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ABUSO SEXUAL (O MALTRATO) VS MANIPULACIÓN PARENTAL

ESPERANZA CASALS CAMPOS

Valencia, 2013


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© Esperanza Casals Campos

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Dedicado a mis padres y mis hermanos


Índice PRIMERA PARTE TEORÍA Y PROCEDIMIENTO PARA REALIZAR EL GRADO DE CONFIABILIDAD DE UN INFORME DE ANÁLISIS DIFERENCIAL ENTRE DENUNCIAS VERDADERAS DE ABUSO SEXUAL (O/Y MALOS TRATOS) Y DENUNCIAS FALSAS EN UN CONTEXTO DE MANIPULACIÓN PARENTAL Capítulo 1 Manipulación parental versus abuso sexual de padre a hijo/a 1. INTRODUCCIÓN TEMÁTICA: CASO ABIERTO.............................. 25 2. SEPARACIÓN DE LA PAREJA CON HIJOS: PROCESOS Y CONDUCTAS EMOCIONALES POSIBLES Y ESPERABLES EN LOS PROGENITORES.............................................................................. 27 3. ABUSO SEXUAL INFANTIL EN EL SENO DE LA FAMILIA NUCLEAR: UNA REALIDAD INCOMODA E INCUESTIONABLE...... 31 4. ABUSO EMOCIONAL. MANIPULACIÓN PARENTAL DE UNO DE LOS HIJOS EN CONTRA DEL OTRO PROGENITOR.................... 33 5. ABUSO SEXUAL INFANTIL Y “ALIENACIÓN PARENTAL”: BINOMIO DE DENUNCIAS CRUZADAS EN PROCESOS DE SEPARACIÓN CONFLICTIVOS..................................................................... 36

Capítulo 2 Análisis técnico de los criterios propuestos por gardner para el análisis diferencial entre denuncias verdaderas de abuso sexual AS/MT y denuncias falsas de AS/MT 1. CUADRO DE MANIFESTACIONES SINTOMÁTICAS EN CASOS DE SAP SEGÚN GARDNER.............................................................. 43 2. ANÁLISIS TÉCNICO COMPARATIVO ENTRE LOS OCHO SÍNTOMAS CONTEMPLADOS POR GARDNER PARA DESCRIBIR LA PRESENCIA DE SAP Y LOS SÍNTOMAS OBSERVABLES EN HIJOS VÍCTIMAS DE ABUSO SEXUAL (O MALOS TRATOS) POR PARTE DE SU PROGENITOR....................................................................... 44 3. CRITERIOS PROPUESTOS POR GARDNER PARA DIFERENCIAR ENTRE DENUNCIAS VERDADERAS DE ABUSO SEXUAL (O MA-


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LOS TRATOS) Y DENUNCIAS FALSAS COMO MEDIO PARA MARGINAR A UN PROGENITOR.................................................. 55 4. ANÁLISIS TÉCNICO DE LOS CRITERIOS DIFERENCIALES ENTRE SÍNDROME DE ALIENACIÓN PARENTAL Y ABUSO SEXUAL PROPUESTOS POR GADNER............................................... 57 5. ESCALA SAL DE GARDNER (SEX ABUSE LEGITIMACY)............... 71

Capítulo 3 Propuesta de trabajo: criterios para el análisis diferencial entre denuncias verdaderas por abuso sexual y/o (malos tratos) y denuncias falsas como estrategia de un progenitor para interferir en la relación parental del hijo con el otro progenitor 1. ANÁLISIS DETALLADO DEL HISTÓRICO DOCUMENTAL DEL CASO................................................................................................. 75 2. EL TESTIMONIO DEL HIJO O HIJA................................................. 79 3. EL TESTIMONIO DE LOS PROGENITORES.................................... 82 4. RESULTADO DE LAS PRUEBAS CUMPLIMENTADAS POR EL HIJO O HIJA DESTINADAS A VALORAR SU ESTADO ANÍMICO Y PERSONALIDAD.............................................................................. 85 5. INVESTIGACIÓN SOBRE EL PERFIL DE PERSONALIDAD DE LOS PROGENITORES.............................................................................. 87 6. forma y fondo del informe PSICOLÓGICO: CRITERIOS PARA ESTIMAR SU VALOR diferencial ENTRE UNA DENUNCIA VERDADERA DE ABUSO SEXUAL (O MALOS TRATOS) O UNA DENUNCIA FALSA COMO MEDIO DE INTERFERIR EN EL HIJO O HIJA...... 96

