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IMPRESIONES DIPLOMÁTICAS

La revuelta de las Alpujarras vista por los embajadores venecianos

COMITÉ CIENTÍFICO DE LA EDITORIAL TIRANT HUMANIDADES

Manuel Asensi Pérez

Catedrático de Teoría de la Literatura y de la Literatura Comparada Universitat de València

Ramón Cotarelo

Catedrático de Ciencia Política y de la Administración de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Nacional de Educación a Distancia

M.ª Teresa Echenique Elizondo

Catedrática de Lengua Española Universitat de València

Juan Manuel Fernández Soria

Catedrático de Teoría e Historia de la Educación Universitat de València

Pablo Oñate Rubalcaba

Catedrático de Ciencia Política y de la Administración Universitat de València

Joan Romero

Catedrático de Geografía Humana Universitat de València

Juan José Tamayo

Director de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones Universidad Carlos III de Madrid

Procedimiento de selección de originales, ver página web: www.tirant.net/index.php/editorial/procedimiento-de-seleccion-de-originales

IMPRESIONES DIPLOMÁTICAS

La revuelta de las Alpujarras vista por los embajadores venecianos

tirant humanidades Valencia, 2022

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La publicación de este libro se enmarca en el proyecto «Ser diáspora. Dispersión, conexión e integración de algunas minorías en los espacios euromediterráneos (SS. XVI-XVIII)» (GV/2020/078), financiado por la Conselleria de Innovación, Universidades, Ciencia y Sociedad Digital, de la Generalitat Valenciana.

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EDITA: TIRANT HUMANIDADES

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MAQUETA: Innovatext

Portada: Belisario Corenzio (y ayudas), Battaglia contro i mori sulle montagne di Alpuxaras, fresco, 1622-29. Palazzo Reale di Napoli, Sala VIII detta Galleria degli Ambasciatori. Si tiene alguna queja o sugerencia, envíenos un mail a: atencioncliente@tirant.com. En caso de no ser atendida su sugerencia, por favor, lea en www.tirant.net/index.php/empresa/politicas-de-empresa nuestro Procedimiento de quejas.

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Índice

PRÓLOGO 9

ABREVIATURAS ................................................................................................ 11 Capítulo 1

LA ATENCIÓN ITALIANA HACIA LA REVUELTA

13 Capítulo 2

EL MARCO DE LA LECTURA VENECIANA DE LOS SUCESOS ................ 31

NOTA SOBRE LA EDICIÓN DOCUMENTAL

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51 LA CORRESPONDENCIA. EDICIÓN DOCUMENTAL

.........................................
............................................
.................................

PRÓLOGO

Sobre la revuelta de las Alpujarras (1568-1571) se han vertido ríos de tinta tanto por parte de algunos testigos directos como por la historiografía actual. Esta ha examinado las minuciosas narraciones de aquellos, reelaborando contenidos evenemenciales, centrándose en los derroteros de la guerra, dando espacio a los destinos de los vencedores y los vencidos, pero también reconstruyendo el sustrato socioeconómico que da lugar al estallido de la sublevación, así como las consecuencias sufridas por los sublevados. Todos ellos, aspectos que marcan el devenir del reino de Granada.

Por mi parte, con este trabajo pretendo enriquecer el debate apor tando al mismo voces extranjeras de proyección internacional, apa rentemente ajenas a los intereses directos y fastos celebratorios dedicados a su patria: las de los embajadores venecianos que, enviados a la corte de Felipe II, relataron escrupulosamente la sucesión de acon tecimientos granadinos a través de decenas de cartas dirigidas a su soberano, el dux, en años cruciales para el destino del Mediterráneo occidental y oriental. A tal fin, y sin descartar asuntos paralelos más significativos inevitablemente entrelazados con la revuelta, he selec cionado profusos pasajes epistolares que añaden puntos de vista no vedosos y desvelan tejemanejes políticos y datos inéditos de los que, a menudo, ni siquiera en la documentación española queda huella. Asimismo, el análisis de la fuente contribuye al análisis del punto de inflexión en las relaciones diplomáticas de esos años entre Venecia y España desde otra perspectiva, más allá del prisma de la Santa Liga y Lepanto con que se ha explorado hasta ahora.

