Papel Literario/El Nacional 3-3-12

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PAPELLITERARIO el nacional CARACAS 3 de marzo de 2012

María Claudia García presenta Orchis, de Lucía Pizzani pág. 2 /// Sandra Pinardi y Rafael Castillo Zapata sobre la exposición Intervalos de Luis Lizardo pág. 3 /// Roldan Esteva-Grillet escribe sobre la situación patrimonial de Mérida pág. 4

Félix Suazo

“La forma correcta de decir las cosas es asumiendo roles”.1 1 Entre 1953 y 1985 el escritor y político venezolano Arturo Uslar Pietri conquistó la atención de las audiencias con el programa televisivo Valores humanos, serie de charlas semanales dedicadas a temas históricos y culturales que también fueron publicadas en varios volúmenes. Con verbo locuaz comentaba obras, monumentos y costumbres que, según el buen juicio y la prudencia, representaban lo más depurado y ejemplar de las creaciones humanas. En sus disertaciones se ensalzaban las conquistas de la ciencia, la tecnología y el arte, se relataban acontecimientos históricos y se destacaban las biografías de personalidades excepcionales. Transcurridas varias décadas, en un mundo desencantado e incrédulo, Luis MolinaPantin retoma con ironía el título de las lecciones dictadas por el sabio que conversaba desde diferimiento telemático con sus “amigos invisibles”, para proponernos otros “valores humanos” en una exposición homónima organizada por Faría+Fábregas Galería en Caracas. En vez de mostrar los hitos de la arquitectura clásica o la majestuosidad de los santuarios naturales, el artista nos confronta con objetos y fotografías de sitios carentes de aura, cuya adscripción temporal se sitúa en un pretérito reciente. Son restos de una era vertiginosa en la que cada cosa “brilla por un instante en el cielo de la simulación y después desaparece en el vacío”,2 pues todo se produce, consume y desecha rápidamente. Compulsivo, meticuloso e insaciable, Molina-Pantin ha borrado la diferencia entre fotografiar objetos y coleccionarlos. En ambos casos prevalece el deseo de posesión, una inclinación que ya se advertía en las exposiciones Confort. 1996-2000 (Museo Alejandro Otero, 2000) y Nuevas adquisiciones (Periférico Caracas/ Arte Contemporáneo, 2009), donde las imágenes cohabitaban con maquetas, folletos, ceniceros y piezas de diseño. En la muestra que ahora comentamos, la presencia de los objetos se ha incrementado en relación con el número de fotografías. El rol de coleccionista se antepone al de fotógrafo, sólo que su interés no se dirige a las reliquias de antaño, sino a la obsolescencia prematura de los productos de la sociedad global, condicionados por la velocidad de los cambios tecnológicos y el frenesí de la moda. Hay registros fotográficos de cosas y lugares, pero también hay objetos desprendidos de su función y lugar de origen, que se presentan como esculturas o instalaciones. Libros,

Director: Nelson Rivera. Investigación, Coordinación Editorial: Diajanida Hernández, Virginia Riquelme. Diseño y diagramación: Mónica Mata Blanca Correo electrónico: papelliterario@el-nacional.com / @papeliterario

Luis

Molina-Pantin

Valores humanos

Galerías del Chelsea

Sin título (Primera edición del Manual de Carreño, 1857)

teléfonos móviles, cajas de equipos electrónicos, alcancías de bancos, imágenes de bibliotecas y portadas de publicaciones “de culto”, conforman un universo heterogéneo que rememora la atmósfera enciclopédica de las antiguas Cámaras de Maravillas. En este caso, sin embargo, los criterios de selección y ordenamiento promueven la revalorización patrimonial de lo anodino y lo desechable. 2 En Sin título (cajas de artículos electrónicos adquiridos por el autor acumulados desde 1997), 1997-2011, los empaques vacíos sustituyen a los aparatos que se anuncian en su parte exterior, haciendo que lo insustancial y aparente se imponga sobre los atributos funcionales de los objetos. Por su parte, en Sin título (Botella de Whiskey familiar de Old Parr), 2011, el recipiente de licor etiquetado y sin contenido no solamente refiere la predilección etílica de algunos sectores de la sociedad venezolana, sino que también destaca su significado en cuanto indicador de estatus. Algo similar, aunque asociado al mercado financiero, es lo que se propone en Sin título (26 alcancías de bancos venezolanos quebrados o intervenidos), 2011, obra que alude con ironía a las promesas de un futuro económicamente sólido, parapetado en el uso de una imaginería “candorosa” compuesta por vacas, tortugas ninjas, globos terráqueos y logotipos tridimensionales, diseñados para capitalizar la atención de los ahorristas desprevenidos en un país cada vez más inestable y volátil. Sin

