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ANTROPOLOGÍA DE LA SOLEDAD

Teorías y etnografías contemporáneas

COMITÉ CIENTÍFICO DE LA EDITORIAL TIRANT HUMANIDADES

Manuel Asensi Pérez

Catedrático de Teoría de la Literatura y de la Literatura Comparada Universitat de València

Ramón Cotarelo

Catedrático de Ciencia Política y de la Administración de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Nacional de Educación a Distancia

Mª Teresa Echenique Elizondo

Catedrática de Lengua Española Universitat de València

Juan Manuel Fernández Soria

Catedrático de Teoría e Historia de la Educación Universitat de València

Pablo Oñate Rubalcaba

Catedrático de Ciencia Política y de la Administración Universitat de València

Joan Romero

Catedrático de Geografía Humana Universitat de València

Juan José Tamayo

Director de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones Universidad Carlos III de Madrid

Procedimiento de selección de originales, ver página web: www.tirant.net/index.php/editorial/procedimiento-de-seleccion-de-originales

ANTROPOLOGÍA DE LA SOLEDAD

Teorías y etnografías contemporáneas

LORENZO MARIANO JUÁREZ BORJA RIVERO JIMÉNEZ

DAVID CONDE CABALLERO

Editores

tirant humanidades Valencia, 2023

Copyright ® 2023

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“NUNCA PENSÉ QUE LO PEOR DE ESTAR SOLA, SERÍA COMER SOLA…” ETNOGRAFÍAS SOBRE

Índice Prólogo CULTURA EN AUSENCIA DEL OTRO. HACIA UNA ANTROPOLOGÍA DE LA SOLEDAD.......................................................................................... 11 LORENZO MARIANO JUÁREZ BORJA RIVERO JIMÉNEZ DAVID CONDE CABALLERO BLOQUE I SOLEDAD, SENTIDOS Y EXPERIENCIAS SILENCIOS DE AYER (Y SOLEDADES DE SIEMPRE) .......................... 29 MANUEL GUTIÉRREZ ESTÉVEZ MÁS ALLÁ DEL SENTIMIENTO. PISTAS PARA UNA ANTROPOLOGÍA DE LA SOLEDAD. ......................................................................................... 49 LORENZO MARIANO JUÁREZ
TERCERA EDAD DEL ÁREA URBANA DE BARCELONA 67 F. XAVIER MEDINA MÚSICAS DE SOLEDAD ........................................................................ 89 PEDRO A. CANTERO BLOQUE II SOLEDAD COMO PÉRDIDA CUANDO
PERSONAS CON DEMENCIAS .................... 105 DAVID CONDE CABALLERO ETNOGRAFÍAS DEL HOGAR. SOLEDAD EN LA EXTREMADURA RURAL .................................................................................................... 123 BORJA RIVERO JIMÉNEZ
ALIMENTACIÓN Y SOLEDAD EN PERSONAS DE LA
YA NO SOMOS. ANTROPOLOGÍA PARA COMPRENDER LA(S) SOLEDAD(ES) EN
8 Índice FIGURAÇÕES SOLITÁRIAS EM CONTEXTOS VACINAIS DE ROTINA E DE EMERGÊNCIA.................................................................................. 139 MANUELA CUNHA JEAN-YVES DURAND LA BÚSQUEDA DE HERMANOS GENÉTICOS EN LAS TRHA: LA SOLEDAD DEL HIJO ÚNICO Y LA TRANSGRESIÓN DEL ANONIMATO......................................................................................... 159 CONSUELO ÁLVAREZ PLAZA BLOQUE III SOLEDAD ACOMPAÑADA UN PERRO LO CAMBIA TODO. APUNTES ETNOGRÁFICOS SOBRE CUIDADO MUTUO ENTRE HUMANOS Y PERROS URBANOS ......... 183 PEDRO TOMÉ ENCARAR LA SOLEDAD Y ENVEJECER CON DIGNIDAD: SENIOR COHOUSING URBANO......................................................................... 203 MARÍA CÁTEDRA AO CONTRÁRIO DA SOLIDÃO: CONSTRUIR EM COMUM E RESGATAR A ESPERANÇA NOS TRAJETOS DE MULHERES SEM-TERRA DO CEARÁ ................................................................................................... 237 PAULA GODINHO BLOQUE IV TOPOGRAFÍAS DE LA SOLEDAD HABITANDO EL OLVIDO: DE ABANDONOS, DESCONEXIONES Y SOLEDADES EN EL PIRINEO CATALÁN ............................................. 259 CAMILA DEL MÁRMOL CARTAÑÁ “FALEM DE NÓS”: DISPUTA DE TERRAS E DE ALIMENTOS EM MOÇAMBIQUE ...................................................................................... 279 VIRGÍNIA HENRIQUES CALADO TRAS LA SOLEDAD DEL CONVENTO. ETNOGRAFÍAS CAUTIVAS .. 301 ELENA FREIRE PAZ
9 Índice BLOQUE
SOLEDAD COMO ESPACIO DE APERTURA LA SOLEDAD EN EL CAMINO DE SANTIAGO 329 NIEVES HERRERO PÉREZ SOLIDÃO, NOSTALGIA E NACIONALISMO........................................ 347 JOSÉ MANUEL SOBRAL “SEGUIR UN CAMINO PROPIO”: DESPLAZAMIENTO Y CREACIÓN DE BIENES SINGULARES ...................................................................... 365 JOAN FRIGOLÉ REIXACH BLOQUE VI SOLEDAD Y TRABAJO DE CAMPO SOLEDAD BUSCADA Y SOLEDAD IMPUESTA. EXPERIENCIAS DE SOLEDAD EN GALÁPAGOS, SIERRA MORENA Y LOS ANDES ......... 387 ESTEBAN RUIZ-BALLESTEROS PEDRO A. CANTERO MARTÍN A SOLIDÃO NO CORAÇÃO DA FESTA: A GUERRA DE MOUROS E CRISTÃS EM SOBRADO ........................................................................ 405 LUÍS CUNHA SILENCIOS ATRONADORES. SOLEDAD, MIEDO Y OTRAS EMOCIONES ENCARNADAS EN EL TRABAJO DE CAMPO .............. 423 BEATRIZ PÉREZ GALÁN CRISTINA LARREA KILLINGER EXPERIENCIAS DE SOLEDAD EN LA ETNOGRAFÍA ......................... 441 MARÍA VALDÉS GÁZQUEZ
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Prólogo

