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RESILIENCIA

COMUNITARIA EN CONTEXTOS VULNERABLES.

Un enfoque social y ambiental desde Iberoamérica

COMITÉ CIENTÍFICO DE LA EDITORIAL TIRANT HUMANIDADES

Manuel Asensi Pérez

Catedrático de Teoría de la Literatura y de la Literatura Comparada Universitat de València

Ramón Cotarelo

Catedrático de Ciencia Política y de la Administración de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Nacional de Educación a Distancia

Mª Teresa Echenique Elizondo

Catedrática de Lengua Española Universitat de València

Juan Manuel Fernández Soria

Catedrático de Teoría e Historia de la Educación Universitat de València

Pablo Oñate Rubalcaba

Catedrático de Ciencia Política y de la Administración Universitat de València

Joan Romero

Catedrático de Geografía Humana Universitat de València

Juan José Tamayo

Director de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones Universidad Carlos III de Madrid

Procedimiento de selección de originales, ver página web: www.tirant.net/index.php/editorial/procedimiento-de-seleccion-de-originales

María de Las Olas Palma García

Dámaso R. Ponvert Delisles

Coordinadores

RESILIENCIA COMUNITARIA EN CONTEXTOS VULNERABLES. Un enfoque social y ambiental desde Iberoamérica

tirant humanidades

Valencia, 2024

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ISBN: 978-84-1183-379-0

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Índice

resiliente

Presentación ................................................................................................................ 11 Dra. María de Las Olas Palma García, Dr. Dámaso R. Ponvert Delisles Apuntes para el estudio de la Resiliencia comunitaria. Una introducción desde la visión de la Red Iberoamericana para la formación de comunidades resilientes (Riforedex) .......................................... 13 Dámaso Ramón Ponvert Delisles Batista, María de las Olas Palma García
parte Enfoques y respuestas comunitarias para una época
Capítulo 1. Enfoque de Barrio Resiliente e Incluyente para la Resiliencia Urbana 31 Gabriela Cáceres Flores, Bernard McCaul, Ana Luisa Núñez, Sahady Mencía Sánchez
2. Capacidades colectivas en barrios y adversidades globales: Propuesta metodológica para explorar la resiliencia comunitaria frente a la Covid-19 .................................................................................................. 55 María Rosa Herrera-Gutiérrez, Cristina Mateos Mora , Daniel Marín-Gutiérrez, Ángel Pavía Ruiz Capítulo 3. Resiliencia comunitaria para el fortalecimiento de zonas rurales despobladas 87 Ana Laura López Carlassare, Rafael Arredondo Quijada , María de las Olas Palma García
Primera
Capítulo

Capítulo

Capítulo

Capítulo 9.

4. 8 + 1 acciones comunitarias para resiliar en tiempos confusos ...... 103 Jordi Grané i Anna Forés Segunda parte Evaluación de la resiliencia comunitaria en contextos de Iberoamérica
5. Saberes y conocimientos ancestrales y tradicionales sobre resiliencia comunitaria. Caso Cuba. ........................................................................ 139 Andrés Olivera Ranero, Dámaso Ramón Ponvert Delisles Batista, Jorge Luis Martín Chiroldes Capítulo 6. Resiliencia comunitaria en Cuba. Algunas manifestaciones teórico-prácticas contemporáneas........................................................................ 165 Dámaso Ramón Ponvert Delisles Batista , Jorge Luis Martín Chiroldes, Andrés Olivera Ranero
Capítulo
7. Resiliencia comunitaria de El Porcal, San Lucas, Madriz, Nicaragua. Evaluación preliminar ................................................................................... 191 Marjorie Toruño, Keila Ballestero , Rolando Gutiérrez Capítulo 8. Construcción de la resiliencia comunitaria en México. Recorrido desde el entender prehispánico hasta nuestro tiempo 213 Rosalía Chávez Alvarado y José Manuel Camacho Sanabria
Análisis de la Resiliencia Comunitaria ante Fenómenos Naturales Extremos: El Caso de la Sequía en las Comunidades Mayas Prehispánicas ............................................................................................................... 249 Alberto Gabriel Gutiérrez Cervera, Astrid Jazmin Marote Pool

Capítulo 10.

Capítulo

Capítulo 12.

