La persecución de los homosexuales durante el nazismo y su continuidad
Formaba parte de sus obligaciones el ponerse a disposición de la Sanidad en cualquier momento para un examen posterior. Este examen se hacía normalmente cada dos años porque esos hombres también eran objeto de investigación por los médicos. Es evidente que no se podía hablar de “voluntariedad” teniendo en cuenta la situación en la que se encontraban los hombres y las alternativas disponibles. Sin embargo el consentimiento para la castración y su realización no salvaba a todos los hombres de los campos de concentración. Vacaciones de los médicos, destrucción de las salas de operación por bombardeos, incompetencia organizativa por parte del aparato médico y policial, y arbitrariedad en los campos de concentración son algunas causas por las cuales varios hombres no fueron operados y, por lo tanto, enviados a campos de concentración, o que a pesar de la castración no fueron liberados de los campos. Quien no daba su consentimiento a una castración era recluido bajo “detención preventiva en un campo de concentración”. Otros hombres no tuvieron esta alternativa, sobre todo prostitutos, “seductores de la juventud” y pedófilos. Ya a finales de los años treinta, estos fueron llevados a los campos de concentración como “elementos antisociales” o como “criminales profesionales”, y desde 1933 algunos de ellos fueron internados temporalmente. En la justificación para la orden de “detención preventiva” siempre se tenía que argumentar que este homosexual era un peligro por su comportamiento asocial. Para eso servía el “currículo criminal”, que demostraba la conducta criminal de la persona y que daba información sobre su trayectoria penal. El “currículo criminal” es, por lo tanto, no sólo un detallado extracto del registro penal, sino también un documento que demostraba el supuesto peligro del detenido. Dentro de la jerarquía del campo el grupo de los “presos homosexuales” era considerado el inferior. Tenían la más baja posibilidad de supervivencia dentro del grupo de los presos alemanes “arios” porque eran sometidos, muy a menudo, a maltrato por parte de los vigilantes, repartidos entre los comandos más duros de trabajo y porque existía poca solidaridad por parte de los otros presos, y también entre ellos. Además murieron muchos presos en las cárceles regulares por las condiciones de vida y trabajo en ellas, en los campos de Emsland y también en los “sanatorios”. 88