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LOS MENORES EXTRANJEROS NO ACOMPAÑADOS EN LOS SISTEMAS DE PROTECCIÓN A LA INFANCIA DE LAS COMUNIDADES AUTÓNOMAS La necesidad de colaboración, coordinación y cooperación a nivel nacional y en el seno de la Unión Europea

VICENTE CABEDO MALLOL ALEXIS CLOQUELL LOZANO (Coord.)

La edición de este libro ha sido posible gracias al patrocinio de la Fundación “la Caixa” y de la Generalitat Valenciana

Valencia, 2012 2012


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Índice

Índice Presentación......................................................................................................8 Prólogo...........................................................................................................10

PARTE I LOS MINA EN LOS SISTEMAS DE PROTECCIÓN DE MENORES DE LAS COMUNIDADES AUTÓNOMAS

El sistema de protección de los menores extranjeros no acompañados en Canarias..................................................................................................................15 Inés Nieves Rojas de León

Situación de los menores no acompañados en la Región de Murcia................33 Joaquín Bascuñana García

La protección de los menores inmigrantes en Murcia......................................41 Laura Muñoz Pedreño

La protección de los menores inmigrantes en la Comunitat Valenciana...........49 David Ignacio Calatayud Chover

Menores extranjeros no acompañados en el sistema de protección de menores de Andalucía........................................................................................................62 Pepa Vázquez Murillo

La protección de los menores inmigrantes en Madrid......................................87 Paloma Martín Martín

Menores extranjeros sin referentes familiares en Cataluña............................102 Rosa M. Pérez i Girbent

PARTE II Mesa de trabajo LA COLABORACIÓN, COORDINACIÓN Y COOPERACIÓN ENTRE LAS DIVERSAS COMUNIDADES AUTÓNOMAS CON RELACIÓN A LOS MENORES INMIGRANTES NO ACOMPAÑADOS

Carolina Martínez García Pepa Vázquez Murillo Paloma Martín Martín Rosa M. Pérez i Girbent Vicente Cabedo Mallol Alexis Cloquell Lozano

PARTE III Mesa de trabajo LAS POLÍTICAS DEL GOBIERNO DE ESPAÑA Y DE LA UNIÓN EUROPEA EN MATERIA DE PROTECCIÓN DE LOS MENORES INMIGRANTES NO ACOMPAÑADOS. EL PLAN DE ACCIÓN DE LA UE Y EL PLAN ESPECÍFICO DEL GOBIERNO ESPAÑOL

Introducción..................................................................................................156 Carlos Villagrasa Alcaide


Índice

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Plan de acción Europeo sobre menores no acompañados 2010-2014............164 Isaac Ravetllat Ballesté

La reordenación de las políticas sobre menores extranjeros no acompañados en la Unión Europea y en España......................................................................172 Joaquín Martín Cubas Margarita Soler Sánchez

Los derechos de los menores extranjeros no acompañados. El plan de acción de la Unión Europea y la práctica española.......................................................195 J. Daniel Oliva Martínez

Las políticas en materia de protección de los menores inmigrantes no acompañados................................................................................................................211 Josep María Felip i Sardà

Situación de los menores inmigrantes en el ordenamiento italiano................219 Elsa Sabater Bayle

La asistencia y protección social de los menores en el derecho italiano..........229 Mª Paz Pous de la Flor

Relatoría.......................................................................................................238 Francisca Ramón Fernández José Carlos de Bartolomé Cenzano

PARTE IV LOS MENORES INMIGRANTES NO ACOMPAÑADOS DESDE UNA PERSPECTIVA MULTIDISCIPLINAR

Intervención educativa con menores inmigrantes residentes en centros de menores gallegos....................................................................................................250 Ana Mª Fernández Martínez

Proyectos y trayectorias migratorias de los menores inmigrantes no acompañados en Galicia................................................................................................263 Sofía Laiz Moreira