Evaluación de la resiliencia comunitaria en la zona norte del volcán de San Vicente, El Salvador, Centroamérica. 269 Edgar Antonio Marinero-Orantes,, Gerson Vladimir Cornejo-Reyes, Carlos Renán Funes-Guadrón
11. Resiliencia comunitaria en Puerto Rico después de desastres naturales ......................................................................................................................... 289 R. Anna Hayward, Alejandro Silva Diaz, Miguel Muñoz-Laboy, Zerina Makhdoomi
Servicios Sociales Comunitarios y Resiliencia organizacional. Aproximación a su evaluación en España. 301 Ana Cristina Ruiz Mosquera , Javier Pacheco Mangas , Irene Soledad Estrada Moreno

Presentación

El interés creciente por el término “resiliencia comunitaria”, así como por el diseño y aplicación de procedimientos y herramientas para su promoción y análisis, requiere contar con una visión actualizada sobre sus avances teóricos y metodológicos. Con esta finalidad, en la presente obra se recogen trabajos de investigación y experiencias profesionales desarrolladas en el ámbito de comunidades de países de Iberoamérica con características socio-ambientales diferentes, pero con similitudes en sus procesos de generación de respuestas resilientes ante los riesgos de distintas naturalezas a los que se ven expuestas. En concreto, se recogen aportaciones surgidas desde escenarios geográficos diversos, vinculados a procesos de vulnerabilidad colectiva frente a adversidades multicausales: eventos y catástrofes naturales, pandemia, riesgo social, despoblación, etc. desarrollados en comunidades territoriales procedentes de España, Cuba, México, Nicaragua, El Salvador y Puerto Rico. Este alcance iberoamericano representa, a su vez, un espacio privilegiado de diálogo intercultural de gran valor para el proceso abierto de construcción en el que se encuentra el paradigma de la Resiliencia.

Esperamos que las aportaciones recogidas en la presente obra muestren la validez del enfoque de resiliencia comunitaria ante las diferentes complejidades que generan los desastres tanto ambientales como sociales. Precisamente, el interés de dar a conocer estos conocimientos, conceptos y enfoques, materializados a través de distintas maneras de “construir” la resiliencia en comunidades con algún grado de vulnerabilidad, es la razón que ha impulsado a sus autores y autoras, con el único propósito de que puedan ser estudiados, analizados y si procede, aplicados por todas las personas, instituciones o entidades potenciales que desde sus distintas posiciones tienen que ver con el tema.

Si esto se cumpliera, podríamos entonces afirmar que se ha alcanzado modestamente el propósito que animó a publicar esta obra.

Coordinadores

Dra. María de Las Olas Palma García / Universidad de Málaga, España.

Dr. Dámaso R. Ponvert Delisles/ CYTED, Universidad de La Habana, Cuba.

12 María de Las Olas Palma García, Dámaso R. Ponvert Delisles

Apuntes para el estudio de la Resiliencia comunitaria. Una introducción desde la visión de la Red Iberoamericana para la formación de comunidades resilientes (Riforedex)

Dámaso Ramón Ponvert Delisles Batista1, María de las Olas Palma García2

1 Universidad de La Habana, Cuba.

2 Universidad de Málaga, España.

Indice

1. Introducción

2. Algunas nociones sobre Resiliencia Comunitaria

3. El libro que se presenta

Referencias bibliográficas

1. Introducción

El vocablo resiliencia está de moda, es común escucharlo en los más disímiles contextos: en los medios de comunicación, en las redes sociales, en los ambientes académicos, en reportes de organizaciones internacionales, gubernamentales o no, en informes científicos y técnicos relacionados con el medioambiente, la salud, las ciencias sociales, y por supuesto en la voz populis. No hay rama de la naturaleza, la sociedad y el pensamiento donde este término no tenga cabida.

Y es que los problemas que enfrenta hoy el mundo en que vivimos, en tiempos de transiciones globales, constituyen la base material idónea para propiciar el uso (a veces desmedido) de este concepto: un mundo caracterizado por la incertidumbre y la aporía; resultado de la crisis del capital internacional como sistema, en particular, del neoliberalismo y

la globalización que preconiza; también de la devaluación y la depreciación de las principales monedas de referencia mundial (Casals, 2022); un mundo en el que la pugna geopolítica y las crisis entre los principales polos de poder están labrando el camino hacia un nuevo orden mundial, al tiempo que provocan la ralentización y estancamiento de las macro y micro economías.

