya desde su juventud.

El texto trata de analizar el importante giro dado a la arquitectura por los protagonistas internacionales de aquellos años, tan alejados ya de la continuidad con el Estilo Internacional, aunque no tanto de los maestros orgánicos. Moneo pasa a revista a un grupo de ellos: Rudolph, Stirling, Ungers, ... (los puntos suspensivos son del propio autor), a quienes adscribe la intención de comunicabilidad y, a la postre, su dedicación a la arquitectura entendida como un lenguaje, privilegiando éste, y acudiendo en general al auxilio del pasado, a obras de “revival” de muy diverso carácter e inspiración. Inconformismo y evocación nostálgica son sus conclusiones.

Kahn y van Eyck forman para Moneo un grupo algo distinto para el que las preocupaciones de comunicabilidad no se llevan al particular plano linguístico, sino al significado global del edificio, que debiera ser símbolo del “esquema social en el que esta inscrito”. EI autor, sin dejar de admirar el esfuerzo de todos ellos y, singularmente, de los últimos (aunque esto es solo una lectura entre líneas de quien escribe), sentencia finalmente de que se trata de “un gigantesco esfuerzo de la razón para conseguir algo que no esta en su mano”.

Moneo se siente entonce tan sensible como preocupado por las nuevas orientaciones. Bien sensible, pues el pertenecía, como es sabido, a los discípulos de dicha tercera generación, tanto en el plano español-trabajó con Oíza- como en el internacional, pues participó algo en la elaboración de la Opera de Sidney. Pero también muy preocupado al comprobar que la revisión de las ideas de los Maestros Modernos acababa siempre inclinada hacia las recuperaciones históricas. “Pienso que una recuperación de las técnicas, de la realidad, nos proporcionaría elementos linguísticos mas que suficientes para satisfacer todos aquellos deseos que el hombre busca en la arquitectura”, dice en el artículo, en un momento dado, intentando señalar una vía de salida que no acudiera necesariamente a la historia.

Moneo se siente, pues, preso de la misma situación de sus mayores y es, sin duda, este reflejo que en si mismo ve de lo que con ellos pasa lo que le trasmite la angustia de que estos no le señalen el camino que de ellos cabría esperar, si no es el de acu¬dir a la historia, moderna o antigua. Si Oíza en Torres Blancas y Utzon en Sidney agotaban caminos, mas que abrirlos, con sus atractivas obras ¿no cabe otra cosa que caminar por los “revivals”, como hacen Stirling y Rudolph, Kahn y van Eyck?

Al final del texto tiene la tentación de citar a Gaudí, como mejor ejemplo de quien supo crear con libertad al tiempo que trabajar con lo irracional sabiendo “entroncar con las vivencias primarias, inmediatas, con el auténtico sentimiento”. Pero esta cita, aunque pudiera servir de abstracta señal, se convertiría en “revival” en cuanto fuera tenida como algo susceptible de ser aplicado? Moneo siente el abismo de que cualquier revisión del moderno sea, inevitablemente, una llamada al pasado, sin que parezca posible la tesis zeviana del progreso formal permanente. Y si el tiempo demostrará hasta que punto esto era efectivamente así, pienso que, igualmente, sus obras han de situarse en el mismo y ambiguo terreno de sus mayores, aunque sin saber entonces como estas le prepararían precisamente para el momento pleno, aun no llegado, en que el cansancio del moderno haga que se vuelva hacia la historia una mirada tan ansiosa como directa.

Omar Maldonado Valle Crítica de la critica realizada por Anton Capitel Es evidente la capacidad de síntesis y propuesta de un nuevo lenguaje, que Rafael Moneo identificó en ese momento de la historia, ante las distintas corrientes críticas que se vivían en Europa. Anton Capitel, que el inicio de su discurso de crítica hacia el tema de “A la conquista de lo irracional” menciona a Moneo como poco prolífero en sus discursos, sin embargo basta con adentrarse en la lectura para entender como Moneo va a marcar tendencia en un nuevo lenguaje. Cabe mencionar con mucha acotación, que en ese momento pocos arquitectos españoles hacían este tipo de análisis que lleva a proponer, que marca, que hace pensar, es así mismo como el mismo Capitel menciona a Luis Moya como uno de los pocos arquitectos que cuestionaban.

Anton critica el “revival”, lo pone como un elemento que no presenta mucha aportación por tomar en cuenta teorías y personajes del pasado, con esto, la impresión que puede aportar la arquitectura

internacional no tiene validez. Sin embargo, considero que teniendo en cuenta lo que dice Moneo sobre “comunicabilidad” tiene en si un significado global o globalizado que encaja en este siglo XXI. No se puede dar una negativa del lenguaje priviligiado que representa la arquitectura, independientemente si para algunos el tema de la forma y función no produce empatía; y es por ello mismo que no se puede caer en un tema que deje fuera la filosofía de arquitectura.

El “revival” debe interpretarse como un renacer linguístico, conocido también como neoplasticismo, esto es la arquitectura de la tercera generación, arquitectura que presenta soluciones de comunicación dados por ese lenguaje, es volver los ojos hacia una posible solución, es la búsqueda de la más adecuada, llevándola a las formas mas reposadas, familiares, definiendo un espacio; es alcanzar la libertad expresiva, para ello cito al arquitecto holandés Rem Coolhaas, que dentro de tantas obras en su haber, sin temor a equivocarme, logra esto que dice Moneo con la Biblioteca Pública de Seattle (2004) o con su obra Casa de Música (2005), en Oporto Portugal.

Lo que se busca con este nuevo lenguaje es poder aportar, dotar al espacio de un contenido simbólico. Ahora bien, la pregunta es ¿llegamos como arquitectos a dar una respuesta adecuada a la comunicabilidad?

La respuesta es materializar los significados, y esto lo dice Moneo en su búsqueda de lo irracional, “no es confiar únicamente tan solo en la virtud del lenguaje, no se valoran tanto las formas como su contenido, las ideas”.

Para finalizar cito a Steven Holl, que en el prólogo que hizo para el libro de Juhani Pallasmaa “los ojos de la piel”, hace referencia sobre los escritos de Maurice Merleau-Ponty, que resume -según mi entender- lo expuesto por Rafael Moneo ...¿cómo podrían interpretarse o dirijirse hacia la secuencia espacial, la textura, el material y la luz experimentados en la arquitectura?, que termina de amarrar la idea central de la búsqueda de lo irracional con lo que dice Steven Hool sobre la obra de Juhani Pallasmaa “el sonido y el olor de estos espacios y como se sienten tiene el mismo peso que el aspecto de las cosas...”

Casa de Música (2005), en Oporto Portugal del arquitecto holandés Rem Koolhaas.

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