Centros de protección de menores en la Comunidad Valenciana...................281 Margarita Vicente Torres

Otra vía de protección para los Menores Extranjeros No Acompañados (mena) de Origen Subsahariano en España...............................................................298 Aurelis Rebeca Peralta Golial

Propuestas para la actuación conjunta hispano-marroquí en el ámbito de la infancia............................................................................................................321 Elena Lledó Mira Gloria Esteban de la Rosa

Menores migrantes no acompañados en la Frontera Norte Mexicana: El caso de las deportaciones en Tijuana.........................................................................338 Alicia Navalón Enguix María Felisa Círez Tambo

Entre la externalización y el codesarrollo. Novedades en la regulación de los menores no acompañados.............................................................................360 Lucía Aparicio Chofré

Dificultades y soluciones con los “Mina” en el sistema educativo: un nuevo fenómeno de diversidad en la escuela...................................................................377


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Índice Asunción Martínez Martínez Habiba Hadjab Boudiaf

La formación con profesionales que intervienen en España con menores migrantes sin referentes familiares............................................................................398 Antonio Salvador Jiménez Hernández

Menores que migran: una aproximación desde la terapia ocupacional..........407 Carmen Huete Lorente

Programa CRoNO: acompañamiento social y educativo de niños, niñas y jóvenes vinculados a procesos migratorios...........................................................416 Karidad Hernández Rodríguez


Presentación En noviembre de 2009 se celebraron, en la Universidad Politécnica de Valencia (UPV), las que vendrían a ser las I Jornadas sobre “La situación de los menores inmigrantes no acompañados: su protección e integración” (Jornadas MINA 2009). El éxito alcanzado en esta primera edición nos hizo plantearnos la continuidad, en principio no prevista, de estas Jornadas. Por esta razón, los días 8, 9 y 10 de noviembre del 2010 tuvieron lugar las II Jornadas MINA 2010. Si las primeras Jornadas fueron más genéricas, las de 2010 tuvieron como objetivo principal analizar y comparar los sistemas de protección de menores de las diversas Comunidades Autónomas con relación a este colectivo de los menores inmigrantes, apuntándose las diferencias existentes entre ellos y las consecuencias que comporta dicha pluralidad de sistemas, por lo que a la protección e integración de estos menores se refiere. Dicho análisis comparativo intentó demostrar la necesidad de colaboración, coordinación y cooperación entre todas las Comunidades Autónomas, sin olvidar el papel que le corresponde al Estado. Por este motivo, participaron en el evento responsables de las/los Consejerías/Departamentos implicadas/os de las Comunidades Autónomas que cuentan con mayor número de menores inmigrantes en sus territorios (Andalucía, Canarias, Cataluña, Comunidad Valenciana, Madrid, Murcia y País Vasco). En estas Jornadas también se abordó la situación de estos menores inmigrantes en la Unión Europea, prestando especial atención al Plan de Acción sobre los Menores Extranjeros no Acompañados (20102014). En este sentido, se realizaron dos mesas de trabajo. En la Mesa 1 se abordó la necesidad de colaboración, coordinación y cooperación entre las diversas Comunidades Autónomas con relación a los menores inmigrantes no acompañados. Y en la Mesa 2 se debatió sobre la política de la UE en esta materia, con especial atención al referido Plan de Acción, y sobre el plan del Gobierno español, que gira en torno a tres objetivos: a) promover la reagrupación familiar; b) fomentar la prevención en los países de origen; y c) garantizar su plena protección durante su estancia en España.


