Diversidad sexual y acceso al sistema de salud

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Universidad Nacional de La Plata Facultad de Trabajo Social Cátedra de Medicina Social

“Diversidad Sexual y acceso al Sistema de Salud” Integrantes: Basso, Julieta (julieta_basso@yahoo.com.ar) Musso, Dana (danamusso@hotmail.com) Resumen: La sociedad en la que vivimos se constituye desde una identidad patriarcal, heterosexual y monogámica. Aquellas identidades (lesbianas, gays, travestis, bisexuales, intersexs, transexuales y transformistas) que no dan cuenta de dicha construcción identitaria, quedan ancladas en el lugar de la minoría. Y, desde allí, su situación se traduce en múltiples problemáticas que impactan en la salud colectiva de dicha población. Dentro de la diversidad sexual, el grupo de las travestis, es el más discriminado por la sociedad ya que encarna y porta la cara visible de dicha diversidad. Así, este grupo particular, se enfrenta a una realidad de extrema vulnerabilidad económica y social, y a una precaria calidad de vida determinada principalmente por: el ejercicio de la prostitución como vía posible de sobrevivencia ante un mercado laboral que obstaculiza la inserción de las travestis; un sistema de salud y educación que las discrimina y las expulsa; un sistema represivo que las persigue y reprime y, por último, un sistema legal que nos les garantiza el derecho más básico de toda persona, la identidad. Ante ésta realidad se analizan las políticas estatales y la posible intervención profesional del Trabajo Social con el fin de garantizar, desde la órbita pública, el derecho a la diversidad de género. 24 de Noviembre de 2009

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Introducción Cada sociedad esboza, en el interior de su visión del mundo, un saber singular sobre el cuerpo: sus constituyentes, sus usos, sus correspondencias, etc. Cada sociedad le otorga sentido y valor y, por ello, es que Le Bretton entiende que el cuerpo es un tema que se presta especialmente para el análisis antropológico, ya que pertenece por derecho propio, a la cepa de identidad del ser humano. Sin el cuerpo, que le proporciona un rostro, la humanidad no existiría. Vivir consiste en reducir continuamente el mundo al cuerpo, a través de lo simbólico que éste encarna. En nuestra sociedad dicho simbolismo que reviste al cuerpo y, concomitantemente, a la sexualidad en tanto identidad, imaginario, deseo y uso del mismo, se encuentra profundamente determinado por un proceso histórico y trascendental que ha definido inicialmente la constitución de las prácticas sexuales de occidente: el Concilio de Nicea. Este acuerdo, celebrado en el siglo IV, tuvo como objetivo principal poner fin a la múltiple adoración y el credo a diferentes dioses que tenía en vilo el sostenimiento del Imperio Romano1 y la hegemonía del catolicismo. En dicho marco se establecieron ciertos sacramentos entre los cuales se encuentra el matrimonio religioso. Dicho precepto es entendido por el catolicismo como una institución social que se encuentra en la misma naturaleza del hombre y que, por tanto, crea un lazo de conyugalidad entre sus miembros basado en el amor eterno, la indisolubilidad y la procreación como su máxima expresión de realización. A partir de allí, el uso del cuerpo en la actividad sexual deja de estar vinculado al goce y al placer y pasa a estar imbuido en una unión en la que se conjuga el amor y la fidelidad monogámica con el último y supremo fin de la reproducción. Esta construcción elaborada primeramente por la iglesia y sustentada más tarde por la medicina en el siglo XIX, dio forma a un modelo funcional por excelencia (basado en la familia nuclear y la educación) necesario a los fines productivos de las sociedades modernas, estamos hablando del modelo heterosexual, monogámico y reproductivo. “…Así, toda aquella opción sexual que no encaje en el modelo de sexo reproductivo heterosexual, fue catalogándose históricamente como „perversión‟ y/o „enfermedad‟…”2 Ahora bien, todos sabemos que nuestro cuerpo, nuestra percepción del mismo, sus significados y emociones, sus deseos y necesidades, sus formas e identidades no son iguales para todos. Cada uno de nosotros forja una identidad, siente, desea y necesita para satisfacer ese deseo cuerpos, objetos y prácticas distintas. La identidad de género implica la sumatoria de dichos elementos, es decir, el sexo, en tanto genitalidad biológica (macho/hembra), la sexualidad, en tanto valores y roles esperados es.wikipedia.org GRUPO HUMANIDAD. (2008). “Cuadernillo de formación en sexualidad para promotores comunitarios en VIH/SIDA”. Pág. 14 1

