Sendas sin atajos Caminos de la antropología

Elena
Marta Veiga Izaguirre Eds.
tirant humanidades
plural
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Marta Veiga Izaguirre Eds.
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plural
Manuel Asensi Pérez
Catedrático de Teoría de la Literatura y de la Literatura Comparada Universitat de València
Ramón Cotarelo
Catedrático de Ciencia Política y de la Administración de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Nacional de Educación a Distancia
Mª Teresa Echenique Elizondo
Catedrática de Lengua Española Universitat de València
Juan Manuel Fernández Soria
Catedrático de Teoría e Historia de la Educación Universitat de València
Pablo Oñate Rubalcaba
Catedrático de Ciencia Política y de la Administración Universitat de València
Joan Romero
Catedrático de Geografía Humana Universitat de València
Juan José Tamayo
Director de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones Universidad Carlos III de Madrid
Procedimiento de selección de originales, ver página web: www.tirant.net/index.php/editorial/procedimiento-de-seleccion-de-originales
ELENA FREIRE PAZ MARTA VEIGA IZAGUIRRE
Eds.
tirant humanidades
Valencia, 2023
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María Pilar Aguera-Boves
Felipe Arias Vilas
Oriol Beltran
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Agustín Coca Pérez
David Conde Caballero
Juan Antonio Flores Martos
Elena Freire Paz
Paula Godinho
Mireia Guil
Nieves Herrero
Estibaliz Jimenez-Arberas
Julián López García
Lorenzo Mariano Juárez
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F. Xavier Medina
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Borja Rivero Jiménez
Jordi Roca Girona
Christiane Stallaert
Pedro Tomé
Ismael Vaccaro
Marta Veiga Izaguirre
Ahora, entre todos y quizá desconociéndonos en parte unos a otros, comenzaremos a reconstruir la gran historia sin saber cuál es el cabo que hay que asir ni si la narración empieza o termina o si ya estamos in media res ignorando que el rompecabezas no tiene clave.
José Ángel ValenteUniversidade de Santiago de Compostela
Elena Freire Paz / Marta Veiga IzaguirreUniversidade de Santiago de Compostela
“E o faro extraviado vai esgotar o seu stock de S-O-S” Manuel Antonio
El 9 de noviembre de 1989 movió sus alas la mariposa que acabaría con el siglo XX. La caída del muro de Berlín llevaría a la descomposición del socialismo de Estado en Europa y al colapso de la Unión Soviética en 1991. De los estertores de 1989 nacerían El fin de la historia, de Francis Fukuyama, y también El choque de civilizaciones, de Samuel P. Huntington, y el Spectres de Marx: l’état de la dette, le travail du deuil et la nouvelle Internationale, donde Jacques Derrida pone por primera vez en negro sobre blanco la palabra hantologie. En la primera versión en español de Espectros de Marx, los traductores Cristina de Peretti y José Miguel Alarcón optan por crear el neologismo fantalogía por la relación de la raíz “fant…” con el fainein: la fantasía, claro; pero también el fantasma que peregrinaba Europa en El manifiesto comunista al que regresa Derrida.
Solo unos días después de las retransmisiones televisadas desde la puerta de Brandenburgo, el 17 de diciembre de 1989, las elecciones al Parlamento de Galicia traían un sismo quizás no comparable al de la mariposa berlinesa, pero sin duda determinante para la construcción del imaginario de la Galicia que tenía que encarar el cambio de milenio. Manuel Fraga Iribarne (1922-2012), exministro de Información y Turismo franquista —entre otros muchos cargos ocupados en las jerarquías de la dictadura— gana los comicios autonómicos por una mayoría absoluta ramplona y no sin ciertas sospechas sobre
algunos votos en la provincia de Ourense (Lombao 2019). Una investidura con mil quinientos gaiteros en la Praza do Obradoiro, pulpada y queimada en el mercado de Salgueiriños de Santiago y palos de los antidisturbios (Noguerol 2005) da comienzo a una era fraguiana que ha sobrevivido a Fraga y que solo se ha visto interrumpida por cuatro años escasos de espejismo bipartito (2005-2009).
Después de fracasar en su intento de liderar la derecha procedente del aparato franquista que había empezado a autodenominarse democrática en 1976, Manuel Fraga emprende un viaje de regreso a su Galicia natal1 para el que pacta con los nacionalistas moderados de
1 Manuel Fraga Iribarne nació de padre gallego y madre vascofrancesa en el muncipio lucense de Vilalba y a los dos años de edad fue llevado a Cuba, a donde su padre había emigrado. Fue el primogénito de doce hermanos. La familia regresó finalmente a Galicia en 1928.
