Algarve, la mística «finis terrae»

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VIAJES CASTRO CELANOVA ● SAGRES (ALGARVE)

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A

lgarve, la región portuguesa más meridional, reúne requisitos más que suficientes para tenerla muy en cuenta a la hora de decidir nuestro próximo destino vacacional: cercanía, un clima privilegiado (con una envidiable media de 300 días con sol al año), amabilidad, exquisita gastronomía, pintorescos pueblos de pescadores, naturaleza salvaje y una excelente relación calidad-precio. Aquí, en el Al-Gharb, «el oeste», el domino árabe más occidental, tenemos todo lo necesario para disfrutar de unas vacaciones de ensueño, sin necesidad de costosos viajes en avión hacia destinos más lejanos.

FARO Y LA RÍA FORMOSA Con su aeropuerto internacional trabajando a toda máquina –es el tercero en tránsito aéreo después de Lisboa y Oporto–, Faro presenta sus credenciales como la auténtica puerta de entrada al Algarve. Y ya que de pórticos estamos hablamos, nos viene al pelo para citar el Arco da Vila, el acceso con forma de herradura por el que se atraviesa la muralla que protegía la Vila-Adentro, el casco histórico y verdadero corazón de la ciudad, con sus calles empedradas y un buen racimo de edificios emblemáticos, como son, entre otros, la Sé (catedral y antigua mezquita), el Palacio Episcopal (ejemplo de la arquitectura Cha, que podemos traducir como llana o simple), el Seminario o el antiguo convento de la Asunción, reconvertido ahora en Museo Arqueológico. Pero si una joya tiene Faro, ésta es, sin duda alguna, la Ría Formosa: más de 60 kilómetros de litoral, clasificados como Parque Natural desde el año 1987, plagados de arenales, dunas, playas y marismas; un auténtico laberinto de arena y agua que se extiende por toda la costa del sotavento algarveño. Está considerada como una de las siete Maravillas Naturales de Portugal, paraíso para los observadores de aves acuáticas migratorias y el hogar ideal para la mayor concentración de caballitos de mar del planeta, razones más que contundentes para acercarse hasta allí.

EL CABO DEL FIN DEL MUNDO Un paisaje tan espectacular como el que nos brinda la costa del Algarve merece un colofón que sólo podía ofrecer el Cabo de San Vicente. Aquí todo es abrumador, empezando por la majestuosa vista de un horizonte infinito, siguiendo por los enormes acantilados golpeados incesantemente por la fuerza del mar y terminando con los más bellos atardeceres que uno pueda imaginar. Estamos en un punto mágico, cargado de espiritualidad, en otro tiempo bisagra entre lo real y lo fantástico; uno de aquellos «fi nis terrae» míticos en la antigüedad, elegido ahora entre los diez paisajes marinos más bellos del mundo. Un faro, construido sobre los cimientos

Algarve

REPORTAJE GRÁFICO: CASTRO CELANOVA

La mística «finis terrae» El extremo sur de Portugal es un rincón bendecido por el sol, con más de 300 días al año, y bañado por aguas transparentes; uno de los mayores tesoros turísticos del mundo que presume de ser el punto más occidental del continente europeo


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