Domingo, 28 de abril de 2019
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Suplemento semanal de la revista The ShowRoom Mag
UN PUEBLO PARA APRENDER William Rodríguez
En una selva tropical de Brasil existe un lugar muy especial. Se trata de Children Village, un pueblo construido exclusivamente para cientos de niños. El proyecto ha sido dirigido por los estudios Aleph Zero y Rosenbaum, siendo merecedor del prestigioso Premio Internacional RIBA de 2018. Este galardón se otorga cada dos años a un edificio que refleje la excelencia en el diseño y la ambición arquitectónica. También tiene en cuenta que la creación tenga algún impacto social. Así, un exigente jurado presidido por la célebre arquitecta Elizabeth Diller ha dictaminado que este complejo infantil es el mejor de todas las obras participantes. Y no es para menos, pues hablamos de un sofisticado pueblo habitado por 540 estudiantes. Los pequeños acuden a la Escuela Canuanã, que se encuentra en el centro de las instalaciones. El alojamiento combina una apariencia moderna con técnicas tradicionales y
se divide en dos aldeas que rodean el colegio, una para los chicos y otra para las chicas. Estas residencias contienen literas, espacios de almacenamiento y áreas privadas de lavado para que los niños gocen de todas las comodidades durante su estancia. Por otra parte, las instalaciones disponen de zonas de comedores. La madera ha tenido un papel fundamental en su construcción, ya que la estructura está hecha de este material. Un techo blanco metálico abarca las aldeas y los espacios comunes, ofreciendo protección contra el sol y la lluvia. Bajo él toda una estructura de madera de eucalipto laminada encolada da forma al pueblo infantil, cobrando personalidad gracias a los bellos jardines interiores que buscan mimetizar la obra con su entorno exótico. Estas zonas de vegetación se encuentran en los patios, pensados como los espacios de reunión de los niños. En ellos hay un espejo de cristal con peces pequeños, cuya
función es recoger el agua que se derrama del techo e, incluso, cuando cae bastante, la devuelve al río Javaès. Asimismo, también se usó como material bloques de tierra de suelo local, empleados para formar paredes que, aparentemente, parecen hechas de ladrillos. A su vez, se utilizaron celosías de ladrillos con el fin de proporcionar ventilación y protección a las zonas destinadas al lavado de la ropa. Este pueblo tiene como objetivo que niños de comunidades rurales desfavorecidas de Brasil puedan asistir al colegio y disfrutar de una buena educación, además del fomento de la cultura y de las técnicas constructivas locales. El proyecto implicó una amplia colaboración con la comunidad local, la administración, los maestros y los estudiantes. Desde luego, viviendo en instalaciones tan lujosas como esta, los pequeños irán a clase con mucho gusto.