EL PERSONAJE / 34 MADRE ABADESA DEL CONVENTO DEL CÍSTER DE TEROR
SOR ESPERANZA VIERA
" Cada persona tiene una vocación innata"
SOR ESPERANZA VIERA DÉNIZ ES MADRE ABADESA DEL MONASTERIO TERORENSE DEL CÍSTER Y HA SIDO LA ÚNICA MONJA NACIDA EN EL MUNICIPIO QUE HA LLEGADO A OCUPAR ESTE CARGO EN LA COMUNIDAD DE CLAUSURA DE TEROR. A SUS 74 AÑOS DE EDAD, SOR ESPERANZA TRANSMITE EN SUS PALABRAS Y EN SU MIRADA LA GRAN VOCACIÓN QUE DESCUBRIÓ SIENDO ADOLESCENTE Y QUE HA MANTENIDO TODA SU VIDA DE ENTREGA Y RECOGIMIENTO.
Nacida en Arbejales en el seno de una familia muy religiosa, Sor Esperanza tuvo muy clara su vocación desde la adolescencia. A los 16 años entró en el Monasterio Cisterciense y desde entonces ha llevado una vida austera y de entrega absoluta a la oración, donde se ha encontrado totalmente realizada. "Desde joven tuve muy clara mi vocación y nunca me ha pasado por la cabeza vivir de otra manera. Y si ahora tuviera 16 años, volvería a entrar de nuevo en el Monasterio. He sido muy feliz y vivo con ilusión y alegría cada día. Creo que cada persona tiene una vocación innata. Yo la encontré desde el primer momento y estuve segura de ella. Hay quienes les cuesta más encontrar su vocación o se equivocan; pero no se puede vivir sin ella, la necesitamos para ser felices".
Sor Esperanza ha vivido 58 años entregada a la Comunidad del Císter. Hace 18 fue nombrada
HÁBITOS ¿Ve la televisión? No. Sólo para acontecimientos muy concretos o en algunas intervenciones del Santo Padre. ¿Utiliza móvil? No lo utilizamos dentro del convento, pero lo tenemos para cuando salimos fuera. ¿Qué tipo de música le gusta? La música gregoriana es la más que me llega. ¿Qué tipo de lectura prefiere? Los libros religiosos, pero también me gusta mucho la historia. ¿Utiliza el ordenador? Sí, también tenemos internet para cosas concretas o para comunicarnos por correo electrónico con otras Comunidades.
Madre Abadesa por primera vez y cada seis años ha sido reelegida por la Comunidad. El Monasterio de Teror es su casa permanente, que sólo ha abandonado en ocasiones contadas por motivos de formación, como los dos años que permaneció en la Comunidad Cisterciense de Burgos. Sin embargo, Sor Esperanza ha vivido desde la clausura un contacto intenso con los problemas de la sociedad actual. "Nosotras estamos más puestas con las cosas del mundo de lo que se piensa. Quizás no se comprenda nuestra vida desde fuera, pero nosotras vivimos muy contentas y sentimos que nuestras oraciones son necesarias en este mundo. Si faltaran los conventos de clausura, faltaría el corazón de la Iglesia".
La vida en el Monasterio del Císter se inicia a las 5 de la mañana con maitines y durante todo el día, hasta las 9 de la noche, las 16 hermanas que integran actualmente la Comunidad mantienen una intensa actividad espiritual y de trabajo. La oración ocupa la parte principal de sus vidas, pero también las tareas de la casa, la dulcería, donde confeccionan los deliciosos dulces a los que le dan nombre, la decoración de la porcelana y la jardinería. También hay tiempo para la lectura ,el estudio y el paseo por los jardines del Monasterio. "Nuestra vida es sencilla, pero la vivimos con mucha vocación en cada cosa que hacemos. Vivimos al día, el momento presente. También existen problemas, como en cualquier lugar, pero se resuelven siempre desde la fe. Los problemas los hacemos las personas, no vienen de fuera, y su solución está en asumirlos y afrontarlos desde la fe y en Comunidad.
Sor Esperanza es una persona que transmite alegría, serenidad y una gran cordialidad. No le gustan las entrevistas y guarda con el máximo respeto fidelidad a las normas del Císter. Por eso, agradecemos que haya concedido a TEROR INFORMA este encuentro para que los terorenses conozcan a la única Madre Abadesa nacida en el municipio que ha tenido el Císter de Teror en más de un siglo de historia, aunque la Comunidad lleva en Gran Canaria casi 400 años.
Y ADEMÁS El Convento del Císter de Teror ha tenido en sus 119 años de historia 9 Madres Abadesas, de las cuales cuatro viven aún. La primera Abadesa del Císter de Teror fue Sor Julia Rodríguez.