LA SOLEDAD

“La soledad es quizá el momento más ruidoso del día: callan los de fuera, vuelven los de dentro”. Alejandro Palomas, Un perro

Las sociedades occidentales del presente parecen ser tan líquidas como solitarias. Se ha comentado hasta la extenuación cómo el proyecto atomista del individualismo que erosiona los modos tradicionales de estar en el mundo sería uno de los rasgos cardinales de la hipermodernidad. En las tensiones consumistas del capitalismo contemporáneo, el asunto de la soledad se ha convertido en un espacio crucial de la agenda de debate. Los versos de Pizarnik–“pero hace tanta soledad / que las palabras se suicidan”- parecen condensar la forma moderna de entender la soledad que se ha vuelto hegemónica en los últimos años: una visión perniciosa construida sobre los peligros -sociales, para la salud- y adjetivada en términos de epidemia. La mirada de las ciencias sociales sobre este fenómeno ha estado dominada por las perspectivas psicológicas, que han conseguido ocupar en el último medio siglo la hegemonía interpretativa sobre la soledad y el aislamiento social. Durante años se han desarrollado teorías sobre el significado de la soledad y las diferencias entre este concepto, el aislamiento social y la vida en soledad (Snell 2015). Robert S. Weiss es para muchos el padre de los estudios sobre la soledad. En su propuesta analítica se refiere al sentimiento relacionado con un déficit de apego que llevaría a la soledad, diferenciando dos tipos: la soledad por aislamiento emocional, derivada de la ausencia de una relación estrecha

CULTURA EN AUSENCIA DEL OTRO. HACIA UNA ANTROPOLOGÍA DE
LORENZO MARIANO JUÁREZ BORJA RIVERO JIMÉNEZ DAVID CONDE CABALLERO Universidad de Extremadura.

e íntima con una figura de apego; y la soledad por aislamiento social, que provendría de la ausencia de comunidad, entendida como una falta de vínculos sociales significativos en la red social (Weiss 1974). Desde entonces, el análisis de la soledad implica zambullirse en las aguas interpretativas de las relaciones entre emociones, sentimientos y reglas culturales, con aproximaciones diferentes en la ponderación explicativa sobre la agencia o la estructura.

