Comunica
cartografía del periodismo participativo Estudio de las herramientas de participación en la prensa digital de Argentina, Colombia, España, Estados Unidos, Israel, México, Perú, Portugal y Venezuela
elvira garcía de torres (Coordinadora)
TIRANT HUMANIDADES
Valencia, 2012
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índice Presentación........................................................................................ Capítulo 1 Periodismo e interactividad: preguntas, definiciones y desafíos en la participación de los usuarios.............................................................. Alejandro Rost
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Universidad Nacional del Comahue, Argentina
Capítulo 2 Códigos éticos de medios digitales para Contenidos de Usuarios (UGC). Loreto Corredoira y Alfonso
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Universidad Complutense de Madrid, España
Capítulo 3 Estudio internacional de las herramientas de participación en la prensa digital................................................................................................ Elvira García de Torres
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Universidad CEU Cardenal Herrera, España Universitat Internacional Valenciana (UIV), España
Capítulo 4 Las herramientas de participación en la prensa digital de Argentina... Roberto Igarza
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Academia Nacional de Educación, Argentina
Capítulo 5 Las herramientas de participación en la prensa digital de Colombia..... Mabel Calderín
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Universidad Católica Andrés Bello, Venezuela
Herlaynne Segura Universidad Pontificia Bolivariana, Colombia
Luis Calvo Lasso de la Vega Universidad CEU Cardenal Herrera, España
Capítulo 6 Las herramientas de participación en la prensa digital de España........ Silvia Martínez Martínez
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Universidad CEU Cardenal Herrera, España
Capítulo 7 Participatory tools in the Israeli Daily Online Newspapers................... Edith Manosevitch Netanya Academic College, Israel
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ÍNDICE
Capítulo 8 Las herramientas de participación en la prensa digital de México........ Jorge Sánchez Badillo
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Universidad Autónoma de México. Universidad del Claustro de Sor Juana (México)
Capítulo 9 Las herramientas de participación en la prensa digital de Perú............ Lyudmyla Yezers’ka
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Universidad de Piura (Perú)
Capítulo 10 Ferramentas de participação nos ciberjornais de Portugal.................... Fernando Zamith
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Universidad de Porto (Portugal)
Capítulo 11 Las herramientas de participación en la prensa digital de Venezuela... Miladys Rojano Universidad Católica Andrés Bello, Venezuela
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Presentación Me gusta pensar en la audiencia como el “hardware” del periodismo participativo. La siguiente pregunta es: ¿Qué hardware? O bien, ¿Qué periodismo participativo? Porque varios estudios (Díaz Noci, 2010; Acosta, 2008) han puesto de manifiesto que la calidad de los comentarios de los usuarios deja que desear y que la corriente participativa se ahoga en la marea productivo-comunicativa de los medios de masas. Desde hace unos años, hemos sido testigos de cómo los medios de comunicación incrementan las zonas de participación en los diarios. A los foros siguieron los blogs, los comentarios en las noticias, las páginas en redes sociales, los canales de periodismo ciudadano… Como investigadores y docentes, el escenario es fascinante. Comentarios inapropiados y batallas verbales exacerbadas han obligado a los medios a cancelar opciones de participación e incluso el contrato con las empresas que la gestionan; es éste un problema no resuelto desde que se popularizaron las opciones de participación. Asistimos a un cambio de relación que anunció la invención de la World Wide Web y sobre el que los investigadores advierten desde mediados de los noventa (Morris y Ogan, 1996). No obstante, parece que ha llegado por sorpresa y, precavidos o no, plantea nuevos temas a velocidad punta. Los medios de comunicación han optado por ofrecer una participación a media luz, porque no puede interpretarse de otra manera la decisión, por ejemplo, de esconder el canal de participación entre los blogs o tener presencia en plataformas que nadie de la redacción puede actualizar adecuadamente. Los abogados del periodismo ciudadano tampoco están de enhorabuena. Ohmynews se declara incapaz de gestionar los contenidos del sitio web y el responsable de Global Voices reconoce que los sitios ciudadanos no han alterado la potente agenda mediática, aunque sí incrementan las oportunidades para escuchar discursos alternativos sobre los temas que importan. La audiencia sigue ahí, esperando, observando, en su mayoría en silencio. Como apuntan Rost, Pugni y Apesteguía (2008), quizá por desinterés por el debate, por desconfianza, por dificultades tecnológicas o por el desinterés percibido en el medio de comunicación por su opinión. En las redes sociales y plataformas para compartir vídeos y fotografías no parece que haya obstáculos; la producción de contenidos por los usuarios alcanza cifras de vértigo.