La contextualización de dicha documentación servirá para pro porcionar una herramienta más de observación al estudioso que aún quiera reflexionar sobre la revuelta. He recurrido al aparato crítico a pie de página para situar en el espacio los lugares y, en el tiempo, a

los personajes referenciados en la fuente, incluso a aquellos cuyos ele mentos biográficos resulten familiares a los modernistas. He intentado esclarecer los hechos mencionados por los embajadores y he cotejado sus reconstrucciones con las de los tres principales cronistas, Diego Hurtado de Mendoza, Luis del Mármol Carvajal y Ginés Pérez de Hita, plumas refinadas que participaron, cada uno en diferente modalidad, en las operaciones militares contra los sublevados moriscos.

Este suculento y comentado apéndice documental va precedido por dos capítulos introductorios pensados para encuadrar la mirada crítica de otros diplomáticos italianos sobre la evolución de los sucesos bélicos y la Monarquía. De hecho, el interés en torno a esa guerra civil, como ha sido oportunamente definida, no es exclusivo de los embaja dores vénetos. Esta cuestión atrae la atención de otros ministros de la península transalpina, cada uno con sus propias sensibilidades y espe culaciones. De ellos he dado cuenta en el primer capítulo.

En el segundo capítulo, en cambio, a modo de introducción de la fuente que se presenta a continuación, me he centrado en la figura del embajador de la Serenissima, destacando la importancia de sus célebres relazioni, además de ahondar en el perfil de los dos emisa rios autores de las cartas, el contenido de estas y la coyuntura históri ca que explica su preocupación por los moriscos y la revuelta.

Si este volumen ha podido ver la luz, es debido a la complicidad de va rios colegas. Por ello, quiero mostrar mi agradecimiento a Maria Pia Pe dani, que permitió mi investigación como visiting scholar en la Università Ca’ Foscari de Venecia. A pesar de su prematura y dolorosa partida, pude llevarla adelante gracias al compromiso de Simone Cristoforetti; su gene rosa acogida en el Dipartimento di Studi sull’Asia e sull’Africa Mediterranea hizo mi estancia agradable y llevadera. Las conversaciones con Andrea Pelizza para situarme en el riquísimo Archivio di Stato di Venezia fueron útiles y precisas. Dado el escaso tiempo, Andrea Cicerchia ha contribui do en la trascripción de algunos (largos) pasajes de la fuente estudiada. Finalmente, los textos se han beneficiado tanto de la atenta lectura crítica de Rafael Benítez Sánchez-Blanco y Antonio Jiménez Estrella, como de la revisión estilística de Mónica Granell Toledo. A todos ellos, ¡mil gracias!

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ABREVIATURAS

AGS Archivo General de Simancas

ASFi Archivio di Stato di Firenze

ASNa Archivio di Stato di Napoli

ASVe Archivio di Stato di Venezia

DBE Real Academia de la Historia, Diccionario Biográfico electrónico, 2018-en curso, disponible on-line: https://dbe.rah.es/

DBI Istituto della Enciclopedia italiana, Dizionario biografico degli ita liani, Roma, 1960-en curso, 84 vols., disponible también on-line: http://www.treccani.it/biografico/

SS Luciano Serrano (recopilación y edición de), Correspondencia diplo mática entre España y la Santa Sede durante el Pontificado de S. Pio V, Madrid, Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, 1914 fz. filza b. busta leg. legajo exp. expediente f./ff. folio/s lett. lettera s.f. sin foliatura s.l. sin lugar