En la moderna sociedad occidental, los tiempos conectados a internet o las redes sociales computan como fértiles espacios de soledad. Conectados con personas al mismo tiempo que solos. A la vez que nos preocupamos por la intimidad nos marchitamos sin los imperativos espacios de sociabilidad. Manuel Gutiérrez Estévez apunta en este mismo volumen hacia ese espacio ambivalente al recordar los comentarios de Remo Bodei (1997:12) a la conocida parábola del puercoespín: incapaces de quitarse las púas (o espantados por la idea de que una eventual renuncia a ellas los dejara más vulnerables), los hombres fueron empujados hacia la “tierra de frontera entre la soledad y la sociedad” habitada por Kafka (1953:381). Quizás hasta la llegada de la reclusión forzada por la pandemia de Covid-19 nunca fuimos tan conscientes de la necesidad del intercambio de palabras, de gestos, de afectos, de caricias (Rivero Jiménez, 2021). De poner en práctica la cultura. Los paleantropólogos o los historiadores culturales que han abordado esta cuestión suelen definir esta soledad como un producto de nuestro tiempo, para nada una experiencia universal. Por supuesto, estar solo, de manera voluntaria, o la reclusión, son acciones que ofrecen experiencias también positivas, anheladas o satisfactorias. No es la soledad que se define como epidemia. La línea de análisis propuesta por John Cacioppo (2008), de la Universidad de Chicago, relaciona los efectos problemáticos de la soledad con características de la evolución humana. Algunos primates pero también las sociedades de cazadores recolectores necesitaban ya hace millones de años el sentimiento de pertenencia vinculado a la supervivencia del grupo. Estar solo, percibir ese sentimiento de separación con respecto al grupo de iguales, llevaría al cuerpo a un estado de hipervigilancia con terribles consecuencias. Desde esta visión analítica, el cuerpo solitario, o estar con extraños, es una emergencia social que se encarna en formas de ansiedad.

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Cultura en ausencia del otro. Hacia una antropología de la soledad

Antes de los tiempos modernos, muy pocos seres humanos vivían solos. En un proceso gradual iniciado hace poco más de un siglo, eso cambió. El número de personas que viven solas o se sienten solas no ha parado de crecer. Por ejemplo, en Estados Unidos, una de cada cuatro personas vive solas, una cifra que crece en las grandes ciudades. No deja de resultar irónico que esto sea así en los lugares más concurridos y aglomerados: conjuntos de personas sin relación que manifiestan el deseo de encuentro, pero que desconocen el nombre del vecino de al lado. Por supuesto, se puede vivir solo sin sentir soledad y se puede sentir soledad viviendo con más personas, pero parece que ambas situaciones están relacionadas. En los intentos de definición de la soledad se apuran metáforas sobre el errante, vinculadas a los sentimientos o emociones de que ningún espacio es percibido como hogar. La soledad sería la incapacidad de conjugar un contigo, como expresa Luis Alberto de Cuenca en ese otro poema hablando de particular forma del encuentro con un otro amado, querido: “Viajar a Marte / o al cuarto de la plancha. / Pero contigo”. La historiadora Fay Bound Alberti (2019) define la soledad como un “sentimiento consciente y cognitivo de alejamiento o separación social de otras personas significativas”, oponiéndose a la idea de que es algo universal o presente en todo tiempo anterior. Entendida de forma global, es una situación desconocida antes del siglo XIX. Los pobres, las viudas, los marginados podrían sentirse solos, pero perseguían la filiación como estrategia de supervivencia. Desde este enfoque, parece que lo que hoy denominamos soledad se relaciona de manera inevitable con los procesos de individualización del self iniciados en el siglo XVIII, junto a los cambios sociales y culturales vinculados con el capitalismo y el secularismo. Las sociedades hipermodernas, la modernidad tardía, se acompaña de este tipo de monstruos.

