17 COMETAS

- INTRODUCCIÓN -

17 COMETAS FRACASOS // TRIUNFOS // ESPERANZA

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CADA CIERTO TIEMPO necesitamos contar nuestras historias. Nuestras esperanzas y nuestros temores. Nuestro dolor y pérdida. Nuestro crecimiento y progreso. Nos movemos tan rápido por nuestros minutos, horas, días y semanas que olvidamos que nuestras vidas se están desenvolviendo, un momento a la vez. Aveces olvidamos que unos momentos importan más que otros. Otras veces los dejamos pasar.

Las páginas que sostienes en tu mano representan el esfuerzo de una comunidad para preservar solo algunos momentos significativos en la vida de nuestros amigos. Todos tienen dolores y pasiones únicas. Todos tienen un origen y destino especial. Todos ellos dolidos en su forma y todos héroes en su forma.

Aun así, en sus historias podemos encontrar la nuestra. En sus dudas, en sus preguntas, en sus momentos de angustia y hasta en sus saltos de fe podemos vernos reflejados.

Sus historias son un regalo a nosotros para recordarnos que Dios es real y que nuestras vidas son mejores con Él en ellas.

Estas historias representan la belleza que Dios está creando en personas, en nuestra comunidad y nuestro país.

Es nuestra oración que mientras lees estas historias y veas los rostros de personas reales que han experimentado a Dios, puedas comenzar a escuchar a Dios susurrándote.

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SIN

MÁSCARA —

Miedo, inseguridad y ansiedad era lo que sentía luego de graduaRME de cuarto año.

Me mudé desde Mayaguez y me trasladé a vivir solo al área metropolitana para estudiar mi bachillerato. En medio de la vorágine de emociones, cambios drásticos y transición de etapas, fui marcado negativamente por la iglesia tradicional. A veces ciertas personas no encajan en ciertos sitios, pero en Mar Azul me di cuenta que no es así, aquí nadie está demás. Solo me bastó con ver, por casualidad, un vídeo en Facebook para llegar un domingo a lo que hoy es mi comunidad de fe y mi familia extendida. En ese momento, más que nunca en mi vida, tuve muchas preguntas y la necesidad de un abrazo compasivo que me dijera “todo va a estar bien” y precisamente esa fue la manera en que Jesús comenzó a hablar en mi vida nuevamente.

Como periodista, escéptico al fin, siempre cuestiono todo lo que pasa a mi alrededor.

Hago las preguntas que todos piensan, pero nadie se atreve a decir. Sin embargo, darme cuenta de que Dios responde a todas mis preguntas, necesidades e inquietudes, fue algo que viví a través de la vida en comunidad de Mar Azul. Punto de Partida (un discipulado de 8 semanas) fue el espacio donde el hilo de mi vida se liberó para que la chiringa comenzara a volar.

Siendo honesto contigo y conmigo, en nuestra comunidad Jesús me enseñó, sobre todas las cosas, a ser auténtico. Nada más triste que fingir ser quien no somos y precisamente así era yo. Recuerdo como hoy el mensaje que confrontó mi corazón. Debido a las experiencias de vida o a lo mejor por naturaleza humana no siempre era intencional, ni hacía las cosas desde adentro, sino que “cumplía con lo que se esperaba de mi”.

Pero en Mar Azul aprendí a través de las experiencias, que trascendían los domingos, que de nada vale ponerse esa máscara. Dios conoce el interior de mi corazón y me invita a ser vulnerable y auténtico con Él.

Y de esa misma manera, restaurando una relación con Jesús, Dios me permitió comenzar a servirle a través de nuestra comunidad. ¿Quién diría que un muchacho de 18 años en ese entonces, podía ayudar a darle forma a la manera en que recibimos las visitas en nuestra iglesia? No hace falta tener estudios teológicos o llevar la vida más correcta del mundo para poder ser parte de Su plan. Jóvenes como yo, también somos llamados a llevar el único mensaje que es capaz de cambiar el corazón del ser humano.

Sigo teniendo preguntas, situaciones e inquietudes. Pero agradezco ser parte de una comunidad de personas tan imperfectas como yo, conscientes de que le servimos a un Dios que es más grande que cualquier preocupación. Y el simple hecho de saber que puedo ir a donde Él, tal cual soy, hace que sea maravilloso ser parte de su iglesia. Mar Azul, una comunidad que lleva esperanza al mundo.

Jean-Paul Castro Lamberty

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DIOS CONOCE EL INTERIOR DE MI CORAZÓN Y ME INVITA A SER VULNERABLE Y AUTÉNTICO CON ÉL.

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QUE MARAVILLOSA OPORTUNIDAD DE DARLE FORMA AL MUNDO SABIENDO, QUE PARA TODOS AQUELLOS QUE NO LLEGUEN A UNA IGLESIA NOSOTROS SOMOS EL JESÚS QUE CONOCERÁN.

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- MERARI CRUZ-LOUBRIEL -

EL SENTIMIENTO DE DECEPCIÓN Estaba molesta…La incomodidad que sentía comenzó a generar un sentimiento de decepción. Lo que por toda mi vida creí que era la “mejor y única” forma de llevar y vivir el evangelio parecía ahora derrumbarse ante mis ojos.

Entonces, comencé a cuestionar y las cosas perdieron el sentido; como si hubiese tenido una venda y ahora veía todo diferente. ¿Por qué tanta religiosidad? ¿Por qué perpetuar tradiciones, programas, liturgias, estilos? Si en este tiempo y para las nuevas generaciones no tienen sentido, no llegan, no se entienden, es como otro idoma. ¿Cómo es posible que si la creación y el ser humano son entes en continuo cambio, la estructura de la iglesia no quiera cambiar ni atemperarse a los tiempos? Más aún, se amarra a las estructuras y paradigmas creados por algunos y obvian el modelo que enseñó Jesús.

Yo soy como muchos dicen: “nacida y criada en la iglesia” (evangélica-protestante) hija y sobrina de pastores, pero un tanto rebelde contra las estructuras tradiciones religiosas.

Sin embargo, en ocasiones, llegué a apoyar estilos y estructuras que no tenían razón de ser. Me resistía a salir de allí, sentía culpa solo de pensarlo. ¡Pero no! Hacía tiempo Jesús me estaba inquietando y yo no quería escuchar.

Me dejé “freezar” por el “status quo”, por no querer pasar trabajo de empezar otra vez y el golpe me ayudó a despertar, levantarme y caminar. ¡Gracias a Dios por esos choques; nos estremecen, nos mueven la alfombra y nos renuevan!

OCURRIERON VARIOS EVENTOS QUE ME HICIERON TOMAR LA DESICIÓN, PERO HUBO UNO QUE ME MARCÓ DEMASIADO. Invité a un gran amigo, que nunca había asistido a una iglesia, a un “culto evangelístico”, pero nos fuimos antes de que terminara y no sé cuántas veces le pedí disculpas por haberlo llevado allí. Frustrada

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pensé: es imposible tener un lugar donde alguien como él se sienta bienvenido. Me frustré, me dio vergüenza y coraje. Él no entendió nada, se sintió intimidado, señalado y aburrido. Jesús no era así, no es así. ¿Por qué entonces la iglesia lo encarnaba de esa manera?

En Mar Azul encontré ese lugar que pensé era imposible. Donde todo está orquestado estratégicamente para presentar a Jesús tal cual es. El Jesús que ama, que perdona, que persigue para ganar tu corazón de nuevo, que es divertido, gracioso, fiestero y artístico. Ese Jesús que amo, porque es loco como yo; es atrevido, es intrépido, es apasionado y nada convencional.

Amo mi comunidad de fe porque nos impulsa, motiva y capacita para llevar a Jesús a los ambientes donde nos movemos.

No hay tal cosa como lo secular y lo sagrado cuando entendemos que toda nuestra vida le pertenece y la presentamos ante Él como una ofrenda. Es ahí cuando el mensaje de Jesús se hace accesible y sencillo. Que maravillosa oportunidad de darle forma al mundo sabiendo, que para todos aquellos que no lleguen a una iglesia, nosotros somos el Jesús que conocerán.