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Vicente Cabedo Mallol y Alexis Cloquell Lozano

Para concluir, agradecimientos. En primer lugar, a todos los asistentes (más de 160 de toda España), demostrando su interés. En segundo lugar, a la Facultad de Administración y Dirección de Empresas de la UPV, por todo su apoyo. En tercer lugar, a la Generalitat Valenciana, en concreto a la Conselleria de Educació, a la Conselleria de Benestar Social y a la Conselleria de Solidaritat i Ciutadania, y a la Fundación “la Caixa”, pues sin su patrocinio no hubiese sido posible celebrar estas Jornadas. Y, por último, a todas las entidades que han colaborado: la Fundación Bancaixa, la Obra Social de la CAM, el Ayuntamiento de Valencia, a través del Centro Ocupacional Grabador Planes, y al Vicerrectorado de Investigación de la UPV.

Vicente Cabedo Mallol Director de las Jornadas MINA

Alexis Cloquell Lozano Secretario de las Jornadas MINA

Valencia, noviembre 2011


Prólogo1 Estamos en un periodo en que por primera vez en la historia migratoria de España, que es corta pero intensa, nos encontramos a la vez con inmigración y crisis. Esto es una novedad que queda reflejada en las cifras, pero que sobre todo queda reflejada en las percepciones de la ciudadanía. Estamos ante un cambio de ciclo migratorio. No ha cambiado la política que este gobierno empezó a tejer hace seis años, sino el escenario en el que ésta se desarrolla. El modelo español deja claro la alta vinculación de la inmigración al mercado de trabajo que es, precisamente, la que define las consecuencias de este nuevo ciclo. Por ello, el impacto económico en los flujos migratorios ha sido evidente. Y además, ha confirmado que los instrumentos implementados en estos últimos años también son útiles para gestionar los flujos en tiempos de crisis. Así, por primera vez en la historia, la cifra de ciudadanos no comunitarios que viven en España se redujo en 2010. Hemos superado una etapa caracterizada por una intensa aceleración en el número de llegadas y hemos pasado a una nueva fase con un notable descenso de las mismas. Los indicadores avalan este diagnóstico y ponen de relieve la acusadísima desaceleración de los flujos. Hoy, en España residen poco más de 2,5 millones de ciudadanos no comunitarios, una cifra que va decreciendo y que supone el 51,25% de los extranjeros en nuestro país (otros 2,4 millones se encuentran bajo el Régimen Comunitario y su permanencia no está vinculada al mercado de trabajo sino a la libre circulación). Un elevado número de ciudadanos de terceros países está trabajando, y representa la mayoría de los casi 1,8 millones de extranjeros afiliados a la Seguridad Social.

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Intervención de Dña. Anna Terrón i Cusí, Secretaria de Estado de Inmigración y Emigración del Ministerio de Trabajo e Inmigración, en la inauguración de las II Jornadas sobre “La situación de los menores inmigrantes no acompañados: su protección e integración”, que tuvo lugar el día 8 de noviembre de 2010 en la Universidad Politécnica de Valencia.


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Anna Terrón i Cusí

Pero si bien el marco general de los flujos migratorios ha cambiado, no lo ha hecho la gestión de los fenómenos específicos que, en España, tienen especial incidencia. Me refiero así al fenómeno de los menores inmigrantes no acompañados (MINAs). Ya no hablamos de la llegada de estos menores, una cifra que se ha reducido drásticamente en los últimos meses, sino a la gestión de los menores inmigrantes no acompañados que están ya en nuestro país. Al hablar de este fenómeno es importante señalar que nos encontramos ante un tema que tal vez no tenga el impacto numérico de otras realidades vinculadas a la inmigración, pero que tiene un importante impacto social y por ello requiere de gran sensibilidad política. En España, las Comunidades Autónomas son las responsables de la protección de los menores en sus respectivos territorios. Son ellas las que, cuando constatan que un menor se encuentra en situación de desamparo, tienen por ley su tutela y deberán adoptar las medidas de protección necesarias para su guarda. Pero es evidente que, en aras de mejorar los mecanismos de información y cooperación, el gobierno central trabaja en colaboración con las distintas Comunidades Autónomas para garantizar el interés superior del menor. El respeto a este principio, incorporado en los tratados internacionales, en especial en la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño, y en la normativa interna, exige trabajar en la prevención de su salida en origen, la protección de acuerdo con los más exigentes estándares internacionales de derechos humanos en tanto estén en nuestro territorio, y el retorno asistido con sus familias en los países de origen. En este sentido, nuestro ordenamiento jurídico ha sabido conjugar acertadamente el reconocimiento de derechos fundamentales y la ampliación de las garantías para colectivos especialmente vulnerables como son los menores no acompañados. Pero en el tema de los MINAs queda aún mucho trabajo por hacer. Debemos ser beligerantes con las redes que trafican con los menores. Son menores que no se consideran a sí mismos como tales o que no encuentran obstáculos en sus países de origen para trabajar con 14 años, y que se internan en unas rutas migratorias peligrosas que los convierten en víctimas fáciles de la explotación sexual o laboral. Para alcanzar territorio europeo, algunos han estado más de dos años de periplo, viviendo en circunstancias extremadamente difíciles. Cual-