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(masculinidad/femineidad) y, por último, las prácticas sexuales, en tanto las formas a partir de las cuales satisfacemos nuestro placer. La conjunción de dichos elementos es múltiple y configura diferentes categorías de identidad de género, es decir, que dicha combinación hace a la diversidad sexual en la cual podemos encontrar: homosexuales, bisexuales, travestis, transexuales, intersexs, transformistas, transgeneros, etc. Dicha constitución identitaria “…es una construcción subjetiva, por lo cual es modificable; esto quiere decir que no existen formatos cerrados, que durante el proceso de esta construcción se puede ir oscilando entre diferentes opciones…”3

Concepción de Salud Entendemos que la salud forma parte de un proceso dialéctico, no dicotómico, que se desarrolla en un contexto social determinado, es decir, que da cuenta de ciertas condiciones sociales, políticas, económicas y culturales en tanto proceso histórico. La salud entonces, podría ser comprendida como un fenómeno vital y no como la presencia-ausencia de alguna enfermedad, situación que permitiría simplificar, como de hecho lo hace el modelo médico hegemónico, una situación por demás compleja, ya que el proceso del que venimos hablando se alimenta de múltiples factores y de continuos movimientos de acción-reacción, agresión- defensa, generando así lo que Berlinguer denomina un “ciclo continuo de salud-enfermedad que se desarrolla no sólo en el interior del organismo, sino entre él y el medioambiente”4. En este sentido podemos agregar que dicho proceso de salud-enfermedad no puede ser restringido ni ceñirse al marco médico, ni limitarse al individuo sino que ha de ser entendido “…como meta colectiva en el marco de la preocupación por la calidad de vida, por el deterioro de la naturaleza y la deshumanización de las grandes ciudades…”5, reconociendo en este camino, la importancia de la dimensión unitaria de la salud para lograr romper con las distintas fragmentaciones que se hacen, por ejemplo, entre salud y salud mental. La salud es un todo estructural que se debate hoy en día en el marco de un sistema “…poco saludable porque anula las capacidades de salud, las desarticula; limita la solidaridad por la competencia, la creatividad por la explotación productiva y el consumo, la comunicación y la integración por las tendencias alienantes y represivas…”6 En el caso puntual que venimos analizando, nos encontramos con una población que desde múltiples lugares vive en carne propia esa deshumanización de las grandes ciudades de la que habla Weinstein ya que su existencia cotidiana está atravesada por una extrema situación de precariedad económica, laboral y social, por la insistente persecución policial y, particularmente, por un cruel contexto de discriminación por 3

Ibídem, pág. 13 BERLINGUER, G. (1994). “La Enfermedad”. Ed. Lugar, Buenos Aires. Pág. 19 5 WEINSTEIN, L. (1988). “Salud y Autogestión”. Ed Nordan, Montevideo. Pag.42 6 Ibídem, pág. 55 4

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parte de la sociedad y de sus propias familias. Estos diversos factores condicionan rotundamente el proceso de salud-enfermedad y la calidad de vida de dicha población, es por ello que en los siguientes párrafos intentaremos dar cuenta de dicha situación. Para ello, teniendo en cuenta toda la diversidad sexual de la que hablábamos antes, nos concentraremos en el análisis de la comunidad travesti en particular por considerar que refleja las condiciones de vulnerabilidad más extremas, y porque, al ser de alguna forma, la cara visible de la diversidad sexual, se convierten en el segmento más discriminado, más estigmatizado y más excluido. Los datos porcentuales a los que hacemos referencia pertenecen a una investigación realizada por la Asociación de Luchas por la Identidad Travesti y Transexual en el año 2005, en la que se entrevistaron a 302 travestis de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, algunas localidades del primer cordón del Gran Buenos Aires y de la ciudad de Mar del Plata.