Hoy puedo mirar con mayor compasión, mi corazón se inclina con facilidad hacia el débil y necesitado. Hay en mí un desenfrenado anhelo por vivir haciendo sonreír a mi Padre. Y sí, continúo metiendo las patas de vez en cuando, pero a la vez estoy creciendo, trabajando con mis debilidades, viviendo con intención y autenticidad.

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- JOSÉ MAESO -

POR ESTO ESCRIBO — Estudié escuela elemental y secundaria en un pequeño y humilde colegio de misioneros bautistas, que son realmente misioneros, porque muchas veces casi no había dinero para pagarles su sueldo, localizado en un campo desde donde veíamos todos los aguaceros que venían desde El Yunque. Allí, desde temprana edad conocí a Dios y aprendí los consejos de mi pastora: Biblia, Biblia y más Biblia.

Allí también aprendí que Dios siempre me abriría puertas para hacer cosas mayores. Con poco más de 10 años me montaba solo en la guagua de la iglesia y a veces estaba casi todo el día en la iglesia en ayunos de todo el día o en vigilias de toda la noche. Cuanto agradezco a Dios que mis papás me hubieran permitido hacer esto a tan corta edad. Mi mamá solo decía que por lo menos estaba en la iglesia y no en la calle. Fue ella quien también me dio el ejemplo de servir a otros, el que perdura en mí hasta ahora.

que no tienen a Jesús.

En 1990 con solo 16 años fui admitido al Colegio de Mayagüez de la Universidad de Puerto Rico. Ya sabrán que un “niño” con poca madurez llegó a enfrentarse a un mundo de “lobos” donde el alcohol y el sexo libre eran lo natural. Sin embargo, entre tropiezos y éxitos, lo que había aprendido desde niño siempre me devolvía a la senda correcta. Aquí la importancia de que nuestros niños aprendan el valor de la intimidad con Dios y de las enseñanzas de las historias bíblicas, que aunque la sociedad las encajone en meros cuentos, se convertirán en el único apoyo a la hora de que tomen decisiones cuando papá y mamá no estén.

Estoy convencido que para llegar a los corazones y lograr una trasformación en nuestro pueblo hay que resaltar lo que Dios ha hecho en nuestras vidas. En mi caso, soy un joven profesional, nacido y criado en un ambiente poco acomodado, donde casi la mitad de los residentes viven bajo el nivel de pobreza, de padres divorciados desde su primer año de vida; que mi educación ocurrió en un pequeño y humilde colegio de misioneros bautistas, donde aprendí los valores cristianos por encima de las materias de estudio; que eso no impidió, sino más bien me impulsó, a que lograra alcanzar un bachillerato y dos maestrías, cuando en el vecindario donde crecí menos del 20% de la población tiene un bachillerato y solo el 2% tiene estudios graduados; que pude estudiar en una de las universidades más reconocidas del país y en una de las universidades más reconocidas del mundo; que estoy felizmente casado y soy el orgulloso padre de dos hermosos niños; y que hoy lidero uno de los temas más trascendentales para la historia puertorriqueña futura.

Esto es parte fundamental de por qué estoy en Mar Azul. Los voluntarios de Mar Azul Kids le dedican enormes cantidades de tiempo y esfuerzo a que nuestros niños aprendan, de forma divertida y a su nivel, el amor de Dios que los sostendrá por el resto de sus vidas.

Luego de casi ocho años de trabajo y de Dios haberme permitido trabajar en varias de las ciudades más importantes de los Estados Unidos, regresé al Colegio de Mayagüez buscando diversificar mi profesión, y completé una maestría en ingeniería eléctrica. Poco sabía yo que la mayor enseñanza de este tiempo no serían los procesos estocásticos, sino que a cada generación le toca mostrar quién es Jesús para ese momento. Mar Azul se dedica precisamente a eso: mostrar a Jesús a esta generación a través de la integridad; el sacrificio; la generosidad irracional; reír fuerte, alto y a menudo; ser contribuidores en vez de consumidores espirituales; haciendo cualquier cosa excepto pecar para alcanzar a los

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Casi finalizando la maestría en Mayagüez, llegó a mi vida la oportunidad de estudiar otra maestría en Harvard, una de las universidades más prestigiosas del mundo y trabajar un internado en la Ciudad de Chicago. Tampoco sabía que el aprendizaje mayor en este tiempo sería conocer a Dios en un contexto global fuera de mi cajita de cristal caribeña, aprender sobre la comunidad en la iglesia y devolver a mi país lo que había aprendido.

En Mar Azul fue donde todas estas cosas “came full circle”, como dicen en inglés, y encontré el lugar donde puedo servir a Dios junto a mi familia y a otros sin mirar condiciones, conectar y crecer como fue la intención de Dios desde que se fundó la iglesia.

Por eso escribo esto, seguro que con historias como ésta tendríamos muchos más niños y jóvenes convencidos de que no importa de dónde vengan o cuál haya sido su situación, pueden superarse y llegar a hacer una diferencia en nuestra sociedad.

Mar Azul es donde encontré el apoyo para que siendo imperfecto como soy, pueda trabajar en un equipo que solo quiere traer esperanza a Puerto Rico. Aquí Dios está cumpliendo su propósito, abriendo puertas para hacer cosas mayores.

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MAR AZUL ES DONDE ENCONTRÉ EL APOYO PARA QUE SIENDO IMPERFECTO COMO SOY, PUEDA TRABAJAR EN UN EQUIPO QUE SOLO QUIERE TRAER ESPERANZA A PUERTO RICO.

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- DENISSE DÍAZ -

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AUNQUE MI VIDA NO ERA PERFECTA, ENTENDÍA QUE CUMPLÍA CON LO QUE SOCIALMENTE SE LE EXIGÍA A UNA MUCHACHA DE MI EDAD. SIN EMBARGO, SIEMPRE HUBO UN VACÍO EN MI CORAZÓN.

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- DENISSE DÍAZ -

UNA OBRA EN PROCESO — en un ambiente muy divertido. Realmente pensé que se preocupaba más por mi soltería que por mi espiritualidad, pero igual, acepté la invitación.

Nunca olvidaré cuando entré por la puerta de la iglesia, me impactó ver el fervor de la adoración y lo especial del mensaje.

Tenía 25 años y una vida realmente “envidiable”.

Cursaba mi último año de Maestría en Consejería en Rehabilitación, tenía un buen empleo, apartamento, carro, una familia unida y estaba comprometida con el amor de mi vida. Aunque mi vida no era perfecta, entendía que cumplía con lo que socialmente se le exigía a una muchacha de mi edad. Sin embargo, siempre hubo un vacío en mi corazón, que trataba de llenar con libros de psicología, cursos de hipnoterapia, “neurocoaching”. En fin, buscaba llenar ese hueco, como si se tratara de un vacío mental, cuando en realidad era espiritual. Hubo un momento en mi vida cuando lo perdí todo.

El amor de mi vida, mi prometido, me engañó embarazando a su “mejor amiga”. Aquella noche, bañada en lágrimas, clamé a Dios, le dije: “Por favor, sácame de aquí”. Entonces , en esa misma semana, surgió una oportunidad de empleo en mi pueblo natal, Barranquitas, como Consejera en la Universidad Interamericana. Fue la oportunidad de rehacer mi vida y salir de ese infierno. Me fui y comencé una vida más tranquila, cerca de personas que realmente me amaban, pero cometí un error, enterré mi pasado. No me di la oportunidad de sufrir, no me di permiso para desahogarme, juré que jamás iba a hablar del tema.

Esa noche oré antes de dormir y Dios trajo a mi mente la palabra: perdón. Sabía muy bien a lo que se refería, porque luego de cinco años no había desenterrado aquel cadáver que me carcomía lentamente el alma. Tenía religión, pero no tenía a Jesús en mi corazón. Jesús me hizo la invitación a perdonar, pero más que eso a confiar en Él. Esa misma semana me reencontré con el pasado, perdoné, y no dolió. Realmente, no puedo explicar en palabras lo que allí sucedió, y mucho menos lo que sucedió en mi corazón. Desde ese momento mi vida cambio, empezó una sed por leer la palabra y conectarme con Jesús.