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Elvira García de Torres
La red soñada de corresponsales que las agencias de comunicación quisieron construir a mediados del siglo XIX es una realidad y está al alcance de todos los diarios. La pregunta es ¿cómo hacemos esa red operativa? Y, en segundo lugar, ¿con qué coste? O bien, ¿tenemos un objetivo? Todo ello remite al lugar que los medios otorgan a los usuarios, el reconocimiento y visibilidad de la participación, la gestión de los derechos sobre los contenidos y las orientaciones y formación a las que un usuario tiene acceso en un medio que le ofrece la opción de publicar noticias. Con el deseo de profundizar en estas cuestiones, un grupo de investigadores (José Azevedo, Mabel Calderín, Elvira García de Torres, Roberto Igarza, Silvia Martínez Martínez, Nora Paul, Janet Rodríguez Martínez, Miladys Rojano, Jorge Sánchez Badillo, Lyudmyla Yezers´ka y Fernando Zamith) llevamos a cabo un estudio preliminar sobre el CGU, entre febrero y abril de 2009, basado en una investigación de Domingo y otros (2008), que habían examinado con otra orientación diarios europeos y norteamericanos. Los resultados de este trabajo inicial se presentaron en el X International Symposium on Online Journalism en la Universidad de Texas. El interés de los resultados preliminares nos animó a continuar con la tarea. El trabajo que presentamos ahora es fruto del análisis de 276 variables relacionadas con el CGU en 85 diarios de Argentina, Colombia, España, Estados Unidos, Israel, México, Perú, Portugal y Venezuela. No es un libro sobre carencias; esperamos que las conclusiones que mostramos ayuden a diseñar un “software” que permita acceder al hardware, a las ideas, las noticias y, en general, las contribuciones de los usuarios, capaz de preservar la calidad de los medios informativos. En la presentación de los resultados se ha tenido en cuenta la naturaleza del trabajo. Así, el diseño metodológico, a partir del cual cabe evaluar la validez de los resultados, se explica una única vez en el capítulo que aborda los resultados globales. Asimismo, pensando en la utilidad que pueda tener para investigadores, docentes y estudiantes de posgrado, se ha incluido en cada capítulo una aproximación a la evolución de los medios digitales de cada país. El libro, que tiene acento iberoamericano, se inicia con la reflexión de Alejandro Rost y Loreto Corredoira, que desarrollan el concepto de interactividad y las cuestiones clave de los derechos del contenido de los usuarios, respectivamente, y a quienes agradecemos su colaboración. Ambos textos sirven como puerta de entrada al trabajo de investigación, que se inicia con una revisión general de los resultados (por Elvira García de Torres) y tiene continuación en la exposición de datos regionales, en orden
Presentación
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alfabético, por países: Argentina (por Roberto Igarza, junto con los asistentes de investigación Ariel Neuman y Diana Bochenski), Colombia (por Mabel Calderín, Herlyanne Segura y Luis Calvo Lasso de la Vega), España (por Silvia Martínez Martínez), Israel (por Edith Manosevitch), México (por Jorge Sánchez Badillo), Perú (por Lyudmyla Yezers´ka), Portugal (por Fernando Zamith) y Venezuela (por Miladys Rojano). La publicación ha sido posible gracias a la subvención del Ministerio de Educación y Ciencia al proyecto “Medios de Comunicación en el ciberespacio. El Impacto de Internet en las estructuras comunicativas tradicionales. El nuevo entorno digital español y latinoamericano. Tendencias 2007-2010” (SEJ2006-15495/SOCI), que dirijo, así como a la confianza de la editorial Tirant lo Blanch. Janet Rodríguez Martínez y Silvana Ruiz Grau han colaborado en labores esenciales para que el trabajo llegue a buen puerto. Los congresos de investigación también han tenido algo que ver. Tanto el X International Symposium, ya mencionado, como el I Congresso Internacional de Jornalismo celebrado en 2008 en Universidad de Oporto y el encuentro de la Asociación Latinoamericana de Investigadores de la Comunicación (ALAIC) celebrado en el Instituto Tecnológico de Monterrey en México, también en 2008, propiciados respectivamente por Rosental Calmon Alves, José Azevedo y Octavio Islas, han hecho posible que fraguara esta publicación. Agradecemos la paciencia de nuestras familias y amigos, a los que difícilmente podemos compensar por las horas de trabajo que consume esta vocación. A ellos dedicamos la publicación, así como a nuestros alumnos y colegas periodistas.