De acuerdo con las cifras disponibles, antes del siglo XX, alrededor del 5% de todos los hogares (o aproximadamente el 1% de la población mundial) estaban formados por una sola persona (Lepore, 2020). Esa cifra empezó a aumentar en torno a 1910, impulsada por la urbanización, el declive de los sirvientes que vivían en el hogar, el descenso de la natalidad y la sustitución de la familia extensa por la familia nuclear. Cuando se publicó The Lonely Crowd, en 1950, el 9% de los hogares estaban formados por una sola persona. En 1959, la psiquiatría descubrió la soledad, en un sutil ensayo de la analista

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alemana Frieda Fromm-Reichmann. "La soledad parece ser una experiencia tan dolorosa y aterradora que la gente hace prácticamente todo lo posible para evitarla", escribió. En Going Solo: The Extraordinary Rise and Surprising Appeal of Living Alone, el sociólogo Eric Klinenberg (2012) describe un rasgo novedoso, casi experimental, de la dinámica social: por primera vez en la historia de la humanidad, un gran número de personas -de todas las edades, en todos los lugares, de todas las tendencias políticas- han comenzado a establecerse como solteros. El aumento en la tasa de divorcios, la tasa de natalidad en descenso o el aumento de la esperanza de vida hacían crecer las cifras durante la década de los sesenta. A finales de la década de los ochenta la soledad fue apropiada por el discurso biomédico, apenas unos años antes de que empezara a funcionar una red que aspiraba a conectar a todos los seres humanos. Las cifras de hoy en EEUU: un tercio de los mayores de cuarenta y cinco se sienten solos, un cuarto de los mayores de 65 se encuentra aislados socialmente. Maggie Fergusson definió en The Economist la soledad como “la lepra del siglo XXI”. Según datos de un estudio del Observatorio Social de la Caixa, un 36,6% de la población de la muestra estaría afectada por la soledad, mientras que un 38% se encontraría en riesgo de aislamiento social (Yanguas, Cilveti & Segura, 2019).

La antropología no ha prestado una gran atención a la soledad hasta hace no mucho tiempo. Como apunta Lorenzo Mariano en este volumen, durante muchas décadas la mirada etnográfica se centró en los procesos y significados de prácticas rituales o cotidianas que necesitaban del intercambio -palabras, objetos, símbolos, sentimientos- entre personas y personas u otros seres o entidades. La cultura se entendía en términos relacionales, y parecía necesitar de ese encuentro, real, imaginado o anhelado, con el otro. Configurada como emoción o sentimiento, habría de esperar a la llegada del emotional turn, aunque tampoco supuso una mayor atención a la fenomenología de la soledad cuando si se atendían emociones como el dolor, el miedo o el amor. Este libro es un intento por incluir renovados análisis antropológicos de la soledad que puedan rescatar esta experiencia de los encuadres individualistas y universales y construir definiciones que incluyan los espacios de la intersubjetividad, la posición social, el género o la clase, el impacto de la cultura en la construcción de expectativas o en la economía política. Si la soledad se ha estudiado

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Cultura en ausencia del otro. Hacia una antropología de la soledad como una "experiencia individualista por excelencia" (Cacioppo and Hawkley 2009), este libro es un intento de configurarla como una experiencia relacional y social.

LOS ENCUENTROS IBÉRICOS DE ANTROPOLOGÍA

Aunque España y Portugal poseen una vecindad geográfica y una historia, parcialmente compartida, durante decenios han vivido de espalda la una a la otra. Por tal motivo, la cercanía geográfica no ha sido seguida de otras contigüidades que hubieran podido contribuir no sólo a un mejor conocimiento de los vecinos sino a posibilidades de colaboración que redundaran en beneficios mutuos. Esta lejanía ha sido particularmente notoria en el ámbito de las ciencias sociales, a pesar de las afinidades que de modo individual hayan podido gestarse.

En el año 2000, la ahora catedrática emérita de Antropología Social de la Universidad Complutense de Madrid, María Cátedra Tomás, propuso la realización de actividades conjuntas entre profesionales de la antropología de ambos países para que, trascendiendo las fronteras administrativas, se establecieran vínculos que permitieran una mayor cooperación científica y académica y, a la vez, sirvieran de cauce para generar diálogos entre científicos sociales españoles y portugueses que pudieran contribuir a un mejor conocimiento de los habitantes del país vecino y, consecuentemente, un acercamiento entre sus pueblos. Desde entonces, se han mantenido nueve encuentros que, de modo alterno, se han desarrollado en España y Portugal en los que una treintena de profesionales de la antropología de ambos países, mayoritariamente profesores universitarios, y con la habitual asistencia de estudiantes de postgrado o doctorado, han dialogado sobre los temas previamente concertados para establecer la discusión.

