De “Eldorado” al Tercer Reich
contagio del comportamiento homosexual para justificar la intervención terapéutica y otras medidas de higiene social4. Estos imperativos serían llevados a su extremo más represivo bajo el régimen nazi. Desde la década de 1880 hasta la era nazi, las organizaciones religiosas alemanas organizaron campañas similares en nombre de la “pureza moral” en contra de fenómenos que consideraban como muestras de la decadencia y vicios de la vida urbana. Estas campañas estaban dirigidas contra el aborto, la prostitución, las publicaciones y entretenimientos de contenido sexual, el trabajo femenino fuera del hogar, y las relaciones homosexuales –en otras palabras, contra todos los signos del cambio de estructuras sociales y de género propias de la vida moderna. Los esfuerzos más denodados de este tipo de campañas de pureza moral fueron los de la denominada Misión Interna, una organización protestante de beneficencia de ámbito nacional, que distribuía panfletos, organizaba grupos de jóvenes, presionaba en contra de las reformas jurídicas, y abogaba por la castración de los responsables de delitos sexuales5. A pesar de estos intentos de regulación, las subculturas de los hombres y mujeres homosexuales continuaron desarrollándose –aunque de forma bastante precaria– en los años anteriores a la Primera Guerra Mundial. Este desarrollo se basaba en dos procesos de cambio social: la aparición del erotismo en general en la esfera pública, y más concretamente, en la esfera comercial; y el movimiento de las mujeres trabajadoras en la industria y en el nuevo campo del secretariado empresarial, un movimiento que ofrecía por primera vez independencia económica a un número significativo de mujeres de las clases media y trabajadora. Con el cambio de siglo, los territorios sexuales, sociales e intelectuales de los hombres y mujeres homosexuales comenzaban a expandirse, incorporando toda una lista de cafés y confiterías, cervecerías, bares, casas de baño, librerías, clubes de aficionados y deportivos, pequeños hoteles, edificios de apartamentos y sectores completos de ciertos barrios. En torno a 1914, se estima que sólo en Berlín había alrededor de cuarenta bares homosexuales –incluidos algunos destinados específicamente a lesbianas–, varios periódicos homosexuales y entre mil y dos mil hombres dedicados a la prostitución. A principios de la década de 1920, otros desarrollos similares podían constatarse, en menor escala, en otras ciudades alemanas6. 32
4 Véase Richard Plant, The Pink Triangle: The Nazi War Against Homosexuales, Nueva York, Henry Holt y Company, 1986, pp. 31 y ss., y Steakley, The Homosexual Emancipation Movement, pp. 9 y ss.; véase también Michel Foucault, The History of Sexuality, Volume I: An Introduction, Nueva York, Vintage Books, 1980, p. 43 [N. del T: existe versión castellana: Historia de la sexualidad 1. La voluntad de saber. Siglo XXI editores, México, 1977].
5 Véase John C. Fout, “Sexual Politics in Wilhelmine Germany: The Male Gender Crisis, Moral Purity, and Homophobia,” Journal of the History of Sexuality, vol. 2, nº 3 (enero 1992), pp. 403-417; sobre la política de castración, véase Geoffrey J. Giles, “‘The Most Unkindest Cut of All’: Castration, Homosexuality and Nazi Justice,” Journal of Contemporary History, vol. 27, nº 1 (Enero, 1992), p. 44.
6 Véase Magnus Hirschfeld, Berlins drittes Geschlecht, Berlín y Leipzig, H. Seeman, 1904, passim; Steakley, The Homosexual Emancipation Movement, pp. 23 y ss., 27, 78 y ss., and passim; Theis y Sternweiler en Berlin Museum, pp. 56-73; y Claudia Schoppman, Days of Masquerade: Life Stories of Lesbians During the Third Reich, Nueva York, Columbia University Press, 1996, pp. 2-4.