—¡Permaneceremos unidos! —gritó, y también ellos levantaron el puño, algunos desenfundando sus armas y blandiéndolas, y vitorearon: El joven descendió a toda velocidad, como un gato, por la fachada inacabada, desde el tejado al pórtico de la iglesia, y desde allí saltó, su capa volando, para aterrizar de cuclillas y sin problemas en medio de todos ellos. Se congregaron a su alrededor, expectantes. —¡Unidos!