Capítulo 1

LA ATENCIÓN ITALIANA HACIA LA REVUELTA

1. Si se debe elegir un hito que marque el conocimiento generali zado sobre los moriscos en los territorios italianos, este podría ser la revuelta de las Alpujarras1. Cierto es que la guerra de Granada (14821492) tiene reverberaciones en las distintas cortes italianas. Estas re ciben información desigual sobre las hazañas castellanas y, de rebote, sobre el destino de los granadinos. Sin embargo, se trataba entonces de «moros verdaderos», es decir, no bautizados. En esa circunstancia, además, las noticias salen de España a través de cartas oficiales de los Reyes Católicos u otros individuos (mercaderes, clérigos, embajado res o agentes españoles) que tienen canales de comunicación abiertos con los principados italianos2. Con ocasión de la revuelta, en cambio, el eco de los acontecimientos llega a Italia por otras vías. Sin duda, de forma directa, gracias a los soldados de los tercios italianos reclama

1 Unas síntesis sobre la revuelta en: Julio Caro Baroja, Los moriscos del Reino de Gra nada, Madrid, Istmo, 1976 (ed. orig. 1957), pp. 172-201; Antonio Domínguez Ortiz, Bernard Vincent, Historia de los moriscos. Vida y tragedia de una minoría, Madrid, Alianza, 1985, pp. 35-56; Valeriano Sánchez Ramos, «La guerra de las Alpujarras», en Manuel Barrios Aguilera (ed.), Historia del Reino de Granada, vol. II, La época morisca y la repoblación, Universidad de Granada, Granada, 2000, pp. 507-542.

2 Esos testimonios han sido estudiados por Raúl González Arévalo, «La Guerra di Granada nelle fonti fiorentine», Archivio Storico Italiano, 609 (2006), pp. 387-418; Id., «Ecos de la toma de Granada en Italia: de nuevo sobre las cartas a Milán y Luca», Homenaje al profesor Eloy Benito Ruano, Madrid, SEEM-Editum, 2010, pp. 343-353; Id., «La Guerra de Granada en la correspondencia diplomática de los em bajadores de Ferrara en Nápoles (1482-1491)», en Daniel Baloup y Raúl Gonzá lez Arévalo (dir. por), La Guerra de Granada en su contexto internacional, Tolosa, Presses universitaires du Midi, 2017; Roser Salicrú i Lluch, Ecos contrastados de la guerra de Granada, en ibid., pp. 79-104.

dos y movilizados para aplastar a los rebeldes; y de forma semidirec ta, a través de los embajadores y agentes italianos que residen cerca de la Corte y consiguen datos de primera mano y de cierta fiabilidad que, a su vez, remiten a sus príncipes. Esto es así porque los repre sentantes diplomáticos no siempre son testigos de visu: aunque algu nos deciden seguir al soberano hasta las proximidades del conflicto, suelen remitir a sus príncipes los paquetes de avisos estandarizados que rodean la corte, aportando, de tanto en tanto, interpretaciones personales enriquecidas por adjetivos que contribuirán a forjar las opiniones de sus destinatarios acerca del conjunto morisco. Se trata de figuras-puente que desempeñan un papel fundamental a la hora de dejar al descubierto las debilidades y falibilidades de España, pro porcionando un borrador cultural sobre la minoría morisca hasta reducirla al «todos son uno», tal y como, en menor medida, sucederá en el momento de la expulsión general3. Fernand Braudel arguye que

ocurren por lo menos dos guerras moriscas, bastante distintas la una de la otra: la real, la que se desarrolla en las tierras altas de sierra Neva da, bastante inconexa y poco esperanzadora, guerra de montaña, llena de sorpresas, de dificultades y de crueldades espantosas, y la otra, la «guerra de Granada», que a lo lejos componen a su gusto los avisos más contradictorios, destinados a remover todas las pasiones. Las pasiones de Europa y las pasiones del Oriente, alimentadas por toda una tupida red de complicidades y de espionaje, en sentido inverso del que con tan ta facilidad podemos seguir de este a oeste, ya que se refiere a la Europa occidental, donde los papeles están en orden4.