Prólogo

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quier aliento a emprender este viaje debe ser desincentivado. Por cada MINA que podemos tener en un centro acogido se desconoce la cifra de los que han quedado por el camino. Es necesario mejorar la atención de estos menores y detectar las buenas prácticas en su retorno o integración; avanzar en mejorar la determinación de la edad del menor y favorecer los mecanismos que le permitan crecer como un adulto autónomo. Así, siempre que el interés superior del menor lo permita, tenemos que trabajar para reintegrarlo en su familia y lugar de origen. Eso supone fortalecer sus habilidades personales y profesionales mientras puede volver con su familia, pero también significa fortalecer los mecanismos de cooperación necesarios para mejorar las opciones de futuro en los principales países de origen de estos flujos. En el caso que la reagrupación familiar no sea factible, debemos profundizar en los instrumentos que las administraciones responsables tienen para garantizar que, a su mayoría de edad, estos menores puedan incorporarse a las sociedades de acogida. Lo digo en plural, sociedades de acogida, porque aunque pueda parecer un problema del sur de Europa, el fenómeno de los menores extranjeros no acompañados tiene dimensión europea. Para algunos países, como pueden ser los nórdicos, se trata de un fenómeno vinculado a los solicitantes de asilo. Pero para muchos otros, y cada vez más, está vinculado a los intentos de encontrar nuevas expectativas de vida. Por ello, un aspecto destacado de la agenda de nuestra última presidencia europea ha sido la cuestión de los menores extranjeros no acompañados. La verdad es que, una vez que nos decidimos a introducir este tema en la agenda europea, hemos encontrado el pleno apoyo de los demás Estados miembros y de la Comisión a la hora de diseñar un plan de acción que aborde las distintas vertientes de este fenómeno. Porque hemos podido constatar que se trata de un fenómeno en auge en la mayoría de estos países, que los problemas que plantea son muy similares en los distintos Estados, y que todos comparten nuestra preocupación por esta problemática tan sensible. Hemos abanderado ante la Comisión y nuestros colegas europeos que el tratamiento de esta cuestión tan delicada debe comprender de manera equilibrada y siempre regida por el principio del interés superior del menor todas las dimensiones del fenómeno. El Plan de Acción