Actualmente, soy hoy líder de El Puerto de Mar Azul Kids y además soy líder de un Grupo de Conexión. Aún estoy bajo construcción, pero ya no soy la muchacha de ojos tristes que fui, ya no estoy preocupada por cumplir con las exigencias de la sociedad, soy soltera a los 32 años y estoy convirtiéndome en la persona que la persona que estoy buscando, anda buscando. Aun mi familia no ha aceptado la invitación de Jesús a una vida más abundante, pero esa petición está en las manos de Dios, mientras, yo me ocupo de obedecer el llamado de aquel que cambió mi lamento en baile. Ya lo dijo mi Pastor John en uno de sus mensajes: “Dios no existe para mí, yo existo para Él”.

Luego de un año viviendo una vida como la de un payaso, una colega me habló de Jesús y me obsequió unos tratados cristianos. Cuando comencé a leerlos mi curiosidad por descubrir la verdad se volvió real.

Entonces decidí visitar una iglesia en mi pueblo, Dios me habló a través de una Pastora: “Tal vez te encuentres anhelando la verdad, yo te digo que Jesús es el camino, la verdad y la vida, Él está tocando a la puerta de tu corazón”. Bastaron pocos segundos para que esas palabras tocaran mi ser, busqué una Biblia, me arrodillé e hice una oración: “Dios, si tu existes de verdad, háblame y muéstrame que eres real, te necesito”. Abrí la Biblia y me enfoqué en un texto que decía: “Jesús se maravillaba de su incredulidad y de que aún no creyeran en Él”.

Cerré la Biblia y me sorprendí por lo que había leído, pero aún tenía incredulidad. Continué congregándome y al cabo de unos meses, me bauticé. Me sentía muy bien con mi nueva vida, pero siempre tenía el deseo de que mi familia se convirtiera también. Un día una compañera me llamó para invitarme a Mar Azul. Me dijo que era un lugar donde se congregaban muchos jóvenes en

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- KARLA JANICE -

CAMINAR

PARA CRECER —

En otro momento sentía que no tenía nada que hablar acerca de mi vida; pero los procesos y crecimientos han creado un libro en el que Dios continuará escribiendo mi historia día tras día. Ahora puedo entender que cada experiencia vivida me transforma y además, sirve para bendecir a otros.

ESTABA SEGURA QUE NO TENÍA UN CRECIMIENTO VERDADERO 12

Desde pequeña conozco sobre el amor de Dios.

Estuve en la misma congregación desde que tenía 9 años edad hasta los 23 años. Allí conocí personas hermosas, entre ellas a quien es ahora mi esposo; allí nos casamos y presenté a mi hermosa hija. Con esto quiero decir que básicamente crecí allí. Sin embargo, sentía que algo faltaba… A pesar de asistir a la iglesia, había solo una parte que se “llenaba” en esos servicios en los cuales llorábamos, y se escuchaba mucha algarabía. Pero luego de eso, no sabía si solo era emoción o realidad. De lo que sí estaba segura era de que no tenía un desarrollo o crecimiento espiritual verdadero. Había muchas cosas a las cuales le temía, que no entendía y a veces me sentía mal porque pensaba que estaba cometiendo un error al sentirme así.

Entonces, llegó el momento en el que ya solo íbamos a la iglesia por compromiso y salíamos como entrabamos, sin ningún tipo de reto ni motivación.

De hecho, recuerdo salir una vez llorando desilusionada por cosas que se dijeron, sin filtro, desde el altar, mientras muchos me miraban, susurraban y se burlaban de mí.

Mi esposo y yo comenzamos a visitar Mar Azul cuando se reunían los miércoles en Terra Campestre.

Después, cuando comenzaron a reunirse los domingos los visitábamos luego de asistir en la mañana a nuestra iglesia. Sin embargo, después de la experiencia que les mencioné anteriormente, pedimos dirección a Dios y decidimos enfrentar con valentía todo lo que sucedería al decidir movernos.

Cuando hicimos la transición a la comunidad Mar Azul fue un proceso largo y doloroso, pero ha sido el mejor cambio que hemos hecho.

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Actualmente, mi esposo y yo somos líderes de un Grupo de Conexión, Maestros en Mar Azul Kids y tengo la oportunidad de trabajar en la organización Young Lives Puerto Rico. Es hora de darle forma al mundo, Dios nos creó con el potencial necesario, para que por medio de nuestras ideas, unidas a su palabra y creatividad hagamos una Bomba. ¡Su amor y bondad son tan grandes! Por eso vivo eternamente agradecida.

Mi Familia y yo nos sentimos llenos de nuevas oportunidades; nuestra vida espiritual, social y personal ha experimentado un crecimiento inigualable y saludable. ¡Ahora sentimos que somos capaces de tanto! No estoy diciendo que es una comunidad perfecta, estoy diciendo que es una comunidad especial, real, sincera, donde las críticas y acercamientos te hacen crecer, donde nadie te mira raro por ser como eres, donde puedes llevar a tu mejor amigo y no tener miedo de qué pasará, donde tus ideas son escuchadas y hasta mejoradas. No dejaré de expresar lo agradecida que estoy con Dios por la oportunidad de ser parte de un grupo de gente tan bella y tan llenos del amor de Dios. Por fin comprendo de qué se trata la vida, al fin puedo entender que la Iglesia es la Esperanza del mundo cuando se hace bien. Finalmente, puedo decir que amo escuchar las predicaciones y amo leer la palabra, porque me han llevado a vivirla, me han enseñado que en medio de nuestra imperfección Dios nos muestra maneras increíbles de amar, crecer, servir y conectar.

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Y aunque a veces las cosas no me salgan como quisiera o el panorama no sea el que pensaba, he decido dejar en sus manos mis planes, mis anhelos y mis sueños y dar mi 200% sin esperar respuesta inmediata. Ser valientes, estar enfocados y olvidar cosas que nos marcaron es difícil. Las malas experiencias no deben definir el futuro.

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DIRECTO A LA FUENTE

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- YANSEL MORALES -

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Quiero compartir en qué lugar que se encontraba mi vida y mi corazón antes de llegar a Mar Azul. Yo pensaba que conocía a Dios sin embargo, el conocer a Dios es una experiencia mucho más grande de lo que creía. Había sido criada y bautizada en la iglesia Católica, realicé la primera comunión y también me confirmé, pero a pesar de todo no sentía lo que siento hoy, esa conexión y comunicación directa con Él. Les cuento que al pasar el tiempo fui creyendo en una energía universal la cual no le llamaba Dios, simplemente le llamaba “una energía” sin darle la honra y gloria a Él, esto hacía que viera la vida sin la existencia de un Dios Todopoderoso que guarda por ti y por mí. Pensar de esta forma me llevó a tener un vacío interior, el cual no admitía tener.

El simple hecho de decir o pensar que creía en una energía, a la cual no le llamaba por su nombre, hoy me permite ver el porqué del vacío que sentía, esa energía jamás pudo, ni podrá ocupar el lugar de Dios en mi vida. Definitivamente, todo lo que nos sucede, todo lo que experimentamos en la vida nos trae una gran enseñanza, la cual nos transforma a ser quienes somos hoy.

Jesús usó la comunidad Mar Azul para que pudiera llegar directamente a Él. Cada una de las series hablaba a mi corazón, sentía como cada palabra era exclusivamente para mí. Me impresionó saber cómo Dios conocía cada parte de mí, como lo ve todo, lo sabe todo, lo escucha todo y como tiene control de todo. ¡Es realmente impresionante su poderoso amor por cada uno de nosotros! Comencé a aprender lo que es orar, en lugar de rezar que era lo que conocía, y así aprender a tener una comunicación directa con mi Creador. Hoy puedo decir con toda certeza que Jesús, el creador del cielo y la tierra, guarda de manera especial a cada uno de nosotros y tiene un propósito grande con cada ser. No existen casualidades para Dios, todo tiene una razón de ser. Él está tocando a la puerta de tu corazón y tiene bendiciones hermosas para ti también. Si le das una oportunidad experimentarás un gran giro en tu vida y en la de tu familia, solo permite que Él sea el centro de tu ser y lánzate a vivir en su presencia. Te aseguro que no te arrepentirás.

