El hada y la primavera Hace muchísimos años en cierta galaxia no muy lejana existía un planeta árido, sin ninguna planta. Allí habitaban miles de personas en una gran esfera que las protegía de los intensos rayos solares y les producia aire para que pudieran respirar. En este planeta vivía una pequeña niña que se llamaba Paula, a la que le gustaba mucho leer cuentos de hadas y se deleitaba una y otra vez en la biblioteca astral observando tantas bellas ilustraciones. ¡Qué hermoso debió ser que hubiera tantos colores, tanta vida! Cierto día, llegó a un rinconcito que nadie había descubierto y no podía creer lo que sus ojos veían: un libro único. “¿Sobre qué será?”, se preguntó. Tanta fue su curiosidad que en seguida lo abrió y en la primera página encontró una pequeña flor marchita. Aun así le pareció hermosa. La acercó a su rostro y pudo percibir el amor. ¡Qué hermosa! ¡Qué rico huele! ¿Qué clase de flor podría ser aquella? —Es una rosa —le contestó una viejecita que pasaba por ahí. Paula derramó una lágrima. —¡Cómo me gustaría poder verla viva! —¿Te gustaría eso? —preguntó la viejecita mientras se convertía en una hermosa hada. —¡Sí, lo deseo con todo mi corazón! —exclamó Paula. —Bien. Entonces desde hoy en adelante tú serás la encargada de velar por la naturaleza, los árboles y las flores. Desde hoy tú serás la Primavera. Adaptación del cuento “El hada Primavera”, de Ana Guadalupe Pérez Lomelí.
La primavera es una estación muy generosa: nos regala flores y colores. ¿Alguna vez te preguntaste qué es la generosidad? Es saber lo que alguien necesita y brindárselo de corazón. Es ese gesto que te lleva a tender la mano antes de que los demás te pidan ayuda. Es estar atento a las necesidades de los otros.
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