Profesiones 162

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aECONOMÍA GESTIÓN

Según la comunidad de expertos de economía colaborativa, Ouishare, el 95% de los beneficios de la economía colaborativa se lo están llevando un 1% de las plataformas. Si los modelos de negocio se han reorientado al utilitarismo (valor de uso), dejando de ser valor de cambio, ahora la economía moderna, apoyada en la tecnología, gravita en una galaxia donde las personas intercambian bienes y servicios sin necesidad de interceder ninguna empresa. De esta manera la ciudadanía, es decir, los propios usuarios coordinados de manera sencilla y de manera global a través de las diversas plataformas, pueden hacer lo mismo que las grandes empresas. El modelo de economía colaborativa debe regularse para ser verdaderamente tipificado como economía colaborativa para adecuar un marco legal que garantice una regularización de los servicios colaborativos. También diferenciar claramente entre particulares y profesionales que ofrecen servicios para evitar las malas prácticas o intrusismo laboral, y para establecer en qué manera prestan los profesionales sus servicios en estas plataformas. Las empresas de economía colaborativa empezaron cambiando los modelos de consumo colaborativo, pero han olvidado los derechos de los propios consumidores y vulnerado la profesionalidad de los usuarios que están prestando esos servicios. Además de no repartir de forma justa y equitativa los beneficios. La regulación es fundamental pensando en el interés general. La Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) en su estudio sobre el fenómeno de la economía colaborativa la define como un modelo de consumo basado en el intercambio entre particulares de bienes y servicios que permanecían ociosos o infrautilizados. Como consecuencia de la crisis económica y un cambio sociocultural ha supuesto que, el 'uso' sea cada más preferido que 'la propiedad'. El avance de la tecnología ha implementado plataformas profesionales que ofrecen servicios que cubran esta demanda. Este aumento en la oferta y la variedad de los productos y servicios generan oportunidades para la competencia, y más bienestar entre los consumidores. Pero no se puede ser competente si no se regulariza. Si no hay un principio denominador común, ya que las empresas basadas en modelos de economía colaborativa ofrecen servicios más asequibles que las empresas tradicionales, pero esos servicios y productos son realizados por profesionales y particulares, y no por las propias plataformas. Por esta razón se debería de crear un marco legal para proteger el espacio laboral los profesionales que trabajen en las diversas plataformas colaborativas para distribuir los beneficios y generar riqueza social (de toda la ciudadanía, no solo de las plataformas colaborativas). Y esto ya tiene un matiz que sí tiene un sabor auténticamente colaborativo porque propone un modelo económico que se basa en aquello que cuenta, lo que el ser humano necesita (usa) principalmente para vivir y sentirse realizado como persona. nº 162 g julio-agosto 2016

ESPACIO DIRCOM

Comunicación y Hostelería Ignacio Marín Caffarena Chef de la Comunicación - Chefcom© La Cocina de la Comunicación www.lacocinadelacomunicacion.com

Es bien sabido por todos que sin una buena imagen es difícil que podamos vender. En casi todos los sectores del mercado ya no es posible sobrevivir sin cuidarla, pero en los que existe una mayor competencia como en la Hostelería más aún. En muchas ocasiones mantener una buena imagen pasa por mejorar el producto/servicio, pero en otras muchas, los cambios de imagen no solucionan la pérdida de atractivo. La imagen del negocio hostelero y su presencia en la mente de los clientes está sometida al paso del tiempo, lo cual nos empuja a anticiparnos y adaptarnos, escuchando siempre a los clientes. La competencia del sector y la calidad existentes exige una comunicación constante con una imagen cuidada. Defender la calidad en la restauración es vital, pero desde la comunicación hay que preguntarse si existe una coherencia entre la imagen que se quiere dar y la real que es la percibida por los clientes. En la Hostelería hay que valorar siempre dos variables en el tiempo: la calidad y la imagen. Si alguna de ellas se va erosionado, el público irá rompiendo ese vínculo que hace que algunos sitios dejen de ser apetecibles.

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