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26 AÑOS

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ES MÁS IMPORTANTE LA VIDA ESPIRITUAL QUE LA SOCIAL Y TENÍAMOS QUE BUSCAR NUESTRO CRECIMIENTO.

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Nací y fui criado en la Iglesia Evangélica junto a toda mi familia. Allí crecí, me bauticé y me casé. Ir a la iglesia ya se había convertido en una rutina de domingo. No había diferencia entre salir y entrar, porque salía como entraba. Trataba de involucrarme en distintas cosas y llegué a participar de muchas, pero eso no hacía diferencia espiritualmente. Participaba, había mucha emoción y luego… todo seguía igual. En ocasiones sentí que no era capaz de hacer cosas para Dios, porque indirectamente te enseñan a que debes tener el conocimiento más grande (telógicamente hablando) para poder ser útil; llegué a sentir que Dios no tenía propósito conmigo.

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TENER VALOR

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- MARCOS LUIS -

Las experiencias eran confusas, muchas veces no entendía cosas que pasaban y sentía que habían muchas emociones envueltas, más que sentimientos reales, pero no me atrevía a decir nada porque según todos “eso era bueno”. Pienso que quizás era falta de haber experimentado algo real, así que no los culpo. A veces hay personas que piensan: “En la iglesia donde nací, moriré”. Sin saber que están perdiendo la vida.

Mi esposa y yo comenzamos a ver cosas que no nos gustaban.

Ella llevaba tiempo visitando a Mar Azul cuando estaban en Jabes Café (Terra Campestre) fui varias veces con ella y nos encantaba. Pero claro, era una decisión que nos llenaba de miedo porque sabíamos el volcán que crearía el movernos de iglesia; y más a Mar Azul, (nombre diferente o raro para algunos, un Pastor joven… entre otras cosas) Estábamos buscando dirección de Dios porque no queríamos hacer nada por emoción, pero justamente en ese tiempo tuvimos un disgusto en la iglesia donde nos vimos humillados. Entonces entendimos que ya bastaba de tanto aguantar, de estar estancados, de no crecer, de tanta hipocresía, de ver como desde el altar se decían cosas innecesarias, de no atrevernos a invitar amigos porque no sabríamos qué sorpresa o regaño tendría el pastor. Así que en abril de 2014 tomamos la decisión de movernos por completo y ha sido la mejor decisión que hayamos podido tomar, por nosotros y por nuestra hija.

Hablaron, criticaron, se sorprendieron, pero aprendimos que es más importante la vida espiritual que la social y que teníamos que buscar nuestro crecimiento.

Cuando hicimos el cambio, pastor Jonathan nos recibió como lo había hecho desde que visitábamos Mar Azul, esporádicamente, con un amor real, sin máscaras. Más que un Pastor ha sido un amigo y al fin podemos entender lo enriquecedor que es sentarse con su Pastor sin sentir tener que sorprenderlo o esconderse. El ha estado en momentos tan importantes y cruciales que solo me queda darle gracias a Dios por su vida. Mi esposa y yo estábamos pasando por problemas fuertes debido a mi adicción a la pornografía, y por primera vez, tuve el valor de sentarme y hablarlo con mi Pastor John. En ese proceso, él me llevó de la mano diciéndome que él había pasado por lo mismo y eso me ayudó a entender y ver lo real y genuinos que necesitamos ser para poder crecer; sus palabras fueron de Pastor, pero con un amor y conexión de amigo.

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- ANA LISSETTE SANTIAGO -

CADA VIDA

ES ESPECIAL Mientras crecía nos mudábamos mucho. En distintos momentos, cada par de años, volvíamos a casa de mis abuelos. Ellos fueron dos de las personas que más influenciaron mi niñez.

Abuelo Magín era todo amor. Pasaba horas hablando conmigo, me sentaba a sus pies mientras me cortaba pedazos de mangó. Me defendía de todo el mundo.

Abuela Yayi era disciplina (otra forma de amar). Ella me llevaba a la iglesia, me enseñaba todas las oraciones (el Padre nuestro, el Credo) y la acompañaba a los rosarios por cada muerto del pueblo. Gracias a ella siempre tuve presente que había un Ser superior con el que podía hablar. Crecer con ellos desarrolló en mí independencia y sentido común. Tenía una convicción clara y definida de lo bueno y lo malo. Era como una adulta en cuerpo de niña.

Cuando abuelo falleció sentí que perdí al único aliado que tenía. Todas las noches lloraba porque lo extrañaba. Eso duró meses. Desde ese momento en adelante, siempre me sentía sola. Estaba entrando en la adolescencia y todo siguió cambiando. Mi mamá y padrastro (quién hasta el momento era mi papá) se divorciaron, nos mudamos de ciudad y nos llevaron a otra escuela. Ahora éramos solo mi hermano, mi hermana, mami y yo.

La mayoría del tiempo me sentía infeliz e inconforme. Comencé a buscar la manera de resolver todo lo que me dolía. Me permitía muy pocas emociones de joven común.

Perseguía de forma obsesiva a los Backstreet Boys y a Ricky Martin, me encantaba Friends y tenía las paredes forradas de posters. Todo lo demás era responsabilidad o al menos así lo creía. Quería tener control de cada cosa y esto creó muchos conflictos con mi mamá.

Le decía en lo que discrepaba y esperaba ser tomada en cuenta pero no podíamos ponernos de acuerdo.

Mi papá y yo no habíamos compartido mucho por catorce años. No conocía mucho a su lado de mi familia. Un día, me invitó a quedarme en su nueva casa y se sentó a hablar conmigo.

Me pidió perdón por no haber estado en mi vida y se comprometió a cambiar. Añadió que estaba visitando una iglesia y que Dios había cambiado su vida. Aproveché el momento para decirle que no quería regresar a casa de

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mami. Desde ese momento él se hizo cargo de mí.

Otra vez tenía a alguien cerca que me acercaba a Dios. Entonces decidí buscarlo más profundamente. El leer la biblia y hablar con Él, arreglaba poco a poco todos los ‘revoluces’ que tenía por dentro. Fui aprendiendo que no era tan solo un Ser superior que estaba lejos si no uno que caminaba conmigo todos los días y al quien le podía hablar de cualquier cosa.

Comencé a sentirme feliz más de lo que estaba triste. Hay cosas con las que todavía trabajo. Filipenses 1:6 dice que Dios va a ir perfeccionando el trabajo en nosotros y así es. Eso quiere decir que todavía estoy aprendiendo.

Llegué a Mar Azul en un momento en el que no encontraba mi lugar. Creía que nunca existiría una iglesia que estuviese alineada a lo que sentía en mi corazón que necesitaba. Me encanta ser parte de una comunidad que se enfoca en las personas. ¡Que espectacular fue encontrar a Dios! Cambió el rumbo de mi vida. Él me da propósito. No camino tratando de resolver mi situación actual; hay algo eterno ligado a cada cosa que hago. Es espectacular pensar que trabajamos para que todos sepan que hay algo más. Mi vida es especial. Cada vida es especial.

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- REINALDO CINTRÓN -

UN

AMIGO

Por muchos años escudé mis pecados, complejos y sentido de inferioridad detrás de mis talentos y falsa popularidad. ¡Me creía que me las sabía todas! Estaba seguro de que por haberme parado por años a cantar o hablar en tantos altares y tarimas, frente a miles de personas en y fuera de Puerto Rico, cubría mi cuota con Dios. Si se trataba de estrellitas y caritas felices en “Su Libro”, sentía que llevaba amplia ventaja sobre la gran mayoría. Oh, pero cuan lejos estaba de Él. Me había enfocado en HACER cosas para Dios sin ocuparme primero de SER la persona que Dios anhelaba que fuera.

Frente a la gente, un joven ejemplo y modelo.

Pero cuando “nadie veía” nada me detenía de satisfacer mis deseos egoístas.

Desarrollé muy bien la habilidad de aparentar.

No permitía que nadie supiera lo que pasaba dentro de mi corazón y aprendí a proyectarme como una persona segura y en control de su vida. Mi personalidad jovial me permitía ganar adeptos con la gente y caer bien dondequiera que iba. Siendo respetado y querido por tantos, vivía con el temor constante de que mis pecados y mis debilidades fueran conocidos.

Sin embargo, ese temor no impedía que continuara una vida lejos de Dios.