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sobre menores extranjeros no acompañados que se aprobó en el Consejo del mes de junio incluye todos estos elementos. Este plan tiene como punto de arranque la necesidad de determinar, caso por caso, el tipo de solución duradera que demanda el interés superior del menor, y partiendo de esta premisa prevé 33 medidas en los ámbitos de la prevención de la migración insegura y la trata; de la acogida y la protección; y de la cooperación con países terceros y el retorno asistido, seguro y digno. Estoy convencida de que estas medidas van a aportar un notable valor añadido a las actuaciones que hasta el momento estaban llevando a cabo los Estados miembros y nos van a ayudar a mejorar sustancialmente el tratamiento de los menores no acompañados. La puesta en marcha de estas medidas va a ser además evaluada por la Comisión, por lo que en 2012 dispondremos ya de un primer informe sobre su desarrollo. Hemos superado con éxito una primera fase de entrada considerable de personas de otros países: ahora debemos superar con el mismo éxito la convivencia en nuestra sociedad plural. En el caso de los MINAs tenemos que seguir trabajando para dar la respuesta individual que mejor garantice el interés superior del menor, es decir, en la prevención de su salida en origen, protegiéndole en nuestro territorio y asegurándole un proceso de retorno con todas las garantías. Y debemos hacerlo en permanente diálogo con las CC. AA. y los agentes sociales para mantener los más exigentes estándares internacionales de derechos humanos. Para ello, contamos con el trabajo hecho por todos, administraciones y sociedad civil, hasta el día de hoy. Todo para seguir trabajando por el fortalecimiento de la cohesión social.

Anna Terrón i Cusí Secretaria de Estado de Inmigración y Emigración Ministerio de Trabajo e Inmigración


PARTE I

LOS MINA EN LOS SISTEMAS DE PROTECCIÓN DE MENORES DE LAS COMUNIDADES AUTÓNOMAS


El sistema de protección de los menores extranjeros no acompañados en Canarias Inés Nieves Rojas de León1 SUMARIO: I. VERANO 2006, “CRISIS” DE LOS CAYUCOS. II. CANARIAS, LA VOZ DE LOS NIÑOS AFRICANOS EN EUROPA.

“Salí de Nouadibou en Mauritania, éramos 150 personas en el Cayuco, teníamos poca comida y poco agua. Comimos galletas y un vasito de agua cada 24 horas durante tres días. Después se acabó la comida y el agua, y comenzamos a beber agua del mar. Entonces, se acabó la gasolina. Cogieron unas telas y la colocaron en forma de velas en el cayuco para que el viento los moviera y durante 5 días estuvimos con esas condiciones y pensábamos que moríamos todos. Algunos lo hicieron. Los echaron al mar”.

Este es el relato de un menor extranjero no acompañado, este es el relato de un niño. Según su educador, este niño se define a sí mismo como un superviviente. Y, sin duda, lo es. Pero ésta no es sólo una historia personal, es también una historia que se repite en los más de seis mil niños que han venido a Canarias durante los últimos diez años atravesando el mar en una patera o cayuco, de los cuales, hoy todavía conviven con nosotros en Centros de Acogida 514 de ellos, el resto se ha ido haciendo adulto. Poco a poco hemos ido conociendo sus historias, todas distintas, pero en el fondo todas parecidas. No todas las historias son tan tremendas, pero otras lo son aún más. Y hay muchas que nunca las llegaremos a poder conocer ni relatar, como la siguiente:

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Consejera de Cultura, Deportes, Políticas Sociales y Vivienda del Gobierno de Canarias.


17 de febrero de 2009: 25 personas fallecen ahogadas a tan sólo unos metros de las costas de la zona conocida como Los Cocoteros, en Lanzarote. 17 de ellas, eran menores de edad.