Capítulo 4 Propuesta de procedimiento para obtener el grado de confiabilidad del informe SEGUNDA PARTE CASOS PRÁCTICOS DUDA RAZONABLE O LA COMPLEJA VIRTUD DEL DISCERNIMIENTO CASO NÚMERO UNO CUANDO LA RAZÓN SE PIERDE Y NADIE LA ENCUENTRA............................... 111


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CASO NÚMERO DOS QUE UN MAL RAYO ME PARTA POR LA MITAD............................................... 127 CASO NÚMERO TRES NIÑO, AQUÍ UNO DE LOS DOS MIENTE: TÚ PADRE O TÚ................................. 147 CASO NÚMERO CUATRO GRITANDO PARA SORDOS........................................................................... 215


AGRADECIMIENTOS Me siento muy agradecida A mi padre. Él ha sido siempre y es mi principal fuente de fuerza y apoyo emocional, junto a mis también muy queridos madre y hermanos. Quiero mencionar especialmente a José Antonio, cuyo espacio físico compartí mientras escribía algunos tramos de esta obra en momentos que para mí son ya inolvidables. A mi hija Laura, cuyo gusto por la lactancia materna y su resistencia a dejarla me facilitó los suficientes madrugones como para dar un fuerte impulso a este libro mientras ella seguía durmiendo plácidamente. A Rosa Francisca Tur. La amistad personal y sintonía profesional que me une a ella es y ha sido siempre de inestimable valor para mí. Su sentido común, su valía como psicóloga y su sentido del humor ha sido desde hace años un bastión en todas las áreas de mi vida y el contrapunto razonable de mis aspiraciones utópicas. A Elvira plaza Bernabeu, mi compañera de equipo. En ella se dan todas las virtudes que permiten un ambiente de trabajo prolífico y gratificante. Su calidad profesional rivaliza con su calidad humana y el sentido común que posee, tan necesario en nuestra profesión. Nunca podré agradecer lo suficiente el soporte y la paz que me da su sola presencia en el despacho. A mis amigos —casi ninguno de ellos psicólogo, por cierto—, por la paciencia que tienen conmigo y el espíritu de sacrificio demostrado insistiendo en leer el manuscrito para dar su opinión. Gracias especialmente a Adela Gabaldón, Elia Cañizares, Amparo Rodríguez, Paco y Martín. Y en especial a Javier Cavanilles cuya ácida crítica al índice inicial consiguió que lo rectificara, dejándolo un poco más comprensible. A Pilar, mi secretaria, cuya paciencia modificando correcciones sobre correcciones sin rechistar en voz alta, y su seguridad aplastante en que algún día acabaríamos el libro la hacen merecedora de esta mención.


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Agradecimientos

A Mariam, Pedro, Juan, Olga, Ana, Maite, Jesús... y tantos otros buenos padres y buenas madres. Algunos de vuestros hijos lo saben, otros aún no han podido darse cuenta, pero todos sin excepción os merecen. A mis colegas de profesión: De los cuales he aprendido y aprendo cada día con sus publicaciones y su trabajo diario a pie de despacho y de juzgados. A ellos agradezco tanto los halagos que pueda suscitar esta obra como las críticas, especialmente necesarias si vienen acompañadas de sugerencias que ayuden a optimizar las pautas de trabajo propuestas en este libro. A Mercedes Villanova, letrada comprometida que consigue aunar en si misma el buen hacer profesional y la calidad humana. A mi editorial, Tirant lo Blanch. Por darme la oportunidad de publicar este libro. Y por último, a Paco por ser mi testigo desde que somos niños y a José Tomás, que volviste a mi vida, después de 37 años para recordarme —por si tenía alguna duda— que las vivencias de la infancia son muy importantes para edificar el resto de la vida, sobre todo si estas fueron gratificantes.