Mar Azul llegó en el momento perfecto. Desde aquella primera reunión supe que Dios me había traído a un lugar especial y único; que me había unido a un grupo de amigos extraordinarios que se atrevían a soñar en grande, a pensar fuera de lo aprendido o visto y a retar lo establecido con el solo fin de acercar personas a Jesús. Aprendí allí que muchas veces lo primordial no es lo que hago, cómo lo hago o porqué lo hago, sino con quién cuento, las personas que me ayudarán a lograrlo y que me motivarán e inspirarán a mantenerme enfocado en lo que es realmente importante.

El mensaje sencillo y práctico, pero a la vez profundo, que se hablaba comenzó a retar mis conductas desviadas, mis malas tendencias, mi manera conveniente de ver a Dios. Por primera vez, escuchaba principios que no se quedaban en la teoría elaborada, adornados con palabras trilladas o quizás complejas, sino que podía llevarlos y aplicarlos en mi diario vivir. Jonathan Ocasio, mi pastor y una persona a quien considero uno de mis más grandes y

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mejores amigos, me confrontó. En muchas ocasiones sentados en una mesa, tomando café le habló a mi corazón, directo al hígado, y me invitó a vivir la vida que Jesús anhelaba para mí y a tomar las decisiones correctas que me llevarían a lograrlo.

Poco más de cinco años y medio más tarde, estoy convencido que esta comunidad de fe cambió mi manera de ver la vida y me llevó a una conexión real con Jesús y a un crecimiento integral como individuo en todas mis facetas.

Hoy continúo trabajando en muchas áreas de mi vida, pero cuento con herramientas útiles que me ayudan a mantener una perspectiva más clara de la inmensidad de Dios, su amor y su gracia. ¿Miedos? ¡Claro! Quiero ser el mejor esposo que pueda ser, el mejor padre para mi hija. Quiero vivir siempre a la expectativa de lo que Dios tiene para mí, para mi matrimonio, para mi familia. Quiero mantenerme dedicando mis talentos a Dios para ser de bendición de otros. Y me da temor fallar. Sin embargo, vivo con fe y esperanza sabiendo que aquel que comenzó su buena obra en mí la perfeccionará cada día. Sé que mi vida está en sus manos, así que procuro conocerlo y amarlo más sabiendo que es el verdadero amor el que echa fuera todo temor.

Hoy continúo haciendo cosas para Dios, pero las hago con el corazón y la motivación correcta. Dirijo el ministerio de adoración y música de Mar Azul y junto a mi esposa Jessenia tengo la oportunidad de hablarle a otros de Jesús, en y fuera de Puerto Rico, a través de la comedia por medio del ministerio Uno y Media. Estoy convencido de que a través de los talentos y las oportunidades que Dios me ha dado le doy forma al mundo y llevo a otros el único mensaje capaz de transformar la condición del corazón en el ser humano. ¿Qué hermoso verdad? Entendí en Mar Azul que tú y yo somos la iglesia y que fuimos creados para darle forma al mundo. ¿Cuáles son tus talentos? ¿Qué Dios ha puesto en tus manos que tiene la capacidad de bendecir a otros? ¿Qué sueño o idea cargas en lo profundo de tu ser?

Mi invitación es a que lo traigas a la mesa.

Ven, tal como estás.

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DE ALGUNA MANERA NOSOTROS TAMBIÉN HEMOS DEJADO A UN LADO EL TEMOR, HEMOS COMENZADO A SOÑAR DE NUEVO.

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- DEBORAH CRUZ -

VOLVER A SOÑAR DE NUEVO Mi esposo y yo crecimos yendo a la iglesia todos los domingos y conocimos al amor y la misericordia de Dios desde muy temprano en nuestras vidas. Sin embargo, antes de llegar a Mar Azul ambos nos encontrábamos un poco frustrados con la iglesia cristiana en general.

De hecho, habíamos estado buscando una iglesia por muchos meses, pero no habíamos encontrado una en la que deseásemos quedarnos. En aquel momento ya teníamos un hijo y uno de nuestros anhelos era que pudiese crecer en una iglesia en la que se le reforzaran los valores cristianos que le enseñábamos en la casa y las historias de la Biblia que luego se convertirían en sus ejemplos a seguir. Un día, una gran amiga nos invitó a Mar Azul; en aquel momento todavía se reunían los miércoles en la noche, así que fuimos. Nos encantó la dinámica de esa noche, pero al otro día… wow, teníamos otras preocupaciones.

Aun así no dejamos de asistir ya que podíamos ver a Dios en todo el proceso, desde la música, las canciones y adoración hasta la manera como se predicaba la Palabra de Dios. Y ni hablar de las maestras que atendían a los niños en el salón de Arrecife. Pudimos sentir el amor de Dios a través de las personas que asistían allí. Pero, como mencionamos anteriormente, nos preocupaban otras cosas.

A nuestros ojos, en aquel momento, Mar Azul era una iglesia joven, y con esto queremos decir que no tenía muchos años de funcionamiento.

Además, la mayor parte de las personas que allí asistían, también eran muy jóvenes. Sin que nos malinterpreten, nosotros llevábamos más de 30 años en “la iglesia” y habíamos visto muchas cosas muy dolorosas, así que temíamos que Mar Azul fuese solo una “feel good church” donde la gente iba porque se sentían bien, pero sin ningún compromiso.

En nuestras conversaciones como pareja nos preguntábamos si había una administración

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sana del dinero, quiénes componían la junta administrativa y cuáles eran las bases bíblicas que utilizaban.

Nuestras preguntas no estuvieron mucho tiempo sin contestar. Un día pedimos una reunión con Jonathan, el pastor, y él sin dudarlo, nos recibió en su casa un domingo en la mañana. Allí le dejamos saber a él y a Cristina, su esposa, todos nuestros temores.

Nos sorprendió y nos ministró la transparencia de ambos; así que desde ese día decidimos que allí nos quedábamos. Ya llevamos 3 años allí, y ahora no solamente vamos con nuestro hijo, sino también con nuestra niña. Nuestros hijos son felices en Mar Azul, aman llegar a la iglesia y disfrutan de las enseñanzas bíblicas.

Ellos cantan y brincan con libertad al adorar a Dios, sin temor.

Y de alguna manera nosotros también hemos dejado a un lado el temor, hemos comenzado a soñar de nuevo, hemos dejado a un lado muchas “costumbres religiosas” y comenzado a hacer lo que se supone que hagamos: servir y amar a aquellos que aún no tienen a Jesús.

Con honestidad tenemos que decir que servir a Dios en una comunidad como Mar Azul ha roto con muchos de nuestros esquemas y prejuicios religiosos. Ahora nos dedicamos a conectar, crecer y servir.

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- GEORMARIE MANGUAL -

PEDIR PERDÓN —

He encontrado algo en mi caminar, que desearía que otros conocieran. Vengo de otra iglesia evangélica a la cual iba los domingos por encontrar esa sensación o presencia de Dios que todos deseamos. Mi llegada a Mar Azul fue a través de una amiga, a la cual le estoy muy agradecida. Soy una persona con un carácter bien fuerte, rencorosa, mal hablada, impulsiva, fiestera, alborotosa, en fin… me considero poco “cristiana”, ya que visitaba los domingos la iglesia y sentía que iba por cumplir. Al llegar a Mar Azul, me impactó ver tantos jóvenes adultos de mi edad, empezando por el pastor. En mi mente dije: “algo pasa aquí, porque esta gente no es el “target” que uno está acostumbrado a ver”. Me acuerdo como ahora que Jonathan, el pastor, estaba haciendo la historia de Jonás, jamás se me olvidará dicha historia, ya que la había escuchado mil veces, pero nunca la había entendido. Desde ese día sentí una sed de volver cada domingo a escuchar cada relato de la biblia. Ir los domingos a la iglesia ya no era un compromiso, era una necesidad de poder conocer más de la vida de Jesús.

