100 101 102 liente del vientre y le mostró con la otra un quesito. Iris se lo quitó de la palma de la mano con la lengua y después se olisqueó la barriga, donde él se la había tocado. «Pronto tendrás que trabajar mucho —signó Edgar—. Lo sabes, ¿verdad?» Iris tragó y lo miró con ojos húmedos a la luz cavernosa. El niño se metió una mano en el bolsillo y sacó otro quesito. 103