Para celebrar tanto la alianza, paz y amistad entre los dos reinos como el matrimonio en sí, hubo danzas, banquetes, discursos y procesiones de antorchas. La alternativa al matrimonio era el convento. El elogio y la exaltación de la virginidad hacía que gran número de mujeres optasen libremente por ese camino. Por el parentesco en cuarto grado existente entre ambos —éramos tío abuelo y sobrina nieta—, la antevíspera de la boda obtuvimos la dispensa papal necesaria. (1488 – 1506)