Galicia en el fin de la historia
Centristas de Galicia y se carga unas alforjas del galleguismo camp que veremos desplegarse durante los lustros siguientes gracias a la CRTVG, creada en 1985, y en el que cumplirán un papel determinante el Camino de Santiago y el fenómeno xacobeo.
Ya en su discurso de investidura del 31 de enero de 1990, Fraga contrapone la idea de “autoidentificación” a la de autodeterminación (Hermida 1990). El antropólogo y filósofo Carlos Calvo Varela cita al fabulador de Mondoñedo Álvaro Cunqueiro, periodista, gastrónomo y anticipador del realismo mágico, para ejemplificar la construcción fraguiana de la (contra)narrativa del Antiguo Reino de Galicia: “Galicia corona, monarquía de la imaginación y de la melancolía, que no sujeto de la realpolitik, ni siquiera de la política a secas” (Cunqueiro 1955).
Según Calvo Varela, Cunqueiro y Fraga habían funcionado como un “tandem cultural” (Calvo Varela 2021) desde los años cincuenta del siglo XX, una unión que sirvió para definir el autonomismo folclorista de Alianza Popular, primero, y del Partido Popular de Galicia, después, durante la era fraguiana. Ese autonomismo estaba ya presente en la campaña electoral de los comicios autonómicos de 1981, la del eslogan “Galego coma ti” y la fotografía en la que el candidato —y futuro presidente— de la Xunta de Galicia, el expiloto de la Lutfwaffe Xerardo Fernández Albor, cedía protagonismo al propio Manuel Fraga. “Un presidente para un gran pobo” sería el lema que en 1989 llevaría, finalmente, a Manuel Fraga a la Xunta.
La era fraguiana se yergue sobre lo que Helena Miguélez Carballeira denomina “regionalismo apolítico”, que asume el discurso del sentimentalismo de Ramón Piñeiro como “estratégia politicamente desmobilizadora”:
“[…] o tropo do sentimentalismo aparece como un conglomerado de imagens girando à volta dun constructo metafórico duplo: que, por um lado, a identidade galega está inextrincavelmente entrelaçada à terra e à paisagem, e ao lirismo, por outro lado. Desta idea provém a associação entre a identidade galega e un pendor quer para uma tristeza crónica, quer para um humor e um temperamento esquivos. […] Piñeiro afirma que os galegos são antropologicamente incapaces para qualquer ação social coordenada […] e que permanecen ainda coletivamente ancorados numa fase pré-política” (Miguélez-Carballeira 2015: 224-225).
Con todo, las fronteras de los discursos identitarios del Partido Popular de Galicia crearían una compleja estructura de boinas —la facción de extracción rural y gallegoparlante del PPdG— y birretes —procedentes del ámbito urbano y con los horizontes situados en Madrid—. El equilibrio empezaría a romperse en favor de los birretes —apadrinados por José Manuel Romay Beccaría— en 1999, con la renuncia de Xosé Cuiña —llamado a ser el delfín de Fraga— a la secretaría general del PP gallego. En 2002, Javier Arenas acusa a Fraga en el Comité Ejecutivo Nacional del Partido Popular de que su galleguismo da alas al nacionalismo gallego y que, en consecuencia, ocasiona un “problema de Estado” (Veiga Taboada 2020: 110). La culminación de este proceso de defenestración de las boinas del PPdG llegaría con la crisis política provocada por la marea negra del Prestige en el invierno de 2002/2003.
La trayectoria de Manuel Fraga al frente del Ministerio de Información y Turismo franquista le sirve para incorporar a ese “regionalismo apolítico” la experiencia de la “deportivización” (Peón 2021) y el tradicionalismo de los grupos folclóricos a manos de la Sección Femenina y Educación y Descanso. Los grupos de música y baile folclóricos habían estado bajo control oficial franquista durante la dictadura. Así lo reconocía Carlos Díaz Gestal, ‘O Xestal’, humorista popular e integrante de algunas de aquellas agrupaciones en la ciudad de A Coruña: “As autoridades aceptárono e tolerárono, pero no fondo desprezábano aínda que o utilizaran” (Pousa 1978). Asimismo, este galleguismo camp adopta tradiciones probadas con éxito en la etapa franquista como la queimada, un brebaje a base de aguardiente que se había dotado de una “dimensión simbólico-identitaria” (González Reboredo 2001: 229) en las visitas de Fraga a los centros gallegos del exterior desde los años cincuenta del siglo XX.