Este hecho constituyó una de las tragedias humanitarias más sangrantes que nos ha dejado la inmigración clandestina en las Islas Canarias. La llegada de personas inmigrantes a Canarias en busca de un futuro que su país no les puede ofrecer, ya forma parte de nuestra historia. De hecho, durante años, Canarias y su población ha sido testigo de la llegada casi a diario de cayucos y pateras con decenas de pasajeros a bordo, muchos de ellos niños, algunos de apenas 7-9 años, y todos con el rostro cansado, deshidratados, y algunos en muy malas condiciones, incluso en estado de gravedad o falleciendo tras días de agonía. Cada uno de ellos tiene una historia distinta pero todos subieron a una especie de lata de sardinas flotante para atravesar el Atlántico. Durante estos más de diez años trabajando en la atención del fenómeno de inmigración, el Archipiélago ha visto como ciento de inmigrantes fallecían frente a sus costas. En el año 2006, se contabilizaron 600 personas, una cifra que aumentó en más de un centenar durante el 2007. Antes de continuar, me gustaría plantear una cuestión: ¿cuáles son las causas para que las personas decidan dejar su país, el lugar donde han nacido, crecido, donde están sus familias, sus seres queridos, para lanzarse a la aventura, a veces, muy difícil y con resultados dramáticos, de ir a otro país? La desigualdad entre los mundos está en el origen de estos movimientos migratorios. Sin duda, a la mayoría de las personas que llegan a Canarias les mueve el deseo de conseguir salarios más altos y mejores oportunidades, pero otros se ven obligados a abandonar sus hogares debido al hambre y la pobreza, calamidades naturales y el deterioro del medio ambiente, conflictos violentos y persecución. La inmigración de naturaleza económica o laboral no debe identificarse con un perfil determinado de extranjero. A cada momento de apertura y giro de la economía canaria a las demandas y circunstan-


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cias, le correspondían nuevos grupos que se incorporaban a la sociedad canaria. El importante crecimiento económico que han experimentado las Islas en las últimas décadas y el aumento del nivel de vida de la población canaria ha hecho atractivo el Archipiélago para personas de diferentes orígenes. Pueden argumentarse diferentes razones para la aparición de nichos laborales que ocupan los inmigrantes a pesar de la existencia de un alto índice de desempleo y de una población potencialmente activa que no acaba de entrar en el mercado, especialmente en una situación de crisis actual que ha situado a la Comunidad Autónoma canaria con una tasa de desempleo elevada. Entre estos trabajadores se encuentran aquellos que llegan con una situación administrativa legal, con un contrato de trabajo, o porque son descendientes de ciudadanos comunitarios. Esta condición se atribuye principalmente a los ciudadanos de la Unión Europea o iberoamericanos. Tanto unos como otros hallan su fuente de salario en el marco de la actividad de servicios y de la construcción, y unos pocos en el sector agrícola. Sin embargo, como todos sabemos, la situación de crisis económica actual establece para todos una situación muy complicada. Pero hay otras personas que entran de forma regular, por los aeropuertos, con un visado de turista y que después se quedan en el Archipiélago de forma irregular. En diferentes reuniones mantenidas en el marco bilateral Canarias-España, la propia administración general del Estado declaraba sus enormes dificultades para el control de las personas que entrando con visado de turista, una vez vencido, permanecen en el territorio en situación irregular. Desde nuestro punto de avista, es necesario profundizar en la capacidad del Estado Español en detectar esta importante bolsa de inmigración irregular y ordenar los flujos, tanto en la entrada como en la permanencia en el territorio, porque esta coyuntura produce profundas desigualdades, ya que estas personas están abocadas a la economía sumergida con una altísima probabilidad de explotación laboral, o en última instancia se incorporar a las redes de delincuencia o prostitución, en lo que hemos dado en llamar la explotación de la explotación.