Los príncipes, así como otras personalidades políticas, militares y eclesiásticas de los territorios italianos, desarrollan una idea des de la distancia sobre una minoría que, de entrada, consideran per teneciente a una alteridad contrapuesta a la entidad –la Monarquía Católica– con la que comparten más afinidades culturales, religiosas

3 De ello hablo en mi Refugiados. Los moriscos e Italia, Granada, Comares, 2022, pp. 33-56.

4 Fernand Braudel, El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II, México, Fondo de Cultura Económica, 1988 (ed. orig. París, 1949), t. II, p. 548.

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La atención italiana hacia la revuelta

y, por supuesto, interdependencia política. En nombre de la cristian dad, a primera vista, las élites políticas italianas guardan más simpa tía por el buen éxito de la represión que por los sublevados5.

Hay que vincular la especial atención dedicada a esta guerrilla con el contexto más amplio de los conflictos mediterráneos entre el mundo católico y el musulmán, caracterizados por conquistas y con traconquistas de un bando u otro. Los príncipes italianos se sienten especialmente afectados en 1565, cuando el sitio de los turcos pone a prueba la resistencia de la isla de Malta, en manos de los caballeros de San Juan. Al tener intereses y dominios en el Mediterráneo orien tal, Venecia es la potencia italiana que aguanta una presión directa y constante de los turcos. La revuelta alpujarreña es el preámbulo de la negociación para la formación de la Liga Santa, finalmente formada por la Monarquía Católica, los Estados Pontificios, la República vé neta y otros pocos pequeños principados italianos, finalmente cons tituida a raíz del asedio de Famagusta, en Chipre. Estos aconteci mientos, con toda su violencia, le recuerdan a la cristiandad que está en guerra tanto al oeste como al este del Mediterráneo. Los respeti vos cronistas de estos enfrentamientos bélicos retratan, por un lado, el ímpetu sanguinario padecido por los cristianos viejos en muchas localidades del reino de Granada y, por otro, las crueldades sufridas por los venecianos en Chipre.

Este es el marco en el cual la supuesta participación de argeli nos y otomanos en el levantamiento granadino, documentalmen te atestiguada, se añade a las preocupaciones de los embajadores. De un contacto entre la Sublime Puerta y los granadinos informa el bailo veneciano en Constantinopla: el sultán opta por no acor dar su sostén a los sublevados 6, aunque los anima a perseverar en

5 Ibid., p. 546: «Esta prosa [la de los embajadores] se halla, a pesar de todo, inspirada por el partidismo».

6 Cit. en Carlo Mangio, «Echi italiani della guerra dei moriscos», en Ernest Belen guer Cebriá (coord.), Felipe II y el Mediterráneo, Madrid, Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Felipe II y Carlos V, 1999, vol. II, p. 560.

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la rebeldía 7. Los choques abiertos con los venecianos en Chipre, con Rusia y con el eterno enemigo persa le hacen desestimar cual quier posibilidad de apoyo a los moriscos.

En el sur de la península apenina, el reino de Sicilia y el de Ná poles se revelan como sitios estratégicos para el control de toda la cuenca mediterránea. De hecho, la llamada de los tercios napolitanos para intervenir en las Alpujarras suscita intranquilidad entre las au toridades italianas por dejar desguarnecidas las costas meridionales8. También se reclutan los tercios del ducado de Milán. Un total de al menos dos mil soldados entre los napolitanos y los lombardos9:

La movilización de los tercios pronto fue noticia en toda Italia, dan do ocasión a que infinidad de soldados de fortuna tocasen a las puertas del gobernador de Milán en busca de un puesto en la expedición que preparaba. Sin duda, gran parte de la nobleza italiana encontró en esta ocasión el mejor modo de ascender, al igual que infinidad de gente que buscó en la contienda un buen medio para enriquecerse10

Es más, en contra de la sublevación colabora el duque de Flo rencia con una galera; se reclutan milicias piamontesas, marineros de Sicilia, Malta y Génova, cuya aportación se destaca por el envío de navíos de particulares. En el plano militar, pues, la revuelta deja sus cicatrices en los millares de soldados provenientes de toda Italia, involucrados en la expedición. Los perjudicados no están solo en el campo de batalla; hay galeras que naufragan, otras que en el camino marítimo encuentran bergantines turcos, otras que tienen que volver por los rumores de un ataque otomano en las costas italianas, ahora

7 Andrew C. Hess, «The Moriscos: An Ottoman Fifth Column in Sixteenth Century Spain», The American Historical Review, LXXIV, 1968-1969, p. 15.

