ENCUENTROS,
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ENCUENTROS PROFESIONALES
«La profesión y la profesionalidad implican una ética que es indisociable de la relación con el saber y con su ejercicio respecto a otros, y a uno mismo» Elisa G. McCausland «La certeza injustificable en un mundo que nos sea común es para nosotros la base de la verdad». Esta cita de Merleau-Ponty que siempre has llevado contigo, ¿sigue teniendo el mismo sentido hoy que cuando escribiste Un mundo común (Bellaterra, 2013) Sí, totalmente. No solo sigue teniendo sentido, sino que todo lo que hago y escribo tiene como objetivo darle sentido. El mundo común no está ahí, como una cosa o como un hecho objetivo. Es algo que hay que estar siempre haciendo, elaborando, compartiendo. Es la capacidad que tenemos de percibirnos desde los vínculos y, por tanto, desde problemas que trascienden nuestros asuntos particulares. Insistes, en tus últimos trabajos, en la noción de despertar, en ser conscientes del contexto; pero, es más interesante todavía, cuando invitas a que nos preguntemos a qué hemos despertado exactamente. ¿En verdad estábamos dormidos? Merleau-Ponty hablaba en sus textos de «despertar en los vínculos». Luego el 15M lanzó la consigna «Dormíamos. Despertamos». El despertar de estas dos expresiones que abren mis libros Un mundo común en el 2012 y Ciudad Princesa ahora en el 2018 apuntan a un despertar que no es nunca definitivo. No se trata de despertar para siempre sino de aprender a percibir qué hay en nosotros de anestesiado, de indiferente, de atontado... y trabajar en favor de una nueva sensibilidad política. «No creo en los mitos de origen. No hay un primer día de nada. Todo inicio es un retomar, y lo que nace es nuevo en la medida en que transformamos su sentido». Esta cita de Ciudad Princesa (Galaxia Gutenberg, 2018) nos habla de una oportunidad de resignificación, de una promesa que puede tornarse eterna aspiración... Esta idea de nacimiento tiene que ver que lo anterior. No se trata de empezar de cero, sino de poder retomar y
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desplazar los sentidos heredados. Para mí, la vida personal, política y cultural coinciden en esa aspiración. De lo contrario, lo que tenemos es dogmatismo, despotismo y resignación. Lo que narra la Ciudad Princesa es un itinerario de iniciación, el relato de un nacimiento sucesivo y siempre inacabado por el que el mundo se hace mundo. Nacer al mundo es compartir los vínculos de forma autónoma y recíproca a la vez, sin servilismos ni delegaciones.
Profesión viene de profesar y por tanto es una palabra con muchas más capas que las que hoy le adjudicamos La filosofía como pensamiento que transforma la vida. ¿Cuál es el papel de la universidad hoy a este respecto? ¿Es posible el pensamiento cuando todo, incluidas la ideas, nacen en un contexto de mercado? El pensamiento siempre es posible. Lo que no significa que siempre haya. Más bien todo lo contrario. Lo escandaloso es que, siendo siempre posible pensar, normalmente no lo hagamos. ¿Qué mecanismos inciden en esta inhibición del pensamiento libre y crítico? Entre ellos, también están ciertos mecanismos de la vida académica y cultural. La universidad tiende a promover la producción acrítica de conocimiento y la industria cultural el consumo acrítico de ocio. Es una paradoja, pero es una paradoja con efectos de despolitización muy efectivos. Por eso es importante llamar la atención sobre ellos y no contentarnos con pedir, solamente, más educación y más cultura. El pensamiento filosófico es necesario para la configuración de nuestras vidas, para la codificación de nuestras ideas. ¿Qué dice la filosofía de un concepto como profesión? Profesión viene de profesar y por tanto es una palabra con muchas más capas que las que hoy le adjudicamos.
nº 172 g marzo-abril 2018