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Televisión

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Menos odio y más libertad en la tele de los ochenta

Las décadas de los setenta, ochenta y noventa han sido para nuestro país una época en la que se ha dado el cambio más importante del último siglo.

Se pasó de una época dictatorial, con falta de libertades, imposibilidad de expresión y carencia de visibilidad; a una época nueva, en la que la diversidad, el desahogo y la ausencia de estas prohibiciones anteriores permitieron la evolución de todo un país. Movimientos sociales como las

olas feministas o las manifestaciones por las personas LGBT+ entre otros, comenzaron a ser más visibles y cogieron fuerza en esta época.

Un aspecto fundamental en este cambio fueron los medios de comunicación, y entre ellos, la televisión. Veníamos de unos años en los que la televisión y todo lo que se comunicaba mediante ella se encontraba bajo las órdenes y supervisión de un gobierno opresor y controlador, y, tras la finalización de este, se comenzó a ver en televisión algo nunca antes visto. Se abrió un abanico de nuevas formas de expresión, aparecieron estilos, programas, formas de hablar, personas y discursos totalmente nuevos en la televisión del país hasta aquel momento. La bola de cristal, con Alaska y sus característicos atuendos presentando el programa; La edad de oro, con conciertos y entrevistas a grupos contraculturales y rompedores de la época como Kaka de Luxe o Radio Futura; o Popgrama con conciertos en directo y retransmisiones de espectáculos novedosos y con valores totalmente opuestos a los establecidos en la anterior época.

La serie estadounidense Dinastía, donde se podía ver -a pesar de la forma en la que se trataba- un poco de visibilidad sexual también fue un descubrimiento en esta época; así como La Clave, programa de debates que dedicó parte de su contenido a la homosexualidad, o Anillos de oro, donde se trataba también esta temática.

Al fin y al cabo, la pantalla televisiva no deja de ser un escaparate de la sociedad, y en aquel momento, así como se iban consiguiendo avances en distintas sociedades -y en concreto en la española- respecto a identidad, diversidad o expresión; también se iban

notando estos avances en la televisión y en sus contenidos, donde iban apareciendo personajes ficticios o reales con estas características, en los que se trata el tema abiertamente, o se dedican debates o programas exclusivos a estos cambios sociales.

Se puede decir que los ochenta fue la época del cambio, un final que dió paso a un nuevo comienzo. Fue el momento en el que el país decidió dar un giro social y cultural (y a su vez político) de 180 grados para empezar de nuevo y partir de una casilla de inicio en la que se escogió jugar con la libertad, la comprensión, la tolerancia, el respeto, la visibilidad y la diversidad, como compañeros de equipo, y no como rivales a batir.

Pilar Márquez Pareja

Periodista

Radio Futura

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