Elvira García de Torres
Capítulo 1
Periodismo e interactividad: preguntas, definiciones y desafíos en la participación de los usuarios Alejandro Rost
Universidad Nacional del Comahue, Argentina
1. Interrogantes en torno a la participación Las crecientes instancias de participación que se han abierto en los sitios de noticias han sembrado de nuevos interrogantes al periodismo. Preguntas que tienen que ver tanto con las consecuencias que esta participación trae a la construcción de la actualidad como con el propio desarrollo de la profesión periodística. Las investigaciones que se han realizado en distintos países han verificado que, desde aproximadamente 2006, los principales medios de noticias en la Web han ido introduciendo nuevas opciones de interactividad comunicativa que le han dado una mayor presencia al usuario en la construcción de la actualidad (Deuze, Bruns y Neuberger, 2007; Hermida y Thurman, 2008; Domingo y otros, 2008; Bergonzi y otros, 2008; García de Torres y otros, 2009). Las señales más claras de esta mayor apertura son: la creación de blogs de periodistas y no periodistas dentro de estos sitios, la decisión de permitir comentarios debajo de las noticias y las secciones de “reporterismo ciudadano”1. Durante 2009, los medios han comenzado también a embeber en sus páginas los contenidos surgidos de las redes sociales como Facebook y Twitter. En forma paralela, se han lanzado sitios en los que el mayor peso de producción de noticias se ha depositado en los usuarios. El ejemplo más conocido es el coreano Ohmynews, que es actualizado por decenas de miles
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Llamamos “reporterismo ciudadano” a las opciones de interactividad de los medios periodísticos que invitan a los ciudadanos a recoger y enviar noticias a la redacción en uno o más formatos. Ejemplo de esto sería el envío de textos, fotos y videos con posterior edición o no de los periodistas.
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Alejandro Rost
de ciudadanos y que fue destacado desde los trabajos seminales sobre periodismo participativo de Gillmor (2004) y Bowman y Willis (2005). Un estudio realizado en 2006 en Estados Unidos, encontró unos 500 sitios de reporterismo ciudadano, con una diversidad de modelos (Schaffer, 2007). No es que el periodismo digital haya descubierto la interactividad de un día para el otro: en realidad, ésta es una característica constitutiva del lenguaje de la Web y que, en distintos grados, se ha ido manifestando en las producciones de actualidad desde los primeros sitios. Incluso pueden rastrearse antecedentes en los medios tradicionales, como hemos analizado en trabajos anteriores (Rost, 2006). Sin embargo, las opciones que se han generado en los últimos años han aportado una mayor dosis de visibilidad a los usuarios en los principales sitios y los han acercado un poco más a la cocina de la noticia. Esta apertura no es casual ni es aislada. Se produce como respuesta a una tendencia de cambio en toda la Web, que pasó de ser un medio para ser leído a un medio que también puede escribirse (Gillmor, 2004). Una Web que tiene al usuario en el centro de la escena ya no sólo como lector sino como productor de contenidos. La Wikipedia, You Tube, los blogs y, más recientemente, las redes sociales son la expresión más popular de este cambio. Estas plataformas abiertas y flexibles adquieren valor por la participación activa de los usuarios ya sea en forma de expresión individual como de interacciones. Junto con los buscadores, ocupan además los primeros lugares en cantidad de visitas2. Estas modificaciones tienen un origen socio-técnico: es decir, tienen tanto una base de innovación y desarrollo tecnológico en el medio como también una base social (Siri, 2008). Resultan un emergente de lo que son las sociedades actuales y expresión de un cambio cultural más amplio (Jenkins, 2008). Ante este escenario, los sitios de noticias comenzaron a incorporar instancias de participación donde periodistas y ciudadanos comparten ciertos espacios de escritura, aunque siempre con el control final del medio. Los editores de medios han abierto la participación por distintas causas: por miedo a ser marginados por los usuarios, para retener a sus periodistas blo-
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Cuatro de los primeros siete sitios más visitados en el mundo adquieren valor por los contenidos que proporcionan los usuarios: Facebook (2), You Tube (4), Wikipedia (6) y Blogger (7). El resto son los buscadores y portales de correo-e: Google (1), Yahoo (3) y el buscador de Microsoft live.com (5). Ranking de Alexa de febrero de 2010 (http://www.alexa.com/topsites).
