Toyland Magazine Revista 34

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Museo Bella

MUSEO

H

abía oído hablar de un museo dedicado a las muñecas de la marca Bella en Perpignan pero nunca había encontrado el momento de ir a verlo. Hasta que me decidí, llamé antes por teléfono para pedir cita y me atendió su amable director, el señor Jean Sala. La empresa Bella creada en 1946 por Lucie y Salvi Pi llegaron a fabricar miles de muñecas de todos los estilos: bebés, muñecas maniquí, mecánicas, etc. que se vendieron no solo en Francia, sino que fueron número 1 en Europa, América y allá donde las conocían. Menos en España, como nos confesaba su director “ porque nos ponían unos impuestos enormes por exportar a España y en cambio las empresas españolas a penas pagaban nada por exportar a Europa, algo totalmente injusto”. Es por eso que el coleccionista español tenía que hacer los consiguientes viajes a Perpignan si quería conseguir alguna de estas muñecas, muy cotizadas hoy en dia por su alta calidad y variedad. Por desgracia la empresa cerró sus puertas definitivamente en 1984, “después de unos años de huelgas interminables que solo hicieron que hundir la empresa y romper el ambiente familiar que existía entre los trabajadores”, nos diria Sala. Menos mal que, años más tarde, el mismo Sala decide abrir el Museo Bella, aunque no contaba con ninguna de las muñecas originales de fá-

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brica, que se perdieron cuando se desmontó la empresa, y fue consiguiendo recuperar poco a poco una considerable colección de 500 representantes de todos los estilos. Encontraréis el Museo Bella en el Espace Primavera 6, Avenue du Languedoc. Se trata de una pequeña nave de una planta, donde se exponen las muñecas en vitrinas ordenadas de forma cronológica, allí encontraréis desde las simpáticas Muguette (las originales que sirvieron para que luego aquí copiasen las Linda Pirula), Héléna, Nova, Nuria, Cocky... y por supuesto, la versión francesa de Tressy (la muñeca del tamaño de Barbie que se le puede estirar el pelo) y Cathie (la más famosa muñeca maniquí de esta firma). Además encontraréis blisters con vestidos, souvenirs de todo tipo y una auténtica máquina de rerooting (de las que usaban para injertar el cabello en la cabeza). Y por supuesto su director, que nos atendió y nos dió todas las explicaciones que quisimos. Fue una visita muy agradable que pronto repetiremos, seguro. Además tuve la suerte de coincidir con Sandrine, buena amiga del señor Sala y ávida coleccionista de muñecas Bella. Su casa está llena por todas partes, así que hemos quedado que le haremos una visita dentro de poco.


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