8 Valeriano Sánchez Ramos, «Los tercios de Italia y la guerra de los moriscos», en Manuel Barrios Aguilera, Ángel Galán Sánchez (eds.), La historia del Reino de Gra nada a debate. Viejos y nuevos temas. Perspectivas de estudio, Málaga, Diputación de Málaga, 2004, pp. 78-79.

9 AGS, Estado, Milán, leg. 1224, exp. 18. Madrid, 15 de enero de 1569. Felipe II al duque de Alburquerque, gobernador de Milán.

10 Sánchez Ramos, «Los tercios de Italia y la guerra de los moriscos», p. 79.

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La atención italiana hacia la revuelta

desprotegidas. El impacto de las Alpujarras, según el embajador ge novés Sauli, sería causa de estrecheces por toda Italia, sufridas ya por Sicilia, cuyo trigo había sido exigido por Felipe II11.

Por su parte, la Santa Sede pone el foco en la revuelta también por sus connotaciones religiosas. En el plano teológico, Pío V (15661572), conocido por segregar a los judíos romanos en un gueto, por su compromiso contra las herejías valdenses, por su retórica contra el mahometismo, se pronuncia en relación con la licitud de la escla vización de moriscos desencadenada con motivo de la revuelta. A principios de 1569, es el nuncio Castagna quien comunica al secreta rio pontificio, el cardenal nepote Michele Bonelli, la resolución real que preveía que los mayores de diez o doce años fuesen esclavos y no los menores de aquellos «che non hanno fatto motino»12. Conside rándolos como infieles, ya que «sono più mori di quelli di Africa», el nuncio, sin embargo, no puede pasar por alto su condición de bauti zados y toca la cuestión de forma explícita con el pontífice:

Se ben mi è nato qualche dubbio sopra questa risolutione che li mori battizzati, se ben si sono levati contro la fede, si possino vendere come schiavi, nondimeno non ho havuto ardire di dir niente sopra ciò, perché non son ben risoluto di questa materia; et ho veduto un concilio antiquo toletano manuscritto che permette il medesimo circa li judei battizzati che giudaizzano; ma ho voluto darne avviso, acció Sua Santità n’habbia notitia13.

A través de la pluma de su sobrino, Pío V no tiene duda de que, si el comportamiento ha sido el de infieles, sería consecuente «la morte e il foco». Por lo tanto, la esclavitud es lo de menos14. El papa tampo

11 Mangio, «Echi italiani della guerra dei moriscos», p. 558.

12 Y no «motivo», como trascribe Luciano Serrano en SS, t. IV, pp. 48-49. El nuncio Castaña al cardenal Bonelli, alias Alessandrino. Madrid, 28 de febrero de 1569. La decisión real sobre la esclavitud se confirma dos semanas más tarde (p. 52): «Li presi» son «schiavi» y se pueden vender «como a los de África».