Los encuentros se iniciaron en la ciudad de Ávila, concretamente en el Complejo de Naturávila de la Excma. Diputación Provincial de Ávila. El primero de ellos, coordinado por María Cátedra (Universidad Complutense de Madrid), tuvo lugar del 5 al 8 de junio de 2000. Para su realización se contó con el apoyo de la Diputación de Ávila, Fundación Santa Teresa, la Facultad Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense y una “Acción Especial de la Comunidad Europea (SEC1999-1666-E)”. Los resultados de las

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discusiones aparecerían en María Cátedra (Ed.) “La mirada cruzada en la península ibérica. Perspectivas desde la Antropología Social en España y Portugal”, publicado en 2001 en Madrid por la Editorial Catarata.

El segundo encuentro, coordinado por Jorge Freitas Branco (ISCTE-Instituto Universitário de Lisboa) y Ana Isabel Afonso (Universidade Nova Lisboa), tuvo lugar en Évora del 18 al 21 de septiembre de 2002. El mismo contó con el apoyo de la Câmara Municipal de Évora, Fundação para a Ciência e Tecnologia FCT, Embajada de España en Lisboa y Banco Santander Portugal. Sus resultados se publicaron, con el apoyo de la Fundación Gulbenkian y FCT, en Jorge Freitas Branco (eds.), Retóricas sem Fronteiras en dos volúmenes: Mobilidades (I) y Violências (II). Fue publicado en 2003, en Oeiras, a través de Celta Editora.

El tercer encuentro tuvo lugar en la Universidad Pública de Navarra (Pamplona), coordinado por J. Mª Uribe (UPNA) en septiembre de 2005 con el apoyo de la propia Universidad Pública de Navarra y el Colegio Mayor Larraona, la Fundación CIVICAN y la Fundación Museo Oteiza. Sus resultados aparecen recogidos en el libro J. Mª Uribe (ed) En-clave ibérica: vecinos, caminos y mudanzas culturales. Fue publicado en 2007 en Pamplona por la Universidad Pública de Navarra.

El cuarto encuentro tuvo lugar en Ponte de Lima del 4 al 8 de septiembre de 2007 coordinado por Manuela Cunha y Luís Cunha (U.do Minho) con el apoyo de la Fundação para a Ciência e Tecnologia FCT, Fundación Gulbenkian, Universidade do Minho, Escola Superior Agraria en Ponte de Lima, Instituto Politécnico de Viana. Sus resultados aparecen en M. Cunha y L. Cunha (orgs) Intersecções Ibéricas: margens, passagens e fronteiras. Publicado en 2007 por Graus Editora, en Lisboa.

El quinto encuentro tuvo lugar en la Seu d’Urgell en septiembre de 2009 coordinado por Camila del Mármol, Joan Frigolé y Susana Narotzky (U. Barcelona) con el apoyo de Ajut a la Recerca de la Comissió de Recerca de l’Agrupació en Humanitats de la UB, Consell Comarcal de l’Alt Urgell y Programa Feder CSO 2008-05065/SOCI. Sus resultados aparecen C. del Marmol, J. Frigolé y S. Narotzky, (eds.)

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Cultura en ausencia del otro. Hacia una antropología de la soledad

Los lindes del patrimonio. Consumo y valores del pasado, publicado en 2010, en Barcelona por la Editorial Icaria.

El sexto encuentro, coordinado por Jean-Yves Durand (Museu da Terra de Miranda) Humberto Martins (UTAD) tuvo lugar del 29 de agosto al 1 de septiembre de 2012 en Miranda do Douro, con el apoyo del Museu da Terra de Miranda, titulado Saber, fazer. Sus resultados aparecen publicados en H. Martins y Jean-Yves Durand. Olhares e ofícios de antropólogos em Espanha e Portugal, publicado en 2015 en Miranda de Douro por Frauga.

El séptimo encuentro, coordinado por Pedro Tomé (CSIC), tuvo lugar entre el 29 de junio y el 1 de julio de 2015 en El Barco de Ávila (Ávila) con el apoyo del Ayuntamiento de El Barco de Ávila y el CSIC, centrándose la discusión en los modelos de desarrollo y los efectos de las crisis. Sus resultados aparecen en el doble volumen editado por Pedro Tomé en Reflexiones Rayanas, que fue publicado en Ávila en 2017 por la Asociación de Antropología de Castilla y León “Michael Kenny”.