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Es cierto que el Gobierno del Estado ha manifestado recientemente que aumentará sus esfuerzos en vincular la inmigración con un contrato de trabajo, y desde el Gobierno de Canarias entendemos que la ordenación de estos flujos, mejorará las garantías de los derechos fundamentales de las personas inmigrantes. Por su importancia en Canarias quisiera hacer referencia también a la llamada inmigración de retorno. Hasta el momento, la opinión pública y, en cierta medida, los especialistas han prestado escasa atención a los procesos de migración de retorno. Sin embargo, al analizar las altas padronales se puede observar que un 16 por ciento de las personas que se empadronaron procedentes del extranjero son de nacionalidad española. De ellas, un 26 % tienen más de 55 años y el 85 % procede de algún país americano. De hecho, seis de cada diez españoles llegados a Canarias desde extranjero viene de Venezuela, país que fue el destino más importante de la emigración canaria en la segunda mitad del siglo XX. Obviamente, resulta difícil diferenciar entre unos que son emigrantes que retornan después de años en América o en Europa y otro grupo de personas de origen extranjero que se nacionalizaron españoles. Pero el flujo de retorno no se limita a aquellos de nacionalidad española, sino que arrastra por diversos motivos también a personas de otra nacionalidad. En algunos casos son los propios emigrantes que se nacionalizaron a lo largo del tiempo que estuvieron fuera, mientras que en otros son sus cónyuges o parientes, en especial sus descendientes. He resaltado la trascendencia de la migración de retorno, no sólo por su importancia cuantitativa y su contribución al crecimiento demográfico y la demanda de servicios. Es importante además porque, en muchos casos, muestran que las fronteras entre los retornados y los inmigrantes extranjeros al uso son casi más cuestión de matices. Parte de esa migración de retorno se constituye de descendientes y familiares de emigrantes, con escasa vinculación a la realidad canaria hasta el momento y que, aún habiendo obtenido la nacionalidad española, pueden mostrar las mismas carencias que los extranjeros de desenraizamiento, ‘choque cultural’, falta de redes familiares de apoyo social, desconocimiento del marco institucional y de los recur-


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sos de bienestar social y las formas de acceder a ellos, problemas de convalidación de la formación académica y experiencia laboral. Junto a la inmigración regular, la irregular y la de retorno, se encuentra la que hoy nos ha llevado a esta ponencia, la llamada inmigración clandestina. El 28 de agosto de 1994, dos saharauis llegaron en una pequeña barquilla a las costas de Fuerteventura, salieron desde las playas marroquíes de Tarfaya. La noticia pasó casi desapercibida en la presa española y europea pero corrió como la espuma en el continente africano como un grito de esperanza. A pesar de que la frontera del Estrecho había sido sellada, así y todo era posible llegar. A partir de ese primer viaje, se abrió una fisura en el muro europeo, a través de Canarias, por la que empezaron a deslizarse los jóvenes africanos. Hoy, transcurridos 16 años, cientos de personas han desembarcado, a veces casi a diario, en las playas de las islas a bordo de pateras o cayucos que parten desde puertos cada vez más lejanos, en una travesía cada vez más dramática. Primero desde las costas de Tarfaya en Marruecos, después desde Mauritania, en la crisis de la primavera y verano de 2006, más tarde desde Saint Louis en Senegal, e incluso parten de Guinea Conakry. Más de veinte días de periplo apiñados en una lata de sardinas. Una trayecto mucho mayor que la distancia que separa Canarias del primer punto del continente europeo. Desde aquel 28 de agosto de 1994, han llegado a Canarias más de 90.000 personas, entre ellos 6.000 menores de edad, seis mil niños. Se estima, en las versiones de los más optimistas, que desde que se produjo el primer naufragio en julio de 1999 en Fuerteventura donde murieron ahogados 9 marroquíes a tan solo 10 metros de alcanzar su ansiada orilla, en el trayecto han muerto alrededor de 10.000 personas. En un informe de la propia Unión Europea se recoge que al menos 6.000 personas murieron en alta mar tan sólo en el año 2006. La guardia civil española destacada en Mauritania, elevó la cifra a 10.000 en ese mismo año. Es decir, Canarias lleva más de 10 años de muertes y tragedias en nuestras costas con cifras acumuladas que superan el número de víctimas mortales de la última guerra del Líbano e