Recuerdo un domingo que llegué a Mar Azul con muchas dudas, frustraciones y preguntas en mi mente. Necesitaba que Dios me hablara y me dijera qué tenía que hacer con mi vida. Ese día fue el más impactante de toda mi vida. Literalmente, fue la primera vez que escuché la voz de alguien hablándome y dándome respuestas específicas a lo que le estaba pidiendo. Dios me dijo que para yo poder tener paz interior, esa que tanto buscaba, tenía que pedir perdón. En mi caso, pedir perdón era algo bien difícil porque soy muy orgullosa y

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no creia en el perdón. Dios me dijo que tenía que hablar con esa persona y no importara qué, tenía que pedirle perdón. Siguiendo lo que Dios me había dicho, llamé a esa persona, un ser que amo con mi vida, pero que a su vez le hice daño. Lo llamé, como era de esperarse, no quería hablar conmigo. Cuando pudimos hablar saqué todo el dolor que llevaba por dentro y le pedí perdón. No saben cómo me iba sintiendo, era como si me limpiara poco a poco, de adentro hacia afuera. Cada lágrima que derramé era justa y necesaria para poder entender el propósito de lo que Dios me había mandado hacer.

Luego de haberle dicho todo, él se bajó de mi guagua y yo fui otra. Sentía que mi alma estaba limpia, pero no de la boca para afuera, como muchas veces lo hice, estaba vez era del corazón hacia fuera. De ahí en adelante ando en un constante cambio positivo en mi vida. Ya esos pensamientos de maldición y rencor no vienen a mi mente. Es una sensación tan difícil de explicar, pero tan maravillosa de sentir que no encuentro palabras para poder expresar lo rico que se siente haber escuchado a Dios y ver cómo cambio mi vida interior.

En Mar Azul pude encontrar el camino hacia Jesús.

Cada día voy mejorando muchos aspectos en mi vida, que ni yo me lo creo. No me creo que soy la más santa ni la más cristiana, pero si les aseguro que me siento un ser humano más completo ante los ojos de Jesús.

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EN MAR AZUL PUDE ENCONTRAR EL CAMINO HACIA JESÚS. CADA DÍA VOY MEJORANDO MUCHOS ASPECTOS EN MI VIDA, QUE NI YO ME LO CREO.

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EN MAR AZUL HE APRENDIDO QUE LA VIDA SE VIVE MEJOR JUNTOS, COMPARTIENDO CON OTROS EL AMOR QUE ALCANZA LO INALCANZABLE Y RESTAURA TODO LO DAÑADO.

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Vengo de un hogar de crianza, donde me dieron amor y las atenciones necesarias para crecer en un ambiente seguro. Tenía todo lo necesario y hasta un poco más. No puedo quejarme de mis padres, me brindaron una niñez hermosa, pero lejos de Jesús.

Les cuento que una de las cosas que más trabajo me da es relacionarme con otras personas, hacer nuevos amigos y conectarme con otros. Esto me ha traído problemas a lo largo de mi vida, tanto a nivel personal como profesional. Todo es el reflejo de una gran inseguridad que habita dentro de mí. Aunque no parece, he luchado día a día con inseguridades y complejos, lo cual consume mucha de mi energía y siento que desgasta mi ser. Para empeorar las cosas, me casé por primera vez a los 20 años de edad, fue un matrimonio complicado que duró solo 4 años, lo cual aumentó en mí los niveles de inseguridad. En ese momento, lo único que me hacía sentir seguro era mi tiempo a solas con la música.

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AMOR QUE ALCANZA

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dejar a un lado la humildad en su desempeño. Con la pureza en el corazón y la unidad entre todos sus líderes. Y lo más hermoso de todo, que Mar Azul es el reflejo del gran amor de Jesús vivo en una comunidad llena de fe y esperanza. Hoy día formo parte de un hermoso grupo de líderes, donde he aprendido a Conectar, Crecer y Servir. Trabajé como productor del CD de Mar Azul “Todos Cantamos”, soy miembro activo en El Puerto y dirijo uno de los Grupos de Conexión. En Mar Azul he aprendido que la vida se vive mejor juntos, compartiendo con otros el Amor que alcanza lo inalcanzable y restaura todo lo dañado, el Amor de Jesús.

Mis comienzos en la música fueron a los 15 años y mi primer instrumento fue la trompeta. Nunca olvidaré a aquella amable señora, que se me acercó mientras yo practicaba y con un tono de voz muy dulce me dijo: “Algún día tocarás la trompeta para el Señor”. Esas palabras nunca me abandonaron, siempre estuvieron en mí; y en medio del proceso de divorcio fueron las que me animaron a buscar una iglesia. Llegué a la iglesia Senderos De Fe, donde Dios comenzó a restaurar mi vida y a mostrarme que tenía grandes planes conmigo. Allí formé parte del grupo de alabanza y fue allí donde toqué la trompeta, por primera vez, para exaltar Su nombre.

Luego, Dios me llevó a la iglesia Fuente de Agua Viva donde fui director del grupo de alabanza y junto a mi esposa, líderes del grupo de matrimonios.

En este punto, ya Dios había hecho todo nuevo en mi vida, tenía una esposa, dos maravillosos hijos, un hermoso hogar y me había convertido en un reconocido ministro de la música y la comedia a nivel nacional.

Pero Dios seguía teniendo planes conmigo y con mi familia, y fue entonces que llegué a Mar Azul en agosto del 2013. Esa noche fui uno de los recursos, presenté una rutina de stand-up comedy y disfruté toda la noche del excelente trabajo que hacen juntos como iglesia. Quedé impactado con el profesionalismo con cual trabajan la música y el alto nivel de ejecución. Con el empeño y la dedicación con la que trabaja el equipo de producción, sin 27

VOLVERME

A GANAR —

Antes de llegar a Mar Azul llevaba una vida que me mantenía lejos de Dios. Soy una persona social y dinámica, así que las amistades no me faltaban y tampoco faltaba en mi agenda algunas actividades y reuniones sociales que no iban acorde con una vida de alguien que busca un cambio positivo. Simplemente pensaba en mí y mis “necesidades”.

Tuve el privilegio de nacer y criarme en la Iglesia, sin embargo tuve una mala experiencia en el proceso de jóven y me alejé. Entonces los deseos de agradarle a Dios desaparecieron. Honestamente cuando tienes conocimiento de Dios y te alejas, sientes temor por no estar en el camino correcto.

Jesús me estaba llamando otra vez, lo sabía, lo sentía y verdaderamente era hermoso.

Pues, en todo ese tiempo no había dejado de pensar en Él. En el 2013, recién cumplido mis 30 años, la enfermedad tocó a mi vida, recibí la noticia de que tenía un tumor en el lóbulo frontal derecho de mi cerebro. Luego de una operación exitosa, decidí responder al llamado de Dios. Quizás no por eso directamente pues, literalmente, Jesús tuvo que insistir un poco más después de esto, pero es hermoso porque así es su amor que nos persigue no para reclamarnos, sino para volvernos a conquistar. Comencé a buscarlo por algunos medios, asistí a un retiro, me reconcilié con Él y me dije: “bueno, si quiero estar cerca de Dios tiene que ser en un lugar donde verdaderamente me sienta apasionada y donde los líderes sientan pasión por vivir e imitar a Jesús”.

Luego de casi 15 años fuera de la Iglesia y de haber tomado la decisión de regresar, me sentía algo perdida, pero tenía el deseo de conocer más y más. De esta manera, en mi tiempo de almuerzo iba a YouTube y buscaba mensajes de algún pastor y en una de las sugerencias, “Tan Tannnn” apareció el canal de MAR AZUL, me conecté con la Comunidad y ese dinamismo que los distingue. Cuando llegué la primera vez fue un viernes Santo en el teatro de la Esc. De Bellas Artes en Guaynabo, durante la serie llamada UP, noté una gran cantidad de voluntarios recibiéndonos, TODOS contentos, muy amables y eso me impactó realmente. Fue como estar en un gran evento, buena música, buen ambiente, pero lo más importante con un mensaje sobre la gracia de Dios. Pude mirar a Jesús de una manera práctica y experimentar la diferencia entre la religión y la conexión con Dios. Ese día pensé: “creo que este es el lugar que estoy buscando”. Entonces, me di la oportunidad de visitarlos a la Iglesia con tal de observar cómo era una reunión “normal” de domingo. ¡Sorpresa! Cuando llegué, a donde nos reunimos actualmente, me fijé que era el mismo dinamismo que había en el Teatro, lo que realmente me pareció increíble. Yo estaba tan emocionada que quería salir a invitar a todo el que conocía y así lo hice. Dios, a través de MAR AZUL, impactó y sigue impactando a mi familia y amistades. Definitivamente, mi vida recobró el sentido, ahora no sólo se trata de mí, me considero parte de la Iglesia de Dios y estoy cumpliendo una hermosa función, imitar a Jesús y ser luz en medio de la oscuridad.