El octavo encuentro, coordinado por Jorge Freitas Branco (ICSTEIUL), tuvo lugar en Idanha-a-Nova entre el 19 y el 23 de junio de 2017, centrándose en el tema “Comidas, lugares, consumos: enredos ibéricos”. Sus resultados se incluyeron como dossier monográfico en la revista de la Universidad de Oporto Trabalhos de antropología e etnología, en su volumen número 58.

El noveno y hasta ahora último encuentro, y del que este libro es consecuencia directa, tuvo por título “Soledad(es) y antropología(s)”, desarrollándose en la localidad extremeña de Hervás entre los días 15 y 17 de octubre de 2021. Fue coordinado por Borja Rivero Jiménez, David Conde Caballero y Lorenzo Mariano Juárez, de la Universidad de Extremadura, coordinadores también de este volumen.

ORDEN Y CONTENIDOS

El presente volumen pretende ubicar la soledad como el objeto de la mirada antropológica, desde una perspectiva plural. Contextos, enfoques, sujetos, prácticas o significados son aquí empleados para enriquecer la atención interpretativa que se ha realizado desde las ciencias sociales hasta el momento. Un total de veintiún trabajos que

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se agrupan en seis apartados: 1) Soledad, sentidos y experiencias; 2) Soledad como pérdida; 3) Soledad acompañada; 4) Topografías de la soledad; 5) Soledad como espacio de apertura; y 6) Soledad y trabajo de campo.

En el primero de los bloques, bajo el título “Soledad, sentidos y experiencias”, Manuel Gutiérrez Estévez aborda la “condición irreductible de soledad” que es intrínseca a la humanidad desde una mirada a través de las diferentes clases y formas del silencio. Si, para el autor, la soledad es difícilmente aprensible y su descripción tiende a ser particularista Y con una narrativa deficiente y escueta, es el silencio lo que diría más sobre la soledad, el que puede expresar mejor la construcción y reproducción de la soledad. Desde las formas más simples hasta las más complejas, el autor repasa el silencio a través de una acertada tipología que concluye, junto a otras, con una proposición verdaderamente paradójica: a mayor soledad, mayor alteridad. Es en la soledad desde donde solamente podemos acceder y escuchar a los otros. Lorenzo Mariano Juárez, por su parte, explora la mirada hegemónica -en ocasiones también miope- que los estudios de soledad han tenido desde su aparición, centrada ésta sobre todo en los aspectos más puramente biologicistas y psicologicistas, y cómo la antropología y sus análisis pueden mostrarse como necesarios y certeros a la hora de abordar los espacios de intersubjetividad, la posición social, el género o la clase, el impacto de la cultura en la construcción de las expectativas o en la economía política, como dan muestra los hasta ahora no excesivos estudios que desde la disciplina han posado la lente antropológica sobre este fenómeno que, muy al contrario de a lo que apuntan los estudios desde las posturas hegemónicas, no se circunscribe tan solo al tiempo presente ni a la cultura occidental. Por su parte, el abordaje de F. Xavier Medina se realiza desde el espacio de la comensalidad, entendida esta como la práctica de comer juntos, un espacio que queda vacío en el momento en que la soledad se sienta a la mesa. Con materiales empíricos recogidos en un estudio sobre la relación de la soledad con la alimentación de personas mayores que viven solas, se adentra en este espacio a través de los relatos y narrativas en torno al comer y cocinar. Las conclusiones apuntan hacia una pérdida de la atención en la alimentación cotidiana, donde se pasa a comer “cualquier cosa”, y también a un impacto en el estado de salud de estas personas, tanto real como percibido. El capítulo de Pedro A.

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Cultura en ausencia del otro. Hacia una antropología de la soledad

Cantero, en contraposición al centrado en el silencio que abre el libro, realiza un repaso por la música y su relación con la soledad a través de diferentes canciones. Desde una perspectiva íntima y personal se resaltan diferentes canciones que guardan para el autor una relación particular con estados de soledad. Desde los acordes de Jesus’ Blood Never Failed Me Yet de Gavin Bryars, pasando por los cantos sefardíes o la música armenia, con paradas en estilos como el blues o en experimentaciones modernas como las de Rodrigo Cuevas, el autor refleja en su texto las emociones, sentidos y experiencias donde la soledad se relaciona con la melancolía, la sumisión, la muerte o el exilio.