“…otra de las figuras necesarias para explicar la construcción del mito de la queimada es la de Manuel Fraga. En su larga y controvertida carrera en la dictadura franquista y, posteriormente, en la democracia, la queimada fue para él una herramienta con la que buscarse la simpatía ciudadana. Ya en el año 1953, en Santander, como director del Instituto de Cultura Hispánica,
Galicia en el fin de la historia
organizó una queimada en la que el coro Airiños da Terra cantó la Rianxeira”2 (GCiencia 2021).
Una de las queimadas oficiales más célebres de cuantas se celebraron —las queimadas, como las misas, se celebran y se recita una letanía, el esconxuro— en la era fraguiana tuvo lugar en Láncara en 1992, durante la visita del líder de la revolución cubana, Fidel Castro, al lugar de la provincia de Lugo en el que había nacido su padre. Una película documental, Fraga y Fidel. Sin embargo, dirigida por Manuel Fernández-Valdés en 2012, repasa las 48 horas del viaje institucional de Castro a Galicia.
Fidel Castro devolvía la visita que Manuel Fraga le había hecho en La Habana en septiembre de 19913:
“Fraga organizó en los Jardines de la Tropical una gran romería con miles de invitados, gallegos y descendientes de gallegos en su mayoría. Cayeron 100 kilos de empanada y tonelada y media de pulpo, cocinada por una pareja de pulpeiros que se llevó para la ocasión4” (Vicent 2018).
2 También A Rianxeira, una canción que se tiene por tradicional y que ha adquirido categoría simbólica (incluso para las aficiones deportivas), cuenta con menos de un siglo de historia y está vinculada a la diáspora gallega. Fue compuesta en 1947 por Anxo Romero Loxo y Xesús Frieiro Dourado con motivo de la visita a Buenos Aires de Alfonso Daniel Rodríguez Rodríguez Castelao, presidente del Consello de Galiza en el exilio y natural del municipio de Rianxo.
3 La visita de Manuel Fraga —como Fidel Castro, hijo de un emigrado lugués a la isla del Caribe— se produce en vísperas de la ley Torricelli (denominada Ley para la Democracia en Cuba) que sería aprobada por George H. W. Bush y que incluía sanciones económicas a las empresas que hiciesen negocios con Cuba y que prohibía que los barcos que atracasen en Cuba lo hiciesen también en los Estados Unidos. Estas actuaciones apuntalaban el aislamiento internacional de Cuba tras el colapso del bloque soviético y los períodos más críticos para el régimen castrista.
4 Cuenta Mauricio Vicent que dos de las personas asistentes a la romería gallega de La Tropical tuvieron que ser atentidos por desmayos: “El médico les explicó que aquel atracón, después de tantos meses de restricciones y años de racionamiento, había resultado fatal. Exceso de proteínas”. Se puede leer la crónica del diario El País en el enlace siguiente: https://elpais.com/elpais/2018/11/19/mas_se_perdio_en_la_habana/1542644544_822215.html
Tanto en el reportaje de Informe semanal emitido el 28 de septiembre de 19915 como en las crónicas de la época en la hemeroteca destacan las fotografías del presidente de la Xunta ataviado con una guayabera y empuñando el cucharón en la olla de barro en llamas para preparar la queimada.
La queimada pasó a formar parte del ritual del “banquete autonómico” (Freire Paz 2020), como colofón para la santa trinidad de pulpo, empanada y churrasco; este último, también de historia breve y reciente en la gastronomía contemporánea gallega. La primera churrasquería gallega, O’Fogón, situada en el lugar de Cereixa, en el municipio lugués de A Pobra do Brollón, no abriría sus puertas a los comensales hasta 1973 (Vázquez 2017). El propietario de este establecimiento, Antonio Méndez O Moure, un emigrante retornado de Caracas, diseñó la que se considera la primera tabla para servir churrasco en Galicia —después copiada por parrilladas de todo el país—. Este objeto fue uno de los cien incluidos en la exposición Galicia, un relato no mundo, comisariada en 2019 por Manuel Gago y el Consello da Cultura Galega en la Cidade da Cultura compostelana.
Si bien en el galleguismo de generaciones anteriores el debate identitario gastronómico no resultaba una excentricidad, el nacionalismo gallego actual ha abandonado esa discusión culinaria en favor de otras (Bastos Boubeta 2020), de forma que el monopolio de su uso político ha quedado fundamentalmente en manos del Partido Popular de Galicia, sobre todo de la facción de la boina, y de los estamentos más conservadores del país.
5 https://www.rtve.es/play/videos/informe-semanal/fraga-visita-oficial-a-cuba/931438/