Nunca antes había leído cartas de pésame. Cuando la muerte de mi padre, mi madre me ahorró esa fúnebre lectura. Tan solo me enseñó la convocatoria para la entrega de la medalla. Toda- vía me acuerdo de esa maldita ceremonia; hacía tres días que había cumplido los trece: un tipo alto me da la mano, me sonríe, (C) Random House Mondadori, S.A. www.megustaleer.com París, 1975 11