FACULTAD DE MEDICINA CLINICA ALEMANA
UNIVERSIDAD DEL DESARROLLO
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La diseñadora Fernanda Nancuvilu, sentada a la derecha, junto a un grupo de madres en el taller.
celente terapia, pues comparten problemáticas comunes para todos”, agrega “puedo aportar con mis conocimientos”.
Testimonio
Hoy, el grupo tiene la esperanza que el proyecto siga creciendo. Están potenciando la promoción, pues no cuentan con un punto de venta definido ni con publicidad estable. Eso a momentos les hace el trabajo más complejo, pero jamás han perdido la ilusión y las ganas de continuar con esta labor.
Julia Rodríguez es abuela de un niño con Síndrome de Down de 11 años, que se atiende en el Hospital Padre Hurtado. Participa en el taller de tejidos desde sus inicios junto a su nuera y su opinión sobre la iniciativa es clara y contundente.
En este objetivo por profesionalizar el trabajo que realizan, tienen el apoyo de la abogada Loreto Fuenzalida quien, al igual que Fernanda, ayuda como voluntaria al desarrollo de la marca. Para Loreto, esta experiencia ha traspasado el aspecto laboral. “Ha sido un regalo conocerlas a todas, ha sido muy bonito. Ellas me dan más de lo que nosotros les damos”, relata. Sin duda que para Fernanda, Loreto, y las madres y abuelas que asisten al taller y confeccionan sus propios productos, esto es un trabajo. Pero lo más relevante es el grupo que se formó. “No lo encuentras en otro lado, son personas iguales, con los mismos problemas, hijos, sueños y las mismas posibilidades de desarrollarse, porque están aprendiendo y se enseñan entre ellas, entre nosotras”, concluye Fernanda.
“Nosotras estamos sometidas a veces a mucho estrés y tensión nerviosa por nuestros niños, pero este taller nos ha cambiado la vida. Nos relajamos, compartimos, reímos, nos contamos nuestros problemas, nos acompañamos, aconsejamos y ayudamos. Somos todas muy amigas”, cuenta la señora Julia. Destaca que si bien es un trabajo que les aporta económicamente, lo importante es que “nos ayuda a ocupar el tiempo, nos hace muy bien como terapia, ya que no nos da el espacio para pensar en tonteras. Hoy, yo puedo decir que no puedo vivir si tejer”.