Situación Socio-económica: Desde que las travestis comienzan a asumir su identidad sexual, generalmente en la adolescencia, el camino que las espera está ligado a múltiples obstáculos y exclusiones que se prolongan por el resto de sus cortas vidas. Asumir la identidad del sexo contrario con el que han nacido implica que muchas puertas van a cerrarse en ese camino, así, las posibilidades de sobrevivir están prácticamente acotadas desde el principio. Muchas travestis son expulsadas de sus familias por la simple razón de que sus seres más cercanos son los primeros en no respetar su condición identitaria, situación que fuerza a estas adolescentes hacia el desarraigo familiar. También suele suceder que se auto-destierren de los pueblos o ciudades en las que viven por varias razones: no seguir “ofendiendo” a sus familias, ser socialmente discriminadas y agredidas, o no conseguir ningún tipo de trabajo. Es así que terminan migrando hacia ciudades más grandes, más urbanizadas, donde buscan vivir siendo quienes han elegido ser. En estas grandes ciudades vuelve a repetirse el panorama de no acceso al mercado laboral o, en contados casos, acceso al mercado informal, sin derechos de ningún tipo, es decir, ocupaciones de baja calificación y bajos salarios. Este panorama termina forzándolas a la única vía de sobrevivencia que les queda: la prostitución. Para el 79,1 % de las travestis encuestadas en el trabajo de referencia, la prostitución callejera es la principal fuente de ingresos, situación que las expone a ambientes hostiles que degradan su salud física, psíquica y emocional, estamos hablando de: violencia social (desde insultos y cargadas vejatorias hasta agresiones físicas), violencia

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por parte de los prostituyentes7, abuso y violencia policial (persecuciones, golpizas, coimas, amenazas), alta incidencia de contagio de VIH/SIDA y otras infecciones de transmisión sexual y, por último, condiciones climáticas. Esta suma de factores prolongados en el tiempo incide en sus condiciones generales de salud, alimentación y calidad de vida. En cuanto a las condiciones habitacionales, vuelve a repetirse el adjetivo de precariedad, la mayoría8 de las travestis que viven en Ciudad Autónoma de Bs As residen en hoteles y pensiones donde deben compartir el baño y la cocina y donde, muchas veces, existen dificultades para acceder a los servicios básicos. “…El tema de la vivienda para nosotras es terrorífico: todas vivimos en taperas, lamentablemente es así. No podemos acceder a un crédito hipotecario, no podemos acceder a nada. Al no tener un trabajo, al no estar en ningún sistema no podes acceder a nada. Si no estás dentro de los carriles que para la sociedad son los normales te quedas afuera (…) Toda la sociedad tiene las mismas problemáticas, lo que pasa que esta sociedad de ahora, de mujer y de hombre, puede acceder a otras situaciones que nosotras no, el Estado tiene más brechas por donde la persona se puede meter. Nosotras no...”9 Para finalizar este apartado relacionado con la situación socio-económica de las travestis, analizaremos el tema del acceso a la educación. Después de la propia familia, la calle y la comisaria, podemos decir que la escuela ocupa el cuarto puesto en la lista de lugares en los cuales las travestis han recibido agresiones. Esta institución que en sus bases fundantes pretende brindar una educación integral y universal, se convierte en esencialmente expulsiva ante esta población que, con su sola presencia, pone en conflicto lo que la escuela busca reproducir: el ideal familiar monogámico y heterosexual, un universal concreto de “…niños y niñas que nada tienen que preguntarse acerca de su propia sexualidad porque la respuesta vendrá sola en el futuro: el deseo por el sexo opuesto…”10. Así, el no reconocimiento, la discriminación por parte de los compañeros y la no injerencia ni la toma de posición por parte de los docentes, termina generando que las travestis abandonen sistemáticamente las instituciones educativas. El 64% de las entrevistadas no terminó la escuela primaria y menos del 20% completó los estudios secundarios, en este último caso para poder llegar a concluirlos repitieron y reiniciaron los años lectivos en diferentes colegios. Estos procesos segregacionistas generan profundas marcas y dolencias en quien está construyendo su identidad, el no reconocimiento en la mirada del otro obstaculiza y niega la propia definición y así, una vez más, el camino se empantana. Algo tan valioso como el conocimiento a la hora de 7