PRÓLOGO Este es un libro original y muy interesante de leer. Su originalidad deriva de su propósito de examinar el popular concepto de “síndrome de alienación parental”, de Gardner, y someterlo a una crítica rigurosa: “Al margen del descrédito de la figura y obra de Gardner —y por extensión de la terminología acuñada por él—, muchos psicólogos forenses preferimos utilizar términos que hagan hincapié en el abuso emocional o la manipulación e interferencia parental. Eliminar el término “alienación parental” de la nomenclatura utilizada por los profesionales para hablar de este proceso permite considerar la gravedad de las actuaciones o interferencia del progenitor manipulador desde el momento en que éste las comete y no atendiendo al efecto que ya ha tenido sobre el menor”. Esta es una perspectiva nueva: el término de “alienación” en realidad enmascara más que ilumina el problema, porque no permite definir con exactitud cuál es realmente el proceso que está aconteciendo en la relación entre el progenitor y el niño o niña en cuestión, y desde cuándo tomó carta de naturaleza. Este planteamiento tiene la gran ventaja de intervenir con anterioridad, posibilitando “la realización de un trabajo preventivo y una detección temprana en base a los actos del progenitor manipulador y no a la visibilidad de las consecuencias que sus conductas puedan haber tenido para sus hijos”. En este sentido, la autora realiza lo que a mi juicio es su aportación esencial con esta obra, cuando señala que “el SAP se diagnostica sobre las 22 consecuencias observables que la manipulación emocional ejerce sobre el niño o la niña. Es decir el menor debe presentar y mostrar rechazo hacia su padre o madre (que en su fase severa se aprecia ya sin ambivalencias). Sin embargo en muchos casos en los que intervenimos los psicólogos como peritos, detectamos que el menor está siendo manipulado en contra de un progenitor por parte del otro, sin que llegue —al menos por el momento— a presentar un rechazo palmario hacia él. Incluso en ocasiones, podemos detectar un estado cronificado de manipulación por parte de uno de sus progenitores sin que el menor llegue nunca a mostrar un rechazo total hacia el otro progenitor. En este sentido es importante recordar que el hecho de que la manipulación no tenga un éxito completo no


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Vicente Garrido Genovés

quiere decir que no tenga consecuencias emocionales lesivas para los hijos”. Pero este nuevo planteamiento exige la elaboración de nuevos criterios con los que considerar la posible existencia de abuso y manipulación por parte de un progenitor, y más allá de los elaborados por Gardner la autora propone 14 criterios operativos con los que considerar si tal proceso de manipulación se ha producido o se está produciendo. Esto, a mi juicio, debe beneficiarse de la discusión y práctica que proporciona su empleo por parte de otros psicólogos forenses, lo que ayudará a ir mejorándolos con el tiempo, pero no cabe duda de que suponen una aportación importante al examen riguroso de los informes que quieren seguir una metodología apropiada para explorar la manipulación o “alienación” de un padre/madre hacia el otro empleando como arma a su hijo. Por otra parte, como dije al principio, este libro también es interesante de leer, dado que en su segunda parte disponemos de casos prácticos en los que poder aplicar los conocimientos discutidos anteriormente, así como aprender las dificultades y complicaciones que, para nuestro desmayo en muchas ocasiones, salpican los complejos asuntos legales en los que los psicólogos nos vemos obligados a intervenir. Esperanza Casals tiene una experiencia dilatada en el ámbito de la psicología infantil forense. Tengo la fortuna de conocerla desde hace muchos años, y me apresuro a felicitarla por el modo en que ha querido hacer partícipe a la comunidad profesional de la psicología forense de sus interesantes reflexiones, prueba inequívoca de su valiosa labor profesional. VICENTE GARRIDO GENOVÉS


