El movimiento socioambiental desde nuestra izquierda: la necesidad de construir el ecosocialismo
“La producción capitalista no desarrolla la técnica y la combinación del proceso de producción social más que socavando al mismo tiempo las dos fuentes de donde mana toda riqueza: la tierra y el trabajador” K. Marx. en el “El Capital”
Las siglas y las disputas se multiplican. UAC, UAP, ESABA, AMPAP, MNCI, RENACE (por nombrar algunas sobre muchas otras), junto a la resistencia a la megaminería, el monocultivo, el fracking, el desarrollo nuclear, las represas, las plantas de producción de semillas y explosivos, las fumigaciones, las regasificadoras, el avance del desmonte y del capital privado que expulsa a los habitantes. Las demandas por tierra para vivir y producir, la defensa de los territorios y bienes comunes, la defensa de la salud de las poblaciones, los reclamos por tratamientos adecuados de la producción de basura, entre otros, se enmarcan en intentos de construcciones alternativas incipientes de soberanía alimentaria, de otro tipo de consumo acorde a las necesidades reales, la búsqueda de nuevos paradigmas para las relaciones humanas y con la naturaleza. En síntesis, de modelos de vida y desarrollo autónomos y al servicio de los pueblos.
El movimiento socioambiental se expandió fuertemente después del 2001 y fundamentalmente tuvo un hito central a partir del plebiscito del No a la Mina en Esquel en 2003 y posteriormente el bloqueo en Gualeguaychú ante la instalación de la pastera. Demostró entonces una importante capacidad de movilización y radicalidad en sus intervenciones (con actuaciones en distintos planos). El movimiento logró un desarrollo y comprensión profundos en torno a las consecuencias sobre su forma de vida del proyecto al cual se oponían, y de su importancia para el desarrollo del capital (transnacional, pero también en alianza con fracciones del capital nacional). Como esas, en la primer década de este siglo aparecieron muchas experiencias que tuvieron trascendencia nacional y marcaron fuertes luchas ambientales a lo largo y ancho del país.
Sin embargo, en los últimos años quedó clara la limitación de esas demandas para establecer una unidad de acción que trascendiera la reivindicación puntual. Los resquemores en general a las organizaciones políticas (a veces fundada en experiencias fallidas, otras en prejuicios), la dificultad para confluir con las