“Cliente quiere decir prostituyente y prostituyente quiere decir torturador (…) y en ese contexto, sexo quiere decir asco, nausea y ganas y necesidad de vomitar tanta humillación…” En: GALINDO, M., SANCHEZ, S. (2007). “Ninguna mujer nace para puta”. Ed., lavaca, pág. 143 8 El 56,6% de la población entrevistada en el trabajo de referencia. 9 BERKINS, Lohana. (2007) “Cumbia, copeteo y lágrimas”. Ed. A.L.I.T.T. Pág. 79 10 BERKINS, L. y FERNANDEZ, J. (2005). “La gesta del nombre propio”. Ed. Madres de Plaza de Mayo. pág.97

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pensar un futuro distinto al de la prostitución, se trunca frente a sus ojos en instituciones que no están preparadas para recibirlas. Por otra parte, la falta de acceso a la educación redunda también en la falta de recursos para el cuidado de la propia salud, en la falta de conocimiento (y posibilidad de denuncia) acerca de los propios derechos como seres humanos y limita la capacidad para eludir los obstáculos que se presentan cotidianamente en sus vidas.

Situación Legal En relación a ésta dimensión consideramos necesario abordar por un lado, el derecho vulnerado a la identidad que se traduce en la falta de documentos correspondientes con la identidad genérica de cada persona. Esta situación implica que las travestis no puedan anotarse en la escuela, acceder al hospital público, a un crédito bancario, a un contrato de alquiler, a la titularidad de un inmueble o al mercado laboral con la propia identidad. Por otro lado, la inexistencia del matrimonio legal impide que personas del mismo sexo no puedan adquirir el derecho de pensión, obra social, herencia y adopción. Otro aspecto a tener en cuenta es que, desde la época de los edictos policiales de mitad de siglo pasado hasta el actual Código Contravencional, el andamiaje legal construido desde la esfera del Estado, apuntó sistemáticamente a la criminalización de la identidad travesti y a su asociación inherente a la prostitución. A partir de ello, se legitima la violencia y la represión policial y se estructura todo un circuito de coimas, amenazas y persecuciones.

Situación de Salud Durante las últimas décadas, ante la avanzada del mercado y la retirada del Estado, el sistema de salud de la Argentina se ha venido deteriorando en sus rasgos universalistas e integrales y se ha configurado a partir de una lógica que ya no considera a la salud como un bien social sino como una mercancía. Esta situación ha resultado ampliamente expulsiva para los sectores más vulnerables de la sociedad. En el caso de las travestis, a ésta realidad socio-económica, se suma lo que podemos reconocer como prácticas institucionales discriminatorias del sistema de salud, que configuran una realidad doblemente expulsiva:”La violencia institucional y las discriminaciones de género atraviesan las prácticas de las instituciones hospitalarias tanto públicas como privadas. Las travestis son especialmente afectadas por estos modos de operar”11. A partir de los datos de referencia, podemos decir que, el 40% de las travestis entrevistadas dice no controlar regularmente su estado de salud por miedo y 11

