El llamado bíblico a testificar de la verdad no es solo un privilegio que se nos concede por medio de la elección y el llamado de Dios, sino también su exhortación a que participemos en una sus principales tareas en favor de sus criaturas. Bien podemos llamar a Jesús el Testigo, <Él testigo fiel y verdadero> (Apoc. 3:14)