INTRODUCCIÓN Los casos supuestos que aparecen reflejados en esta obra han sido extraídos de mi experiencia profesional1. He trabajado en todos ellos como psicóloga forense de forma oficial o privada (nombrada por instancias judiciales o contratada por una de las partes enfrentadas en el procedimiento). El principal objetivo del trabajo de los psicólogos forenses es contribuir al mayor bienestar de las personas implicadas en el procedimiento, siendo los menores de edad nuestra prioridad absoluta. Sin embargo, pese a nuestro esfuerzo y dedicación, a veces tropezamos en nuestro trabajo con lagunas y obstáculos inherentes a la juventud de nuestra ciencia. Para superarlos y mejorar nuestras técnicas tratamos de estudiar, investigar y recabar datos que posteriormente damos a conocer a nuestros colegas mediante la participación en congresos y publicaciones. Con esta obra quiero transmitir datos y reflexiones técnicas obtenidas (junto a mi equipo) en los más de catorce años de trabajo ininterrumpido en el área de la psicología jurídica. Está especialmente dedicado a mis compañeros de profesión, psicólogas y psicólogos forenses y clínicos que conforman un colectivo de técnicos cualificados, responsables y honestos. De ellos aprendo en cada ocasión en que alcanzo a conocer sus informes y con ellos comparto la necesidad de tener más y mejores instrumentos con los que optimizar nuestro trabajo. En la segunda parte me ocupo de informes que a mi juicio sirven para ilustrar una mala praxis de la psicología forense de modo que, lejos de resultar útiles, han contribuido, indefectiblemente a causar más confusión y dolor a las partes implicadas, perjudicando principalmente los más involuntarios de sus protagonistas: niños y niñas indefensos. Un análisis diferencial entre informe adecuado o inadecuado podría haberlo evitado.

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Los nombres y todos los datos de referencia que podrían identificar a sus protagonistas son ficticios.


UN POCO DE HISTORIA SOBRE MI FORMACIÓN En 1995 codirigí, junto al eminente profesor Vicente Garrido un programa de prevención del abuso sexual infantil en la Comunidad Valenciana subvencionado por la Consellería de Trabajo y Servicios Sociales de la Generalitat Valenciana en convenio con la Universidad de Valencia (Facultad de filosofía y Ciencias de la Educación). Uno de sus niveles de intervención incluía la atención directa y evaluación de posibles casos que pudieran surgir en el transcurso de la implantación del programa. En el año 1996 la Consellería de Bienestar Social mantuvo el nivel de intervención directa en menores debido a la constatación de la necesidad de atención especializada en evaluación de abuso sexual infantil. Así nació el SAAS (Servicio de Atención al Abuso Sexual Infantil), que se convirtió en la primera prestación pública para la evaluación de abuso sexual infantil en España. Tuve el honor de dirigirlo hasta el año 1999. Durante ese tiempo, mi compañera de equipo, Rosa Francisca Tur y yo evaluamos más de 400 casos de menores en edades comprendidas entre los dos y los dieciséis años. A partir del año 1999 hasta la actualidad el SAAS existe como departamento especializado en abuso sexual infantil de nuestro centro privado Grupo ESPAI. Desde entonces hemos atendido en nuestro equipo cerca de 100 más casos de abuso sexual infantil. El trabajo con todos ellos me ha permitido conocer en profundidad las características de los diferentes casos de abuso sexual infantil intrafamiliar y del subtipo que se aborda en esta obra: abuso sexual cometido por un progenitor contra su propio hijo o hija. Posteriormente, en el año 1999 me presenté a la convocatoria del Colegio Oficial de Psicólogos de la Comunidad Valenciana para el turno de oficio de psicólogos forenses (TIPF) y fui seleccionada. Mi intención —dado mi campo de especialización dentro de la psicología forense— era realizar periciales en el área penal (concretamente en casos de abuso sexual infantil), y así lo especifiqué en mi solicitud, pero durante doce años solo he recibido un caso de evaluación de abuso sexual y más de ciento cincuenta casos de periciales de familia. Todos estos casos, amén de las más de 300 evaluaciones privadas realizadas