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ggers y para complementar —no para reemplazar— el periodismo “profesional”, de acuerdo a las entrevistas que han realizado Hermida y Thurman (2008). Pero la cultura de la participación está lejos de implicar una horizontalidad total. “No todos los participantes son creadores iguales. Las corporaciones, e incluso los individuos dentro de los medios corporativos, ejercen todavía un poder superior al de cualquier consumidor individual o incluso al del conjunto de consumidores. Y unos consumidores poseen mayores capacidades que otros para participar en esta cultura emergente”, advierte Jenkins (2008: 15). Los medios mantienen el control de esa participación y se reservan para sí el rol de gatekeeping en distintas etapas del proceso de elaboración de la noticia, de acuerdo a recientes investigaciones (Hermida y Thurman, 2008; Domingo y otros, 2008). “Hay una amplia implementación de herramientas 2.0 pero las más aceptadas son aquellas que permiten a los usuarios trabajar con contenidos provistos por los diarios y no tanto para producir contenidos”, concluyen García de Torres y otros (2009: 33). Sea como fuere, el periodismo participativo ha despertado muchos interrogantes. Por un lado, tienen que ver con los resultados de esa participación. No son pocos los reclamos y las discusiones que se generan entre periodistas, académicos y entre los propios usuarios sobre cuál es el valor agregado que aportan los lectores (Fortunati y otros, 2005; García, 2007; Molina, 2008; Pérez Oliva, 2009). El debate se mantiene en torno a estas preguntas: • ¿Cuál es la contribución real de los ciudadanos en la construcción de la actualidad? • Los contenidos generados por los usuarios ¿mejoran la calidad general del trabajo periodístico? • ¿En qué medida las utopías democráticas que conlleva la interactividad se plasman en la realidad cotidiana del quehacer periodístico? (Domingo y otros, 2008) • ¿Cómo incentivar la participación de los usuarios y asegurar la calidad de la producción de contenidos de actualidad? (Deuze, Bruns y Neuberger, 2007). Otros interrogantes tienen relación con la actividad misma de la profesión: • ¿Cuál es el rol de los periodistas en la era del periodismo participativo?
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• ¿Hasta qué punto pueden los reporteros ciudadanos ocupar los roles clásicos que desarrollan los periodistas en una redacción: reportero, cronista, entrevistador, editor, comentarista y editorialista3? • ¿Puede el usuario, o el conjunto de los usuarios, participar en todas las instancias del proceso de la noticia: selección de temas, recogida de datos, edición y publicación? • ¿Pueden las contribuciones de los ciudadanos llamarse “periodismo”? Si es así, ¿qué tipo de contribuciones cabrían en ese término? • ¿Debe el periodista o el medio conservar el rol de gatekeeper o puede trasladar ese rol, en todas o ciertas instancias, al conjunto de los usuarios o a un grupo de superusuarios? • ¿Deben pagarse las contribuciones de los usuarios? Y, en tal caso, ¿cuáles y con qué criterios?