Es el mismo mundo que relega en el tiempo la adopción de medidas para detener el deterioro del ambiente como consecuencia del calentamiento global, y, donde se agrava la crisis alimentaria que promete sumergir en la hambruna a sectores cada vez más amplios de la población mundial, en particular de los países más atrasados y desfavorecidos. La ruptura de las cadenas de suministros por la presencia de conflictos armados -no solo entre Rusia y Ucrania-, afecta de manera global a los niveles de producción y accesibilidad de alimentos básicos, produciendo un incremento de precios e inflación que llega hasta países llamados ricos. El mundo en que vivimos, es también un mundo expectante ante la posibilidad de aparición de nuevas catástrofes humanitarias como la ocasionada por la Covid-19, cuyos impactos sociales, psicológicos, demográficos o económicos aún no han sido dimensionados (Tejedor-Estupiñán, 2020). Todo ello se agrava con mayor crudeza en países históricamente sometidos a conflictos, muchos de ellos africanos, en los que las violaciones de derechos humanos mantienen poblaciones desplazadas por todo el mundo.

En los últimos años, también se ha puesto de manifiesto el incremento en intensidad y frecuencia de eventos naturales extremos. Ellos ponen en riesgo numerosas comunidades en todo el mundo. Hay evidencias de que las pérdidas humanas y medios de vida debido a desastres causados por ellos, y en particular, al cambio climático, seguirán aumentando (FICR, 2017). Si continuamos con un enfoque único de respuesta a las crisis, no seremos capaces de manejar la escala creciente de complejidad que nos presentan tales desafíos. Se necesita un cambio de paradigma en la forma de trabajar con las comunidades en riesgo, actuando preventivamente para reducir la exposición, la vulnerabilidad y

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el impacto a nivel local. Se requiere una nueva mentalidad que se centre más en el acompañamiento, la participación y la conexión de las comunidades a medida que enfrentan desafíos complejos. La respuesta es la promoción y el fortalecimiento de la resiliencia comunitaria, mediante un proceso participativo que involucre a todas las personas beneficiarias (FICR, 2017). Este escenario requiere cambios hacia un verdadero desarrollo sostenible que garantice la necesaria alianza que se espera de la economía, la protección del medio ambiente y la justicia social, para el futuro y bienestar de todas las personas (López, Arriaga y Pardo, 2018).

En todo este contexto encuentra, por tanto, fácil respuesta el por qué las palabras “resiliencia y resiliente,” están en el centro de los procesos de comunicación global e interpersonales. Más que palabras o frases, son problemas y circunstancias que afectan a todas las personas, a la ciudadanía, sus familias, comunidades, poblaciones, gobiernos locales, regionales y nacionales, mecanismos y organizaciones regionales y mundiales que nos representan.

Como también, ha de ser compartida, la responsabilidad de crear los mecanismos de resiliencia necesarios para enfrentar y superar los distintos desafíos con los que convivimos en este mundo de transiciones globales, por difíciles que estos sean. Y esta es, precisamente, la misión que le corresponde a la Red Iberoamericana para la Formación de Comunidades Resilientes ante Riesgos y Desastres por Eventos Naturales Extremos (RIFOREDEx).

RIFOREDEx es una red adscrita al Programa Iberoamericano de Ciencia y Tecnología para el Desarrollo (CYTED), que está integrada por siete grupos de investigadores de diferentes instituciones académicas, centros de investigación y organizaciones no gubernamentales de seis países (Cuba, El Salvador, España, Honduras, México y Nicaragua) y su objetivo principal es “Contribuir a la formación de comunidades resilientes mediante el fortalecimiento de sus capacidades para enfrentar eficientemente riesgos y desastres provocados por eventos naturales

Apuntes para el estudio de la Resiliencia comunitaria

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extremos en países de Iberoamérica”. Se creó para coordinar acciones y esfuerzos de grupos de investigadores y académicos de diferentes países de la región en función del trabajo en comunidades que conduzca al fortalecimiento de sus capacidades naturales para enfrentar riesgos y desastres provocados por eventos naturales extremos, enfocando su accionar en el diseño, aplicación y validación de una metodología integral para medir la resiliencia ante riesgos y desastres a nivel comunitario, basada en experiencias internacionales relevantes, trabajando arduamente en la formación y capacitación de los actores comunitarios para empoderarlos con el conocimiento teórico-práctico-ancestral-tradicional y actual sobre resiliencia comunitaria. Con este procedimiento se ocupa del diseño de un sistema de indicadores de resiliencia que permita constatar el grado de fortaleza alcanzada por las comunidades.

2. Algunas nociones sobre Resiliencia Comunitaria

Ortega y Mijares (2018) sostienen que es importante indagar el estado del arte de la resiliencia en cuanto a su concepto, y diferenciarlo de otros constructos, ahondando en las posiciones tomadas por las diversas escuelas y enfoques. En su trabajo han formulado las siguientes preguntas: ¿Qué es la resiliencia? ¿Cuáles son las posiciones de las diversas escuelas en relación al concepto de la resiliencia? ¿Qué estudian en la resiliencia los diversos enfoques? A estas y otras interrogantes relacionadas, se pretende dar respuesta en esta obra.