13 Ibid , p. 52.

14 En los inicios de la guerra se abre un debate moral sobre la licitud de la esclavi tud de los moriscos rebelados (cristianos bautizados pero considerados traidores),

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co entra en la cuestión de la esclavitud de los menores, el punto sobre el que su sucesor Paulo V (1605-1612) se preocupará con ocasión de la expulsión general. La guerra de las Alpujarras produce un gran contingente de cautivos que de repente ingresan en el mercado escla vista andaluz, ibérico y, con buenas probabilidades, mediterráneo15. Según Fernand Braudel, a Italia son enviados «cargamentos enteros de ellos», víctimas de las razias de los soldados movilizados16.

que la Corona solventa emitiendo un decreto, ya en enero de 1569, en el cual se rubrican las acciones de los rebeldes como delito de lesa majestad humana y di vina. En octubre de ese mismo año, la Corona sanciona el derecho de captura en buena guerra, que confiere todavía más legitimidad a los cristianos que someten a esclavitud a los rebeldes moriscos capturados y convierte el botín humano en una buena presa para los milicianos. Este debate legal está analizado en Rafael Benítez Sánchez-Blanco, «El cautiverio de los moriscos», Manuscrits, 28, 2010, pp. 19-43.

15 Se estima que el número de esclavos generado por la revuelta rondaba los 30.000 moriscos. Sobre el tema, cf. ibidem; Aurelia Martín Casares, La esclavitud en Gra nada en el siglo XVI: género, raza y religión, Granada, Universidad de Granada, 2000, pp. 110-115, 173-185; Javier Garrido García, La esclavitud en el Reino de Granada en el último tercio del siglo XVI: el caso de Guadix y su tierra, tesis doctoral inédita, Granada, Universidad de Granada, 2011. Una obra donde se señala el im pacto demográfico y económico y la relevancia sobre el mercado local de la llegada masiva a Sevilla de moriscos granadinos esclavizados es la de Manuel F. Fernández Chaves, Rafael M. Pérez García, En los márgenes de la ciudad de Dios. Moriscos en Sevilla, Valencia, Universidades de Valencia, Granada y Zaragoza, 2009, pp. 59213. Una obra donde se señala la relevancia de la llegada masiva de esclavos mo riscos que alteró el mercado esclavista hispalense, con un importante incremento de la demanda.

16 Braudel, El Mediterráneo, t. II, p. 558. Un aspecto que merecería más atención historiográfica es el del cautiverio de los cristianos obrado por los rebeldes que los vendían a los mercaderes moros y judíos norteafricanos (Caro Baroja, Los mo riscos del Reino de Granada, pp. 187-188) Cabe recordar que también la primera guerra de Granada de finales del siglo XV fue el origen de la esclavitud de miles de andalusíes musulmanes, muchos de los cuales acabaron en Italia. En virtud de la conquista de Málaga, los mismos Reyes Católicos donaron cerca de treinta donce llas a la reina de Nápoles y unos cien mudéjares al papa Inocencio VIII (que, a su vez, los regaló «a cardinali et ad altri signori»; en definitiva, estaban «sparsi tutti per Roma»). Nicasio Salvador Miguel, «La conquista de Málaga (1487). Repercu siones festivas y literarias en Roma», en Baloup, González Arévalo (dir. por), La Guerra de Granada en su contexto internacional, pp. 262-282.

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2. Entre los detonantes del estallido de la revuelta es fundamen tal tener en cuenta las medidas represivas, ratificadas por Felipe II en 1566 y promulgadas a comienzos del año siguiente, que afectan a las libertades de tipo religioso y cultural. Estas medidas revocan un conjunto de concesiones otorgado en beneficio de los moriscos granadinos en distintas etapas, tras complejas negociaciones que lle vaban arrastrándose desde la caída del reino nazarí hasta la tercera década del siglo XVI y que habían implicado a las élites nazaríes y a las autoridades monárquicas y eclesiásticas-inquisitoriales.