Ibídem, pág. 73

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discriminación. Lo cierto es que ese cuerpo, “otro”, que irrumpe en el espacio, en los pasillos, en la sala de espera, en los consultorios, es un cuerpo que porta la diversidad sexual cuestionando lo “normal”. Se trata de cuerpos que ponen en jaque las prácticas médicas, las teorías y supuestos, y también interpelan a los profesionales y el personal de salud acerca de su propia sexualidad; y en este sentido, se construye toda una serie de representaciones, imaginarios y prácticas que apuntan a cosificarlos y negarlos. Las actuales condiciones de funcionamiento del sistema de salud deteriorado, entre las que encontramos una amplia burocratización, dificultades para obtener turnos a causa de una deficiente organización y escaso personal, la falta de infraestructura adecuada a razón de la demanda, etc., se convierten en una barrera para el acceso equitativo de amplios sectores sociales que dependen del circuito público para el cuidado y la atención de su salud. Esta realidad, en el caso de las travestis se complejiza aún más por dos cuestiones principales: por el hecho de que la mayoría de ellas se sustentan económicamente a través del ejercicio de la prostitución, generalmente durante toda la noche, lo que les dificulta presentarse a la madrugada en las instituciones de salud para poder conseguir turnos; y, además, se enfrentan a obstáculos adicionales vinculados con la falta de respeto y las discriminaciones. Así, “a las deficiencias generales que afectan al sistema de salud pública, a menudo se superponen la discriminación y el abandono, por lo que las travestis son afectadas por su identidad de género y por su condición de pobreza”12 Entre las prácticas discriminatorias a las que son expuestas las travestis por parte de los/las trabajadores/as de salud pueden mencionarse entre otras, el maltrato sistemático, la falta de confidencialidad e intimidad, los prejuicios, la negación a ser atendidas o demoras en el tratamiento adecuado por su condición de travestis, el maltrato en las salas de espera y el hecho de ser internadas en salas de hombres. Todas éstas prácticas se entretejen de manera que avanzan en el camino de la desvalorización de la identidad travesti. Al respecto, la barrera más significativa a la que hacen alusión, y la de mayor impacto subjetivo, es la cuestión del “Nombre”, “el dolor y la indignación que produce no ser llamadas por el nombre que eligen ser reconocidas”13. Más allá de que, en la provincia de Buenos Aires existe la Resolución 2359/0714, desde las prácticas médicas, las travestis siguen siendo nombradas con el nombre con el que aparecen en el DNI, “re nombradas” en tanto negadas en su identidad, para ser re-ubicadas en el lugar en el que socio-culturalmente les “correspondería” estar, para ser invisibilizadas.

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Ibídem, pág. 74 Ibídem. Pág. 75

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“el Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires a través de la Resolución 2359/07 indica a las y los trabajadores y profesionales de los hospitales de esta provincia que travestis y transexuales que asistan como pacientes sean designadas y designados por el nombre que elijan y no por aquel que figura en el documento a fin de evitar provocar incomodidad, falta de respeto, actitudes violentas, entre otras situaciones que obstaculizan el acceso a la salud por parte de estas personas.”. www.pagina12.com.ar 22/05/09

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Son éstas prácticas de discriminación y segregación las que sumadas a las condiciones de pobreza, generan un alejamiento por parte de las travestis del sistema de salud y dificultan la posibilidad de llevar adelante prácticas efectivas de cuidado de la propia salud. Ante una cotidianeidad que las margina de la vida económica, política y cultural, la salud deja de ser una prioridad, y en consecuencia, no son atendidas las manifestaciones del propio cuerpo, ni realizados los controles necesario o seguimiento de los tratamientos lo que termina resultando en que sólo se recurre a los hospitales o salitas cuando las condiciones de salud están seriamente deterioradas. El segundo de los aspectos a ser abordados en relación a la salud, tiene que ver con las intervenciones de transformación del propio cuerpo. Según los datos disponibles, el 87,7% de las travestis han modificado su cuerpo. Las

intervenciones realizadas

mayormente consisten en: inyecciones de siliconas, implantes de prótesis, cirugías, tratamientos hormonales. Este “construir del cuerpo” transcurre con amplias limitaciones, anudadas a lo expuesto anteriormente, por lo cual se ve dificultado el acceso a profesionales e instituciones confiables y seguras. En este sentido es que se construye una red de estrategias alternativas, tanto de atención a la salud como de acceso a las intervenciones de transformación, que van desde la utilización de métodos caseros como las inyecciones de aceite de avión, la utilización de complejos hormonales sin seguimiento médico, hasta la búsqueda de médicos/as particulares que atienden en consultorios propios sin contar con quirófanos ni condiciones suficientes para intervenir ante complicaciones. “En estos casos, con mucha frecuencia, no existen condiciones adecuadas de asepsia, no hay internación ni control posterior de la intervención y tampoco se obtiene un recibo por el pago”15. Asimismo, existe una estrecha relación entre las modificaciones del propio cuerpo y el ejercicio de la prostitución, ya que hay ciertos atributos físicos que son mayormente valorados dentro del circuito de consumo prostibular. En este sentido, el acceso/no acceso a las intervenciones de transformación se convierte también, para las travestis, en un condicionamiento para sobrevivir en una sociedad que las expulsa del mercado laboral. Finalmente, consideramos fundamental abordar la cuestión de la epidemia de VIH/SIDA. Es necesario aquí aclarar que no existen estadísticas oficiales que registren la incidencia de ésta enfermedad en la comunidad travesti ya que, tanto las muertes como los casos positivos, son registrados a partir del nombre que aparece en su DNI, como varones o mujeres. Sin embargo, según los datos “no oficiales” obtenidos a través de la encuesta mencionada, en el 62% de los casos se menciona al SIDA como la principal causa de fallecimiento.