También nació el deseo de servir como voluntaria en diferentes instituciones, y ayudar a los que más lo necesitan.

Sé que hay muchos que se encuentran donde yo me encontraba, ojalá encuentren en nuestra comunidad lo que yo encontré. Jesús me ha dado la libertad, hoy puedo decirle a todo el mundo sobre su gran amor y junto con Él estoy aportando para darle forma al mundo.

GISELE PABÓN ROMÁN

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EL AMOR DE JESÚS NOS PERSIGUE NO PARA RECLAMARNOS, SINO PARA VOLVERNOS A CONQUISTAR.

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— Hace 12 años tomé la decisión más importante de mi vida, sincronizar mi corazón al de Jesús.

Esto me permitió servir como líder en la iglesia donde participaba trabajando especialmente con jóvenes. De esta gran experiencia nació el grupo de música urbana Seven Days con el cual llegamos a hospitales, residenciales públicos, escuelas, iglesias tanto en Puerto Rico como en Estados Unidos. Toda esa experiencia fue algo ridículamente hermoso, pero llegó el momento donde me pregunté: ¿cómo está mi relación con Dios?, ¿cuánto he crecido en este último mes… y en el último año?

Reflexioné y entendí que los compromisos con las cosas de Dios no sustituyen mi relación con Él. Entonces, comenzó la inquietud que me llevó a reencontrarme con Dios, conmigo y con su propósito.

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SER Y HACER

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- IVÁN RODRÍGUEZ -

Hoy día puedo identificar como el conformismo, el temor al cambio y al qué dirán, me paralizó. Yo solo esperaba otra ola para montarme en ella, mientras tanto el mar permanecía calmado. Intrínsecamente existía un deseo de trabajar para cambiar la realidad de mi entorno. No obstante, solo fue una temporada en la cual Dios estuvo alineando todo, para traerme a Mar Azul.

Llegué a Mar Azul donde fui recibido con sonrisas, abrazos y un mensaje que suplió áreas de necesidad en mi corazón. ¡Brutal, eso era lo que tanto estaba buscando! Pero pasaba algo… yo no me sentía parte. Mi proceso de integración tomó aproximadamente siete meses. Imagínate esto, mientras la muralla de los procesos que me detenían se derrumbaba, la de compromiso con Dios y con la comunidad se construía.

Una conversación con el pastor John dio el último empujón necesario, salí retado, con una visión clara, una confianza renovada y con una sola mentalidad: darle forma al mundo.

HE APRENDIDO QUE NO ES NECESARIO TENER NUESTRA VIDA EN ORDEN PARA ACERCARNOS A DIOS, SINO QUE ES NECESARIO ACERCARNOS A DIOS PARA QUE EL NOS DE FORMA.

Sabes, no sería real decirte que una vez conoces a Jesús todo es “peaches and cream”. Actualmente, persisten incertidumbres sobre mi futuro profesional, familiar, ministerial y personal.

La realidad es que los retos siguen, las preguntas se repiten, llegan dudas no invitadas, pero te sientes capaz y seguro, porque conoces de donde vienen tus fuerzas y cómo recargarlas. A través de este proceso he aprendido que no es necesario tener nuestra vida en orden para acercarnos a Dios, sino que es necesario acercarnos a Dios para que le dé forma a nuestra vida.

En este momento tengo seguridad de que estoy en el barco correcto, el cual trabaja para sembrar esperanza a Puerto Rico de una manera diferente. En Mar Azul he visto que se trabaja incansablemente para alcanzar la misión de darle forma al mundo. Por mi parte, continuaré usando mi profesión como psicólogo clínico, la música, el teatro y en las redes sociales “Hablando Cómo Los Locos”, para continuar trabajando en este propósito. Mar Azul nos invita a servir de una manera generosamente irracional, como lo hizo Jesús que dio su vida por nosotros. Te invito a que te des la oportunidad de ser parte de esta comunidad de imperfectos, no tienes que hacerlo solo.

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- RAFAEL ACEVEDO CRUZ -

SIN UN PAPÁ:

REMENDANDO UNA RELACIÓN “ESTO NO ES UNA HISTORIA TRÁGICA, SINO EL RELATO DE UN JOVEN QUE SE CRÍA CON UNA IDEA DISTORCIONADA DE LA PATERNIDAD Y DE CÓMO DIOS HA IDO REMENDANDO SU VIDA.” “Mi mayor defecto, que tengo buena memoria.”

- Randy Acosta Mi vida ha estado llena de dificultades; crecer sin un padre fue una de ellas. Recuerdo, cuando unos años atrás le explicaba al viejo, buscando entenderme, que yo estaba seguro de lo que sentía por mi perro más no de lo que sentía por él. A mi perro lo amo, lo extraño y lo adoro. A mi papá, aún no sé. ¿Tú sabes lo que es eso? A lo mejor se debe a los años albergando rencor por su excesivo abuso hacia mi madre, a quien le faltan varios dientes porque él se los sacó a puños o a la ausencia de su figura en mi vida. Pocos son los recuerdos de mi infancia en los que él está presente.

Durante mi desarrollo solo mi vieja me acompañó. Como espejo roto, en el cual se reflejan imágenes fragmentadas, conservo recuerdos nublados de sangre, alcohol, música y drogas. Recuerdo también las veces que el viejo me golpeaba sin razón alguna. Pero esto no es una historia trágica, sino el relato de un joven que se crió con una idea distorsionada de la paternidad y de cómo Dios ha ido remendando su vida.

Afortunadamente el viejo nos abandonó en 1993. Esto rompió el ciclo tóxico de maltrato y abuso que se vivía en casa. A pesar de que hizo algunos intentos de buscarme, su esfuerzo fue tan mínimo, que estuve prácticamente quince años sin verlo. Por mí estaba bien, ya que vi paulatinamente a mi mamá restaurarse emocional y espiritualmente. A mí, por el contrario, me ha costado más, aun después de haber conocido a Jesús en 1997. Lidio con los problemas emocionales que acarrea el desarrollarse sin un padre: la necesidad de validación y de respeto, lo cual a un “hijo de papi”, en una sociedad patriarcal como la nuestra, le llega fácil. En el 2005 a través de una predicación, el Espíritu Santo me pidió que buscara a mi papá para pedirle perdón. “¿Yo señor, si es él quien me tiene que pedir perdón a mí”, le dije. Luego le piché bien duro por tres años. Sin embargo, me sentía enfermo; todo me irritaba y yo conocía la raíz del problema.

Buscando salir de la amargura, en el 2008 me topé con un libro de sanidad interior. Me recomendaba pedirle perdón a mis seres queridos, argumentando que el beneficio sería para mi corazón. No lo podía creer, pero a la vez me confrontaba. Algo me persuadía a pensar que, ciertamente, mi papá me debía un perdón, pero a mí me correspondía culparme también; pues en cualquier relación uno

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siempre carga con parte de la responsabilidad. En mi caso, yo había decidido intencionalmente no buscar más a mi papá. Incluso, y aunque se sale un poco de mi control, soñé varias veces con que lo hería gravemente con un cuchillo, en represalia por aquella tarde cuando, al salir del cuarto, vi a mi mamá tirada en el suelo, pierna izquierda y cuello torcido, inconsciente y llorosa por la golpiza que él le había descargado. La repetición del sueño me llevó a pensar que no me había perdonado no haber defendido a mi mamá cuando esto pasó. Al despertar del sueño no recuerdo sentir remordimiento, al contrario, siempre sentía satisfacción.

Esta actitud me mostró la necesidad de un cambio interior.