En efecto, ya por el año 1526, un grupo de teólogos reunidos en la llamada Junta de la Capilla Real había presentado al emperador la necesidad de adoptar unos decretos de corte liberticida para alcanzar la sincera conversión de los moriscos, pues seguían siendo musul manes en el fondo de sus corazones. Entonces, también gracias a la intermediación de Luis Hurtado de Mendoza, II marqués de Mon déjar y capitán general del reino de Granada, los moriscos habían conseguido una prórroga para la entrada en vigor de esos decretos mediante la introducción de un servicio extraordinario de 90.000 ducados pagaderos en ocho años, que a partir de 1533 se converti rá en un donativo de 10.000 ducados anuales, destinado a la cons trucción del palacio de Carlos V en la Alhambra17. La postergación

17 Antonio Jiménez Estrella, “La révolte des morisques du Royaume de Grenade (15681571): caractéristiques d’une guerre civile au sein de la monarchie catholique”, en Olivia Carpi (dir.), Guerres et paix civiles de l’Antiquité à nos jours. Les sociétés face à elles-mêmes, Villeneuve d’Ascq, Presses universitaires du Septentrion, 2018, pp. 9192. Sobre los servicios y fardas moriscas, cf. Bernard Vincent, “Las rentas particula res del reino de Granada en el siglo XVI: fardas, habices y agüela”, en Andalucía en la Edad Moderna: Economía y Sociedad, Granada, 1985, pp. 81-122, en particular p. 114; Javier Castillo Fernández y Antonio Muñoz Buendía, “La Hacienda”, en Manuel Barrios Aguilera (ed.), Historia del Reino de Granada, II, pp. 102-177. Sobre el papel de los Mendoza como intermediarios entre la administración y los moriscos hasta el comienzo de la guerra, véase Antonio Jiménez Estrella, “Elites, minorías y negocia ción política: los Mendoza como intermediarios de los moriscos del Reino de Granada ante la administración real”, en Francisco Sánchez-Montes González, Julián J. Lozano Navarro y Antonio Jiménez Estrella, Familias, élites y redes de poder cosmopolitas de la Monarquía Hispánica en la Edad Moderna, Granada, Comares, 2016, pp. 171-193.

La atención italiana hacia la revuelta 19

convenida con el emperador se extendería cuarenta años, venciendo precisamente en 1566. Las medidas decididas en ese momento son las que llevaban aplazándose desde 1526 debido a la sangrante con tribución financiera morisca18.

Estas preveían la censura de aspectos culturales, como la prohibi ción del árabe, los atuendos, la alheña (el tinte con el que se adornan las mujeres), los baños turcos, los bailes (la zambra), bodas y entierros a la morisca. Un control mucho más estricto que nunca, y que, para colmo, azota la vida privada con virulencia: la firmeza de las disposi ciones alcanza su morbosa paranoia con la orden de dejar abiertas las puertas de las casas los viernes y los domingos, con el fin de averiguar el cumplimiento de los días laborales y festivos. A ello cabe añadir un creciente control inquisitorial que, en Granada, a pesar de las largas negociaciones entre el Santo Oficio y los moriscos, respaldados estos por el marqués de Mondéjar, no consiguen limitar la acción represiva, como sí lo habían conseguido los moriscos valencianos.

Tampoco pueden olvidarse otros problemas coyunturales, pero no secundarios, que arrastran a los granadinos a la sublevación. Entre ellos, hay que destacar la altísima presión fiscal, o “fiscalidad diferencial” como la ha definido acertadamente Ángel Galán, deter minada por los servicios ordinarios y extraordinarios que los moris cos han tenido que satisfacer a la Monarquía hasta las vísperas de la rebelión19: los moriscos pagaban aproximadamente tres veces más impuestos que cualquier cristiano viejo residente en el reino de Gra nada. Justamente a cambio de no introducir los mencionados decre tos de 1566 se romperá el pacto en torno al mantenimiento de esa fiscalidad diferencial, pese a los ruegos de los moriscos enviados a la corte para encarar el asunto.

18 Antonio Jiménez Estrella, Poder, ejército y gobierno en el siglo XVI: la Capitanía General del reino de Granada y sus agentes,  Granada, Universidad de Granada, 2004, pp. 96-101.

19 Ángel Galán Sánchez, “Herejes consentidos: la justificación de una fiscalidad diferencial en el Reino de Granada”, Historia, Instituciones, Documentos, 33 (2006), pp. 173-209.

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