La región andina de Bolivia y Perú es afectada por extremas bajas temperaturas asociadas con sequías recurrentes resultando en desastres climáticos que afectan ambos países sin distinción de fronteras. Un ejemplo son los efectos del fenómeno de “El Niño” ocurrido el 2009 y 2010 que afectaron a la producción, la infraestructura y a la población, generando impactos negativos en la producción, las tasas de crecimiento económico y la competitividad de ambos países.
Las comunidades alto-andinas presentan muchas debilidades para enfrentar y responder a los desastres climáticos y sus municipios no presentan capacidades para manejar y administrar sus fondos, especialmente en estados de emergencia. Esta situación empeora por la poca accesibilidad a los datos meteorológicos y la falta de medidas preventivas para enfrentar las emergencias climáticas.