Para encontrar respuestas a estas interrogantes, nuestro criterio ha sido, en primer lugar, remitirnos a nuestros antepasados para luego transitar por los principales hitos del desarrollo histórico de la sociedad. En ese camino, desde que la persona tuvo conciencia e inició su vida en comunidades primitivas, aprendió a convivir con los fenómenos naturales que influenciaron positiva (y negativamente también) en la Tierra, a la vez que supo sobrevivir ante ellos. Ello fue posible, porque tomó -de su propia intuición-, y de su contacto permanente con la naturaleza, las herramientas necesarias para garantizar su desarrollo como individuo,

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y, en consecuencia, de su grupo social, su comunidad, y así, progresivamente de la humanidad. Hoy podemos decir que desde aquellos primeros momentos aparecieron las primeras manifestaciones de resiliencia, aunque para esa época histórica el término no se hubiera reconocido.

Con el desarrollo histórico y social, a finales del siglo XVII como consecuencia del crecimiento industrial emergente en algunas sociedades, se comenzaron a utilizar los combustibles fósiles que el planeta había acumulado en el subsuelo durante su historia geológica. Así, se inició la Revolución Industrial, en el periodo histórico comprendido entre la segunda mitad del siglo XVIII y principios del XIX. A pesar de que generó un conjunto de transformaciones socioeconómicas, tecnológicas y culturales positivas en la historia de la humanidad, el uso creciente de los combustibles fósiles en las actividades tecnológicas e industriales, destaca como uno de los más trascendentales factores que contribuirían a provocar los cambios climáticos actuales del mundo (Erazo, 2022).

En el período que va desde la segunda mitad del siglo XIX hasta los momentos actuales, la irracionalidad económica, exacerbada por el capital internacional, ha provocado el crecimiento de la desigualdad social, la desinformación cultural auténtica de los pueblos, la homogeneización de los patrones culturales de su sistema y la alteración drástica de las propiedades naturales mantenidas por los ecosistemas desde su génesis, entre otros efectos adversos. La implementación del mito de un crecimiento económico ilimitado -orientado a la mayor acumulación-, ha alterado los tiempos y ritmos biogeoquímicos de los ecosistemas, y con ello, las tasas de renovabilidad o de sustitución de los insumos, así como la capacidad de absorción y reintegración de desechos emitidos a la naturaleza. La combinación de estas transformaciones se ha manifestado en un aumento de la injusticia ambiental. Esta crisis socio ambiental es una manifestación del proyecto civilizatorio denominado “globalización” basado en el arraigo del tipo de irracionalidad social, cultural, ambiental y económica (Carrasco, 2012).

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En este entorno altamente perturbador, existen planteamientos diversos que indican que las generaciones actuales asisten a una gran crisis sistémica del capital internacional (aunque algunos no coincidan exactamente con esta conclusión). Mientras que, para algunos autores (Esteva, 2012), la humanidad está al borde de la crisis, otros, señalan que ya estamos en el abismo de ella. En este entorno, la academia ha abordado diversos criterios para comprender los niveles de flexibilidad que poseen las entidades sociales ante los diversos factores perturbadores (económicos, sociales y ambientales). Una dimensión clave en este asunto es la de construir conceptos que den cuenta de un supuesto umbral en el cual los individuos o la sociedad pueden dar respuestas positivas ante el efecto de las perturbaciones (negativas) (Carrasco, 2012). Es así que, en este contexto, ha emergido el término de resiliencia social, un término paradigmático de las ciencias sociales.

Las ciencias sociales incorporan el término a partir de los años 80 del siglo XX, para describir a personas capaces de desarrollarse psicológicamente sanos, a pesar de vivir en contextos de alto riesgo, como entornos de pobreza, exclusión social, situaciones de estrés prolongado, experiencias de internamientos en centros, etc. Se refiere tanto a los individuos en particular como a los grupos familiares o colectivos que son capaces de minimizar y sobreponerse a los efectos nocivos de las adversidades y los contextos desfavorecidos y deprivados socioculturalmente, capaces de recuperarse tras haber sufrido experiencias notablemente traumáticas, en especial catástrofes naturales, epidemias, guerras civiles, deportaciones, campos de concentración (Rutter, 1993; Werner, 2003, citados por Uriarte (2005, 2010 y 2013)).

