Revista de las XI Jornadas de Investigación y VII Jornadas de Extensión en salud

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Desarrollo Los eco¬sistemas además de proveer los insumos materiales que sustentan la producción de bienes, brindan servicios fundamentales que sostienen la vida. Ambos conforman los llamados servicios de los ecosistemas o ambientales (Costanza et al., 1997). Se postula que los servicios ambientales son “las condiciones y procesos a través de los cuales los ecosistemas naturales y las especies que los forman, mantienen y satisfacen la vida del ser humano”. De modo que todos dependemos completamente de los bienes y servicios que proveen los ecosistemas y si bien es verdad que producen invaluables beneficios, desarrollo económico incluido, también es verdad que en reiteradas ocasiones alcanza solo a una parte de la sociedad, en desmedro de otra no beneficiada y a veces severamente perjudicada. En el mundo existen muchos ejemplos de este tipo. (MAE, 2005). Los humedales representan una pequeña parte de la superficie de la tierra (entre el 5% y el 8%), pero son muy valiosos proveedores de beneficios ambientales, económicos y sociales, que garantizan la calidad de vida tanto de las poblaciones locales como de los habitantes de sus áreas de influencia. Recordemos que la historia de la humanidad se escribió en sitios donde el uso de los recursos naturales giro en torno a la oferta de agua, tal es el caso de grandes civilizaciones como las de los valles de los ríos Nilo, Tigris-Eufrates e Indo-Ganges. Los humedales entre otros proveen: agua dulce para consumo y ulterior desarrollo de las actividades socioeconómicas y ambientales; gran cantidad de recursos pesqueros, forrajeros, madereros, medicinales, para la construcción, la indumentaria, además intervienen en la regulación de inundaciones y sequías, el control de la erosión, la regulación del clima, la depuración del agua y la provisión de sitios de refugio, alimentación y reproducción para muchas especies de la fauna silvestre, muchas de ellas de importancia económica (MAE, 2005). Los humedales son un componente decisivo y fundamental del ciclo hidrológico que mantiene el abastecimiento de agua en el mundo y necesitan recibir cierta cantidad mínima de agua para lograr su buen funcionamiento y así suministrar los bienes y servicios ambientales que garantizan el bienestar del hombre. Sin embrago, la construcción de represas, el uso extremo de la agricultura intensiva, las obras de canalizaciones y terraplenes entre otros, generan alteraciones en el régimen hidrológico, fragmentan y modifican los ecosistemas y terminan afectando el bienestar humano. Revista sobre Jornadas IES 2018

En ocasiones las alteraciones del régimen hidrológico por acción antrópica causan desastres ambientales incalculables. Por cierto, resulta muy impactante, pero imprescindible, comentar el brutal desecamiento del que fue el cuarto mar interior más grande del mundo, el mar de Aral, provocado por el desvío masivo de los cursos de agua que lo alimentan, para ser usada en irrigación. Así mismo el descenso del nivel de agua y consecuente aumento de la salinidad en el Mar Muerto y el lago Mono por motivo de desvíos para irrigación y abastecimiento de agua potable (Bucher et al., 2006) constituyen otros ejemplos, pero hay muchos más. En la Argentina existen ejemplos que dan cuenta del uso de los recursos hídricos para promover el desarrollo y el mejoramiento de la calidad de vida de las poblaciones humanas aguas arriba, sin embargo, su manejo altera sensiblemente la biota de los ecosistemas y la dinámica y desarrollo socioeconómico de las poblaciones aguas abajo. En este contexto debe incluirse el deterioro de la calidad ambiental en el oeste de la provincia de La Pampa, por la pérdida progresiva de los importantes humedales que genera el escurrimiento del río Atuel, a causa del uso consultivo extremo que se efectúa, aguas arriba, en la provincia de Mendoza. En estos ambientes habitan diversas especies de mamíferos, aves, reptiles, anfibios y peces (Siegenthaler, 2004), conformando junto con la flora, ambientes proveedores de importantísimos bienes y servicios ecosistémicos. Sin embargo, la inestabilidad del curso de agua provoca profundos disturbios que derivan en la fragmentación, el aislamiento, desaparición temporal y finalmente la extinción de especies. Así, por ejemplo, el elenco ictícola que habito este gran humedal hace cerca de 70 años fue distinto al que muy esporádicamente se registra en ocasión de transitar agua por la cuenca baja y los bañados del río Atuel. En el mismo sentido, actividades extractivas como la pesca se extinguieron y la caza se redujo a la más mínima expresión de subsistencia. Ambas tuvieron un valor de uso directo y de alto impacto en la dieta y economía de los pobladores, atendiendo a la comercialización de pieles y subproductos. Pero, además, la desaparición de grupos de especies de aves de la cuenca del Atuel con distintos requerimientos nutritivos y funciones irreemplazables, como las carroñeras o las frugívoras, por ejemplo, impacto severamente sobre los servicios que brinda el ecosistema. El mundo vegetal de los humedales en general y del Atuel en particular bajo condiciones de escurrimiento, posee una diversidad botánica de altísimo valor de uso, pudiendo ser aprovechadas en forma

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