título (12 teléfonos celulares), 2011, nos recuerda que en la actualidad nada dura lo suficiente, particularmente aquellos productos asociados a las telecomunicaciones que agotan su vigencia en un tiempo breve, quedando reducidos a curiosidades inútiles. En los casos señalados, el valor —esa ecuación que busca equivalencias conmensurables entre cosas o situaciones diferentes— se independiza de la estructura material de los objetos paArqueologia urbana del Centro Simón Bolívar ra convertirse en el síntoma fallido de una burbuja quimérica. Arqueología urbana del CenCon Sin título (Primera edi- tro Simón Bolívar (2004-2005), ción del Manual de Carreño, fotografía de la portada de la 1857), 2011, y Sin título (8 edi- revista Élite, rastrea un episociones de Carlos, El Chacal ve- dio apocalíptico nunca aconnezolano en degrade), 2011, tecido, según el cual uno de Molina-Pantin fija la atención los hitos arquitectónicos de la en dos publicaciones emble- capital venezolana podría ser máticas pero de signo antagó- destruido por un terremoto, nico; la primera en torno a las constituyéndose en una metánormas que rigen la conducta fora de la fragilidad del proyecejemplar y la segunda centra- to moderno frente a la fuerza da en el comportamiento irre- indomeñable de la naturaleza. gular de un connotado terroris- Entre tanto, la serie fotográfita. Contrasta también el hecho ca Galerías de Chelsea (2001de que el Manual de Carreño 2006), inicialmente concebida es un volumen único con ran- como la paráfrasis foránea del go de “incunable”, mientras cinetismo local, constituye una que el trabajo sobre El Chacal suerte de alegoría especular del reúne varios ejemplares de edi- pensamiento borgiano, a partir ción popular, acaso para signi- del registro de espacios cuidaficar la confusión axiológica dosamente equipados para de un mundo donde lo excel- almacenar una gran cantidad so escasea y lo reprochable se expedientes de obras, artistas multiplica. y exposiciones, de manera que

los problemas del arte y su valoración quedan relegados a la cuestión de su existencia como data y al lugar que ésta ocupa en los archivos. 3 La estrategia de Molina-Pantin no consiste en convertir en arte lo que no lo es sino en proponer una arqueología del presente para reconstruir sus hábitos y predilecciones. “Yo soy como un archivador —afirma el propio artista—; yo acumulo y archivo todo lo que tengo alrededor mío”.3 En términos deleuzianos podríamos hablar de una esquizo-visualidad que pulsa los flujos deseantes y atraviesa tanto a los objetos como a las imágenes. Desde allí, cada cosa —ya sea una botella de Old Parr o siete libros idénticos sobre El Chacal— es el síntoma de una neurosis, el documento de una fijeza inscrita en la psique colectiva. El objeto, tanto como la imagen fotográfica, es esa alteridad con la cual se identifica el individuo y en la cual desaparece su ego fracturado. Allí es donde desembocan y se transparentan sus ansiedades y apetencias, dando lugar a eso que Jean Baudrillard describió como el “decorado ideal de un equilibrio neurótico”.4 El consumo fugaz y el placer instantáneo van dejando una procesión de bienes sin finali-

dad ni memoria, cuerpos sustitutivos que también serán reemplazados por otros objetos, acaso más eficientes, que acabarán por succionar la energía de quienes los poseen. De manera que, fotografiar objetos o recolectarlos —tal como hace Molina-Pantin rememorando las premisas dictadas por Susan Sontag— es una forma de exhumación que permite separarlos, aunque sólo sea de manera simbólica, de su inevitable y precoz caducidad, para reubicarlos en el espacio cultural de una sociedad donde el cambio también es una forma de amnesia. Es así como nos aproximamos a una etnografía del consumo en la cual los procesos de construcción y circulación del valor no dependen de la utilidad y del precio, sino de las taxonomías y codificaciones que fijan su significado. s

Notas (1) Molina-Pantin, Luis. En: Conversación con Luis Molina-Pantin, Jesús Fuenmayor y Félix Suazo. Periférico Caracas / Arte Contemporáneo, Caracas, 28 de septiembre de 2010 (inédito). (2) Baudrillard, Jean. La transparencia del mal. Ensayo sobre los fenómenos extremos. Editorial Anagrama, Barcelona, 1991 p. 12. (3) Molina-Pantin, Luis. En: Conversación con Luis Molina-Pantin, Jesús Fuenmayor y Félix Suazo. Op. Cit. (4) Baudrillard, Jean. El sistema de los objetos, Galimard, París, 1968 - Siglo XXI, México, 1969. P. 101.


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