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personalmente por mí y por mi equipo en mi consulta privada, configuran el cuerpo práctico de la experiencia en periciales de Familia que me ha permitido estudiar y conocer las características inherentes a los procesos psicológicos de padres e hijos en las dinámicas de ruptura familiar. De esta forma y por dos vía diferentes he tenido la oportunidad de profundizar profusa y continuadamente tanto en el área del abuso sexual intrafamiliar cometido por un padre hacia su hijo o hija como en la de las interferencias parentales en los procesos de separación y divorcio. Ambas problemáticas se encuadran, para mayor dificultad técnica, en dos áreas diferenciadas de la judicatura: penal y civil, las cuales, en estos casos se cruzan entre si dificultando su abordaje socio-psicojudicial e interfiriendo en la resolución del caso. De hecho, la pertenencia de cada uno de estos procesos a dos áreas diferenciadas del entramado judicial afecta también a los psicólogos que evalúan ambas problemáticas, ya que, normalmente, su trabajo y campo de especialización suele circunscribirse a una de las dos áreas, lo cual —dada la complejidad inherente a cada una de ellas— puede limitar su criterio a la hora de realizar la pericial. Otra dificultad que nos encontramos a veces para realizar estas periciales estriba en la falta de tiempo real que, solemos tener los psicólogos forenses oficiales debido al gran número de periciales solicitadas (a veces con fechas puntuales y urgentes de entrega), lo cual dificulta la valoración de estos casos que, por su naturaleza a menudo conllevan una ingente cantidad de documentación a estudiar contenida en el expediente judicial (mayor cuanto más tiempo hace de la eclosión del conflicto) necesitando por ello más dedicación. Con esta obra deseo transmitir a mis colegas de profesión las reflexiones, conclusiones y datos recabados a lo largo de estos años en este campo, proponiendo un método de trabajo que ayude a la realización de un adecuado análisis diferencial entre casos de abuso sexual intrafamiliar (progenitor/a-hijo/a) y casos de interferencias parentales en hijos tras la separación y divorcio de los padres. En la actualidad existen buenos manuales y libros sobre abuso sexual infantil, y también comienzan a proliferar libros específicos sobre lo que se está conociendo como el “Síndrome de Alienación Parental”. Sin embargo,


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existen muy pocas referencias que orienten verdaderamente sobre el análisis diferencial entre estos dos tipos de procesos. Este vacío técnico está permitiendo que se de un mal uso y a veces un verdadero abuso de cualquiera de los dos diagnósticos que, de forma cruzada se utilizan por las partes para atacar o defenderse entre ellas, sin el más remoto decoro ni consideración hacia los menores implicados en el proceso (verdaderas e indefensas víctimas). En estas guerras no podemos ni debemos entrar los psicólogos forenses que recibimos el encargo de realizar una pericial sobre la que juramos o prometemos desempeñar bien y honestamente nuestro cargo. Por ello es mi deseo que el procedimiento propuesto en este libro abra una vía de discusión entre colegas, ya sea por afinidad o por inconformidad con sus planteamientos, estimulando inquietudes que mejoren nuestros instrumentos de trabajo o creen otros nuevos, de forma que entre todos logremos optimizar nuestra pericia en estos dos campos que en los últimos años han convergido en uno: el análisis diferencial entre denuncia por abuso sexual verdadera y denuncia falsa de abuso sexual a un progenitor en un proceso de manipulación parental. Por último quiero añadir que aunque la propuesta principal de análisis diferencial de este libro se realiza entre los procesos de manipulación parental (conocido popularmente como SAP) y Abuso Sexual, también abarca los malos tratos físicos (y psicológicos), ya que un progenitor manipulador también puede —y lo hace— denunciar al otro falsamente por malos tratos a los hijos. La atención social y judicial que —afortunadamente— se presta en la actualidad a este tema favorece no sólo la detección de un mayor número de casos de violencia machista, sino también un aumento de denuncias falsas. El objetivo de estas últimas es, a menudo, interferir parentalmente entre el progenitor denunciado falsamente y su hijo o hija.


PRIMERA PARTE

TEORÍA Y PROCEDIMIENTO PARA REALIZAR EL GRADO DE CONFIABILIDAD DE UN INFORME DE ANÁLISIS DIFERENCIAL ENTRE DENUNCIAS VERDADERAS DE ABUSO SEXUAL (O/Y MALOS TRATOS) Y DENUNCIAS FALSAS EN UN CONTEXTO DE MANIPULACIÓN PARENTAL