2. La Interactividad como concepto puente entre medios y lectores El concepto de Interactividad es clave para estudiar la relación entre los medios y los usuarios. Es una de las características que definen al lenguaje de la Web, junto con la hipertextualidad y la multimedialidad. Ya en los 80, varios estudiosos le adjudicaban un rol fundamental en los “nuevos” medios (Rice, 1984; Rogers, 1986) y, luego específicamente, en los sitios de noticias en la Red (Kenney, Gorelik y Mwangi, 2000; Edo, 2000; Zeta de Pozo, 2002; Outing, 2002; Díaz Noci y Salaverría, 2003). La interactividad es un concepto que oficia de puente entre el medio y los lectores. Sin embargo, es un término al que se le asigna un variado repertorio de significados. Ya en la década del 80, Françoise Holtz-Bonneau advertía que era una “palabra mítica y maltratada” (Holtz-Bonneau, 1986:
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Reportero es el que recoge la información sea en forma escrita, gráfica o audiovisual. Cronista (o redactor) es el que redacta en estilo periodístico. Entrevistador es el que realiza entrevistas. Editor es quien pone en página, supervisa y titula las noticias. La función de editor incluye aquí la de moderador en modalidades interactivas. El comentarista es quien redacta comentarios de opinión. Editorialista es el que escribe el editorial. A estos roles clásicos podrían agregarse nuevas funciones que se están creando en las redacciones como el Editor de Medios Sociales (Social Media Editor) o el Coordinador de Comunidad (Community Manager).
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85). Han sido muchos los autores que han puesto de relieve la disparidad de acepciones que presenta y las dificultades que genera para definirla4. Todavía hoy existen distintas formas de abordar el tema y diferentes estrategias metodológicas para intentar conocer qué hace que un medio o un intercambio de mensajes sea (percibido como) más interactivo que otro.
3. Origen del concepto interactividad El término interactividad es muy nuevo y tiene estrecha relación con la evolución que han tenido la informática y las tecnologías de la información y la comunicación en los últimos 40 años. Incluso, a pesar de su uso extendido, hasta hace unos años no figuraba en el diccionario de la Real Academia Española. Ni siquiera en los diccionarios y manuales especializados en comunicación (Jensen, 1998). En las últimas dos ediciones del diccionario de la RAE (Ediciones 22 de 2001 y 23 de 2007) el sustantivo interactividad está subordinado al adjetivo interactivo. Dice: “Interactividad: f. cualidad de interactivo”. A su vez, interactivo tiene dos acepciones. “1) Adj. Que procede por interacción. 2) Inform. Dicho de un programa: Que permite una interacción a modo de diálogo entre el ordenador y el usuario”. La primera acepción la vincula al concepto de interacción (no al de interactividad), mientras que la segunda —más específica— tiene un enfoque informático (de hecho el diccionario la encuadra en esa categoría). El concepto, sin embargo, tiene una diversidad de usos que excede estas definiciones. Para algunos, es una variable de la tecnología; para otros, tiene que ver con la interrelación de los mensajes en el proceso comunicativo; para otros, se vincula ante todo con la percepción que tienen los usuarios sobre el proceso (Kiousis, 2002). El origen del término interactividad está vinculado con la creación de la informática y la telemática (Holtz-Bonneau, 1986; Multigner, 1994). En este campo, es definida como la capacidad de las computadoras por responder a los requerimientos de los usuarios. Una de las primeras definiciones se publicó en Francia en 1981, aunque no de interactividad sino del adjetivo interactivo. Su importancia radica en que fue una definición oficial que
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Véase, por ejemplo, Durlak (1987), Rafaeli (1988), Jensen (1998), Sádaba Chalezquer (2000), Schultz (2000), Dholakia y otros (2000) y Kiousis (2002).