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BERKINS, L. y FERNANDEZ, J. (2005). “La gesta del nombre propio”. Ed. Madres de Plaza de Mayo. Pág. 81

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Lo paradójico de éste panorama es que, el Estado Argentino a través de la ley nacional de Sida, garantiza el tratamiento a todas las personas que padezcan de este flagelo. Sin embrago, la situación de las travestis no ha de extrañarnos, aunque debería despertarnos y movilizarnos, teniendo en cuenta que en relación al VIH/SIDA se pone en marcha, nuevamente, todo el engranaje de expulsión y discriminación al que nos referíamos anteriormente, conjugándose así la siguiente ecuación: travestismo = prostitución = VIH/SIDA = peligroso. “Esta situación nos da la sensación de abandono y ha hecho que las propias compañeras sientan rechazo por las instituciones de la salud prefiriendo dejarse llevar por las enfermedades y a eso sumarle el alcohol y las drogas para anestesiar el dolor y la tristeza y anhelar la muerte como lugar de descanso”16. La falta de políticas de prevención y asistencia que reconozca a este grupo en sus particularidades, se suma a las dificultades que presenta el uso del preservativo vinculado al ejercicio de la prostitución y en el contexto de las relaciones de pareja. En el primer caso, la protección en las relaciones sexuales se torna una “negociación”, quedando, en la mayoría de los casos, en manos de las travestis y en la posibilidad de implementar diversas estrategias con los prostituyentes: “se hace difícil con los clientes la negociación del uso del preservativo. Muchas veces tuvo que llevármelo a la boca aprovechando un momento de descuido. Cuando no bajarme del auto ante la negativa”17. Mientras, en el ámbito de la pareja, como en toda pareja más allá de la identidad sexual, los “acuerdos” se ven atravesados, fundamentalmente, por cuestiones afectivas, valores culturales, personales, etc. Esta doble situación, amplía las posibilidades de contagio/transmisión de VIH y otras enfermedades venéreas.

Políticas estatales en la Provincia de Bs As Podemos decir que existe un gran vacío institucional en relación a las diferentes problemáticas planteadas anteriormente a lo largo de todo el desarrollo. A su vez, hay muy poca circulación de información sobre la temática tanto en los ámbitos estatales de salud como en los de educación primaria, secundaria y universitaria, lo cual lleva a mantener soterrada la identidad de género y sus problemáticas, obstaculizando así la posibilidad de realizar problematizaciones e intervenciones pertinentes. Generalmente, las discusiones sobre el mundo de las travestis se hacen visibles en la sociedad a partir de dos situaciones, por un lado, en la órbita del Estado cuando las mismas organizaciones que las nuclean se plantean el ejercicio y la denuncia de sus derechos irrumpiendo en la calma del espacio público y, por el otro, cuando los medios de comunicación, principalmente la televisión, utilizan la exuberante imagen de algunas travestis famosas para alimentar el amarillismo y la diversión del público.

