La Ley de Seguridad Interior, es uno de los últimos eslabones de esa cadena que conduce a la subordinación en temas de seguridad a los Estados Unidos y a la militarización del país. Es el ejemplo conspicuo del rechazo a una política de seguridad y justicia vernácula fundamentada en el orden constitucional y los derechos humanos. Como apreciaremos en las páginas que siguen la Ley de Seguridad Interior privilegia los elementos inconstitucionalmente coactivos, desprecia la garantía efectiva de los derechos humanos, trastoca el orden constitucional nacional, menoscaba el federalismo y la autonomía municipal, abandona la transparencia y la rendición de cuentas, y somete la función del Estado y la vida social a las fuerzas armadas.
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JAIME CÁRDENAS GRACIA Coordinador
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El gobierno de los Estados Unidos desde el año 2002 incorporó de facto a México al Comando Norte. Posteriormente, Vicente Fox firmó el ASPAN (Alianza para la Seguridad y Prosperidad de América del Norte) que integró no sólo la política castrense a Norteamérica sino también la social y económica. Durante el gobierno de Felipe Calderón con el inició de la “guerra contra el narcotráfico” se potenció la integración en temas de seguridad con América del Norte mediante la Iniciativa Mérida, y con Peña Nieto, se consolidó totalmente esa subordinación a los Estados Unidos, tanto con las reformas estructurales como con la concepción impuesta por el vecino del norte para que nuestro país forme parte plena de la seguridad nacional de los Estados Unidos.
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Jaime Cárdenas Gracia
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