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debía ser adoptada por todos los servicios públicos del Estado francés. Tenía un enfoque informático5. Pero el concepto ha sido abordado también desde otros puntos de vista que no sólo aluden a esta relación individuo-computadora sino también al vínculo mediado entre los individuos. Otros autores de hecho se recuestan más en el ámbito de la comunicación que de la informática al hablar del origen, aunque siempre relacionando ambas disciplinas. “El estudio de la interactividad es parte de la evolución en la ontología y epistemología de las nuevas tecnologías de comunicación en general, y las computadoras como medio en particular”, indica Sheizaf Rafaeli (1988: 112), uno de los teóricos más influyentes en el tema. En las ciencias de la comunicación, se comenzó a hablar de interactividad en los años ´70, con la creación de los primeros servicios de televisión interactiva (el sistema Qube en Estados Unidos, en 1977), teletexto (en Londres en 1973 y 1974) y, sobre todo, videotex (también en Inglaterra en 1978). No por casualidad, en la década del 80, el término se empezó a utilizar con más frecuencia en los estudios de comunicación: el sistema de videotex se había extendido en todo el mundo, si bien sólo en Francia obtuvo un éxito masivo gracias al Minitel. Surgieron entonces las primeras definiciones e incluso investigaciones que intentaron abordar y medir el concepto en sus distintos grados. Entre los trabajos de la época que sentaron las bases para una aproximación al estudio de la interactividad se destacan los de Rudy Bretz (1983), Ronald Rice (1984), Everett Rogers (1986), Françoise HoltzBonneau (1986), Bordewijk y Van Kaam (1986), Marie Marchand (1987), Jerome Durlak (1987), Sheizaf Rafaeli (1988), Frederick Williams, Ronald Rice y Everett Rogers (1988), Carrie Heeter (1989) y John Carey (1989). A partir de los años 90 y ya en el nuevo siglo, el uso del concepto tomó un nuevo impulso con el rápido crecimiento de los servicios que ofrece Internet y, particularmente, con la creación de la Web. Se realizaron entonces investigaciones más particularizadas sobre las distintas opciones interactivas que iban ofreciendo los medios en Internet: Rafaeli y Sadweeks (1997), Riley y otros (1998), Light y Rogers (1999), Schultz (1999 y 2000), Kenney y otros (2000), Zeta de Pozo (2002), Fortunati y otros (2005). Más recientemente, podemos mencionar los trabajos de Bergonzi y otros (2008), 5
El adjetivo interactivo “califica al hardware, los programas o las condiciones de explotación que permiten acciones recíprocas en modo conversacional, con usuarios, o en tiempo real, con aparatos” (Holtz-Bonneau, 1986: 85)
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Domingo y otros (2008), Martínez Martínez (2008), García de Torres y otros (2009). Se avanzó, aunque con distintos enfoques, en la definición del concepto de interactividad (Vittadini, 1995; Hanssen, Jankowski y Etienne, 1996; Jensen, 1998; Sádaba Chalezquer, 2000; Rost, 2001 y 2006; Kiousis, 2002; Díaz Noci, 2006). En menor medida, se ha observado y entrevistado a los usuarios para ver qué percepción tienen y qué uso hacen de la posibilidades de participación que ofrece el medio (Rost, Pugni Reta y Apesteguía, 2008). Desde diferentes perspectivas analíticas y metodológicas, hay trabajos que han subrayado la importancia de analizar lo que se ha denominado la “interactividad percibida” por parte del usuario (Newhagen y otros, 1995; Wu, 1999; Kiousis, 2002; Sohn y Lee, 2005)6. También hay algunos interesantes estudios etnográficos de redacciones que han observado y entrevistado a periodistas para conocer las prácticas de trabajo y el enfoque que tienen sobre la participación de los usuarios (Domingo, 2005; Boczkowski, 2006; García, 2007; Hermida y Thurman, 2008; Singer y Ashman, 2008; Reich, 2009).
4. Definición de interactividad En los últimos años se ha ido asumiendo a la interactividad como una capacidad gradual, antes que una expresión tajante y definida que ubica de un lado a los medios interactivos y de otro lado a los no interactivos7. Hay básicamente tres abordajes al concepto de interactividad: hay quienes consideran sólo la relación de los individuos con la máquina o con los contenidos (lo que nosotros denominamos “interactividad selectiva”); otros que aluden sólo a la relación mediada que se produce entre individuos (“interactividad comunicativa”) y un tercer grupo, al que adherimos, que contempla esta doble dimensión (“interactividad selectiva” y “comunicativa”).
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“Lo que nosotros, como cientistas sociales, deberíamos hacer es no reducir el concepto (de interactividad) ni a atributos tecnológicos ni a características personales, sino comprender las relaciones entre ambos”, sugieren Sohn y Lee (2005: 11). 7 Aquí, la definición y el enfoque del concepto es básicamente el utilizado en Rost (2001 y 2006).