En su momento, y esperanzado de que pedir perdón abriría la puerta a la sanidad, busqué a mi papá para confesarle todo. Mientras hablaba, él comenzó a llorar. No me había expresado bien cuando me dijo: “Mijo, yo hice lo mejor que pude”. Quise continuar, pues sentía la urgencia de explicarle que yo no estaba ahí para reclamarle, sino para pedirle perdón. Pero entre sollozos, él seguía repitiendo la frase: “lo mejor que pude”. Me sentí movido a consolarlo.

En ese momento comprendí que mi reacción de acariciar su pelo era una muestra de perdón de mi parte. Él, al igual que yo, había estado lidiando con sus propios demonios, atrapado por los límites del cuerpo y del (des)conocimiento.

Hoy, después de varios años de esa conversación, pienso en lo siguiente: si yo no hubiera aceptando mi responsabilidad, no hubiera logrado perdonar a mi papá y me hubiese quedado esperando amargamente a que él me pidiera perdón. De ningún modo, el viejo me iba a pedir perdón como yo quería. En mi querer, posiblemente, se albergaban deseos de venganza y humillación y esa jamás es la actitud correcta. En su frase: “yo hice lo mejor que pude” se encerraba su manera de pedir perdón. Y solo Dios, junto a mi deseo de cambiar, me permitieron comprenderlo así.

Todavía el día de los Padres llamo a mi vieja para felicitarla. Sin embargo, cuando ofrecí mi primera clase a nivel universitario busqué a mi papá y le pedí que me acompañara (como hacen los padres cuando llevan a sus hijos para sus centros de trabajo en un día especial).

Lo reconocí frente al grupo; ese fue un lindo día. Repito, aún no sé qué siento por él, pero descubrí que saber que soy hijo del Chino Acevedo, famoso locutor de radio en la década de los setenta en Puerto Rico, brega.

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Pa Sonia Cruz [y] otra vez, y como debe ser: para ti, Delisa

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34 AÑOS

ESTÁBAMOS EN UNA ETAPA DE NUESTRAS VIDAS DONDE DIOS NOS ESTABA RETANDO A SALIR DE LA ZONA DE COMODIDAD Y HACER ALGO MÁS.

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- AMNERIS MELÉNDEZ -

NO SE TRATA DE MÍ —

Hace poco mi familia y yo cumplimos dos años de haber llegado a Mar Azul por primera vez. Recuerdo como si fuera ayer, la cálida bienvenida que recibí junto a mi esposo e hijos. Llegamos como invitados especiales, ya que mi esposo tendría una participación como comediante. Pero desde que entré sentí como si hubiera llegado a casa. Estábamos en una etapa de nuestras vidas donde Dios nos estaba retando a salir de la zona de comodidad y hacer algo más.

Les confieso que quedé enamorada de la comunidad Mar Azul, pero como habíamos ido como invitados especiales quise ir una vez más para confirmar que todo lo que había visto y experimentado era real. Y así fue, junto a mi familia comenzamos a ver una comunidad donde creen y actúan reconociendo que la Iglesia es la esperanza del mundo, donde te retan a abrir tu corazón sin máscaras y a hacer algo con la verdad que conoces. Comprendí que no se trata de mí, todo se trata de Jesús y cada día me despierto con el anhelo de llegar a las personas que no lo conocen. Tenemos un líder creativo, transparente, genuino, comprometido, apasionado con su misión y eso es contagioso.

En estos dos años mi esposo y yo hemos crecido juntos, ahora somos líderes de un Grupo de Conexión y por medio de cada experiencia vivida nos reafirmamos que estamos en el lugar que Dios tenía para nosotros. Agradecemos a Dios porque estamos en un lugar con una misión clara y enfocada. Además, servimos a nuestra comunidad por medio de nuestros talentos, mi esposo en el área musical y de comedia, y yo comunicando y escribiendo; entre otras áreas en las cuales también colaboramos. Pensamos que es vital para nuestro crecimiento servir, porque mientras lo hacemos pensamos en los demás antes de nosotros mismos y el servicio le da sentido a lo que creemos. También les tengo que contar que nuestros hijos anhelan toda la semana a que llegue el domingo para ir a Mar Azul Kids, donde se divierten y conocen sobre el amor de Jesús.

Le comparto mi historia porque aunque parece que fue ayer, ya han pasado dos años desde que nos dimos la oportunidad de comenzar en una nueva comunidad. A veces los cambios nos dan miedo, pero si no hubiésemos dado el paso nos habríamos perdido tantas vivencias hermosas junto a la maravillosa comunidad Mar Azul. Invito a toda persona que desee hacer algo para darle forma al mundo a que rompa los esquemas y como dice uno de nuestros principios como iglesia: haga cualquier cosa, excepto pecar, para alcanzar a lo que no conocen de Jesús. Para alcanzar personas que nadie está alcanzando tenemos que hacer lo que nadie está haciendo.

Te invito a que junto a nuestra comunidad tu enfoque sea llevar esperanza al mundo y comiences por la primera persona que tengas junto a ti.

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LIBERTAD

EN JESÚS —

Antes de llegar a Mar Azul me encontraba muy afanada y ajorada en las cosas Dios, pero sin un propósito definido. Digo afanada y ajorada pues me enseñaban que estaba sirviendo a Dios bien si tenía mi agenda llena, aunque “descuidara” mi hogar y otras cosas, porque era para Dios. Me sentía estancada espiritualmente, a pesar de ser líder en varias áreas de la iglesia.

Por mucho tiempo viví prisionera de un sistema que se preocupaba más por cumplir con una apariencia externa que la realidad interna. Vivía en la iglesia tratando de agradar y convencer a mis líderes de que era apta y santa sólo por cómo me veía, pero nunca alcancé el estándar que buscaban. Mis opiniones ante ciertos temas controversiales dentro de la iglesia solían ser marginados o señalados. Me sentía que era una persona en la iglesia y otra fuera de ella, no porque hacía cosas “malas”, sino porque no podía ser la misma siempre. Veía la iglesia como un grupo “elite”, porque eran mejores que nadie, miraban a los demás con pena; los querían traer a la iglesia pero para cambiarlos a su estándar y no necesariamente para impulsarlos hacia el propósito de Dios en sus vidas.

Luego de buscar dirección de Dios, pues éramos líderes en otra iglesia, mi familia y yo llegamos a Mar Azul y vimos como Dios fue armonizando nuestras vidas, colocando todo en un orden de prioridades justas, como lo establece su Palabra. Esto gracias al ejemplo y la guía de líderes que nos llevaban de la mano hacia eso. Vimos en Mar Azul la esperanza, lo que es la iglesia; la esperanza para el mundo.

Ahora más que nunca, puedo sentir una gran libertad en Jesús, puedo sentir el cuidado hacia nuestra familia, gracias a nuestro pastor y sus líderes. Puedo ver al resto del mundo desde una perspectiva diferente; que todos somos igual de pecadores, pero reconociendo que su amor nos cubre, nos perdona y nos hace aptos, no nosotros mismos. Puedo sentir la seguridad de conocer mi propósito hoy en la vida: Inspirar a todo aquel que se cruce en mi camino con una palabra, un gesto o un acto de esperanza.

Hoy no tengo miedo a ser señalada; me siento más libre que nunca para poder servir en amor. Siento que estoy cumpliendo con el propósito que Jesús nos dejó; siento que al fin “soy la iglesia” que Él tanto desea que seamos.

Reto a todo aquel que no sea conformista, al que desee ser mejor cada día, al que ame a Dios, al que ame a su familia, al que desee tener un propósito en la vida, al que sienta que ser la iglesia es más de lo que hoy está viviendo.

Lo que Dios ha hecho y sigue haciendo en nuestras vidas, nuestras mentes, nuestras familias, definitivamente es parte de su plan para darle forma al mundo…. Hoy deseo retar e inspirar al mundo a que miren la vida de forma diferente, que vean oportunidades en vez de dificultades, que vuelvan a soñar, que le pongan alas a esos sueños y lo echen a volar. Que reten sus miedos y que vivan con un propósito.

MÓNICA VENGOECHEA NEVÁREZ

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POR MUCHO TIEMPO VIVÍ PRISIONERA DE UN SISTEMA QUE SE PREOCUPABA MÁS POR CUMPLIR CON UNA APARIENCIA EXTERNA QUE LA REALIDAD INTERNA.

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