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Israel y otros conflictos bélicos de mediana intensidad que acontecen en el planeta. Me pregunto si dentro de otros 10 años volveremos a asistir impasibles al recuento de esta sangría de vidas sin que hayamos sido capaces de tomar medidas para evitarlas. Porque aunque se trate de movimientos humanos en busca de un futuro laboral, en realidad no estamos hablando de inmigración. Estamos hablando de un drama humano, una crisis humanitaria de tremendas dimensiones a la que desgraciadamente la opinión pública se está acostumbrando a presenciar. Un drama, al que sin embargo Canarias no se resigna y no piensa acostumbrarse. Los canarios y canarias cada día demostramos nuestra solidaridad, en las playas, en los hospitales, a través de sus voluntarios de la cruz roja, como miembros de organizaciones no gubernamentales que han surgido como respuesta a este tragedia, o simplemente como vecinos anónimos. Alrededor de este drama humano que ha marcado la vida de los canarios en la última década, también ha surgido una generación de artistas, cineastas, intelectuales, o periodistas, que no se han conformado con mirar la inmigración clandestina procedente del continente vecino, desde aquí, sino que han ido a África a profundizar sobre las profundas desigualdades, sobre las aspiraciones y los anhelos de los jóvenes africanos. Ha surgido así una forma de alzar la voz, desde Canarias para sensibilizar a la opinión pública y denunciar ante la comunidad internacional. En esta desesperada aventura —así es como llaman los inmigrantes al recorrido que les conducirá, cruzando el desierto, hasta la travesía final a bordo de un frágil bote de pesca— se cruzan historias de hombres, mujeres y niños; sueños cargados de desesperación en el mar, en las fronteras, en los desiertos, muertes, intentos frustrados y naufragios, pero también algunos éxitos y metas logradas. ¿Qué motiva a tantas personas a dejar la tierra que les vio nacer, abandonar familia y amigos, recorrer cientos de kilómetros en condiciones extremas, entregar todos sus ahorros a esbirros sin escrúpulos, para embarcar en una enclenque barquilla rumbo a lo desconocido, cuando no a la muerte? La respuesta no es sencilla y probablemente nuestra sociedad del siglo XXI, inmersa en el Estado del Bienestar, con oportunidades de


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empleo, prestaciones sociales, derecho a la seguridad, a la educación, a la sanidad, a la alimentación y a la vivienda; La sociedad del primer mundo que vive en un marco de respeto a los derechos fundamentales y a las libertades públicas, no esté en condiciones de comprender la complejidad de esta pregunta, porque detrás de ella se encuentra el inmenso abismo existente, en todos los índices de calidad de vida, entre las naciones del Norte y del Sur. En la llamada “crisis de los cayucos” en el verano de 2006 cuando llegaron a Canarias más de 30.000 personas a bordo de un cayuco se produjo un acontecimiento significativo, una tromba de agua arrastró una treintena de vehículos hasta el mar en la población de Calella, en Cataluña. Durante cinco días, una embarcación de la Guardia Civil, otra de la Cruz Roja, junto a dos embarcaciones del cuerpo de Bomberos, siete submarinistas, un helicóptero y una dotación terrestre trabajaron sin descanso para sacar a la superficie a los automóviles sumergidos. Es reconfortante comprobar cuántos medios humanos y materiales se movilizan para recuperar una de las más preciadas posesiones del ciudadano del primer mundo: su coche. Sin embargo, en otra zona del territorio miles de seres humanos morían ahogados en las aguas del Atlántico sin que nadie pudiera evitarlo, otros llegaban en condiciones infrahumanas. Quizás este ejemplo no sea comparable, pero no es menos cierto también que se trata de un ejemplo real que refleja con crudeza las contradicciones y diferencias existentes todavía entre dos mundos. Entre lo que vale la vida de una persona que vive en Europa y un africano. Y entre el abismo que separa la respuesta que damos a los que consideramos nuestros problemas y la que prestamos a lo que nos parece un asunto “de otros”, aunque ese asunto sea el riesgo de morir intentando escapar del hambre, la guerra y la miseria. ¿Cuántas víctimas más serán necesarias, cuántas fotos de cuerpos exhaustos hacen falta, para que nos convenzamos de que éste es un problema que nos afecta a todos y al que entre todos hemos de buscar solución? Los desplazamientos de población en el mundo están provocados por causas diversas: la pobreza, la presión demográfica, los conflictos


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