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En nuestra perspectiva, resulta interesante evaluar la interactividad tanto desde el punto de vista de las posibilidades de selección de contenidos que ofrece el medio como desde las posibilidades de expresión y comunicación. Aún así, al adoptar esta postura, creemos fundamental diferenciar claramente el análisis de ambos tipos debido a que el rol del usuario es muy diferente: en una actúa como receptor (activo) de contenidos; en otra, como productor de contenidos. De esta forma, definimos a la interactividad como: “la capacidad gradual que tiene un medio para darle a los usuarios un mayor poder tanto en la selección de contenidos (interactividad selectiva) como en las posibilidades de expresión y comunicación (interactividad comunicativa)”. Hablamos de capacidad gradual porque, al igual otros autores (especialmente Rogers, 1986), concebimos diferentes grados o niveles de interactividad. Pero, como ya señalamos, hay tanto distintos grados de interactividad selectiva como de interactividad comunicativa, y ambos deben tomarse y medirse en forma separada en cada medio. Nos centramos, en nuestro caso, en la interactividad que permiten los medios de comunicación que publican contenidos de actualidad. Otros autores han aplicado el concepto también a expendedoras de boletos, cajeros automáticas, e incluso medios de transporte. Los medios de comunicación no se reducen aquí a un mero dispositivo tecnológico sino que la denominación alcanza a las decisiones editoriales que adopta como empresa y organización para el uso de esa tecnología. Las posibilidades de “selección de contenidos” refieren a la capacidad del medio para responder a los requerimientos del usuario y ofrecerle un menú de contenidos en el que el lector pueda elegir (“interactividad selectiva”). Las posibilidades de “expresión y comunicación” aluden a los espacios que abre el medio para que el lector emita opiniones y pueda realizar intercambios dialógicos con otros individuos (“interactividad comunicativa”). En la “interactividad selectiva”, hay un individuo que elige una opción y el sistema le responde automáticamente. El número de posibilidades de respuesta es —por lo menos la mayoría de las veces— limitado. El usuario es, ante todo, un receptor (activo) de contenidos. En la “interactividad comunicativa”, hay un individuo emisor y otro receptor (o varios individuos) que pueden intercambiar roles. Las posibilidades de respuesta son infinitas, por las características humanas de los interactuantes. El usuario es un productor de contenidos. Hay otra distinción fundamental entre ambas. En la “interactividad selectiva”, la participación del usuario tiene una dimensión individual y no
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adquiere relevancia pública. En la “interactividad comunicativa”, el usuario es productor de contenidos que pueden adquirir distintos grados de relevancia pública. Después de referirnos brevemente a la “interactividad selectiva”, nos vamos a ocupar más aquí de la “interactividad comunicativa”, debido al contexto general de este libro, que analiza la participación de los usuarios en este sentido.
5. Interactividad selectiva La “interactividad selectiva” es el grado de control que tiene el usuario sobre el mismo proceso de difusión de los contenidos. En qué medida puede elegir el ritmo y la secuencia de la comunicación. De esta forma, el lector construye su propio camino de lectura, arma su propia linealidad en la exposición al medio (o a los medios). El hipertexto es la principal herramienta que tiene el medio para crear opciones interactivas de selección. Es un telar para tejer caminos de lectura a través de sus hipervínculos y estructuras de navegación. La utilización de bases de datos y lenguajes dinámicos constituyen también la infraestructura básica para construir posibilidades selectivas (véase Machado, 2006). Los buscadores, los índices y las etiquetas abren paso a capas más profundas de la información. También las distintas oportunidades que tiene el usuario de personalizar la recepción de los contenidos son formas que adquiere este tipo de interactividad. Investigar la interactividad selectiva en un sitio de noticias implica entonces analizar: • Las estructuras hipertextuales que utiliza • Los hipervínculos semánticos que ofrece en las noticias • Los sistemas de búsqueda, índices y etiquetas que presenta • Las modalidades de personalización (sindicación de contenidos, alertas informativas, modificaciones a la carta del diseño, recepción personalizada de noticias, etc.)8.
