Teatro Alberto Villarreal Edad: 34 años Alberto Villarreal no tiene una obra de teatro favorita. A pesar de que lleva 15 años dirigiendo, el dramaturgo y director no puede nombrar una obra predilecta porque considera que, más bien, el teatro es un “oficio de instantes”. “No se puede apreciar o detestar por completo una obra: como un día o una calle, todas las emociones pasan por ahí si se mira bien. Recuerdo haber visto en un bar de aficionados de un barrio latino de Nueva York a los que técnicamente podrían considerarse los peores artistas del mundo, pero su fuerza interior ante ese escenario de un metro cuadrado ha sido de lo más inspirador que he visto.” Por lo mismo, por ser algo de instantes, y pese a que ha sido su profesión desde que tiene 19 años (“en realidad no he hecho otra cosa ni sé hacer otras cosas”, dice), Villarreal no cree que vaya a hacer teatro por toda su vida: “La vida es muy corta para tener el mismo oficio todos los años que dures aquí. El verdadero disfrute es el viaje, el movimiento. Por eso me gusta mi oficio: siempre es una nueva familia, pasar la vida con ellos y luego irse. Gracias al teatro he podido viajar mucho y comer mucho, que son las cosas que realmente me interesan.” Sin embargo, el cambio de oficio parece lejano todavía. Por el momento, Villarreal seguirá de trotamundos, dirigiendo por diestra y siniestra: tan sólo en este año, dirigirá una obra en la Patagonia, titulada Provocación al Invierno. Posteriormente, irá a España con el montaje Tom Pain, y finalmente dirigirá, primero en Madrid y a finales de año en la Ciudad de México, la producción El mal de la muerte, de Marguerite Durás, en una coproducción con el INBA.
José Luis Bezaury, José Islas y Antonio Vilches
Vida Nocturna Grupo Archipiélago Edades: 30, 34 y 30 Mucha gente se queja de que no tiene a dónde salir porque odia todos los lugares: son muy fresas, las música es horrible, se atasca demasiado, es carísimo, etc. Sin embargo, en vez de únicamente quejarse, Antonio Vilches, José Luis Bezaury (Shakes) y José Merino, junto con otros cinco amigos, decidieron abrir su propio antro. “El Leonor fue concebido como un bar de cuates,” dice Shakes, “ y lo creamos más que nada por hacer un lugar a donde saliéramos nosotros y nos gustara, porque la verdad es que en ese momento no había ningún lugar en el que nos gustara la música, ni el ambiente, ni el tamaño; el mood en general.“ Después del éxito que fue
el Leonor, decidieron empezar abrir otros lugares: el REC, un karaoke con un catálogo mucho más amplio y diverso que los demás que el resto de los karaokes, y con estudios privados; La Sakería, un bar especializado en sake, con comida japonesa y el Disco López en Guadalajara, un concepto similar al Leonor. Por supuesto, el empezar lugares desde cero ha presentado algunos contratiempos. “Cuando abrimos el Leonor, abrimos sin baño, entonces dijimos: ‘Puta madre, se nos olvidó el baño’; el karaoke lo abrimos sin micrófonos: ‘Puta madre, se nos olvidaron los micrófonos’.”, dice Toño. Sin embargo,
Cuando abrimos el Leonor dijimos: ‘Puta madre, se nos olvidó el baño’
lo toman con filosofía: “Lo que le da sentido al error es que lo tomes como aprendizaje.” Eventualmente, Toño, Shakes y Pepe decidieron que necesitaban una empresa para administrar y encontrar un sentido estratégico de sus lugares, y así nació Grupo Archipiélago. A partir de ahí, el grupo abrió el Montés y el Cancino, además de abrir su propia marca de mezcal, Unión, y tienen dos lugares más planeados para abrir este año en la capital. Sin embargo, y a pesar del amor que tienen por el DF (“El DF está viviendo por mucho la mejor etapa de su historia. Creo que nunca había visto esta energía”, dice Shakes), tienen planes aún más grandes. “Tenemos el sueño de abrir en Nueva York. Desde hace tres años hemos buscado local; yo creo que será una cuestión de timing, pero si abriéramos algo en otra ciudad, sería en Nueva York.”
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