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BERKINS, Lohana. (2007) “Cumbia, copeteo y lágrimas”. Ed. A.L.I.T.T. Pág. 116 Ibídem. Pág. 117

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Este mismo vacío es el que se encuentra cuando uno pretende investigar acerca de políticas estatales en relación a la temática. Puntualmente, la única política que hemos logrado localizar es el denominado “Programa de Salud para Trabajadoras Sexuales y Travestis” que, según datos oficiales del Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires, está orientado a la atención inclusiva, a la cogestión y a la accesibilidad de la población beneficiaria. En dicho marco se crea, en el año 2007, el Centro Integral de Salud destinado a trabajadoras sexuales y travestis en la ciudad de La Plata. Es decir, la única política pública existente sigue reproduciendo la segregación, estigmatización y discriminación de esta población ya que, en lugar de buscar su óptima inclusión en el sistema de salud, lo que hace es crear un espacio separado y especializado en problemáticas referidas a la prostitución. Volvemos a la ecuación anteriormente nombrada que anuda el travestismo al ejercicio de la prostitución. Entendemos que ante esta situación es fundamental el rol que ocupan las organizaciones sociales, que nuclean a esta población, a la hora de comenzar a lograr ciertas conquistas relacionadas al reconocimiento político, cultural, identitario, legal que obligue tanto a la sociedad como al Estado a mirar de frente lo que sucede con sus vidas y sus padecimientos. Un reconocimiento que no busca reducir al otro a una categoría sino comprenderlo en su complejidad, reconociendo en él a un semejante que es diferente y “ante todo su condición de humanidad, su situación de ser y estar en el mundo, sus posibilidades particulares de comunicación y de encuentro.”18

Posibles intervenciones desde el Trabajo Social Nuestra formación teórico – práctica nos posibilita contar con categorías conceptuales que nos permiten realizar una lectura compleja de la realidad social. Esta particularidad, abre el camino para construir una intervención que se encamine hacia el reconocimiento integral de los Derechos Humanos, posibilitando romper con la idea de problemas individuales, que culpabilizan y naturalizan a los sujetos y sus condiciones concretas de existencia, para comenzar a trabajar desde una perspectiva colectiva que retorne a la raíz social de los problemas individuales. En este sentido, consideramos que algunas posibles intervenciones que, desde el Trabajo Social, efectivicen el derecho a la identidad de género en el marco de las instituciones de salud podrían ser: Llevar a cabo cursos, seminarios y/o talleres que permitan debatir y poner en evidencia los diferentes prejuicios, imaginarios, temores que se evidencian en 18

MARGULIS, M y URRESTI, M. (1998) “La Segregación Negrada: Cultura y Discriminación Social”. Ed. Biblos. Pág. 58.

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los profesionales, trabajadores y autoridades de las instituciones de salud y educación en relación a la diversidad de género. Incluyendo, en el marco de estos espacios, mesas de diálogo que propicien el intercambio de experiencias de vida, de tránsito por las instituciones, de propuestas de acción, entre las distintas organizaciones que nuclean a las travestis y el personal anteriormente mencionado. Trabajar, desde estos espacios y en forma conjunta, en la elaboración de una política que aborde la problemática de la discriminación, en relación a la diversidad sexual, a través de medios gráficos y visuales que puedan ser incluidos en carteleras, en consultorios, en pasillos, en las veredas. Luchar por la contratación de recursos humanos especializados en la temática. Buscar la incorporación de la temática de la diversidad de género en los espacios de formación de grado, postgrado y en las residencias profesionales.

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Bibliografía

BERKINS, L. y FERNANDEZ, J. (2005). “La gesta del nombre propio”. Ed. Madres de Plaza de Mayo. BERKINS, Lohana. (2007) “Cumbia, copeteo y lágrimas”. Ed. A.L.I.T.T. BERLINGUER, G. (1994). “La Enfermedad”. Ed. Lugar, Buenos Aires. BIANCO y OTROS. (2003). “Un enfoque cultural de la prevención y la atención del VIH/SIDA”. Ed. UNESCO. es.wikipedia.org GALINDO, M., SANCHEZ, S. (2007). “Ninguna mujer nace para puta”. Ed., lavaca, GRUPO HUMANIDAD. (2008). “Cuadernillo de formación en sexualidad para promotores comunitarios en VIH/SIDA”. LE BRETON, D. “Antropología del cuerpo y modernidad”. Ed. Nueva Visión, Buenos Aires. MARGULIS, M y URRESTI, M. (1998) “La Segregación Negrada: Cultura y Discriminación Social”. Ed. Biblos. WEINSTEIN, L. (1988). “Salud y Autogestión”. Ed Nordan, Montevideo. www.pagina12.com.ar

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