No importa lo poco "apreciado" que sea el gesto que tengas que hacer. No importa si poca gente o nadie se da cuenta de lo que has hecho. Lo que sí importa es que siempre hay alguien que valor lo que el resto de la humanidad no sabe valorar, la fidelidad al deber y a los principios.
Dios valora la fidelidad al deber y a los detalles. No todo vale de cualquier manera. Pablo nos lo expresa de esta manera: <Procurad haced las cosas honradamente, no sólo delante del señor si no también delante de los hombres> (2Corintios 8:21).