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Solicitan a nuestros coterráneos
from Edición N° 587: Alcalde Alfredo Riquelme " No hemos recibido ningún recurso del Gobierno Regional "
Relato del Kimche Marcelino Merlinao. Nahuelbuta, 1995.
Contaban antiguamente que en las costas de Cautín vivía una familia, con su única hija; una joven doncella mapuche, que amaba su tierra, sufría porque la gente se peleaba, se trataba mal y eran egoístas con los demás. En ese tiempo una gran roca se puso sobre el sol y lo cubrió dejando la oscuridad sobre la tierra. La joven había visto todo esto y se mostraba preocupada, se quedaba mirando el horizonte sentada en unas rocas, cerca de la playa. Una vez se quedó dormida y soñó que un rayo de sol la dejó embarazada; la niña ante la insistencia de su padre contó que estaba embarazada Antü, el sol. Pasaron los meses y nació un hermoso niño al que llamaron Marepuantu (doce soles). El abuelo al darse cuenta la inteligencia del niño, enseñó con voluntad y firmeza los saberes antiguos, aconsejo el respeto, la honradez, el esfuerzo y la verdad. La abuela con dulzura e inteligencia le mostraba todo lo que existía en sus tierras lafkenche. Un día poco después de aclarar y de que el sol saliera en la montaña, una gran roca apareció en la cordillera y lentamente se fue acercando al sol; a medida que el sol subía, la roca se iba poniendo encima, oscureciendo más la tierra, hasta cubrir el sol completamente. Tres días duró la oscuridad, la gente lloraba, las aves y animales se juntaban con ellos, el puma estaba cerca, atemorizado por la noche interminable. Marepuantu, que observó junto a los suyos todo lo que estaba pasando y como había
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sido preparado para servir a su gente había permanecido rogando en un lugar secreto y al amanecer del cuarto día subió al cielo y cómo era ágil y fuerte, empezó a empujar la roca, hasta que la movió un poco; siguió en su tarea y la corrió otro poco y más hasta que el sol volvió a brillar como antes. De Marepuantu, no se supo más; la familia contaba que subió al cielo, que está en el Wenu mapu. Los lonko, machi, kimche, ngenpin, ancianos, ancianas tomaron el acuerdo de hacer rogativa para agradecer al gran padre y colocaron doce metawe frente
al rewe y cada vez que rogaban arrodillados en el suelo, elevaban los rali wentewe, las hojas de voye, el canelo sagrado al cielo, para hacer llegar sus agradecimientos a Buta Chao, el padre de la tierra y a Marepuantu, la luz del conocimiento. Crédito de la Pintura: “Marepuantu” (1996), 100 X 75 cm. mixta sobre roca
Del libro “Mitología Mapuche”, El Arte de Narrar (2019), de Eugenio Salas Olave y Fundación Huilo- Huilo.