Capítulo 1 Manipulación parental versus abuso sexual de padre a hijo/a

1. INTRODUCCIÓN TEMÁTICA: CASO ABIERTO Marzo del año 2005: España entera se sobrecoge al encontrarse en los noticieros de una cadena de televisión con el caso de dos hermanas de 11 y 13 años que han visto como la Guarda y Custodia que tenía concedida la madre era revocada a favor del padre en un Auto Judicial que acusaba a la madre de “Síndrome de Alienación Parental”. Es la propia madre quién hace saltar la noticia. Acude a los medios de comunicación buscando apoyo social para impedir que las niñas vayan con su padre. Alega que las niñas no quieren ir con él por que abusó sexualmente de ellas. En el noticiero se dice que, cuatro años antes, la madre había presentado una denuncia por abuso sexual al padre de sus hijas que fue posteriormente archivada. Durante todo este tiempo, ambos progenitores han cruzado denuncias entre ellos. El padre ha presentado numerosas denuncias a la madre por impedir que ejercitase su derecho de visitas. Ha ganado algunas en las que la madre ha sido condenada. La madre por su parte, ha ganado también algunas porque el juez consideró justificado el motivo por el que las niñas incumplieron las visitas con el padre. Dos años después del archivo de la denuncia por abusos sexuales, la madre volvió a denunciar al padre esta vez por malos tratos a las niñas (debido a la conducta verbal agresiva ejercida por el padre en una de sus visitas). Tras seis años de denuncias, contradenuncias, periciales, testificales y declaraciones, el Juez, basándose en los informes psicológicos del gabinete adscrito al Juzgado y un informe privado de un psicólogo “experto” en Síndrome de Alienación Parental (en adelante SAP), dictó un Auto en el que ordenó el cambio de Guardia y Custodia a favor del padre. Es en este preciso momento cuando la madre acude a los medios de comunicación y la noticia llega a la opinión pública.


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Pero el público no sabe qué opinar. Por un lado ve la imagen angustiada de una madre defendiendo el derecho de sus hijas a negarse a ir con un padre, que, asegura, abusó sexualmente de ellas. Por el otro, ve a un padre luchando denodadamente por su derecho a estar con sus hijas y por el también derecho de éstas a disfrutar de la presencia de su padre en sus vidas. La comunidad científico profesional también se encuentra dividida. En un extremo los profesionales expertos en abuso sexual infantil: éstos conocen las dificultades (legales, sociales, emocionales y forenses) con las que se encuentra una madre (o un padre) para defender a su hija o hijo de un progenitor agresor sexual. A falta de conocer todos los datos del caso, saben que la denuncia por abusos sexuales pudo tener visos de realidad y ser archivada por falta de pruebas. En el otro los profesionales expertos en periciales de Familia: ellos saben por experiencia que un progenitor decidido a interferir en la relación de su hijo con el otro progenitor puede llegar incluso a denunciarle por abuso sexual siendo más habitual que en este trance sea la madre quién denuncie al padre. En el caso que nos ocupa, los profesionales expertos se preguntan si el hecho de que la madre acuda a los medios de comunicación es un intento de manipulación más, dirigido a interferir y apartar al padre de sus hijas en un proceso de interferencia parental o podríamos encontrarnos ante un verdadero caso de abuso sexual archivado por falta de pruebas, cuya sentencia el padre utiliza para “demostrar” su inocencia y conseguir la custodia de sus hijas por medio de una denuncia por “SAP” a la madre. Esta es la difícil cuestión que los jueces y fiscales se ven obligados a dirimir cuando se encuentran ante un caso de abuso sexual infantil cruzado con una denuncia de “SAP”, y viceversa. Hay que tener en cuenta que para que la Ley condene debe probarse el delito. En los casos de abuso sexual los elementos probatorios suelen ser escasos o nulos, dado que se trata de un delito cometido en la intimidad y que, normalmente no produce lesiones físicas. Por ello el testimonio del menor (que se encuentra limitado muchas veces por su edad, miedo, vergüenza, coacción o chantajes emocionales) es a menudo el único medio de prueba, y si éste no se considera suficientemente sólido, el


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caso se archiva en virtud del lema jurídico “in dubio pro reo” (ante la duda, el beneficio para el reo) y del refrán “más vale cien culpables en la calle que un inocente en la cárcel”. Por este motivo el informe pericial de los expertos, concretamente de los psicólogos forenses puede ser definitivo en los casos de abuso sexual. Se supone al perito conocimiento de su ciencia, así como objetividad y honestidad en la ejecución de su tarea por lo que, cuando los jueces solicitan su dictamen suelen tener muy en cuenta el informe, especialmente si el psicólogo está adscrito al Juzgado o si ha sido nombrado de Oficio.