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En Rost (2006) presentamos una metodología para estudiar tipos de estructuras hipertextuales y enlaces semánticos. Y analizamos su aplicación en cuatro sitios de noticias. No incluimos en ese momento el estudio de buscadores, índices y opciones
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6. Interactividad comunicativa La interactividad comunicativa refiere en cambio a las posibilidades de comunicación y expresión que tiene el usuario en los contenidos públicos del medio. En un medio periodístico, el lector puede —a través de estas instancias— dialogar, discutir, confrontar, apoyar y, de una u otra manera, entablar una relación con otros. En otras oportunidades, sólo expresa una opinión individual o aporta una información, sin buscar deliberadamente una respuesta o un contacto bidireccional o multidireccional con otros individuos. Algunos sitios, y algunas modalidades de participación, incentivan la comunicación, mientras que otros tienden a favorecer la expresión individual. El lector es aquí ya no sólo receptor (activo) sino también productor de contenidos y participa, aunque con un rol diferenciado, en la construcción de la actualidad. Su labor puede ir desde la mera elección de una opción en una encuesta hasta la administración de un blog dentro de un sitio de noticias o el envío de un video propio al medio. El producto de la comunicación puede adquirir relevancia pública, es decir, puede ser leído por otros lectores, aunque el rango de visibilidad es muy amplio9. La interactividad comunicativa puede darse en forma sincrónica (en entrevistas abiertas o mediante redes sociales embebidas en el sitio) o asincrónica (comentarios, cartas de lectores, correos electrónicos a la redacción). En realidad, las opciones de participación han ido cambiando a lo largo de estos años: se han creado algunas nuevas y se han dejado de usar otras. Ahora bien, ¿cómo medimos el grado de interactividad comunicativa? ¿Qué intercambio comunicativo o qué posibilidad de expresión resulta más interactiva que otra? ¿Es más interactivo un medio sólo por tener mayor cantidad de opciones de expresión y comunicación o deben analizarse también otros factores como por ejemplo la visibilidad que tengan los usuarios entre los contenidos del medio? ¿Debe incluir el estudio de la interactividad comunicativa un análisis de la calidad de los contenidos que ofrecen los usuarios? Y, en tal caso, ¿cómo medir la calidad de esos contenidos? En la tesis doctoral (Rost, 2006), estimamos que un periódico digital es más interactivo cuando presenta un repertorio de opciones que ofrezca
de personalización, aunque también las consideráramos pertinentes para analizar la interactividad selectiva. 9 Incluso, hay casos en que la participación del usuario puede no hacerse pública, como en el caso de los mensajes de correo enviados a los periodistas.
Periodismo e interactividad
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mejores condiciones para la expresión y el debate público de ideas. O, para decirlo de otra manera, cuando más favorezca la participación activa y crítica de los lectores en la construcción de la actualidad. Tomamos en cuenta estos factores: • El grado de complejidad en la elaboración de contenidos que permite al lector el menú de opciones interactivas disponibles en el medio. En ocasiones el lector participa sin ser consciente de ello (ranking de noticias más leídas), otras veces sólo elige una opción entre varias (encuestas) y en otras puede redactar contenidos sobre diversos temas (comentarios, noticias enviadas a la redacción). • El grado de trascendencia pública o potencial visibilidad que puedan tener los contenidos aportados por el lector. Esto depende del lugar y el espacio de publicación y el tiempo que están online. • La integración de los contenidos proporcionados por el lector con o en los contenidos de actualidad del medio. Esto es, el nivel de asociación a través de conexiones hipertextuales o por inmediata proximidad entre lo que dice el lector y lo que dice el medio. O, incluso, la adopción de los contenidos elaborados por los lectores como los contenidos del medio. • El rol del lector en el medio. ¿Qué roles, de los que ocupan los periodistas, puede llegar a ocupar el usuario en el periódico digital? ¿Puede ser reportero, entrevistador, editor, comentarista, editorialista? De acuerdo a estos criterios, mayor será el grado de interactividad del medio cuando el lector pueda ocupar los distintos roles que juegan los periodistas y tenga un menú de opciones que le permita un buen grado de elaboración de contenidos, con trascendencia pública y que estén perfectamente integrados a los contenidos de actualidad que circulan en el medio. Incluimos además otros aspectos que inciden en la calidad del intercambio: entre otros, el nivel de contextualización que ofrece una opción interactiva; la participación o no de moderadores y meta-moderadores; el nivel de respuesta y compromiso del medio y los periodistas con los aportes de los usuarios (Rost, 2006: 234 y 235). Podemos añadir, ahora, la utilización de sistemas de reputación, revisión y calificación de pares, registro de los usuarios, filtros colaborativos, reportes de abusos y explicitación de reglas de participación. No obstante, la investigación sobre la calidad de los contenidos aportados por los usuarios es un tema todavía no suficientemente abordado. Tampoco la implementación de estrategias y la utilización de sistemas y