ALImENTACIÓN SANA
LA ALImENTACIÓN Y LAS EmOCIONES
N
os podemos preguntar ¿por qué, a nivel colectivo, las personas utilizamos la comida para paliar nuestros estados emocionales? ¿Qué conexión existe?
Las teorías del porqué existe este vínculo, este apego entre la comida física y la emocional pueden ser múltiples, algunas de ellas:
No tiene sentido, ya que el cuerpo emocional vibra a una frecuencia muy diferente al cuerpo físico, por lo que su alimentación debería ser muy diferente. Nuestro cuerpo emocional no tiene sistema digestivo, ni dientes, así que no es necesario darle esta clase de comida, no la necesita. Al contrario, es una forma de “tapadera”, de “auto saboteo momentáneo” para no sentir, ni aceptar nuestra realidad.
• Al momento de nacer, lo primero que se hace a un bebé, es ponerlo directamente al pezón de la madre, para que se empiece a alimentar, y al mismo tiempo sentirse seguro, protegido, arropado. Son nuestros primeros sentimientos de protección, cobijo y seguridad conectados con la comida.
El alimento ideal para nuestro cuerpo emocional son pensamientos y creencias positivas de nosotros, creadas en momentos de paz y silencio interior. Si deseamos conocer la calidad de nuestros pensamientos, tan solo tenemos que observar cómo nos sentimos. Una mente dirigida y potenciada hacia la luz, el amor, la serenidad, la positividad tan solo puede generar emociones de estabilidad, sosiego, paz y alegría.
14
TVBIO LA REVISTA
• Durante los primeros meses, puede que los padres intenten inconscientemente paliar cualquier desasosiego del bebé, con comida. Cuando el bebé llora, puede que no quiera comer, que al contrario, se esté quejando porque está demasiado lleno, pesado, con gases, desee ser cambiado de pañal, haya demasiado ruido o mucha luz en la habitación, tenga calor o frío, desee un abrazo de su madre, etc… pero con muchísima frecuencia se soluciona, dándole el pecho,
un biberón o en el peor de los casos poniéndole el chupete. • Así de adultos, también hacemos lo mismo con nosotros. Nos atiborramos de comida, cuando nos encontramos incómodos o desasosegados. No exploramos lo que nos pasa, lo solucionamos con comida • Vamos creciendo, y muchas veces oímos como los mayores, sean familiares, conocidos, amigos… desean premiar al niño con dulces. “Si te comes esto, te daré postre”, “si te portas bien te compraré un helado”, “hay que niño tan guapo, quieres un caramelo”… Se festejan momentos especiales con pastelería, dulces, siempre como recompensa emocional para mejorar la forma en que nos sentimos. Continuamos instruyendo al niño, con la afirmación de que si hace lo que deseamos, si se porta bien, le premiaremos con comida, y normalmente con “dulces refinados y chucherias”