When you were mine rebecca serle

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When you were mine

Rebecca Serle

pero mis dedos la recuerdan mejor que yo, y pronto estoy volando, deslizándome sobre las teclas. Lo que siempre he adorado de tocar era que no había espacio para nada más. Desde el momento en que mis dedos tocaban las teclas, éramos sólo yo y el piano. Éramos lo único que existía en todo el universo. De hecho, son casi las seis cuando me aparto, lo que significa que he pasado casi dos horas aquí. Cuando me echo para atrás, casi espero que Len esté sentado junto a mí, sonriendo de modo alentador. Y entonces me levanto, porque Len llegará en cualquier momento y todavía tengo que arreglarme. Lo que tiene vivir en Carolina del Sur es que más o menos llevas lo mismo todo el año. A parte de la posible adición de un cárdigan o un pañuelo en invierno, el vestuario es bastante parecido.

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Cuando subo a mi habitación, abro el armario. Huele a lavanda por esas bolsitas de flores secas aromáticas que mi madre pone en los cajones donde guardo mis calcetines y las camisetas, y respiro profundamente, disfrutando la calma momentánea. Después de un momento me siento más tranquila y considero las posibles elecciones de vestuario para la cita. Saco algunas prendas y miro mis opciones. Está el vestido que compré y llevé al 40 cumpleaños de la madre de Rob, el que me puse cuando fuimos a ver El Fantasma de la Ópera en Nueva York. Está el vestido de verano que llevé cuando fuimos en bici juntos el año pasado, y el que todavía tiene una mancha de helado de cuando se le cayó el cucurucho de chocolate hace dos veranos. Cada vestido parece contar alguna historia sobre Rob. Vuelvo a mirar, decidida a hacerlo mejor. Hay un vestido azul escondido detrás que mi madre y yo compramos la primavera pasada. Es de algodón azul y más bien ancho con mangas casquillo y un dobladillo que queda justo por encima de la rodilla. Nunca antes lo he llevado, y me lo pongo. Es cómodo, y creo que me hace parecer algo más mayor. Escojo un par de pendientes en forma de gota que Charlie me regaló en mi 16 cumpleaños y me pongo algo de colorete y rimel. No es tan impresionante como el vestido que llevé al baile de otoño, pero creo que este me hace parecer más yo. El timbre suena justo a las seis. No esperaba que fuese el tipo de chico que aparece justo a la hora, pero Len sigue sorprendiéndome. Echo algo de dinero que hay en la cómoda al bolso y echo una última mirada al

Perfect Dream


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