2. SEPARACIÓN DE LA PAREJA CON HIJOS: PROCESOS Y CONDUCTAS EMOCIONALES POSIBLES Y ESPERABLES EN LOS PROGENITORES Todos estamos de acuerdo en que no existen padres perfectos y en que el proceso de una separación con hijos puede ser muy estresante para los dos miembros de una pareja. Igualmente convenimos en que durante y después de los procesos de separación los hijos suelen sufrir una serie de temores y un periodo de adaptación que puede llegar a ser duro, pero cuyas consecuencias no tienen por qué resultar traumáticas. La experiencia de la separación de sus padres obliga al niño o niña a poner en marcha diversos mecanismos psicológicos internos y externos para adaptarse y superar los retos emocionales que esta nueva situación vital familiar plantea. Los padres, por su parte, normalmente han hecho un gran esfuerzo para adaptar su vida a la presencia de su(s) descendiente(s). Nadie les enseñó a ser padres pero generalmente beben de la recomendación de médicos, libros específicos, ayuda de manos expertas de su entorno e incluso asesoramiento profesional psicológico con el fin de resolver dudas y superar los retos diarios que supone la crianza de un ser humano desde su estadio de bebé. La misión de los padres es, de hecho procurar el bienestar material y emocional de sus hijos. De estas dos áreas —bien diferenciadas pero íntimamente interrelacionadas—, la emocional presenta un mayor reto y complejidad, debido, entre otros factores al desconocimiento de los niveles evolutivos infantiles por parte de los padres. En este sentido, por ejemplo, pueden desconocer que un niño de un año es capaz de percibir que sus padres están en-


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fadados o de comprender el tono amenazante o nervioso que utilizan en sus conversaciones. De hecho, muchos progenitores creen que un bebé de dos años o menor edad no es “consciente” de lo que pasa a su alrededor, cuando la realidad es que perciben y se dan cuenta de las formas y estados emocionales de sus principales cuidadores. Bien es cierto que no son capaces de entender de forma real los modos ni las dimensiones de lo que está pasando, y por ello realizan interpretaciones de acuerdo con su nivel evolutivo. En este sentido sabemos que los niños presentan una personalidad egocéntrica que no debemos confundir con el significado del término egoísta, que implica la plena conciencia de que existen más personas con sus legítimos derechos (además de uno mismo), pero pese a ello, se anteponen los intereses y derechos propios, despreciando los de los demás. Por su parte, el egocentrismo implica un nivel de pensamiento concreto y simple de que “yo soy el centro”. Podemos comprobar este extremo observando las conversaciones de un niño de cuatro años. Normalmente si nos encontramos con él y lo saludamos “hola Juan, ¿cómo estás?”, su discurso normalmente girará en torno a él “vengo de la piscina y mamá me ha comprado un helado y ahora voy con la abuela a comer”, no siendo esperable que el niño nos responda de forma espontánea “yo bien y tú ¿cómo estás?”, interesándose verdaderamente por la vida y circunstancias de quién le pregunta. Esto es así porque queda fuera de su nivel madurativo cognitivo realizar una inferencia espontánea más allá de sí mismo. La característica evolutiva de pensamiento egocéntrico natural en un niño constituye en el caso de separación de los padres un riesgo de sufrimiento emocional añadido, dado que los pequeños no son capaces de realizar las operaciones cognitivas abstractas necesarias para concluir por sí mismos que no son responsables ni culpables de la separación de sus padres. Debido a este egocentrismo natural, los niños sienten que todo lo que ocurre a su alrededor tiene que ver con ellos. Ante la crisis familiar tienden a atribuirse la culpa de la situación, emoción esta que convive con el también natural miedo a perder a sus padres, de modo que si los progenitores no se dan cuenta de las percepciones de su hijo o hija respecto a la separación y no intentan subsanar esta situación, los pequeños pueden sufrir mucho en silencio


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