Ante la complejidad de problemas de tipo social, las áreas de las ciencias sociales han asumido términos derivados de otras disciplinas como estrategias para la construcción de diversos paradigmas, sobre todo, de las ciencias naturales como la física y la biología. El uso del paradigma de la evolución como estrategia analítica para justificar al individualismo metodológico y la competencia, es un ejemplo del determinismo biológico más socorrido por las ciencias sociales. En el contexto

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de la crisis socio ambiental y económica que atraviesa la humanidad, la noción de resiliencia utilizada inicialmente en la física y posteriormente en la ecología vuelve a acogerse como categoría paradigmática que intenta dar comprensión y explicación a diversos procesos dados en entidades sociales ante efectos perturbadores (Carrasco, 2012).

En el campo de la ecología le correspondió a Holling (1973) formalizar el concepto de la resiliencia como parte del cuerpo de la teoría ecológica. Posteriormente, el concepto sufrió un salto paradigmático: de su uso en la teoría ecológica pasa a incorporarse hacia otros campos en el que intervienen de manera explícita los intereses productivos de los ecosistemas. Este salto, representa una transformación epistémica importante en los estudios ecológicos (o de la ecología humana) y cada vez más recurrida en el tema de la construcción de la sustentabilidad, pero también de otras esferas de la sociedad. El mismo Holling ha experimentado estas metamorfosis en su discurso académico (Holling y Walker, 2003). Sobre esta variedad de significaciones de la resiliencia ecológica descansa la pretensión de constituirse en un concepto con capacidad para la compresión de las complejidades de los sistemas, ya sea para entenderse como “la capacidad de un sistema para mantenerse a pesar de su trastorno, sin pasar por un estado nuevo... [o para definirse] como la capacidad de un sistema de regresar a su estado inicial” (Manciaux, 2003).

En la esfera de las ciencias sociales la incorporación de la noción de resiliencia se empezó a expresar principalmente desde la psicología para referirse a las respuestas “positivas” de los individuos que se enfrentaron ante un acto perturbador o adverso. Posteriormente, otras disciplinas como el Trabajo Social han ampliado su estudio y alcance hacia las implicaciones y transformaciones sociales derivadas de dichas respuestas (Madariaga, et al., 2014). Esta noción de resiliencia toma auge primero, desde los países anglosajones como Inglaterra (Rutter, 1993) y Estados Unidos de Norteamérica (Werner, 1992) y luego, se propaga a los otros países de Europa occidental (Francia, Países Bajos, Alemania y España), para finalmente aterrizar en América Latina.

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Del análisis de estos escenarios geográficos, se han manifestado tres corrientes intelectuales de la noción de resiliencia social: la anglosajona y la norteamericana, la europea y la latinoamericana.

Según Suárez et al. (2007), la anglo-americana se caracteriza por ser esencialmente conductista, pragmática y centrada en lo individual. Así, por ejemplo, Luthar et al. (2000), consideran que la resiliencia es un proceso dinámico gracias al cual los individuos demuestran una adaptación positiva, a pesar de las situaciones de adversidad experimentadas. Coinciden con los estudios de Masten (1999) y Rutter (1999) al afirmar que este constructo no representa un rasgo de personalidad, sino que es el resultado de la conjugación entre la exposición ante la adversidad y la manera en que la persona obtiene resultados favorables de ajuste positivo. Otros representantes de esta corriente como Grotberg (2006), definen la resiliencia aplicada como la capacidad humana para enfrentarse, superarse e incluso salir fortalecido por las experiencias de adversidad, todo ello con la interacción dinámica entre lo social (yo tengo), habilidades (yo puedo) y fortaleza interna (yo soy y yo estoy). Mientras que Masten (2001), argumenta que la resiliencia parece ser un fenómeno común que se produce en la mayoría de los casos del funcionamiento de los sistemas adaptativos humanos básicos. Asimismo, Luthar, Cicchetti y Brecker (2000) reconocen tres componentes importantes para definir la resiliencia: (a) qué se entiende por adversidad o riesgo; (b) cómo se sucede la adaptación positiva o cómo se supera la adversidad; (c) cuál es el proceso que influye sobre el desarrollo humano y su dinámica en los mecanismos emocionales, cognitivos y socioculturales. En esta misma línea de ideas, Luthar et al. (2000) reseñan el término resiliencia como el proceso o fenómeno de la competencia a pesar de la adversidad y no como un rasgo, el que es diferente al término resistencia, el cual sólo se usa cuando se hace referencia a un específico rasgo de la personalidad. Por otra parte, Henderson y Milstein (2003) hacen uso del concepto de resiliencia para referirse a las personas que pueden sobreponerse a las experiencias negativas y, a menudo, hasta se fortalecen en el proceso de superarlas. Según ellos, centran su atención en las fortalezas y las poten-

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