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Diversidad
El odio a lo diverso
El odio hacia las personas LGTB+ lo vivimos en nuestras carnes a diario. Es una realidad que todxs hemos sentido rechazo y violencia por parte de una sociedad que, aún con los avances que hemos logrado en las últimas décadas, sigue sin aceptarnos.
Sin embargo, ¿viene ese odio de forma innata por ser quienes somos, o se trata de ideas que se perpetúan generación tras generación?
Evidentemente, el odio hacia nuestra diversidad se genera por las falacias que se cuentan desde siempre. En este caso, todo tipo de odio es imbuido, nadie nace odiando a otras personas. La aversión hacia el colectivo LGTB+ es aún más fuerte, ya que, por ser quienes somos, rompemos con una serie de moldes en los que se encasilla a toda la sociedad para crear una norma. En la cuestión sexual y de género, hablaríamos de una cisheteronormatividad. Este concepto significa que lo “normal” dentro de la sociedad es ser cisgénero (lo contrario a transgénero) y heterosexual.
De este modo, dentro del imaginario colectivo de la sociedad, se comienza a ver esta cisheteronormatividad como la única forma posible de vivir el género y la sexualidad. Lo que se salga de ahí se empezará a ver raro. A partir de aquí hay dos posibilidades: aceptar que existe una gran diversidad de orientaciones sexuales e identidades de género e interiorizar la realidad, o bien negarlo y posicionarse en contra de las personas LGTB+. Esto último es lo que suele ocurrir con mayor frecuencia, desafortunadamente.
En adición a esto, aquellas personas que ostentan el poder y la capacidad de influir en las masas fácilmente, no hacen nada por cambiar la imagen que tienen las personas cisheterosexuales del colectivo LGTB+.
Es más, a veces, incluso comparten la misma opinión. De este modo, queda en nuestras manos el influir en las personas para conseguir nuestro principal objetivo, la aceptación plena y la inclusión en la sociedad.
La no aceptación del colectivo lleva a la negación y al odio. Un odio que nosotrxs vivimos de múltiples formas: burlas, críticas, rechazo, acoso, insultos, agresiones físicas, problemas con la ley y la justicia (según el país), encarcelamientos y, en el peor de los casos, el asesinato.
El respaldo de la sociedad es vital para nosotrxs, ya que, sin él, todo el odio que recibimos a diario seguirá siendo aceptado y visto como algo lógico y normal. Además, con la persistencia de esta forma de ver a las personas LGTB+, se acaba estableciendo en los gobiernos, legitimando así el odio al colectivo.
Nuestro deber para acabar con el odio es hacernos visibles en todos los aspectos de la sociedad, desde en la calle hasta en la cultura, pasando por la familia, las amistades, el trabajo y el entorno educativo.
Es vital que la sociedad sea consciente de que existe la diversidad LGTB+. De este modo, cuanto más visibles seamos, las personas cisheterosexuales interiorizarán nuestra existencia y la aceptación hacia nosotrxs será real.
A diferencia de lo que muchos piensan, el objetivo final del colectivo LGTB+ no es el matrimonio igualitario. Ese es tan solo uno de todos los derechos por los que llevamos décadas de lucha sin cesar. Es el fin del odio hacia nosotrxs a lo que aspiramos.
Que se acaben las agresiones, los asesinatos, las burlas y los comentarios hacia nosotrxs y que seamos incluidxs dentro de una sociedad más diversa, donde deje de existir el imperio de la cisheteronormatividad. Que la orientación sexual y la identidad de género no sean motivo de discriminación... Pero para todo ello necesitamos ser visibles.
Y es por eso que nació la lucha LGTB+. Es por eso por lo que cada año salimos a la calle el 28 de junio a exigir nuestros derechos con firmeza y el fin del odio hacia nosotrxs. Gracias a la visibilidad que llevamos consiguiendo desde entonces, hemos ido obteniendo mayor reconocimiento y presencia real en algunas sociedades.
Sin embargo, nuestra lucha está muy lejos de acabar, ya que los derechos LGTB+ son un asunto mundial, y no en todas las sociedades y culturas somos bienvenidxs.
La visibilidad y mostrarnos abiertamente como somos es primordial para ser aceptadxs y, sin ello, el odio seguirá ahí, campando a sus anchas.
Javier Rosauro Barreiro
Periodista