El segundo de los bloques de este volumen reúne una serie de textos que se acercan a la soledad como experiencia relacionada con la pérdida. David Conde Caballero se adentra en el sentimiento de soledad que pueden enfrentar aquellas personas con demencias. Si el envejecimiento poblacional es una realidad, también lo es que a futuro viviremos más con cada vez mayores problemas relacionados con demencias como el Alzheimer. Su propuesta indaga desde la óptica de la antropología la posibilidad de explorar el tan poco estudiado campo de la relación entre soledad y Alzheimer, con preguntas en torno a la construcción sociocultural de esta enfermedad, ahondando en la dureza de esa “muerte social” que viven muchas de estas personas. ¿Cómo es la soledad cuando uno comienza a dejar de ser, cuando los demás te construyen a partir de la relación con el olvido? El capítulo de Borja Rivero Jiménez se acerca a la soledad desde los materiales recogidos en su trabajo de campo con personas mayores en contextos rurales de Extremadura. El texto se centra en cómo la ausencia del otro se ve reflejada en la soledad del hogar de las personas mayores que viven solas, en su mayoría viudas y con hijos ausentes, a través de los órdenes materiales. Se analiza el caso de las fotografías y las narrativas de soledad y nostalgia que giran en torno a aquellos retratos que se guardan en un cajón o que se muestran en el salón, todas ligados a recuerdos donde la vida social del pasado ayuda a escapar de la soledad del presente. Por su parte, el texto conjunto de Manuela Cunha y Jean-Yves Durand propone una mirada innovadora en la forma en que se ha relacionado la reciente pandemia de COVID-19 y la soledad, reflexión que se suma a su ya extenso trabajo anterior en contextos de vacunación. De este presente de vacunación masiva emergen algunos conflictos dicotómicos que oponen, por ejemplo, la

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vida privada y el bien común; las opciones personales y la salud pública; la libertad individual y el compromiso cívico con el destino colectivo, en definitiva, conflictos individuo-sociedad donde parece residir una de las fuerzas motoras de la acuciante soledad que sufren nuestras sociedades. Consuelo Álvarez Plaza reflexiona en su texto sobre la situación de soledad sufrida en su búsqueda de hermanos genéticos por parte de aquellos hijos únicos que nacen a través de técnicas de reproducción humana asistida con donación de gametos (TRHA). A través de los relatos recogidos con personas implicadas en la búsqueda de sus familiares biológicos, se reflexiona en torno a la necesidad de nuevas respuestas jurídicas y éticas para adaptarse a las nuevas realidades que nacen de este tipo de técnicas, y de la importancia de nuevas formas de reconocimiento de parentesco que den sentido a este tipo de conexiones emocionales.

El bloque III de este libro se adentra en la experiencia de soledad intentando abordar diferentes formas de afrontamiento. Abre este bloque de textos el capítulo de Pedro Tomé, donde explora el renovado campo de la antropología de las relaciones entre seres humanos y otros animales. El autor analiza la relación humano-perro dentro de contextos urbanos y como esta sirve de antídoto eficaz para la soledad como acompañamiento dentro del hogar, donde ayuda a quienes viven solos a superar esa posibilidad de soledad, pero también hacia fuera, con un potencial socializador donde las obligaciones de paseo fomentan la interacción y el encuentro con otros, en definitiva, en las que las soledades humanas se ven sustituidas por afectos caninos. El capítulo de María Cátedra Tomás aborda otra fórmula para encarar la soledad, el Senior Cohousing, un modelo de comunidad residencial colaborativa que, aunque tiene sus orígenes en los años 70 del siglo pasado, ha surgido con cierto impulso especialmente tras el impacto de la epidemia de Covid-19 en las personas de edad avanzada que estaban alojadas en residencias de mayores. Para ello la autora no se circunscribe estrictamente a un trabajo de campo antropológico, sino sobre todo a lecturas y reflexión surgidas a través de la participación directa como miembro activo dentro de dos grupos de Senior Cohousing. Las conclusiones apuestan por el Cohousing como alternativa habitacional, pero también como potenciador de relaciones sociales, de las personas mayores, propuestas que evitan ese “retirar” de los “retirados” a residencias geriátricas o a espacios rurales como ten-

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